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4 DÍAS EN BUDAPEST

4 DÍAS EN BUDAPEST ✏️ Blogs de Hungria Hungria

Un viaje de cuatro maravillosos días, con ambiente navideño, en una ciudad preciosa.
Autor: Maykacacho  Fecha creación:  Puntos: 4.6 (47 Votos)
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4 DE DICIEMBRE, JUEVES: PRIMER DÍA

4 DE DICIEMBRE, JUEVES: PRIMER DÍA


Localización: Hungria Hungria Fecha creación: 30/01/2009 21:44 Puntos: 5 (2 Votos)
Llevo mucho tiempo preparando este viaje y como es costumbre en mí, cada vez que voy a un sitio nuevo primero sitúo todos lo que hay que ver, a ser posible en un mapa y cuando ya tengo la localización, entonces busco el hotel lo más cercano a todos ellos o al menos, a la mayoría. Después me organizo mi cuaderno de viaje para que así, al menos, no me quede nada por visitar.

Bien, pues mi estancia en Budapest sería de 4 días. Llegábamos el jueves y para ese día, tenía ya programada y citada la visita al Parlamento para las 4 de la tarde. Como era el día de mi cumpleaños, quería que en cierto modo tuviese una “marca” y también había organizado un crucero nocturno por el Danubio para visitar los monumentos iluminados. Por la noche, cena en el Spoon, un barco-restaurante considerado “de los de clase” (del que ya tenía reserva de mesa) y entre medias, organizar ciertos aspectos que no podía hacer desde España.

Como la hora prevista de llegada a Budapest eran las 11,40 h. y sabía que el aeropuerto estaba, más o menos a 20 minutos, había calculado que llegaríamos al hotel sobre las 12,00 h., (Hotel Domine Inn Fiesta) desharíamos las maletas. Como a las 12,30, bajaríamos por la orilla del río, buscaríamos al famoso duende y contrataríamos el crucero; continuaríamos andando hasta el Puente de las Cadenas, donde está el monumento de los “Zapatos de los Judíos”.

Sobre las 13,30, comeríamos, más o menos en la c/Ocktóber, 6, entre la c/ Aránis Janos y Zrini utca, paralela a la Nador utca y cerquita de la Pza. Szabadság, en un restaurante que se llama Kisharang Étkezde, donde ofrecen comida típica húngara.

A las 16,00 horas, visita al Parlamento. Como estábamos en la zona, no había problemas. La visita sabía que duraba entre 45 minutos y una hora, entonces a las 5 de la tarde, cogeríamos el Tranvía línea 2 (el amarillo), cuyo trayecto dura (21 minutos), en la Pza. Rousevelt o en la Pza. Kossuth ter (detrás del Parlamento) y al dar una vuelta por la ciudad, ya tendría una primera impresión de ella.
Sobre las 6,30, cogeríamos el barco para el crucero, que dura una hora. Acabamos sobre las 7,30 y pasearíamos por la pza. Vorosmarty (y a poder ser, por la Pza. Liszt, donde están los mercadillos navideños más importantes de la ciudad), todas ellas en los alrededores del hotel. Luego ya regresaríamos, nos ducharíamos y nos iríamos a cenar, porque la reserva en el Spoon era para las 9,30 horas.

Bien, todo perfecto. Horas cuadrando horarios, mirando calles, haciendo recorridos en los mapas para no perder el tiempo y que cayera todo a mano pero…. El hombre propone y el resto del personal dispone. Todo al revés.

Comenzamos. Hora real de salida de Barajas, a las 8,30 horas. Hora que le dije a mi marido: a las 6,30. Hora que llegamos al aeropuerto: 4,30. Hora que salimos de casa: 3,30. Hora en la que nos “levantamos”: 2,30 (todo en la madrugada). Mirada de asesino en serie: la de mi marido cuando se enteró que me había confundido en “unos minutos”.

Bien, horas dando vueltas por el aeropuerto, un frío que pelaba, casi todo cerrado, nos tomamos un café más malo que un rayo. Seguimos andando. Más miradas asesinas. En fin, comenzamos bien.
Al final, todo según lo previsto (por Malev, líneas aéreas húngaras, claro) salimos a la hora, hicimos un vuelo normal, cogimos zona de turbulencias durante más de 20 minutos, nos dieron de comer en el avión (y estaba bastante apetecible) y para terminar, nos ofrecieron una especie de recipiente, como los envases de yogurt, con su precinto y todo y era….. ¡¡agua!!, pero con un sabor rarísimo (imaginamos que la típica agua de Hungría, pero nadie nos aclaró nada).

Llegada a Budapest, y aquello era de locos. Todo eran carreras para coger las maletas, cambiar la moneda y ponerse en la cola del taxi. Realmente, no hay pérdida porque todos… hacíamos lo mismo, con que siguieras a uno, te iba llevando a los sitios. Una vez fuera del aeropuerto, te pones en la cola del quiosquillo donde te preguntan el hotel, y según la zona donde vayas, así te cobran. Como el nuestro estaba en la zona centro, unos 23 € (es precio cerrado)

Nos montamos en un taxi que nos llevó a nuestro destino y llegamos a la hora prevista. Abonamos la carrera y ¡oh, sorpresa!, nos dicen que hasta las 2 no nos dan la habitación. Eran las 12,30 y ya no podíamos hacer nada de lo programado. Así que nos dedicamos a dar una vuelta por los alrededores, para una primera toma de contacto y poco más; aprovechamos para sacarnos el bono del metro-bús, para 3 días, haciendo hincapié a la vendedora para que nos pusiera la fecha del día siguiente, porque después de haber leído las indicaciones de los foreros con el tema de los revisores, no teníamos miedo a que pasara algo, teníamos pánico.

A la hora en que habíamos quedado, regresamos al Domina Inn Fiesta, deshicimos las maletas y nos fuimos a la pza. Vorosmarty.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Preciosa, con sus puestecillos de navidad, su cantidad de sitios para comer, su decoración tan típica y antigua. Eran las 3 de la tarde y el estómago nos hacía ruido, así que pedimos un plato que no teníamos ni idea de lo que era porque ni nosotros hablábamos húngaro ni el chico hablaba inglés, pero aquello tenía una pinta estupenda y estaba buenísimo. Total que con el lenguaje universal, nos dió un plato que nos fuimos comiendo por el camino, junto a una compañera inseparable que nos acompañó durante casi toda la tarde: la lluvia. Ya no había tiempo para nada y nos encaminamos directamente al Parlamento. Sin problemas de localización porque Budapest lo tiene todo casi muy recogido y con un buen plano, te orientas perfectamente. De la plaza Vorosmarty bajamos al cauce del río, vimos el duende, seguimos hacia la derecha, pasamos el puente de las Cadenas y a unos 600 metros, está el Parlamento. Pero el problema es cruzar las calles, sobre todo las grandes avenidas, ya que no suelen disponer de semáforos para los peatones ni de pasos de cebra; no sabíamos cómo pasar al otro lado. Luego observamos que la gente se metía por unos pasos subterráneos que pensábamos era el Metro y, efectivamente, eran las entradas al Metro pero también servían para ir al otro lado de la calle. Lo cierto y verdad es que uno de los aspectos que más llaman la atención de Budapest es su vida bajo tierra.

Los numerosos pasos subterráneos están repletos de tiendas de ropa, bares, floristerías, restaurantes, farmacias… Si tuviéramos que elegir un concepto común para definir la estética del subsuelo de esta ciudad éste sería paradójicamente, la falta de un elemento unificador. Y fue aquí donde entramos por primera vez en contacto con la “personalidad” de los nativos. Estando al borde de la acera, mirando a un lado y a otro para ver cómo atravesábamos, los coches se pararon para que cruzáramos y además, con amabilidad. ¡Increíble! En España te hubiesen organizado una pitada de campeonato. A los pocos minutos, con el ruido del tráfico, capuchas puestas para la lluvia, mi marido giró hacia un lado y yo hacia otro, cada uno en una dirección opuesta, sin darnos cuenta de lo que habíamos hecho. A todo esto, una furgoneta que se percató, empezó a tocar el claxon, llamando la atención de mi marido, que se volvió al oír la algarabía y el conductor le indicó más o menos aquello de “macho, que se te va la parienta, que la pierdes…” ¡Alucinante!

Bueno, pues una vez en el Parlamento, después de canjear nuestra reserva, nos hacen esperar bajo una gran lluvia fuera. Llegado el momento, se acercaron los respectivos guías y empezaron a llamar a los grupos: “Españoles, por aquí. Italianos, por allí. Ingleses, por aquí…”

Ya entramos, después de pasar un control bastante exhaustivo. Nuestro guía, simpatiquísimo; se llama Daniel y nos explicó todo muy bien. Vimos el cambio de guardia alrededor de la corona y fue muy espectacular.

Terminamos de ver el Parlamento y yo quería ver el monumento de los zapatos de los judíos. Sabía que estaba entre el Puente de las Cadenas y el Parlamento, pero de noche y sin conocer bien la zona, no había manera. Nos metimos por una zona del paseo nada iluminada, con un piso bastante irregular (vamos, unas piedras que se te clavaban en el alma cada vez que apoyabas el pié); nos recorrimos la zona y allí no había rastro de uno ni de 1000 zapatos. Así que seguimos por todo el paseo del río, buscando el barco para hacer el crucero. Realmente, en verano hay muchas ofertas y diversas compañías; en esta época del año, son lentejas. Tienes una compañía que te ofrece el crucero, de 2 horas, con cena, y otra que es sólo el crucero, con 2 copas que te sirven a bordo (la primera a elegir entre vino y cerveza, y luego otra de champán). Así que tuvimos que coger el “Leyenda del Danubio”, que sale a las 18,30, desde el muelle Vigadó ter y su precio era 18 € por persona. A mí la verdad se me hacía un poco caro, pero después de “negociar”, la chica nos dijo que nos cobraba 14 €, que era el precio si hubiésemos llevado la tarjeta turística de Budapest. Ante nuestro asombro, nos dijo que ella era la encargada de mirar la tarjeta y que entonces nos podía cobrar lo que quisiera. Al final accedimos y bueno, pues al menos nos sirvió para descansar durante 1 hora. Te dan unos auriculares en tu idioma y te van explicando los diversos monumentos que se ven (Hay que decir que la iluminación de los edificios es espectacular; parece un Belén). El viaje lo recomiendo si no tienes otra cosa que hacer, pero realmente por el precio, mejor te das una vuelta tu mismo y lo ves casi de la misma manera, porque si sabes algo de los edificios, es más que suficiente y ver, pues ves los 3 puentes más famosos (el de La Libertad, el de Isabel y el de las Cadenas). El Parlamento y la iglesia Belvárosi, en la zona de Pest, y el Castillo, el Bastión de los Pescadores, la Iglesia de Matías y la Ciudadela, en la zona de Buda (pero esto lo estás viendo todo el tiempo que vas paseando por la ciudad). Casi mejor, que no lo hagáis.

Terminamos el crucero, y fuimos caminando dirección al hotel y en el camino, entramos en una cafetería para tomar una cerveza. Nos pusieron cacahuetes en la mesa y nos dimos cuenta que a la hora que era, no llevamos nada en el estómago nada más que el platito que nos habíamos comprado en la plaza (y que además de compartirlo, lo dejamos a medias porque se aguó con nuestra amiga la lluvia). Así que nos tiramos como locos a los cacahuetes (nos supieron a gloria). Después de la parada, continuamos para ducharnos, cambiarnos, e irnos a cenar, no sin antes volver a dar una vuelta por el mercadillo, ahora iluminado y con esa magia e ilusión que te ofrece la navidad, con los puestecillos de madera, los adornos, las luces de colores y ese embrujo que te envuelve en estas fechas.

Llegó la hora de visitar el tan famoso “Spoon”, un barco en el Danubio donde se come francamente bien. Mi marido que es muy sopero, se pidió la famosa sopa Goulash y un segundo de carne (allí no pidáis nunca pescado, porque el que tienen es de río y parece ser no es de muy buena calidad; luego también puedes encontrar el normal, pero es congelado y de importación, con lo que los precios no son muy acordes); yo el típico pato, más una botella de vino, total: 100 € (sin postre, un café y nada más).

Las vistas, no estaban mal, teníamos el castillo a nuestra derecha. Pero por la ubicación donde te colocan, sólo accedes a una cosa: el Castillo, o el Bastión de los pescadores. Las ventanas son ventanas y tienen sus medidas. El salón, con una iluminación adecuada, pero con capacidad para 110 personas, demasiado grande para la idea que llevábamos. El servicio correcto. Como experiencia, puede valer, pero creo que a pesar de ser bueno, es más la fama que los foreros le han dado. En Budapest se come bien en muchos sitios y éste no tiene nada de típico o genuino, a no ser porque estás cenando “sobre” el Danubio. También lo puedes hacer al “lado” del Danubio y el marco ser más original. Si no has estado nunca en un barco, adelante, pero yo que he hecho 2 cruceros, no he notado la diferencia en el ambiente. Eso sí, todos éramos extranjeros. De las 20 mesas que estaban ocupadas, les oí hablar en portugués, alemán, italiano, inglés, español y francés. Con lo que me hace pensar que es el típico sitio para turistas. Pero ya sabéis, sobre gustos…

Y vuelta al hotel, a dormir, porque el día se había presentado agitado y estábamos hechos polvo. Y el día siguiente se presentaba agitado, porque aquí sí que íbamos a seguir mi ruta.

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5 DE DICIEMBRE, VIERNES: SEGUNDO DÍA.

5 DE DICIEMBRE, VIERNES: SEGUNDO DÍA.


Localización: Hungria Hungria Fecha creación: 30/01/2009 22:38 Puntos: 5 (2 Votos)
Hoy era nuestro gran día. Nos levantamos prontito, bajamos a tomar un buen desayuno a uno de los comedores más originales que hemos visto. Era una cueva. Un gran buffet en el que había de todo. Empezamos por lo caliente, café y tostadas (con diferentes tipos de pan), mantequilla y mermelada y continuamos con lo salado (huevos revueltos, una especie de pastel de carne picada, ensalada, fiambres, diferentes tipos de ensaladas…)
Una vez puestos en forma, y viendo que el día era agradable, lucía un tímido sol y la temperatura no era baja, nos disponíamos a comenzar la visita a Pest.
Desde el hotel nos dirigimos a ver la Basílica de San Esteban. Grandiosa. Estuvimos en la capilla donde se encuentra el brazo incorrupto del Santo, patrón de la ciudad, pero abría a las 11, con lo que nos quedamos sin poder ver la famosa reliquia.
En una de las capillas laterales, nos encontramos con una maqueta de la basílica

*** Imagen borrada de Tinypic *** (Maqueta de la Basílica)


Desde la Basílica, por su puerta central donde había un gigantesco árbol de navidad en la plazoleta con un portal de Belén y las figuras enormes, nos dirigimos a la Estación del Oeste. La zona es caótica de tráfico, la estación, sucia, pero tiene un encanto especial. Ya sabéis que la hizo Eiffel, y es un entramado de hierros, cristal… Hacia el fondo del vestíbulo, a la izquierda, hay una puerta enorme sobre la cual está grabado el antiguo lema austrohúngaro “La unión hace la fuerza”).
El gigantesco restaurante que está a la derecha de la entrada principal es hoy un McDonald, aunque conservando su elegancia original. Nos sentamos, hicimos las fotos de rigor y nos fuimos porque no estaba permitido fumar.
Desde aquí bajamos hacia la pza. Oktogon, fijándonos en los edificios que pueblan la avenida. La mayoría preciosos, la generalidad, con la pátina del tiempo (del tiempo que hacen que no se limpian). Entretanto, hicimos una parada en un café, para reponer fuerzas.
Llegamos a la Pza. Oktogon, Es el primer cruce grande que hay en la calle Andrassy. Aquí fue donde Spilberg rodó parte de la película “Munich”, basada en el atentado que cometió un grupo de palestinos sobre unos atletas israelíes, durante la celebración de los Juegos Olímpicos del 72. Es una plaza enorme, con grandes avenidas que la cruzan en los 4 sentidos. Allí nos dimos cuenta por primera vez que hay unos semáforos especiales para bicicletas. Nos pareció curioso.

*** Imagen borrada de Tinypic ***
(Semáforo en la Pza. Oktogon)

Una vez en la calle Andrassy, (la única calle del mundo declarada por la Unesco patrimonio de la Humanidad), subimos dirección Pza. de los Héroes, que es el final de esta famosa avenida. La calle está plagada de palacetes, plazas y edificios históricos, amén de un montón de museos. El más llamativo, la Casa del Terror. (foto casa del Terror). El edificio fue en tiempos, cuartel general de las Cruces Flechadas (los nazis locales) y posteriormente, de la policía secreta comunista. En las paredes han colocado unas fotografías individuales, de las personas que pasaron por allí, detenidas y nunca más se supo de ellas. Algunas tienes flores, otras, piedrecitas… .

En ese momento había una exposición sobre la pederastia cuyo cártel anunciador, ya era suficiente para ponerte los pelos de punta.
No entramos, porque íbamos ajustados de tiempo pero si cuando hubiésemos acabado nuestro recorrido nos quedaban unos minutos y como el museo estaba cerca del hotel, volveríamos.
Continuamos andando hasta la Pza. Kodély Körönd, el segundo cruce en importancia de la c/ Andrassy un lugar elegante con cuatro edificios simétricos en un arco. Cuatro grandes estatuas de
personajes que se han distinguido en la lucha contra los turcos, decoran el césped. Estaban restaurándola porque los edificios tenían bastante “pátina del tiempo”.
Seguimos por la avenida hasta desembocar en la famosa Plaza de los Héroes. Un espléndido conjunto arquitectónico, flanqueado por dos edificios distintos (El Museo de las Artes y el Museo de las Bellas Artes). En el Centro de la plaza hay una columna de 36 m. de altura, coronada por la estatua de Gabriel, el Ángel Guardián. Haciendo un semicirculo, se encuentran las estaturas de los reyes de Hungría y figuras de la guerra de la Independencia.
En el centro, detrás de la columna, hay un grupo monumental de los conquistadores magiares, con Arpad en el centro. También se encuentra la tumba al soldado desconocido. Hoy en día, todavía acuden veteranos soviéticos a rendirle homenaje.
Pasando por detrás de la plaza se encuentra un enorme parque con un gran lago. En verano hay barcas donde la gente navega, y en invierno lo convierten en una pista de hielo artificial. Había grupos de chicos patinando.
Continuando por él nos encontramos con el Castillo de Drácula (Vajdahunyad). Realmente, sólo es la fachada, una puerta, por donde al cruzarla, al otro lado no se encuentra ningún resto de castillo. Pero sí vimos la estatua de un cronista, llamada “ANONIMUS”, de la cual se dice que tocar su lápiz trae buena suerte.

*** Imagen borrada de Tinypic ***


Seguimos bordeando el castillo y con agradable paseo por el parque hasta llegar a la Rueda del Tiempo, un reloj de arena dentro de una rueda de acero y granito de 8 metros de altura, donde la arena de su interior marca el paso exactamente de un año.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Como por aquella zona ya estaba todo visto y teníamos que desplazarnos a la otra punta de Budapest, cogimos el metro que estaba en la misma puerta de la Pza., la línea 1, la amarilla, la más antigua de Europa y la segunda más antigua del mundo (fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.) y que merece la pena ver, sobre todo si estás acostumbrado a los metros que tenemos en España.
En los años 80 y 90, la línea 1 de este metro tuvo que ser reconstruída. De sus 11 estaciones, 8 son originales y 3 son reconstruidas. Las estaciones originales mantienen los pisos, los bancos, las ventanas de madera y la iluminación con que fueron construidas, y cada estación es un pequeño museo con fotos e información.
Es muy bonita, con un toque antiguo que conserva en perfecta condiciones. Así que nos dirigíamos a la estación Kalvin Tér, porque estaba al lado del Museo Nacional, que también queríamos ver. Pero en el trasbordo y preguntándole a una señora por la parada, ella muy amable nos indicó que si nos gustaba los museos, había una exposición en la misma estación, relatando la historia del Metro en Budapest, conmemorativa de los 140 años (se inauguró en 1867) de su puesta en marcha, desde sus comienzos hasta nuestros días. Nos llevó hasta la misma puerta y se despidió de nosotros. Sacamos nuestra entrada que era baratísima (creo recordar que unos 2 € al cambio) y estuvimos viendo la exposición. Estábamos absolutamente solos y nos encantó. Estaban representados los vagones de metros desde los primeros, de madera, hasta los que hoy en día podemos ver, con muñecos en su interior vestidos con diferentes estilos de ropa, según la época. Carteles representativos, fotografías de la construcción de la primera línea suburbana, sellos, objetos, maquetas

*** Imagen borrada de Tinypic ***


Después de salir con un buen sabor de boca porque parecía que veníamos de un parque temático, cogimos de nuevo el metro, línea azul, para bajarnos en Kalvin Ter y ver el Museo Nacional, con su imponente escalinata, la que utilizaron los rebeldes a finales del S. XIX como plataforma para proclamar su revolución interpretando el Himno Nacional.
De allí, bajamos hacia el Mercado Central haciendo verdaderos malabarismos, ya que estaban haciendo la nueva línea del metro, que va de Pest hacia Buda y estaba todo el suelo levantado, lleno de zanjas, los vehículos de forma caótica y la gente yendo y viniendo.
El Mercado Grande (su nombre oficial es Mercado Central) es el mercado cubierto más grande de Budapest. Está dividido en tres plantas. La superior, dedicada al tema de regalos, peletería, mantelerías, vinos…; la del medio, con puestos de fruta, verdura, latas, encurtidos, fiambres, patés… y la inferior, que es la más desconocida y menos “vistosa”, básicamente dedicada a productos frescos, carnes, pescados… Allí pudimos observar una cosa muy curiosa, en la zona de pescadería, tienen como unas peceras bastantes grandes, donde mantienen apiñados a unos peces (parece que son carpas); los pobres ni se pueden mover y lo único que hacen es abrir y cerrar la boca para respirar. Los húngaros lo suelen comprar para navidad, vivos y se los llevan a casa donde los mantienen en la bañera hasta que llega el momento de prepararlos

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Del Mercado nos dirigimos a visitar la iglesia de Belvárosi, la Iglesia parroquial del Centro, por la ribera del río y justo enfrente del Puente Isabel (el blanco). Es la iglesia más antigua de la ciudad. Los turcos la convirtieron en mezquita y aún puede verse a la derecha del altar mayor el nicho de un musulmán que se convirtió al catolicismo.
Justo cuando salíamos de la iglesia, vimos una densa columna de humo; un coche todo terreno estaba ardiendo y se organizó una buena hasta que vinieron los bomberos. Estaba aparcado junto con muchos vehículos y debajo del puente. Cundió un poco el pánico, porque podía explotar la gasolina y a esa hora, el tráfico era numeroso.

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Como estábamos muy cerca de la famosa calle Vacy (calle comercial por excelencia, vamos, la milla de oro de Budapest, con grandes firmas en sus escaparates), paseamos por ella hasta llegar a Vorosmarty y coger el metro hacia la Ópera, donde sacamos las entradas para la visita en español de las 4 de la tarde. Eran las 3 y nos fuimos a comer a un café muy típico que estaba enfrente, el Café Múvész, con una atmósfera especial, con fotos antiguas, candelabros y pequeñas mesas de mármol.

El sitio era precioso, de esos con encanto, encanto que precisamente no tenía la camarera que nos atendió. Le pedimos 1 sándwich mixto, otro de salmón y 2 cervezas. Las 3 de la tarde. A las 3,40, le volvimos a preguntar que qué pasaba con nuestra comida y nos dijo que tardarían al menos 10 minutos. Dijimos que teníamos las entradas para la opera a las 4 y no nos iba a dar tiempo a comer, nada más que como los pavos. Y nos trajo la cuenta. Así de sencillo. Total, otro día sin comer (yo me acordaba de los cacahuetes del día anterior y babeaba, babeaba…)
Entrada a la ópera y un gran número de turistas para hacer la visita en varios idiomas. Lo primero que hacen es ponerte unos patucos como los que llevan los médicos en los quirófanos.

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Esto no sé si es porque estaba lloviendo o porque es su costumbre; charla con nuestra guía, revisión general y te das cuenta que es una de las más bonitas del mundo, pequeña y coqueta, un palacio neorrenacentista con elementos barrocos.
Vale la pena fijarse en las pinturas murales, todas tratan temas relacionadas con la música. Las escaleras llaman la atención a primera vista. También llama la atención la cantidad de espejos que hay, según la explicación de la guía, es que la Emperatriz Sissí asistía mucho a la ópera con su “buen amigo íntimo”, el conde Andrassy (el de la calle) y le gustaba verse en el espejo (por si había engordado algunos gramos –esto lo añado yo, de mi cosecha-) También son dignas de resaltar las lámparas. En el Teatro organizan todos los años uno de los más importantes eventos sociales de Hungría, el Baile de la Opera.
Y aquí se acaba la programación de los monumentos. A las 5 de la tarde, de noche cerrada y con una ligera llovizna que hacía todavía un poco más misterioso Budapest. Ya habíamos visto todo lo que es recomendable en Pest y ahora tocaba pasear tranquilamente y observar esas otras pequeñas cosas que no aparecen en las guías turísticas, pero que sí merece la pena detenerse en ellas.
Cuando salimos de la Ópera, nos dirigimos hacia la Pza. Oktong, y en el camino, concretamente en el nº 29 de la calle Andrassy, está el Párizi Nagyaruház; fue un casino de los más selecto y aún hoy conserva restos de su antigua gloria.
Más allá de las grandes mansiones está el café Lukács, recientemente restaurado en su antiguo esplendor y el Kodaly körönd, suntuosamente pintado con delicadas filigranas de oro. Un poco antes está la Academia de Bellas Artes. Seguimos de frente a lo largo de la calle Bajza y más o menos a la mitad, está el Jardín Mulberry, (un jardín de esculturas de la Academia de las Artes con piezas barrocas y trabajos modernos), pasamos por las antiguas mansiones y residencias diplomáticas, hasta Városligeti Fasor. En el siglo XIX este enorme bulevar con sus veredas arboladas se usaba para carreras hípicas. Aquí, hay maravillosas mansiones y villas art-nouveau. Luego nos dirigimos hacia Liszt Feren ter, donde está la Academia de Música Liszt y la famosa plaza donde hay siempre tanta animación, aunque en estas fechas más, porque estaba el mercadillo navideño. Entramos en un café y aunque en un principio nos sorprendió sus lámparas (demasiado grandes para el local y como muy suntuosas) luego nos dimos cuentas que estaban hechas con… ¡¡BOTELLAS DE PLÁSTICO!!, de esas de agua de litro y medio

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Y bueno, ya habíamos hecho el recorrido destinado a este día. Ahora tocaba ir al hotel, cambiarse y salir a cenar, porque aunque eran las 8 de la tarde, estábamos sin nada en el estómago durante todo el día, así que esa noche estaba programado ir al famoso restaurante Fatal, tan recomendado en Internet.
En una calle que sale a Vacy utca, lo encontramos. Por supuesto y aunque era temporada baja, el restaurante, enorme, estaba lleno hasta la bandera. Como decoración, nada que objetar, muy típico y genuino. Como ambiente, griterío puro y duro. De nuevo nos encontramos en la “ONU”, gente de todas las nacionalidades, menos húngaros, claro. A mí todo esto me da qué pensar: o los húngaros no saben comer (cosa que dudo mucho) o esto es otra típica turistada. Comer, se come bien, en cantidad (que es lo más llamativo), pero la amabilidad de su personal, eso es otro cantar. Imagino que cuando llevas más de 10 horas de pie, atendiendo al personal, esperando decisiones que a veces resultan tediosas (la carta sólo viene en húngaro y en inglés), la gente acaba por cabrearse, pero la profesionalidad engloba eso, ¿no?. Bueno, pues ante la duda, decidimos preguntarle a la mesa de al lado, compuesta por 6 vascos, que por supuesto habían pedido 8 platos distintos y nos dijeron que sólo merecían la pena 2: uno de pollo y otro de rosbif con una corona enorme de cebolla frita (aunque realmente, lo mejor era la cebolla, porque la carne ni a ellos ni a nosotros nos gustó). El resto de los platos, “na de na”.
Obviamente, nuestra sopa de goulash no podía faltar, tomándola los 4 días que estuvimos allí y sin estar mala, fue la peor de todas las que probamos. Total que yo saqué la conclusión, salvando las distancias y siempre dejando claro que las comparaciones son odiosas, que es como el que viaja a New York y se va a visitar las Torres Gemelas, simplemente porque ya no están allí, quitándose el tiempo de poder ver otra cosa más importante. ¿Quién ha ido a la costa y decidido no entrar en un restaurante o bar diciendo aquello de “eso es para los guiris”? Y aunque nosotros también seamos guiris cuando vamos al extranjero, sencillamente, a mí me gustan las cosas más típicas, mezclarme con los nativos del país. Simplemente creo que es más constructivo. Y vuelvo a decir lo mismo, sobre gustos…
Fin del segundo día y misión cumplida. Hemos visto casi todo lo que había que ver en Pest y nos ha faltado tiempo. No sé cómo alguien puede visitar la ciudad entera en 2 ó 3 días.

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6 DE DICIEMBRE, SÁBADO: TERCER DÍA.

6 DE DICIEMBRE, SÁBADO: TERCER DÍA.


Localización: Hungria Hungria Fecha creación: 30/01/2009 23:12 Puntos: 5 (2 Votos)
La rutina de siempre. Toque de diana a las 7, bajada a desayunar a las 7,30 y en marcha a las 8. Hoy toca Buda. Pero yo tenía una sorpresa preparada. Soy una estudiosa del tema judío en general y el holocausto en particular. Como el día destinado para el barrio judío era el domingo y estaba en la otra punta de Budapest, tenía una cuenta pendiente con el monumento de los zapatos. Así que aunque el día estaba dedicado a la otra parte de la ciudad, comenzando por el Puente de las Cadenas (que entre otras cosas, todavía no lo habíamos visto bien y menos de día), decidimos cruzarlo para coger el funicular. Pero primero iríamos callejeando, aprovechando para ver otras cosas que no venían en las guías turísticas… y volver a indagar el tema de los zapatos.
Así que salimos del hotel, cruzamos la plaza Erzsébet y nos dirigimos a Josef Nádor tér, una de las plazas más bonitas de la ciudad, (antes de la aparición de los vehículos a motor). En esta plaza están la sede del Postabank, de estilo romántico; la Casa Grande, edificio de viviendas neoclásico y la Universidad Central Europea, una obra maestra clásica. Por todo el camino pudimos contemplar la cantidad de edificios (eso sí, todos con la “pátina del tiempo”), preciosos, que nos rodeaban por doquier. Sólo por ésto, ya merecía la pena.
Continuamos hacia la famosa plaza Roosevelt (la que está enfrente del puente de las Cadenas), donde se encuentra la Academia Húngara de Ciencias, el primer edificio neorrenacentista de la ciudad y el Palacio Gresham, un edificio art-nouveau ricamente decorado, que hoy es el lujoso hotel Four Seasons (el próximo hotel donde me alojaré, esté donde esté).
De allí, encaminamos nuestros pasos a una joya escondida de la ciudad, Szabadság tér, girando por la calle Nádor. En los números 8 y 9 está la majestuosa mole del Banco Nacional de Hungría, enorme, con unas estatuas gigantescas adornando su fachada . En la esquina suroeste, hacia la plaza, hay una estatua de Hamlet que sostiene la calavera del pobre Yorck.. Un plaza tranquila flanqueada por los dos fastuosos edificios y rodeada de otros, un poco más sencillos, como la Embajada Americana.

[img]*** Imagen borrada de Tinypic ***
Monumento soviético en Szabadság ter

Budapest, Szabadság tér (Plaza de la Libertad) con el monumento soviético en primer plano. El Memorial del Ejército soviético que conmemora la liberación de Budapest de los nazis está en frente de la embajada americana A pesar de que algunas asociaciones de derecha han recogido firmas pidiendo el desmantelamiento del monumento, al final, parece ser que se queda donde está, justo al lado del edificio de la televisión y de la embajada de EEUU y no muy lejos del parlamento.



De allí, nos dirigimos hacia el Parlamento, en Kossuth Lajos tér, donde vimos la estatua que conmemora que allí se originó el alzamiento para la liberación del pueblo húngaro y donde está la estatua con la llama permanente en memoria de todos los que cayeron. Bordeamos el Parlamento, mirándolo a la luz del día, y contemplando también el puente Arpad y la Isla Margarita y decidimos volver a bajar por la ribera del Danubio para ir hacia el Puente de las Cadenas, por el mismo paseo que hicimos el primer día, clavándonos las dichosas piedras. Todo mi intención era encontrar los zapatos de los judíos y mi marido, que iba detrás de mí, protestando todo el tiempo, diciendo que ese camino ya lo habíamos hecho, que por qué no íbamos por otro sitio. Como no paraba de protestar, ya le grité: “Estoy buscando el monumento de los zapatos de los judíos”. Y le oía rezar: “¡Putos zapatos!. Estoy hasta la coronilla de tu manía con los judíos. El próximo viaje lo voy a organizar yo y ya te puedes ir olvidando de monumentos, piedras, museos, iglesias… y sobre todo, de los judíos. Voy a poner todos los bares, restaurantes, cafeterías que haya en la ciudad. 3 días en Budapest y me llevas a salto de mata. Y sin comer. ¡Malditos zapatos de los judíos! ¡Y hasta que no los encontremos, no se va a quedar tranquila, no!. Y si es necesario, pasamos 20.000 veces por el mismo sitio, pero ella tiene que ver los zapatos de los judíos…”
Y así, durante varios minutos hasta que a lo lejos, vimos una cosa negra, larga y serpenteante en el suelo. Corrimos (bueno, corrí yo, porque él iba tan enfadado que le daba igual) y cuando llegamos a su altura… ¡Fue impresionante!. Te quedas observando y sintiendo la magia que están transmitiendo. Son como unos 20 pares de zapatos, en bronce, de todos los tamaños y formas (de hombre, de mujer, de niño, de vestir, elegantes, sencillos, zapatillas, botines, con tacón…) parecen tan reales y crees que alguien se los ha quitado para zambullirse en el río a darse un baño y en cualquier momento va a salir, que están esperando a su dueño como si el tiempo no hubiese pasado… Y sobre todo, piensas en la historia. Los nazis trasladaron a una buena parte de los judíos a la orilla del Danubio y los ataban por parejas. Le pegaban un tiro a uno de ellos y al caer al agua, arrastraba al otro, que se hundía con él ahogándose. Unos dicen que lo hacían por ahorrar balas, otros para prolongar la agonía y sufrimiento, lo que sí es verdad es que hubo un tiempo en el que el Danubio ni era azul ni negro, sino rojo, de tanta sangre hebraica que arrastraba.

[img]*** Imagen borrada de Tinypic ***

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Por supuesto, la mayoría de zapatos tenían piedrecitas en su interior (los judíos tienen la costumbre de poner piedras como ofrenda, al igual que nosotros ponemos flores) y uno de ellos me llamó la atención porque tenía una vela dentro de una latita que había venido de Israel, hecha con productos Kósher. Tengo que decir que al final mi marido reconoció que le gustó mucho el monumento y había merecido la pena llegar hasta él.

Una vez cumplida la misión, ya sí que nos dirigimos al Puente de las Cadenas, (con las consiguientes fotografías de rigor y observando que efectivamente, los leones no tienen lengua) lo atravesamos, llegamos al kilómetro cero de Budapest, y nos fuimos al funicular. Hicimos la cola pertinente y subimos. He leído por ahí que son unos 3 minutos de subida y otros tantos de bajada. Creo que no llegó a los 30 segundos. Los 4 € que costó, si siquiera nos dio tiempo a saborearlo. Pero en fin, otra experiencia.
Una vez arriba, dimos una ojeada rápida al entorno, porque a las 12 se producía el cambio de guardia y la parafernalia que montan, sí que es digna de ver.

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El edificio es donde tiene la residencia oficial el presidente del país. Lógicamente, está bastante custodiado. A la hora en punto, salió un militar al balcón y empezó a tocar una trompeta. Acto seguido, se abrieron las puertas y salió una formación de 5 hombres. Uno que iba en el centro y era el que gritaba las órdenes y 4 detrás, en filas de dos. Se cerraron las puertas y ellos hicieron su numerito. Duró más o menos 10 minutos, se volvieron a abrir las puertas, entraron, se cerraron las puertas y… no sé qué cambió porque seguían los mismos guardias de antes. Eso sí, todo muy marcial, marcando profundamente los pasos y en una formación que no se movía ni el aire.

Cuando terminó el acto, nos fuimos al Palacio Real. No teníamos intención de ver los numerosos museos que había en su interior, así que dimos una vuelta por los alrededores, contemplando su fachada principal, observando la estatua ecuestre del Príncipe Eugenio de Saboya, que está en un pedestal bastante alto y es asombroso cómo se pueden encaramar hasta allí los estudiantes, porque dicen que tocándole los testículos al caballo, da buena suerte en los exámenes… y el pobre caballo los tiene descoloridos. Vimos El Pozo de Matías, una gigantesca escultura que está en una de las paredes laterales. Es una estatua en bronce del rey Matías, cazando, junto a su escudero y su cronista italiano. También está la figura de Helena la Bella, una chica humilde que se enamoró del rey. Por supuesto, que no fue correspondida. Ésta se considera la fuente más bella de Budapest. Continuamos bordeando el castillo hasta entrar al Patio de los Leones, una puerta flanqueada por 2 leones en una de sus caras, y otros dos en el interior. Los primeros están esculpidos en piedra y tienen tal expresión de severidad en su mirada que parecen puestos ahí para rechazar a los visitantes. Y cuando la cruzas, los otros dos están rugiendo airadamente. Son tan realistas que dan miedo.

Y en el patio, encuentras los edificios que albergan varios museos, la Biblioteca Nacional Széchényi, con su colección de 7 millones de libros, el Museo de Historia de Budapest y el palacio de Matthias Corvinus. Y aquí sí que cometimos un fallo garrafal que aconsejo que tengáis muy en cuenta.
Mi idea era salir del castillo y dirigirnos a la zona donde está la Iglesia Matias y el Bastión de los Pescadores. Está a la misma altura del castillo, con lo que resultaba un agradable paseo por la Colina, pero siguiendo las indicaciones de la guía que llevábamos, Guiarama, de Anaya Touring Club, nos decía que “la enorme puerta situada entre los leones conduce a un ascensor que desciende al fondo del edificio y que domina Buda”. Bueno, pues cogimos el ascensor, previo pago de su importe que era 100 forintos. Bajamos, bajamos, bajamos… y casi nos dejó en Pest (exagerando un poco), porque las vistas son muy normalitas (mucho mejores las de arriba), y tuvimos que subir andando una cuesta impresionante, que bordeaba toda la colina en zig-zag.
Cuando por fin llegamos, paramos en la famosa pastelería Haverhaz, donde repusimos fuerzas con un café (por cierto, los cafés en Budapest, son malísimos. Ligeramente parecidos a los turcos, parece que están requemados) y empezamos por la Iglesia de Matías, que nos impresionó bastante. Por fuera no parece tan grande pero por dentro, la vimos muy colorida, aunque la estaban restaurando. Prácticamente el exterior estaba totalmente tapado con andamios y en el interior había varias zonas a las que no se podía acceder. En los alrededores de la iglesia, hay una maqueta de todo el cuadro, muy bonita, y con unas pequeñas explicaciones en braille. Cuanto menos, nos pareció curioso, porque sí que es verdad que nunca pensamos en un invidente cuando viaja. (¿cómo se puede perder estas maravillas?) Porque si lo importante es poder “ver” las obras y curiosidades de países y ciudades, por mucho que ellos lo vean con “los ojos del alma” , supongo que no entrarán de la misma forma…

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Terminamos con la iglesia, subimos al mirador de Halászbastya (el Bastión de los Pescadores) y pudimos contemplar las impresionantes vistas de todo Pest (más o menos lo que nos dejaban porque aquello estaba plagadito de personas) que también tenían parte en obras de restauración y comenzamos un recorrido para conocer el sabor de la antigua ciudad de Buda, muy bien explicado en nuestra guía. Salimos de la plaza adoquinada de Dísz tér por Tárnok utca. En el número 10 estaba el Museo de la Farmacia una antigua botica de 1745, pero que ya no existe; ahora es una tienda de souvernirs. Callejeando y contemplando los bonitos edificios que flanquean las calles, desembocas en un gran edificio neorromántico que contiene los Archivos Nacionales de Hungría. Terminamos contemplado la torre y las ruinas medievales de la iglesia de María Magdalena, iglesia del S. XIII, que fue casi destruida en la 2ª Guerra Mundial. No ha sido reconstruida a excepción de un gran ventanal de piedra, como recuerdo. Importante son las 24 piezas de su carillón. También tiene una campana que se adquirió recientemente y que al tañer, parece hecha de carámbanos.
Bueno, pues habíamos terminado la ruta del castillo y ahora había que ir a la otra punta, para ver la Ciudadela. El problema es cómo vamos. Por más vueltas que dimos, por más que preguntamos, por más señales que leíamos, no veíamos nada que nos indicase como trasladarse a la otra punta del Monte. Así que nos metimos en un autobús que pasaba por allí en ese momento, para preguntarle al conductor cómo llegar. Nos cerró la puerta y nos llevó hasta una zona donde teníamos que coger un transporte que nos trasladaría a nuestro sitio. Sin pedirnos el billete ni nada. Volvimos a quedarnos sorprendidos con la amabilidad de esta gente. El caso es que la parada del autobús se convirtió en varias. Vamos que había varias y no sabíamos cuál era, porque el conductor nos indicó que el nº 74 y allí no figuraba. Total, que hablamos con una señora que estaba esperando y nos indicó que la siguiéramos. Montamos en su tranvía, nos estuvo dando conversación explicándonos que era doctora en medicina, que conocía España, que había estado en Barcelona y le parecía una ciudad preciosa, que adoraba nuestro país y a su gente, nos explicó algunos de los monumentos que nos encontrábamos en el camino y cuando llegamos, se bajó con nosotros, nos acompañó al otro lado de la calle, nos mostró la parada donde debíamos esperar al autobús que teníamos que coger y nos indicó que le dijésemos al conductor donde íbamos para que el nos dijera cuándo teníamos que bajarnos. Madre mía, no estoy acostumbrada a encontrarme con gente tan servicial y encantadora, al menos, hasta ese punto. Recuerdo en Praga, el primer día que llegamos me acerqué a una señora con el plano en la mano, para preguntarle dónde estaba nuestro hotel, y pasó de mí diciendo “no, no, no”. No soy la Claudia Schiffer, pero tampoco tan fea.
Bueno, pues hicimos todo lo que nos indicó y llegamos a la Ciudadela, el punto más alto de Budapest donde encontramos un restaurante, muchos puestos de mercadillo, varios museos, Exposición Fotográfica y el edificio de la fortaleza.
Ya estaba anochecido (allí, en invierno, a las 4 de la tarde) y puedo decir que teníamos las vistas más bonitas que había contemplado en mi vida. Mirases por donde mirases, todo era maravilloso. Toda la ribera del río, los puentes, los edificios majestuosos, monumentos, iglesias, todo iluminado. Con esa paz que te da el mar y el fuego, que pasarías horas observando, sin pensar en nada más, sin cansarte, como si el tiempo se hubiese detenido y sólo estás tú y el infinito, pues esas son las sensaciones.
Después de ver el monumento a la liberación (monumento que se puede observar desde cualquier parte de la ciudad, de día y de noche), y que celebra la victoria de las tropas soviéticas frente a los alemanes, nos dirigimos a la formidable fortaleza que fue construida a mediados del S. XIX con fines militares: controlar la colina del castillo, teniendo posteriormente varios usos: prisión, refugio para indigentes, emplazamiento de una batería anti-aérea…
Todo merece la pena, pero quizás lo que más me impresionó fue el Panoptico. Está en el interior de la ciudadela y es un bunker de 3 pisos, construido por los alemanes en la 2ª Guerra Mundial. Hoy tiene una exposición con diferentes salas, donde hay figuras de cera que impresionan por su realismo, de alemanes y rusos, así como objetos, documentos de aquella época y una exposición fotográfica.

*** Imagen borrada de Tinypic ***

Fue tremendo ver como había quedado durante la guerra el Puente de las Cadenas.

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Bueno, y aquí terminó nuestra ruta en la zona de Buda. Así que volvimos a coger el autobús, bajamos hasta el Hotel Gellert donde nos hubiese gustado cruzar el puente de la Libertad, que está justo enfrente, pero estaba en obras y totalmente cerrado, así que desde allí cogimos el tranvía hasta nuestro hotel, donde después de asearnos un poco, nos dirigimos a cenar porque ese día… tampoco habíamos comido (un viaje muy bien aprovechado; aparte de conocer sitios y hacer ejercicio, mantienes la figura)
Una vez más, hicimos caso de los foreros así que encaminamos nuestros pasos hacia el Cactus Juice, un sitio bullicioso donde los haya, con varios salones, decorado al estilo del viejo oeste. La comida fenomenal (el dueño y cocinero, tiene un programa semanal en la televisión húngara). Yo pedí el hígado de pato que lo bordan. Las cervezas, no tenían del país, así que la Holandesa de toda la vida: Heineken. El precio, adecuado al menú elegido. No barato, pero tampoco caro. Si queréis probar buena comida, éste local es emblemático. Si queréis practicar idiomas, también, porque como siempre, no había ni un solo húngaro.
Nuestra jornada terminaba a las 10 de la noche. Así que directos al hotel, que al día siguiente era nuestro último día.

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comment_icon  Últimos comentarios al diario 4 DÍAS EN BUDAPEST
Total comentarios: 31  Visualizar todos los comentarios
Bea4433  bea4433  07/03/2012 17:44   📚 Diarios de bea4433
Muy buen diario.. Yo fui a Budapest y das muy buenos consejos y organizado. Sera de mucha utilidad para los siguientes!
Nessi  nessi  12/04/2012 16:38   📚 Diarios de nessi
Gracias por tu diario, dentro de poco más de un mes estaré allí.
Lo que me he podido reír con la anécdota del monumento de los zapatos...Me estaba imaginando a mi marido y a mí en la misma situación (alguna hemos tenido parecida).
Por cierto, no sé porqué nosotros tampoco comemos en los viajes...falta de tiempo? jejeje
Default https Avatar  moralinda  03/07/2012 19:22
Maykacacho leí tu diario hace algún tiempo y hoy lo he vuelto a releer. Gracias por compartirlo y espero que me guste tanto como a tí. Saludos y estrellas.
JunkyGirl  JunkyGirl  09/09/2012 16:38
Muy buen diario, acabo de volver de Budapest y me ha enamorado la ciudad!!
Ali_laporta  ali_laporta  29/09/2019 17:13   📚 Diarios de ali_laporta
Me ha encantado el diario! Sobretodo las sensaciones que transmites y cómo las transmites... Me partía de risa cuando contabas cómo buscabais el Monumento de los Zapatos por segunda vez... jajajaj
Gracias!!! Dejo las estrellitas!!!
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Fecha: Mar Feb 20, 2024 11:15 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

@trikix, traigo tu mensaje al hilo de qué ver y el de alquiler de coche lo dejamos para dudas relacionadas con ello. Lo mismo con los alojamientos, en el hilo específico.

Gracias Amistad
Salodari
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03-04-2009
Mensajes: 19001

Fecha: Mar Feb 20, 2024 11:17 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

@trikix, traigo tu mensaje al hilo de qué ver y el de alquiler de coche lo dejamos para dudas relacionadas con ello. Lo mismo con los alojamientos.

Gracias Amistad
Trikix
Trikix
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14-04-2008
Mensajes: 125

Fecha: Vie Mar 08, 2024 12:33 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

¿Veis viable ir en recorrido con el coche de alquiler e ir pillando alojamientos mediante la marcha? Vamos a finales de marzo / primeros de abril. Las primeras noches en Budapest sí que las tenemos pilladas ya.
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Fecha: Dom Mar 10, 2024 02:59 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

"Trikix" Escribió:
¿Veis viable ir en recorrido con el coche de alquiler e ir pillando alojamientos mediante la marcha? Vamos a finales de marzo / primeros de abril. Las primeras noches en Budapest sí que las tenemos pilladas ya.

Viable si, el precio por el que pueda salir la idea...al final, se en el sitio que te interesa o en los alrededores, se acaba encontrando alojamiento. Ahora bien, el precio o las condiciones, de los alojamientos.... Es "jugar a la lotería".
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Fecha: Dom Mar 10, 2024 05:59 pm    Título: Re: Viajar a Hungría: Qué ver, ciudades, rutas e

"Trikix" Escribió:
¿Veis viable ir en recorrido con el coche de alquiler e ir pillando alojamientos mediante la marcha? Vamos a finales de marzo / primeros de abril. Las primeras noches en Budapest sí que las tenemos pilladas ya.

No deberías tener problemas. Pero tenete a mano al menos algunos lugares.
Saludos.
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