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Una semana en Roma........veinticinco años despuésAutor: Mosilva Fecha creación: ⭐ Puntos: 4 (2 Votos) Índice del Diario: ROMA ETERNA
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Etapas 4 a 6, total 7
Nuestro primer destino de la jornada era la famosísima Fontana di Trevi. Por si alguien no lo sabe, comentar que la fuente se encuentra en obras desde hace un año aproximadamente y aún le quedan algunos meses para terminar. Nosotros ya lo sabíamos, pero así y todo era una visita obligatoria. Ir a Roma y no lanzar la moneda a la Fontana........ En fin, como se puede ver en la foto, la fuente está completamente seca y andamiada, con unas vallas de metacrilato pseudotransparentes para que se pueda ver desde el exterior, y en el centro, junto a la valla, han instalado una mini fuente para que los turistas puedan echar la correspondiente moneda.
En cuanto a la fuente en sí, pues ya sabeis que ha sido protagonista de varias películas (la dolce vita, vacaciones en Roma) y que está construida en travertino a mediados del siglo XVIII. Se alimenta de un manantial que tiene una antigüedad de 2.000 años, cuyas aguas son traidas a través de un acueducto de 30 km. (aún en funcionamiento) encargado por el emperador Agripa.
[align=justify]Una vez visto de la fuente lo que se ha podido nos dirigimos hacia la segunda visita del día, la Galería Nacional de Arte Antiguo del Palazzo Barberini. El Palazzo, de estilo barroco, fue construido por Bernini y Borromini, y además de albergar una serie de cuadros excepcionales, posee el techo más grande jamás pintado fuera de una iglesia, El triunfo de la Divina Providencia de Pietro da Cortona. Entre los lienzos que se pueden admirar destaca la famosa Fornarina de Rafael, así como obras de Fra Filippo Lippi, El Greco y Caravaggio. A la salida del palazzo, nos detenemos un momento en la Piazza Barberini para fotografiar la fontana delle Api, obra de Bernini, y la fuente del Tritón, del mismo autor. Ámbas obras fueron encargos del papa Urbano VIII.
Salimos de la piazza por la Vía Barberini, que nos conduce en pocos minutos a la Iglesia de Santa María della Vittoria, construcción de estilo barroco, en la que se encuentra otra obra maestra de Bernini, el Éxtasis de Santa Teresa. Al parecer el escultor tomó como modelo a su amante, por lo que ese momento de éxtasis que copió......... Bueno, mejor me dejo de divagaciones y sigo con la planificación del día. La siguiente visita es la Iglesia de Santa María degli Angeli, en la piazza della repubblica, a dos pasos de donde estábamos. Esta iglesia se levanta sobre el emplazamiento de las termas de Diocleciano, cuyas estructuras aprovechó Miguel Ángel (fue su primer trabajo como arquitecto) para su diseño. En concreto, las doce columnas y la bóveda son originales. También es destacable una especie de reloj de sol, del siglo XVII, que se encuentra en el suelo en el interior del templo.
Para terminar la programación de la jornada, nos dirijimos a la Iglesia de San Carlo alle Quattro Fontane, situada en la via del Quirinale, para contemplar la fachada de la misma, última obra de Borromini antes de su suicidio en 1667. Desde aquí nos marchamos paseando por las calles del centro de Roma hacia nuestro apartamento, almorzar y darle un merecido descanso a nuestros maltrechos pies, que hace ya rato que lo están pidiendo a gritos. Del calor ni os hablo. Por la noche salimos para cenar, escogiendo en esta ocasión el restaurante Carlos Menta, otro de los favoritos del foro. No tuvimos practicamente que esperar nada, las mesas del exterior estaban todas ocupadas, pero en el interior quedaban algunas libres y además con el aire acondicionado se estaba mejor dentro que fuera. La comida estuvo bien, quizás los bordes de las pizzas demasiado amplios, y la cuenta aceptable, teniendo en cuenta que, como siempre, las bebidas se llevan un buen pellizco. Etapas 4 a 6, total 7
La planificación para hoy era sencilla, pues sólo estaba prevista una visita, la Galería Borghese. Teneis que tener en cuenta que no es posible comprar allí la entrada sin haberla reservado previamente por teléfono, o haberla adquirido directamente por internet. Nosotros habíamos hecho esto último, y teníamos hora de entrada a las 11:00. (Os dan a elegir a las 09:00, 11:00, 13:00, 15:00 y 17:00, y sólo se puede permanecer dentro dos horas). Os aconsejo ir con tiempo porque si se te pasa la hora en más de cinco minutos no te permiten entrar. Tanto si llevais reserva como si habeis comprado la entrada por internet, hay que ir previamente a la taquilla a mostrar el resguardo para que te den las entradas. Tampoco olvideis dejar en consigna el bolso o mochilas, porque a la hora de entrar no os dejan pasar si llevais, y teneis que volver a bajar a dejarlo a toda prisa.
Como nos cogía alejado del apartamento decidimos ir andando hasta la piazza Venezia y allí coger el autobus 160, bajar en S. Paolo del Brasile, y a unos 200 metros se encuentra la entrada del museo. A pesar de ser domingo no tuvimos que esperar mucho el autobus, y a las 10:20 ya estabamos esperando para entrar. El edificio del museo fue construido en 1613 por el cardenal Scipion Borghese, mecenas del barroco italiano, que se dedicó a reunir obras de arte. Aunque la gran mayoría de esta colección permanece aún en el museo, parte de ella se encuentra en el Louvre, debido a que Camilo Borghese cedió muchas de ellas a Napoleón Bonaparte al casarse con su hermana Pauline. No voy a decir que la compró pagando en especie....pero lo cierto es que suena a eso. El museo está dividido en dos plantas: la planta de arriba, dedicada fundamentalmente a pinacoteca, en la que podeis admirar entre otras obras de Rubens, Bellini, Tiziano, Perugino y Botticelli. La planta de abajo, que se encuentra dedicada principalmente a la escultura, aunque tampoco faltan extraordinarias pinturas, como por ejemplo una serie de seis lienzos de Caravaggio. En cuanto a las esculturas se pueden contemplar una serie de maravillosas obras de Bernini, entre las que se encuentra el Rapto de Proserpina (Fijaos en la foto el detalle de los dedos hundiendose en el muslo, parece real), así como la célebre Pauline Borghese de Canova.
Una vez terminada la visita al museo nos dirijimos a la piazza di Spagna a disfrutar del buen ambiente y continuamos el paseo por la via dei Condotti parándonos en todos los escaparates de las tiendas de lujo de esta calle (a mirar, porque nuestro poder adquisitivo no llega ni para el papel de regalo). Por la noche volvimos a repetir en el Trastévere, en este caso en otro recomendado en el foro, el restaurante Dar Poeta. Tuvimos que esperar unos veinte minutos porque había gente esperando a que le dieran mesa, pero mereció la pena. La decoración del local era sencilla pero agradable, con unos manteles de cuadros rojos que daban un ambiente “casero”; la atención de los camareros, camarera en nuestro caso, amable y rápida, y la comida muy buena, la mejor de toda la semana. Para beber pedimos una jarra de vino blanco de la casa del que no puedo opinar sobre la calidad porque no entiendo (soy más de cerveza), pero estaba muy frio y se bebía tan facilmente..... Etapas 4 a 6, total 7
La programación de este día tenía un horario un tanto especial, ya que el plato fuerte, los museos vaticanos, estaban previstos para la función de tarde (Ya os contaré el motivo), mientras que por la mañana sólo había dos visitas previstas.
Por dicho motivo, salimos un poco más tarde de lo habitual rumbo a nuestro primer destino, la Iglesia de Santa María in Aracoeli. Situada junto a los museos capitolinos, se accede a ella a través de una amplia escalera de marmol que exige una buena forma física para no llegar resoplando más de lo aconsejable. Fue construida por monjes benedictinos en los siglos IX-X, fue reformada varias veces posteriormente, como por ejemplo el pavimento perteneciente al siglo XIII. Son de destacar los frescos de Pinturrichio (Primera capilla a la derecha) y las pinturas del techo representando la batalla de Lepanto. También el bonito vestigio de fresco de la Virgen con el niño, pintado en una columna de mármol. El segundo destino, a sólo unos minutos de la piazza Venezia, era la Iglesia del Gesú. Os recomiendo de manera especial la visita de esta iglesia. Si esperarais la típica austeridad de la congregación jesuita, os sorprenderá la increible riqueza barroca de este templo, del que el altar y los frescos de bóveda, cúpula y coro son los elementos más interesantes, así como su fachada.
Con esto dimos por concluida la jornada matinal y volvimos al apartamento para hacer un almuerzo temprano, ya que queríamos estar en el Vaticano a las dos de la tarde. Como seguramente sabreis, las entradas para el Museo Vaticano se pueden comprar por internet o bien directamente en taquilla. La diferencia está en que si se compra por internet la cola para entrar es mucho más pequeña para entrar que la de los que no la tienen comprada, a cambio hay que pagar un recargo de 4 euros por entrada, a sumar a los 16 que ésta cuesta, es decir 20 euros. En el hilo del foro correspondiente a los Museos Vaticanos había varios comentarios diciendo que las colas eran principalmente por las mañanas, que ellos habían ido sobre las dos de la tarde y apenas habían tenido que esperar. Pues bien, decidimos hacer caso de estas opiniones y elegir esta opción. El resultado no fue todo lo positivo que esperábamos, tuvimos que esperar 50 minutos de cola. No dudo de que por la mañana debe ser mucho peor, lo único que habría que valorar es si hubiera compensado o no pagar el recargo. Bueno, dejemos la logística y pasemos a comentar la visita a los Museos Vaticanos. Había leido en el foro algunos comentarios sobre los MV que me habían parecido extremos, en el sentido de decir que debido a la multitud de visitantes no merecía la pena entrar. Desgraciadamente hemos descubierto que es completamente cierto. La contemplación de cualquier obra de arte, ya sea pintura, escultura, ofebrería, etc, requiere de unas condiciones mínimas ambientales que en los MV están muy lejos de cumplirse. Ya antes de pasar por las taquillas, aquello parece el terminal de un aeropuerto el primer día de vacaciones. Una vez pasadas, te ves inmerso en un río de personas que suben por las escaleras de acceso no se sabe adonde porque, excepto que alquiles la audioguía, no te dan un mísero folleto para guiarte. Una vez arriba, la señalización de los distintos museos deja mucho que desear, por lo se ve a muchas personas dando vueltas con cara de desorientación. La gran mayoría de museos del mundo cuentan con carteles indicando el sentido “sugerido” de la visita, con más motivo debería haberlos en éste habida cuenta de su tamaño. ¿Contemplar la pintura del techo de las salas?. Imposible, te atropellan doscientos japoneses. Lo del “recorrido largo” para llegar a la Capilla Sixtina, de juzgado de guardia. El ochenta por ciento del trayecto por escaleras y pasillos estrechos, con una aglomeración tal de personas que la que sufra de claustrofia lo va a pasar bastante mal. Y cuando llegas a la Capilla Sixtina....... el metro de Tokyo en hora punta. Si se te cae una moneda al suelo no puedes cogerla, porque no tienes espacio material para agacharte. En fin, si sigo no paro. En resumen, creo que el único interés de la dirección de los Museos es recaduar el máximo de dinero posible sin importarle lo más mínimo la satisfacción de los visitantes ni las condiciones de exposición de sus obras. Por último, la Basílica de San Pedro. Aquí si funcionó un consejo del foro. Entramos en la basílica a través de una puerta que hay al fondo a la derecha de la Capilla Sixtina. En teoría es sólo para grupos, pero nosotros vimos pasar a todo el mundo sin que nadie les dijera nada, así que hicimos lo mismo y nos ahorramos el volvernos a poner en cola en la Plaza de San Pedro para entrar.
Bueno, ¿Que deciros de la Basílica que no se sepa?. Sus colosales dimensiones, la Pietá de Miguel Ángel, el púlpito y el baldaquino de Bernini, y la cúpula. A la cúpula se puede subir (previo pago, claro) pero ya estábamos agotados, por lo que dimos por concluida la visita. Vuelta al apartamento para tomar una ducha reparadora y a la calle para cenar. Dando una vuelta para decidir donde entrábamos vimos un restaurante “L'Osteria del Moro” que tenía buenas críticas en el foro, nos sentamos en la terraza y cenamos pizzas y alguna pasta. No nos gustó mucho ni la comida ni la cuenta, y nos sorprendió que tuviera buenas críticas. Al dar la vuelta a la esquina encontramos la respuesta, otro restaurante llamado “L'Osteria del Moro”. Mirando la dirección confirmos que éste era el bueno, el otro se llamaba “L'Osteria del Moro” y en pequeñito “di toni”. Después nos acercamos a la isla Tiberina, donde estaban proyectando en un cine al aire libre películas italianas de época, y junto a algunas carpas con bares de copa, habían instalado un espacio para bailes de salón. En ese momento estaban bailando tangos, pero como tengo dos pies izquierdo me abstuve prudentemente de intentarlo. Etapas 4 a 6, total 7
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