No encontramos mosquitos en todo el viaje, alguno en Gondar; ir justo antes de la temporada de lluvias creo que evitó que nos cruzáramos con los molestos insectos. Pero "algo" nos picó en nuestras primeras noches en Addís Abeba. Pensamos que eran pulgas porque las picaduras eran insignificantes...al principio. Mi compañera se llevó la peor parte, le había picado un mosquito...el único con el que nos topamos en todo Addís se había ensañado con ella. Sus picaduras se infectaron al rascarse, de tal forma que al llegar a Bahar Dar todo su cuerpo estaba cubierto de arriba a abajo de molestos y enormes granos que le picaban cada dia más.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Hubo un momento en que ya no soportaba rascarse, la infección era grande e incluso sentía dolor, así que decidimos ir a una consulta médica en Bahar Dar. Eso nos permitió ver por dentro un hospital etíope. Nos atendieron en seguida, desconozco si fue porque éramos farenyis, porque íbamos acompañadas de un etíope o porque era una consulta rápida.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Mientras mi amiga era atendida por el médico curioseé un poco por el hospital. En la entrada un mostrador y mucha gente esperando; y tras el mostrador una puerta abierta de par en par me condujo a un patio infestado de gente que esperaba: madres con niños desnutridos, ancianos con heridas purulentas, gente tendida en camillas rústicas. Me sentí observada de una manera extraña, hasta que reparé que llevaba la cámara de fotos colgada del cuello y sujeta entre mis manos. La guardé de inmediato. De ninguna manera hubiera fotografiado aquel lugar y aquellas personas enfermas, pero las miradas que recibí mostraban su reprobación. A veces los viajeros somos tan obvios...acercamos la cámara a las caras de la gente, a su pobreza, de forma casi obscena. Yo no iba a hacerlo, pero probablemente ellos lo pensaron. Eso y el saber que estaba husmeando en sus miserias me hizo encontrarme mal, me hizo sentirme como un mosquito que absorbe la sangre de su víctima, como un parásito que se alimenta de los desechos del otro. Salí de allí un poco confusa conmigo misma.
Antihistamínicos recetó el médico. Pagamos la consulta, una cantidad irrisoria, y nos despedimos. Más tarde, la visita a la farmacia tuvo también su parte curiosa. Los farmacéuticos no entendían a mi amiga ni con receta, y en ese momento nuestro amigo etíope no nos acompañaba, así que tuvo que hacer gala de su capacidad gestual para hacerse entender, simulando que se rascaba, echar mano del "amaringlish" y eso sirvió para relajarnos y reirnos un poco, farmaceuticos incluídos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Sirva esta anécdota para recordar que el acceso a la sanidad en algunos hospitales etíopes es privado y eso impide que la mayor parte de la población pueda permitirse una simple consulta que a nosotras nos resultó tan fácil y económica. Hay muy pocos hospitales públicos y no siempre se facilita de forma gratuita algunos medicamentos, por lo que de nuevo su compra queda limitada a una parte muy pequeña de la población. Muchos acuden a médicos tradicionales que les recomiendan hierbas y ungüentos varios. En las aldeas más aisladas carecen de asistencia sanitaria. Las pequeñas clínicas suelen quedar a cientos de kilómetros y apenas tienen material médico. En algunos pueblos nos encontramos a varias personas portando a un enfermo en una camilla hecha con cuatro palos y una tela, en un camino hacia algún hospital lejano que les llevará horas y que es muy posible que el enfermo no resista y muera en el intento.
Muchas enfermedades que allí causan la muerte y para las que no tienen acceso a la profilaxis o a las vacunas (malaria, meningitis) una simple infección que se extiende, allí es mortal y aquí tendría tan fácil curación que tal injusticia causa rabia, indignación, malestar, tristeza, impotencia...
Nosotras fuimos a un hospital con cientos de enfermos a la espera por una estúpida infección causada por una aún más estúpida picadura de mosquito...Farenyis, pensaría un etíope. Y no le faltaría razón.
Fotografías:
- Más vistas del lago Tana desde el hotel Ghion.
- Farmacia Gamby en Bahar Dar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Hubo un momento en que ya no soportaba rascarse, la infección era grande e incluso sentía dolor, así que decidimos ir a una consulta médica en Bahar Dar. Eso nos permitió ver por dentro un hospital etíope. Nos atendieron en seguida, desconozco si fue porque éramos farenyis, porque íbamos acompañadas de un etíope o porque era una consulta rápida.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Mientras mi amiga era atendida por el médico curioseé un poco por el hospital. En la entrada un mostrador y mucha gente esperando; y tras el mostrador una puerta abierta de par en par me condujo a un patio infestado de gente que esperaba: madres con niños desnutridos, ancianos con heridas purulentas, gente tendida en camillas rústicas. Me sentí observada de una manera extraña, hasta que reparé que llevaba la cámara de fotos colgada del cuello y sujeta entre mis manos. La guardé de inmediato. De ninguna manera hubiera fotografiado aquel lugar y aquellas personas enfermas, pero las miradas que recibí mostraban su reprobación. A veces los viajeros somos tan obvios...acercamos la cámara a las caras de la gente, a su pobreza, de forma casi obscena. Yo no iba a hacerlo, pero probablemente ellos lo pensaron. Eso y el saber que estaba husmeando en sus miserias me hizo encontrarme mal, me hizo sentirme como un mosquito que absorbe la sangre de su víctima, como un parásito que se alimenta de los desechos del otro. Salí de allí un poco confusa conmigo misma.
Antihistamínicos recetó el médico. Pagamos la consulta, una cantidad irrisoria, y nos despedimos. Más tarde, la visita a la farmacia tuvo también su parte curiosa. Los farmacéuticos no entendían a mi amiga ni con receta, y en ese momento nuestro amigo etíope no nos acompañaba, así que tuvo que hacer gala de su capacidad gestual para hacerse entender, simulando que se rascaba, echar mano del "amaringlish" y eso sirvió para relajarnos y reirnos un poco, farmaceuticos incluídos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Sirva esta anécdota para recordar que el acceso a la sanidad en algunos hospitales etíopes es privado y eso impide que la mayor parte de la población pueda permitirse una simple consulta que a nosotras nos resultó tan fácil y económica. Hay muy pocos hospitales públicos y no siempre se facilita de forma gratuita algunos medicamentos, por lo que de nuevo su compra queda limitada a una parte muy pequeña de la población. Muchos acuden a médicos tradicionales que les recomiendan hierbas y ungüentos varios. En las aldeas más aisladas carecen de asistencia sanitaria. Las pequeñas clínicas suelen quedar a cientos de kilómetros y apenas tienen material médico. En algunos pueblos nos encontramos a varias personas portando a un enfermo en una camilla hecha con cuatro palos y una tela, en un camino hacia algún hospital lejano que les llevará horas y que es muy posible que el enfermo no resista y muera en el intento.
Muchas enfermedades que allí causan la muerte y para las que no tienen acceso a la profilaxis o a las vacunas (malaria, meningitis) una simple infección que se extiende, allí es mortal y aquí tendría tan fácil curación que tal injusticia causa rabia, indignación, malestar, tristeza, impotencia...
Nosotras fuimos a un hospital con cientos de enfermos a la espera por una estúpida infección causada por una aún más estúpida picadura de mosquito...Farenyis, pensaría un etíope. Y no le faltaría razón.
Fotografías:
- Más vistas del lago Tana desde el hotel Ghion.
- Farmacia Gamby en Bahar Dar.