![]() ![]() La Toscana - Rinascita ✏️ Blogs de Italia
Diez días de road trip en 2017 por la Toscana pasando por Francia y MónacoAutor: Gattotrips Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (2 Votos) Índice del Diario: La Toscana - Rinascita
Etapas 7 a 9, total 9
Dispuestos de nuevo a reemprender nuestra ruta, nos levantamos aquel día aún a horas bastante intempestivas con la idea de ponernos en camino y aprovechar el máximo posible el día, que iba a ser bastante denso en cuanto a conducción, pues nos íbamos a mover por la parte sur y este de la Toscana con la idea de ver los lugares más atractivos de la zona, para acabar el día en Arezzo, girando de nuevo hacia el norte y hacia el camino que más tarde nos llevaría a la capital de la Toscana... adivinad cual.
Las abadías de la Toscana rural Probablemente la región que atravesamos aquel día en nuestra ruta, se corresponda a una de las partes más rurales de la Toscana, en la cual entre suaves colinas y campos verdes se mezclan pequeños poblados separados por los terrenos de abadías y antiguos prioratos, que parecen transportar a los viajeros a tiempos pasados. Íbamos a empezar el día de esta forma yendo hasta las ruinas de la antigua abadía de San Galgano, una abadía cisterciense construída en el siglo XIII, rodeada de un bucólico entorno que evoca el romanticismo de las historias de Rimas y Leyendas de Bécquer, quedando en pie los muros de su edificio principal,sumergidos en un atronador silencio. ![]() San Galgano, santo al que se refiere la abadía, fue un converso del siglo XII que abandonó su vida desordenada para entregarse a la vida monástica, renunciando a su espada que dejó clavada en una roca en las inmediaciones de la abadía (prácticamente un pedazo de metal en forma de cruz en una roca lo que puede verse a día de hoy)... una curiosa y clara similitud al mito artúrico. Aunque sean unas ruinas, se cobra entrada para visitar el interior de los muros, lo cual no dejó de parecernos un tanto abusivo por mucho que incluya supuestamente la entrada al museo de "no se qué" del cercano municipio de Chiusdino y que evidentemente ni nosotros ni probablemente el 90% de los viajeros visita. Aún así, el sugerente entorno, bien merece una visita, y es por ello que en esta localización se han rodado escenas de películas como es el caso de El Paciente Inglés, película de la que también se rodaron escenas en la Toscana, como en Arezzo, la escena de las pinturas de la catedral, que es en realidad la iglesia de San Francisco. Visitada la primera abadía de la ruta, íbamos a continuar el día visitando una segunda abadía, la de Monte Olivetto Maggiore, abadía benedictina habitada y plenamente operativa a máximo rendimiento (como diría el Emperador Palpatine sobre la segunda Estrella de la Muerte...). ![]() Esta segunda abadía, pese a que incluso tiene un aparcamiento a sus puertas, no me pareció un lugar excesivamente turístico, si no casi más dedicado a la liturgía, la contemplación y el peregrinaje... supongo. La entrada es libre y los monjes piden solo el pago de la voluntad por acceder a visitar el claustro y algunas salas museo como su bilbioteca... es curioso como la visita a este lugar me retrotrajo a mis días de estudiante en un colegio marista... ¡las comparaciones y similitudes de algunos de sus espacios eran evidentes e inequívocas! Destaca su claustro con las pinturas de diversas escenas sobre la región de Siena y la orden benedictina, así como el edificio medieval de acceso al recinto de la abadía, y como digo, el poder contemplar una abadía activa con sus diferentes dependencias y espacios (hasta olía a la comida de lo que estaban cocinando ese día y se oían los ruidos procedentes de la cocina). Solo me faltó ver la sala de minerales y ya hubiera involucionado a mi infancia por completo. Como no puede haber dos sin tres, la última abadía que íbamos a visitar en la región, por supuesto también completamente aislada de cualquier cosa, iba a ser la de Sant'Antimo, mucho más antigua y en estilo románico toscano, fundada alrededor del año 750, atribuida a un exvoto de Carlomagno. ![]() Abandonada durante largos años y usada incluso antes de la reunificación italiana como granero y su cripta como bodega por un pastor que habitó los apartamentos del obispo, de la antigua abadía queda visible externamente el ábside denominada capilla carolingia, así como el portal de la abadía, decorado con animales mitológicos y hojas, del siglo X, anterior a la actual abadía. El interior de la capilla carolingia está constituido por una única nave rectangular, a la que se puede acceder y visitar. Tenía pinta de que incluso es aún usada para la liturgia. Tras tamaño empacho de abadías, iba acercándose la hora de comer, por lo que emprendimos camino hacía lugares más urbanizados, para visitar otra localidad famosa por su origen romano y termas, además de por ser también localización de otras muchas escenas de películas o series, como las escenas de Dustin Hoffman como Juan de Medici en la serie "Medici: Los señores de Florencia", en Bagno Vignoni, donde realmente la familía noble de Florencia tenía un negocio de lavaderos. BagnoVignoni, al agua gatos Sobre las dos de la tarde, tras recorrer unos kilómetros por carreteras rurales, llegamos pues a la pequeña localidad de Bagno Vignone, caracterizada por sus lujosos hoteles con baños termales, cuyo uso era conocido ya desde tiempos de los romanos, y caracterizado también por su piscina natural central que preside la villa, si bien lamentablemente el baño está prohibido (o quizás por fortuna ya que en tal remanso de paz quizás la escena de hordas de italianos chapoteando en las aguas sulfurosas sería dantesca). ![]() El pueblo en si no tiene gran cosa más, es agradable la estampa de la plaza central con su piscina y su aspecto de antiguos lavaderos con porche cubierto, pero poco más de dos calles es lo que se puede visitar. Merece la pena sin embargo, pararse a comer en una de las hosterías tradicionales en donde se puede degustar pan hecho a mano y vinos de la zona, disfrutando de los antipasti típicos, y saboreando otros platos, como fue en mi caso, unas deliciosas costillas de cordero regadas con vino toscano. Como aún era pronto, nos iba a dar tiempo de hacer una visita opcional que teníamos programada para ese día si nos daba la agenda para ello, que era parar en Cortona, otro encantador pueblo toscano ya en la provincia de Arezzo cuya fama da lugar al título de esta colección de posts: es el lugar donde se rodó gran parte de la película Bajo el sol de la Toscana. Así pues, de camino a Arezzo paramos primero en Cortona, rodeada de montañas que íbamos viendo a lo lejos, y prácticamente en la frontera con la región de Umbría. Dejamos nuestro coche en uno de los aparcamientos en la parte inferior del pueblo... para descubrir que nos esperaban unas grandes cuestas hasta la zona histórica. Cortona cuesta arriba Tras una larga y costosa ascensión por empinadas y estrechas calles en las que vimos unos cuantos (muchos) gatos e incluso una señora nos presentó el suyo al ver que estábamos jugando con él (esta historia es totalmente verídica), llegamos hasta la plaza principal de Cortona, en donde se encuentra el ayuntamiento con su torre, y muchos edificios de piedra con terrazas, llenos de pequeños locales, cafés y tiendas. ![]() Quizás por la fama de la película, o porque la belleza en si del pueblo lo justifica, era evidente aquí la mayor presencia de turistas sin llegar a resultar molesta, pero estaba claro que este era otro de los lugares más visitados de la Toscana y nos hubiera disgustado perdérnoslo. Es hacia las calles de la derecha desde el ayuntamiento con sus escalinatas donde puede observarse otra de las panorámicas impresionantes del paisaje toscano de la región, y es que desde los miradores de la parte alta de Cortona, se llega a divisar a lo lejos el lago Trasimeno, ya de la región de Umbría. En la misma parte alta, otros miradores permiten observar el paisaje del valle a los pies de Cortona, y se pueden visitar algunas iglesias tranquilas en calles a las que no llega ya el flujo de turistas, concentrado en la plaza del ayuntamiento y sus alrededores. ![]() Sin duda un bello lugar tanto por su entorno de paisajes como por su ambiente y antiguos edificios, que bien vale la pena visitar si se está por la región. Tras desandar las cuestas y volver a nuestro coche despidiéndonos de los gatos que nos encontrábamos a nuestro paso, volvemos al camino para alcanzar la que debía ser nuestra base para aquella noche, Arezzo. La vida es bella en Arezzo Tras aproximadamente otra media hora conduciendo, íbamos a llegar a nuestro hotel en Arezzo, un hotel cómodo, moderno y atractivo, pero situado a las afueras literalmente junto a la autopista. Es lo que tiene lo bueno, bonito y barato, que algún otro inconveniente debe tener. En este caso iba a significar que al encontrarnos a más de 5km del centro de Arezzo, iba a ser un poco difícil llegar hasta allí sin coche, no por la distancia, si no por estar rodeados de autopistas. Así pues, si queríamos aprovechar el tiempo que nos quedaba para ver Arezzo, debíamos apresurarnos y movernos hasta allí. Lo que hicimos es dejar nuestro coche justo alrededor de la entrada a la zona histórica, pagando un par de monedas hasta la hora que el parquímetro dejara de funcionar. Arezzo es especialmente conocido por ser el lugar en donde se rodó La Vida es Bella, la película de Roberto Benigni que en su primera parte se desarrolla en un pequeño pueblo italiano justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial. En esta escena pueden verse precisamente sus calles y su plaza principal. Otra cosa que intuía pero de la que no estaba 100% seguro, es de que los italianos SI celebran procesiones en Semana Santa, y siendo ya los días importantes de la festividad religiosa (jueves en este caso creo) había un pollo importante de gente y de actos por las calles del centro, donde están además todas las iglesias... todo muy pintoresco. ![]() Destaca de Arezzo principalmente su plaza principal o Piazza Grande con porche y arcos en donde se pueden encontrar restaurantes con una pinta fantástica. La plaza la preside su ayuntamiento, con la típica torre que vamos viendo ya en todas las localidades de la región, y llegamos a la plaza ya caída la noche después de un largo paseo. Nos decidimos a cenar en uno de esos restaurantes con encanto bajo los arcos, y nos decidimos por La Lancia d'Oro,una Ostería tradicional que no pudo ser mejor elección. Deliciosa su pasta rellena y su tiramisú, una cena para recordar en un marco incomparable para el recuerdo. ![]() Ese día si, como tantos otros, completamente agotados, volvimos a nuestro hotel para descansar y enfrentarnos a lo que para el siguiente día sería, algo que solo puedo definir como uno de los peores días de mi vida al volante de un coche para encontrar el maldito sitio a donde teníamos que ir, una vez ya dentro del caos atroz de Florencia. Resumen de la etapa La ruta de aquel día nos llevó por el sur y este de la Toscana, tocando ya casi con la frontera de la región de Umbría, llevándonos desde Siena a Arezzo conforme a la ruta que resumo a continuación. ![]() Paradas Siena - Abadía de San Galgano: 35km (45min). Abadía de San Galgano - Abadía de Monte Oliveto Maggiore: 55km (1h15min). Abadía de Monte Oliveto Maggiore - Abadía de Sant'Antmo: 32km (40min). Abadía de Sant'Antimo - Bagno Vignoni: 22km (40min). Bagno Vignoni - Cortona: 65km (1h15min). Cortona - Arezzo: 30km (40min). Hotel Para hoy, un hotel bueno, bonito y barato, aunque bastante apartado del centro, pero por menos de 80€/noche no está mal. Habitaciones ejecutivas en un hotel moderno y funcional. AC Hotel Arezzo Via Enstein, 4 52100 Arezzo, Italia Etapas 7 a 9, total 9
Ese día por fin nos iba a conducir al clímax de nuestro viaje a la Toscana, a la cúspide y epicentro del Renacimiento, a la teóricamente irrepetible, inimitable, inolvidable, Firenze… ¡Florencia! No por primera vez en realidad para Gatto, y por eso en este post no hablaré tan en profundidad de las “atracciones” a las que todo el mundo acude: los Uffizi, David, Jardines de Bóboli y demás parafernalia… que daría no para uno si no para varios posts. No, no… este post se va a basar en mis opiniones y percepciones totalmente subjetivas sobre Florencia y lo que supone, para alguien que visita la ciudad por tercera vez.
Automáticamente al momento de pisar Siena, tuve una revelación y llegué a la conclusión más importante de este viaje: Siena es mi ciudad preferida en la Toscana a años luz de Florencia. ¿Qué pasa con Florencia? Que si es la capital del Renacimiento (y la Toscana), que si qué bonita, que si es una ciudad museo… si, si… todo eso es cierto, también es cierto que ya en Junio se funden hasta las piedras del calor con el sol que cae a 40ºC (como 40 puños), y también es cierto que como otras ciudades europeas como Barcelona o Amsterdam, empieza (bueno… ya debe hacer bastante tiempo en realidad) a tener un grave problema que a mi juicio le quita mucho, muchísimo de su encanto: las hordas incontroladas de turistas que como zombis deambulan sin sentido alrededor de la Piazza del Duomo. Sobre todo por las mañanas, autobuses, trenes, cruceros y los cientos de hoteles, lanzan a las calles de Florencia miles de turistas ávidos de regocijarse en las atracciones del mayor parque temático al aire libre sobre el Renacimiento, que eso es lo que acaba pareciendo Florencia al fin y al cabo… lo que resulta en calles y plazas intransitables en las que literalmente hay que ir sorteando a la gente, rozándose con ellos y armarse de paciencia para ir de un sitio a otro… nada particularmente disfrutable. Por la tarde por lo menos, y cuando cae el atardecer, es cuando parece que la presión se rebaja y cuando de verdad puede disfrutarse del ambiente y encanto de Florencia. Es entonces cuando se puede imaginar al Dr. Lecter asomado a una ventana de los Uffizi eligiendo a su víctima para esa noche, y disfrutar de cierta quietud a la sombra del Palazzo de la Signoria deleitándose con los colores del atardecer sobre los edificios y estatuas de la capital toscana. Fiesole, mirador de Florencia Pero para ir un poco en orden, aún puedo decir que saqué pese a mi tercera visita una nueva experiencia, que fue la de ver Florencia desde cierta distancia y un punto elevado, desde el mirador de Fiesole. Aquella mañana salimos sobre las ocho en dirección a Florencia, y tras una hora de autopista llegamos a las inmediaciones de Florencia. Antes de sumergirnos en la ciudad (y lo que sería uno de los peores días de mi vida en lo que automovilísticamente hablando se refiere), nos desviamos para siguiendo las instrucciones de mi inepto GPS, internarnos por caminos vecinales hacia la cima de las colinas que rodean Florencia, en donde está Fiesole, un pequeño pueblo en lo alto que sirve como mirador de Florencia. Destaco y aviso de que para llegar a Fiesole hay en realidad una carretera, que aunque estrecha, no es el infiernal laberinto de caminos vecinales de un solo sentido por el que me llevó mi GPS… es una alegría de vivir el encontrarse de cara por una subida una señora italiana histérica gritando improperios montada en un todoterreno y no haber un sitio claro para apartarse pese a su insistencia… es lo que hay. ![]() En definitiva, salvados los obstáculos autóctonos, Fiesole es un muy pequeño pueblo que de por si no tiene nada, pero que cogiendo las escaleras que suben hacia el monte desde su plaza principal, se llega a un amplio mirador desde el que se puede contemplar Florencia con todos sus detalles desde una cierta distancia, sobresaliendo por supuesto la cúpula del Duomo y su campanario. Tras una rápida visita y para no perder más tiempo, nos pusimos en marcha para internarnos en Florencia en coche y buscar donde dejarlo. La opción clara, aunque no la más barata, es aparcar en el gran parking subterráneo de la estación de tren de Santa Maria Novella, a un paso del centro y cerca de hecho de donde teníamos nuestro hotel. Mi idea era dejar allí el coche en primera instancia, descargar, y luego ya veríamos que haríamos, si era posible buscar un aparcamiento más económico o qué opciones teníamos. Por cortesía de mi GPS, la señalización absurda y las literalmente decenas de obras en la ciudad que involucraban diferentes calles principales cortadas, mi percepción conductiva por Florencia se transfiguró en experiencia religiosa: vueltas en círculo (muchas), calles cortadas impidiéndome el paso a la siguiente calle por donde quería ir, sensación de pérdida absoluta, impotencia rayana en el lloro… lo típico… este pasado diciembre volví a tener una experiencia similar en Málaga, pero eso es otra historia. Francamente, después de una hora de tortura vial, conseguí llegar al aparcamiento de Santa Maria Novella y aunque resultase caro (unos 3€ la hora) decidí no volver a tocar el coche para nada hasta marcharnos al día siguiente… mi cordura estaba en juego. Tras encontrar el hotel, cercano, en dirección hacia el centro histórico caminando unos 300 metros, dejamos nuestras cosas y nos dispusimos a redescubrir Florencia por tercera vez en nuestra vida. Una cosa que tenía clara es que si volvía a visitar Florencia, era para comer una Bisteca a la Fiorentina en un sitio que descubrí la primera vez que estuve en Florencia, Ciro & sons, un espléndido restaurante en donde preparan la carne a la piedra de una forma espectacular, una gozada. Impresiones de Florencia En general, el tono general de mis impresiones encaja bastante con lo comentado, zombis por la mañana, más calmado por la tarde y noche. Nada más llegar visitamos la Piazza del Duomo para contemplar la catedral y aquello era una vorágine de magnitudes épicas… literalmente no se podía transitar por la plaza sin restregarse espalda con espalda de la gente, y esa no es que sea la sensación más placentera que podría esperarse. Así cuesta imaginar la Florencia de los Medici, tal y como se retrata en Los Medici: Señores de Florencia, con Dustin Hoffman como Juan de Medici. Aparte de que en Florencia todo es absurdamente caro, esta vez no entramos a la catedral (cuyo precio de entrada es unos 15€ incluyendo el baptisterio y la subida a su torre), pues son las visitas básicas que hicimos en su día la primera vez que visitamos Florencia. Esta vez nos limitamos a ver sus policromados muros de mármol desde fuera, sin quedarnos plantados delante durante horas como parece ser la actividad preferida de muchos visitantes. ![]() Siguiendo la Vía del Calzaiuoli, atestada por supuesto de gente también, se llega desde la plaza del Duomo a la Piazza de la Signoria, donde está el famoso Palacio, del cual se pueden visitar también sus interiores como hicimos en nuestra primera estancia en Florencia tiempo atrás. Esta es una de las plazas más encantadoras de Florencia, llena de restaurantes y terrazas a las que sentarse a tomar una bebida o un delicioso helado de alguna de las famosas heladerías de su plaza, y llena de interesantes objetos como la fuente de Neptuno con su estatua, o las más famosas aún estatuas de la Loggia de la Signoria, con el Perseo sosteniendo la cabeza de Medusa entre otras. Durante las horas matutinas ni las estatuas se libran de turistas pertrechados con bocadillos o trozos de pizza comiendo entre ellas, lo que no hace de las fotos que digamos su mejor imagen. ![]() Desde la Piazza de la Signoria, se abre el acceso también hacia la galería de los Uffizi, y más allá cruzando sus arcos, se alcanza el río y la panorámica del famoso puente sobre el Arno, lleno de pequeñas tiendas, sobretodo de joyas y oro. El mejor momento para captar la belleza del lugar es la tarde con las luces y colores del atardecer sobre las fachadas pintadas. ![]() Sobre la galería de los Uffizi, rodeado de estatuas de famosos personajes como Donatello, Miguel Ángel, Rafael… cabe decir que merece su visita como galería de arte para ver la Venus saliendo del mar, icono por excelencia de Florencia y el Renacimiento. Esta fue otra de nuestras visitas básicas, junto al David en la Academia que apenas nombro en este post, que realizamos en nuestra primera visita a la capital de la Toscana. ![]() Más allá del río, se encuentra la entrada a los Jardines y palacios de Bóboli, un extenso parque ajardinado que sube por las colinas circundantes y que llega hasta otro mirador desde el que se puede ver la ciudad desde otra perspectiva, y observar desde lo alto la imponente cúpula de su Duomo de Brunelleschi, que supuso un reto arquitectónico en su época y fue apadrinado por los Medici, señores de Florencia. De hecho, la visita a los jardines es algo que me quedó pendiente la primera vez, y es algo que hice en mi segunda visita, bajo un calor atroz. ![]() Esta vez, como describo, nos gustó este tipo de visita más relajada y despreocupada, de disfrutar simplemente de los lugares y las calles, de alejarnos de las multitudes y pasear sin rumbo, más bajo los colores del atardecer cuando llega la calma, que durante la vorágine de la mañana, de sentarnos a comer Bisteca largo y tendido disfrutando del vino… así fue mi tercera visita a Florencia. Resumen de la etapa Tras tomar unos helados en la Piazza de la Signoria, aquella noche ni cenamos… pues aún estábamos digiriendo nuestro generoso ágape toscano. Así que a una hora prudencial nos dirigimos a nuestro hotel a descansar para el día siguiente, en el que ya dejaríamos la Toscana para emprender el largo camino de vuelta. A continuación la corta ruta desde Arezzo a Fiesole, y el internamiento en Florencia. ![]() Paradas Arezzo - Fiesole: 78km (1h). Fiesole - Florencia: 10km (20min). Hotel Los hoteles en Florencia son bastante caros, así que para esa noche buscamos algo lo más sencillo y barato posible, pero imposible bajar de 100€/noche en algún sitio más o menos apañado. Elegimos el Hotel Edén, a una distancia asequible a pie desde el centro. Hotel Edén *** Via Nazionale, 55 50123 Florencia, Italia Etapas 7 a 9, total 9
Con Florencia llegaba el clímax y fin de nuestra ruta por la Toscana, pero como la vuelta a casa desde Florencia hubiera sido una salvajada, aún exprimimos el penúltimo día de nuestro viaje para emprender el camino de vuelta, pero haciendo una parada aún por aquella noche en el pequeño país entre la frontera de Francia e Italia, a los pies de los Alpes Marítimos: Mónaco, poco más que un pueblo grande con grandes edificios y empinadas cuestas incrustado en las estribaciones de los Alpes que bajan hasta el mar, todo un icono de la Costa Azul.
Siempre es un lugar interesante para hacer noche y recrearse con la farándula, el lujo, los coches caros y el mirar y ser visto, que es el juego que allí nunca pasa de moda, aunque en mi caso pueda aspirar como mucho a ser un mero espectador de tanto hedonismo y vanidad… No obstante, sentarse en la terraza del Café de París a ver la fauna, es una actividad imprescindible para mimetizarse con el entorno. Completaríamos nuestra vuelta con una última parada al día siguiente para desayunar en Niza y dar una vuelta por el paseo que fue tristemente famoso debido a los atentados del 14 de Julio de 2016. Después de eso nos esperaba una dura vuelta en la que ya paramos para lo mínimo imprescindible. Montecarlo Con el objetivo de poder pasar mínimamente medio día en Montecarlo, salimos esa mañana de Florencia tras pagar la abultada tarifa del aparcamiento de Santa María Novella y rezando para no volver a perderme en la vorágine florentina. Por suerte, una mañana de festivo a esas horas, disminuía bastante el tráfico y rápidamente encontramos la salida hacia la autopista. La ruta hacía Mónaco sería de entre cinco y seis horas de duración, llevándonos de nuevo a la costa, y a través de Génova, de vuelta a los Alpes Marítimos y la Costa Azul, región en donde se encuentra la capital, Montecarlo, de hecho en su única municipalidad, Mónaco. Es un país tan diminuto que literalmente es el segundo país del mundo más pequeño después de la ciudad del Vaticano, y aunque es independiente y soberano, estuvo ligado como principado a Italia hasta la invasión francesa de Niza en el siglo XIX, aunque la dinastías de los Grimaldi, la familia real de Mónaco, se remonta a la Edad Media. Paraíso fiscal, fundadores de un casino en tiempos en los que el juego estaba prohibido en los países vecinos, resguardo de lujo y nido de vanidad, Mónaco prosperó conectándose al ferrocarril, ingresando dividendos a cuenta de las ganancias de su casino, y ya a principios del siglo XX organizando exóticos acontecimientos como el primer gran rally de Montecarlo hacia 1911 y sobreviviendo como colaboracionistas tanto de Vichy primero, como de la invasión de las tropas nazis segundo, durante la Segunda Guerra Mundial. ![]() Como es prácticamente imposible aparcar en el centro de Mónaco, en las calles más próximas a la Rotonda del Casino, lo más recomendable es dejar el coche en uno de los muchos aparcamientos cubiertos subterráneos alrededor, para lo que nosotros escogimos el aparcamiento Indigo, y como ya era hora de comer nos fuimos a buscar un sitio con vistas al puerto deportivo en la famosa cuesta de la fórmula 1. Sin duda para los seguidores del automovilismo no pasará desapercibida la existencia de los pianos pintados de blanco y rojo en las calles que conforman el circuito urbano de Montecarlo, y famosas localizaciones como la del túnel, la curva del casino o la horquilla de Loews. Respecto a sitios para comer, todo es estúpidamente caro por el sitio en el que nos encontramos, y tampoco esperéis encontrar en cuanto a gastronomía nada particularmente destacable… al menos en los sitios que pude ver y permitirme. Una vez saciado nuestro apetito, queríamos aprovechar primero para hacer algunas compras de productos franceses: quesos, vinos… aun estando en Montecarlo hay un Carrefour justo debajo de uno de los edificios más altos y destacables cerca de la rotonda del Casino en la Rue des Genets, en donde los precios son asequibles y puede comprarse vino, champagne, quesos o los productos que más guste el interesado. Así pues justamente eso hicimos, y dejamos ya nuestra compra en el coche lista para ser llevada a casa al día siguiente. ![]() Durante la tarde, para una visita corta como fue el caso, y sin ser además la primera, la zona de mayor interés por su glamour es sin duda la del casino, en la misma rotonda que el Café de París y Hotel del mismo nombre. Es aquí por donde pasan todos los playboys a recrearse con sus coches de lujo, muchos de los cuales pueden verse aparcados a la puerta del casino, al que no se puede entrar sin estricto vestido de etiqueta (para los turistas ya existe el casino del lado del Café de París, pero al bueno no es tan evidente entrar). Como decía, una velada en la terraza del Café de París tomando una cerveza por el módico precio de 10€, es más que recomendable para empaparse del glamour del principado. Otras atracciones recomendables que no se tienen que dejar de ver si se cuenta con más tiempo, son el cambio de guardia en el Palacio Real, que queda bastante más apartado de la zona del Casino y a donde se tiene que subir caminando por una cuesta bastante empinada, pero precisamente cerca del Palacio queda también la catedral, con su aspecto impecable como si hubiera sido acabada de construir. Incluso no demasiado lejos quedan las pistas de tenis en donde se celebra el famoso Open de Montecarlo… curioso es ver como tantos edificios tan grandes como incluso el estadio de futbol quedan incrustados en espacios tan confinados y de pendientes tan pronunciadas. Aquella noche sin embargo, con todo el cansancio acumulado en el viaje, bastante tuvimos con hacer un rato el paripé enfrente del Casino y gastarnos unos euros en el video póker sin mucho éxito… nos esperaba una dura vuelta y nos fuimos a descansar sin más. Niza y las carreteras de la cornisa Al día siguiente, antes de emprender definitivamente el camino de vuelta, había una última cosa a hacer que estando por allí sería una experiencia imperdible de realizar… emular a Grace Kelly conduciendo por las carreteras de la cornisa aunque sea al volante del Gatto-móvil y no del Rover P6 que llevaba la princesa, o puestos a elegir, de cualquier Ferrari o Maserati de los que tantos pueden verse por la Costa Azul. Las carreteras de la cornisa, hasta en tres niveles diferentes, unen Mónaco con Francia, bajando hasta Niza. Pegadas a las estribaciones de los Alpes Marítimos, ofrecen unas vistas idílicas y espléndidas de la costa mediterránea desde los acantilados. En su recorrido pueden verse multitud de villas, pueblos de montaña, ruinas romanas y parajes de increíble belleza a lo lejos, siendo las rutas de las cornisas famosas por el retrato de ellas hecho en muchas películas de la famosa Riviera. ![]() Una vez en Niza, aparcamos por una hora en uno de los aparcamientos cerca del paseo y tomamos un desayuno fuerte para coger fuerzas para el viaje. Mientras, contemplábamos la panorámica de la Costa Azul y la playa, diciendo así adiós a nuestra última aventura en aquel momento. Tras varias horas después, sorteando algún que otro atasco sobretodo en la región de la Provenza, llegaríamos de nuevo a casa… solo para empezar a pensar cual sería nuestra próxima aventura. Resumen de la etapa La ruta de vuelta completa en dos días, con receso nocturno en Montecarlo, nos devolvió de la Toscana a casa siguiendo toda la costa de Liguria y atravesando los Alpes Marítimos para volver por la Costa Azul hasta la Provenza y de ahí de vuelta a nuestro orígen. ![]() Paradas Florencia - Mónaco: 412km (5h). Mónaco - Niza: 20km (30min). Niza-Mataró: 631km (6h). Hotel Si todo era estúpidamente caro en Montecarlo, por supuesto, los hoteles no iban a ser menos, por lo que por el astronómico precio de 110€/noche, conseguimos una habitación en un hotel de tres estrellas, Villa Boeri, que dejaba bastante que desear en cuanto a instalaciones y sobretodo, ruido... aunque eso era más tema de los vecinos de habitación que podrían haber sido más educados. No dejarse confundir por el municipio de Beausoleil en donde se encuentra este hotel... está literalmente a una calle del Casino de Montecarlo, pero en una zona que ya es Francia, así de pequeño es Mónaco. Villa Boeri *** 29 Boulevard du General Leclerc 06240 Beausoleil, Francia Fin Y hasta aquí mi tercer diario en Los Viajeros, aunque no mi tercer ni último diario en mi blog personal, en el que aparte de leer los diarios aquí publicados podréis leer también sobre otros destinos en Gattotrips Etapas 7 a 9, total 9
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