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Dejamos Baio y Zas para dirigirnos a Vimianzo por la AC-552, haremos nuestra primera parada a unos cuatro 4 kms desde Baio, girando a la derecha en un cruce tras una pronunciada curva donde hay un bar a mano izquierda (hay una pequeña ermita a mano derecha ) tomando un camino donde las indicaciones nos llevarán, justo al lado de una pequeña piscifactoría, hasta Os Batans do Mosquetín (Los Batanes del Mosquetín) en las riberas del Río Grande, magnífico conjunto etnográfico donde se conservan toda una serie de batanes (especie de martillos movidos por la fuerza del agua que machacaban el lino para obtener las fibras con que confeccionar el paño), telares y molinos de agua del siglo XVIII. Están abiertos entre las 11:00 y las 20:00 durante el verano, con la presencia de una guía (simpatiquísima y muy amable, de esas personas que les encanta lo que hacen) que muestra y cuenta cómo funcionaban los batanes.
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Tras una visita a un entorno de increíble belleza, nos dirigimos a Vimianzo: Con orígenes en un asentamiento celta, su castillo fue edificado sobre uno, durante la Edad Media su historia estuvo marcada por las incursiones de los piratas, ejerciendo el poder señorial los monjes de San Julián de Moraime (de los que hablaremos más tarde), vinculados al Arzobispado de Compostela y al linaje de los Moscoso (de que me sonaran a mi estos). También sufrió numerosos asaltos durante las Guerras Irmandiñas, manteniéndose en poder de los Moscoso hasta 1936, no siendo hasta el año 1973 que pasó a ser propiedad del Estado.
Los Moscoso fueron dueños y señores de estas tierras, Zas, Camariñas, Laxe, Cabana y parte de Muxía, manteniendo un férreo control de las mismas así como de los demás nobles locales que se sometían a su autoridad. También debe decirse en honor a la verdad, que desde esta fortaleza se ocuparon, desde el siglo XV hasta el XIX, de la defensa frente a los frecuentes ataques piratas antes mencionados. Actualmente es un centro de artesanía de maderas, telas, azabaches y encaje de bolillos, siendo la visita libre y gratuita tanto al castillo como sus jardines (cierra los lunes).
Los Moscoso fueron dueños y señores de estas tierras, Zas, Camariñas, Laxe, Cabana y parte de Muxía, manteniendo un férreo control de las mismas así como de los demás nobles locales que se sometían a su autoridad. También debe decirse en honor a la verdad, que desde esta fortaleza se ocuparon, desde el siglo XV hasta el XIX, de la defensa frente a los frecuentes ataques piratas antes mencionados. Actualmente es un centro de artesanía de maderas, telas, azabaches y encaje de bolillos, siendo la visita libre y gratuita tanto al castillo como sus jardines (cierra los lunes).
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Justo detrás del castillo se encuentra el Pazo de Trasariz, construido en el siglo XVII, pasó por las manos de varias familias hasta finales del XIX, siendo una mezcla de elementos renacentistas tardios, con arcos de medio punto y otros del arte “indiano” (proveniente de la emigración a América). De titularidad privada no es posible la visita, aunque si se puede observar y fotografiar desde su entrada.
Tres buenas opciones para comer en Vimianzo son: Restaurante "Vía Rápida", magnífico menú por unos 10€ (9 primeros y segundos, a elegir+bebida+postre, café aparte), no os arrepentiréis de probarlo; Parrillada "Vazquez" (cuenta con alojamiento), similar al anterior, probar los viernes su excelente "raxo con champiñones" y Restaurante “Sabina” con excelente cocina y algo más de sofisticación.
Tras ello podemos seguir la carretera que nos conducirá a Camariñas (pasa por delante de este pazo), a pocos kilómetros cogemos el desvío que indica a Laxe y pasado el camino de Traba podemos acercarnos, mediante un desvío entre casas a mano izquierda, a la playa de Soesto, una maravilla de la naturaleza encallada entre la parroquia de Traba y Laxe (que visitamos en nuestra anterior etapa), de aguas movidas, con la debida precaución no hay problema para el baño…
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Regresamos por la misma carretera (AC-433) y giramos en el cruce donde muere a la derecha en dirección Ponte do Porto y Camariñas. Antes de llegar a Ponte do Porto podemos desviarnos a Camelle, pequeño pueblo marinero y de hermosas vistas, conocido también por haber sido residencia de Man, llamado el Alemán, pues está era su nacionalidad: Catalogado por muchos como un loco, por otros como cómo un ermitaño naturista, llegó a esta población hace varias décadas abandonando su vida en su país natal para dedicarse a llevar una vida cuasi ascética, sin meterse con nadie, se dedicaba a hacer esculturas con piedras y recoger objetos que encontraba en la playa, tapándose únicamente con un taparrabos. Vivió su vida libremente, muriendo en el año 2002, muchos dicen que al ver lo que el fuel del Prestige había hecho con su querido mar y su obra…Su recuerdo se mantiene vivo en su curioso museo escultórico al aire libre y me hace recordar como de distintas pueden ser las formas de disfrutar la libertad…
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Después nos caben dos opciones: Regresar hacia Ponte do Porto y llegar directamente a Camariñas o bien continuar la carretera que bordea la costa aproximándonos a pequeños pueblos como Arou, con su bonita playa, o Santa Mariña. Este último cuenta con una pequeña ermita del siglo XII, no visitable su interior salvo en horas de culto, además de un paisaje maravilloso y de servirnos de puerta a lo mejor de la costa del municipio de Camariñas.
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Abandonamos Santa Mariña y tomamos la carretera que bordea la costa en dirección a Cabo Vilano, dejando a nuestra derecha el cementerio del pueblo. Se trata de un camino no asfaltado pero perfectamente transitable en vehículo (eso sí, con algo de cuidado por algún que otro socavón). Lo primero que veremos es la fabulosa Playa do Trece adherida a la cual está una montaña de arena a la que se conoce como Monte Blanco, al final de la bajada hacia el extremo izquierdo de esta playa se encuentra el mítico Cementerio de los Ingleses: Allí yacen los cuerpos de los 172 cadetes de la marina británica que naufragaron en el buque escuela "The Serpent", la noche del 10 de febrero de 1890. En el habitáculo interior del cementerio actual permanecen los restos del capitán y los oficiales y los de los marineros en el exterior. Solo sobrevivieron tres afortunados marineros, que lograron dar el aviso en el pueblo de Xaviña, pudiendo recuperar la práctica totalidad de los cuerpos para darles sepultura. Durante años todos los barcos de guerra ingleses que pasaban frente a esta costa, disparaban salvas cuando pasaban frente a la playa, en homenaje a sus camaradas fallecidos. 245 muertos y ocho naufragios nos recuerdan el motivo del nombre de esta costa y la peligrosidad de aquel punto concreto, la ya legendaria Punta do Boi.
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Partimos de este funesto lugar para seguir camino a uno de los mejores paisajes que se pueden disfrutar en la Costa da Morte, el Cabo Vilano. Para ello atravesamos las llamadas Playas de Reira, en realidad un conjunto de playas (Area Longa, Reira, Balea, Pedrosa) de variados tamaños entre rocas, un espectáculo de la naturaleza, por su salvaje mar batiendo sus orillas, siguiendo la pista que sale de la carretera del Cementerio. Existe una ruta pedestre señalizada que la sigue en paralelo.
Y finalmente, tras pasar bajo el parque eólico, llegamos a Cabo Vilano, un macizo rocoso que se introduce en el mar, casi siempre venteado y donde si uno se asoma a cualquiera de los miradores alrededor de su faro puede frecuentemente notar las gotas del agua de las olas que rompen a sus pies, todo ello a pesar de lo elevado de su situación. Enfrentado a él, el Vilán de Fora es un peñasco separado de este por un canal natural creado por el mar durante siglos de erosión. El Vilán de Fora solo es visible desde una posición lateral, ya que cuando uno se encuentra en la explanada del faro, este queda totalmente solapado por el Vilano.
El faro que allí se encuentra fue inaugurado en 1.896 (6 años después del hundimiento del Serpent), siendo el primero de España que funcionó con energía eléctrica, su torre de 25 metros de alto ha guiado desde entonces a miles de barcos que atravesaron estas aguas…En la planta baja del edificio donde residen los fareros, existe un pequeño museo donde podemos ver algunos elementos que forman parte de la historia de este faro.
Y finalmente, tras pasar bajo el parque eólico, llegamos a Cabo Vilano, un macizo rocoso que se introduce en el mar, casi siempre venteado y donde si uno se asoma a cualquiera de los miradores alrededor de su faro puede frecuentemente notar las gotas del agua de las olas que rompen a sus pies, todo ello a pesar de lo elevado de su situación. Enfrentado a él, el Vilán de Fora es un peñasco separado de este por un canal natural creado por el mar durante siglos de erosión. El Vilán de Fora solo es visible desde una posición lateral, ya que cuando uno se encuentra en la explanada del faro, este queda totalmente solapado por el Vilano.
El faro que allí se encuentra fue inaugurado en 1.896 (6 años después del hundimiento del Serpent), siendo el primero de España que funcionó con energía eléctrica, su torre de 25 metros de alto ha guiado desde entonces a miles de barcos que atravesaron estas aguas…En la planta baja del edificio donde residen los fareros, existe un pequeño museo donde podemos ver algunos elementos que forman parte de la historia de este faro.
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En un alto al lado de la explanada frente al faro al cual se accede caminando entre las rocas (con cuidado no hay peligro, salvo que haya llovido mucho) se encuentran los restos del faro antiguo y un mirador con espectaculares vistas de la costa, desde el que si el día está despejado se puede ver Muxía (y el santuario de la Virgen de la Barca), en el lado opuesto de la ría de Camariñas, e incluso Finisterre en la lejanía…
Dejamos Cabo Vilán para dirigirnos a Camariñas: Nuestra primera parada la Ermita de la Virgen del Monte, en una colina sobre un pequeño istmo sobre la costa, se construyó en el XVIII sobre la ruinas de un templo anterior, ofrece una de las mejores vistas de la entrada a la ría y de la localidad opuesta, Muxía. Regresamos a la carretera que del faro nos traslada al pueblo, haciendo la siguiente parada en la punta del castillo, donde además de disfrutar de las magníficas vistas que nos ofrece su mirador, podemos contemplar los restos del Castillo del Soberano del siglo XVIII, formaba parte del conjunto de fortalezas que mando erigir Carlos III para proteger la costa de ataques.
Por desgracia en los años 40 del siglo XX, se cometió la barbarie de demolerlo casi en su totalidad, utilizando sus piedras para ampliar el muelle y el rompeolas…
Dejamos Cabo Vilán para dirigirnos a Camariñas: Nuestra primera parada la Ermita de la Virgen del Monte, en una colina sobre un pequeño istmo sobre la costa, se construyó en el XVIII sobre la ruinas de un templo anterior, ofrece una de las mejores vistas de la entrada a la ría y de la localidad opuesta, Muxía. Regresamos a la carretera que del faro nos traslada al pueblo, haciendo la siguiente parada en la punta del castillo, donde además de disfrutar de las magníficas vistas que nos ofrece su mirador, podemos contemplar los restos del Castillo del Soberano del siglo XVIII, formaba parte del conjunto de fortalezas que mando erigir Carlos III para proteger la costa de ataques.
Por desgracia en los años 40 del siglo XX, se cometió la barbarie de demolerlo casi en su totalidad, utilizando sus piedras para ampliar el muelle y el rompeolas…
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El topónimo Camariñas deriva del fruto de un arbusto autóctono llamado caramiña. Sus primeros asentamientos de población datan de la época megalítica. Durante la Edad Media fueron frecuentes los ataques marítimos de los pueblos normandos contra los núcleos costeros de este municipio, sobre todo en los siglos IX, X, XI, lo que motivó que la población se retirase a vivir hacia tierras situadas más al interior, casos de Vimianzo o Ponte do Porto. La zona idónea para aparcar es el puerto o en el paseo del mismo, aunque en realidad no existe problema alguno de estacionamiento. Merece la pena un paseo por el puerto y aledaños, viendo los barcos o acercándonos hacia la lonja, donde dependiendo de la hora podremos ver las descargas o la llegada de buques.
El encaje de Camariñas es el mayor patrimonio de esta localidad (además del pulpo): Ese arte fue traído por los soldados de esta zona que lucharon en los Tercios de Flandes, muchos de ellos se casaron con flamencas, transmitiendo la gran tradición que allí había, el paso de los siglos hizo que se llegara a tal grado de perfección en este localidad que acabó por convertirse en uno de los mejores encajes del mundo. El pueblo cuenta con gran cantidad de tiendas dedicadas a su venta y es habitual ver a las mujeres “palillando” en las puertas de las casas. Existe un Museo del Encaje al lado del Ayuntamiento con piezas de interés.
Recomendaciones de alojamiento: Dos lugares, “Hotel Rústico Puerto Arnela” y “Hotel Rural do Cotadino”, estupendas ambas, una en primera línea del paseo del puerto, la segunda en el extrarradio. Otra opción el hostal Gaviota, en el centro del pueblo, sencillo, pero muy limpio y bien situado, el último en incorporarse a la oferta hotelera del pueblo, el hotel "Ave del Mar", también con buenos precios.
En cuanto a la gastronomía tenemos varias opciones, mis preferidas son: Restaurante Arnela (en los bajos del hotel rústico del mismo nombre, no perderos su parrillada de marisco, tampoco la de pescado, unas buenas navajas o unas excelentes almejas. Os recomiendo probar el albariño cosechero de la casa (lo embotellan para ellos), os saldrá más económico que otros de la carta y es muy bueno); Restaurante "El Rojo" (a 4 kms de la entrada al pueblo, antes de una curva muy pronunciada, preguntar todo el mundo lo conoce: Aquí el plato del día es variado y está muy bien de calidad-precio, a la carta también está bien) y Pizzería "Stella del Mare" (No es típico gallego, ya, pero si os apetece cenar una buena pizza las hacen muy bien!!! Además podéis tomar un buen raxo o una estupenda lasagna).
En Camariñas los fines de semana es tradicional tomar unos vinos (con los que suelen poner un pincho o una tapa ese día), los locales dónde: Bar del hostal "Gaviota", terraza del bar "Victoria", terraza del bar del Club Náutico (este aunque no vayáis un domingo, pasaros a tomar algo igual, con excelentes vistas del puerto, se puede ir aunque no seáis socios !!ojo¡¡), bar "Arnela" (no confundir con el restaurante), bar del Casino y el último en inaugurarse el "En Disque" en una calle sobre la zona portuaria que lleva a las ruinas del castillo, con estupendas racciones y de toque rústico ("enxebre" que decimos por estos lares).
Dentro y en las proximidades del pueblo se encuentran tres playas de las que a continuación os comento: En un extremo a la entrada del pueblo está la playa de Lingunde, mezcla de arena marina y caolín (para rellenar la que se llevan las mareas). Concurrida y de aguas tranquilas y frías, con buenas vistas de la entrada de la ría. Otra es Area da Vila: La primera playa que veréis nada más entrar al pueblo a mano izquierda, justo enfrente de la mueblería "Sambade", para dar un paseo, para el baño practicamente impracticable por la cantidad de rocas que tiene en sus orillas. A Lingunde se accede desde un desvío antes de llegar a esta playa a mano izquierda según entramos al pueblo, para ir mejor en coche (a Lingunde digo). La tercera y para mí la mejor de toda la zona, playa do Ariño, una maravilla, compuesta por dos calas (una más larga que otra) se encuentra a unos 6 kms de Camariñas pueblo. Se accede a través de un camino que parte a mano izquierda (dirección Camariñas) desde una curva donde se encuentra el bar "Ariño". La playa cuenta con merendero con mesas bajo un gran pinar que accede directamente a las playas. Un detalle: el camino de acceso llega a una intersección en forma de curva donde señala a una subida de aspecto impracticable, pues ahí ni caso a las señales del suelo, cogéis el camino asfaltado de la izquierda aunque vaya en sentido contrario (en serio) y llegareis después de unos 300 metros. En serio, no hay problema, es algo institucionalizado...Decir que esta playa se encuentra sobre un importante banco marisquero y si bien el baño y disfrute de la zona está permitido, está absolutamente prohibido coger cualquier tipo de marisco de la arena, además de sancionado con multa por parte de los vigilantes que se encargan de su custodia. Recordemos que lugares como este son el sustento económico de la población de la zona.
El encaje de Camariñas es el mayor patrimonio de esta localidad (además del pulpo): Ese arte fue traído por los soldados de esta zona que lucharon en los Tercios de Flandes, muchos de ellos se casaron con flamencas, transmitiendo la gran tradición que allí había, el paso de los siglos hizo que se llegara a tal grado de perfección en este localidad que acabó por convertirse en uno de los mejores encajes del mundo. El pueblo cuenta con gran cantidad de tiendas dedicadas a su venta y es habitual ver a las mujeres “palillando” en las puertas de las casas. Existe un Museo del Encaje al lado del Ayuntamiento con piezas de interés.
Recomendaciones de alojamiento: Dos lugares, “Hotel Rústico Puerto Arnela” y “Hotel Rural do Cotadino”, estupendas ambas, una en primera línea del paseo del puerto, la segunda en el extrarradio. Otra opción el hostal Gaviota, en el centro del pueblo, sencillo, pero muy limpio y bien situado, el último en incorporarse a la oferta hotelera del pueblo, el hotel "Ave del Mar", también con buenos precios.
En cuanto a la gastronomía tenemos varias opciones, mis preferidas son: Restaurante Arnela (en los bajos del hotel rústico del mismo nombre, no perderos su parrillada de marisco, tampoco la de pescado, unas buenas navajas o unas excelentes almejas. Os recomiendo probar el albariño cosechero de la casa (lo embotellan para ellos), os saldrá más económico que otros de la carta y es muy bueno); Restaurante "El Rojo" (a 4 kms de la entrada al pueblo, antes de una curva muy pronunciada, preguntar todo el mundo lo conoce: Aquí el plato del día es variado y está muy bien de calidad-precio, a la carta también está bien) y Pizzería "Stella del Mare" (No es típico gallego, ya, pero si os apetece cenar una buena pizza las hacen muy bien!!! Además podéis tomar un buen raxo o una estupenda lasagna).
En Camariñas los fines de semana es tradicional tomar unos vinos (con los que suelen poner un pincho o una tapa ese día), los locales dónde: Bar del hostal "Gaviota", terraza del bar "Victoria", terraza del bar del Club Náutico (este aunque no vayáis un domingo, pasaros a tomar algo igual, con excelentes vistas del puerto, se puede ir aunque no seáis socios !!ojo¡¡), bar "Arnela" (no confundir con el restaurante), bar del Casino y el último en inaugurarse el "En Disque" en una calle sobre la zona portuaria que lleva a las ruinas del castillo, con estupendas racciones y de toque rústico ("enxebre" que decimos por estos lares).
Dentro y en las proximidades del pueblo se encuentran tres playas de las que a continuación os comento: En un extremo a la entrada del pueblo está la playa de Lingunde, mezcla de arena marina y caolín (para rellenar la que se llevan las mareas). Concurrida y de aguas tranquilas y frías, con buenas vistas de la entrada de la ría. Otra es Area da Vila: La primera playa que veréis nada más entrar al pueblo a mano izquierda, justo enfrente de la mueblería "Sambade", para dar un paseo, para el baño practicamente impracticable por la cantidad de rocas que tiene en sus orillas. A Lingunde se accede desde un desvío antes de llegar a esta playa a mano izquierda según entramos al pueblo, para ir mejor en coche (a Lingunde digo). La tercera y para mí la mejor de toda la zona, playa do Ariño, una maravilla, compuesta por dos calas (una más larga que otra) se encuentra a unos 6 kms de Camariñas pueblo. Se accede a través de un camino que parte a mano izquierda (dirección Camariñas) desde una curva donde se encuentra el bar "Ariño". La playa cuenta con merendero con mesas bajo un gran pinar que accede directamente a las playas. Un detalle: el camino de acceso llega a una intersección en forma de curva donde señala a una subida de aspecto impracticable, pues ahí ni caso a las señales del suelo, cogéis el camino asfaltado de la izquierda aunque vaya en sentido contrario (en serio) y llegareis después de unos 300 metros. En serio, no hay problema, es algo institucionalizado...Decir que esta playa se encuentra sobre un importante banco marisquero y si bien el baño y disfrute de la zona está permitido, está absolutamente prohibido coger cualquier tipo de marisco de la arena, además de sancionado con multa por parte de los vigilantes que se encargan de su custodia. Recordemos que lugares como este son el sustento económico de la población de la zona.
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Continuamos nuestra ruta atravesando la localidad de Ponte do Porto, a escasos kilómetros de Camariñas, girando a la derecha en un desvío tras una curva y atravesando el puente sobre el río Grande nos dirigimos hacia Muxía al otro lado de esta intrincada ría. La primera parada en el camino la hacemos en las llamadas Torres de Cereixo, a escasos 800 metros del puente que hemos pasado, son el vestigio de su historia centenaria que comenzó a escribirse entre los siglos XV y XVI, cuando las torres que hoy vemos pertenecían a una fortaleza vinculada a linajes como los Calo o los Carantoña, vasallos de los todopoderosos Moscoso (de los que ya hablamos antes). De propiedad privada, no son visitables aunque pueden observarse bastante bien desde la zona más alta de la carretera que nos lleva hacia Muxía, fue pazo señorial en el XVII, pasando después a ser propiedad de un filántropo que la utilizó parcialmente como escuela para los niños del pueblo, hasta que finalmente regresó a manos de particulares ya en nuestros días.
Nuestro siguiente destino es Moraime, una pequeña aldea situada a unos 8 kms de Cereixo, donde a mano izquierda de la carretera, en un alto, se encuentra la iglesia de San Xiao de Moraime (siglo XII), declarado conjunto histórico-artístico, una joya del Románico rural gallego, formó parte del complejo del monasterio benedictino de Moraime. La puerta de su fachada cuenta con un pórtico con representaciones de múltiples personajes, al igual que en el tímpano. En el tímpano de la portada sur se representa la Última Cena. El templo guarda en su interior retablos, imágenes y pinturas que ilustran los siete pecados capitales. El poblamiento de este lugar viene tiempos inmemoriales, puesto que en el mismo lugar se encontraron edificaciones tardo-romanas y una necrópolis sueva-visigoda.
Nuestro siguiente destino es Moraime, una pequeña aldea situada a unos 8 kms de Cereixo, donde a mano izquierda de la carretera, en un alto, se encuentra la iglesia de San Xiao de Moraime (siglo XII), declarado conjunto histórico-artístico, una joya del Románico rural gallego, formó parte del complejo del monasterio benedictino de Moraime. La puerta de su fachada cuenta con un pórtico con representaciones de múltiples personajes, al igual que en el tímpano. En el tímpano de la portada sur se representa la Última Cena. El templo guarda en su interior retablos, imágenes y pinturas que ilustran los siete pecados capitales. El poblamiento de este lugar viene tiempos inmemoriales, puesto que en el mismo lugar se encontraron edificaciones tardo-romanas y una necrópolis sueva-visigoda.
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Y finalmente llegamos, tras unos kilómetros más, a Muxía: Localidad tradicionalmente vinculada al monasterio de Moraime, fueron sus tierras colonizadas por habitantes de la zona más septentrional de la ría tras ser devastadas durante años por invasiones normandas, siendo arrasada en el siglo XIX por la tropas napoleónicas en la Guerra de la Independencia, para levantarse de sus cenizas como uno de los puertos más importantes de la costa…Nos recibe la playa de la Cruz a la entrada del pueblo, acompañándonos hasta bien entrados al paseo marítimo, de unas impresionantes vistas y que bordea la costa del pueblo hasta el Santuario de la Virgen de la Barca, monumento más destacado de la localidad, centro de devoción mariana erigido en el siglo XVI en estilo barroco, la leyenda cuenta como la Virgen María, a bordo de una barca de piedra se apareció al apóstol Santiago, en su predicación por tierras de Fisterra. Como testigo de la aparición sobrevive la barca, conocida como “Piedra de Abalar”, y la vela, “Piedra de Os Cadrís”, con supuestas propiedades curativas para las dolencias reumáticas de los que pasan bajo ella. Cientos de romeros acuden a la localidad cada segundo domingo de septiembre en el curso de esta romería, en realidad mezcla de tradición eminentemente cristiana, pero también pagana. Un consejo: Para llegar al templo, situado en el extremo del pueblo cara al mar, Punta da Barca, es aconsejable dejar el coche en el centro e ir dando un paseo para ver la arquitectura típica y los secaderos de congrio, los únicos que se conservan de todos cuantos hubo a lo largo de la Costa da Morte. Hay sitio para aparcar cerca de la iglesia, pero el paseo merece mucho la pena.
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Muxía fue el epicentro de la catástrofe del Prestige, buque de infausto recuerdo que lleno de fuel esta extraordinaria costa en el año 2002. Afortunadamente el ecosistema de esta parte del mundo, tiene una capacidad de recuperación única y a día de hoy prácticamente no queda vestigio alguno de aquello. Todavía recuerdo ver a los marineros de Santa Mariña, Camelle, Camariñas, Muxía y de toda la costa, saliendo a batirse el cobre en una lucha desesperada contra aquella mancha informe, con la única ayuda de palas y rastrillos envueltos en tela metálica para poder sacar aquella mierda (pido perdón por la expresión) de las aguas que les daban de comer a ellos y a sus familias. Y después la solidaridad…Personas de todo el mundo llegaron hasta aquí para tratar de ayudar a limpiar lo que la avaricia de unos pocos (recordemos que el Prestige era un buque monocasco con la estructura de un barco del siglo XIX, los monocasco se encuentran prohibidos en todo el mundo menos en “repúblicas bananeras”, cuyos pabellones de conveniencia utilizan las petroleras para ahorrarse unos cuantos cientos de miles de dólares) había conseguido destrozar. En honor de todos aquellos luchadores contra la desgracia y en recuerdo de aquella catástrofe se levantó la Pedra Ferida (puede verse en la foto anterior en el ángulo superior derecho), una escultura consistente en un bloque de piedra partido por la mitad representando el dolor que supuso…
Cambiando a un tema menos dramático, para comer recomiendo la bodega O Cordobés junto al puerto y para alojarse el hotel rústico Fontequeiroso.
Magníficas playas de esta localidad son las de el Lago (a unos 5 km de la entrada del pueblo, cuenta con un pinar y con un río que allí desemboca, haciéndola ideal para un día en familia, probar unas tapas y cerveza en el único bar que allí hay, estupendas), Lourido (a la salida del pueblo, pasado el Santuario) y Nemiña.
Cambiando a un tema menos dramático, para comer recomiendo la bodega O Cordobés junto al puerto y para alojarse el hotel rústico Fontequeiroso.
Magníficas playas de esta localidad son las de el Lago (a unos 5 km de la entrada del pueblo, cuenta con un pinar y con un río que allí desemboca, haciéndola ideal para un día en familia, probar unas tapas y cerveza en el único bar que allí hay, estupendas), Lourido (a la salida del pueblo, pasado el Santuario) y Nemiña.
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Salimos de Muxía bordeando la costa, dejando atrás la playa de Lourido, en la aldea de O Seixo giramos a la derecha para llegar a Cabo Touriñán: Esta punta de lanza de la abrupta geografía de esta costa, penetra casi 2 kms en el mar batiente, mostrando sus escarpados acantilados en sus aledaños. Cuenta con un faro construido en 1898, frente al cual yacen numerosos pecios, entre otros muchos, más de un barco aliado hundido por los submarinos alemanes en la IIGM. Desde esta atalaya podemos observar a mano derecha la costa de Muxía y Camariñas, a la izquierda, al fondo, nuestro final de etapa: Finisterre. Ojo, cuidado con los caballos que andan sueltos: no, tranquilos, los pobres se portan muy bien…
Regresamos a Muxía, tomando la AC-440 enlazando con la AC-552 en Lobelos, entrando un par de kilómetros después en Cee (donde pararemos en nuestra siguiente etapa) desviándonos a mano derecha siguiendo las indicaciones para dirigirnos a Finisterre.
Una vez allí comenzaremos nuestra visita por el cabo Finisterre y su faro: Que decir de él…declarado Patrimonio Europeo en 2007, desde la Antiguedad, fue considerado como el Finis Terrae, el fin del mundo, la puerta al Más Alla. A su llegada a este lugar los romanos presenciaron y relataron el espectáculo del sol hundiéndose en el océano Atlántico. Pero en Finisterre no solo acaba el mundo (conocido) también acaba el Camino de Santiago, prolongándose el viaje para cumplir los últimos ritos de la peregrinación xacobea, de llegar al lugar donde se pone el sol para volver nacer, como renovación de la vida. Como parte de toda esta leyenda entre lo cristiano y lo pagano, decir que supuestamente Finisterre fue habitada por los Nerios, una tribu celta: En este mismo lugar (Cabo de Finisterre), donde se encuentran numerosos restos arqueológicos, dispusieron un altar para adorar al Sol (la mítica Ara Solis romana), en el mismo lugar donde según la leyenda fue contemplado por Décimo Junio Bruto. Como en tantas otros lugares, la llegada del cristianismo provoca que el lugar se sacralizara construyendo una ermita, donde se veneraban las reliquias de San Guillermo. La eterna disyuntiva paganismo-cristianismo que como podemos ver, curiosamente es una constante en nuestro periplo…
El faro que podemos ver es el segundo monumento más visitado de Galicia después de la Catedral de Santiago, situado a 145 metros por encima del nivel del mar, fue construido en 1853, contando en su interior con el centro de información turístico cultural y de promoción de recursos de la Costa da Morte.
Regresamos a Muxía, tomando la AC-440 enlazando con la AC-552 en Lobelos, entrando un par de kilómetros después en Cee (donde pararemos en nuestra siguiente etapa) desviándonos a mano derecha siguiendo las indicaciones para dirigirnos a Finisterre.
Una vez allí comenzaremos nuestra visita por el cabo Finisterre y su faro: Que decir de él…declarado Patrimonio Europeo en 2007, desde la Antiguedad, fue considerado como el Finis Terrae, el fin del mundo, la puerta al Más Alla. A su llegada a este lugar los romanos presenciaron y relataron el espectáculo del sol hundiéndose en el océano Atlántico. Pero en Finisterre no solo acaba el mundo (conocido) también acaba el Camino de Santiago, prolongándose el viaje para cumplir los últimos ritos de la peregrinación xacobea, de llegar al lugar donde se pone el sol para volver nacer, como renovación de la vida. Como parte de toda esta leyenda entre lo cristiano y lo pagano, decir que supuestamente Finisterre fue habitada por los Nerios, una tribu celta: En este mismo lugar (Cabo de Finisterre), donde se encuentran numerosos restos arqueológicos, dispusieron un altar para adorar al Sol (la mítica Ara Solis romana), en el mismo lugar donde según la leyenda fue contemplado por Décimo Junio Bruto. Como en tantas otros lugares, la llegada del cristianismo provoca que el lugar se sacralizara construyendo una ermita, donde se veneraban las reliquias de San Guillermo. La eterna disyuntiva paganismo-cristianismo que como podemos ver, curiosamente es una constante en nuestro periplo…
El faro que podemos ver es el segundo monumento más visitado de Galicia después de la Catedral de Santiago, situado a 145 metros por encima del nivel del mar, fue construido en 1853, contando en su interior con el centro de información turístico cultural y de promoción de recursos de la Costa da Morte.
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Tras contemplar las espectaculares vista que ofrece este lugar, comenzamos nuestro descenso hacia el pueblo, no sin antes detenernos en Iglesia de Santa María das Areas (S. XII), situada en la falda del Monte San Guillermo. Fruto del eclepticimos arquitectónico, al haber resistido los envites del tiempo aglutina elementos del románico, gótico y barroco. Con unas fantásticas piezas de imaginería, destaca un Cristo gótico del siglo XIV. La puerta del muro norte es abierta todos los años santos. En su exterior destaca un crucero gótico del siglo XV.
Muy cerca de allí se encuentra el Cementerio del Fin de la Tierra, diseñado por César Portela: Ha producido opiniones encontradas, mayoritariamente negativas, lo que iba a ser el cementerio de la localidad se acabó convirtiendo en un despropósito de dudoso valor estético y mucho menos de respeto al paisaje. No hay un solo vecino que este dispuesto a ser enterrado ahí. Acercaros a verlo y juzgar por vosotros mismos…
Muy cerca de allí se encuentra el Cementerio del Fin de la Tierra, diseñado por César Portela: Ha producido opiniones encontradas, mayoritariamente negativas, lo que iba a ser el cementerio de la localidad se acabó convirtiendo en un despropósito de dudoso valor estético y mucho menos de respeto al paisaje. No hay un solo vecino que este dispuesto a ser enterrado ahí. Acercaros a verlo y juzgar por vosotros mismos…
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El castillo de San Carlos se erige en un extremo del pueblo, mandado construir en el siglo XVII por Carlos III, debió ser reconstruido tras ser arrasado por los franceses durante la Guerra de Independencia. Actualmente alberga el Museo de la Pesca. A destacar también la Lonja donde se permite ver la subasta de los barcos de bajura.
En lo gastronómico recomendar el primer fin de semana de agosto la fiesta del Longueirón (de la familia de la Navaja), en la que se degusta de todas las formas pensables. Para comer el restaurante “Tira do Cordel” un clásico de estas latitudes, en playa Langosteira, y en el pueblo Casa Velay y Mesón O Fragón.
Dentro del pueblo la playa da Riveira es una buena opción, teniendo como alternativas la Playa Langosteira y la Playa do Rostro, espectaculares.
En lo gastronómico recomendar el primer fin de semana de agosto la fiesta del Longueirón (de la familia de la Navaja), en la que se degusta de todas las formas pensables. Para comer el restaurante “Tira do Cordel” un clásico de estas latitudes, en playa Langosteira, y en el pueblo Casa Velay y Mesón O Fragón.
Dentro del pueblo la playa da Riveira es una buena opción, teniendo como alternativas la Playa Langosteira y la Playa do Rostro, espectaculares.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Pero aunque estemos en el Fin del Mundo, no hemos terminado nuestro periplo por esta mágica costa de santos, dólmenes y acantilados, lo haremos en la siguiente etapa que nos llevará al final de nuestro viaje, Carnota…
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Contando con protección desde los años setenta, se ha librado de repoblaciones salvajes. Hay todavía en España bastantes espacios donde disfrutar de la variedad de los bosques autóctonos así que, esta vez uno y en otra ocasión será otro
