La manera en la que dí con mis huesos en Cuispes, por primera vez, fue un tanto inesperada. Viajaba por segunda vez a Tarapoto, buscando evadirme del caos de Lima. En mi anterior viaje, no había llegado mas allá de Moyobamba, a 2 horas de Tarapoto, la calidez y seguridad que me daban todos las conversaciones que tenía con la gente de esta zona de la selva, hicieron que decidiera ir mas allá hasta Chachapoyas, ciudad eminentemente turística, donde se encuentran, entre otros muchos atractivos, Kuelap o la catarata Gocta.
El caso es, que, viajando en un colectivo hacia Pedro Ruiz y charlando con las personas con las que compartía vehiculo, hablabamos de los lugares increibles que se encuentran en la selva y que solo la gente de aquellos lugares conoce. Coincidió que una de las personas, un anciano de Chachapoyas, me habló como en su juventud pasaba largas temporadas en casa de sus abuelos en un pueblecito llamado Cuispes, me habló de como trepaban a las palmeras para comer sus frutos, de los monos, tucanes y perezosos. Hasta allí, no pasaba de ser una anécdota más de lo que es una infancia típica en la selva. Hasta que, captó mi atención por completo, mencionando unas cataratas gigantes que se encontraban en el bosque y que la mayor parte de la gente, ni siquiera en la región Amazonas conocía.
Al llegar a Pedro Ruiz, que hasta ese momento solo era un lugar de paso hacía Chachapoyas, me meti a desayunar a un pequeño restaurante al costado de la carretera y le pregunté a la señora que atendía, que sabía de Cuispes y las cataratas arriba en la montaña. La señora me confirmó la historia del anciano, que ya había continuado su viaje hacía Chachapoyas, corroborando, como esa catarata había sido medida en 2007, dando una altura total de 895 m. En la región Amazonas, algo mas alejada de Pedro Ruiz, también se encuentra la catarata Gocta de 770 metros y muy famosa por su altura en el Perú, así que, esta catarata resultaba ser 125 metros mas alta.
Por supuesto la boca se me hacía agua, ¡¡¡un bosque de cataratas en la selva y sin turistas!!! Es un poco absurdo pero me emociono al recordarlo, me sentía Indiana Jones.
Agarré un mototaxi de inmediato y por 10 soles comenzamos la subida hasta Cuispes.
La subida hacía Cuispes se hace por una pista sin pavimentar (buena señal, pensé) y según se va tomando altura, uno comienza a estar literalmente sobre las nubes. A parar el mototaxi y mientras el chico me miraba curioso y divertido, yo tiraba algunas fotos y me llenaba los pulmones de aire, las vistas según se va tomando altura en la montaña, son alucinantes.
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En una media hora se llega al pueblo, los niños te saludan, la gente te sonrie, les divierte ver un colgao por allí con pintas de ser de fuera.
Una vez en el pueblo fuí a la plaza de armas, donde hablando con un lugareño, me dijo que iba a buscar a Jarvik. Jarvik un muchacho de ventitantos años, es Ingeniero Agrónomo y crecio en Cuispes, estudió fuera y ha decidido regresar a su pueblo porque quiere hacer que progresen los suyos, 5 minutos con el y ya lo estaba admirando. Jarvik me comentó que ese lugar es desconocido por el turismo y de inmediato comencé a bombardearle a preguntas. Estuvimos horas charlando sobre su pueblo, el bosque, los animales, las cataratas, los restos arqueológicos esparcidos por la selva, misteriosas lagunas en lo alto de la montaña, cuevas, incluso ¡¡¡momias en medio de la selva!!!....
Definitivamente me faltaba el latigo y un chino de 1,20 a mi lado, era como estar en una película, yo creía que ya no había lugares así, que todo aparecía en el Lonely planet, pero afortunadamente no. Pase la noche en La Posada inquieto tomando notas, mientras me balanceaba en una hamaca, por cierto, rodeado de ¡¡¡luciernagas!!!, recordé haber visto alguna de niño en mi infancia, pero estar allí en un pueblo perdido en la montaña, debajo de varias palmeras de 10 metros cuyas hojas se recortaban contra un cielo, dios mio, el cielo en lugares como ese parece mentira, uno se puede quedar horas embobado mirando hacia arriba y para colmo las luciernagas alrededor, era como estar en un cuento.
Ahí esta mi hamaca, jeje:
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Por la mañana a eso de las 6 y tras una ducha, desayuné con Jarvik en el comedor de La Posada a base de frutas y cafe producidas en el pueblo, desayuno de lujo para un día de lujo. Hablando de cataratas, Jarvik me dijo que no solo estaba la Catarata Yumbilla de 895 metros, si no, que, había otras 2 Cataratas una de 540 metros y otra de 400 metros de caída, bueno, mi emoción a estas alturas y pese al sueño era absurda e inenarrable.
Partimos hacia la Catarata Yumbilla, la mas alta de las tres y tras unos 30 minutos caminando hacia la montaña, nos internamos en el bosque, por un sendero, que, según me comentó, los propios lugareños habían abierto con la esperanza de que algún día llegaran turistas. Yo entre mi, pensaba, hasta que punto sería bueno para ese lugar, que se convirtiera en otro destino masificado. En ese punto, dentro del bosque primario, rodeado de arboles que tienen cualquier cantidad de años, juré amor eterno a la ceja de selva. La vegetación de la ceja de selva es de pelicula, pareciera que fuese a aparecer un elfo en una rama o que un hobbit iba a asomar la cabeza desde el interior de cualquier retorcido tronco enorme. Helechos gigantes, palmeras gigantes, musgo, orquideas en cantidad, bromelias, lianas cayendo de los árboles como en las peliculas de tarzan y para colmo las nubes moviendose entre la selva, uffff increible de verdad

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A ver, que me dejo llevar por la pasión, en unas 2 horas y media aproximadamente se llega a la catarata Yumbilla, por el camino se cruzan varias cataratas mas pequeñas y de nuevo impresión total

Foto de la última de las 4 caidas de la Catarata Yumbilla:
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La verdad ese rato que estuve allí quedará en mis recuerdos para siempre, momentos mágicos, llamaba a mis amigos, porque, sentía la necesidad de compartir lo que estaba viviendo con mas gente. Después de un buen rato allí tirado conversando, ya de regreso, fuimos a ver la segunda catarata gigante de 400 metros de altura, una pasada, preciosa, no hay palabras.
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De camino hacia el pueblo y como estaba con ganas de aventura, en vez de regresar por el sendero, bajamos desde la catarata en linea recta hacia el pueblo, mientras Jarvik por delante, iba haciendo camino con un machete de 1 metro, por medio de la vegetación, con dos c...
La catarata desde la distancia mientras bajabamos:
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Yo creo que estaba en el pueblo a eso de las 2 del medio día cansado, pero, con una sensación de, no se, cuando uno se da viajes así y encima te das cuenta que casi no estas gastando dinero, el placer es doble si señor. Por cierto, Jarvik cobra 20 soles, demasiado barato a mi parecer, por un tour de 6 horas y la habitación esta a 45 soles para una persona, la doble 90 soles, pero de lujo con chimenea y vistas al orquidiario del hospedaje.
A estas alturas ya me había dado cuenta, que el viaje que estaba buscando se encontraba allí, así que me quedé otra noche mas, porque necesitaba ir a conocer mas a fondo ese bosque. A la mañana siguiente y tras la segunda noche consecutiva hasta las tantas mirando las estrellas en una hamaca, subimos temprano de nuevo a la selva en la montaña. Esta vez iríamos a ver restos arqueológicos de estos que ningún gringo hasta el momento había pisado. Y es que, los pocos que habían llegado al pueblo lo hacían sin demasiado tiempo, porque, como dice Jarvik, “los gringos siempre tenemos que tener todo planificado“, cuanta razón. El caso es que, fué un segundo día de trekking en la parte de arriba de la montaña, muchas de las sendas que abren en la selva, enseguida son devoradas por esta, así que, hay que ir haciendo camino al andar, como dijo aquel. Estuvimos viendo restos arqueológicos de culturas pre-incas comidos por la selva y pude sentarme a almorzar codo con codo con una momia en un estado de conservación alucinante para estar a la intemperie.

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Bajamos hasta el pueblo otra vez sin mayor incidencia, mas allá de una tromba de agua, de esas que solo caen en la selva, así que nos metimos a una cueva en la roca y disfrutamos del espectáculo, en ningún sitio llueve como en la selva. Del pueblo de Cuispes se podría hablar horas por su magnifica sencillez, uno puede ver como vivian nuestros abuelos, lo absurdos que somos en las ciudades, lo mucho que hemos desaprendido en los últimos 100 años. Una pequeña anecdota, cuando les hablé de como en España, para tener una casa, uno tiene que pagar durante 30 años, la mitad de lo que gana al Banco, ellos se reian inocentes, atención al matiz, no se burlaban solo les parecía absurdo, ¿lógico no?. En Cuispes, cuando un vecino necesita casa, entre los vecinos la construyen en un mes y medio y al final del trabajo, el dueño les invita a una pequeña fiesta

Cuispes, mas allá de las cataratas, es un lugar de ensueño para cargar las pilas, para recapacitar, para aprender, uno, cuando se va de este pueblecito, además de con pena, se va con las baterias totalmente llenas.
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Al día siguiente, Jarvik prometió llevarme a un pueblo vecino, desde donde poder visitar unos sarcofagos, restos pre-incas que se encontraban en la ladera de la montaña. Es curioso yo conocí esos sarcofagos hace ya 1 año y recientemente a aparecido en la noticia, que se han descubierto unos sarcofagos, los que yo visité, en San Jerónimo. Hablé con Jarvik sobre lo interesante que sería para su posada que pudieran incluir también la visita a esos sarcofagos de dificil acceso y por lo que he sabido, ya esta llevando turistas desde La Posada hasta allí. Esta es la noticia del “descubrimiento“: culturavivaenamazonas.blogspot.com/ ...n-san.html
Mi viaje, esta vez terminó allí, ya no pude ir a Chachapoyas, que visité algunos meses después y describiré en otro diario, lo que si puedo decir, es que, jamás, nunca, en mi vida, habría esperado que existiera un lugar así, poder conocerlo de primera mano, disfrutarlo cuando aun se mantiene virgen, para mí y sin lugar a dudas, es mi lugar favorito en todo el Perú.

Mis sentimientos, no obstante, son encontrados, por una parte, egoistamente, me gustaría que permaneciese así, inocente e inexplorado, para de vez en cuando poder escaparme a ese, mi pequeño paraiso


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Recomiendo hacer este viaje, un viaje dentro de un viaje. La selva, hay que conocerla cuanto antes, cada año que pasa queda menos, en 50 años, tristemente, no será ni una sombra de lo que es. La gran esperanza de la selva amazónica es que, cada vez, haya mas gente que la conozca y la defienda. ¿Te la vas a perder?
FIN de la historia.
