Hoy miércoles se supone que era nuestro día para ver el lobo ibérico, pero la previsión metoreológica indicaba lluvias así que, como indiqué la dejamos para el viernes.
Nos levantamos y el día aparece nublado pero sin lluvias. Tras el desayuno de rigor cogemos la lista de rutas posibles que teníamos preparadas y nos decantamos por la PR-LE 48 que parte del pueblo de Maraña, en las faldas del macizo de Mampodre. La ruta es semicircular del algo más de 6 km y con poquito desnivel.
El camino hasta el pueblo de Maraña es corto, unos 25 minutos en coche, y en el tramo de carretera final es una zona interesante en cuanto a rapaces. Vemos a decenas de busardos ratoneros planeando y posados en los postes telefónicos. La ruta parte unos 300 metros antes de llegar al pueblo y se ve claramente desde la carretera ya que parte de ella por una pista que cuenta con su letrero de información. Dejamos ahí el coche y empezamos.
Inicio de la ruta
El primer kilómetro asciende ligeramente por un camino rodeado de prados a los cuales estamos atentos por si vemos algún gato montés, ya que le gustan en esta época los mismos para cazar ratas toperas que por aquí hay a mansalva: solo hay que mirar el cielo y ver la cantidad de busardos.
Al kilómetro tenemos una encrucijada. Un camino sube y el otro sigue llaneando. El que tomes es indiferente porque subiras por uno y bajarás por el otro. Nosotros optamos por Llano Cimero para luego volver por Llano Bajero (así es como se llaman, ya que hay un cartel indicador) El camino se empina algo más y nos introducimos en un denso bosque de robles. Como el día anterior llovió está todo el suelo húmedo y los helechos plenos de gotas. El bosque es muy bonito y se gana altura con facilidad. Llegamos a la cota más alta y empieza el descenso.
Caminando por el robledal
La bajada me da la sensación de ser más empinada que la subida que he realizado, pero sin dificultad alguna ya que seguimos por una pista bien clara. A veces se sale del bosque a intervalos y nos ofrecen panorámicas al valle y al macizo glacial de Mampodre, para luego volver de nuevo a la arboleda. Finalmente llegamos al cruce y ya desde allí, camino al coche con los prados a nuestra vera.
Valle. Más bosque. Prados con el macizo de Mampodre al fondo
La ruta nos ha gustado mucho. Nadie en todo el camino, día gris con amenaza de lluvia pero sin ella, bosque bonito y sendero claro con poca pendiente y perfecta para estirar las piernas hora y media.
Volvemos al coche y nos vamos de nuevo para Riaño, parando de vez en cuando para ver si podemos inmortalizar a algún busardo posado, pero es sacar la cámara y que salgan volando.
En Riaño nos movemos un poco por el pueblo, que por cierto tiene bastante gente. Pillar un sitio en terraza es casi imposible (recordad que vamos con la perra) y tal como estaba previsto empieza a llover a las dos. Y llueve con fuerza. Al final decidimos ir al hotel, dejar la perra en la habitación y bajar al restaurante a comer. Yo me pedí un picadillo al cabrales para chuparse los dedos y mi mujer unas verduras a la plancha.
Seguía lloviendo y decidimos coger el coche para ver si aflojaba. Nos dirigimos a Crémenes, más allá de la presa y bueno, el paisaje bonito pero llovía a cántaros. A la altura de Valdoré giramos para volver a Riaño porque el cielo no mostraba un resquicio. Al final decidimos comprar unas cervecitas y mierdecillas varias para quedarnos el resto de la tarde-noche en el hotel viendo serie. Yo estuve asomándome varias veces y no paró de llover hasta pasada las 9 de la noche. En fin esperemos que mañana amanezca bien, como está previsto.
Nos levantamos y el día aparece nublado pero sin lluvias. Tras el desayuno de rigor cogemos la lista de rutas posibles que teníamos preparadas y nos decantamos por la PR-LE 48 que parte del pueblo de Maraña, en las faldas del macizo de Mampodre. La ruta es semicircular del algo más de 6 km y con poquito desnivel.
El camino hasta el pueblo de Maraña es corto, unos 25 minutos en coche, y en el tramo de carretera final es una zona interesante en cuanto a rapaces. Vemos a decenas de busardos ratoneros planeando y posados en los postes telefónicos. La ruta parte unos 300 metros antes de llegar al pueblo y se ve claramente desde la carretera ya que parte de ella por una pista que cuenta con su letrero de información. Dejamos ahí el coche y empezamos.
Inicio de la ruta
El primer kilómetro asciende ligeramente por un camino rodeado de prados a los cuales estamos atentos por si vemos algún gato montés, ya que le gustan en esta época los mismos para cazar ratas toperas que por aquí hay a mansalva: solo hay que mirar el cielo y ver la cantidad de busardos.
Al kilómetro tenemos una encrucijada. Un camino sube y el otro sigue llaneando. El que tomes es indiferente porque subiras por uno y bajarás por el otro. Nosotros optamos por Llano Cimero para luego volver por Llano Bajero (así es como se llaman, ya que hay un cartel indicador) El camino se empina algo más y nos introducimos en un denso bosque de robles. Como el día anterior llovió está todo el suelo húmedo y los helechos plenos de gotas. El bosque es muy bonito y se gana altura con facilidad. Llegamos a la cota más alta y empieza el descenso.
Caminando por el robledal
La bajada me da la sensación de ser más empinada que la subida que he realizado, pero sin dificultad alguna ya que seguimos por una pista bien clara. A veces se sale del bosque a intervalos y nos ofrecen panorámicas al valle y al macizo glacial de Mampodre, para luego volver de nuevo a la arboleda. Finalmente llegamos al cruce y ya desde allí, camino al coche con los prados a nuestra vera.
Valle. Más bosque. Prados con el macizo de Mampodre al fondo
La ruta nos ha gustado mucho. Nadie en todo el camino, día gris con amenaza de lluvia pero sin ella, bosque bonito y sendero claro con poca pendiente y perfecta para estirar las piernas hora y media.
Volvemos al coche y nos vamos de nuevo para Riaño, parando de vez en cuando para ver si podemos inmortalizar a algún busardo posado, pero es sacar la cámara y que salgan volando.
En Riaño nos movemos un poco por el pueblo, que por cierto tiene bastante gente. Pillar un sitio en terraza es casi imposible (recordad que vamos con la perra) y tal como estaba previsto empieza a llover a las dos. Y llueve con fuerza. Al final decidimos ir al hotel, dejar la perra en la habitación y bajar al restaurante a comer. Yo me pedí un picadillo al cabrales para chuparse los dedos y mi mujer unas verduras a la plancha.
Seguía lloviendo y decidimos coger el coche para ver si aflojaba. Nos dirigimos a Crémenes, más allá de la presa y bueno, el paisaje bonito pero llovía a cántaros. A la altura de Valdoré giramos para volver a Riaño porque el cielo no mostraba un resquicio. Al final decidimos comprar unas cervecitas y mierdecillas varias para quedarnos el resto de la tarde-noche en el hotel viendo serie. Yo estuve asomándome varias veces y no paró de llover hasta pasada las 9 de la noche. En fin esperemos que mañana amanezca bien, como está previsto.