Segundo día completo en La Habana, señalado en rojo o mas bien en color rosa para nuestras hijas.
En casa, ya les había enseñado que cuando fuéramos a Cuba, iríamos a dar una vuelta con uno de esos coches tan chulos que aún circulan por la ciudad, ellas enseguida les entusiasmó la idea y como no, el color del coche tenía que ser rosa.
Por suerte, el día anterior, casi el primero que nos ofreció el paseo, era en un coche de color de rosa, nos cayó muy bien, nos agradó como nos explicó en que consistía todo y llegamos a un acuerdo, en el que le podíamos pagar en cups.
Pagamos 1500cups, que al cambio nos salía a 18€.
Habíamos quedado a las 10:00 delante del Floridita, con los nervios estábamos allí a las 9:45 y no había ningún coche descapotable, nos temimos lo peor, que el coche no se presentaría, pero sobre las 10:05 apareció el chico con el que habíamos cerrado el trato, el no sería nuestro conductor, diríamos que era el que captaba clientes para los 4 o 5 coches clásicos descapotables que aparcan delante del Floridita.
A parte de en esta plaza, también aparcan otros coches como estos, delante del Hotel Inglaterra y el Hotel Plaza Central, son muy fáciles de localizar, en caso de que nuestro coche no se hubiera presentado, tan solo tendríamos que haber ido a uno de estos lugares, que hubiéramos conseguido coche rosa seguro.
Al final nuestro chofer y propietario del carro fue Yurisver, muy simpático también.
Acordamos que nuestro recorrido, teníamos que ir a la Plaza de la Revolución, pasar por el bosque que hay en el Parque Almendares y que acabara en el Callejón de Hamel, sitios que estaban lejos de nuestro alojamiento.
Yurisver, así como íbamos pasando por ciertos sitios, nos iba explicando cosas.
En la Parada de La Plaza de La Revolución, me dejó sentarme al volante del coche y nos hizo a toda la familia unas fotos chulísimas.
Nos comentó, que hacía casi 2 años que no trabajaba, ya que no había habido casi turistas con la pandemia. Para obtener dinero, tuvo que vender el volante original del coche y algunas piezas de recambio que tenía guardadas por si acaso. Su coche aún conserva el motor original y eso tiene mucho valor, ya que hay muchos coches clásicos, en que básicamente lo único original que queda, es la carrocería.
Nos pidió si nos interesaba cambiar cups por euros, que le hacían falta para tener según que cosas para su coche, rechacé su oferta, tenía suficientes pesos por el momento, ya que quería ir cambiando, según fuera necesitando y en lugares diferentes, para así quedar bien con las casas o personas que encontráramos por el camino.
Eso me hizo sentir un poco mal con él, el acuerdo era que le iba a pagar con pesos, pero para nosotros el trato nos era muy favorable y no podíamos dejar pasar la oportunidad.
Desde luego, si no hubiera obtenido el cambio favorable el día anterior, me pareció una persona de total confianza, para poder realizar el cambio con él.
Pasamos sin pararnos, por el cementerio de La Habana, creo que nos comentó Yurisver, que era el mas grande de Latino América y que había enterrado o había habido los restos de Cristóbal Colón en ese cementerio.
Nos adentramos por el bosque que hay en el centro de la ciudad, que atraviesa el rio Almendares, una zona muy bonita, con unos árboles preciosos, pasamos por el barrio de Miramar, enseñándonos una de las casas mas bonitas de la ciudad, de la que nos explicó que era de una señora sin descendencia y cuando se murió, el estado se quedó la casa.
Atravesamos un poco del final del Malecón, para al fin llegar al Callejón de Hamel, que era el final del trayecto.
Miré el reloj y el recorrido había sido 1 hora clavada.
Ahora tocaba visitar un sitio, que estaba reflejado como un lugar singular, que solía gustar a mucha gente.
No sé si fue la hora (11:15am) que aún no hay turismo, que no era domingo, pero el famoso Callejón de Hamel, estaba desangelado, había como una tienda o bar o no se que comercio, que parecía que estaban empezando abrir, con una persona adentro que nos miró como diciendo ¿estos que hacen por aquí? ¿se habrán perdido? fue entrar al callejón, ir hasta el final del lugar, volver e irnos a pie de allí, una visita fugaz de 5 minutos, la visita no dio mas de si.
Nos marchamos hacía el malecón que nos caía cerca.