Durante nuestra estancia en Benasque del pasado mes de agosto, cuyo relato comencé en la etapa anterior con la subida al Portillón, hicimos otras dos rutas de senderismo que nos aconsejaron, cortitas y sencillas, pero muy agradecidas por sus estupendos paisajes. Además, nos vinieron de perlas, pues hacía un calor poco frecuente en esas latitudes, con temperaturas de hasta 35 grados, lo que no animaba a emprender caminatas más largas y complicadas.
Unicación de Cerler en el mapa peninsular según Google Maps.


Ambas rutas salen de Cerler, pequeña población ubicada a unos siete kilómetros (doce minutos en coche) de Benasque, a cuyo término municipal pertenece. Se circula primero por carretera A-139, tomando después, a la derecha, la A-2617, carretera empinadísima y plagada de curvas pero con buen firme, que sube hasta el núcleo urbano y los remontes de acceso a las pistas de esquí. A medio camino hay un Mirador que ofrece unas estupendas panorámicas del Valle de Benasque, con el propio pueblo casi a nuestros pies. Un detallado panel informativo nos ofrece las correspondientes explicaciones. Merece la pena detenerse un momento en su amplio aparcamiento para contemplar las vistas.





Seguimos después hasta el centro de Cerler, que cuenta algo menos de 400 habitantes censados, aunque su población se incrementa considerablemente tanto en verano (turismo rural) como, sobre todo, en invierno, con la gran cantidad de personas que acuden a practicar el esquí y otros deportes de nieve. Y es que no en vano Cerler está considerado el pueblo más alto del Pirineo Aragonés, al estar situado a 1.540 metros de altitud sobre el nivel del mar. Aunque en los últimos años se han multiplicado los bloques de apartamentos y hoteles modernos hasta la misma base de la Estación de Esquí, todavía conserva un centro histórico bastante atractivo, con calles estrechas y antiguas casas nobles de piedra, algunas de las cuales se remontan al siglo XVI, y que aprovechamos para recorrer dando un paseo cuando terminamos la primera de nuestras caminatas. No obstante, voy a poner ahora algunas de las fotos que tomé para no dispersar la información.


Ruta de las Tres Cascadas de Cerler.
Habíamos llegado esa mañana a Benasque y, dado el calor que hacía, decidimos hacer este corto sendero por la tarde, una vez que hubiese bajado la fuerza del sol. Además, tuvimos la suerte de encontrar aparcamiento muy cerquita del punto de inicio de la ruta, en el Paseo del río Ardonés. No hay pérdida porque está indicado. Si no hay sitio, habrá que dejar el coche en el parking público de la entrada de Cerler, lo cual tampoco importaría demasiado, pues la ruta es circular y para regresar se pasa por allí; así que lo que nos ahorramos al principio, lo caminamos de más al final, aunque nos vino bien para visitar, de paso, el centro del pueblo, tal como he comentado más arriba.
Seguimos la ruta tradicional, señalizada con carteles y marcas amarillas y blancas. Su longitud es de 6.365 metros, la duración de 2 horas y 15 minutos, el desnivel de 320 metros y el grado de dificultad, fácil. Al final, los datos de nuestra copia local de wikiloc fueron similares con el siguiente perfil:


Si se va con niños pequeños o se quiere acortar la ruta por la circunstancia que sea, hay posibilidad de llegar en coche por una pista de tierra (ignoro en qué condiciones está) hasta las inmediaciones de la cascada principal. Sin embargo, merece la pena hacer la ruta completa a pie.

Tras superar un antiguo lavadero, tomamos un sendero empedrado hasta la Ermita de San Pedro Mártir, Patrón de Cerler, contemplando de camino unas curiosas formaciones geológicas en un bonito paraje de montaña, conocido como Barranco Remáscaro.





Al cabo de un rato, ya por camino de tierra, divisamos el río Ardonés, sin demasiado caudal en estas fechas por la sequía; en su otra orilla se adivina una de las tres cascadas y, al fondo, brilla como un reguero de plata la cascada principal. La vista es tan bonita que anima a seguir caminando para llegar lo más pronto posible.




Salvando algunos peñascos, cruzamos un pequeño puente y alcanzamos la base de la Cascada principal de Ardales, cuyo rugido nos sorprendió. Allí coincidimos con otras cuatro o cinco personas. Un chico inglés nos pidió que le hiciésemos una foto y él insistió en tomarnos otra a nosotros. Y tampoco perdí la ocasión de meterme -casi- debajo de la cascada. Con el calor que hacía, se agradecía el frescor del agua.





El sitio merece el paseo completo. Tiene mucho encanto. Además, a esa hora la caída de agua cambiaba de tonalidad según el agua quedase iluminada de lleno por el sol, que ya estaba bajo, o estuviera a la sombra.


Después de permanecer un ratito allí, deleitándonos con las vistas, cruzamos el río por un puente que hay en la base de la cascada para emprender el regreso, completando la ruta circular por la otra orilla. Alcanzamos unas rocas bastante resbaladizas, pero un cable de acero ayuda a sujetarse y con un poco de cuidado se pasa bien. A partir de aquí, seguimos camino con el río a nuestra izquierda.



Según avanzábamos, la cascada principal quedaba a nuestra espalda, pero yo no dejaba de volver la cabeza a menudo, ya que me atraía mucho el paisaje, iluminado por el reflejo dorado de la tarde, que iba languideciendo lentamente. Poco después, pasamos junto a la segunda de las cascadas, la del Clotet, que también presentaba un buen aspecto, aunque resulta más difícil de fotografiar de cerca que de lejos por su propia posición.


La tercera cascada, la de la Mascarada, apenas llevaba agua, tal como nos habían advertido. En adelante, el sendero de tierra es muy cómodo, recorriendo espacios abiertos con extensos pastizales. Cada vez nos alejábamos más de la cascada principal. Sin embargo, continuaba siendo una referencia, ya muy al fondo, del paisaje.

Unos paneles informativos explican que estamos en las Terrazas de Paluenga, un paraje característico de bancales mediante taludes o terrazas para el cultivo de cereales, que se llevó a cabo por los campesinos de estas tierras hasta los años 60 del siglo pasado.


Ya todo en descenso, contemplando una bonita puesta de sol sobre las montañas que teníamos de frente, continuamos por el sendero que nos llevó de vuelta a Cerler. Muy chula la caminata, pese a que una de las cascadas estuviese casi seca.

Al día siguiente, hicimos la ruta del Portillón de Benasque, cuyo relato se encuentra en la etapa anterior y su enlace más abajo.
Ruta al Rincón del Cielo y Pico Cogulla desde Cerler-Cota 2000.
La mañana de nuestro tercer día en Benasque la dedicamos a la segunda excursión cortita en Cerler, si bien esta vez tuvimos que dirigirnos al aparcamiento de la Estación de Esquí de Aramón-Cerler, ya que íbamos a tomar el telesilla El Molino (el único que funciona entre el 8 de julio y el 3 de septiembre) hasta la Cota-2000, desde donde iniciaríamos nuestro recorrido a pie. Había distintos precios, pues algunas modalidades incluían menú y ruta guiada ciertos días. Nosotros escogimos la modalidad normal, de ida y vuelta. No recuerdo el precio exacto, pero estuvo en torno a los 17 euros por persona. Aunque es una obviedad, no dejo de comentar que es preciso informarse bien de los horarios de funcionamiento, sobre todo del último de bajada (17:45 en aquel momento). En la tienda, donde se adquieren los tickets, informan de todo y proporcionan planos.

Al bajarnos del telesilla, vimos un restaurante parrilla y nos desviamos unos pocos metros hasta el Mirador Cerler 2030, donde hay un panel informativo que proporciona los nombres de la multitud de picos que teníamos enfrente.


Luego, iniciamos la ruta que teníamos prevista, un recorrido circular que combinaba el Rincón del Cielo con el Pico Cogulla, con una longitud de 5,3 kilómetros, un desnivel de unos 400 metros y una duración en torno a las tres horas, incluyendo paradas y el telesilla. El nivel de dificultad lo catalogaría como fácil (no hay ninguna complicación técnica especial, al menos con buen tiempo), si bien las dos subidas, en especial la del Pico Cogulla, son cortas pero bastante empinadas, así que es mejor tomárselo con tranquilidad. El terreno estaba seco y sin rastro de nieve. El perfil resultante en mi copia de wikiloc fue el siguiente:


Los senderos están perfectamente señalados, pero como siempre en la montaña lo mejor es consultar de antemano el itinerario en el mapa de rutas o, preferiblemente, llevar descargado un track en el teléfono móvil.


Empezamos a caminar poniendo rumbo al Rincón del Cielo, por un sendero llano que, a unos metros, gira hacia la izquierda y, casi bruscamente, empieza a empinarse que da "gusto". Subimos cada uno a nuestro ritmo, dejando a nuestra espalda un panorama espléndido, que ojeábamos de vez en cuando para recuperar fuerzas con la excusa de tomar fotos.



Al fin, apareció el banco que marca el Rincón del Cielo, situado a 2.322 metros de altitud, en el Pico Labert. Dar explicaciones no tiene mucho sentido, ya que la mayor satisfacción se consigue mirando un panorama que me cuesta describir.


A espaldas del banco, hay un lugar en alto -supongo que el Pico Labert- donde se ha instalado un panel informativo con nuevos datos sobre los picos que aparecen ante nuestros ojos, varios de más de 3.000 metros como Eriste, La Forqueta, Espadas, Perdiguero, Alba, Maladeta, Maldito, Coronas y, por supuesto, el majestuoso Aneto.



En un día tan claro, los divisábamos perfectamente y con un efecto de “puro relieve” increíble. Mis fotos no lo reflejan en absoluto.


Continuamos por un sendero casi llano hasta una bifurcación: de frente, teníamos el camino para el regreso al telesilla, a la derecha, el sendero de ascenso hasta el Pico Cogulla. Aquí, mi marido no se encontraba muy bien (el sol y el calor comenzaban a notarse con fuerza) y prefirió esperarme sentado bajo la única sombra que proporcionaba una de las columnas del telesilla.



Creo recordar que ponía 500 metros a la cumbre, pero que 500 metros… ¡Uff! El caso es que no lo parecía, pero era como si el picacho no llegase nunca, con una rampa final que, lo confieso, tuve que hacer en zig-zag. Y para alcanzar la cima aún necesité encaramarme sobre unas rocas.


No es que fuesen intimidatorias ni peligrosas, pero la cuesta me había dejado casi agotada y me parecieron las del Everest
. Y pensar que hasta allí mismo sube un telesilla en invierno… En verano, todas esas instalaciones estaban, lógicamente, paradas.


Menos mal que las vistas a 2.387 metros de altura resultan fantásticas, con la vertiente contraria al valle de Cerler también a la vista.


Aquí no había panel informativo, así que no sé describir la zona ni los picos. De nuevo, las fotos no le hacen justicia al panorama. Y menos todavía el selfie que intenté hacerme para registrar "mi logro". ¡Menudo arte! 


Ya solo quedaba emprender la bajada hasta el cruce y seguir el sendero que nos llevaría otra vez hasta el telesilla El Molino, pasando debajo de otros telesillas parados en verano. Poco a poco, el cielo se fue cubriendo de nubes, presagio del diluvio que caería por la tarde. Y es que tanto calor no era normal.


Pese al fuerte desnivel de algunos tramos de subida, se trata de una ruta muy atractiva, especialmente con un día luminoso. Además, tiene la ventaja de que se hace en media jornada, con lo cual el resto del tiempo se puede dedicar a otras actividades.


Etapas relacionadas:
-Portillón de Benasque (Huesca): Espectacular brecha entre España y Francia.
-Forau d'Aiguallut y Coll de Toro, Benasque (Huesca).
-Las Gorgas de Alba, Baños de Benasque (Huesca).
Te mando 5***** y 5 abrazos.