Llega el día de la visita al campo de concentración de Sachenhausen. Nos levantamos de nuevo a las ocho de la mañana para desayunar fuerte en el buffet de hotel y así aguantar toda la mañana ya que por allí no hay mucho donde picar.
Decidimos hacer la visita por libre y a eso de las 9 de la mañana cogimos la línea 1 del S-banh en Potsdamer Platz con dirección a Oranienburg. El trayecto es de media hora larga y al ser la última parada de la línea, no tiene pérdida. Al llegar a la estación hay la opción de coger un autobús que te deja en la puerta del campo o de ir andando. El trayecto es de 1,2 km y está perfectamente indicado. Se hace muy bien si no fuera por los mosquitos. Aquí empezó nuestro único calvario del viaje, el tema picaduras de mosquitos y demás insectos. Fue un día de mucho calor y terminamos acribilladas por los mosquitos.
Cuando ya llevábamos un buen rato viendo el campo empezaron a llegar las excursiones organizadas y ahí fue cuando nos alegramos de no haber hecho esa excursión de forma organizada. Hacía tantísimo calor a media mañana que solo de pensar en ir en un grupo parando cada poco y escuchando las explicaciones a pleno sol se hacía insoportable. Además, todo en el campo está perfectamente indicado y explicado, en alemán y en inglés, eso sí. En la entrada venden el mapa por 50 céntimos y hay audioguías en varios idiomas, incluido el castellano. Nosotros solo cogimos el mapa, con las explicaciones por el campo tuvimos más que suficiente. De la visita en sí, poco más que decir, sobrecogedora como pocas.
Para quien le interese, deciros que en el camino que va desde la estación hasta el campo encontramos dos supermercados (uno de ellos un Lydl). De camino de vuelta paramos en uno de ellos para coger algo de comida y sobre todo bebida que si no se compra en super es carísima.
A eso de la una de la tarde ya estábamos cogiendo el S-bahn de vuelta a Berlín, paramos en Friedrichstrabe, a diez minutos andando de la isla de los Museos ya que nuestro siguiente paso era visitar el Museo de Pérgamo y después el Neues Museum. Yo no sé si será por el día en el que fuimos, por ser finales de agosto, por ser mediodía o porque hacía sol, no tengo ni idea, pero las famosas colas para comprar las entradas y para entrar en los museos se convirtieron en mito. Primero comimos unos bocadillos delante de la catedral y a eso de las dos y media de la tarde fuimos a comprar las entradas. Me acerqué a la primera caseta de información que encontramos para preguntar donde se compraban las entradas, para mi sorpresa, era allí mismo. Compramos la tarjeta combinada para todo el día y todos los museos. Las que teníamos el carnet ISIC pagamos 7 euros mientras que el resto pagaron la entrada sin descuentos, 14 euros.
Ya con las entradas en la mano decidimos entrar primero al Museo de Pérgamo, buscando la cola para entrar nos encontramos con una puerta por la que un amable policía nos invitó a entrar sin problemas al museo. Otro mito caído al suelo, las famosas colas para entrar en el Museo de Pérgamo tampoco existían. Y yo tan contenta, pero nos pareció raro, raro, raro.
Qué decir del Museo de Pérgamo, una maravilla, para mí una de las mejores visitas del viaje. Sencillamente me encantó, lo que se guarda allí dentro es alucinante. Además tienen una audioguía muy interesante que te da la opción de elegir un recorrido de media hora en la que te explican lo más importante del museo.
El Altar de pérgamo
El Templo de Atenea
La entrada al Mercado de Mileto
Babilonia
El Templo de Atenea
La entrada al Mercado de Mileto
Babilonia
Maravilladas por lo que acabábamos de ver en el Museo de Pérgamo, nos dirigimos a hacerle una visita rápida a la amiga Nefertiti en el Neues Museum. La foto tiene historia, en la sala en la que se encuentra hay carteles en los que pone que no se pueden hacer fotos, pero nadie dijo nada de hacerla desde fuera de la sala, al fondo del pasillo… nada más enfocar el “amable” policía empezó a hacernos aspavientos para que desistiéramos de nuestro objetivo. Sacamos la foto y salimos por patas a ver el resto de las salas. En realidad no teníamos pensado hacerle ninguna foto a Nefertiti, pero ya sabeis, lo prohibido tiene su morbo…
Sobre las cinco de la tarde ya habíamos copado nuestras ansias de museos y nos fuimos a recorrer la Friedrichstrabe con la idea de ir de tiendas y de paso repetir de camino la Gendarmenmarkt, la topografía del terror y el Check Point Charlie, para repetir fotos que no nos había dado tiempo a hacer con el Tour.
La topografía del Terror
Con los pies hormigueando de tanto andar nos dieron las ocho de la tarde y nos dirigimos al hotel para darnos una ducha y descansar un poco antes de ir a cenar.
Esa noche cenamos en el Sony Center en un restaurante recomendado en el foro, Linderbrau. La cena genial, los platos muy abundantes, riquísimos y muy bien de precio. Sobre 15 euros cada una tomando una cerveza de las grandes y un plato principal.
Pasta rellena de carne
Carne asada con patata
Jack Potato
Sopa de carne y patata
Arenques con patatas salteadas
Codillo de cerdo asado
Al terminar de cenar nos acercamos a los trozos de muro que se encuentran en Potsdamer Platz, sacando fotos y callejeando un poco, nos dieron las doce de la noche.
Poco después nos fuimos a descansar ya que al día siguiente nos esperaba la visita al Versalles berlinés, la ciudad de Potsdam.