![]() ![]() Un verano en Navarra y sus alrededores ✏️ Blogs de España
Recorrido en 2013 por una región llena de posibilidades para los viajerosAutor: Matahacas Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (3 Votos) Índice del Diario: Un verano en Navarra y sus alrededores
01: (I) Carretera y manta: de camino, Burgos.
02: (II) De Burgos a Navarra por la Rioja Alavesa
03: (III) Recogemos al resto de la tropa y, de camino, visitamos Getaria
04: (IV) De brujas por Zugarramurdi y el susto de Marcelo
05: (V) Santiago a ambos lados de los Pirineos:Roncesvalles, Saint Jean Pied de Port
06: (VI) Primero de vacas, quesos y leches.
07: (VII) Olite y los palacios
08: (VIII) Paseito por Pamplona
09: (IX) Monasterio de Iranzu, y Estella.
10: (X) Nos asomamos a la cosa francesa: Biarritz y San Juan de Luz
11: (XI) Palacio de Irurita
12: (XII) Realeza en Sos, espiritualidad en Leyre, y millones de estrellas
13: (XIII) San Sebastián en Semana Grande
14: (XIV) La agradable Vitoria
15: (XV) Cosas que comprar antes del regreso
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Etapas 10 a 12, total 15
El día 9 de agosto es viernes. Ya no dan agua, con lo que decidimos poner rumbo norte, a la costa de Francia, saliendo tempranito, eso sí, para evitar coincidir con la llegada de todos los navarros hacia la playa de fin de semana. En 20 minutos se llega de Aniz a Irún y a la entrada de Francia por la autovía. En otros 20 minutos llegamos a la glamurosa Biarritz, que como otras ciudades costeras del Cantábrico como Santander o San Sebastián ha sido, desde hace más de un siglo, lugar de veraneo de las clases adineradas.
En Biarritz hay mucho turismo y mucho dinero. Están todas las boutiques de las grandes marcas y mucho aire de esa elegancia francesa tan especial en calles, casas y comercios. De hecho, vemos una tienda de bolsitos y complementos muy bonita y Olga compra allí todos los regalitos de compromiso. Yo aprovecho y me tomo en una preciosa confitería un croissant de los que se te saltan las lágrimas. No sé cómo conseguirán esa textura y ese sabor tan maravillosos. A punto estoy de entrar y comprarme otro, pero me contengo. El palacio que se hicieron Napoleón III y su esposa Eugenia de Montijo en plena playa es hoy un hotelazo de lujo que la preside con todo su esplendor. Hace muy buen día y todo el mundo ha bajado a bañarse. Nosotros no, porque es tal la que hay que formar con los niños que Olga ha desistido. Buscamos sitio para comer y como por todos lados se ven los mejillones tipo Bretaña o Bruselas, nos decidimos por ellos. Los pedimos de tres tipos distintos y están muy buenos. Somos incapaces de acabarlos porque las cazuelas las ponen hasta arriba. Pagamos 60 euros. Nos dirigimos al parking a recoger el coche para poner rumbo a San Juan de Luz. Pensando que la carretera sería preciosa, cometo el error de no tirar por la autopista, sino por la costera. Es viernes por la tarde y nos comemos la caravana de las playas. Tardamos un buen rato en llegar a San Juan. Tras aparcar, descubrimos que se trata de un pueblo verdaderamente bonito, elegante, muy concurrido también pero de dimensiones manejables, no como Biarritz. En una tienda de conservas maravillosas, mi madre compra dos estuches de latas de los que da hasta pena abrir de lo bonitas que son: me regala uno y otro es para mi hermano. Después nos sentamos en la terraza de un kiosco y tomamos crepes, muy ricos. Seguimos el paseo y descubro con sorpresa que en la iglesia se casó Luis XIV, el rey sol, con María Teresa de Austria, la hija del rey de España Felipe IV. La calle termina en el puerto, bonito de verdad, con las montañas al fondo. Definitivamente, San Juan de Luz es una joya. Ponemos punto final a nuestra etapa francesa y volvemos, en tan solo media horita, a nuestra casa del valle de Baztán Etapas 10 a 12, total 15
Bueno, pues como el que no quiere la cosa, ya estamos a 10 de agosto. Hoy nos apetece descansar de coche, así que daremos una vuelta por Elizondo llevando a los peques a los columpios, y de ahí nos acercaremos, por recomendación de Maider, a una venta camino de Azpilicueta. La carretera es muy bonita, tan estrecha que no cabria otro coche si nos cruzamos. Mi madre dice que cómo es posible que al final de este camino, tan apartado de todo, pueda haber un restaurante, y que quien va a venir hasta aquí a comer. Pero al llegar, nuestra sorpresa es mayúscula, porque no es que haya gente, es que no podemos ni aparcar, y el camarero me dice que de mesa para hoy nada de nada. Así que nos volvemos por donde hemos venido, y acabamos comiendo en un asador muy chulo que vimos junto a Elizondo. Es caro y no demasiado bueno.
A las cinco de la tarde llegamos al palacio de Irurita para visitarlo. Ya lo habíamos intentado otro día, pero estaba cerrada y un cartel ponía que las visitas había que concertarlas por teléfono y eran a las 11 o a las 5. Se trata de una casa palaciega habitada desde hace siglos por la misma familia, que la mantiene en un perfecto estado de conservación, y que alberga importantes obras de arte. El dueño resulta ser toda una enciclopedia de la historia de Navarra en particular del valle de Baztán. Nos habla de una Edad Media con una nobleza pobre en toda esta parte de Navarra, sin apenas tierras y por tanto sin posibilidad de cobrar tributos. Sus casas son pequeñas, y tienen una torre vigia porque su misión es vigilar los posibles ataques enemigos que vengan por el norte. Vemos y visitamos la torre. La tienen perfectamente restaurada, y alberga despachos, la biblioteca, y algunas habitaciones en la segunda planta. La otra parte de la casa corresponde a los siglos XVI-XVIII, con mobiliario de la época y una capilla presidida por un niño Jesús de la escuela de Montañés que no me hubiese importado que me lo regalasen. En fin, la visita, que cuesta 5 euros por persona, resulta ser muy interesante, sobre todo, como decía al principio, por la cantidad de historias y anécdotas con las que el propietario va adornándola. Dos pegas: Marcelo otra vez se pone cardiaco y está a punto de conseguir que Olga se tenga que ir, con lo que de nuevo tenemos que hacer turnos para quedarnos con él, y lo segundo, el grupo de cuatro catalanes, dos parejas mayores, que también visitaban la casa, y que no perdían ocasión para hacer referencias críticas al rey, a la monarquía, a todo aquello que sonara a España, como buscando a ver si le entrabamos al trapo. En fin. A la salida cruzamos, como el primer día, a la chocolatería de Irurita y merendamos. Después nos vamos a Aniz y conocemos a la familia de Barcelona que ha llegado esta tarde a la casa de al lado de la nuestra. Son encantadores y charlamos un buen rato en el jardín con ellos. El padre-abuelo de la familia se pone a jugar con sus nietos y con Mariana, Marcelo y el gatito de la casa, y los enanos se lo pasan genial. Nos cuentan que están tan enamorados de esta casa y de este valle que con éste cumplen 19 años seguidos viniendo. Increíble, pero a la vez no me extraña. Jauregia y Baztán son un paraíso. Íbamos a acercarnos a Ziga, el pueblito que se ve desde el jardín, porque hoy es San Lorenzo y celebran sus fiestas. En concreto, yo quería ver ese baile tan conocido de aquí, que van ataviados con un gorro cónico en la cabeza, una especie de chaleco sin mangas de pieles de oveja, y un cencerro en la espalda que hacen sonar al bailar. Pero hay que bañar a los enanos y se nos van las ganas al vernos en casita. Otra vez será. Etapas 10 a 12, total 15
Llega el domingo día 11 de agosto. Esto se va acabando. Olga se marcha pasado mañana. Todos los años hacemos los mismos comentarios sobre cómo vuelan las vacaciones. Por eso conviene hacer muchas cosas, y luego escribirlas, para que no se olviden y se puedan revivir al leerlas.
Después de la jornada casi sin coche de ayer, hoy hacemos la etapa “reina” en cuanto a número de kilómetros: vamos a ir a Sos del Rey Católico, donde nació Fernando El Católico y, por tanto, tierra ya de Aragón. De ahí nos acercaremos al cercano monasterio de San Salvador de Leyre. En total, ida y vuelta unos 220 kilómetros, eso sí, sin montañas. El camino hacia Sos es el que te lleva a Jaca, al pirineo aragonés. Conforme te vas acercando, se adivina la cordillera impresionante recortándose en el horizonte. En este prepirineo, de paisaje árido, tras pasar Sangüesa tomas una carreterita de casi diez kilómetros en línea recta que te va llevando al promontorio escarpado sobre el que está edificado Sos del Rey Católico. Conservado como si no hubiesen pasado los siglos, la visita a Sos es un viaje al pasado. Me hubiese gustado que no fuera domingo, porque hay bastantes turistas (bastante para esta zona, lo que no deja de ser una broma comparado con otros sitios), y esto debe ganar mucho con la soledad de sus calles. Sos se hizo muy famoso con el rodaje en sus calles de la película de Berlanga La Vaquilla, hasta el punto de que hay incluso un monumento con la figura del director y el nombre de los actores. Se trata de un pueblo con muchas cuestas, por lo que tenemos que ir despacito, que la abuela está en forma pero no conviene forzar. Pasamos por la casa de los Sada, donde nació el Rey Fernando, y subimos hasta la iglesia que hay junto al castillo. Desde las murallas, la vista es impresionante y explica el carácter defensivo y de plaza fuerte que tuvo la villa durante la Reconquista. Compramos miel, almendras y algunas cosillas en una tienda de productos típicos de la zona, y nos vamos hacia el parador de Turismo, donde almorzaremos. De nuevo, se trata de un edificio que conserva el ambiente histórico y monumental del lugar donde está enclavado. El restaurante está en la última planta, y da acceso a una terraza de vistas espectaculares. No me importaría quedarme aquí un par de días, o de años. De nuevo optamos por el menú de temporada, y volvemos a tener una comida muy agradable en un parador. De ahí pasamos a otra sala, donde tomamos café. Marcelo casi se hace famoso, porque iba de mesa en mesa saludando a la gente, y como es tan gracioso, todo el mundo le seguía el rollo. Al final, una camarera les regala a él y a Mariana un puzle a cada uno, imagino que con la fallida intención de que se estuvieran algo más quietecitos. Partimos hacia Leyre, a unos 25 kilómetros de Sos y ya de nuevo en Navarra. Dejando la autovía, se sube vertiginosamente durante cuatro kilómetros hasta llegar al espectacular emplazamiento del monasterio, dominando el embalse de Yesa y a los pies de la sierra que le da nombre. Hacemos la visita, que es guiada y tan barata que casi es gratis. Primero vemos la cripta de este edificio de imponente románico inicial. Se nota muchísimo que son los orígenes del estilo, y que no hay unas pautas aun muy claras. Hay desigualdades, alturas que no coinciden, proporciones diversas, pero todo ello crea un conjunto de los más bellos que se pueden ver. Me sorprende muchísimo la impresionante anchura de la nave central de la iglesia, cubierta con una simple bóveda de cañón. Desde luego, los constructores se la jugaron, porque con semejante luz se les pudo venir abajo al cerrar la cubierta. Y sin embargo ahí está, desde el siglo XI. Todo un prodigio constructivo y, paradojas de la Historia, ni siquiera se sabe quien la hizo. Hoy día se hace famoso cualquier papanatas por decir cualquier tontería en un medio de comunicación, y sin embargo el genio que puso en pie esta joya de la arquitectura descansa en el más absoluto de los anonimatos desde hace un milenio. Mejor para él. Al terminar la visita decidimos esperar tomando un refresco en la cafetería hasta que fueran las siete, porque a esa hora es la celebración de las Vísperas, y los monjes benedictinos que habitan el monasterio cantan la oración, oportunidad única de oír gregoriano de verdad, en el sitio más adecuado para ello. La Iglesia casi se ha llenado, pese a lo apartado del lugar. La congregación sale por una puerta lateral de la nave y de pronto hemos atravesado el tiempo hasta el siglo XII. La mayoría de los monjes son mayores, miran hacia el suelo, como avergonzados de tanta presencia de “espectadores”. Qué paradoja. Ellos, que ni siquiera hablan para no perturbar la pureza de su comunicación con Dios, convertidos aquí a cada momento del día en reclamo turístico para oírles cantar. Comienzan las Vísperas y las voces de los monjes llenan las naves de la iglesia del monasterio de Leyre, como viene haciendo desde hace un milenio, cantando a Dios. Maravilloso. Salimos reconfortados por la visita y por la sensación de espiritualidad que transmiten el lugar y el canto gregoriano, y ponemos rumbo a Jauregia. Esa noche, cuando los niños y mi madre ya duermen, miro por la ventana y le digo a Olga que me acompañe al jardín para ver una cosa que le va a resultar impactante. Son las 12 de la noche, la oscuridad es total fuera de la casa, pero el cielo está absolutamente despejado. Cuando miramos hacia arriba, el espectáculo es inenarrable. Miles, millones de estrellas abigarradas en un cielo que tiene tantos puntos brillantes que apenas deja espacio para la oscuridad. Se ven estrellas, constelaciones, nebulosas, y hasta estrellas fugaces, porque estas son las noches de San Lorenzo y de las Perseidas. Los de la ciudad ni siquiera sabemos que este cielo existe. Es tan impresionante que casi da miedo seguir mirándolo. Cuando subimos, Olga me convence para que despierte a Blanca y pueda verlo también, porque no es fácil disfrutar de un espectáculo así. Lo hago y Blanca se queda con la boca abierta de ver la verdadera cara del cielo que nos cubre y que nos hemos empeñado en esconder a base de luces y contaminación. Otro regalo que nos llevamos para siempre de este paraíso que es el valle de Baztán. Etapas 10 a 12, total 15
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