A las cinco y cuarto de la mañana (no lo servían antes), estábamos desayunando en la recepción del hotel, allí coincidimos con Mark, un holandés que está de viaje por Sudamérica, un tío majo.
Había una cola kilométrica para coger los autobuses que nos llevarían al Machu Pichu, eran las seis menos veinte de la mañana. Mientras esperábamos, se nos acercó una guía para ofrecernos sus servicios, pero dijimos que preferíamos esperar a llegar arriba. Empezamos a hablar con una pareja de argentinos que estaban delante de nosotros y así fuimos avanzando hasta montarnos en nuestro autobús.
En 25-30 minutos de zigzagueantes curvas, llegamos al aparcamiento, allí nos toca esperar otra buena cola de entrada, mientras seguimos charlando con los argentinos, se nos ofrece una guía oficial, nos ofrece un tour privado de dos horas, por 160 Soles (80 Soles por pareja) y aceptamos ir con Rosita los cuatro. Queríamos empaparnos bien de todo.
Mostramos nuestras entradas sacadas por internet junto con los pasaportes. A la entrada indican que está prohibido introducir comida, bebida en botellas de plástico, etc.. pero la mayoría de la gente lleva barritas, frutos secos, agua. Nosotros también, pero todo, lo comimos fuera del recinto. Está permitido salir hasta tres veces con tu entrada.
Faltaban unos minutos para las siete de la mañana, mientras íbamos atendiendo las explicaciones de Rosita (quedamos encantados con ellas, lo bien que lo explicaba, la cantidad de fotos que nos hizo a los cuatro, lo simpática que era, íbamos a nuestro ritmo). Cuando lo vimos
Nos enamoró. Ya con esa primera visión nos cautivó, la bruma, el ambiente, el lugar…,estamos a más de 2.400 metros.

Aprovechamos que no tenemos gente delante ni detrás y nos hacemos un montón de fotos, continuamos la visita. Llegamos al templo del sol, lo vemos por debajo.
Con la boca abierta con la majestuosidad del lugar.
Preguntamos muchas cuestiones que se nos vienen a la cabeza, atendemos a todo lo que nos dice. Para nosotros, es absolutamente imprescindible contratar los servicios de un guía, para intentar entender todo lo que estás viendo.
Vemos el templo de la Madre Tierra, la casa del inka, caminamos por sus calles.
Hacia abajo, el puente ruinas
Seguimos, hipnotizados con todos los sitios que vamos viendo. El templo principal.
El Templo de las Tres Ventanas, un mirador espectacular.
La Plaza, el lugar es pura magia.
Echamos la vista atrás, la cantera y al fondo la montaña Machu Pichu.
La Roca Sagrada.
El Intihuatana, el lugar más importante de Machu Pichu.
El sitio se presta para tirar fotos a todos los sitios
Aquí, nos para Rosita y nos cuenta que antes en ese lugar había un monolito que arrancaron para que aterrizara el helicóptero de los anteriores Reyes de España.
Vamos ya de vuelta a la entrada principal, vemos los espejos del agua, ya hay mucha gente en la ciudadela.
Pasamos por el templo del Cóndor. En la roca, con un poco de imaginación, se puede ver la figura, con la cabeza y el pico.
Habían transcurrido dos horas y diez minutos de visita guiada y se nos había pasado el tiempo volando. Recorrimos la ciudadela a nuestro aire, aprendimos mucho y tuvimos la suerte de congeniar todos durante el recorrido por este impactante y enigmático lugar.
Pagamos lo convenido y salimos fuera, fuimos al baño (1 Sol por persona) y los cuatro buscamos una sombra donde poder sentarnos y comer y beber algo. Seguiríamos un rato más todos juntos, porque teníamos las entradas para el turno de acceso al Huayna Pichu a las 10:00.
Volvimos a entrar, había mucha gente a la entrada, seguían llegando grupos. Según nos contaron, aunque el acceso está limitado a 2.500 personas, entra un grupo concertado de 25 personas, y a efectos oficiales consta un boleto. Oficiosamente se comenta que la afluencia media en temporada alta puede pasar de 5-6 mil personas. Puede ser que por eso, el Machu se esté hundiendo, y dentro de no muchos años, tengan que tomar medidas serias.
Deshacemos el camino y vamos a la entrada de acceso, hay que registrarse a la entrada y a la salida. Entramos a la 10:40.
La subida a la montaña, (son 300 metros de desnivel) es una mezcla de zetas, con algún paso con una cuerda para agarrarla y escalones empinados. No tiene dificultad alguna, más allá de lo que te cueste subir. Y por supuesto, merece mucho la pena, por las vistas que ofrece. Los cuatro llegamos arriba en una hora, parando a hacer fotos, dejando bajar a gente, tomando aire.
El paisaje es de quitar el hipo
Todavía hay que subir un poco más, hay que seguir la flecha
Al otro lado, tampoco desmerece…
Y llegamos al punto de la típica foto aérea de la ciudadela, con las zetas por donde suben los autobuses, la montaña Machu Pichu…..
Nos hacemos un montón de fotos, seguimos con los chicos argentinos, son muy majetes, el chico controla de fútbol español una barbaridad. Empezamos la bajada. El principio es por otro lado diferente al de subida, aunque sigues teniendo que bajar los escalones que están un poco empinados, hay que atravesar una pequeña cueva. Con cuidado, no tiene ninguna complicación
Luego ya enlazas con la pista por la que subimos anteriormente y vas disfrutando de las vistas. Tardamos una hora en bajar tranquilamente. Llegamos al punto de salida, nos volvemos a registrar, son las 13:15 horas. Hemos estado entre subir, estar en la cima y bajar, dos horas y media.
Ahora sí nos despedimos de nuestros amigos argentinos, vamos a disfrutar de esta maravilla cada uno por nuestra cuenta. Nos dirigimos de nuevo a la salida, vamos a dar cuenta de nuestro jamón ibérico envasado al vacío, traído especialmente para la ocasión. Y así hacemos, el pan no acompaña, pero da igual, almendras, chifles (plátano frito, que bueno estaba), chocolate, galletas, algún cruasán con mucho agua. Un festín.
Entramos de nuevo, se nota que mucha gente empieza a irse, muchos grupos, todos los que tienen que estar a las 15:00 horas en la hidroeléctrica. Pinta bien que se vacíe un poco de gente. Aprovechamos que no hay nadie en la cola para estampar el sello del MachuPichu en los pasaportes.
Y entramos de nuevo, vamos a la casa del guardián.
Posiblemente la mejor vista (y la más reconocida) del MachuPichu.
Decidimos ir al Inka Bridge, un paseo más corto, se nos hacía tarde para ir a la Puerta del Sol (Intipunku). Hay que registrarse a la entrada y a la salida. Tardamos unos cuarenta minutos en ir y volver.
Tenemos vistas al valle por el que ayer vinimos y mañana volveremos. Es un paseo agradable por una senda con buenas vistas hasta al poco rato llegas y ves el puente inca. Hicimos unas fotos y nos dimos la vuelta rápidamente para disfrutar lo que nos queda en esta maravilla de sitio.
Regresamos a la zona de la Casa del Guardián, nos apetece sentarnos y disfrutar del complejo. A estas horas (son las cuatro de la tarde) se respira mucha paz, la mayoría de la gente ya ha abandonado el recinto, es lo malo de estar sujeto a los horarios de los trenes o de los grupos organizados.
Las sombras empiezan a envolver la ciudadela, tiene otro aspecto.
Apenas estamos ocho o diez personas en esta zona, descalzos, tumbados en la hierba, recuerdo estar muy a gusto. Contemplando, disfrutando. Pensaba en la suerte que habían tenido los que hace años podían quedarse a dormir. Es de esos sitios de los que no quieres irte.
Pero todo tiene un principio y un final. Teníamos que ir abandonándolo, emprendimos el camino de vuelta, apurando nuestros últimos momentos en el MachuPichu.
Como no podía ser de otra forma, una última mirada atrás.
Habíamos pasado más de diez horas dentro del complejo y nos hubiera hecho falta más tiempo, para ir a la puerta del sol, para pasear entre las calles, los templos. A nosotros nos fascinó, la primera vista, la visita guiada, la subida al Huayna Pichu, disfrutar de sus vistas desde la casa del guardián, el enclave en el que está. Llevábamos las expectativas muy altas y las cumplió sobradamente. Un sitio mágico y enigmático.
Desde ahora, ocupa un lugar privilegiado dentro mi ranking particular.
Decidimos bajar en autobús, ya era tarde para bajar andando y estábamos cansados, compramos allí mismo los boletos (80 Soles) y en menos de cinco minutos estábamos bajando hacia Aguas Calientes.
De camino al hotel, recogimos en la lavandería la colada que dejamos ayer, nos cobran 8 Soles y vamos al hotel a pegarnos una merecida ducha. Fuimos a visitar el mercado, curioseamos un poco y nos volvimos al centro a cenar en un restaurante, un plato de pasta y otro de pollo con salsas junto con una cusqueña de 650 ml, fueron 81 Soles.