![]() ![]() Soria, frontera con la Edad Media ✏️ Blogs de España
Un repaso a nuestra ignoranciaAutor: Donna27 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (9 Votos) Índice del Diario: Soria, frontera con la Edad Media
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Menuda sorpresa más agradable nos llevamos en esta escapada que os voy a contar por tierras sorianas. Los sorianos tienen fama de ser “secos”; ellos mismos lo dicen. Será por el clima, árido y frío. Sin embargo nuestra impresión ha sido más que diferente. Nos hemos encontrado con una hospitalidad abrumadora y gentes deseosas de mostrar a los visitantes su historia y su patrimonio. Es como si cada uno de sus habitantes quisiera aportar su granito de arena para que Soria y su provincia dejen de ser “la gran desconocida”. Y a fe que al menos con nosotros lo han conseguido. El slogan turístico “Soria, ni te la imaginas”, no podía ser más acertado.
Carreteras de segunda poco transitadas, con largas rectas en las que disfrutar de las alfombras de girasoles y los bosques de sabinas que salpican el paisaje; galerías porticadas, atalayas y claustros románicos, joyas declaradas Bienes de Interés Cultural por doquier; celtíberos, romanos, árabes...mezcolanza de culturas y un pasado conservado piedra a piedra. Todo esto y más nos encontramos en Soria. *** Imagen borrada de Tinypic *** Llegamos, qué atrevida es la ignorancia, con la intención de ver Soria en 3 días, y nos hemos marchado con la seguridad de no haber visto casi nada. Nos ha faltado tiempo, que no ganas, y desde luego que tendremos que volver para disfrutar de la Soria verde y del sur de la provincia. Atravesar la frontera de Aragón con Castilla por Soria, fue como una bofetada a nuestra ignorancia: el paisaje rojo de las tierras de Calatayud se tornó amarillo de repente. Los girasoles estaban en todo su esplendor y fue la primera de las muchas sorpresas que este viaje nos tenía preparadas. Salimos de Zaragoza a media mañana, sin prisas, disfrutando del tiempo libre y del “nada que hacer” como solamente puede hacerse en vacaciones. “Camino Soria” de Gabinete Caligari, (qué tópicos!), sonaba en nuestras cabezas y en el whastapp (gracias Ana!). En la ruta, algunas bellezas quedaban atrás: Villaroya de la Sierra (cuya torre de la iglesia nos llamó la atención desde la carretera, despertando nuestra curiosidad por la localidad y enviándonos directos a San Google) o Almenar (donde paramos a la vuelta, lo que es el destino. Su castillo de propiedad privada, es uno de los mejores conservados de España y solamente puede visitarse concertando vista con los dueños y si ellos lo permiten. Descubrimos por casualidad que allí nació Leonor, la esposa de Antonio Machado). La primera noche dormíamos en el Hotel Valonsadero. Una maravilla encima del monte del mismo nombre, y que también da nombre al parque natural, un entorno al que no le falta de nada, incluso pinturas rupestres. La gente que nos atendió, muy amable, el servicio perfecto, la habitación enorme y con vistas al Parque. Nos costó 65 euros con el desayuno incluido. Bollería recién hecha, tostadas, café de verdad (muy importante!), todo servido con la mayor atención. Recomendable 100% si se va en coche, pues está a 7 kilómetros de Soria. *** Imagen borrada de Tinypic *** Una vez instalados, nos acercamos a Soria. Duero, Bécquer, Machado, Alvargonzález...son nombres unidos a Soria por la historia y la leyenda. Tierra de frontera durante siglos, gracias al Duero y su muralla, tuvo doble función: de protección y de recinto destinado al pasto de la ganadería trashumante. Aún vimos por las carreteras alguna señal de CAÑADA entre miles de ellas anunciando los ciervos y corzos que podían cruzarlas. Cuando este tipo de ganadería fue desapareciendo, Soria fue declinando también su importancia económica hasta que en la Guerra de la Independencia, conquistada por los franceses, se dio orden de derribar el castillo y la muralla para impedir que éstos se hicieses fuertes. Dejamos el coche en zona de no pago (a los pies del convento de Santa Clara y restos de la muralla) y subimos caminando hacia el cementerio guiándonos por un plano de los situados por la ciudad junto a los monumentos, para ver la tumba de Leonor, la esposa de Machado, y el olmo seco al que éste le “cantó” cuando Leonor falleció. *** Imagen borrada de Tinypic *** Esta primera toma de contacto con la ciudad ya nos mostró que tal y como habíamos oído, en Soria está todo cerquita y las distancias son mínimas. El olmo está flanqueando la entrada de la Iglesia del Espino, cuya Virgen del mismo nombre es la patrona de la ciudad y unos metros más allá se encuentra la entrada al cementerio, donde unos carteles guían al visitante hasta la tumba. Me sorprendió la sencillez de ésta y su escasez de flores (después de haber visto la de Machado en Colliure, imaginé que estaría como aquella, pero claro, no es lo mismo...). Lo que sí hay es un buzón a su nombre, para que los visitantes depositen en él los escritos dirigidos a Leonor. Bajamos por la calle Caballeros hacia el centro. Era la hora del vermú y queríamos tapear por la zona de Herradores. En el camino, disfrutamos de las casas edificadas respetando los portones originales y de la Iglesia de San Juan de Rabanera, en cuyo muro hay un sepulcro mudéjar encastrado y que no pudimos ver por dentro por estar cerrada. El ábside solamente tiene dos ventanas y el precioso pórtico románico no es suyo, sino que fue trasladado aquí desde la Iglesia de San Nicolás ante el deplorable estado de conservación de ésta. *** Imagen borrada de Tinypic *** La Plaza a la que se abre, contiene también el edificio de la Diputación, con estatuas de sus ilustres sorianos flanqueándola. En Herradores nos encontramos un ambiente increíble y tomamos vermú en el Iruña antes de dirigirnos a la Plaza Mayor. De camino, bajo los soportales de El Collado, nos asomamos al Casino, fundado por la burguesía Soriana en 1848. En el interior se encuentra el acta con los socios fundadores y los poemas que Machado, miembro en 1908 y Gerardo Diego, miembro en 1921, dedicaron al lugar. En la planta de arriba se encuentra el Museo “Casa de los Poetas” que rinde homenaje, además de a Machado y Diego, a Gustavo Adolfo Bécquer. En las salas decimonónicas de la planta baja, todavía pueden verse salones con mobiliario de entonces y placas de las salas de peluquería o guardarropa. Flanqueando la entrada, Gerardo Diego toma café mientras se lee a sí mismo en una mesita de bronce. *** Imagen borrada de Tinypic *** En la Plaza Mayor nos esperaban unas cuantas bellezas. El Ayuntamiento con su escudo dividido en 12 partes, en referencia a las 12 familias nobles que repoblaron Soria en el siglo XII. *** Imagen borrada de Tinypic *** También La Fuente de los Leones del siglo XVIII; la Torre de Doña Urraca (cuenta la leyenda que Alfonso I la tuvo presa aquí una vez que discutieron); y el Arco del Cuerno, que da acceso a la calle Zapatería y que se utilizó como puerta de toriles hasta mitad del siglo pasado, ya que la plaza se utilizaba para festejos taurinos. Además, se encuentra en la Plaza la Iglesia de La Mayor, donde Antonio y Leonor se dieron el sí quiero en 1909 y en cuya puerta hay una fotografía de aquel día junto con una estatua de bronce de Leonor que reproduce la instantánea. *** Imagen borrada de Tinypic *** Comimos en el recomendadísimo en este foro Mesón Castellanos, en plena Plaza Mayor y probamos los típicos torreznos y unas exquisitas migas. No nos decepcionó para nada y cubrió nuestras expectativas con creces. Buscando la oficina de Turismo, pasando por la Alameda de Cervantes (pulmón de la ciudad de gran valor paisajístico), llegamos al rincón de Bécquer, bajo la Iglesia de San Francisco. Un agradable rincón verde con una fuente de la que brota el agua a través de varios caños desde el suelo y un monumento a la poesía con el famoso poema de Bécquer (siempre habrá poesía...) *** Imagen borrada de Tinypic *** Cogimos la furgoneta y tras pasar por la Concatedral de San Pedro (gótica con un precioso claustro de sillería y portada plateresca), nos dirigimos al Monasterio de San Juan de Duero, que yo me había imaginado de otra manera. Se me había metido a mí en la cabeza que los Arcos del Duero, como los había visto nombrar, era una especie de acueducto o yo que se. El caso es que casi nos cuesta una bronca por mi cabezonería y por poco no lo encontramos. Pero mereció la pena. Fue otra de las sorpresas del día. Se trata de un monasterio fundado por monjes venidos de Tierra Santa que trajeron gran cantidad de influencias artísticas y que plasmaron en el impresionante claustro (los Arcos de Duero, jaja). Existen arcos de medio punto, ojivales, secantes, califales...todo el arte medieval recopilado en sus cuatro lados y que se han conservado casi perfectos para mi deleite. *** Imagen borrada de Tinypic *** El sobrio interior de la pequeña Iglesia románica queda eclipsado por el claustro, pero contiene dos templetes añadidos por los caballeros Hospitalarios en el siglo XIII de influencia oriental con un altar cada uno y capiteles esculpidos de gran belleza. El entorno, sobre el río Duero y a los pies del Monte de las Ánimas (el que sirvió de base para una leyenda de Bécquer) no puede ser más bucólico. Ignorando la recomendación de la chica de la oficina de turismo cogimos la furgo para acercarnos a la ermita de San Saturio. Y digo ignorando porque ella recomendaba dar un agradable paseo de 20 minutos bordeando el Duero hasta la ermita, pero el calorcito y la pereza nos ganó. Así que lo recorrimos motorizados disfrutando de igual manera del trayecto. Saturio fue un noble visigodo que vivió en el siglo V. Al morir sus padres, decidió repartir su herencia entre los más desfavorecidos e irse a vivir como un ermitaño a esta cueva de la Sierra Peñalba, donde vivió completamente solo durante 30 años. Su recuerdo se mantuvo entre las gentes hasta que se encontraron sus restos y se decidió construir una ermita en las cuevas que habitó, y nombrarle patrón de la ciudad. *** Imagen borrada de Tinypic *** Con la visita a las grutas naturales (de abajo a arriba) nos hicimos una idea de cómo debió vivir Saturio en ellas, acompañado años después por un discípulo que oyó hablar de él, fue a conocerle y se quedó (San Prudencio, que llegó a ser obispo de Tarazona). De la vida de ambos dan cuenta los frescos que adornan las paredes de la Iglesia de planta octogonal. Las vistas al Duero desde arriba son increíbles. Otra agradable sorpresa de la que los sorianos deben estar orgullosos. En la visita descubrimos la figura del santero, como se llamó al cuidador de la ermita durante años y que siempre compartía parecido físico con el Santo, ya que vestía un sayo similar al de los frailes y además de ser calvo, llevaba barba. Hay una representación de la habitación en la que hacía su vida. *** Imagen borrada de Tinypic *** Una vez por semana salía a pedir limosna con una hucha adornada con una imagen de Saturio. Gaya Nuño escribió un libro sobre uno de estos santeros y quisimos comprar el libro al enterarnos de su crítica por la sociedad de la época. No hubo suerte, pues nos explicó un trabajador de la gruta que está descatalogado. Lo buscaremos, ya que tenía buena pinta por su carácter anecdótico y semiclandestino. La figura actual del santero, más acorde con los tiempos, ya no tiene carácter religioso. Es un funcionario del Ayuntamiento al que se le sigue llamando santero por ser todavía el encargado de abrir la cueva a los visitantes. *** Imagen borrada de Tinypic *** Tras estas sorpresas de la capital Soriana, pusimos rumbo a Numancia. En Garray, a unos pocos kilómetros, el pasado celtíbero-romano se ha quedado anclado en la historia de Soria. Numancia huele a héroes, a resistencia, a valor y asedio, pero también a inmolación y despoblamiento, a olvido y decadencia. *** Imagen borrada de Tinypic *** La ciudad fue fundada por los arévacos, un pueblo celtíbero que sufrió el asedio romano durante meses. Se cuenta que cuando Roma consiguió que el hambre y la escasez de agua hicieran rendirse a los numantinos, éstos prefirieron mayoritariamente el suicidio, y los que sobrevivieron fueron capturados como esclavos. Entrar en el yacimiento de Numancia (2,00€ por persona) provocó en mí una nostalgia infinita. Suele pasarme en este tipo de lugares. Las excavaciones han sacado a la luz cosas muy interesantes y los objetos encontrados se encuentran en el Museo Numantino. Los restos de piedras, muros y pilares me atraen como un imán y disfruté de la visita como una enana. Quedan molinos de mano, restos de varios campamentos romanos que formaron parte del asedio y dos casas reconstruidas para ayudar a comprender cómo vivían los celtíberos primero y los romanos después. *** Imagen borrada de Tinypic *** La tarde caía y el fresquito soriano hizo su aparición, así que pasamos por el hotel a ponernos ropa más calentita y nos fuimos a cenar a Almazán, que estaba tan solo a 25 minutos por autovía. La chica de la oficina de información nos había dicho que se veía rápido, así que nos pareció una buena opción para terminar el día. La entrada en la Almazán medieval, atravesando el puente llegando desde Soria, nos ofreció otra de las espectaculares vistas de este viaje. El saliente desde la muralla, suspendido sobre el Duero, con la Iglesia y el Palacio de los Hurtado de Mendoza detrás, nos puso los dientes muy largos. *** Imagen borrada de Tinypic *** Fue fácil aparcar y nos encaminamos hacia la plaza Mayor donde (sorpresa!), un grupo de jotas de Zaragoza amenizaba la tarde festiva. Es un pueblo pequeñito que efectivamente se ve pronto pero como llegamos al atardecer, no pudimos entrar a su preciosa joya románica, la Iglesia de San Miguel y nos quedamos sin disfrutar de la famosa bóveda estrellada. Así que nos sentamos en la terraza de un bar de la Plaza (finalista en un premio europeo de espacios urbanos) y disfrutamos de su cimborrio de dos cuerpos y su fantástica y sobria arquitectura exterior, mientras una cervecita y el ambientazo festivo de la Plaza nos acompañaban. *** Imagen borrada de Tinypic *** Dimos una vuelta por el pueblo para disfrutar del recinto amurallado y las puertas que siguen en pie (la de Herreros, la del Mercado y la del reloj de la Torre), del balcón suspendido sobre el río que ofrece unas magníficas vistas de la muralla, y por supuesto compramos las famosas Yemas de Almazán (exquisitas!, un terrible vicio para mantener la dieta). Además, probamos (aunque no compramos) las también famosas Paciencias de una preciosa bombonera que había sobre el mostrador de la tienda y que amablemente nos ofreció la dependienta. Tierra de conventos; de fronteras entre cristianos y musulmanes primero y entre castellanos y aragoneses después; Corte y residencia real; tierra devastada por los franceses... y aun así ha sabido conservar un abundante patrimonio para nuestro deleite, mezcolanza de los pueblos que la habitaron. Cenamos en el restaurante del hotel Villa de Almazán a la salida de la localidad, sin grandes pretensiones y agotados por tantas emociones y lo que el día había dado de sí, nos retiramos al hotel.
Al día siguiente, tras disfrutar de un copioso desayuno, salimos rumbo a Berlanga de Duero. Aquí teníamos reservado el hotel para la siguiente noche: El Villa de Berlanga. Precioso, limpio, moderno, bien situado, con un servicio exquisito, vistas fabulosas y habitaciones con nombres de las localidades cercanas. Nos costó 55€ la noche, sin desayuno pues no tienen cafetería.
Llegamos y no tenían la habitación preparada así que Lorena, la recepcionista, amablemente nos orientó sobre qué ver en la localidad y en los alrededores con una pasión increíble, tanto que no fue necesario entrar en la Oficina de Turismo! Cogió un plano y en un momento nos dio una clase magistral de turismo, rutas, caminos a evitar y otros recomendados, así como las localidades que ni sabíamos que existían y que insistió con buen ojo en que visitáramos. Se quedó con nuestro teléfono para llamarnos cuando estuviese lista la habitación y salimos a dar una vuelta con la sensación de llevar colgada del brazo a una guía turística particular. Berlanga es preciosa, me encantó. Curiosamente, solo conserva románico un tímpano en el Convento de las Concepcionistas, así que quizá por la cantidad de arte románico que hemos visto en esos días, nos gustó tanto y nos ha dejado una impresión tan honda. Comenzamos por la Colegiata que estaba frente al hotel. De transición gótica al renacimiento fue construida en tan solo cuatro años. El retablo mayor barroco es uno de los mayores exponentes de pintura hispano-flamenca. Colgado junto a la puerta de entrada, está disecado “el lagarto de Berlanga”, un caimán traído de sus viajes por Fray Tomás de Berlanga, hijo ilustre de la localidad y descubridor de las Islas Galápagos. *** Imagen borrada de Tinypic *** El paseo por Berlanga nos llevó por calles con palacetes y soportales hasta la Plaza Mayor, gran ejemplo de la arquitectura castellana. Y desde ella salimos por la Puerta de Aguilera, con una inmensa concha de Santiago y único resto de la muralla medieval. Así pudimos ver también el Rollo Gótico, la Ermita de Nuestra Señora de las Torres y el Antiguo Hospital. *** Imagen borrada de Tinypic *** Después subimos en dirección al Castillo, donde vivió el Cid. Está descuidado pero merece la pena acercarse hasta él. Una fachada renacentista perfectamente conservada, esconde detrás de sí restos del castillo del siglo XV y de la Torre del Homenaje. *** Imagen borrada de Tinypic *** Lo rodea una impresionante muralla de gruesos muros y torreones cilíndricos cuya vista desde el Paseo de la Arboleda nos dejó boquiabiertos. Este Paseo, que bordea el río Escalote, merece la pena. Se hace rápido (una media hora) y la recompensa de las vistas del castillo es inigualable. *** Imagen borrada de Tinypic *** Puesto que ya teníamos Berlanga controlada, nos dirigimos al Burgo de Osma, donde llegamos a punto para comer. A pesar de todas mis anotaciones que hablaban de lo bien que se come en esta ciudad, Antonio se encontró con un conocido de hacía muchos años al que le pidió consejo y que nos recomendó fatal. Pagamos 20,00€ por dos menús pésimos en el Mesón Engracia, del que prefiero no hablar y desde luego no recomendar. Osma fue una población romana y tras la reconquista, las gentes ocuparon un lugar próximo al que llamaron Burgo. Tiene así dos núcleos arqueológicos y monumentales: la vieja Osma (Uxama) con su castillo, puente medieval y otros restos y El Burgo de Osma, con la catedral, restos importantes de la muralla y varios edificios del siglo XVI al XIX. Tras la decepcionante comida nos dirigimos a la Catedral de la Asunción de Nuestra Señora por la porticada calle Mayor, entre soportales y edificios nobles. *** Imagen borrada de Tinypic *** La Catedral se encuentra en una preciosa plaza medieval irregular y disfrutamos de su fachada gótica y la majestuosa torre barroca tomando café mientras esperábamos que se hiciera la hora de apertura. La construcción es todo un emblema de la historia del arte, desde el románico al neoclasicismo. *** Imagen borrada de Tinypic *** La entrada costó 2,50 euros cada uno. La Catedral forma parte de la diócesis compartida con San Pedro de Soria y entre sus tesoros conserva el sepulcro de San Pedro de Osma, policromado, y con relieves que cuentan la vida y milagros del Santo. Se encuentra en la antigua Sala Capitular que formó parte de la antigua Catedral románica. El claustro tardo gótico, se construyó sobre el original románico y del que se conservan restos escultóricos. Saliendo por los restos de la muralla, por la puerta de San Miguel, hicimos algunas fotos al foso, a los pórticos y la fachada trasera de la catedral y después nos dirigimos, deshaciendo nuestros pasos, a la Plaza Mayor. Aquí se encuentra el Ayuntamiento con dos plantas con galería y el Hospital de San Agustín, barroco, con dos torres de tres cuerpos y sede la Oficina de Turismo, donde nos encontramos con la única persona “seca” de todo el viaje. Un impresentable que nos respondió con un “en ese folleto tienes lo que hay para ver aquí” y del que la señora del centro de interpretación de Uxama nos comentó que no era la primera vez que se le quejaban. De hecho en este mismo edificio se encuentra el Aula arqueológica de Uxama, que nos perdimos porque no nos lo dijo. *** Imagen borrada de Tinypic *** Con idea de llegar al Castillo de Osma y al puente romano, cogimos la furgo y nos dirigimos hacia Uxama. En la entrada, la simpática señora encargada del centro de interpretación nos dio una explicación exhaustiva sobre los restos de los asentamientos de cada época, su historia y su reconstrucción. Fue muy atenta y quedamos muy agradecidos y satisfechos por sus explicaciones, una clase magistral sobre los pobladores y las peculiaridades constructivas de cada época. Gracias a ellas entendimos mucho de lo que vimos allí. Nos contó cómo los romanos no querían el agua del río Ucero y se dedicaron a canalizarla desde la población del mismo nombre a los pies del Urbión. Los restos actuales son de la ciudad romana, pues no quedan de la celtíbera, y solamente es visitable una enorme casa de 950 metros cuadrados, con cisterna propia y varios enseres domésticos. *** Imagen borrada de Tinypic *** En Uxama nos adentramos de nuevo en el pasado celtíbero-romano de Soria, subiendo al cerro de Castro hasta la atalaya islámica que domina la llanura donde ahora está el Burgo de Osma, la propia Osma (heredera de Uxama) y la Hoz de Peñalavara, un cortado entre Uxama y el Castillo de Osma (que vimos desde arriba, así como el puente romano). En la subida a la atalaya fuimos parando en las zonas arqueológicas más destacadas, entre aljibes y cisternas (una de ellas puede visitarse descendiendo las escaleras de caracol). *** Imagen borrada de Tinypic *** La torre vigía formaba parte de una serie de atalayas que servían para controlar la frontera musulmano-cristiana y de las que vimos varias muestras en estos días. Desde lo más alto de la atalaya sacamos fotos increíbles (bueno solo yo, Antonio con su vértigo na de na, se quedó abajo donde las vistas son igual de espectaculares) y disfrutamos de la caída de la tarde y de la inmensa paz que se respiraba allá arriba, solos, en medio de la nada. *** Imagen borrada de Tinypic *** Desde Uxama se divisaba la fortaleza de Gormaz, así que podéis imaginar hacia donde nos dirigimos a continuación... La fortaleza musulmana de Gormaz, ubicada en la localidad del mismo nombre (no confundir con San Esteban de Gormaz) se construyó en los tiempos del califato de Córdoba sobre los restos de un castillo. El arco califal es de los más grandes de España. La entrada es gratuita, está bastante bien conservada la zona exterior pero lo que más merece la pena son las vistas, así como la subida hasta la fortaleza. Una parada en la Ermita de San Miguel (románica de una sola nave con ábside) a los pies de la fortaleza permite disfrutar desde abajo de toda su grandeza. Me encanta esta foto en la que me pilló despistada... *** Imagen borrada de Tinypic *** San Esteban de Gormaz se nos quedó en el tintero. Otra de esas pendientes para la próxima vez. Ahora, a toro pasado, me da bastante pena no haber visto la Iglesia románica de San Miguel, pues repasando folletos y anotaciones del viaje tiene una pinta exquisita esa galería porticada culmen del románico soriano, así que no dudéis en acercaros a verlo si tenéis ocasión. De vuelta a Berlanga, paseamos por el pueblo que estaba en plena víspera de inicio de fiesta y tenía un ambientazo brutal. En la plaza, una coral amenizaba la noche y las calles y sus gentes respiraban fiesta por todos los lados. Nos costó decidirnos sobre dónde cenar y terminamos haciéndolo en Casa Tanis, el bar contiguo a nuestro hotel regentado por gente amabilísima y que a pesar de estar conectado con el hotel no tiene nada que ver con ellos. Simplemente abrieron puerta por ofrecer un servicio a los clientes hospedados, ya que el hotel no cuenta con cafetería. La cena, la noche, el lugar, la compañía, todo exquisito...plena felicidad.
El último día comenzó (tras un buen desayuno en un bar de Berlanga) con la visita a la recomendadísima ermita de San Baudelio. Aún me emociono al recordarla... Cuanta belleza! Lo que tuvo que ser en los tiempos en que los yanquis no se habían llevado los frescos...
Esta ermita mozárabe está situada en la localidad de Casillas de Berlanga. Austera por fuera, guarda dentro dos tesoros: la columna en el centro desplegada en ocho arcos de herradura y los restos de los frescos románicos que la cubrían del suelo al techo y que en la década de 1920 fueron expoliados por los americanos sin que se hayan podido recuperar. *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Tanto nos impresionó este lugar y su terrible historia, que compramos uno de los diversos libros que allí se vendían y que narra con detalle la crónica de esa vergüenza. Desde aquí, con el estómago encogido, nos dimos una vuelta por los pueblos que Lorena nos había recomendado. Primera parada: Caltojar. Un pueblo semi abandonado, cuya Iglesia es de una belleza inaudita en mitad de la nada. Tuvimos que ir en busca de la señora que tenía la llave, que nos explicó con tristeza cómo la gente se va marchando del pueblo dejando que las casas se vengan abajo, y nos contó maravillas de la joya del pueblo, de la que se sienten orgullosos. De una monumentalidad increíble para una localidad tan pequeña, en el exterior de sillería nos llamó la atención la torre, el óculo abocinado y la portada sur, por la que accedimos al templo, con cuatro arquivoltas y un tímpano con arco geminado sin parteluz. El interior, sobrio, un púlpito con detallada decoración y varios retablos, el Mayor de gran riqueza escultórica y uno dedicado a la Virgen del Pilar que es patrona de la localidad (siendo de Zaragoza no podía dejar de nombrarla no?). Me chocaron unas espirales grabadas en los muros que parecían ser marcas de cantero. *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Cuando nos marchábamos una señora asomada a una ventana se preocupó de que no nos estuviéramos yendo sin ver la Iglesia, así que la tranquilizamos, le dijimos que por supuesto, la habíamos visto y pusimos rumbo a Rello. El camino a Rello entre desfiladeros y sabinas, es precioso. El día claro lo hacía mucho más bonito al mostrarnos el paisaje nítido, llanuras en las que no resulta difícil imaginar las batallas que se libraron entre musulmanes y cristianos por el territorio. De vez en cuando, restos de atalayas salpicando el horizonte, nos recordaban el carácter fronterizo de las tierras que recorríamos. *** Imagen borrada de Tinypic *** Y así llegamos a Rello, con vistas al llano magníficas y calles medievales en las que se ha detenido el tiempo. De etimología árabe cuenta la leyenda que aquí murió Almanzor, en la atalaya a medio camino con Bordecorex. Paseamos entre las calles solitarias, cruzándonos con las caras de otros turistas que ya habíamos visto en Caltojar, por el paseo de ronda de la muralla que aún conserva bastantes almenas, hasta los restos del castillo (el interior es inexistente, pero en los muros aún pueden verse escudos de armas y restos de matacanes). Dice el trabalenguas que “el rollo de Rello es de hierro”. Es porque no se trata de una piedra, como era habitual, sino de una bombarda del siglo XV. *** Imagen borrada de Tinypic *** El siguiente destino era Bordecorex, un pueblo tranquilo, que tenía su punto por los restos de las murallas, pero que no nos dijo mucho. Situado en lo alto de un cerro, me gustó casi más el camino que nos llevó hasta él que el pueblo en sí. Lo único destacable, la Iglesia de San Miguel (mira que quieren a este santo por estas tierras...), cuya sillería está bien conservada. Nos cruzamos con una familia que tendía su colada al sol mientras el niño jugaba con su perro ajeno a nuestra presencia. No vimos a nadie más. *** Imagen borrada de Tinypic *** Se acercaba la hora de comer, así que nos encaminamos a Calatañazor, con el cielo de un negro amenazante, nubarrones sobre las preciosas carreteras, y nuestro espíritu intacto. Goteaba cuando aparcábamos en los muros exteriores de Calatañazor, que se alza desafiante sobre la roca y sobre el río Albión. Calatañazor, donde Almanzor perdió el tambor, está rodeado de la antigua muralla (quedan varios restos, así como del foso) y es Conjunto Histórico Artístico de 1962. Cuenta la leyenda que cuando Almanzor en 1002 se retiraba a Córdoba enfermo, el conde de Castilla, Sancho García, derrotado dos años antes por Almanzor, encontró la oportunidad de batirlo. Así, se dice que en Calatañazor perdió el tambor, en referencia a la pérdida de su imbatibilidad y su derrota. Murió en agosto de 1002, sin llegar a Córdoba, en Bordecorex y fue enterrado en Medinacelli. Subimos por una empinada calle empedrada, eje de la localidad y que desemboca en la Plaza Mayor. Nos topamos con el monumento dedicado a Almanzor, con una placa en la que está escrito el poema que Gerardo Diego le dedicó. *** Imagen borrada de Tinypic *** Mientras sacábamos las fotos de rigor a Almanzor, un camarero nos ofreció un cachito de torrezno...y nos ganó. Echamos un ojo al menú y a la carta y como prometía, nos metimos para adentro, no sin antes pedir otro torrezno (estaba exquisito y era el último día...). No nos decepcionó. Comimos estupendamente eligiendo entre los platos de la carta y dejándonos aconsejar por el camarero. Lomo a la brasa, pipirrana, migas de pastor, entrecot...El vino, buenísimo también, un Picón del Rey, Ribera del Duero. Y los postres, digno final a una magnífica comida. Mousse de arroz con leche y una torrija que aún me obliga relamerme... Para bajar la comilona, dimos un paseo por Calatañazor. Nos deleitamos con la plaza Mayor donde está el Ayuntamiento; los restos del castillo (del siglo XIV o XV, aunque en la Torre del Homenaje quedan vestigios árabes en la sillería) y las vistas desde lo alto; el rollo bajo medieval (es una columna de piedra que representa la categoría administrativa en los lugares que tenían plena jurisdicción y que a veces se utilizaba para los ajusticiamientos); las preciosas calles empedradas; las casas de barro, madera de enebro y paja con puertas con postigos, con chimeneas cónicas y tejados imposibles...un placer para los sentidos. *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Esperamos a que abriese la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Castillo, mezcolanza de estilos arquitectónicos, con un bonito alfiz etrusco enmarcando el arco de medio punto de la puerta de entrada (1,50€ la entrada por persona que da acceso a la Iglesia y a su Museo). La portada románica es de decoración sencilla y tres arcos ciegos en la parte superior. *** Imagen borrada de Tinypic *** En el interior, destacar el Santo Cristo del Amparo, talla gótica de gran expresividad; así como la pila bautismal de piedra, del siglo XI, que fue desenterrada en el cementerio; y un cepillo rústico del siglo XV utilizado para la limosna. El Museo, contiene algunas curiosidades: me gustó mucho un pequeño tresillo rococó y una caja fuerte en la roca, del año 1791!! Extramuros de la localidad, dos pequeñas joyas: la Ermita de la Soledad y la Iglesia-Ermita de San Juan Bautista, junto a un inmenso campo de girasoles que hizo nuestras delicias y las de la cámara de fotos. Aun nos dirigimos hacia la Fuentona, lugar de barrancos y desfiladeros rodeados de formaciones rocosas en los alrededores del río Albión. Pero se nos hacía tarde y no sabíamos lo que podría costarnos adentrarnos en ella, así que dimos media vuelta, pusimos rumbo a Zaragoza, y dejamos que la nostalgia nos invadiera en el camino de regreso... 📊 Estadísticas de Diario ⭐ 5 (9 Votos)
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