Desayunamos y cogemos nuestras mochilas con agua, protección solar, repelente, cosas para picar, y a las nueve salimos a la plaza. Allí está Emerson, nuestro guía de hoy. Vamos a la cascada chinata, al salto inferior, consta de 5 con una altura de 580 metros.
Hoy no vamos en motocarro, la ruta empieza desde el mismo pueblo, hasta que tomas un camino que se interna en la selva alta. Son unos 12-14 kilómetros en los que subes 450 metros, pero se hace durillo, porque hay tramos muy embarrados,(a pesar de calentar con fuerza) otros muy empinados y al caminar por la selva (el guía a momentos, tiene que ir abriendo camino con el machete), la humedad te hace sudar sin parar.
Hacia allá vamos.
La selva se come el camino
Nos vamos acercando, aquí se aprecian cuatro saltos.
El sitio es de postal
Y después de un buen rato llegamos al último salto
Esta parte no es que fuera muy cómoda, todo piedras grandes, pero buscamos un rincón en el que poder estar y nos tiramos un buen rato, haciendo fotos, comiendo algo. Se estaba muy a gusto, en silencio.
No queda más remedio que volverse
Por el camino paramos un par de veces a descansar y a beber agua.
Y a las 16:00 llegábamos de nuevo a la posada. Esta ha sido para nosotros la excursión más floja, no es imprescindible. Reconocemos que Emerson era una bellísima persona y estaba muy agradecido por hacer de guía y así cambiar de actividad y no estar en el campo. Pero no nos gustó como guía, cada vez que veía un animal o lo escuchaba, se iba corriendo y nos llamaba para que lo siguiéramos y poder verlo…….pero mientras, yo estaba ayudando a Sonia a subir un tramo muy resbaladizo o simplemente estábamos bastante más atrás. En ningún momento hizo intención de ayudar a Sonia en alguno de los pasos más embarrados. Se limitaba a ir por delante y ya está.
Para esta ruta no se paga entrada ya que tampoco hay un camino, se va más o menos por donde se va viendo. Pagamos al guía, 30 Soles.
Hoy habíamos pedido para cenar tamales y humitas. Estábamos aprovechando para probar lo que nos quedaba de la gastronomía peruana.
Volvimos a preguntar a Jarvik, acerca de Gocta, sorprendentemente nos dice que ya han conseguido sacar el cuerpo de la poza y que mañana estará abierto al fin. Es una pena, decidimos descartarlo, entre el desplazamiento, no menos de cinco horas de ruta y la vuelta, iba a ser demasiado estresante, teniendo en cuenta que teníamos por delante, doce horas de autobús nocturno a Trujillo.
Quedamos con Jarvik para acercarnos al día siguiente al mirador de Yumbilla.