No sé si vosotros tenéis la misma sensación que yo, pero hay tantas voces, necesidades, circunstancias, prioridades, y opiniones personales sobre lo que se debe o no debe hacer en una época en la que los cimientos de nuestra civilización se tambalean, que al final solo soy capaz de distinguir una polifonía de ruido.
Por más vueltas que le demos, si tiramos de la manta para taparnos los pies, nos descubrimos la cabeza y viceversa. La solución es convencernos de que no hay ninguna solución real y efectiva, y que estamos atrapados.
No somos más fuertes ni más sabios que la naturaleza, y todas las variables que podemos manejar para salir a flote, al final nos muestran un coste que ni siquiera sabemos si seremos capaces de asumir sin quebrarnos. ¿Cuántas vidas son asumibles? ¿Cuánta riqueza nos podemos permitir perder? ¿Con cuánta libertad estamos dispuestos a vivir?
Lo único cierto es que no existe vacuna, no se puede detener indefinidamente la actividad económica, y no podemos contar con la disciplina social como baluarte en el que resistir, en una sociedad que se ha edificado primariamente sobre el individualismo.
Absolutamente todo juega ahora en nuestra contra para superar el desafío. Nuestro sistema económico, nuestro sistema de libertades individuales, nuestros estados del bienestar, nuestra cultura vital de placer, etc, no son más que corsés que nos impiden tomar medidas efectivas para luchar contra la enfermedad, pero que tampoco podemos desmontar de la noche a la mañana sin grandes traumas sociales.
Además nuestra especie ha perdido gran parte del olfato animal.
Las imágenes de terrazas llenas de gente sin protección, playas y parques abarrotados, millones de personas que ignoran los medios de protección etc, no son solo el reflejo de una estupidez, sino un indicativo de cuán bajo está el instinto de supervivencia en nuestra especie.
Lamarck decía que la necesidad crea la función , y que la función crea el órgano. Nuestras sociedades llevan varias generaciones con la función de garantizarse la supervivencia apagada, y ahora que necesitamos activarla, nos encontramos con que se encuentra atrofiada y no sabemos ni cómo hacerla funcionar.
Las funciones que no se usan se atrofian y desaparecen. Todo lo que no es útil en la naturaleza se desecha. Y ahora mismo ni siquiera somos capaces de reaccionar colectivamente al peligro, que es la expresión más básica en otras especies animales que luchan por no desaparecer.
¿Qué nos queda?
Bajo mi punto de vista muy poco. Quizás un milagro de la ciencia y esperar.
El tiempo al final tiende a reequilibrar los elementos que rompen el orden.
Pero mientras tanto, me temo que vamos a pagar un alto precio.
Es posible que en un futuro cercano sigamos saturando los cementerios, al tiempo que demostramos nuestra impotencia haciendo mucho ruido.
Otra cosa no soy capaz de ver en estos momentos.
P.D. Hace dos días me anularon mi vuelo de este verano, y con él se marchó el último rastro de normalidad de una vida anterior a la que me seguía aferrando.
Un saludo.
Hola,
Muy interesantes tus reflexiones, pero hay algunas cosas que me gustaría comentar:
Estoy en tu misma situación acerca de las dudas sobre lo que hay y lo que no hay que hacer generadas por la abundancia de información, mucha de ella contradictoria. Esto es toda una crisis, pero no tengo muy claro a qué te refieres exactamente con eso... Leer más ...
Graciad Bartomeu!
La entrada que incluye 2 tumbas. O es la entrada al valle más pago de las tumbas que quiera ver?
Te explico, el valle de los Nobles , no existe como tal, es una expresion que simplifica o define el lugar donde estan enterrados los habitantes del antiguo Luxor, de cierta categoria social, alcaldes, visires, nobles.... en relidad se trata de varias necropolis, que abastan todo el west bank o orilla oeste de luxor (antiguamente la vida transcurria en la orilla oriental donde sale el sol, y la muerte en la orilla occidental donde se pone), las necropolis de Luxor mas conocidas, de norte a sur, son:
*El valle de los Reyes que junto con el valle de los monos, tienen su propia taquilla.
*Assasif que integra el templo/tumba de Hatshepsut y varias tumbas mas, tienen su propia taquilla.
+El-Tarif
+Dra Abu el-Naga
+El-Khokha
+Abd el-Qurna
+Qurnet Murai
+La necropolis propia del Poblado de los artesanos
*El Valle de las Reinas . que tiene su propia taquilla
Todas las tumbas que te indico con el signo +, se venden las entradas en las taquillas que hay casi enfrente de los colosos de Memnom. Estas entradas se venden como te he indicado antes en el mensaje anterior, en conjuntos de dos o tres, una vez las tienes ya te diriges hacia ls mismas y los vigilantes te las abren, es por ello que es muy util ir con un taxista del lugar o un guia, aunque preguntando se puede ir por libre, te paso este plano donde estan indicadas las necropolis, como ves es evidente que para toda esta zona no se ha de pagar ninguna entrada, solo si quieres entrar en alguna de las tumbas.
Descubren cómo murió el hombre momificado a bordo de un barco fantasma
Increíble hallazgo en Filipinas
La autopsia sostiene que el alemán Manfred Fritz Bajorat sufrió un infarto agudo. Pero aún quedan detalles por revelar. Mirá qué más había a bordo.
El misterio de la muerte de un alemán cuyo cuerpo momificado fue hallado en un yate "fantasma", a la deriva en el sur de Filipinas fue resuelto por la autopsia que concluyó que sufrió una crisis cardíaca, anunció la policía el miércoles.
La policía, que identificó a la víctima como Manfred Fritz Bajorat, debe aún determinar de dónde venía el difunto y adónde se dirigía.
"La autopsia realizada por el laboratorio forense regional ha determinado que la causa de la muerte fue un infarto de miocardio agudo", dijo a la AFP el portavoz de la policía nacional.
Se estima que en el momento del hallazgo de su cuerpo, el 25 de febrero, llevaba muerto más de siete días.
"Posiblemente la brisa marina momificó el cuerpo", dijo el jefe adjunto de la policía de Barobo, Mark Navales.
Mirá también: Macabro hallazgo en un barco fantasma a la deriva en Filipinas
Según un amigo de la víctima entrevistado por el diario Bild, Manfred Fritz Bajorat emprendió hace unos veinte años una vuelta al mundo a vela con su esposa.
Su mujer murió en 2010 en Martinica, según el rotativo alemán.
El aventurero Bajorat fue descubierto por dos pescadores, tras distinguir cerca de la costa un velero a la deriva. Se trataba del Sayo, un "sun magic de 44 pies", con el palo y las velas rotas, que apenas se mantenía a flote.
La acción de los vientos salados del Océano preservaron el cuerpo de Bajorat hallado sentado en la mesa de navegación junto al equipo de radio, y sin signos de violencia.
En el barco se halló además un mensaje de Bajorat a su mujer así como también viejas fotos familiares y de amigos.
Su mujer Claudia murió de cáncer en 2010. En la nota que apareció en el velero Bajorat escribió:
“Treinta años estuvimos en el mismo camino. Luego el poder de los demonios fue más fuerte que el deseo de vivir. Te fuiste. Que tu alma encuentre paz. Tu Manfred”.
La pareja se había separado en 2008, informa hoy The Mirror.
Nuevas fotos también revelan una mirada sobre su antigua vida y muestran a Bajorat, sentado a una mesa comiendo con amigos.
Una foto de un album cuenta la historia de una familia joven y viajera, con viajes a París y Luxemburgo, entre otros lugares.
No pongo las fotos porque sale el cuerpo momificado y pueden herir la sensibilidad.
El fantasma del faro Evangelistas - Rolando Cárdenas
Lejos de las señales de la costa,
sosteniéndose en las honduras más remotas del planeta,
como cuatros sombras emergiendo del mar.
Sólo el tiempo más allá de los archipiélagos,
El tiempo convertido en un horizonte desesperadamente vacío,
en un viento tenaz que se adhería con estruendo
a un agua espesa despedazada sin descanso.
Nada interrumpía esa soledad sin principio ni fin,
ni siquiera el paso del día a la noche.
Pero entonces deben haber temblado los ventisqueros
cuando esos grandes continentes que erraban bajo el mar
surgieron, tal vez, como enormes cetáceos heridos
oscilando de una manera lenta y extraña
desde milenarios cataclismos marinos.
Y girando sin término en medio del océano
-dueño del origen que no revela
porque sólo el mar conserva para siempre sus secretos-
están insólitamente eternas,
extraviadas en la niebla, más lejana y lúgubres,
como de regreso a su antigua soledad,
la soledad de la piedra y el agua.
Y era un agua rigurosa penetrando la roca
como el silencio en una casa grande,
construyendo oquedades en su eterna resaca,
con la sal incrustando su pequeña materia,
encerrando en su anillo blanco ese mundo inaccesible
en un proceso exacto,
empujado hacia las últimas orillas
por el desolado viento del Estrecho
con sólo musgos y líquenes creciendo en sus repliegues
bajo el peso de otras constelaciones.
Rompía ese aire petrificado y de humedad dura
aleteando brevemente en solitarios círculos
el vuelo brumoso y negruzco de “La Remolinera”
como un minúsculo signo de vida vivaz y aterido.
Todo lo demás era lejano y oscuro en los cuatro peñones.
La muerte era aquí un presagio violento,
un material indispensable que respiraba en las sombras
torciendo el buen rumbo de las embarcaciones,
alejándolas del soplo blanco del faro
que desafiaba verticalmente la negra altura
entre amuralladas y grises paredes de granito,
necesariamente expuesto allí para horadar la noche,
guiando a los navíos errantes
por laberintos de escotaduras, canales y arrecifes
que parecen y desaparecen entre las borrascas y olas del océano.
La muerte en la tormenta, silenciosa y fría
entre el abismo del mar y del cielo.
Aquí fue una certeza terrible y verídica
que se clavó como una mordedura delirante entre dos guardafaros
prisioneros de los interminables meses de la soledad
y de esos elementos desatados sin clemencia
que los marcaba implacablemente con su aliento helado.
Y como un origen impiadoso de la locura,
sin ninguna posibilidad de vivir alejado después de ella,
un gran solitario sentía crecer el silencio como un escalofrío
la palabra y la fatiga del compañero indispensable,
sin poder impedir el llamado de esa fuerza oculta
que reclamaba lo suyo cada minuto entre ráfagas de viento y agua,
mordiendo lentamente su carne lacerada,
queriendo retenerlo para siempre en sus acerados roquedales,
dejándolo más habitante enloquecido en su alta torre,
dueño absoluto de ese fanal del buen rumbo,
sólo un autómata alucinado y friolento
envolviendo dulcemente su cuerpo en alquitrán.
Sueño debe tener el que bajó a errar por el mar
vencido por ese letargo pesado y poderoso,
y ya nadie podrá despertar sus ojos fijos,
y no tendrá descanso vagando por paisajes sin colinas
inmaterial y desvelado por sobre el roquerío,
apenas un pequeño grito que gira y cae y no se oye jamás
retorna y se pierde por paredes... Leer más ...