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Desde las 4 de la mañana debemos estar navegando entre islas, pero la resaca del día anterior no anima a levantarse antes.
Llegamos a las 8 y preferimos desayunar en el buffet, que es más rápido y permite alimentarnos bien porque nuestra idea es parar lo imprescindible a comer en tierra. Por fortuna todo el mundo parece ya recuperado.
El desembarco es muy escalonado y se ve el centro de recepción de visitantes. Allí nos dan planos y nos informan (en inglés) sobre recorridos de bus municipal. Compramos un bono para todo el día (11 €) pagado con tarjeta.
Siguiendo una raya azul pintada en el suelo llegamos a la parada del 76 (¡como se saben ya que todos los cruceristas hacemos lo mismo!) que nos deja delante del Palacio Real en Gamla Stan. El ticket para la visita completa al palacio y museos anexos es de 14€ y 7€ estudiantes. Es enorme y algo austero (te gustará más o menos en función de otros palacios que hayas visitado) pero hacemos un alto para ver la ceremonia del cambio de guardia que comienza a las 12:15 en el patio lateral y dura casi una hora. Menos mal que está cubierto y sopla airecillo, porque en un ratito que salió el sol, pegaba pero bien, y hubiera sido bastante insoportable aguantarlo a plena solanera. La ceremonia está curiosa con la banda montada a caballo aunque en algún momento puede hacerse larga.
Aun nos queda una parte del museo por ver, pero el tiempo se nos va sin sentir así que optamos por dejarlo y callejear un poco (calles encantadoras) por toda esta parte de la ciudad antigua (seguimos pagando las compras con tarjeta).
Ya se ve el ayuntamiento así que nos encaminamos para allá. Nos plantamos en 10 minutos, pero ¡ay! las entradas para subir a la torre se han agotado para hoy y ya están vendiendo las de mañana (son las 14 horas más menos)…pues va a ser que no, que nos quedamos sin ver Estocolmo desde arriba….bueno, pues vamos a verlo entonces desde abajo, que para eso tenemos el bono de transporte: ¡al metro se ha dicho!.
Lo cogemos en una estación a un par de manzanas del allí y trasbordamos para ir a la parte sur de Gala Stan. La verdad es que las estaciones son muy curiosas, incluso nos encontramos una visita guiada en el interior de una estación (no, no eran de Pullmantur). Una vez en superficie callejeamos para coger el bus con intención de regresar al crucero a darnos un homenaje de piña colada y pizza, pero apenas hemos subido, mis chavales ven que hay un grupo tocando en vivo en el estrado que está frente al Palacio, así que inevitable volver a bajar para darles gusto.
Se trata de un festival de verano, y los aledaños tienen una marcha increíble (eso que solo son las 15h), decidimos caminar entre ellos hasta la siguiente parada, y ahora sí que les pido que no vuelvan a bajarse hasta que lleguemos al barco, que ellos ayer se pasaron la tarde acostados, pero yo acuso el cansancio. (No se trataba de un autobús turístico, sino de la línea municipal, pero son las ventajas de llevar el bono del día. La frecuencia de los autobuses es buena y al puerto se tarda poco más de 10 minutos). No tenemos intención de parar en el Vasa, aunque pasamos al lado.
El “todos a bordo” de hoy es a las 17, y llegamos a las 16:55, aunque no somos los últimos.
La cubierta de piscina está a tope, porque todos queremos ver la espectacular salida de Estocolmo (¡je, je, se ve que nadie tuvo huev..de levantarse a las 4!), pero tranquilos, que 3 horas después seguimos navegando entre islas y viendo paisajes espectaculares, además la gente se ha aburrido ya y la cubierta se ha despejado, casi en el mejor momento: cuando se está poniendo el sol.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Llega otra vez la hora de cenar (¡que rápido!) con fiesta tropical y sorpresas incluidas, que como suponéis no os voy a contar para que sigan siendo sorpresas. De todos modos la gente se ha enrollado poco con los atuendos aunque los fotógrafos del barco siguen haciendo su trabajo a conciencia.
La fiesta es en el rendez-vous y sinceramente hoy ¡no se cabe!. Nos resulta pelín incomodo,
así que como tenemos que adelantar los relojes una hora que le vamos a quitar al sueño, decidimos no alargar mas la jornada y comprobar una vez mas lo confortable que son nuestras camas.Por cierto, yo había sacado un libro de la biblioteca. No es que tengan un surtido espectacular, pero en caso de no haberlo llevado desde casa es una buena opción.
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