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El último día de nuestra escapada astur-leonesa. Como aún quedaban varias cosas que queríamos ver dedicamos la mañana a seguir turisteando antes de volver a casa.
Primero fuimos a lo más cercano a nuestro hotel, el Museo de León, que está en el Edificio Pallarés, en la Plaza de Santo Domingo. La entrada cuesta un euro y alberga una interesante colección que cuenta la historia de la provincia de León, a través de algunas de sus realizaciones culturales más significativas y cualificadas. La exposición se articula en siete áreas de conocimiento: Prehistoria, Romanización, el final del mundo antiguo, la Edad Media, la Edad Moderna, el Mundo Contemporáneo y, finalmente, una panorámica sobre la ciudad.
Estuvimos como una hora y media en el museo, aunque podríamos haber alargado la visita más. Creo que es bastante interesante, aunque si no se tiene mucho tiempo no lo consideraría una visita imprescindible en la ciudad.
Otra de las visitas que nos quedaban era el Convento de San Marcos, que está como a 10 o 15 minutos andando del centro. Este magnífico edificio de estilo renacentista fue sede de la Orden de caballería de Santiago para el Reino de León y está situado en la que era la salida de la ciudad camino de Compostela. El origen del edificio es medieval, aunque de esa época no se conserva nada. El edificio actual fue un regalo de Fernando el Católico a la ciudad de León.
Actualmente es Parador nacional, por lo que es posible alojarse allí. Lo primero que llama la atención cuando ves el edificio es su inmensa fachada de más de 100 metros de longitud y cuando te acercas sus relieves y esculturas, son tantos que no sabes a dónde mirar.
Se puede entrar al hotel, pero solo al vestíbulo y al bar, que tiene un magnífico techo artesonado. A la derecha se encuentra la Iglesia de San Marcos, de estilo gótico hispano tardío, donde lo más destacado es el coro. No lo pudimos ver porque solo se puede acceder determinados días de la semana a unas horas concretas, y no coincidió la visita.
Desde la Iglesia se accede a tres salas pertenecientes al Museo de León, situadas en la Sacristía y en la Sala del Claustro. En estas salas hay esculturas y pinturas, muebles del antiguo convento,…
A través del Museo se accede al claustro, de estilo renacentista. Aún se conservas huellas de la época en que fue usado como campo de concentración de prisioneros republicanos durante la Guerra Civil. Mucho antes había sido utilizado como prisión, y aquí estuvo preso Francisco de Quevedo durante casi cuatro años.
Finalizada la visita volvimos al centro para callejear un poco por la ciudad y ver algunas de las cosas que nos habíamos quedado en el tintero, como el Ayuntamiento y la Plaza del Grano. Nos pareció un lugar con mucho encanto.
Pensábamos comer una vez saliéramos de León, pero ya teníamos un poco de hambre y no nos resistimos a tomar unas tapita antes de salir.
Estuvimos en un bar del Barrio Romántico que se llama Las Tapas y la Sartenuca (Calle Emilio Tuya, barrio Romántico): su tapa estrella es la sartén con un huevo frito, patatas fritas y picadillo, pollo, bacon o morcilla. Probamos las de picadillo, morcilla y pollo y nos gustaron mucho. También el bocadillo de sanjacobo, una auténtica bomba.
Y con estas tapas acababa la visita a León, que ponía fin a una semana recorriendo la provincia leonesa y un poco de Asturias. Un viaje casi improvisado pero que disfrutamos mucho. A lo que más ganas teníamos era a Somiedo y a Las Médulas y no nos defraudaron para nada. En Somiedo me hubiese quedado una semana entera, con esos paisajes y esa tranquilidad. Pero todo lo que vimos nos gustó, Astorga y Castrillo de los Polvazares tienen mucho encanto, a pesar de que la lluvia nos chafó un poco la visita. Nos quedamos con ganas de conocer un poco más de la comarca de El Bierzo, todo un descubrimiento. Y qué decir de la ciudad de León. Creía que al haber visto la catedral ya lo habíamos visto casi todo en la ciudad, pero descubrimos que hay mucho más, además del buen ambiente que se respira. Por supuesto, maravillarse con la Catedral de León siempre es una buena opción. Y todo aderezado con tapitas y cerveza, un placer.
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