![]() ![]() Mis escapadas por España ✏️ Blogs de España
En este diario trataré de describir algunas de las escapadas por España que he hecho y que espero seguir haciendo.Autor: Miguelang031075 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (75 Votos) Índice del Diario: Mis escapadas por España
01: Acantilados y oficios perdidos en el occidente asturiano
02: Hayedos, brañas y prehistoria en Asturias
03: Tesoros naturales y artísticos de Asturias
04: Multiaventura en el Reino de los Mallos
05: Las Cinco Villas de Aragón
06: Peripecias en los Picos de Europa
07: Paisajes y pueblos del Maestrazgo
08: Montañas y pueblos de Cantabria
09: Castillos y paisajes invernales de Soria
10: Fragas, ríos y acantilados de La Coruña
11: El valle de Benasque
12: Teruel y Albarracín
13: En torno a la vía de la Plata
14: Ponga, senderismo en la Asturias más desconocida
15: Cáceres medieval: recuperando el tiempo perdido
16: El pasado romano de Mérida
17: Cádiz: de los pueblos blancos al Atlántico
18: San Sebastián y los pueblos marineros
19: Lanzarote, la isla de César Manrique
20: Rías Bajas y Sur de Pontevedra
21: Escapada a Málaga, Ronda y Antequera
22: El Geoparque de las Villuercas
23: Tenerife, visita por el norte de la isla
24: Badajoz y la ruta de los templarios
25: Costa oriental de Cantabria y ría de Bilbao
26: Románico del norte de Palencia y reserva natural Bison Bonasus
27: Valladolid y la ruta de los castillos
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Etapas 13 a 15, total 27
En Marzo del 2007 decidimos un grupo de amigos, que nos habíamos conocido en mi viaje a Jordania, pasar un fin de semana tranquilo en los alrededores de Béjar, en Salamanca. La planificación iría sobre la marcha de la escapada, quizás hacer una ruta de senderismo y visitar algún pueblo de la zona. Reservamos un par de noches en el ALBERGUE CALIGA, prácticamente al lado de la población de Puerto de Béjar, que para quedar todo en familia pertenecía al que nos había hecho de guía en Jordania. También alquilamos un monovolumen de 9 plazas para el viaje.
El 23 de Marzo salimos de Madrid por la carretera de la Coruña con dirección a Puerto de Béjar, haciendo una paradita en Piedrahíta para estirar las piernas y zampar un poco de tortilla de patatas. Continuamos nuestro camino hacia el albergue, que estaba a pocos metros del límite con Cáceres. Nos costó trabajo localizar el desvío porque no estaba muy bien señalizado y ya era de noche, pero finalmente llegamos a buen puerto. El albergue estaba distribuido en una única planta (había sido anteriormente una residencia de la tercera edad o similar y por lo tanto no tenía barreras de accesibilidad) y era bastante funcional. Tras hacer el reparto de las habitaciones nos fuimos a cenar con el dueño del albergue a un restaurante cercano a Baños de Montemayor, EL SOLITARIO, donde estuvimos tomando unas raciones de productos típicos de la zona. ¡Y bien ricas!. Con el estómago lleno nos retiramos ya al albergue. Al día siguiente, tras el desayuno, cogimos los bártulos de senderismo y salimos dispuestos a hacer una pequeña caminata matutina. Con el albergue situado junto a la Vía de la Plata, nos venía de perlas recorrer un pequeño tramo de la calzada. Por un bosque de castaños y robles, completamente pelado, bajamos hasta el fondo del valle y alcanzamos el río Cuerpo de Hombre. Muy cerca del puente que cruzaba el río pudimos ver un miliario perfectamente conservado. Empezamos a remontar nuevamente el valle entre más robles y castaños, hasta llegar a Puerto de Béjar, donde hicimos una paradita para comer. En pocos minutos llegamos nuevamente al albergue. Después de echar la siesta nos arreglamos para bajar a Hervás, donde estuvimos dando una vueltecilla nocturna y tomando unas raciones.
![]() ![]() ![]() ![]() El Domingo, a pesar de tener que volver a Madrid aprovechamos muy bien para ver algunos pueblos. Tras dejar el albergue nos fuimos al pequeño pueblo de Granadilla, ubicado en un cerro junto a la orilla del embalse Gabriel y Galán. ![]() Esta villa fue abandonada a mediados del siglo XX al ser declarada zona inundable como consecuencia de la construcción del embalse. En 1980 fue declarada Conjunto Histórico-Artístico y 4 años después pasó a formar parte del Programa de Pueblos Abandonados, junto a Búbal y Umbralejo en Huesca y Guadalajara respectivamente. La Consejería de Educación inició un programa educativo y social en el que jóvenes de diferentes puntos de España se reunían semanalmente en Granadilla para llevar a cabo las tareas de rehabilitación y que aún hoy en día sigue en marcha
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Tras la visita de esta encantadora villa fuimos hacia Hervás, donde estuvimos recorriendo los callejones de la judería, a orillas del río Ambroz. Estrechas calles empedradas en cuesta, pasajes de apenas 1 metro de ancho, casas de 2 plantas con muros de adobe, balcones, entramados y soportales de madera, repletas de macetas. Subimos hasta la parte alta del pueblo, donde estaba la iglesia de Santa María y que resultó ser un magnífico mirador para contemplar Hervás y la sierra. Al llegar la hora de la comida fuimos al RESTAURANTE EL ALMIREZ, de muy buena calidad y donde pudimos degustar algunos platos típicos, como unas riquísimas migas.
![]() ![]() ![]() De Hervás seguimos nuestra ruta hasta el pueblo de Candelario, con unas preciosas vistas a la sierra de Béjar y Candelario, que todavía conservaba algo de nieve en las cumbres.
![]() Comenzamos a caminar junto a la ermita del Cristo del Refugio, en la Plaza del Humilladero. Lo interesante del pueblo estaba subiendo por las cuestas que salían de esta plaza con dirección a la sierra, no por los monumentos, sino por la cantidad de ejemplos de arquitectura típica serrana conservados. La mayoría de las casas eran de 3 plantas, con la última utilizada como desván para curar con hoguera los productos de la matanza. Sin embargo, el elemento diferenciador con respecto a cualquier otro pueblo eran las batipuertas, colocadas a la entrada de la mayoría de las casas. Hay diferentes teorías referentes al uso que tenían: evitar la entrada de nieve en las casas, la entrada de animales a la caza de alimentos, o defenderse de los posibles ataques de los animales antes de pasar a mejor vida convertidos en chorizos y morcillas.
![]() ![]() Además, por la calle principal por ejemplo, había una pequeña acequia que conducía el agua procedente de la sierra.
![]() ![]() Agotamos nuestros últimos minutos en Candelario merendando unos bizcochos caseros y emprendimos el regreso a Madrid, parando unos minutos en Ávila para tomar un café y despejarnos un poco. Lo que más me había gustado del fin de semana. Etapas 13 a 15, total 27
Esta escapada la realicé con un club de senderismo de Madrid en Semana Santa de 2006. Hasta pocas semanas antes no había oído hablar de este concejo asturiano y lo que me atrajo particularmente (aparte de estar en Asturias) es que era por lo visto una zona muy poco turística y bastante abrupta (como luego podría comprobar), así que no me lo pensé dos veces
![]() La meteorología de algún día y el terreno por el que transcurrirían las excursiones impedirían que en muchos momentos no tomara fotos, puesto que el terreno no era adecuado para distracciones. Debido a esto en algún caso he puesto fotos buscadas en Internet. Salimos de Madrid a las 7:30 y tras una larga retención y una posterior paradita para el desayuno en el pueblo vallisoletano de Rueda, continuamos el aburrido camino hasta aproximarnos a las montañas de León, donde el paisaje se tornó más interesante. Atravesamos el precioso paraje del embalse de Riaño y las montañas de Mampodre, divisando al fondo la espectacular panorámica nevada de las montañas palentinas y sobre todo del Espigüete ![]() Aquí atravesamos en varias ocasiones la senda del Arcediano (senda tradicional que comunicaba León con Asturias), que discurría entre un hayedo, y por supuesto escuchamos los primeros murmullos del río Sella (que nace precisamente en esta zona), para finalmente alcanzar el desfiladero de los Beyos y por lo tanto el concejo de Ponga. Hago un paréntesis para indicar que el concejo de Ponga está situado entre el concejo de Caso (perteneciente al Parque Natural de Redes) y el concejo de Amieva (perteneciente al sector occidental de Picos de Europa, al oeste y este respectivamente. Al sur queda la provincia de León y al norte los concejos asturianos de Parres y Piloña. Tiene una extensión de 206 km2. La población de Ponga es de unos 700 habitantes y está formado por varios municipios: Abiengos, Carangas, Casielles, Cazo, San Ignacio, San Juan de Beleño (la capital del concejo), Sobrefoz, Taranes y Viego. Ponga destaca por su relieve abrupto con una altitud que va de alrededor de 300 m a más de 2000, lo que hace que tenga una flora y fauna muy variada (hayas, fresnos, castaños, robles, tejos, acebos, rebecos, lobos, ciervos, zorros, nutrias, etc...). Varios desfiladeros atraviesan la comarca, siendo el más importante el de los Beyos, por el que discurre el río Sella. El otro río importante es el Ponga. Todo el concejo en sí corresponde al Parque Natural de Ponga.
Desfiladero de los Beyos Tomo prestada una cita del Marqués de Villaviciosa sobre este desfiladero, que he visto recientemente en el foro y que me ha hecho mucha gracia:
« La impresión que produce este imponente desfiladero es de terror, de angustia; el alma se oprime ante el desolado aspecto de aquellos paredones de rocas, cortados en espantable vertical a un lado y a otro, reduciendo el horizonte a una estrecha franja azul, como si estuviéramos sumergidos en un enorme pozon » Yo no sé si la descripción sería algo exagerada, pero teniendo en cuenta que la 1ª excursión del viaje comenzaba en el mismo desfiladero, que tenía bastante desnivel de subida y que a cada lado que miraba no veía otra cosa que dos paredes enormes, ciertamente estaba algo angustiado pensando en el camino por el que nos iban a meter ![]() Ruta 1: La Senda del Cartero A pleno sol y con mucho calor nos dirigimos hacia una marca roja en la roca que indicaba el inicio del camino, comenzando a subir sin tregua alguna por una senda estrecha a lo largo de una canal muy inclinada y una pedrera, casi siempre con el precipicio a poca distancia. ![]() Tras trepar por un paso rocoso más expuesto al vacío de lo deseado, seguimos ladera arriba, ya con buenas vistas panorámicas de las praderas situadas bajo las cumbres del otro lado del desfiladero. Primera paradita para hacer un descanso y tomar alguna foto, aunque pocas fueron porque me mareaba al mirar por el visor de la cámara. Hasta la llegada a la aldea de Biamón no hubo respiro, porque había más de lo mismo: senda demasiado aérea para mi gusto y pedreras. Mejor no tropezar
![]() ![]() ![]() En este tranquilo paraje, con la división de algunas montañas situadas sobre el desfiladero y las praderas, aprovechamos para comer. Habíamos dejado atrás una subida, no apta para gente con vértigo, de 400 m de desnivel en una distancia de 2 km o menos. Lo bueno de la ruta es que no había casi posibilidad de pérdida en ningún momento, porque lo “más fácil” era seguir la senda que llevábamos. El último vecino que vivió de forma continua en esta aldea, permaneció por lo visto hasta el 2001 aproximadamente. ![]() Desde este lugar hasta la aldea de Casielles, la excursión transcurrió tranquilamente por una cómoda pista de tierra que permitía el paso a todo terrenos y tractores, puesto que todavía hay hoy en día alguna huertas en terraza y ganado. Una vez que llegamos a la iglesia de Casielles había dos opciones para bajar nuevamente a la carretera: por un lado una carretera muy estrecha que bajaba por el desfiladero de los Andamios, con numerosas cascadas, y por otro lado una senda que comenzando en la aldea abandonada de La Caviella y tras numerosos zig-zags llegaba abajo del todo. ![]() Como a mí no me gusta caminar por el asfalto elegí la senda de La Caviella (aunque por lo visto la foz de los Andamios era de impresión). Comparado con el camino de subida esto era más llevadero porque al menos no te despeñabas. Aún así había que andar con calma, ya que el terreno era todo de piedras (supongo que por unos cuantos desprendimientos a lo largo de los años). En total la ruta llevó más de 4 horas de tiempo en completarla, con 8 km de distancia y 500 m de desnivel. Un auténtico rompepiernas.
![]() Por lo visto, antes de la construcción de la carretera de Casielles y Víboli, la gente se tenía que desplazar utilizando “estos caminitos”. El camino tradicional para subir hasta Biamón y Casielles era la senda que habíamos cogido en La Caviella, llamada de la Verganza. El cartero, que vivía en Biamón (y que era pariente del último vecino de la aldea), para atajar subía por el camino de la Degüera, que se quedó con el nombre de la senda del Cartero. ¡Pues vaya ganas!
![]() De aquí nos fuimos al HOSTAL HERMANOS PILAR, un pequeño hotel rural de 1* donde teníamos el alojamiento, situado en Sellaño (aldea de menos de 100 habitantes), perteneciente a la parroquia de Cazo. Un sitio de lo más tranquilo, tanto que sólo había cobertura si salías a la carretera y te ponías en medio del puente sobre el río Ponga, jajaja. Ducha, cena y a la cama. Ruta 2: Tolivia y el bosque de Peloño Al día siguiente salimos rumbo a Beleño y el Alto de Les Bedules (920 m de altitud), donde empezábamos la excursión de 18 km, desnivel de 1000 m de subida y 600 m de bajada, dificultad media-alta. El primer tramo de la excursión transcurrió sin la menor incidencia, disfrutando en un día soleado de la panorámica que teníamos del macizo occidental de Picos de Europa, con las cumbres nevadas, y por supuesto la delicia de pasear por el hayedo de Peloño ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Sólo se rompió la tranquilidad unos minutos cuando al llegar al collado Granceno (1200 m de altitud) vimos pasar un grupo como de 10 personas de excursión en quads. Sin comentarios. Bueno, en realidad uno: los deberían prohibir
![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Tras el descanso retomamos la marcha bajando hasta el fondo de la pradera, entre la maraña de helechos, hierbajos varios, árboles, saltando troncos, con algún que otro accidentado, hasta que salimos de bruces a un precipicio con vistas al valle de Sajambre (provincia de León), por el que transcurrió durante un pequeño tramo el camino. Por supuesto me entró de nuevo el miedo a la altura
![]() ![]() ![]() ![]() Caminando ya por un tramo de bosque y pradera más tranquilo llegamos a la aldea abandonada de Tolivia (700 m de altitud), situado en un paraje bastante aislado, rodeado de montañas casi por todas partes y con el Niajo de vigía.
Esta aldea estuvo habitada hasta 1985, cuando su última habitante lo abandonó para casarse en Cangas de Onís. Quedar no quedaba mucho. Prácticamente todas las casas estaban tomadas por la vegetación. Destacaba un hórreo y una pequeña ermita. A partir de aquí comenzaba el tramo de la ruta que más suspicacias me producía (más después de cómo habían sido los últimos km), puesto que el resumen del viaje indicaba lo siguiente :
«La salida del pueblo la haremos hacia el desfiladero de los Beyos por el “camino principal”, ciclópea obra que hicieron los vecinos para garantizar su comunicación con el exterior» ![]() ![]() ![]() Salimos de Tolivia cuesta arriba en dirección a la ermita, y justo al dar la vuelta...., ahí estaba el desfiladero de los Beyos , visto desde 400 de altura sobre la carretera, y un sendero de no más de medio metro de anchura, que bordeando siempre una ladera bastante vertical, bajaba en numerosas revueltas. Según la documentación, en numerosos puntos estaba sujeto por muros de contención de piedra hechos por los habitantes de la aldea. Toda una obra de chinos. El caso es que la visión de este panorama me causó cierta angustia y bloqueo, un caminar titubeante y con temblor de piernas. Mucho se debía notar, porque el guía se percató de mis miedos y no se le ocurrió mejor solución que.....agarrarme de la tira que llevan las mochilas para colgarlas en una percha, jajajaja. Así, bien sujeto, con buena letra y despacito, comencé a bajar a la cabeza de grupo, sin mirar un solo segundo al precipicio. De vez en cuando me decía que parara, porque claro, no estaba disfrutando nada el paisaje (que hay que reconocer que era espectacular) y estaba en tensión en todo momento
![]() ![]() ![]() Es posible que la bajada de Tolivia para otra persona hubiera sido de lo más normal (el sendero en sí no era difícil, tan sólo estrecho y demasiado aéreo en la parte superior), pero para alguien con vértigo no era un trago agradable de pasar (fueron unos 4 km) y menos en descenso. A los que tenemos este “problemilla” preferimos mirar siempre hacia arriba y no tener que ver lo que va quedando debajo. En cualquier caso la excursión había merecido la pena, y pese al miedo, desde el principio hasta el final, por los lugares tan aislados por los que habíamos pasado. También decir, que aunque la excursión completa posiblemente es irrealizable salvo que tengas muchos conocimientos de montaña o vayas con guía, sí que se puede hacer sin problema el camino del monte Peloño y el de Tolivia. Está bien marcado el camino y no son demasiados km.
Tras acabar la excursión nos dirigimos ya al hotel para arreglarnos, cenar y dormir (no había mucho que hacer en la zona, si acaso dar un paseillo por los alrededores). Ruta 3: El pueblo abandonado de Valle Moro Después del palizón del día anterior, la siguiente excursión no iba a ser un mero trámite de descanso
![]() ![]() Salimos de Sellaño hacia el balneario de Mestas. Con muchas dificultades y tras unas cuantas maniobras el autocar pudo coger la carretera que se dirigía hacia el pueblo de Taranes (560 m de altitud). Este pueblo se sitúa en la falda del cordal que separa Ponga del vecino concejo de Caso, perteneciente al Parque Natural de Redes. Al amparo de los picos Tiatordos y peña Taranes, salimos caminando del pueblo por un camino carretero bien empinado, de los que hay que tomarse con calma, y a pleno sol para variar, hasta llegar al collado de Taranes (1078 m de altitud), donde aparte de los picos anteriores pudimos contemplar una linda panorámica de los Picos de Europa. También había una fuente para rellenar las cantimploras. Como anécdota de lo abrupto de los picos, nos contaba el guía que no hacía mucho tiempo habían tenido que rescatar con helicóptero a unas vacas, que desorientadas, habían quedado aisladas en una canal sin posibilidad de avance ni retroceso. ¿Pagaría el ganadero el rescate en especie vacuna?. De ahí continuamos caminando por otra hora hasta el collado y las fuentes de Llúes, con una preciosa visión no sólo de Ponga, sino también de la sierra del Sueve, situada más al norte. Paramos a comer en una idílica pradera con una manada de caballos pastando. Eso y alguno también entretenido en otros menesteres con una yegua. Menudos relinchos que se escuchaban, incrementados por la sonoridad del sitio. Fue en este punto donde el grupo más flojo regresaría a Taranes, mientras que el resto continuaría hasta Sellaño. Tras mucho dudarlo me uní a este último grupo. ![]() ![]() ![]() Nuestro siguiente objetivo era la aldea abandonada de Valle Moro, ubicada en la profundidad del valle. Partimos de las praderas por una pista forestal en más o menos buen estado, aunque algo embarrada, cuesta abajo, sin demasiados rastros de la aldea a la que nos encaminábamos, al estar su visión bastante disimulada por un profundo bosque (supongo que un hayedo o un robledal). El paseo se hizo muy ameno por este solitario lugar (a pesar de que en el camino habíamos visto alguna cabaña no nos habíamos encontrado con nadie) y en una hora u hora y pico llegamos al fondo. ![]() ![]() Tras cruzar un par de riachuelos (550 m de altitud) empezamos a remontar la ladera por un arroyo seco hacia Valle Moro. Esto se empezaba a parecer a una montaña rusa: unas veces abajo y otras arriba. Para mayor fastidio empezó a chispear, lo que sería ya una tónica el resto de la ruta, con más o menos intensidad. Llegando ya a las casas empezaron a escucharse los ladridos de un perro. Y yo pensando para mí mismo: “Verás como hay por aquí algún perro grande asalvajado campando a sus anchas y nos muerde a alguno”. Gracias a Dios el perro tenía por dueño a un pastor que estaba con su ganado. Pasaba por allí también una familia que me parece que andaba algo despistada y nuestro guía se ofreció a que si nos acompañaba los llevaba luego de regreso a Taranes.
![]() Al llegar a lo más alto del pueblo se abrió ante nuestros ojos otro nuevo valle que también teníamos que recorrer. Aquí ya el vértigo empezó a dar sus primeras señales ![]() Después de pasar otro mal trago ![]() ![]() ![]() ¿Y qué me entró aquí por vigésima vez? Correcto, el vértigo, porque el senderín bordeaba una ladera demasiado vertical y estaba repleto de hojas. Caminando iba con mis cavilaciones cuando de pronto grité “¡Ay!” y un fuerte dolor me vino a la cabeza
![]() Como las cosas no podían ir a peor por lo menos paró de llover y así el sendero de bajada hasta el arroyo Semeldón no se hizo peligroso. Caminar por un sendero junto al río con toda la vegetación de ribera fue todo un placer y una experiencia bastante más tranquila, tan sólo interrumpida en una ocasión por un puente un tanto especial que tuvimos que cruzar. A ver, el puente en cuestión era una pasarela con tronquillos de madera de un metro de anchura y sin barandillas (como un tablón), situada a varios metros sobre el cauce del río y resbaladiza por la humedad. Al grupo de 15 que éramos nos llevó un buen rato cruzar (y eso que eran menos de 10 m, quizás sólo 5 ó 6), siguiendo instrucciones, porque no era como para correr, cada uno de la mejor manera posible. Yo copié el ejemplo de ir con el centro de gravedad lo más cerca posible de la pasarela (en cuclillas, jajaja). Y es que yo puedo caminar todo lo que sea cuesta arriba y abajo, pero cuando intuyo una situación que huele a “rotura de la crisma” ya pierdo el sentido. Tras esto, ya el resto del camino no tuvo más misterio y por fin, después de al menos 9 horas llegamos a la entrada del hotel. Con el mal tiempo se hizo bastante más duro de lo que era de por sí. El tramo del collado Semeldón hasta Sellaño está marcado como PR-212. (Fotos obtenidas de Internet) PR.AS-212 Allí el resto de compañeros que no habían hecho la excursión completa estaban degustando unas ricas sidrinas. Me pregunto que pensaría de la ruta el matrimonio con la hija que sin comerlo ni beberlo nos había acompañado. Las siguientes horas fueron naturalmente para contar las múltiples batallitas (que aunque sólo habían sido unas pocas horas es como si hubiera pasado muchísimo más tiempo), arreglarse y cenar con ganas.
Ruta 4: La aldea abandonada de Rubriellos Llegaba por fin el último día y la ruta que estaba prevista, la Mota Cetín, no era posible hacerla por seguridad y por falta de visibilidad, al haber llovido la noche anterior y amanecer el día malo . Tras el desayuno nos marchamos a Puente Vidosa, en el desfiladero de los Beyos. Aquí hay un hotel bastante majo pero el motivo de la parada fue ver la cascada de Aguasalió, que va directamente al Sella y luego hacer una rutita hasta la aldea de Rubriellos (Las fotos son de Internet, pero reflejan lo que ví en esta excursión). ![]() La aldea de Rubriellos, perteneciente a la parroquia de San Ignacio, está situada sobre una especie de escalón que hace el desfiladero de los Beyos, en el lado opuesto al de Biamón y Casielles. Después de ver la cascada seguimos por el sendero, que ahora sí, con buena pendiente, iba zig-zagueando continuamente, entre hayas, helechos, musgos y mucho barro (estaba llovizneando otra vez) y de vez en cuando asomándose al desfiladero. Creía que llegábamos ya a las primeras casas, pero todavía nos quedaba una subida igual de dura que la anterior. En total una hora pico hasta que llegamos a lo más alto de la aldea. No me puedo hacer a la idea de cómo podían tener cultivo y animales en aquel territorio, si en cuanto dabas 4 pasos por la aldea ya podías saltar al desfiladero. Las casas al igual que en el resto de los despoblados que habíamos visto, no se encontraban en muy buen estado que digamos. Rubriellos Seguimos andando hasta el final de la aldea a un punto que ya se estaba estrechando “el escalón” alarmantemente para mi gusto y pensaba, “¡Verás tú donde nos vamos a meter!”. Por suerte para mi vértigo de ahí no pasamos. La vuelta a Puente Vidosa fue por el mismo camino y resultó algo más complicada. Los musgos, los cantos rodados húmedos del sendero y el propio barro, convertían el sendero a veces en una pista de patinaje y alguno que otro terminó por los suelos. La rutita no estuvo nada mal al final: 3 horitas y unos 300 m de desnivel. Una vez todos abajo regresamos por última vez al hotel que había sido nuestra base durante 3 noches para degustar una comida típica. Tras esto sólo nos quedaba el largo regreso hasta Madrid. Sin dudarlo, el viaje había merecido la pena, ya no sólo por los paisajes, que no defraudan nunca en Asturias, sino por conocer esas pequeñas aldeas en las que hasta no hace mucho tiempo había vivido la gente en Ponga y los senderos tan complicados por los que se veían obligados a desplazarse. Un balance positivo a pesar de mis miedos.
A modo de resumen indico éstas y otras rutas de senderismo que se pueden hacer en el concejo:
1. Senda del Cartero (Degüera), bajando al desfiladero de los Beyos por el camino de la Verganza, la foz de los Andamios o bien regresando por el mismo camino. 2. Pico Tiatordos 3. Puerto de Ventaniella 4. Bosque de Peloño 5. Aldea abandonada de Tolivia: Estas dos últimas se pueden conectar tal y como en la excursión que hice, pero hay que llevar mapa. 6. Camino a Valle Moro: Igualmente se puede enlazar con el PR Semeldón-Sellaño, pero el camino intermedio está bastante perdido. 7. Pico Cunio 8. Pico Pierzu 9. Peña Ten 10. Mota Cetín 11. Aldea abandonada de Rubriellos 12. Puerto de Arcenorio 13. PR-212 Sellaño-Semeldón Página web con información del Concejo de Ponga Etapas 13 a 15, total 27
Cuando a finales del año 2007 estuve en la comarca de los Oscos (Asturias), no podía imaginarme que iba a ser el último viaje que haría en más de dos años, y es que a raíz de una lesión deportiva descubrí una enfermedad que me afectaba a la movilidad y que me obligó a estar de baja médica durante un año y medio
![]() Con este panorama, después de más de 2 años en sequía viajera, me planteé realizar una escapada de fin de semana y así comprobar cómo me encontraba, utilizando las muletas, puesto que sin ellas mi autonomía se reduce a máximo 10 minutos. El destino elegido, lo más asequible a mis condiciones: Cáceres. Hacía tiempo había estado de pasada en esta ciudad y me había parecido tiempo insuficiente. Por otra parte y la más importante, por lo que recordaba era una ciudad cuyo casco antiguo no era demasiado grande y estaba concentrado. En cuanto a las reservas realizadas, a través del buscador Atrápalo elegí el hotel Casa don Fernando, por las buenas opiniones que tenía, pero principalmente por estar ubicado en la misma Plaza Mayor, de manera que así tuviera que andar lo menos posible para entrar en la zona histórica. El hotel me costó 173 E por dos noches, sólo alojamiento. La información turística sobre Cáceres la obtuve entre el foro de Los Viajeros y la página web de turismo, turismo.caceres.es. El Viernes 26 de Marzo cogimos un tren desde Atocha Cercanías, llegando a nuestro destino en 3 horas y media de viaje soporífero en una tartana y en pocos minutos más en taxi al hotel. Por el camino, viendo las cuestas que había por la zona de la Judería Nueva antes de llegar a la Plaza Mayor, ya me iba preguntando -¿dónde te has metido?. Llegamos al hotel y pudimos comprobar que la ubicación era excepcional, puesto que no sólo estaba en la Plaza Mayor, sino que en frente tenía una de las imágenes más conocidas, a saber: el Arco de la Estrella, la Ermita de la Paz y la Torre Bujaco. ![]() El hotel, en un edificio del siglo XIX, estaba decorado con bastante encanto, muy especialmente las escaleras, y tenía un pequeño rincón con unos cuantos libros sobre Extremadura. También me pareció curioso y sobre todo ahorrativo que tuviera sensor de movimiento para encender la luz. La habitación que nos asignaron era más bien pequeña, pero suficientemente cómoda y con vistas a la Plaza Mayor ![]() ![]() ![]() ![]() Tras acomodar las cosas bajamos a la calle para cenar algo. Aunque en la Plaza Mayor no faltan los bares, salimos de ella por un lateral y fuimos a la cafetería Moanín. En este bar tenían un buen surtido de “tostas”, a no más de 3 euros, y de raciones por entre 7-8 euros. Al final, por un par de raciones, refrescos y una “tosta”, un total de 18 euros y por el tamaño y precio de los platos, alguno hubiera sido innecesario. Tras esto, un heladito en la franquicia Yoghourt y a la cama. Al día siguiente, para desayunar, aunque en todos (o la mayoría) los bares de la Plaza Mayor servían tostadas, churros e incluso migas (ya hay que tener ganas), elegimos la cafetería del hotel para desayunar, aún no teniéndolo incluido. Por 7.5 E teníamos buffet con embutidos, fruta, yogur, zumo, bollería, churros (en Domingo), panes, mantequilla,….Aunque no muy amplio, sí suficiente para quedarse más que satisfecho y con productos de calidad. A continuación fuimos ya directamente a la oficina de turismo, donde pedí un mapa monumental de la zona. Tras las fotos de rigor en la Plaza Mayor a todos los edificios habidos y por haber, empezamos el recorrido pasando a la zona intramuros por el Arco de la Estrella, acompañado de mis inseparables muletas. ![]() ![]() ![]() La parte más importante del casco histórico se encuentra rodeado (no en su totalidad) por una muralla de época almohade, del siglo XII, aunque hay otra parte que queda en el exterior, como por ejemplo la Judería Nueva (esta zona no me dio tiempo a verla, que yo no daba más de sí). El primer monumento al que nos dirigimos fue la Torre Bujaco, anexa a la muralla. Tras informarme de la cantidad de tramos de escaleras que había que subir y de las zonas de descanso, me animé finalmente a pagar la entrada (de 2 euros si no me falla la memoria) y hacer la visita. Tras un primer tramo de quizás unos 15-20 peldaños ya estábamos en la muralla, donde se empezaban a vislumbrar algunos monumentos y torres de la propia muralla. Aquí estuve un buen rato tratando de inmortalizar alguna cigüeña (de las muchas que había en los tejados) que se dejara cazar en pleno vuelo. Con otro tramo de escaleras mucho menor entramos en la torre propiamente dicha. En el interior hay una pequeña exposición con paneles informativos de la historia de Cáceres. Lo que fundamentalmente se explica en éstos, son los distintos asentamientos y culturas que se han sucedido a lo largo de la historia en la ciudad (vacceos, romanos, visigodos, árabes, cristianos, judíos) y las actividades económicas en las que se basaba su subsistencia.
![]() ![]() ![]() Después de esto, subimos por el último tramo de escaleras (también de unos 10 peldaños o así) - un tanto estrechas - , hasta lo más alto de la torre. Es esta parte por lo que la considero una visita imprescindible para hacerse una idea de la ciudad antigua, puesto que está a una altura tal que permite obtener una panorámica aérea de 360º observando los principales monumentos. Para ayudar a descubrir los más importantes monumentos, hay dos mesas de orientación. De esta manera se puede ver desde la Plaza Mayor con el Ayuntamiento, situados a los pies de la torre, hasta el Palacio Episcopal, Palacio de Toledo-Moctezuma, Concatedral de Santa María, Palacio de los Golfines de Abajo, Iglesia de San Francisco Javier, Palacio de los Veletas y un largo etcétera. Al bajar de la torre, seguimos dando un paseo por la muralla, pero vamos, que en 5 minutos se hace. El tramo que se visita es más o menos como el que se podía recorrer en la ciudad de Ávila junto a la catedral. En definitiva, una visita idónea para hacerse una primera idea de Cáceres.
![]() ![]() ![]() ![]() Después de bajar de la Torre de Bujaco y tras un merecido descanso, continuamos subiendo por la calle del Arco de la Estrella, hasta llegar a la Plaza de Santa María, donde la primera idea era visitar la concatedral que lleva el mismo nombre. Sin embargo, tuvimos que desecharla por el momento por celebrarse seguidamente una boda, que por el aspecto de los invitados y de algunos coches, debía ser un bodorrio de alto postín, así que nos dedicamos por un rato a la contemplación de la fauna local ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() A continuación nos dirigimos a la adyacente calle de la Amargura (bonito nombre) para ver el Palacio de Carvajal, sede actual del Patronato de Turismo. En el interior hay una maqueta de la ciudad amurallada, una exposición de fotografía en el patio renacentista y un conjunto de salas en las que hay paneles informativos y maquetas de las diferentes comarcas de la provincia, lo que es sin duda una forma inmejorable de conocer todo lo que tiene que ofrecer. Sin embargo, si hay algo que me gustó sobre manera de este palacio, fue el jardín que alberga y la vista que ofrece sobre el palacio, así que no pudimos menos que permanecer allí en silencio un ratillo, alterado por el sonido de la música de unos cantantes de flamenco ambulantes que había en la Plaza de Santa María y por un grupo enorme de gente haciendo una visita guiada que entró repentinamente
![]() ![]() ![]() ![]() Al salir del Palacio de Carvajal estuvimos haciendo unas fotos por las calles aledañas de la concatedral y seguimos hacia el Palacio de los Golfines de Abajo (sin duda de los palacios que vimos con más detalles en la decoración de la fachada) y la Plaza de San Jorge, donde está la Iglesia de San Francisco Javier, de estilo barroco y reconocible por sus dos torres y fachada blanca, así como por su ubicación en lo alto, ya que para llegar a ella había que subir un buen tramo de escaleras (si no quería escaleras, toma por un buen tubo ![]() ![]() ![]() ![]() Dejé la visita pendiente para otro momento porque iba llegando la hora de comer, así que dimos media vuelta y hacia la Plaza Mayor. En Cáceres desde luego, no faltan bares más o menos baratos para comer y en la Plaza Mayor no escasean las opciones. Creo recordar que hay algún bar de comida rápida, pero sobre todo de comida más tradicional de la provincia, como por ejemplo El Puchero, El Encinar, el mesón Torre Bujaco o El Pato. En varios de ellos hay menú del día por 10-12 euros e incluso los menús de degustación o a la carta no son especialmente caros. Nosotros elegimos El Puchero y nos salió en total por 42 euros con lo siguiente: tosta de solomillo con torta (del Casar), tosta de jamón con torta, migas extremeñas, croquetas de la casa, sepia a la plancha, venado guisado, un par de refrescos y una técula mécula (postre típico)
![]() Después de la comida volvimos nuevamente a la Plaza de Santa María para ver la Concatedral de Santa María. El interior no me llamó especialmente la atención, pero nos enteramos de que esa tarde organizaban, ya fuera del horario de visitas, un concierto gratuito de música sacra. Después, mi intención era visitar el Palacio de los Veletas, que alberga actualmente el Museo de Cáceres. Lo que no me esperaba era que hubiera que subir por una calle con tanta cuesta y peldaños o adoquines para elegir al gusto del consumidor, así que al llegar a la Plaza de los Veletas no sentía los brazos :x . La entrada al Museo de Cáceres (imprescindible según mi opinión) es gratuita y se distribuye entre la Casa de los Caballos, donde está la sección de Bellas Artes y el Palacio de los Veletas, donde están las secciones de arqueología y etnografía y que fue la parte que visité. En la sección de arqueología se pueden ver objetos del paleolítico, de los pueblos celtíberos, del campamento militar romano de “Cáceres el Viejo” o de los visigodos, como por ejemplo estelas funerarias, esculturas (como un verraco de piedra de los vetones), utensilios de trabajo, mosaicos, etc… Desde alguna de las salas se goza de una panorámica excelente de la vega de Cáceres y de lo que doy por supuesto que es el Santuario de la Virgen de la Montaña. La sección de etnografía, en la 2ª planta, contiene trajes típicos y objetos relacionados con los oficios, aunque en esta ocasión no la pude ver, al estar cerrada por motivo que desconozco. Si todo esto es motivo suficiente para incluirlo en un itinerario por la ciudad, hay otro elemento más que destaca en el museo. El Palacio de los Veletas se levanta sobre un antiguo alcázar almohade y de tal época se mantiene el aljibe, cuyo estado de conservación es perfecto ![]() ![]() www.caceresjoven.com/ ...museo1.asp ![]() ![]() ![]() ![]() Adyacente a la Plaza de los Veletas se encuentra la Plaza de San Mateo, en la que se ubican varios monumentos, como el Convento de San Pablo, la Iglesia de San Mateo y la Casa de los Cáceres-Ovando o de las Cigüeñas. En esta última está la sede de la Comandancia Militar y alberga una pequeña exposición de armas. Entré a echar una ojeada pero la verdad es que este tema no me interesaba demasiado. Este palacio tiene otra particularidad y es que por lo visto es el único que contiene una torre sin desmochar. Grosso modo, por lo visto en el siglo XV la nobleza de la ciudad de Cáceres estaba dividida en dos bandos que se enfrentaban continuamente y que aprovechaban la existencia de torres en los palacios principales para lanzar ataques unos contra otros, por lo que los Reyes Católicos emitieron una orden para eliminar la parte superior de las torres, con una sola excepción: el Palacio de los Cáceres-Ovando. Perteneciente a Diego Ovando de Cáceres, éste capitaneó al ejército castellano en la batalla de Toro contra los portugueses, consiguiendo la victoria y asegurando por tanto el trono de los Reyes Católicos en Castilla. Por este motivo probablemente se permitió que construyera su palacio sin ninguna limitación. Si alguien quiere leer la historia de este militar, incluido el episodio del palacio, lo puede hacer en la siguiente página:
![]() ![]() ![]() Desde aquí bajamos nuevamente un trozo por la C/Compañía hasta el Museo de la Semana Santa, donde había paneles informativos con las distintas procesiones de Cáceres y una pequeña exposición con los diferentes vestidos de nazareno. Lo que sin embargo me interesaba del museo es que en el sótano albergaba un aljibe del siglo XVIII, aunque tras haber visto el árabe no resultaba tan impactante. También había unos paneles informativos explicando las fuentes y aljibes que había en la ciudad en otros tiempos. De nuevo en la Plaza de San Mateo hicimos tiempo hasta que abrieran la Iglesia de San Mateo, el templo más importante de la parte alta de la ciudad. De esta parte del casco antiguo me quedé con ganas de visitar la Judería Vieja – por lo visto bastante bien conservada en cuanto a arquitectura típica – y la Torre de los Pozos o del Gitano, que según me contaron tenía muy buenas vistas de la vega cacereña. Sin embargo, por los desniveles que había en las calles tuve que desistir de ello, ya que con muletas hubiera sido complicado
![]() ![]() En el exterior de la casa hay tres gárgolas representando al anciano comerciante, el joven visitante y la mujer angustiada. ![]() ![]() ![]() Callejeando un poco más llegamos a la Plaza de Santa María y entramos a la concatedral para asistir al concierto de música sacra. El concierto, de una hora de duración, fue interpretado por un dúo de la ciudad, al órgano y a la trompeta. La verdad es que me decepcionó bastante. Por una parte quizás el repertorio elegido fuera algo aburrido (tampoco sé si este de música es siempre tan monótona) y de hecho de no haber sido por la alegría y sonoridad de la trompeta hubiera sido para dormitar durante una hora. Desde luego nada que ver con las obras de música clásica que he oído al órgano en otras ocasiones y que sí que me gustan. Pero lo que menos me convenció fue el sonido, que a momentos me pareció desafinado o algo atropellado. En definitiva, que no me emocionó, pero al menos me sirvió para descansar.
![]() Del concierto nos fuimos directamente al hotel. Como estaba cansado decidimos cenar en la cafetería del hotel, puesto que servían tapas. Fue una decisión estupenda, porque las tapas no pasaban la mayoría de 3 euros y por la cantidad que ponían se podía comer perfectamente con una. Al final, cuatro tapas con dos refrescos nos salieron por entre 14 y 15 euros. Al día siguiente ya era hora de dejar el hotel, así que salimos un poco más tarde. Cuando salimos a la Plaza Mayor vimos que habían puesto sillas delante del Ayuntamiento y de la Ermita de la Paz, porque por lo visto iba a pasar en breve una procesión del Domingo de Ramos. Como nos dijeron que primero haría un recorrido por el casco antiguo de la ciudad seguimos con nuestro itinerario. Decidimos dar una vueltecilla por la zona del adarve, es decir, la calle adyacente a la muralla por la parte interior, concretamente por el de Santa Ana, para lo cual pasamos por el Foro de los Balbos. En este espacio estaba la puerta de entrada a la colonia romana de Norba Caesarina - actual ciudad de Cáceres – y era donde se tomaban las decisiones importantes para la ciudad. Desde aquí tuvimos que subir bastantes escaleras para pasar la muralla hasta el adarve. Pasamos por algunos palacios como el de la Generala y los Golfines de Arriba o por el Arco de Santa Ana, otra puerta de entrada a la ciudad. ![]() ![]() ![]() Seguimos por la calle de los Condes pasando por otros edificios como la Enfermería de San Antonio, edificio del siglo XVII que era una enfermería regentada por los franciscanos, actualmente Convento de las Jerónimas. Aquí aprovechamos para comprar un tarro de miel de flores y unos dulces (tortas de hojaldre y trufas), de los que dimos buena cuenta en pocas horas. Seguimos hasta la Puerta de Mérida y la Plaza de Santa Clara, donde cogimos sitio como buenamente pudimos para ver la procesión de los Ramos, de la “Real y Fervorosa Hermandad de Nazarenos y Cofradía de los Ramos, Cristo de la Buena Muerte, Virgen de la Esperanza y San Juan Bautista”. La procesión tiene un único paso, que corresponde a la “Entrada de Jesús en Jerusalén”. A esta altura del día notaba ya el cansancio acumulado del día anterior en el pie y ni con muletas era capaz de andar, porque empezaba a tener ampollas en las manos y los brazos muy doloridos, así que a partir de este momento estuve con la preocupación de haber hecho demasiado esfuerzo. Llegando a la Plaza de San Juan no me quedó más remedio que sentarme un buen rato y dedicarme a ver pasar la gente. Había bastante ambientillo porque pasaba la procesión nuevamente en un rato. En esta plaza hay numerosas opciones de restaurantes. Por ejemplo el Figón de Eustaquio, el Asador Cacereño, el Mesón Ibérico, el Mesón San Juan o la Tapería Yuste, del hotel NH Palacio de Oquendo. Fue ésta la que elegimos y muy buena decisión, porque la presentación era original y las tapas abundantes. Por 2 refrescos y 4 tapas nos cobraron 17 euros.
![]() ![]() ![]() En lo que quedaba de tarde mi intención era pasear por la zona extramuros de la ciudad, como la Judería Nueva, pero finalmente terminamos subiendo a la Plaza de San Jorge y aprovechamos para visitar el interior de la Iglesia de San Francisco Javier. La entrada, que cuesta un euro, da derecho a visitar la iglesia (aunque lo más bonito que es la cúpula y el altar mayor casi que se ven desde fuera) y subir a la torre del campanario, desde donde al parecer había también una panorámica interesante. Ver la escalera de caracol tan estrecha y empinada me hizo desistir de subir, independientemente de llevar muletas. Por otra parte, el cobrador de la entrada, al ver que iba con muletas, muy amablemente me cobró la mitad. El altar mayor, del siglo XVIII, contiene imágenes de San Francisco Javier. Desde hace algo más de 100 años está al cuidado de los misioneros de la Preciosa Sangre, por lo que esta iglesia también se conoce con el nombre de la Preciosa Sangre.
Reconozco que con problemas de movilidad y todo, sigo siendo un agonías y si hay algún monumento que se me meta entre ceja y ceja, tengo que verlo, aunque esté cansado y no me pueda mover, que ya tendré tiempo de preocuparme más tarde ![]() ![]() ![]() ![]() Información más detallada de la historia reciente de la casa hasta que se recuperó como museo y de la función y decoración de cada sala, se puede encontrar en la siguiente página:
www.caceresjoven.com/ ...museo8.asp Antes de irnos quise ver el Jardín de Cristina de Ulloa, adyacente a la Iglesia de San Francisco Javier, porque me parecía que tenía una buena panorámica de la vega. No obstante no fue para tanto y tampoco estaba muy bien cuidado, sin mencionar el olor a humedad y la cantidad de mosquitos que había. Supongo que el que hubiera que entrar pasando por unos baños públicos tendría alguna relación ![]() ![]() ![]() ![]() En resumen, aunque Cáceres es una ciudad bastante pequeña, creo que no es exagerado recomendar una visita de un día completo o algo más, puesto que tiene varios monumentos en los que es interesante parar un rato. Y en lo que a mí respecta, fue una escapada muy sencilla para medir mis posibilidades viajeras y espero que la primera de una larga lista. Etapas 13 a 15, total 27
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