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Visita a Cefalu. Aunque existe tren y bus para ir a Cefalu, nuestro anfitrión Giusto se ofreció para llevarnos en su coche a visitar esta ciudad turística al este de Palermo, a unos 80 km. La autopista cuesta € 0,90. Cefalu era una antigua aldea de pescadores y el Conde Roger levantó en el año 1131 una catedral famosa por sus mosaicos y la originalidad que tiene el suelo con pendiente. Desde la misma se ve una panorámica del mar muy bonita. Sólo tiene destacable para visitar la catedral y un antiguo lavadero árabe. Hoy en día es un pueblo turístico lleno de restaurantes y tiendas. No tiene más interés la visita. No es muy recomendable su visita si no se dispone de mucho tiempo.

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Visita a Monreale. La visita a este antiguo monasterio bien vale la estancia en Palermo. Fue fundado por el Rey Guillermo II, el Bueno, en 1174. Desde su catedral se divisa Palermo y la famosa y fértil Cuenca del Oro. El interior de la catedral alberga la más importante colección de mosaicos del mundo, con 6.500 m2. Paradójicamente, la visita a la catedral es gratuita, en contraste con la cantidad de dinero que se gasta uno con las visitas a iglesias en Palermo. Su claustro es precioso y combina arcos de doble columna de origen árabe. Tiene un clausto con una fuente del S. XII. Hay que pagar para visitarlo y el domingo está cerrado.

Por mucho que hayas imaginado de la belleza del interior de la catedral, cuando entras en ella te quedas deslumbrado. No se puede describir. Visita irrenunciable.

Después visitamos el Monte Pellegrino, donde está la cueva en la que vivió Santa Rosalía, que era descendiente de un noble. Es la patrona de la ciudad por la que los sicilianos sienten verdadera devoción.

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Habíamos decidido ir a conocer Catania, la segunda ciudad más importante de Sicilia. En la Estación Central de Palermo tomamos un tren que salía a las 7’36 h. con un coste de € 13,50. El tren es moderno y limpio. El trayecto dura un poco menos de tres horas y recorre 243 km.

Al llegar a Catania, os recomiendo mucho cuidado con los taxistas espontáneos. No son oficiales, por lo que no les hagáis caso. Si tenéis cerca el hotel, procurad llevar un plano. Desgraciadamente, después de preguntar en muchos sitios cómo llegar al hotel y nadie conocía la dirección, me puse nervioso y acepté a un desaprensivo “taxista” que me sacó diez euros y me dejó en una dirección que no era la correcta. ¡Una novatada a un veterano!

Después de muchas vueltas, encontramos el B&B que habíamos contratado en la Vía Cerami, 11 llamado Palazzo Cerami. Muy cerca de la Universidad, Facultad de la Jurisprudencia (supongo que será de Derecho). El establecimiento está muy bien, con la habitación muy completa y un baño adecuado. Las toallas y las sábanas limpias. Al colchón le haría falta una renovación. La propietaria, Clara, es muy amable y te aconseja en todo lo que necesitas. No tiene ascensor, aunque las habitaciones están en un primer piso. Está difícil de encontrar. El precio de la habitación es de € 74 con el desayuno, muy completo, incluido. Hay que tener en cuenta que se ha de añadir la tasa municipal de € 1,50 por persona y día.

La ciudad es un contraste con Palermo. Está limpia. Los edificios, por lo general, están restaurados y no se oye ese incesante ruido de coches, voces, etc. de Palermo. Me he alegrado mucho de haber tomado esta decisión.

Tomamos un bus de la compañía Tourist Service por € 10 (el precio oficial que indicaba en el folleto era de € 15) que nos llevó por todo el centro histórico y hasta llegó a Aci Castello y Acitrezza.

Por recomendación del hotel fuimos a comer al Ristorante Me Cumpari Turiddu, situado en la Piazza Turi Ferro, 36 (muy cerca de la Piazza Spirito Santo). Tiene dos opciones para comer, en plan “barato” y en plan “restaurante”. Decidimos en plan restaurante y no me defraudó. Manteles y servilletas de tela. Bajoplatos y posavasos de ganchillo que realzaban la categoría del establecimiento. Nos dejamos aconsejar y comimos muy bien con aperitivos de entrada muy originales por € 81.

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