![]() ![]() Bretaña francesa en 8 días ✏️ Blogs de Francia
Un precioso recorrido alrededor de la Bretaña.Autor: Anaclock Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.5 (2 Votos) Índice del Diario: Bretaña francesa en 8 días
Etapas 7 a 9, total 10
Nos despertamos y un día soleado nos daba la bienvenida. Era domingo, y no teníamos contratado el desayuno en el hotel. Tras la inspección del ayer, nos dirigimos hacia la zona que había frente al castillo, donde encontraríamos desde boulangeries hasta un Carrefour abierto. Que fue allí donde compramos una botella de leche fresca, riquísima, que junto con los manjares de la boulangerie, nos aportarían energía suficiente para patear la zona.
Paseamos por sus callejuelas, y siendo cerca de las 10, los habitantes de Concarneau y otros turistas, iban haciendo acto de presencia. *** Imagen borrada de Tinypic *** Había buen ambiente, el buen clima invitaba a los transeúntes a tomar las terrazas, pasear disfrutando del despejado día y a respirar el clima comercial de marisco en las puertas de la ciudad amurallada. Un vehículo habilitado para la ocasión, vendía ostras entre otros productos típicos de la zona. *** Imagen borrada de Tinypic *** Acto seguido comenzó la ruta por el interior de la ciudad amurallada, flanqueada por el puerto. A modo de curiosidad, según leí, fue el primer puerto atunero de Europa. La ciudad se fortificó en la segunda mitad del siglo XIV, cuando en 1373 pasó de mano de los británicos, a manos de los bretones.Desde entonces todavía se conserva la piedra original de las murallas. Un ancla enorme está en el puente que sirve de pasarela para acceder al interior, y objeto de múltiples fotografías, era “la postal” que todos queríamos. *** Imagen borrada de Tinypic *** En el interior, como es costumbre y habéis podido leer a lo largo de las anteriores etapas, yacía una subciudad, Le Ville Close, en la que diversos comercios y restaurantes ofrecían sus servicios con productos típicos. Había una espectacular tienda de chocolates, que además de impactante en variedad y calidad, era carísima. ¡No pude resistir a comprar unas onzas de unas bolitas de chocolate puro! En medio del paseo de la calle principal había un banco, donde coloqué mi cámara y la dejé realizando un buen trabajo durante unos 15 minutos, mientras yo observaba a la gente pasar. Al dar la vuelta al interior y dirigirnos hacia la zona superior, descubrimos que en la entrada se habían instalado un grupo musical bretón que con dotes de auténticos juglares, donde la música celta sonaba, nuevamente viajábamos en el tiempo al medievo. Incluso cantaron una preciosa canción en castellano. Vendían cd’s con su música y nos llevamos parte de su arte en un disco de música celta (tenían varios géneros) por 10 ó 15 euros. Al subir arriba, la vista era un espectáculo, la ciudad bajo nuestra vista, callejuelas y más callejuelas adoquinadas y con tejados bajo nuestra vista; las torretas de vigilancia estaban situadas estratégicamente para controlar todos los accesos. Había una panorámica muy amplia y limpia, todo el puerto podía ser divisado, así como también el acceso tras las murallas. *** Imagen borrada de Tinypic *** Acercándonos a las 12 horas del medio día, pusimos rumbo a Quiberon, un pequeño islote unido por un estrecho paso a la Bretaña, flanqueado por la costa y sus impresionantes acantilados. Nos esperaban unos 100km de camino, pero seguro merecería la pena. Antes de llegar a destino decidimos hacer una parada para comer un bocata, ya iba siendo hora del almuerzo. Una vez en Quiberon, fuimos a la punta, a recorrer su costa más salvaje. Empieza “suave”, en una zona residencial, donde si vas a la izquierda acabarás en el puerto, y si vas a la derecha comenzarás a ver el aumento de la costa. Enseguida os daréis cuenta de dónde empieza el atractivo. Pero antes de ello, aparcamos e inspeccionamos unos 10 minutos la costa “suave”, luego hicimos una avanzadilla hasta el puerto, donde no teníamos pensado comer, ya que en la dirección opuesta se encontraba el grueso de su costa. Sin embargo un castillo aislado proporcionaba una estampa mágica, especial y de intriga. *** Imagen borrada de Tinypic *** Tomando rumbo a la derecha accedimos a un aparcamiento bastante amplio en el que había un par de restaurantes con una terraza muy bien ubicada, y también muy abarrotada. El día merecía la ocasión. El atractivo que ofrecía ese emplazamiento era un pequeño acantilado en el que se podía disfrutar del golpeo de las olas, y su veloz avance por un agosto paso que tenía su nacimiento bajo nuestros pies. *** Imagen borrada de Tinypic *** Con tanto ambiente, se nos abrió de nuevo el apetito, y quisimos sentarnos a comer en una de las terrazas, pero eran las 15 horas y no servían comida. Suerte la nuestra que saliendo de este aparcamiento, a escasos 10 metros había otro pequeño restaurante con terraza, donde pudimos comernos unos mejillones con patatas fritas y tomar unos refrescos. Acto seguido fuimos a por los acantilados, cuando divisamos a una multitud de personas en la costa, nos dimos cuenta de dónde estaba el atractivo. Estacionamos en un lateral y allí fuimos. Una gran roca emergía del mar y hacía de rompe olas antes de que impactaran en la costa. ¡Ver como las olas se comían esa inmensa roca era emocionante! El rugido lo decía todo. *** Imagen borrada de Tinypic *** Ya habíamos visto bastante y los alineamientos de Carnac nos esperaban. 30 minutos de camino nos separaban de Carnac Al llegar a Carnac fuimos directos al espectáculo natural, una alineación de megalitos donde tenías dos opciones para observar la huella más extensa en todo el mundo de lo que nos dejó el Neolítico: a pie de campo, tras el cerco levantado a inicios de los 90’ debido al riesgo que corrían con motivo de la erosión y las numerosas visitas; o desde un pequeño observatorio a unos 50 metros de distancia del cerco, pero más elevado, donde con una buena cámara podías obtener una imagen plena. *** Imagen borrada de Tinypic *** Tras la visita, y con cansancio acumulado, nuestra próxima parada era Baden, pasando por la localidad costera de Locmariaquer. Lugar donde debíamos habernos quedado a pernoctar, pero teníamos reserva en Baden. Cuando pasamos por Locmariaquer ya nos estábamos arrepintiendo, ese fue sin duda el pinchazo del viaje. Baden fue una equivocación, era domingo, y caía la noche, no había ningún tipo de servicio disponible, ni en los alrededores. Aunque hay comercios y algún restaurante en las inmediaciones, además de un Carrefour, era domingo y no había nada abierto. El alojamiento, Le Toul Broch ( al menos en domingo y en plan turista), era únicamente para hacer un alto en el viaje y descansar una noche. El hotel estaba bien acondicionado, habitación amplia y completa, parking propio y bar restaurante anexionado (pero el domingo cerrado). Teníamos un hambre bestial, y hurgando con el GPS dimos con un restaurante a escasos 5 ó 10 minutos en coche, no recuerdo como se llamaba, pero era la típica hamburguesería del pueblo que encontraríamos en España que tiene su clientela habitual. Estaba bastante concurrida por cierto. Los camareros eran muy simpáticos y atentos. Cenamos unas creppes saladas y un postre compartido. No era un espectáculo gastronómico, pero era lo que había además de tener mucha hambre. Ese fin de jornada no era el que esperábamos, aunque al llegar al hotel, pusimos la televisión, nos tumbamos en la cama y nos relajamos sin darle mayor importancia. ¡No todo iba a ser perfecto! ![]() Etapas 7 a 9, total 10
De buena mañana, duchita refrescante y desayuno en el restaurante del hotel, ya lunes se percibía algo de actividad, y rumbo a Josselín. El desayuno, siguiendo la dinámica francesa, algo pobre, pero en el “desierto” en el que nos encontrábamos, y para no tener que moverte del sitio, era bien recibido.
Nuevamente un día soleado, rumbo a Josselín, un precioso municipio de apenas 2000 habitantes que tiene unos emplazamientos encantadores, románticos y pacificadores. Para ir hacia Josselín había dos caminos, uno atravesando Vannes y otro bordeándolo. Tomaríamos el camino que lo bordea, pues Vannes es nuestro destino a final de la etapa. Por tanto iríamos por la D767 enlazando con la D778, cerca de 70 kilómetros con una hora de trayecto aproximado. Un tramo cómodo, hasta que te aproximas al radio de influencia de la ciudad de Vannes, donde ya palpas la aglomeración, y hay que ir atento a no pasarte la salida correcta. No hay que ir con prisas, estamos de vacaciones. Como en todos sitios, están los habitantes del lugar que llevan su rutina diaria, van a trabajar, a hacer sus gestiones, y siempre hay gente con prisas y poco respetuosa, que atosiga al volante. Con calma que hay que llegar y disfrutar. A nuestra llegada a Josselín, debían ser las 10:30 de la mañana quizás, nos dimos cuenta que había poca actividad. Era lunes, ¿a qué se debía? ¡Era festivo y los comercios que abrían, lo hacían más bien tarde! Como de costumbre, inspección de las inmediaciones a bordo del vehículo. FOTO La entrada al pueblo era de fácil acceso y amplia. Era como un gran recibidor. Un pueblo que como ya era costumbre en la Bretaña, te hacía viajar en el tiempo y no en el espacio, esa era la sensación en cada uno de los maravillosos lugares visitados. Estacionado el vehículo, comenzamos a caminar, teníamos un claro objetivo, el castillo de Josselín. Actualmente habitado por el decimocuarto duque de Rohan, Josselín de Rohan, también senador de Francia. *** Imagen borrada de Tinypic *** El castillo data de inicios del siglo XI, y dejó de ser habitado en el siglo XVIII, durante la revolución francesa pasó a ser una prisión y un almacén. A mediados del siglo XIX, fue restaurado y se permitieron las visitas. El horario de visitas se distribuye del siguiente modo: mediados de julio-agosto: 11h-18h; principios de abril-mediados de julio, y sep: 14h-18h. El resto del año hay que consultarlo. Cuesta 9 euros la entrada. FOTO PASEO, FLORES IGLESIA Como no contábamos con ese contratiempo, no pudimos visitarlo porque los planes no lo permitían, pero sí dimos un precioso paseo por sus alrededores, donde el río Oust marca un sendero de unos 10-12 kilómetros con vegetación y naturaleza en toda su longitud muy bonita. Un paseo digno de hacer, aunque hacerlo entero caminando es “perder” mucho tiempo, por ello, existe la posibilidad de alquilar bicicletas, ¡pero no el lunes! Totalmente recomendable, mínimo echar media hora por esa maravilla de paseo. *** Imagen borrada de Tinypic *** Callejeamos un poco por el pueblo y a la vuelta, entramos en su iglesia, La Basílica de Notre Dame,del siglo XIII; imponente construcción en la calle principal. Era de pensar, cómo podían cincelar entonces semejantes esculturas, esas gárgolas sobresalientes en cada uno de sus costados. *** Imagen borrada de Tinypic *** Hallamos también una de las pocas casas que aún se conservan de la época, el siglo XVI (año 1534), habiendo sido rehabilitada respetando la fachada originaria y sus pilares. Parece increíble que aún viva gente en tal construcción. *** Imagen borrada de Tinypic *** Finalizada nuestra incursión por Josselín, ya a la salida, gozamos de otra perspectiva del río Oust y un lateral del castillo, digna de admirar e inmortalizar! Y así lo hicimos, nos paramos, nos situamos sobre el puente que divide ambos costados y disfrutamos de la panorámica. *** Imagen borrada de Tinypic *** Desde allí pusimos rumbo a Le Rochefort en Terre, al que puedes acceder desde la carretera D4 (41 km y 38 min), la N24-N166 (47km y 36 min) y la D774 (40km y 40 min. Es un pequeño pueblo que posiciona en muy buen lugar a la bella y a la vez antigua Bretaña, un pueblo muy florecido, colorido y empedrado, en el que se respira arte natural, pintoresco. *** Imagen borrada de Tinypic *** Nada más entrar por la calle principal, nuestro reconocimiento a bordo del coche, alucinamos de lo que a nuestro paso encontramos, además vamos visualizando posibles lugares donde comer. Estacionamos en un aparcamiento público que funciona con parquímetro, situado en el “hall” del pueblo. Antes de comer, debían ser las 14 horas, hicimos una breve caminata para abrir el estómago, y con él lleno, ya inspeccionaríamos a pie. El lugar elegido, entre la variedad que había, fue Le Menestrel Sarl, no nos daba buena impresión al entrar porque estaba literalmente vacío; no así el situado enfrente. Supongo que va por días y rachas, pero nos la jugamos. ¡El camarero era el cocinero! Sinceramente no recuerdo qué cominos exactamente, pero sí es cierto que estuvo muy bueno, nos sorprendió por completo, salimos satisfechos y encima el restaurante era para nosotros solos. De ahí fuimos a por los objetivos: callejear, la iglesia y el castillo en lo alto del pueblo. Después de comer, cerca de las 16h comenzaba la actividad en los comercios, los turistas ocupaban cada hermoso rincón del pueblo. Llegados al castillo, un largo camino hacía de pasarela hasta la llegada al patio exterior y recibidor. *** Imagen borrada de Tinypic *** A la derecha, antes de llegar a las escaleras, hay una pequeña vivienda, que formaba parte del castillo, la cual fue rehabilitada y adaptada a los tiempos actuales, con una bonita terracita exterior desde donde tienes una vista inmejorable. *** Imagen borrada de Tinypic *** En el castillo, el cual data del siglo XII, tiene un patio con un pozo en medio, que lo dota, más aún si cabe, de un carácter propio de la nobleza medieval. El lugar es mágico, tranquilo y rodeado de naturaleza. *** Imagen borrada de Tinypic *** Por último fuimos a la iglesia, LA COLEGIATA DE NOTRE-DAME DE LA RONCHAYE , de aspecto exterior vetusto, gastado, con muchos años encima; donde no podías imaginar hallar semejante interior, en tan buenas condiciones. Según dicho populares, data del siglo X, en su interior podemos observar altas columnas, techos, vigas en madera y un altar de madera incrustado en una de sus columnas en otras cosas. *** Imagen borrada de Tinypic *** Finalizada la visita, pusimos rumbo a Vannes, una pequeña ciudad de poco más de 50.000 habitantes, con un precioso puerto y, como no, una ciudad amurallada. Teníamos cerca de 40 minutos de camino, y a elegir entre la carretera tipo N o las D (más rurales). Ya acumulábamos cansancio y queríamos una conducción más fluida, por lo que tomamos la N166. Al llegar a Vannes, lo primero fue dar con nuestro hotel, el hotel De France, ya en plena ciudad y con posibilidad de aparcamiento (previa reserva aconsejable) por 6 euros diarios. Totalmente recomendable. Después de hacer el check in, localizamos un supermercado donde nos haríamos con víveres para merendar y tener en la habitación. Fue un pequeño Carrefour, el GPS nos fue de gran ayuda. Habiendo repostado, fuimos a por la zona del puerto, jardines y ciudad amurallada, todo en el mismo radio de influencia y colindante uno con el otro. El muelle del puerto deportivo, divide parte de la ciudad en dos, donde a un extremo hay un paseo precioso con exposiciones de fotógrafos de ámbito internacional, muy bonito. *** Imagen borrada de Tinypic *** La antesala a la ciudad queda perimetrada por varios restaurantes/bares que forman un semicírculo. Plagados de gente, los dejamos atrás y damos un pequeño paseo por el interior, donde nuevamente viajamos al menos cinco siglos atrás, saliendo por unos de los laterales a su precioso y cuidado jardín, el cual visitaríamos a la mañana siguiente con una luz natural más bonita, pues en ese instante ya estaba cayendo el sol. *** Imagen borrada de Tinypic *** Este paseo fue breve, de reconocimiento, apenas había gente tras las murallas, sus comercios cerraban y quedaba todo inanimado. La cena, hoy tocaba fastfood, el archiconocido McDonalds sería nuestro invitado de honor en la habitación del hotel. Llegamos, pusimos la televisión, cenita, y vimos incluso la película Las Crónicas de Narnia en francés. Y de ahí, a dormir! bonne nuit! Etapas 7 a 9, total 10
(Disculpad por las fotos torcidas, la página para cargarlas, me las gira y no sé voltearlas o incluso si se puede hacer)
Amanecía un nuevo y último día en la Bretaña. El día no podía ser mejor, soleado y buena temperatura. Sin prisas pero sin pausa nos damos una ducha mañanera y picamos algo rápido de los víveres que teníamos en la habitación, para poder llegar al centro y pasear en busca de un establecimiento donde cargar baterías en condiciones. Era martes, un día de normal actividad, llegamos directos a los jardines exteriores de la ciudad amurallada, con algo de hambre, los pasamos fugazmente para acceder al tras las murallas y poder completar el desayuno. Durante el paseo dimos con un rastro de olor de pizza recién hecha, y siguiendo el camino las localizamos. Y ese fue el desayuno. Dos buenas porciones de unas espléndidas pizzas recién hechas, caseras 100% y sabrosísimas. *** Imagen borrada de Tinypic *** Continuamos nuestro camino y entramos en un mercado local donde tenían una gran variedad tanto de dulces, frutas, verduras, carnes y pescados entre otros productos gourmet. *** Imagen borrada de Tinypic *** Compramos unos gisantes tiernos para ir teniendo algo de picoteo mientras caminamos, y tranquilamente inspeccionábamos cada rincón, y entramos en la Catedral de San Pedro, del siglo XV, con un impresionante interior, como todo lo que habíamos visto hasta ahora. Cada minuto que pasaba, había más y más gente. La tónica era la misma que en toda la Bretaña, una subciudad medieval, de “zona alta”, con sus jardines y puerto. Casa del siglo XVI con entramado de madera *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** *** Imagen borrada de Tinypic *** Aprovechamos para comprar unos souvenirs y dimos nuestro último paseo por el centro del maravilloso y floreado jardín flanqueado por los altos muros y torretas de intramuros. *** Imagen borrada de Tinypic *** Ya pasado medio día, compramos unos buenos bocatas y pusimos rumbo a Nantes. Algo inesperado ocurrió en nuestro itinerario; íbamos con tiempo de sobra, y habíamos oído hablar de un pequeño municipio llamado Le Roche Bernard, de apenas 700 habitantes, con un precioso puerto construido en la desembocadura del río Vilaine. Pues allí llegamos, estacionamos en un aparcamiento de tierra bastante amplio que hay nada más entrar, y paseamos perfilando la pequeña costa hasta llegar a la zona donde estaban los barcos y había varias terrazas para comer tomar algo. *** Imagen borrada de Tinypic *** Pues decidimos sentarnos, tomar un refresco y un helado, y disfrutar de las vistas que nos ofrecía ese enclave maravilloso. Agotado nuestro tiempo y muy a nuestro pesar, tuvimos que abandonar ese idílico lugar, un lugar además muy romántico. Por tanto dejo claro que es altamente recomendable visitarlo, tanto si es la última opción o si es de las primeras, según inicies la ruta a la Bretaña. Y a ser posible, disponer de al menos dos (2) horas para disfrutarlo con calma y poder inspeccionarlo tanto desde el puerto como desde el plano superior, desde donde se aprecia con claridad el estuario del río con los barcos amarrados. *** Imagen borrada de Tinypic *** Una vez en las inmediaciones del aeropuerto, localizamos sin problemas los aparcamientos de los rent a car ( gracias al ya recomendado gps), hicimos entrega del vehículo y enseguida accedimos al interior. Como ya teníamos los deberes hechos (tarjetas de embarque impresas), únicamente teníamos que localizar la puerta de embarque, que de tan sobrados de tiempo que íbamos y vueltas que dimos, nos equivocamos. Como dato reseñable, destacamos que la oferta de hostelería era escasa y a precio de aeropuerto. Agotamos nuestros últimos víveres que llevábamos en la mochila e intenté complementarlo con una botella de agua de máquina expendedora, pero me robó los últimos dos euros de dinero en efectivo que llevaba ( no aceptaba billetes), mi gozo en un pozo. Llegada la hora, dieron el aviso de embarque, y tras estar media hora larga de pie, siendo azotados por el sol que entraba tras una enorme cristalera, subimos al avión, aunque en esta ocasión no gozaríamos de la mitad del avión vacío para ir bien estirados. Ahora estaba al completo. Y eso es todo amigos. Hasta la próxima, cualquier duda, no dudéis en contactar. Etapas 7 a 9, total 10
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