Los próximos tres días, los dedicamos a llegar hasta Hofn y regresar, parando en Vik, hasta Keflavik para tomar el avión que nos llevará a Noruega.
El primer día, salimos desde Raudafell hacia Hofn. A primera hora, el cielo sigue muy encapotado y la lluvia cae intermitentemente.
Dado que la ruta es larga y volveremos a pasar por aquí a la vuelta, nos dirigimos directamente hacia los glaciares. Durante el trayecto, parece como si el tiempo quisiera mejorar, sigue encapotado, pero ha dejado de llover, algo es algo!
La primera parada la hacemos en el glaciar de Svinafellsjokull. La laguna y el frente del glaciar son increíbles, además, solo hay un par más de turistas aquí, así que nos pasamos un buen rato paseando tranquilamente por el lugar antes de regresar al coche.
Svinafellsjokul
Seguimos adelante y tomamos un pequeño desvío que nos lleva a otra de las lenguas glaciares, la de Kviarjokull. Un lugar completamente desolado, estamos aquí más solos que la una y sopla un viento que casi te tumba, así que no pasamos mucho rato aquí, seguimos adelante.
Volvemos a detenernos, en esta ocasión en un lugar ya más concurrido, en la lengua glacial de Fjallsjokull, donde ya encontramos barcas que te pasean por entre los icebergs del lago, algunos de los cuales parecen estatuas talladas por algún escultor, restaurantes y gente.
Fjallssjokull
Y seguimos un poco más adelante hasta llegar a Jokulsarlon. Desde luego, el paisaje es impresionante, el lago, lleno de icebergs que se dirigen lentamente hacia la salida del lago y el mar, focas nadando entre los icebergs… y para rematar la faena, justo al llegar aquí, por fin, se abre el cielo y aparece el sol. Es como si quisiera regalarnos este rato en compensación de lo que nos ha hecho pasar los últimos días.
Jokulsarlon
Evidentemente, ver el paisaje del lago y después acercarse hasta la playa de Diamond Beach, donde reposan en la arena negra, restos de los icebergs que han salido al mar desde la laguna, con la preciosa luz que el sol nos regala esta mañana es un espectáculo de los que quedan grabados en la memoria.
Jokulsarlon
Obviamente, el lugar esta petado de gente, pero bueno, es lo que hay.
Después de pasar un buen rato disfrutando del paisaje de Jokulsarlon, continuamos rumbo a Hofn, antes de entrar en el pueblo, queremos ir un poco más allá, hasta Stokksnes y la playa de Austurfjorur, pero cuando llegamos al lugar, aparte de que el viento vuelve a soplar con fuerza, si queremos ir hasta la playa hay que pagar. Un poco cansados ya de pagar hasta por decir buenos días, nos damos media vuelta y nos vamos a Hofn, donde además de pasear por este bonito pueblo, encontramos un bonito restaurante, el Otto Matur & Drykkur, donde nos gastamos lo que nos hemos ahorrado al no entrar en Stokksnes en una magnifica cena a base de una excepcional sopa de langosta y un filete de reno.
Diamond beach
A la mañana siguiente iniciamos el regreso, pararemos a dormir en Vik. Durante el trayecto, nos detenemos en lugares que al venir dejamos de lado.
Al poco de salir de Hofn, nos acercamos a ver la laguna de Hoffellsjon y la lengua glacial que aquí termina y paseamos un buen rato por allí, hoy el sol sigue luciendo esplendorosamente y hay que aprovecharlo, no sabemos cuándo van a aparecer de nuevo nubes, continuamos la ruta y unos kilómetros antes de llegar a Jokulsarlon, vemos una pista que parece adentrarse hacia ninguna parte, nos metemos en ella y vamos avanzando unos kilómetros hasta llegar a un punto donde la pista está cortada por piedras. Andamos un poco y desde aquí podemos ver más lagunas glaciares y algo más allá, un brazo del lago de Jokulsarlon. Un paisaje muy bonito, en un lugar sin rastro de vida humana, en el que solamente se escucha el ruido del viento. Fue uno de esos momentos especiales que a veces se dan en los viajes.
Continuamos en dirección a Vik y nos detenemos en la lengua glacial de Skaftafellsjokul, para luego continuar hasta el cañón de Fjadrargljufur, un fantástico cañón fluvial con tres miradores desde los cuales puedes observar el precioso paisaje del cañón, con el rio al fondo y cascadas que caen por sus paredes.
Fjadrargljufu
Seguimos y de momento, el sol sigue acompañándonos y llegamos hasta Gigjagja. Una cueva a pie de playa, tallada en un acantilado, a la cual llaman la Cueva de Yoda (en fin...) pero sorpresa, al llegar a la cueva, nos encontramos que dentro de la cueva se está celebrando una boda, así que paseamos un rato por la playa y continuamos viaje sin entrar.
Estamos ya casi en Vik, pero antes de irnos al hotel, pasamos de largo de la población y nos acercamos a Halsanefshellir y Reynisfjara o Black Beach.
Black beach, Vik
La cueva de basalto, los acantilados, las rocas que salen del mar, que parecen recortadas a martillazos, la negra arena de la playa y la luz, que empieza a ser más tenue debido a que ya regresan nuestras amigas las nubes y van tapando el sol, nos ofrecen un espectáculo que quedará grabado en la memoria.
Black beach, Vik
Nos vamos hacia Vik, al hotel y salimos a dar un paseo por la parte antigua del pueblo, donde tenemos el hotel. Es un pueblo bonito, aunque alrededor de lo que es el núcleo antiguo se están construyendo una cantidad tan enorme de apartamentos y hoteles, que en poco tiempo esto va a parecer Benidorm.
Finalmente llega el último día en Islandia. Estamos en Vik y nos vamos a dormir al lado del aeropuerto, ya que nuestro avión sale muy temprano por la mañana, pero aún hay una cosa que nos falta por hacer, queremos ir a ver la erupción volcánica.
El día de la llegada estábamos demasiado hechos polvo para pegarnos la caminata de subir hasta el volcán, pero hoy si, hoy vamos.
Salimos de Vik hacia Grindavik y vamos directos, nada de paradas y paisajes, pasamos por lugares que ya hemos visto y queremos llegar cuanto antes al pie del volcán.
Cuando llegamos, conseguimos aparcar en el parking numero 2 (el 1 ya está lleno y la policía nos indica el camino hacia el segundo) y empezamos a caminar, subiendo hacia donde se ve una serpiente de gente subiendo y bajando, al principio, el camino es bueno, una pista de tierra por la que se camina tranquilamente, pero a medida que vamos llegando a lo alto de la cordillera, el camino desaparece y es substituido por un laberinto de piedras en el que es difícil meter el pie, vemos más de una caída por ahí, pero seguimos avanzando, la fila de gente andando, ya sea de subida o de bajada es continua y nos indica el camino a seguir mejor que cualquier señalización.
Después de dos horas o dos horas y media de caminar, al fin, llegamos al lugar desde el que podemos ver la erupción y desde luego, el esfuerzo de la caminata vale la pena, automáticamente te olvidas de cualquier torcedura de tobillo y del cansancio.
Poder estar ahí sentado, observando una erupción volcánica, viendo los ríos de lava correr por el fondo del cráter, escuchando el retumbar y observando las columnas de lava ardiente expulsadas decenas de metros hacia lo alto, mientras notas en la cara el calor que toda esa actividad volcánica genera, es algo increíble. La violencia y la belleza se unen en un gigantesco espectáculo natural y nos sentimos unos privilegiados al poder estar ahí, viviendo esos momentos increíbles.
Después de pasar un buen rato allí, sentados en la pared del cráter, donde además comemos el bocadillo que llevamos preparado, iniciamos el regreso. La vuelta, aunque sigue siendo complicado por el laberinto de piedras que debes sortear, al ser de bajada, se hace más ligera, además, mientras andas vas comentando lo que acabas de ver y de vivir y seguramente eso hace también que se haga el camino mucho más corto que al venir.
Una vez en el coche, seguimos en dirección a Keflavik, al hotel donde dormimos esta noche y una vez instalados, volvemos al coche y nos vamos a Reykjavic. Queremos pasar las últimas horas en Islandia paseando por la ciudad y cenar algo allí antes de regresar al hotel e irnos a dormir. Encontramos un restaurante, el Bastard Brew & Food, donde cenamos muy bien y finalmente, nos despedimos de Reykjavic y de Islandia. Se ha terminado un capítulo del viaje, Pero uno nuevo empieza. Nos vamos a las islas Svalbard.