ALSACIA, LAGO CONSTANZA Y SELVA NEGRA - Agosto 2017 ✏️ Blogs de Europa CentralOnce días visitando: Mulhouse, Estrasburgo, Basilea, Colmar, Cataratas del Rin, Baden-Baden, Gengenbach, Friburgo, Lago Titisee...Autor: Lapilvi Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (10 Votos) Índice del Diario: ALSACIA, LAGO CONSTANZA Y SELVA NEGRA - Agosto 2017
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Etapas 10 a 12, total 14
Llegamos al miércoles; hoy se cumplía una semana del inicio de nuestro viaje y tocaba cambio de alojamiento. Para los cuatro días restantes debíamos desplazarnos hasta Haslach im Kinzigtal, donde nos esperaba nuestro alojamiento para la Selva Negra.
En lugar de irnos directos, nos desviamos unos kilómetros para aprovechar el día visitando el Castillo de Hohenzollern (Burg Hohenzollern), en Bisingen. CASTILLO DE HOHENZOLLERN El castillo está en lo alto de un promontorio. Ya se va viendo a lo lejos a medida que te vas acercando por la carretera. Al llegar a la base de la colina hay que dejar el coche en uno de los dos parkings que hay. Si se puede dejar en el de más arriba, mejor, porque desde ahí hay que subir al castillo y cuanto más arriba dejemos el coche menos tendremos que subir. El parking cuesta 2 €. Andando desde el parking más alto hasta el castillo se tarda unos diez minutos, por un camino que está acondicionado con escaleras y rampas. Si no se desea caminar, hay autobuses que te suben al castillo desde el parking de arriba por 2 € la subida o 3,30 € ida y vuelta. Estos autobuses salen continuamente, porque el trayecto es tan corto que en diez minutos están de vuelta. Los tickets de entrada al castillo los compramos en una edificación que hay en el propio parking, junto a la parada del autobús, que es a la vez tienda de souvenirs. No estoy segura de si se puedan comprar también arriba, en el propio castillo. Hay una entrada básica, que cuesta 7 € y sirve para visitar por tu cuenta el recinto del castillo por fuera, además de entrar en los sótanos (casamatas) y las capillas. Hay otra entrada que, además de lo anterior, incluye una visita guiada en alemán por cuatro habitaciones interiores del castillo y cuesta 12 €. Nosotros hicimos la visita básica porque, además de no dominar el alemán al 100% , habíamos leído que la visita guiada no merece mucho la pena. En total estuvimos dos horas, desde que aparcamos hasta que volvimos a recoger el coche. El castillo es bonito y la visita merece la pena si te pilla de paso o no estás demasiado lejos. Es muy curiosa la forma de acceso, en triple espiral; supongo que para dificultar la intrusión del enemigo. Una vez que asciendes por la triple revuelta de acceso, llegas a una explanada central, a cuyo alrededor se distribuyen las diferentes edificaciones que componen la fortaleza: Nos impresionó la magnífica decoración de las paredes de la capilla. Parecía absolutamente que se trataba de unas cortinas de tela, pero... ¡estaban pintadas! Y también son buenísimas las vistas a 360º que hay desde allí arriba de todo el valle circundante. Después de ver el castillo se nos encaprichó verlo desde la montaña de enfrente; intentar buscar la localización desde la que están tomadas las fotografías tan bonitas que se muestran en la publicidad. Como ésta (prestada de internet) : Pusimos en el Google Maps la montaña de enfrente y nos condujo, atravesando Boll, uno de los pueblecitos que están a los pies del castillo, hasta una inmensa pradera de hierba a media altura de la montaña, que tenía mesas como de merendero. Allí tuvimos que dejar el coche, porque los caminos que seguían hacia arriba eran pistas forestales y se internaban con gran pendiente en la vegetación de la montaña. Desde esa pradera ya pudimos tomar bonitas fotografías, aunque aún no estábamos a la altura necesaria. Sin teleobjetivo: Con teleobjetivo: Subiendo a pie unos cien metros más por uno de los caminos, en una cuesta muy pronunciada jalonada por curiosos pasos procesionales, llegamos hasta una ermita llamada María Zell, que tenía un cementerio desde donde también se veía bien el castillo. Esto fue lo más parecido que conseguimos a la bonita fotografía de la publicidad… Con teleobjetivo: Allí llegamos a la conclusión de que las fotos de las postales que tratábamos de emular estaban tomadas desde la cima de la montaña o incluso desde helicópteros. Además, vimos que habríamos de esperar hasta el atardecer para que la luz del sol incidiera de forma sugerente sobre el castillo, de modo que decidimos abortar la misión porque tampoco nos iba la vida en ello. Abandonamos, pues, la zona del Castillo de Hohenzollern para recorrer los 90 kilómetros que nos separaban de nuestro alojamiento para los siguientes días, en Haslach im Kinzigtal. Etapas 10 a 12, total 14
Este jueves fuimos a visitar Baden-Baden porque, aparte de ver un poco la ciudad, nos queríamos bañar en las famosas Termas de Caracalla, y por lo visto los viernes y fines de semana hay más público. A la vuelta de Baden-Baden pararíamos a ver Gengenbach.
BADEN-BADEN Desde nuestro alojamiento en Haslach tardamos unos tres cuartos de hora en llegar a Baden-Baden. Lo malo fue encontrar el parking de las Termas, pues no veíamos indicaciones por ningún lado y el Google Maps se empeñaba en meternos en zona peatonal. Al final dejamos el coche en un parking que estaba muy cerca de las Termas y que nos costó 7,20 € por las cinco horas que estuvimos en la ciudad . Después de dejar el coche en este parking averiguamos por dónde se entraba al de las Termas, pero ya era demasiado tarde. Y bueno, tampoco el de las Termas era gratis. Termas de Caracalla. No sé por qué, íbamos con la idea de que sería una institución histórica en un edificio significativo, pero ni mucho menos. Son unas instalaciones modernas en un edificio de reciente construcción, por lo que en ese sentido no tienen nada de especial. Lo único que las puede diferenciar de otras es que tienen piscina exterior además de interior. Por lo demás, los mismos chorros, jacuzzis, camas de burbujas y aguas rápidas que todos los balnearios urbanos. También tienen una poza de agua muy fría, un recinto de vapor aromatizado y camas de infrarrojos. En el piso superior hay más instalaciones pero son sólo para nudistas. No está permitido tomar fotos de las zonas de baño. Aquí dejo una del vestíbulo de recepción: Pagamos entradas de dos horas, que cuestan 16 €. Al pagar te dan una pulsera magnética que controla la entrada, la salida y el uso de la taquilla. El tiempo empieza a contar desde que atraviesas el torniquete de la entrada y termina cuando pasas el torniquete de salida. Es decir, el tiempo que inviertas en el vestuario va incluido en las dos horas que has pagado, así que procura no entretenerte mucho ahí. Por cada diez minutos que te retrases en salir tendrás que pagar 0,70 €. A nosotros dos horas nos pareció suficiente. Probamos todos los chorritos y nos entretuvimos a placer en todos los rincones, y no nos faltó tiempo para vestirnos y secarnos el pelo después tranquilamente. Hay muchísimos vestuarios y taquillas para guardar tus cosas. Las taquillas se cierran y activan con la pulsera magnética, de modo que no necesitas manejar llaves ni candados. Hay que llevar toalla y chanclas, pero no es necesario gorro de baño. Hay secadores de pelo, pero no de bañadores. No está mal como experiencia, sobre todo porque no es demasiado caro, pero no tiene nada de especial con respecto a cualquier otro balneario que hayamos podido visitar antes. El centro de Baden-Baden. Después de las Termas dimos una vuelta por el centro que, tras tantos pueblos bonitos que habíamos visto, no nos llamó mucho la atención porque no tiene mucho destacable. Trinkhalle, un espectacular edificio cuya fachada es una galería de columnas corintias, llena de murales. En su día fue otro balneario, pero no estoy segura de que siga funcionando como tal. Kurhaus, es el edificio donde está el Casino. Su exterior no tiene mucha gracia y queda bastante eclipsado por el esplendor del Trinkhalle, que está al lado. Hay visitas guiadas para ver su interior, que por lo visto tiene una decoración muy pomposa, pero nosotros no entramos. Jardines delante del Casino: Liechtentaler Alee, una avenida de 3 km de largo que discurre en paralelo al río Oos a través de alamedas y zonas ajardinadas. Paseando por ella nos vamos encontrando diversas villas del siglo XIX, muchas de ellas reconvertidas en hoteles de lujo. Es realmente lo más bonito de Baden-Baden y donde de verdad se respira el talante aristocrático que caracteriza esta ciudad. Caminamos por Liechtentaler Alee hasta llegar a la rosaleda Gönneranlage y regresamos hacia el centro por la calle paralela Ludwig-Wilhelm-Strasse, toda jalonada de señoriales mansiones, a cual más espectacular. Comer en Baden-Baden. En pleno centro de Baden-Baden vimos un establecimiento llamado Nordsee especializado en pescado y marisco con todo tipo de preparaciones, desde las más sencillas en plan de hamburguesa o rollito, pasando por fish&chips, hasta sopas y platos más sofisticados de marisco. Se podía comprar para llevar o bien sentarse a comer allí mismo. Como hacía muchos días que no comíamos pescado decidimos sentarnos en la terraza y nos pedimos tres rollitos de atún, un fish&chips y cuatro bebidas, por lo que pagamos 23,15 €. Bastante bueno todo y nada caro. GENGENBACH De vuelta hacia Haslach paramos en Gengenbach. Aparcamos en un parking que costaba 0,60 € la hora, pero a partir de las 18:00 era gratis y, como eran las 17:00 sólo pusimos una hora. El pueblecito tiene un centro histórico diminuto (es prácticamente una gran plaza) pero precioso. Nos recordaba mucho a los pueblos de Alsacia que habíamos visto la semana anterior. No es de extrañar que Tim Burton lo eligiera para filmar algunas escenas de Charlie y la Fábrica de Chocolate. Estuvimos en Gengenbach casi dos horas. Dimos vueltas por la plaza, pasamos por debajo de las torres que en su día cerraban la ciudad medieval, paseamos por un par de bonitas calles aledañas e hicimos decenas de fotos. También nos sentamos en una terraza de la plaza para tomar el postre que nos había faltado en Baden-Baden… o tal vez era ya una merienda… lo mismo da. Regresamos finalmente a nuestro alojamiento en Haslach im Kinzigtal. Etapas 10 a 12, total 14
Iniciamos este viernes acercándonos a Gutach para montar en una especie de trineo sobre raíles, llamado Sommerrodelbahn, que es como una montaña rusa que baja haciendo bucles pegada a la ladera de una montaña.
SOMMERRODELBAHN DE GUTACH Se encuentra junto a la carretera 33, a poco más de 4 km. al norte de Gutach. Desde nuestro apartamento de Haslach no tardamos ni veinte minutos en llegar. Esta especie de montaña rusa tiene una longitud de 1.100 metros y son cochecitos individuales con unas palancas para acelerar o frenar, según quieras ir más rápido o más lento; siempre guardando una distancia prudencial con el de delante. El recorrido comienza subiendo arrastrado por unos mecanismos, igual que en cualquier montaña rusa, y una vez en lo más alto empieza la bajada con sus curvas y bucles. Yo iba un poco atemorizada (cuando era joven me encantaban estas cosas, pero con los años he ido cogiéndoles un poco de aprensión), pero una vez montada en el trineo vi que no era para tanto (no coge más de 40 km/hora) e incluso disfruté del viaje, que se me hizo cortísimo. Cuesta 3 € cada viaje y hay bonos de 6 viajes por 14 €. Nosotros llegamos recién abierto, a las 10:00, y no había nada de cola en absoluto, pero creo que más tarde se llena de gente. MUSEO DE LA SELVA NEGRA, VOGTSBAUERNHOF Por si a alguien le interesa, es otra atracción de esta zona. Es un museo al aire libre que reproduce construcciones y costumbres de la vida como era antiguamente en la Selva Negra. Está al lado del Sommerrodelbahn, pero nosotros no paramos a verlo. RELOJ DE CUCO DE SCHONACHBACH Dicen que es el reloj de cuco más grande del mundo. Está también en la carretera 33, unos 15 Km más al sur que el Sommerrodelbahn, inmediatamente antes de entrar en un túnel. Se ve perfectamente desde la carretera porque está pegado a ella. Desde el Sommerrodelbahn se tarda quince minutos en coche. Forma parte de un establecimiento de la familia Eble, dedicada a la fabricación de relojes de cuco artesanales desde 1880, y allí mismo tienen una gran tienda donde los venden. La “fachada” del reloj se puede ver libremente, y si estás allí a una hora en punto verás salir el cuco a cantar. Si quieres ver el interior del mecanismo hay que pagar 2€ (nosotros no entramos). A nosotros nos decepcionó un poco, porque será el más grande, pero no es el más bonito. Realmente es un poco insulso. Y el cuco que salió a dar las once, muy sosito también. La fachada que da a la carretera: Y la fachada trasera: CASCADAS DE TRIBERG Continuamos hacia el sur por la 33 y luego por la 500 hasta llegar a Triberg. En este pueblo están las que se proclaman como “cascadas más altas de Alemania”, aunque realmente son un conjunto de saltos que quizá en su totalidad sumen la mayor altura de caída de agua, pero cada uno por sí solo no tiene tal envergadura. Hay tres posibles entradas para acceder a las cascadas: Una está en el propio pueblo y desde ella se inicia el recorrido de las cascadas de abajo hacia arriba. La siguiente está más arriba; tiene un pequeño parking que se llama Scheffelplatz y se encuentra saliendo del pueblo por una carreterilla que va ascendiendo en curvas y te deja en el punto más alto de las cascadas, con lo que se comienza la visita desde arriba. La tercera está continuando por esa misma carreterilla, un poco más arriba, y el parking se llama Adelheid. El inconveniente de este último parking es que te deja algo más arriba del comienzo de las cascadas, por lo que hay que caminar unos cinco minutos en paralelo al río hasta que llegas a ellas. La ventaja es que éste es gratuito, mientras que en los otros dos hay que pagar. Nosotros aparcamos en el Adelheid. No lo hicimos aposta; es que pasamos de largo las otras dos entradas porque no veíamos claro que fueran los accesos de las cascadas. Como una imagen vale más que mil palabras, he marcado en la siguiente imagen la situación de los tres parkings y el punto más alto de las cascadas. En cualquier caso, hay que pagar la entrada al recinto de las cascadas, que cuesta 4,50 €. Como teníamos las tarjetas Konus que nos habían dado en el alojamiento, fueron 4,00 €. Una rebaja insignificante, pero bienvenida. Una vez dentro del recinto de las cascadas hay tres itinerarios señalizados, que se pueden ver en el plano de la imagen anterior: El amarillo es el más corto y discurre en paralelo a las cascadas. El rojo es un poco más largo y te acerca a unas ermitas y edificaciones. El verde es el más largo y te adentra en la naturaleza del entorno. Nosotros hicimos el amarillo. En total no llegó a dos horas el tiempo que estuvimos desde que dejamos el coche hasta que volvimos a cogerlo, parándonos un montón de veces a hacer fotos y, sobre todo, esperando a poder hacerlas sin gente por medio, misión poco menos que imposible dada la afluencia que había aquel día. Las cascadas son bonitas, como toda obra de la arte de la naturaleza. Sobre todo el tramo inferior, donde se suceden varios saltos contiguos que se funden vistos en conjunto desde abajo. No obstante, si las cataratas del Rin no nos habían impresionado demasiado, estas cascadas aún menos. Por cierto, vimos varias ardillas en el bosque que cubre la zona de las cascadas, pero eran muy huidizas. TRIBERG Después de recoger el coche del parking superior de las cascadas volvimos hacia Triberg porque queríamos también ver un poco el pueblecillo, que realmente se resume en una calle. Esta vez aparcamos en un gran parking público cubierto donde tuvimos el coche otras dos horas, lo que nos costó 3 €. Dimos unas vueltas por la ancha calle central, la Hauptstrasse, que realmente es la propia travesía de la carretera 550. Triberg está enclavado en un lugar precioso, rodeado de montañas frondosas cuyas cimas asoman como respaldo por encima de los tejados de las casas. Llama la atención la famosa “Casa de los mil relojes”, una tienda enorme con cientos de modelos de relojes de cuco a la venta. Es muy graciosa, con sus ositos moviéndose. Una especie de “Cortilandia” en chiquitito. Comer en Triberg. Allí nos dio la hora de comer y nos metimos en un italiano bueno, bonito y barato, de la Hauptstrasse llamado Pinocchio. El local estaba amenizado por música italiana de los años 80 a un volumen correcto para no molestar; muy agradable. La mujer que atendía era simpática y además chapurreaba el español. Pedimos dos platos de pasta (enooormes), dos pizzas (graaandes), una cerveza y dos botellas de agua y nos costó 43,50 €. El postre lo reservamos para tomarlo en Schäfer, el lugar donde se inventó la tarta “Selva Negra”. Había que ir allí a probar la original, ¿no? Está en la misma calle Hauptstrasse, en el número 33. Tengo que decir que está… ¡muy rica! Habíamos probado otras “Selva Negra” los días anteriores y estaban más sosas y secas. Ésta está sabrosísima y empapada en licor. Y no nos pareció cara para ser la genuina, a 3,60 € la porción. Pedimos cuatro porciones de diferentes tartas, para probar unas cuantas, y dos cafés, y la cuenta fue de 18 €. Había leído que los dependientes de Schäfer eran antipáticos y groseros, pero nuestra experiencia fue todo lo contrario. El hombre que estaba tras el mostrador nos fue explicando, paciente y cordial, de qué era cada tarta, porque los rótulos estaban en alemán y no entendíamos nada. LAGO TITISEE Desde Triberg continuamos camino por la carretera 500 hasta el Lago Titisee. Fue un trayecto pesadísimo, con mucho tráfico y mucho camión. Menos mal que la carretera es muy bonita, porque vas atravesando las masas boscosas y las praderas inmensas de un verde precioso que brillaba con el sol. Al llegar a Titisee hay unos parkings enormes. Se nota que es lugar de concurrencia de muchos alemanes que buscan un lugar de baño en sus vacaciones. Turistas extranjeros no vimos apenas por allí. Lo primero que encuentras al acercarte a Titisee desde el parking es una calle ancha llena de las típicas tiendas de souvenirs y artículos de baño, como si fuera cualquier localidad turística de la costa española. A continuación te acercas a la orilla del lago y ves gente bañándose, tomando el sol, o bien simplemente dejando pasar el tiempo en las pequeñas “playitas”, algunas de césped, que hay a lo largo de la ribera. El lago está rodeado de vegetación y es bonito, pero no espectacular. Nosotros sólo estuvimos por allí una hora porque no daba para más (parking 2 €). Creo que está bien para ir a pasar allí el día en plan de picnic y baño, pero sinceramente, no sé si nos compensó la inversión en tiempo de carretera que tuvimos para llegar hasta allí sólo para verlo. Sobre todo la vuelta hasta Haslach fue horrorosa, porque quisimos evitar volver por la carretera 500 y tiramos por la 31 hasta la altura de Friburgo, donde cogimos autopista, y ¡en qué hora!... más kilómetros, más tráfico, más tiempo… Ese día llegamos cansadísimos al apartamento. Etapas 10 a 12, total 14
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