RUSIA LOW COST: Una semana entre S. Petersburgo y Moscú ✏️ Blogs de Rusia8 días por nuestra cuenta en los que además de las dos principales ciudades, visitamos Suzdal y viajamos en el Flecha RojaAutor: MarinaW Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (17 Votos) Índice del Diario: RUSIA LOW COST: Una semana entre S. Petersburgo y Moscú
01: Preparativos y presupuesto
02: DIA 1: Escala en Frankfurt y llegada a San Petersburgo
03: DIA 2: Peterhoff, Fortaleza de San Pedro y primer paseo por el centro
04: DIA 3: Palacio de Catalina, Chesme Church y cena de 10
05: DIA 4: Centro de San Petersburgo y Tren Flecha Roja a Moscú
06: DIA 5: Llegada a Moscú en el Flecha Roja y pateada por el centro.
07: DIA 6: Kolomenskoye, Mercado de Izmailovo, VDNKh y mucho Metro
08: DIA 7: Armería, Catedrales del Kremlin y Cementerio de Novodevichy
09: DIA 8: Excursión a Suzdal, la joya del Anillo de Oro
10: DIA 9: Despedida y conclusiones ... y casi nuevo destino de rebote.
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Etapas 7 a 9, total 10
Un nuevo día en Moscú y muchas cosas que ver, así que primero compramos el desayuno en el 24 horas. Durante nuestra estancia me aficioné a unos yogures con sabor a helado de pistacho que eran pura gloria. Un poco de esto y aquello nos costó 186R. El primer destino era el Palacio del Zar Alexei Mikhailovich, una fiel reproducción del que fue el último palacio de madera de la época de los zares. Está situado en un enorme recinto llamado Kolomenskoye, y para verlo completo, tendréis que bajar en dos paradas de metro seguidas. Nosotros primero bajamos en Kashirskaya, en el sur de la Linea 2. Una vez fuera del metro no se ve nada “visitable”, pero hay que cruzar de frente, siguiendo el línea recta y pasando por varios pasos subterráneos hasta llegar al palacio de madera. Caminamos tranquilamente por los alrededores disfrutando del buen tiempo, con un sol que hacía resaltar aún más los colores del edificio. Regresamos al metro y bajamos en la parada de Kolomenskaya, que era la anterior. Allí tendréis que preguntar a algún transeúnte por la ubicación del parque, pero os puedo decir que saliendo del metro hay que seguir de frente caminando por la izquierda de la avenida principal. La entrada al recinto es gratuita. Se trata de un gran parque florido con pequeños restaurantes de madera, que aún estaban cerrados. Además de pasear por los aledaños, también visitamos las dos iglesias, ambas necesitadas de una reforma para estar a la altura del resto del parque. Una es la Iglesia de la Ascensión, construida para conmemorar el nacimiento de Iván “El Terrible” y junto a ella, la Iglesia de Nuestra Señora de Kazán. La verdadera razón por la que habíamos ido hasta esa parte del parque era para ver las casas de madera construidas siguiendo el patrón de las de la Rusia rural, y tengo que decir que eran de lo más acogedor para el frío invierno. Terminada la visita, regresamos al metro. Cuando llegamos a la línea circular, hicimos el cambio para dirigirnos al Mercado de Izmailovo. De camino, visitamos la estación de Paveletskaya, en la correspondencia entre las líneas 5 y 2. Ya en la línea 3, fuimos bajando en prácticamente todas las paradas, porque era cada cual mejor que la anterior. Nos gustó mucho el techo con luces circulares de Elektrozavodskaya y las estatuas de Partizanskaya, nuestro destino. Una vez fuera del metro, tenéis que dirigiros hacia la izquierda, la calle que va entre el hotel y el centro comercial que veréis. Al final, divisaréis el fantástico Mercado de Izmailovo, el mejor lugar para haceros con souvenirs y todo tipo de artículos vintage relacionados con la URSS. La imagen de su Kremlin os situará a medio camino entre “El País de las Maravillas” y un decorado de una película de caballeros y princesas. Aunque el domingo es el día más animado, el mercado se encuentra abierto todos los días de la semana de 10 a 16 y la entrada en teoría es de 10 rublos, aunque al parecer no siempre la piden porque nosotros entramos gratis. Era jueves y había algunos puestos abiertos. El domingo suponemos que estaría mucho más animado, pero seguramente la visita hubiese sido más agobiante con todos los turistas y de esta forma lo recorrimos tranquilamente a nuestro ritmo, tomando fotos y regateando. Como os digo, los souvenirs son mucho más baratos aquí que en cualquier otro lado, podéis encontrar matrioshkas grandes por 200-300R y bonitas tazas por 200-400R. La oferta gastronómica no era mucha, pero comimos estupendamente en una barbacoa. Escogimos unas enormes brochetas de salmón y cordero, ambas con su guarnición. Con las bebidas incluidas el total fue de 1350R, algo caro en comparación al resto pero muy bueno. Seguimos recorriendo un rato más el mercado para hacernos con todos los souvenirs que íbamos buscando y regresamos al metro para poner rumbo a la estación de Kurskaya y terminar de perfilar el viaje a Suzdal, lo que fue en sí mismo una experiencia. Llegamos a las taquillas de Kursky Vokzal (Kurskaya) y vimos que había unas 40 con una fila de 3-4 personas en cada una. “Esto irá ligero”, pensamos. Buenos pues a pesar de las apariencias, los 45 minutos de espera no nos los quitó nadie y eso que todos los viajeros eran rusos y hablaban el mismo idioma que la taquillera. Nosotros llevábamos escrita en ruso en el móvil la frase “¿Cuánto vale un billete en clase turista a Vladimir sobre las 7 de la mañana del sábado con vuelta a las 8pm?” Ya os conté que eran tantas y tan confusas las informaciones al respecto que queríamos tener todo bien atado antes de internarnos en la Rusia rural por nuestra cuenta. Cuando por fin nos tocaba el turno, una señora que había estado delante de nosotros nos pidió permiso para comentarle algo a la taquillera antes que nos tocara o eso deduje, porque me lo dijo en ruso. Me preguntó que si hablaba francés y le dije que español e inglés, y francés un poquito… pero eso fue suficiente para ella para seguir toda la conversación en el idioma de nuestro vecino del norte, diciendo que ella era rusa pero vivía en Toulouse y que nos ayudaría con la compra ¿Quién me iba a decir a mí que iba a rescatar mi olvidado inglés del instituto para comprar un billete de tren en Rusia? NADIE. Expliqué a la mujer que lo que queríamos y ella se entendió con la taquillera y como habíamos previsto, no era nada parecido a lo que habíamos visto en la web de ferrocarriles rusos, ni por horarios ni por precio, aunque en este punto se asemejaba más a lo leído en blogs, aunque tampoco concordaba del todo. El caso es que compramos dos billetes ida y vuelta, con la ida en tren regional y la vuelta en tren rápido, ambos trayectos en clase turista por 1175R por persona ¡Misión cumplida! Volvimos al metro y de camino al siguiente punto paramos en Komsomolskaya, probablemente la estación más bonita de todo Moscú. Paramos también en la estación Prospekt Mira. Como veis, es muy dificil dejarse alguna. Una vez hechas las pertinentes fotos, tomamos el tren de nuevo hasta llegar a la parada VDNKh, donde se encuentra el Centro Panruso de Exposiciones, una enorme explanada donde Stalin mandó construir numerosos pabellones para ensalzar los logros soviéticos. Mi monumento favorito sin duda es el de los Cosmonautas, simple y colosal, fiel a los principios de la URSS. También pudimos ver una exposición de aviones, cohetes, tanques, un gran arco triunfal y la Fuente de la Amistad de los Pueblos con su espectáculo de agua. Recorrimos todo el recinto y a la salida nos dirigimos a un gran monumento que habíamos visto a lo lejos, que resultó ser el monumento llamado “Obrero y Koljosiana”, que sostienen la hoz y el martillo. Se trata de una estructura de acero de 24 metros que presidió el pabellón ruso de la Expo de París en 1937, aunque esto no lo supimos hasta más tarde, cuando investigamos la pieza. Fue toda una sorpresa para nosotros, nos impresionó muchísimo. Teníamos algún que otro restaurante cercano para cenar pero por no andar dando más vueltas y dada la agradable temperatura que hacía, lo hicimos en uno de los puestos del parque. El que más nos convenció era uno que servía comida árabe, así que compartimos unos contundentes platos de kebab y falafel por 990R. De vuelta a nuestro hotel, nos desviamos un poco para ver las estaciones de Novoslobodskaya, con preciosas vidrieras, y Belorruskaya, que es como entrar a la sala de un museo. Por último, también paramos en Mayakovskaya, con unos arcos muy curiosos. Un día muy bien aprovechado ¿No créeis? GATOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS - Desayuno: 186R - Comida en Izmailovo: 1350R - Cena: 990R Total Gastos: 2526R (Souvenirs aparte) Etapas 7 a 9, total 10
Vamos a por otro día en Moscú empezando por el Kremlin. Como sabéis, este complejo es la sede del gobierno ruso, pero hay que tener en cuenta que alberga varios edificios civiles y religiosos y que no todos se pueden visitar. Las entradas a todos ellos son independientes, así que nosotros decidimos visitar por un lado la Amería y por otro, la Plaza de las Catedrales.
Los horarios a la Armería son bastante restringidos y fijados cada dos horas, así que para asegurar disponibilidad a la hora que queríamos lo compramos por internet (700R/persona) y ya que estábamos, también adquirimos las entradas para la Plaza de las Catedrales (350R/persona). No obstante, la cola no te la quita nadie, porque aunque te ahorres la mayor de la taquilla principal tienes que ir a las taquillas Nº 9,10,11 ó 12 con el resguardo para retirar las oficiales aunque la espera aquí sin duda es mucho menor. Lo que me cabreó es que reservamos para el acceso a las 10:00, llegamos antes de esa hora y no entramos hasta las 12:00, es decir, en el acceso siguiente. El caso es que todos los que estábamos en la cola no nos movimos durante esas 2 horas cuando deberíamos haber entrado a las 10:00. No entendemos muy bien qué pasa con las colas en Rusia, debe ser algo inherente a su propia existencia. Cuando entramos, se nos pasó el cabreo porque pudimos contemplar impresionante colección de armas, joyas, cuberterías, y trajes que los zares fueron acumulando a lo largo de la Historia, destacando por encima de toda la impresionante exposición de carruajes. Para quitar el hipo. Una vez terminada la visita, pasamos a la Plaza de las Catedrales. No hace falta salir del recinto, se puede acceder directamente desde la armería, pero os pedirán la entrada para esa sección porque está vallada. En esta plaza se sitúa la Catedral de la Anunciación, lugar de coronación de los zares; La Catedral de la Asunción, su necrópolis; La Catedral del Arcángel Miguel, que alberga la tumba de Iván el Terrible; La Catedral de los Doce Apóstoles, utilizada por el patriarca Nikon que intentó rivalizar con el zar en autoridad y La Iglesia de la Deposición del Manto, que era la utilizada por los ciudadanos. A esas alturas tuvimos que hacer un pequeño alto y es que tanto caminar le había jugado una mala pasada a mi novio, que encima había estrenado zapatillas hacía poco y tenía unas ampollas bastante incómodas. A menor ritmo, visitamos también la Campana del Zar y el Cañón Zar Pushka para cerrar el recorrido. Al salir por la Plaza Roja, no pudimos evitar pararnos de nuevo a echar unas fotos. A la salida por el lado del Museo Estatal de Historia, está la Plaza Menége, que como ya os dije tiene un centro comercial subterráneo. En las plantas más cercanas a la superficie, está la zona de restauración y nosotros íbamos en busca del restaurante My-My, uno de los que llevábamos anotados pero que aún no habíamos tenido la oportunidad de probar porque no habíamos dado con ninguno. Unas españolas de la cola nos indicaron donde estaba, así que de ese día no pasaba. Se trata de una cadena de comida típica rusa tipo self-service que se cobra por plato o por peso. Mi novio se quedó sentado guardando mesa y yo fui llenando dos bandejas con lo que me iba entrando por los ojos y la verdad es que se me fue un poco de las manos…. O no. Los de las mesas de al lado se conformaban con una sopita y un sushi para compartir… y yo cogí sushi, carne, ensalada, champiñones gratinados, blinis… de todo….. y bueno, no dejamos apenas nada. El total fue de 1750, pero aseguro que por la mitad os quedaríais servidos. Con el estómago lleno, tocaba poner rumbo al Cementerio y al Convento de Novodevichy en la estación de Sportivnaya. Para ir al convento, es necesario hacer un giro de unos 90 grados a la derecha al salid del metro y después seguir en línea recta. Poco a poco, os iréis acercando al Convento de Novodevichy. Paseamos por los alrededores antes de adentrarnos en el lugar que nos había llevado hasta allí: El Cementerio de Novodevichy, un peculiar lugar plagado de lápidas que podrían ser consideradas obras de arte, muchas pertenecientes a personajes célebres de la historia rusa y miembros de la alta sociedad. Me considero una de esas personas “raras” a las que les gusta visitar cementerios cuando viaja, pero mi novio no comparte para nada esta afición conmigo (aunque la respeta y me acompaña) y admitió que es un sitio digno de ver. A la salida del cementerio, pudimos ver de lejos la Universidad de Moscú, considerada una de las “7 Hermanas” de Stalin, aunque ya habíamos visto a las otras diseminadas por la ciudad. No nos acercamos porque el sol ya empezaba a caer y por respeto a los pies de mi novio. Regresamos al hotel y después de un rato de descanso y aseo, cerramos el día de nuevo en My-My, como si no hubiéramos tenido suficiente al medio día, aunque esta vez el homenaje fue mucho “menor “ (carne, blini de pollo, filetes rusos con patatas, triángulos de queso y dos tartas) por 1300R. Como an día siguiente nos tocaba madrugar de lo lindo, nos fuimos a la cama muy pronto y el cuerpo nos lo agradeció. Me encanta patear las ciudades cuando viajo pero os prometo que no recuerdo haber andado jamás tanto como en Rusia. GATOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS - Entrada a la Armería del Kremlin (por intentet): 1400R - Entrada a la Plaza de las Catedrales: 700R - Comida: 1750R - Cena: 1300R Total Gastos: 5150R Etapas 7 a 9, total 10
Aquí estaba le excursión pospuesta. Nuestro tren salía a las 7:30, pero teníamos clara la ruta en metro hasta la estación, que no era larga, y habíamos descansado bien. ¿Seríamos capaces de ir y volver de una Rusia más rural donde absolutamente nadie habla inglés? Veríamos. Por si acaso, llevábamos anotados en ruso las palabras “Vladimir”, nuestro destino en tren y “Suzdal”, el final. Aún nos quedaban provisiones de los días anteriores así que nos las llevamos para desayunar el en tren y fuimos en metro hasta Kurskaya no sin antes detenernos en Ploschad Revolyutsii durante el transbordo para observar sus impresionantes estatuas. Llegamos a Kursky Vozkal en Kurskaya para coger el tren. Aparte de los billetes también llevábamos una nota a mano de la señorita de la taquilla que se había molestado en resumir los detalles mas importantes: hora, andén, coche y asientos, lo cual facilitó bastante las cosas. Subimos a la planta superior y en los andenes, le enseñamos el billete a un trabajador que nos indicó perfectamente y subimos al tren. Como se trataba de un regional más lento, yo me esperaba algo más popular, pero lo cierto es que era igual o mejor que cualquier tren español. Nuevo, limpio y cómodo. Las dos horas largas de camino las pasamos entre cabezadas y miradas al paisaje. Cuando llegamos a Vladimir, nos encontramos una escena de lo más peculiar. Aquello era una verdadera estación del interior ruso, con trenes de todo tipo… aunténticas joyas ferroviarias, pero lo más curioso fue un vagón cerrado a cal y canto del que empezaron a descender varios presos a los que un grupo de perros y policías se encargaba de esposar y custodiar manteniéndolos en cuclillas. Una vez fuera de la estación, hay que dirigirse al edificio de enfrente, que es la estación de autobuses. El que va a Suzdal sale cada media hora y llegamos justo 5 minutos antes. Con la cola, nos tocó esperar al siguiente y fuimos a comprar unos snacks al supermercado de al lado por 200R. Mi novio ya se había aprendido las preguntas típicas de las cajeras al cobrar, la primera era que si quería bolsa y la segunda si iba a pagar en efectivo. Él, a esas alturas ya las contestaba en ruso y yo me partía de risa porque nadie notaba que no lo era. Los billetes nos costaron 86,50R cada uno para la ida hasta Suzdal y no esperéis que os toque ir sentados. El autobús se abarrotó de locales y turistas que apenas cabían de pie. Por suerte yo me fui al final y fui sentada tranquilamente en las escaleras de la puerta de emergencia, y mi novio decía que arriba era un agobio de calor y se tambaleaban por la conducción brusca. Una señora mayor comenzó a reírse y hablar con él en ruso, y el contestaba en español… y así se tiraron casi todo el trayecto…. Una situación absurda pero graciosísima. A saber que saldría de ahí. Cuando llegamos a la estación de Suzdal, se bajaron muchos locales pero todos los turistas íbamos con la lección aprendida y nos quedamos dentro del autobús. El conductor pasó a recoger un suplemento de 16R por persona y arrancó para dejarnos en el centro del pueblo. Bajamos en la Plaza Lenin. No llevábamos una ruta definida aunque asíamos qué era lo que había que ver, así que nos dejamos llevar. Primero paseamos entre el Monasterio Aleksandrovsky, justo al lado de donde nos dejó el autobús. En lugar de seguir por la calle Lenin, la principal, fuimos paseando entre las preciosas casitas de cuento que abarrotan el pueblo. Después de explorar un rato las calles menores, volvimos a la principal y continuamos hasta dar con el Kremlin que alberga Monasterio del Salvador y San Eutimio, que forma parte de los Monumentos considerados Patrimonio de la Humanidad en Suzdal y Vladimir. Hacía un día precioso, con un sol espléndido que realzaba todo aquel idílico paisaje. Cruzamos el río por un pequeño puente y callejeamos algo más por las calles de esa zona, que sin duda, eran las mejores. Llegamos así al Convento de la Intercisión, lugar en el que vivieron todas aquellas mujeres que fueron rechazadas por los zares.El interior irradiaba paz, un silencio sólo interrumpido por los cantos de los pájaros con un paisaje salpicado de coloridas flores contrastando con el blanco de las paredes. Una vez fuera, fuimos paseando por la orilla del río Kamekam donde observamos familias que se zambullían en sus aguas y jóvenes pescando. Así llegamos al monasterio de San Lázaro y Antipas. De vuelta en la calle Lenin buscamos un sitio para comer. El que nos pareció más típico estaba abarrotado así que nos fuimos a otro más o menos situado en el número 69 de la calle Lenin. El nombre no os lo podemos decir porque veía en ruso, pero seguro que elijáis el que elijáis, comeréis bien. La comunicación fue toda por signos, nos trajeron un menú inglés con la transcripción en ruso debajo, así que se lo señalamos al camarero. Pedimos para compartir salmón al limón, pollo a la Kieve y ensalada Kalembur, compuesta de pollo, champiñón, queso, tomate, lechuga, mayonesa y cebollino. Las racione no eran muy grandes, pero fue suficiente. Nos gustó mucho el pollo a la Kiev, que es una pechuga deshuesada y enrollada alrededor de un trozo de mantequilla con ajo, para después empanarse y hornearse. Muy, muy bueno. De postre, uno blini estilo “Suzdal” y otro de leche condensada, aunque los sabores no diferían mucho. El total fue de 1355R, bebidas incluidas. Seguimos con la ruta, esta vez, recorriendo la calle Lenin en el sentido opuesto al de la mañana y llegamos a la flamante Iglesia de San Nicolás. Uno no sabe si está en el castillo de Fantasía de Disney, en el palacio de Aladdín, las cúpulaz azules y estrelladas no dejan indiferente a nadie. Paseamos por sus idílicos alrededores, con el rio Kameka al lado y las reproducciones arquitectónicas de madera desperdigadas aquí y allá. Eran bastante parecidas a las que habíamos visto en Kolomenskoye, pero el entorno esta vez no era comparable. De vuelta al centro del pueblo, entramos a varios mercados que habrían sido ideales para visitarlos en fechas navideñas... pero sin el frio del invierno ruso. Compramos una botella de medovuja, una bebida con miel típica el la ciudad por 80R y un par de imanes para nuestra colección. Aunque nuestro tren no salía de Vladimir hasta las 8, empezamos a plantearnos la vuelta a partir de las 5 más que nada para ir con tranquilidad y no tener ningún problema. Pasamos por un parque de columpio de madera y nos quedamos en la Plaza del Mercado a la espera de autobuses. Los conductores de los 3 que paramos preguntando por Vladimir, nos mandaban por un camino que se alejaba del centro y no nos dio mucha confianza. Teníamos entendido que pasaban por esa plaza. Tras el mismo resultado otra vez, fuimos por el camino que nos indicaron y cuando vi a una señora le pregunté si sabía inglés. Con su respuesta negativa, me tocó tirar del poco ruso aprendido en esos días y dije: “Marshrutka Vladimir” (Furgoneta Vladimir). Nos indicó en la misma dirección que nos habían dicho los conductores. No teníamos muy claro hacia dónde íbamos, pero supusimos que era hacia la estación de autobuses de la mañana. Por suerte, encontramos a un par de canadienses que, móvil y GPS en mano, nos confirmaron que íbamos bien. En ese momento pasó una furgoneta y nos subimos en ella por 16R hasta la estación de la mañana, donde volvimos a sacar el billete de vuelta a Vladimir por 86,50. Todo arreglado. Llegamos a Vladimir con bastante tiempo de antelación pero gran alivio. Fuimos de nuevo a por provisiones al supermercado y nos las tomamos frente a la estación (200R). Después de merendar y descansar las piernas nos metimos en la estación y nos pusimos a explorar por los hangares y alrededores para ver todos los modelos de trenes. A la hora indicada, llegó el tren, igual de limpio y cómodo que la ida pero esta vez más rápido. Sobre las 9:30 regresamos a Moscú y fuimos en metro a la estación de Teatralnaya, la nuestra. Salimos por una salida que no era la habitual con la esperanza de ver el edificio del Bolshoy, que aún estaba pendiente, y tras un rato de desorientación dimos con él. Hay que tener cuidado con las distintas salidas de las estaciones, así como las correspondencias. La que escogimos ese día estaba a más de 500 metros de la habitual, siendo la misma estación. Antes de subir al hotel, pasamos por la sección de comidas preparadas del 24 horas y nos dimos un festín caliente en la habitación por 475R. Después, ducha y tetris de objetos en las mochilas para que nos entrara toda la ropa y souvenirs. Aquel día también caímos rendidos pero quizá algo más emocionados. Una de las cosas que más me llenan cuando viajo es llegar a remotos lugares por tu cuenta. El trayecto y preparación ya son aventuras en sí mismas, y en la mayoría de los casos surgen grandes anécdotas para el recuerdo como fue en esta ocasión, desde la señora de Toulouse ayudándome a sacar los billetes a verme en necesidad de utilizar pequeñas palabras en ruso aprendidas en estos días para volver a la estación de autobuses, pasando por nuestra exploración de los hangares de tren y el encuentro con los presos. Nos habíamos internado en una Rusia algo más profunda y menos turística y habíamos regresado con una aventura más en la mochila. Podríamos haber elegido otros pueblos del Anillo de Oro más cercanos y accesibles, pero quisimos ir al más remoto y auténtico y sin duda, había merecido la pena y no sólo por lo que habíamos visto allí. Nuestro paso por Rusia terminaba de la mejor manera. GATOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS - Billetes de tren i/v a Vladimir: 2350R - Autobús i/v Vladimir-Suzdal con suplemento al centro del pueblo: 410R - Comida: 1355R - Snacks: 400R - Cena: 475R Total Gastos: 4990R Etapas 7 a 9, total 10
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