Pokhara es uno de esos sitios que nunca jamás pensé que visitaría, aunque no por falta de interés. Uno de esos sitios que se quedan grabados en la memoria gracias, en este caso, a haber crecido obsesionada con Héroes del Silencio en los 90, pero que me parecía demasiado exótica y misteriosa como para aspirar a visitarla. Algo parecido me pasaba con Alaska (gracias a Doctor en Alaska), con Borneo (gracias al videojuego de Carmen Sandiego) y con Samoa (gracias a Pulp Fiction), y al final todos van cayendo. Pero allí estaba, con un día entero por delante para descubrirla.
Uno de los mayores atractivos de la ciudad es que hay muy buenas vistas de las montañas desde varios sitios, y el amanecer es el mejor momento pues suele estar más despejado y la visibilidad es mejor. Los dos sitios más populares para ir a ver amanecer son Sarangkot, un mirador al que se puede subir en una especie de teleférico, y la Peace Pagoda, que está al otro lado del lago y por tanto más lejos de las montañas, pero que tiene la ventaja de que ves el lago y las montañas a la vez. Sarangkot es muy popular con grupos, suele tener mucha gente y es más caro llegar hasta allí, así que yo me decidí por la pagoda. La noche anterior había negociado con un taxista que me recogiera en el hotel bien prontito para que me llevara hasta la pagoda a tiempo de ver el amanecer. Se puede ir andando pero me daba mucha pereza hacerlo a oscuras, y el taxi era mucho más rápido. Cuando estábamos llegando a la pagoda, el taxista señaló a una estatua azul enorme que se veía más adelante en la misma colina, y me dijo que era un templo hindú a Shiva y que era mejor sitio para el amanecer, que si quería me llevaba allí. Me dejé convencer pero le dije que primero la pagoda, luego Shiva, y luego de vuelta a Pokhara, y acordamos un precio (creo que fueron 1800 rupias). Él entendió que ya no quería ir a la pagoda, solo a Shiva directamente, y cuando veo que se pasa de largo el parking de la pagoda, le digo que no, que me deje allí primero. Estaba casi amaneciendo y al final con la tontería me lo iba a perder… La carretera es estrecha y revirada y no podía dar la vuelta así que me dejó en otra entrada un poco más arriba, pero eso significaba que tenía que andar un rato, por un camino a oscuras y sin nadie alrededor, y dándome prisa para no perderme el amanecer. Lo bueno es que tuve unas vistas preciosas de la pagoda recortada contra el inminente amanecer. Me crucé con un grupo de chicos jóvenes haciéndose fotos y al cabo de unos 10 minutos medio andando medio corriendo llegué a una de las entradas del complejo de la pagoda. Un monje me abrió la puerta amablemente, y cuando por fin llegué a la propia pagoda vi que no había nadie más allí arriba todavía. Fue un amanecer muy bonito y tranquilo.

Peace Pagoda al amanecer


Un bonito amanecer sobre Pokhara

La luz del amanecer sobre Annapurna I y Annapurna South

Peace Pagoda

Los Annapurnas desde la Peace Pagoda: Annapurna I y South a la izquierda, Machhapuchhre y Annapurna III en el centro, y Annapurna IV y II a la derecha. Sarangkot es justo el pico que se ve al frente entre Machhapuchhre y Annapurna III

Sarangkot, la derecha, debe tener vistas espectaculares de las montañas que tiene detrás

Pokhara, el lago y las montañas
Me tiré más de una hora allí arriba, en parte porque tenía el móvil haciendo un timelapse y me daba pena pararlo. Poco a poco fue llegando un puñado de gente, incluidos los chicos que había visto en el camino. Me vieron con la cámara y me pidieron que les hiciera fotos y se las mandara luego por whatsapp. Se lo pasaron pipa posando y poniendo caritas, y me imagino que luego esas fotos acabaron en Instagram…
Cuando volví a donde me había dejado el taxista me lo encontré un poco preocupado porque llevaba mucho tiempo esperando, y lo mismo pensaba que me había escaqueado andando para no pagarle! Después de asegurarle que simplemente soy muy pesada con las fotos, nos montamos en el taxi y en unos 10 minutos estábamos aparcando en el templo a Shiva. Estaba petado, y aunque estoy segura de que habría algún otro turista como yo, la mayoría de la gente estaba allí por motivos religiosos. Es un templo muy activo! Afortunadamente parece que la presencia de turistas no les molesta mucho. Las vistas de las montañas eran muy parecidas a las que hay desde la pagoda, pero el lago no se ve tan bien, y me alegré mucho de haber parado primero en la pagoda para el amanecer, pero este templo bien merece una visita si estás en la zona, sin duda.


Templo a Shiva y su majestuosa estatua
El taxista me llevó de vuelta al hotel, y eran solo las 8 de la mañana así que aproveché para desayunar allí. Después de desayunar tocaba explorar el famoso lago y la zona de Lakeside, el barrio más turístico de la ciudad y donde están la mayoría de los hoteles (incluido el mío). Pokhara tiene varios lagos, los más importantes son Begnas y Phewa. Phewa es el que está en la propia ciudad, y en cuya orilla este se encuentra Lakside. Es el que se ve desde la Pagoda y el más visitado, ya que Begnas está bastante alejado del centro. El paseo por la orilla del lago Phewa va desde el embarcadero sur (“Phewa Tal Boating” en google maps) hasta más o menos donde se encuentra una de las cafeterías más famosas de la ciudad, The Juicery, en el extremo norte de Lakeside. Es un paseo agradable de 1.5 km. Desde el embarcadero sur salen los barcos al templo Tal Barahi, que está en una pequeña isla en el lago y es destino de peregrinación de la población hindú. Es una visita recomendada pero los barcos iban tan llenos y se veía tantísima gente en la isla, que se me quitaron las ganas. La otra actividad típica es alquilar una barquita, con o sin "conductor", durante una hora o dos, y recorrer el lago. Esto me atraía menos así que me conformé con simplemente pasear por la orilla.

El templo Tal Barahi, petado. La pagoda que se ve en la montaña es desde donde había visto el amanecer unas horas antes


Barquitas en el lago Phewa

Búfalos junto al lago

The Juicery: zumo con vistas
Terminé mi paseo en The Juicery, que está tan recomendada que había que probarla. Es algo cara pero los smoothies, batidos y zumos están deliciosos. Me tomé dos distintos porque era incapaz de elegir solo uno (640 rupias). Desde allí volví tranquilamente hacia el hotel, me fui a comer al tibetano que había descubierto el día anterior junto al hotel, y esa tarde la dediqué a pasear un poco más, descansar, darme otro masaje en el hotel, y hacer la maleta para el día siguiente. Había acordado con el taxista de esa mañana que me recogería a primera hora para llevarme al aeropuerto por 600 rupias. Mi vuelo en teoría salía a las 8:40 pero luego, como suele pasar, tuvo un retraso de más de hora y media. Estaba un poco acojonada porque si no llegaba a Kathmandú ese día se me complicaba bastante la cosa, porque mi vuelo de vuelta salía al día siguiente. Pero al final nos llamaron para embarcar y tuve la suerte de que me tocó ventana en el lado izquierdo del avión, y fui viendo todas las montañas que había visto desde el suelo las 3 semanas anteriores, e incluso pude identificar algunas! Fue un vuelo inolvidable (y muy cortito… definitivamente merece la pena volar en lugar de tirarse todo el día en un bus). Kathmandú desde el aire era tan feo como me esperaba, y un poco deprimente después de 3 semanas de tranquilidad en las montañas.

De vuelta a la civilización: Kathmandú desde el aire