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Pasé el fin de año del 2016 en un viaje por Katmandú y su valle y la verdad es que puedo decir que es uno de los lugares más alucinantes donde he estado nunca, y van unos cuantos (Argentina, Japón, Corea del Sur, Alemania, Nicaragua, Taiwán, Malasia…y solo estoy mencionando los visitados en 2016). Creo que hay pocos lugares tan fotogénicos como Katmandú y las ciudades del entorno, donde la gente (sus expresiones, sus vestidos, su forma de vida…) y el marco (templos, casas de ladrillo rojo con ventanas de madera trabajadísimas, estupas, patios, fuentes, cisternas…) crean unos contrastes y unas imágenes espectaculares. Para los amantes de la fotografía, Nepal es un paraíso. La verdad, no me esperaba que fuera tan bonito. Si a ello le añadimos el carácter de la gente (y no es ningún tópico), acogedora como pocas veces he visto, puedo decir que ha sido uno de los mejores viajes de mi vida (y no son pocos, he estado en 45 países diferentes…lo menciono no para fardar, sino porque no es fácil que un lugar me atrape tanto a estas alturas, con lo que demuestro que para mí Nepal es muy especial). También es cierto que, aunque he viajado mucho por Asia, era la primera vez que iba a un país de mayoría hindú, con lo cual tanto la gente como la arquitectura fueron algo muy novedoso para mí.
Estuve dos noches en Katmandú, una en Patan y dos más en Bhaktapur. Etapas 1 a 3, total 7
Tras esta breve introducción, paso a hacer un poco de crónica. Volé con Turkish Airlines con escala en Estambul. Muy buena compañía, puntual y con aviones cómodos, llegando a Katmandú el día 27 al mediodía. Tras el paso de inmigración de rigor, me esperaba el chófer del hotel, que ofrecía transporte gratuito. Me alojé en el Moonlight, justo fuera de Thamel. Muy buena ubicación, por cuanto no sufrías el bullicio turístico pero podías acudir al barrio si tenías alguna necesidad, ya fuera de compra o comer. El hotel en sí también estaba muy bien, sería casi un 4 estrellas nepalí, con habitaciones modernas y confortables. ¿El precio? 40 euros. Ya sé que se pueden encontrar cosas mucho más baratas allí, pero no quería hacer experimentos raros para pasar las dos primeras noches, y el lugar tenía excelentes críticas en todos los sitios de reservas on line.
Me instalé y atravesé Thamel para ir al centro. El primer día lo hice así, pero a los siguientes iba al centro por Paknajol: más rápido y evitaba la turistada. Durante el trayecto, la ciudad no me sorprendió. Y es normal, el barrio no tiene nada. Pero estuvo bien para ir adentrándome en lo que me encontraría. Fue justo al final de Thamel Marg cuando di con una placita donde había un templo y una estupa y allí me di cuenta de que ese sitio era especial y muy diferente a cualquier lugar donde había estado nunca. De allí hasta Durbar square seguí el itinerario que aparece en la Lonely planet, pasando por diferentes placitas, entre ellas, el cruce de Asan Tole, e Indra Chowk. Me tiré como dos horas alucinando con todo lo que veía, y es que a cada metro te encontrabas tres o cuatro imágenes fotografiables. Los vestidos de las mujeres, la belleza de los templos, el colorido de las tiendas, las estatuas y fuentes por todos los lados, los patios de las casas, los patios budistas, los detalles de las puertas y los marcos de las ventanas…aluciné mucho. Y, así, llegué a Durbar Square. De los 20 edificios que había, quedan, diría yo, más de dos terceras partes. Seguí flipando con la gente y con la arquitectura, en una primera tarde que fue muy aprovechada. Para cenar, fui a un restaurante newarí al norte de Thamel, llamado el Thamel House. Era una antigua casa rehabilitada y el lugar era “lujoso” comparado con lo habitual del Nepal. Elegí un menú degustación, por 10 euros: precio muy alto para el país, pero era la primera noche, quería probar de todo y no quería jugar con mi estómago el primer día. Etapas 1 a 3, total 7
El segundo día me levanté temprano con la idea de ir a Pasupatinah y con la idea de nada ya me podía sorprender más. Craso error. Allí seguí alucinando: el ambiente que se veía (con la gente haciendo los rituales, las ofrendas, los yoguis), los templos (no perderse la parte de arriba, llena de templos medio abandonados, con monos) y, especialmente, una cremación, que pude ver en primer plano y que fue uno de los momentos más increíbles del viaje. No daba crédito. Me tiré dos horas deambulando por ahí, observando mil y un detalles. Después fui andando a Bodnath, un lugar también muy interesante y con una estupa blanca y bellísima, donde disfrutar del ambiente de los tibetanos (aunque no me sorprendió tanto, ya que había estado en Birmania). Después de comer por ahí, fui a dar otra vuelta por el centro, y luego andando hasta Swayambhunath, la otra importante estupa. No tan bonita quizás como Bodnath, pero con el aliciente de los monos y las vistas de la ciudad. Para cenar, a Thamel, al Restaurante tibetanoYak: unos momos y una cerveza caliente, típica de esa región.
Etapas 1 a 3, total 7
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