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A las 10.40 aterrizamos puntuales en Addis Abeba, teníamos 12 horas por delante, ya que hasta las 11 de la noche no salía nuestro vuelo a Frankfurt.
Nuestra primera parada fue el Mercato, considerado el mayor mercado al aire libre de África. Hoy era sábado y es el día de la semana que más concurrido esta; nos costó más de una hora llegar hasta una de las entradas.
Antes de entrar, el chofer nos presento al que sería nuestro guía durante todo el día en Addis, Isaac.
El Mercato es un lugar en el que puedes comprar casi cualquier cosa, pero hay que saber moverse por él. Es un recinto inmenso, con miles de personas en el que es facilísimo perderse.
No teníamos grandes expectativas puestas en él y menos mal, porque considero que desde el punto de vista turístico no tiene nada que ofrecer.
En media hora andando no avanzaríamos más de 500 metros. No había nada interesante para ver o comprar y estábamos tan agobiados por la gente que decidimos marcharnos y no seguir con la visita.
La siguiente parada fue el museo nacional.
Este edificio de 3 plantas está dentro de un gran parque con jardines y árboles. Alberga una pinacoteca, artesanía típica del país tanto antigua como moderna y restos arqueológicos entre los que se encuentra la joya de la corona, Lucy, el famoso esqueleto de Australopithecus afarensis de más 3,2 millones de años de antigüedad que desmonto todas las teorías escritas hasta ahora sobre el origen de la humanidad.
Isaac fue un gran guía y nos explicó súper bien todo el contenido del museo, pero nosotros ya estábamos un poco cansados y teníamos la mente más puesta en volver a Bilbao que en ver cuadros y fósiles, por lo que la visita se nos hizo un poco pesada.
Al salir del museo, pero en el mismo recinto, está el Lucy restaurant.
Por dentro es muy bonito y agradable, estaba llenísimo de gente, pero hay que decir que fue la peor comida de todo el viaje y la más cara, por lo que no lo recomendamos para nada.
Después de comer dimos un paseo por los jardines del parque en los que había tortugas de tierra grandísimas, debían de tener cientos de años.
Queríamos comprar café para regalar a los amigos, así que tras encontrarnos con Isaac de nuevo, fuimos al famoso Café Tomoca.
Por fuera es un local normal sin ningún tipo de encanto, pero el interior es de estilo colonial y decorado con mucho gusto. Es una especie de cafetería en la que además de tomarte un café, puedes comprar una bolsa y llevártela.
Nuestra siguiente parada fue Winston Churchill avenue, esta calle es famosa por ser el lugar donde vienen todos los turistas a comprar. La calle está repleta de tiendas de souvenirs en las que todas venden prácticamente lo mismo.
Lo que más me llamo la atención fue la cantidad de tiendas de antigüedades que había. Vendían muchísima artesanía, tenían almacenes enteros con herramientas, adornos y esculturas de las tribus, pero los precios eran muy altos y tampoco teníamos sitio donde llevarlo.
No lo pregunte, pero me lleve un poco la sensación de que o eran cosas robadas a las tribus o quizás se las habían comprado a bajísimo precio, para venderlas después en Addis a un precio desorbitado.
Después de recorrernos mil tiendas buscando un imán para la nevera que nos gustase, llegamos a la plaza de la revolución o como la llaman ahora, plaza Meskel.
Es un punto de reunión, una especie de anfiteatro inmenso en el que los jóvenes se juntan para sentarse, charlar y sobre todo correr por sus pasillos de césped de un lado a otro practicando el deporte nacional, el Running. De aquí han salido varios de los recordman mundiales de fondo y medio fondo como Haile Gebrselassie, Kenenisa Bekele o Genzebe Dibaba y todo etíope deportista aspira a ser como ellos, por lo que aquí son considerados como auténticos héroes nacionales.
La plaza nos gustó mucho, es algo bastante curioso y sobre todo mucho más tranquilo que el Mercato.
Antes de partir para Bilbao, Birana nos invitaba a una cena en el restaurante 2000 Habesha, que está muy cerca del aeropuerto.
Mirian también estaba aquí para despedirse y nos juntó con dos grupos más, todos españoles que curiosamente terminábamos el viaje a la vez.
La experiencia con Birana Tours fue de 10. Después de mucho leer en foros y siguiendo los consejos de varios viajeros, decidimos no hacer el viaje por libre y contratarlo con esta agencia y fue un acierto total.
A menos de que se disponga de muchísimos días para visitar el país, veo inviable hacer el recorrido totalmente por libre. En el sur sobre todo, el transporte público es prácticamente inexistente y se tardarían días para llegar a sitios que con un coche tardarías horas.
La cena de tipo buffet libre, incluía un espectáculo de danzas tradicionales un poco adulterado para amoldarlo al gusto europeo, pero lo cierto es que lo pasamos muy bien y estuvo muy entretenido. Después de tantos días solos por el país, sin apenas hablar con nadie en castellano, se agradecía un montón poder comunicarte y ver caras nuevas.
La cena en el 2000 Habesha, fue el broche de oro que ponía fin a un viaje perfecto, un viaje que jamás olvidaremos.
¿POR QUÉ ETIOPIA?
Podría hablaros de su calendario Ge’ez, de sus 8 lugares declarados patrimonio de la humanidad, de su sistema de horario diferente, de ser el primer país en adoptar el cristianismo y el único no colonizado de toda África.
Pero sobre todo, quiero que todos sepáis, que Etiopia nos ha fascinado, que de pobres no tienen nada y que sus paisajes, su historia, su variedad cultural, la libertad y felicidad de su gente, hacen a Etiopia uno de los países más ricos del mundo.
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