Costa oeste en otoño con bebé ✏️ Blogs de USA

Para no ser menos empezamos con jet lag, perfecto madrugón para empezar a hacer km. Una vez recogemos todos los trastos y los dejamos en el coche, vamos a hacer el checkout a la recepción; en un momento que perdemos de vista al enano empieza a sonar la alarma de incendios. Nos giramos e Iker la había accionado y tenía la cara desencajada del susto. Son las 6 de la mañana y el recepcionista no sabía pararla, ya nos veíamos presos... de pronto apareció un chino con cara de pocos amigos y en pijama y la paró. Suponemos que era el dueño o algo porque le metió una buena bronca al chico de la recepción. Nosotros no sabíamos ni donde meternos, dejamos las llaves y abandonamos el lugar sin hacer demasiado ruido. A todo esto nadie salió de las habitaciones mientras sonaba...

Empezaba nuestro verdadero road trip. La primera parada sería en Calico y como ibamos muy bien de tiempo decidimos desayunar en Peggy Sue. Unos batidos riquisimos y una tarta de queso que tampoco tenía desperdicio. El lugar muy curioso y muy bien decorado.




Aunque Iker lo intentó con la lotería, no salimos de allí ricos; pero el estomago si que lo llevabamos bien lleno.

Muy cerquita de allí está la entrada de Calico. Aunque no habíamos leído maravillas decidimos entrar por hacer una parada entre tanto km. El pueblo se nota que está demasiado montado para el turista y es todo un decorado (contrasta muchísimo con Bodie que ya os contaré más adelante) pero está entretenido. Era lunes y era muy pronto por lo que no había nada de ambiente, ni espectáculos y lo vimos rápido. Estuvimos como una hora y lo pateamos entero. Estaba curiosa la decoración de Halloween.



La próxima parada sería en Oatman, pero se nos hizo la hora de comer por el camino por lo que paramos en el Subway de una gasolinera. El camino hasta Oatman no era muy cómodo, porque la carretera estaba un poco bacheada, pero los paisajes merecían la pena. Abandonamos el desierto de Mojave y nos adentrábamos en las formaciones rocosas y el verde que nos esperaba en Gran Cañón.

Oatman fue sin lugar a duda el sitio que más disfrutó Iker, le encantan los animales y poder tocar y jugar con los burros le fascinó. La gente nos preguntaba cómo no le daban miedo siendo tan grandes.



Oatman nos gustó mucho, un lugar muy pintoresco y con los burros paseando entre nosotros pasamos un rato muy agradable.

Ya sólo nos quedaba llegar a Kingman, atravesando por parte de la ruta 66. La carretera de salida de Oatman era espectacular, un puerto de montaña con una carretera estrecha y un precipicio que asustaba un poco.


Llegamos a Kingman y nos ubicamos en nuestro hotel, el Red Roof Inn. Simple, limpio y bien ubicado no podíamos pedir más. Para cenar fuimos al Mr Dz como no podía ser menos. Vimos la locomotora Santa Fe ya de noche y nos comimos unas pedazo hamburguesas riquísimas. Totalmente recomendable.

A dormir prontito que mañana volvía a tocar unos buenos km.

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Hoy es uno de los días grandes, llegaremos a Gran Cañón por lo que nos pegamos un buen madrugón de buen humor. Antes de las 7 estabamos en el coche ya desayunados.

La primera parada sería la Hackelberry General Store, una gasolinera abandonada con muchos iconos de la ruta 66. Tiene una tienda de regalos pero cuando llegamos aun no había abierto.

La siguiente parada fue en Seligman, el pueblo en el que está ambientada la película de Cars. Nos gustó mucho ir buscando los coches por el pueblo, pasamos un rato entretenido. Además había muchos moteros, que le daban más encanto si cabe al pueblo.





Ahora tocaba el plato fuerte hacer los km que restaban hasta llegar al Gran Cañón, hicimos una miniparada en Williams para verlo desde el coche y comprar comida.

Sobre las 13h llegamos al Gran Cañón, es tan tan grande que no se aprecia realmente su extensión. Mi primer pensamiento fue que parecía un decorado el fondo, tan opaco y sin poder definir su extensión. Esta imagen se disipió según se fue poniendo el sol; la mezcla de claros y sombras permitía ver mejor su esplendorosidad.

Hicimos la ruta del autobus y nos bajamos en todos los miradores. Los primeros hicimos andando el trayecto entre uno y otro. El paso entre los árboles es bastante agradable.




Una vez se puso completamente el sol y dimos un paseo por el village nos dirigimos a nuestro hotel Red Feather Lodge a hacer el checkin.

Tusayan es, como pudimos ver en los otros pueblos pegados a los parques, una ciudad por y para el turismo. Varios restaurantes, alguno de comida rápida, una gasolinera y un supermercado con poca variedad y caro.

Por lo que entramos al Mcdonalds a cenar algo, no nos gustó nada la variedad y fue Iker el único que cenó un Happy Meal. Le regalaron un cubo típico de Halloween, el cual luego nos vino muy bien para recoger caramelos días después.

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Hoy el día si que empieza temprano, y bastante frío. Queremos ver amanecer en el Gran Cañón, por lo que cogemos a Iker aun dormido y le metemos en el coche sobre las 6 de la mañana. La idea era que uno de los papis fuera a ver amanecer y hacer las fotos en Yaki Point para no sacar a Iker del coche con el frío que hace y evitar así despertarle, pero no nos ponemos de acuerdo por lo que decidimos ir al primer punto que se pueda llegar con el coche de la Desert View. Y así aparcamos en Mather Point.

Fue un gran acierto ya que evitamos tener que coger el shuttle y estábamos completamente solos. Aparcamos justo al lado por lo que pudimos bajar mientras Iker seguía plácidamente dormido. Luego se unió a nuestra fiesta particular y pudimos hacernos unas bonitas fotos de familia con el trípode.



Paramos en algún mirador más de la Desert View pero muy rápidamente para evitar tener que bajar a Iker, ya que luego volver al coche no le gustaba demasiado. No entiende lo de las paradas de 5 minutos para hacer una foto, él se quedaría toda la mañana en cualquiera de ellas.

Una vez abandonamos la Desert View paramos en un mirador gestionado por indios navajos (pedían la voluntad por entrar y recuerdo darles 2-3$) que tenía unas vistas espectaculares. Se ve que allí montaban puesto de venta de productos de artesanía, pero al ser tan temprano aun no había casi nada.

No nos entretuvimos demasiado ya que nuestra idea era ver Monument Valley antes de comer. Y seguimos nuestro camino. Monument Valley no lo teníamos entre los must del viaje pero nos encantó. Los paisajes hasta llegar allí son chulísimos, parece que los monolitos son pequeños pero se ven desde bastante lejos; además de que hay alguno más fuera de lo que es el parque propiamente.

La entrada cuesta 20$ por coche, no entra dentro del pase de Parques Nacionales, porque está gestionado por los indios navajos. Nos hizo meternos en una peli del oeste totalmente. Había pocos coches, no era demasiado tarde y la época del año en eso nos favorecía. Llegamos sobre las 10:30 y tardamos unas 2 horas en hacer el loop, paramos en muchísimos sitios e hicimos mil fotos. Dentro del parque llevábamos a Iker cogido en brazos para evitar tener que atarle y desatarle de la silla en cada parada; no es lo más seguro pero la velocidad que llevábamos era mínima.





Después de abandonar el parque nos dirigimos hacia Forrest Gump Point, está en la carretera que va hacia Mexican Hat y es justo en la parte superior de una gran cuesta. Hay unos apartaderos a los lados para poder dejar el coche. Luego ya toca correr para hacer la mejor foto desde el medio de la carretera.


Desandamos los km y volvimos hacia Kayenta, allí cogeríamos la carretera a Page. En el cruce de carreteras aprovechamos para echar gasolina (me regalaron un paquete de palomitas calentitas) y comimos en una especie de centro comercial pequeño. Comimos en un chino bastante bien de precio y la comida muy rica. Dentro del centro comercial había un supermercado gestionado por los indios navajos (curiosamente estaban llevando a cabo la campaña de vacunación contra la gripe, y allí estaban vacunándolos) donde compramos comida para la cena.

Llegamos a Page anocheciendo por lo que sólo pudimos hacer el checkin en el hotel Best Western Plus at Lake Powell y darnos un bañito en el jacuzzi del hotel. Que estaba super caliente pero fuera hacía muchísimo frío porque estaba en la calle. Menos mal que teníamos la habitación en la misma planta y corrimos a poner la calefacción.

Allí hicimos nuestra primera colada en suelo americano. Nunca habíamos usado una lavadora y secadora de monedas, pero fue bastante fácil. Y recoger la ropa limpia y seca de la secadora para volver a meter en la maleta no tiene precio.

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