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Hoy nos despedimos de Vogahraum guesthouse.
Con el equipaje cargado en el coche comenzamos la ruta del día sobre las 8:30.
Para variar, está lloviendo.
Decidimos comenzar por la caldera de Krafla por lo que iniciamos el mismo camino de los dos días anteriores hasta el desvío a la carretera 863, que se encuentra asfaltada. Nos paramos delante de los paneles informativos, como fue generalmente nuestra costumbre, y leemos la advertencia de que los senderos en Krafla y Hverir son muy resbaladizos y peligrosos con tiempo de lluvia. Así que vuelta para atrás y cambiamos de planes.
Dejamos el coche aparcado en el centro de visitantes y desde allí caminando bajo la lluvia nos dirigimos a la grieta Storagja que se encuentra muy cercana. El sitio está bien, una grieta estrecha repleta de vegetación, que recorremos un trecho, pero no vemos ninguna escalera ni nada que nos indique como bajar hasta el agua.
En coche nos encaminamos a la otra grieta, Grjotagja por el desvío desde la carretera 848. Tiene otra entrada desde la carretera de circunvalación. El desvío es una pista de tierra negra que atraviesa el campo de lava Vogahraun de pequeñas y extrañas formaciones de lava negra que contrastan con la vegetación verde. Un pequeño aparcamiento, que por ahora está vacío, y un panel que explica que Grjotagja fue un lugar de baño durante décadas hasta que las erupciones del Krafla de 1975-84 subieron la temperatura del agua a 60º. En la actualidad la temperatura ronda los 45º, los baños están prohibidos, la exploración, para verla y hacer alguna foto, es bajo el riesgo de cada uno. Entramos en la cueva por dos entradas, del agua sale vapor, el interior está bastante oscuro. En la superficie la grieta se alarga un trecho más, ya más estrecha.
Nos vamos a Hverfell, (o Hverfjall), el anillo de tefra que domina el paisaje por este lado del lago Myvatn y que llevamos viendo de lejos desde que llegamos a la zona, por un desvío que está a continuación del de la grieta Grjotagja. Aparcamiento grande, unos pocos coches. Aunque llueve decidimos subir a su cumbre.
Es un cráter explosivo casi simétrico de 1 km. de diámetro y 140 m. de profundidad. En la cumbre se pueden ver bonitas vistas del lago (en un día con más visibilidad) y apreciar la magnitud de tal explosión, un enorme agujero gris de gravilla y arena, como todo el cráter. Lo vamos bordeando por su lado oeste hacia el punto dónde se llega en la subida a este cráter desde Dimmuborguir. Con mucho esfuerzo porque el viento no nos deja avanzar y parece que quiere tirarnos ladera abajo. Aunque con visión no muy clara se distinguen los “castillos oscuros” que son nuestro próximo destino.
La siguiente desviación de la carretera 848, en este sentido, es Dimmuborgir, castillos oscuros o castillos negros. Este lugar es un gran campo de lava, laberinto natural de raras y misteriosas formaciones, y su creación no lo es menos.
Threngslaborgir es un volcán de fisura, Ludentarborgir es una hilera de cráteres de esta fisura. Cuando hace más de 2000 años erupcionaron la lava que expulsaron avanzó sobre lava antigua del Hverfjall acumulándose en la cuenca de Dimmuborgir formando un lago de lava cuya superficie se iba enfriando mientras el resto permanecía aún líquido y caliente. Este lugar está lleno de pilares de lava que son debidos a la acción del vapor que escapaba a través de la lava fundida y la enfriaba al atravesarla y en los que hay marcas que iba dejando la corteza solidificada de la superficie conforme iba descendiendo el nivel de este lago ardiente, aparte de cubrirlos con escorias. Cuando el lago de lava se vació rápidamente fue dejando estructuras huecas y formaciones con tubos de lava de anteriores erupciones.
Hay tres senderos, de menor a mayor longitud. El que llega al círculo de la iglesia es la ruta Kirkjan de 2,25 km. Los senderos se encuentran muy bien indicados y existen delimitaciones para no invadir espacios peligrosos o no estropear algún portal delicado. A destacar el portal llamado Kirkjan y otro con un gran hueco vacío, con el nombre de Hallarflöt, por el que se ve muy bien el Hverfjall.
Con estas figuras retorcidas y oscuras no es de extrañar que la imaginación se dispare. Se cree que es el hogar de criaturas extrañas y en ellos viven los Papa Noel de Islandia. No son uno sino trece, los chicos rebeldes de la navidad, son los hijos de los viejos trolls Gryla y Leppaludi.
Hay un centro de información y una cafetería. También hay muchísima gente. Los grupos organizados paran todos aquí y los tours de senderismo que vienen desde Reykjahlid también pasan por Dimmuborgir. Este sitio, tan enigmático y misterioso, hubiera sido un gustazo recorrerlo en solitario.
Seguimos dando la vuelta al lago buscando la península de Höfdi que es como un cabo que se adentra en el lago Myvatn.
Había dejado de llover.
Por la misma carretera 848 hay que desviarse a la derecha. Hay un aparcamiento pequeño y unas vistas del lago desde el mismo muy bonitas. No había ningún otro coche y tampoco vimos señales o paneles del lugar. Nos adentramos en un camino pasando una puerta metálica abierta y enseguida empezaron a aparecer flechas, a izquierda y derecha, indicando sendero, sin más. Como no sabíamos adónde se dirigían caminamos por el sendero central, todo recto. Es un bosquete de abedules, serbales (algunos ejemplares bastante altos y voluminosos), abetos, flores silvestres, muy bien cuidado, con abundancia de pajaritos que revoloteaban y trinaban a nuestro paso. Se nota que es una reserva privada. Los árboles fueron plantados por un anterior propietario.
Llegamos hasta lo que parecía la vivienda privada y torcimos a la izquierda por otro sendero atravesando ahora alguna plazuela con jardines de flores plantadas (ej. una especie de rotonda partida por el sendero, repleta de pensamientos de todos los colores) que nos llevó hasta la costa obteniendo una de las visiones que estábamos buscando, los klasar , curiosos y pintorescos pilares de lava que emergen del agua con distintas formas y agrupaciones, son una prolongación de los fenómenos de Dimmuborgir.
El paraje es de lo más pintoresco y bonito y poder apreciarlo con el sol que ahora nos acompañaba fue el regalo del día. Continuando un poco por el borde de la costa se siguen viendo más pilares en la pequeña bahía sobresaliendo como islotes entre las aguas transparentes, acompañados de varias familias de patos.
A la vuelta hasta nos encontramos como un llano rectangular con césped y bancos de madera, muy apropiado para un picnic.
Este bonito y agradable lugar es un gran olvidado, uno de los muchos lugares con encanto que no se conocen.
Cuando continuamos periplo por la carretera enseguida vimos una desviación, también a la derecha, que indicaba Kalfaströnd, nombre del conjunto de klasar que habíamos visto desde la península. Quizá este camino lleve hasta una elevación, en otra pequeña península adentrada en el lago, que veíamos enfrente de nosotros cuando contemplábamos estos pilares, en la que había varias personas y se vea lo mismo pero desde otra orilla, no lo comprobamos.
Nuestra siguiente parada eran los seudocráteres de Skutustadagigar. Los seudocráteres o conos desenraizados son como una especie de colinas con un agujero en el centro, estructuras volcánicas que son casi exclusivas de Islandia. Se deben a erupciones hidromagmáticas originadas por la interacción explosiva entre la lava fundida fluyendo sobre un sustrato saturado de agua. Se les llama conos desenraizados porque carecen de chimenea como los conos normales.
Aunque son abundantes rodeando el lago Myvatn y dentro del mismo, los más accesibles son estos de Skútustadagígar, con senderos marcados para su exploración. Nosotros recorrimos el sendero circular que hay a la izquierda del estanque Stakhólstjörn, subiendo a la cima de algunos de ellos, con bonitas vistas del lago, de otros cráteres cubiertos de hierba y musgo y mirando más al norte la imponente elevación del Vindbelgjarfjall.
Los estómagos estaban ya inquietos por lo que recorrimos los siguientes kilómetros, algunos de ellos ya en la N1, buscando un sitio con mesas para pic-nic o sitio similar dónde sentarnos y comernos el bocadillo. Pero no lo encontrábamos.
A la altura del monte Vindbelgjarfjall no vimos desviación para su base y en la siguiente granja decidimos retroceder un poco. Para llegar a la base de este monte hay que ir andando y tan solo hay un pequeño aparcamiento, casi una ampliación de arcén, a la derecha de la N1, un poco antes del camino que hay que recorrer hasta su base. En este aparcamiento y de pie nos tomamos el bocadillo.
El cielo ya estaba otra vez cubierto y el viento comenzaba a soplar con tono desagradable. El grupo estaba dividido respecto a la decisión de subir o no al monte y finalmente quién decidió que no subíamos, fue el viento. Si en el Hverfjall nos íbamos a volar, con menos altura y menos viento en la base, aquí lo más probable es que nos hubiera ocurrido algo similar o peor.
Proseguimos por la N1 completando la vuelta al lago. Nos vamos directos a Hverir antes de que el tiempo se estropee del todo.
Namafjal fue creada por la erupción de una fisura y su cresta se asienta sobre la extensión de la dorsal Mesoatlántica. En su base, pasado el alto de Namaskard, hay un área maloliente con muchos pozos de barro hirviente de colores grises azulados, fumarolas silbantes, solfataras (fisuras por las que emanan vapores de agua con sulfuro de hidrógeno), todo a altas temperaturas, que recibe el nombre de Hverir o Hverarönd. El conjunto posee una variada tonalidad cromática debido a los depósitos de azufre, yeso y sílice. Antiguamente había minas de azufre por la zona, de hecho Namafjal significa montaña de la mina y Namaskard quiere decir brecha de la mina.
Es una de las zonas más visitadas de la región, junto con Krafla y Dettifoss. En Reykjahlid han estimado que en 2013 tuvieron unos 400.000 visitantes y que en las zonas mencionadas, la tierra ha comenzado a sufrir. Por lo que necesitan una adecuada infraestructura para proteger el entorno y los visitantes. Para ello han inventado NATUREFEE. Lo que significa que, desde primeros de julio de este año, hay que pagar una entrada de 800 ISK para acceder a Hverir y a Krafla. Dettifoss, aunque está en el folleto que dan con la entrada, está libre este año.
Nos cogió totalmente de sorpresa, de primeras creíamos que no entendíamos lo que nos estaban diciendo los chicos que estaban a la entrada, al lado de un torno que han instalado para acceder a la zona.
Una vez que dimos una vuelta, no se tarda mucho en recorrer el área de fumarolas y pozas de barro, comenzamos a subir la montaña Namafjall por su margen izquierda, por una senda en diagonal señalada con estacas blancas. En las horas que hacía que no llovía el terreno se había secado algo pero aún estaba húmedo por lo que el barro se iba pegando a las botas y había algún tramo resbaladizo. Verdaderamente con lluvia debe de ser una temeridad subir por aquí porque el terreno además de inestable, tiene cierto desnivel con repechos de bastante pendiente.
En la cima, dónde soplaba un viento infernal, se puede tener una visión general del conjunto. Avanzamos por la cresta, a lo largo de la misma hay otras dos pequeñas cimas que dan a la otra vertiente. Vamos viendo bonitos depósitos de azufre, algunas rocas de textura y colores extraños y buenas panorámicas de toda la zona.
Se baja hasta el paso de Namaskard. Antes de llegar a la carretera torcimos a la derecha y seguimos bajando hasta llegar a la llanura la cual cruzamos y con otro giro a la derecha enseguida se llega al aparcamiento. A la cima del Namafjal también se puede subir por la otra vertiente sin tener que atravesar Hverir.
La ruta estuvo bastante interesante por lo curioso del terreno, sus colores, las vistas panorámicas desde la altura, pero eso sí, sin lluvia. Si se ve el conjunto de Hverir y se sube al Namafjal, quizá valga la pena pagar la entrada de 800 ISK, pero creo que es excesivo si es sólo para ver la zona de solfataras, como suele hacer la mayoría de los visitantes. Hverir tenía muchos visitantes y subiendo al Namafjal estábamos solos.
Casi enfrente del acceso a Hverir se encuentra el desvío a la carretera 863.
Nos fuimos directos al aparcamiento del Stora-Viti. Es un cráter de 320 m. de ancho, de tonos marrones, en sus paredes aún quedaban algunos neveros pequeños y en su interior un lago de un bonito azul oscuro. Forma parte del conjunto de cráteres de Krafla y se formó en 1724 en los llamados Fuegos de Myvatn producto de una erupción hidromagmática, pero hoy día se considera inactivo. El perímetro estaba resbaladizo y lleno de barro.
Afortunadamente estos islandeses son muy prácticos y cuando finaliza el descenso tienen un conjunto de cepillos de cerdas fuertes puestos en dos o tres posiciones con los que puedes eliminar parte del barro adherido a las botas. En Hverir había un sistema similar.
En el aparcamiento de Krafla había muy pocos coches aparcados. Aquí ya sabíamos que había que pagar 800 ISK, de todas formas había un chico al lado del torno que no te dejaba pasar si no aflojabas la cantidad estipulada. Una pareja de alemanes que entró justo detrás nuestro, se mostraron también muy sorprendidos por este pago, los ocupantes de otro coche decidieron no entrar.
Por el nombre de Krafla se conoce además de la propia montaña a todo un sistema volcánico muy complejo y con una azarosa historia volcánica. Consiste en una caldera basáltica y un enjambre fisural alargado, dispuesto de norte a sur, con 10 km. de ancho y unos 100 km. de longitud. El volcán central de Krafla, que tiene más de 200.000 años de antigüedad es una caldera de 10 km. de ancho rodeada por un volcán en escudo, ancho y de poca pendiente. La actividad volcánica (al menos en las últimas erupciones importantes de 1724-29 y 1975-84) se suele apreciar por la aparición de fisuras, abultamientos y elevaciones del terreno graduales a lo que les sigue bruscos hundimientos (episodios de rifting) produciéndose las erupciones y la aparición de nuevos cráteres de fisura. Después de que el área estuviera más de 1000 años sin incidentes volcánicos comenzaron los nuevos episodios con los fuegos de Myvatn y 250 años después los fuegos de Krafla. El Episodio vulcanotectónico conocido como los fuegos de Myvatn ocurrió de 1724 a 1729. A este episodio pertenece tanto el cráter Viti como el Leirhnjúkur y sus solfataras que aparecieron en 1727. Comenzó como una fuente de lava escupiendo material fundido durante dos años antes de calmarse. El episodio vulcanotectónico de los fuegos de Krafla transcurrió desde 1975 a 1984, la primera erupción se produjo en una pequeña fisura de Leirhnjúkur. Durante estos años tuvieron lugar 21 episodios de rifting y el sistema de fisuras de Krafla sufrió una extensión de 900 cm.
Al poco de pasar el torno de entrada aparece una pasarela de madera que va dejando a la izquierda, en la ladera del Leirhnjúkur, unas solfataras. Comienza a llover y, confiados por las anteriores horas sin lluvia, no vamos muy preparados, nos hemos dejado parte de lo impermeable en el coche.
Subimos un poco, las pasarelas atraviesan pozas de lodo hirviendo y charcos calientes de azufre. La lluvia apenas si nos deja verlos con detenimiento.
En el próximo cruce seguimos a la izquierda porque el desvío de la derecha continúa hasta el cráter Hofur (que vemos desde lejos con su característica forma parecida a un seudocráter)) y queremos acortar el recorrido porque la lluvia sigue arreciando.
El camino hacia la cumbre del Leirhnjúkur es un recorrido irreal y mágico, atravesamos, además de las zonas de colores extraños, grietas de lava negra y de lava marrón, pequeñas fisuras, formaciones subrealistas e intimidantes. El humo que sale de las grietas, algunas calientes, nos rodea casi en todo el recorrido, se mezcla este humo con la lluvia. Me parece que estoy teletransportada y contemplando el origen de los tiempos. Desde la cima se aprecia aún mejor la diferencia entre las lavas que lo rodean, lavas oscuras, más recientes, de 1975-84 y las lavas más claras de 1724-29.
De vuelta al aparcamiento se encuentra un desvío a la derecha que llega a Reykjhalid.
Nos subimos al coche algo empapados y helados de frío.
Nos trasladamos de zona, vamos dirección Egilsstadir.
A partir de la desviación a Krafla aparecen a un lado de la carretera, unas veces a izquierda, otras a derecha, una serie de mojones de piedra en forma piramidal sin punta. Son los indicativos del antiguo camino, cuando no existían carreteras, hacia los fiordos del este.
De nuevo pasamos por el puente sobre el Jokulsá a Fjöllum, por última vez. El paisaje es conocido para nosotros hasta el desvío a la carretera 901 ya que lo recorrimos en nuestra excursión a Askja.
A partir de aquí el paisaje es propio de las tierras altas, terreno cubierto de musgo y líquenes. Observamos algunos lagos, aún congelados y muchos neveros en las montañas. La carretera de circunvalación va a cierta altura, hecho que se aprecia aún más con el gran descenso hasta el valle, el cual se encuentra rodeado de altas montañas.
Cuando quedan unos 50 km. para llegar a Egillstadir, en las montañas de la izquierda comienzan a aparecer una serie de cascadas impresionantes, caen desde lo alto en varios saltos y tramos, con aguas torrenciales, formando conjuntos bastantes atractivos pero sin indicación de nombre o algo parecido.. Vi tan solo una indicación, algo así como Rjukandi.
Al poco se ve a la derecha otro gran río que está formando un bonito cañón. Se atraviesa por un puente, se trata del Jokulsá a Dal.
Por fin llegamos a Vinland, un poquito antes del pueblo de Fellabaer, cuando faltan unos 2 km. para Egilsstadir. Aquí tenemos nuestro alojamiento por una noche. Esta guesthouse es un edificio de una sola planta con todas las habitaciones con la puerta dando al exterior, no vemos ninguna recepción, sigue lloviendo y hace mucho frío. Y es que hay que leer los avisos antes de ponerse a buscar. La recepción se encuentra un par de calles más arriba, en lo que parece ser la casa dónde vive el propietario.
Este alojamiento está muy bien, todo está nuevo y reluciente. No hay desayuno ni cocina pero tiene un microondas y calentador de agua para hacer café, suficiente para medio prepararse una cena y un desayuno.
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