![]() ![]() Pirineos 2018 ✏️ Blogs de Europa Sur
Bienvenido al relato de nuestro viaje de 13 días a los Pirineos durante septiembre de 2018.Autor: Lou83 Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (7 Votos) Índice del Diario: Pirineos 2018
01: Introducción
02: Día 0: Unos por aire, otros por mar
03: Día 1: Ibones de Villamuerta
04: Día 2: Excursión al Aiguallut
05: Día 3: Cola de Caballo por las Gradas de Soaso
06: Día 4: Miradores de Ordesa y Barranco de Igüer
07: Día 5: Aguas Tuertas
08: Día 6: Recorriendo el Valle de Tena
09: Día 7: En lo alto del Pico Pacino
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Etapas 13 a 15, total 17
12 de septiembre de 2018
![]() Mapa de la etapa 11 Nos despertamos a las 7:00 de la mañana, lo cual puede parecer temprano pero no lo es tanto si recordamos que la noche anterior nos fuimos a dormir tan pronto como a las 22:00 mientras la España goleaba a Croacia en el televisor. El dormitorio de esta Casa Pochetas en Bielsa es acogedor y el colchón es uno de los mejores de todo el viaje, lo cual es una estupenda noticia teniendo en cuenta que debemos utilizarlo durante tres noches. Cuando la consultamos por última vez la noche anterior, la previsión meteorológica para hoy era tan mala que solo nos planteábamos hacer una pequeña escapada a unas ermitas cercanas que pueden visitarse en poco tiempo. Sin embargo tras haber puesto una lavadora y tendido la ropa -lo poco que se puede, porque no hay mucho espacio para tenderla-, vemos el cielo tan azul que nos planteamos si deberíamos correr el riesgo de hacer alguna salida más extensa. Además la previsión de la AEMET también ha mejorado en consonancia, coqueteando con la posibilidad de que no llueva hasta el mediodía. Dicho y hecho, cuando pasan pocos minutos de las 9:00 salimos a la calle con una nueva agenda. Tras salir de Bielsa por el norte y conducir durante 20 minutos nos plantamos el aparcamiento junto al camping de Valle de Pineta. Un cartel a la entrada indica que hay que pagar dos euros para dejar el coche estacionado, pero no encontramos más explicaciones ni pistas de dónde hay que pagarlos. Las pocas instalaciones que podrían alojar un mostrador de información están cerradas, así que nos prometemos volver a intentarlo por la tarde. Nos echamos las mochilas a la espalda y comenzamos a caminar siguiendo las señales que marcan el camino hacia los Llanos de la Larri. Tras solo unos minutos y superar un cartel indicando que volvemos a estar en terrenos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, comenzamos a ver ya a lo lejos las Cascadas del Cinca. El sendero tiene una pendiente continua pero bastante suave, lejos de la exigencia de otras que hemos recorrido en días anteriores. Cuando alcanzamos un puente que cruza el Río Cinca el cielo ya está totalmente cubierto en todo el valle tras nosotros, y en la parte alta de las cascadas empiezan a asomar algunas nubes que ya tapan alguno de los saltos. De ninguna manera vale la pena coger el desvío que comienza el duro ascenso hasta las cascadas remontando 250 metros en apenas una hora. ![]() Vistas casi desde el primer instante ![]() Las cascadas, a lo lejos ![]() El nublado Valle de Pineta tras nosotros ![]() Viendo pasar el Río Cinca ![]() ¡Sigo aquí! Seguimos la marcha en la dirección natural del paseo, que en algún momento debería presentar un desvío a mano derecha que supone un atajo de regreso hasta el camping. No lo cogemos, ya que hemos leído de antemano que es un tramo con mucha pendiente y rocas constantemente mojadas por la humedad de las cascadas, lo cual obliga a invertir mucho tiempo en bajar con prudencia pensando donde poner cada paso. En su lugar nos proponemos hacer un recorrido circular algo más amplio que nos llevara hasta el Parador de Bielsa, desde el cual solo nos separarán un par de minutos sobre el asfalto hasta el aparcamiento en el que hemos comenzado a andar. ![]() El Parador, en la distancia El segundo puente que encontramos en este camino merece mucho la pena. Una pequeña cascada aparece entre la roca a mano izquierda dejando caer sus aguas en un pequeño estanque que se ha formado en su base, y girando la cabeza tenemos unas notables vistas panorámicas a la pared de roca que delimita el Valle de Pineta en este extremo, con el sonido del agua que sigue su curso bajo nuestros pies. ![]() Vistas a esto... ![]() ... junto a esto ![]() Las cascadas marcan el final del valle Cuando alcanzamos el punto en el que la ruta GR11 nos llevaría a mano derecha hacia el Parador, nos planteamos si hacer una pequeña incursión en la dirección contraria. Supuestamente según indican las señales, si giramos a mano izquierda y seguimos ese mismo sendero en nueve minutos estaremos en el Refugio de Lalarri. Un refugio suele ser sinónimo de un valle o circo con buenas vistas, así que creemos que bien merece el pequeño esfuerzo extra. Y es pequeño gracias a que cubre muy poca distancia, ya que el desnivel es de los duros. Prácticamente una escalera natural roca sobre roca de las que ponen a prueba tus rodillas en el descenso, por lo que nos prometemos hacer el regreso por la pista forestal que suaviza el desnivel a cambio de hacer pequeños rodeos en forma de zig-zag. Llegamos al Refugio y nos alegramos de la decisión tomada. Lo que nos espera al alcanzar su altura es un circo semidespejado que combina un muy buen mirador a las Cascadas de Cinca a mano izquierda, y una vista panorámica a toda la explanada frente a nosotros. A los pocos minutos de nuestra llegada sube por la pista un todoterreno del que bajan varios pastores con la misión de traer de vuelta los caballos que ahora vemos como minúsculos puntos en el horizonte. Hace calor, se oye el agua caer y somos apenas seis personas en todo el circo. Pasamos aquí una larga media hora en la que podríamos continuar andando para alcanzar las cascadas del Barranco de Lalarri que solo podemos intuir en el fondo del circo, pero preferimos no arriesgar ya que esa hora extra entre ida y vuelta podría suponer un regreso bajo la lluvia. ![]() Las Cascadas de La Larri desde la altura de los llanos ![]() Alcanzando los llanos ![]() Los Llanos de La Larri, de extremo a extremo ![]() Panorámica de los Llanos con el Refugio a la derecha ![]() Yo digo ¡Salta! ![]() Pensativo ![]() Una más y nos vamos... Iniciamos la vuelta, primero por la pista forestal tal y como nos hemos prometido y posteriormente siguiendo la GR11 pero en descenso directo hasta el Parador de Bielsa. Y no sabemos cómo debía ser aquel atajo hasta el aparcamiento, pero este tampoco es como para infravalorarlo. Perdemos más de 250 metros de altura a través de un bosque con un terreno que no pone las cosas fáciles, lleno de raíces y piedras que hay que ir sorteando ralentizando el ritmo. Ha empezado a llover, pero los árboles del bosque eviten que nos llegue la mayor parte del agua. Unos 45 minutos después de que abandonáramos el refugio, alcanzamos la Ermita de Nuestra Señora de La Pineta que sirve de antesala al Parador de Bielsa. No hace falta que lleguemos hasta él; desde aquí ya podemos caminar por el arcén de la carretera para a las 12:50 estar de nuevo en el aparcamiento. El Monte Perdido se asoma muy tímidamente, y seguimos sin ver nada que nos indique dónde pagar esos anunciados dos euros por el aparcamiento. Quizás sea algo que dejan desatendido cuando termina la temporada alta. ![]() El descenso es más complicado de lo que esperábamos ![]() La Ermita, antesala al Parador ![]() El Río Cinca, a la altura de parking Antes de regresar a Bielsa, nos acercamos a la frontera con Francia que cruzamos ayer para parar a solo 10 kilómetros de ella, en el Supermercado Mazcaray. No tardamos mucho en salir, ya que está mucho más enfocado a turistas sin cocina que a los que tenemos un apartamento completo y queremos cocinar. Por no haber, no hay ni bandejas de carne. Solo cogemos unas tabletas de chocolate típico de Bielsa para repartir entre la familia y volvemos hacia el pueblo. Allí hacemos una compra más tradicional en el Supermercado Solans, aunque los precios siguen siendo muy elevados. Con el estómago recordándonos que ya es la hora de comer, dejamos las compras en el apartamento y volvemos a la calle paraguas en mano. Nos decidimos por el cercano local de Casa Paco, cuyo dueño casi nos mendiga que entremos prometiéndonos café gratis cuando nos ve observando la carta y el menú colgado en la puerta. Es un local pequeño y que, como sabríamos leyendo varias opiniones en la red, ha cambiado de dirección recientemente por lo que se encuentra en plena fase d ver si el negocio es viable o será tan efímero como tantos y tantos otros. Supongo que eso explica la desesperación por hacernos entrar. ![]() Pasamos fugazmente por los apartamentos Elegimos del menú del día la tempura de verduras y sopa de cocido como primer plato, y las hamburguesas de segundo, servidas sin pan y con unas pocas patatas laminadas y una gota de alioli de membrillo que sin estar malo, creo que no volveré a tomar jamás. De postre una porción de brownie y un flan de Baileys que para mí supone lo mejor de todo el menú. Aprovechamos la invitación de los cafés… aunque lleve algo de trampa. Cuando nos toca pagar, nos dice que como ambos hemos tomado café con leche solo nos puede invitar a uno. La verdad, entiendo que la leche tenga su precio, pero si estás intentando captar clientes y causar una buena impresión la estrategia de márketing te ha salido regulera. Por lo menos a nosotros nos ha parecido bastante extremo desdecir una invitación por un puñado de céntimos. Pagamos 32 euros, que está en consonancia con los precios que hemos visto en todos los locales de pueblo. ![]() La sopa ![]() Y la tempura Son las 16:00 cuando estamos de nuevo en el apartamento, con la perspectiva por delante de la tarde más tranquila de todo el viaje. Mientras una lluvia al estilo “calabobos” no cesa en el exterior, hibernamos en compañía de una conexión a Internet que parece aguantar el tipo pese a algún pequeño corte y a los capítulos de The Leftovers que tengo pendientes. A las 19:30 y con un cielo azul que va ganando terreno a las nubes, decidimos salir a dar un último paseo por las calles de Bielsa antes de dar por cerrado el día. Para ver una zona distinta del pueblo, cogemos las calles que suben por la colina. Aquí nos adentramos en la zona noble, tal y como dejan intuir las grandes casas que se van sucediendo a lado y lado del camino. Tras una subida con más pendiente que las que llevábamos recorridas hoy, alcanzamos un banco desde el cual solo unos cables de luz estropean un paisaje en el que la montaña -y un minúsculo punto en ella que quizás sea una cabaña forestal- se bañan por los últimos rayos de luz del día ante la mirada atenta de una antena cerca a nosotros que debe dar cobertura a toda la zona. ![]() Hasta aquí subimos dejando atrás el pueblo ![]() Vistas a la era de las comunicaciones ![]() Vecinos atentos a nuestro paso ![]() Bielsa desde arriba ![]() Enamorado de estas calles (I) ![]() Enamorado de estas calles (II) ![]() Enamorado de estas calles (III) ![]() Vaya casa se gastan algunos ![]() Y junto a Bielsa... otra vez el Cinca Termina nuestro primer día en Bielsa, que ha sido bastante más completo de lo que auguraba la previsión meteorológica. Quedan dos. Etapas 13 a 15, total 17
13 de septiembre de 2018
![]() Mapa de la etapa 12 Desayuno casero y en marcha, que no hay tiempo que perder. Este viaje comenzó visitando ibones -lagos de montaña de origen glaciar-, y con un ibón queremos que casi termine. Aprovechando su cercanía desde Bielsa, para hoy queremos visitar un Ibón de Plan cuya información disponible en la red parece prometedora. Sin embargo no estamos seguros de que seamos capaces de hacerlo, ya que para llegar hasta él es necesario superar durante varios kilómetros una pista de tierra cuyo estado es muy variable y según la época del año y la meteorología puede dejar de ser apta para turismos convencionales. Poco antes de las 9:00 salimos de Casa Pochetas tras unos minutos de charla con Pedro, el anfitrión, que nos bombardea a información sobre sitios y excursiones cercanas en caso de que debamos cambiar nuestros planes. A las 9:20 y tras la enésima subida para llegar a un pueblo en altura alcanzamos Plan. Allí donde terminan las casas encontramos un aparcamiento casi desierto, justo a la derecha de un desvío que da inicio a esa temida pista forestal. Paramos para echar un vistazo a las instrucciones que hay escritas junto a la máquina en la que abonar la tasa para poder transitar por dicha pista. Por tres euros, obtenemos un ticket en el que escribir a bolígrafo la matrícula de nuestro coche. Las instrucciones también nos advierten de un imprevisto: de 13:00 a 15:00 un tramo de la pista estará cortado con motivo de la celebración de una prueba ciclista. Decidimos intentar subir de todos modos y según lo que tardemos y lo que nos encontremos arriba, decidir sobre la marcha si acelerar la vuelta para evitar el corte o hacer tiempo junto al ibón hasta que se vuelva a reabrir la carretera. Comenzamos a transitar por la pista, y habernos mentalizado para lo peor juega en nuestro favor. Efectivamente hay que circular por ella con mucha prudencia y todos los sentidos puestos en esquivar las piedras, charcos y otras irregularidades del terreno, pero salvo que lleves un coche deportivo tuneado con medio centímetro de separación respecto al suelo, se puede conseguir. Sin pasar de los 20 kilómetros por hora y casi todo el rato con la primera marcha, tardamos 50 minutos en recorrer los 14 kilómetros que nos hacen ganar una altura de 900 metros. Son las 10:10 cuando salimos del coche junto al Refugio de Lavasar, con 12 grados a la sombra y el cielo totalmente despejado. ![]() El Refugio de Lavasar nos da la bienvenida Los 20 minutos que separan el aparcamiento del Ibón de Plan según las señales hay que cogerlos con pinzas, ya que nosotros tardamos 40 sin hacer demasiadas paradas. El camino es bastante asequible, con la única dificultad de un tramo inicial que requiere bajar por un río de rocas grandes en las que no todas permanecen quietas al poner un pie sobre ellas. Alcanzamos el ibón, que si bien no está en su mejor momento -la luz no es la mejor, los alrededores tienen colores más apagados que en pleno verano, no hay nieve en las montañas que lo rodean-, nos compensa el camino hasta aquí. Lo que no nos compensaría tanto es quedarnos dos horas haciendo tiempo hasta que la prueba ciclista terminara, así que decidimos reducir la visita y asegurar que a las 12:00 estemos de nuevo en el aparcamiento del Ibón para poder bajar antes de que corten la pista forestal. ![]() El sol da de frente camino del Ibón ![]() Y sí, el camino valía la pena ![]() Los colores de otoño del Ibón de Plan Ese cambio de planes nos limita a 30 minutos el tiempo que pasamos en esta orilla norte del ibón, tiempo suficiente para entretenernos con fotos, vídeos, pato y vistas. Disfrutamos de las casi estáticas aguas del ibón en las que se reflejan las cumbres que trazan un arco de 180 grados en su extremo más al sur. Con un ojo puesto en el reloj, iniciamos el camino de regreso cuando otras tres parejas han llegado ya al lugar tras nosotros y parecen más decididas a pasar aquí toda la mañana hasta que puedan regresar. ![]() Esto se acaba... ![]() A volver toca ![]() En el parking ya esperan algunos ciclistas Remontamos el camino lamentando esas rocas que, si a la ida eran en descenso, ahora son en subida. Según nos acercamos al aparcamiento ya nos vamos encontrando con los ciclistas que han acudido a la cita. Mentiría si no dijera que pasamos unos minutos algo contrariados por el hecho de que el hobby de unos condicione de tal manera el hobby de otros. Regresamos al vehículo y tras 36 minutos sorteando los mismos obstáculos pero en sentido contrario, estamos de nuevo en Plan. Por el camino de vuelta apenas nos hemos cruzado con tres coches, y todos en lugares donde no era complicado hacerse a un lado para que podamos seguir la marcha. En los primeros kilómetros de descenso hemos podido distinguir las cintas de color que señalan el camino por el que las bicicletas de montaña bajarán a toda velocidad. ![]() La foto no transmite lo irregular de la pista Sin haber alcanzado las 13:00 y con toda la tarde por delante tras la inesperada reducción de la visita, decidimos hacer hoy la actividad final que teníamos reservada para mañana antes de abandonar Huesca: visitar las Ermitas de Tella, un conjunto de hasta tres construcciones religiosas que se pueden visitar en un recorrido circular con inicio y final en la homónima localidad. A las 13:15 y tras una nueva carretera de montaña “divertida”, ya hemos parado el motor y estamos disfrutando de nuestros bocadillos caseros junto a la entrada del Museo del Oso. Iniciamos la visita y para ello debemos aproximarnos hasta la primera de las tres ermitas mediante un sendero de tierra que se extiende más de lo esperado. Desde el propio pueblo de Tella podíamos ver dónde se encuentran, y aunque no sea excesivamente lejos tampoco están a tiro de piedra. La visita es interesante por todo lo que ofrece con poco esfuerzo: las tres construcciones van acompañadas de paneles informativos que exponen su historia y uso, siendo el más llamativo el de la Ermita de San Juan y Pablo por cumplir nada más y nada menos que 999 años desde la construcción de sus discretas paredes. Al interés histórico le acompañan vistas a toda la comarca de Sobrarbe así como al inicio del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido si giramos la vista hacia el oeste. Por último, las vistas hacia Tella han ganado altura y perspectiva gracias a la distancia y altitud adquirida por el camino. Completamos el circuito visitando las tres ermitas -pesadísimas las moscas en esta parte del recorrido- y regresamos hacia Tella trazando un círculo. ![]() Antes de las ermitas, la Iglesia de San Martín ![]() Ya se ve la primera al fondo... ![]() Alcanzando la ermita de San Juan y Pablo ![]() Panorámica frente a la más antigua de las tres ![]() Siempre informados ![]() La de San Juan y Pablo, desde cerca ![]() El camino que separa la primera de las otras dos... ![]() Ordesa asoma a nuestros pies ![]() La segunda, la de la Virgen de Fajanillas ![]() Fajanillas a la izquierda, Virgen de la Peña a la derecha ![]() El paisaje desde las dos últimas ermitas ![]() La ermita de la Virgen de Fajanillas desde más arriba ![]() Y siempre sin perder de vista Tella ![]() La de San Juan y Pablo queda ya lejos ![]() El camino... ![]() ... de vuelta hasta Tella ![]() Mientras caminábamos, otros descansaban Desde aquí y desviándonos al poco de iniciar el camino de vuelta tenemos dos posibles añadidos a la visita: las vistas desde los Miradores de Revilla y el Dolmen de Losa la Campa. Sin embargo el cansancio acumulado y el poco atractivo de las imágenes que encontramos por la red nos hace descartarlos. Los kilómetros de carretera de montaña y pistas forestales de hoy han sido la puntilla para que midamos mucho más a dónde ir, así que a las 16:00 y tras una compra mínima en el supermercado Spar junto al Ayuntamiento de Bielsa, estamos de nuevo en nuestro apartamento de Casa Pochetas. Sobre la bocina y en nuestra última tarde de alojamiento, pero no me voy a quedar sin probar el inesperado servicio de sauna que se ofrece a los huéspedes de los apartamentos. Hay que llamar previamente a Pedro para que tengan lista la instalación a la hora indicada, así que acordamos que bajaré a las 19:00 y hacemos tiempo pasando por última vez por el trago de rehacer el equipaje. Esta vez le damos una vuelta de tuerca. Dentro de unos pocos días haremos otro viaje -sí, otro- que nace igualmente en Barcelona, así que decidimos dejar toda la ropa posible en casa de mis padres para no andar transportándola de costa a costa innecesariamente. Así que toca prever qué tipo de ropa de la que estamos cargando querremos llevar también a nuestro próximo destino. Dan las 19:00 y vuelvo a la planta baja con bañador y zapatillas. La sauna me espera, reservada para mí, en la puerta de acceso restringido más allá de pequeño gimnasio con una bicicleta estática, una bicicleta elíptica y una videoconsola Nintendo Wii. El cuarto consiste en la citada sauna -la clásica sauna húmeda a 90 grados y un la que poder verter agua sobre las brasas para aumentar la humedad- y una ducha con más botones de los que uno espera. El primer problema lo encuentro en esa ducha futurista, en la que soy incapaz de activar el teléfono superior y debo enjuagarme agachándome para que los chorros laterales me alcancen. El segundo y más molesto inconveniente es que la puerta de la sauna no cierra bien. Uno de los imanes que la mantienen cerrada está debilitado y para que no se abra y se escape el calor debo permanecer sentado lo más cerca de ella y aguantarla con la mano. Esto dificulta un poco la misión de relajarse mientras sudas. Cumplida la misión de liberar toxinas, vuelvo a la habitación. Por el camino he acordado con Pedro que, dado que el apartamento ya está reservado para mañana y no puede aplazar la hora oficial de las 12:00 del mediodía para abandonarlo, nos dará la llave de un pequeño cuarto junto a la recepción donde podemos dejar nuestro equipaje y venir a buscarlo cuando vayamos a abandonar Bielsa definitivamente. Cuando el reloj marca las 21:00 ya hemos cenado y no tenemos otra cosa que hacer que meternos en la cama. Para mañana no tenemos tanta prisa por ponernos en marcha, pero cuesta salir de esta dinámica de acostarse temprano y levantarse más temprano todavía. Cerramos los ojos por última vez en Huesca. Etapas 13 a 15, total 17
14 de septiembre de 2018
![]() Mapa de la etapa 13 Todo llega a su fin, y nuestro periplo por el pirineo oscense no iba a ser menos. Lo que sí podemos hacer es estirar el desenlace todo lo posible, y eso es lo que nos proponemos hacer en esta mañana. Con todo el tiempo por delante para conducir las cuatro horas que nos separan de Barcelona -en realidad no volvemos hasta Mallorca mañana por la noche, pero preferimos darnos este día de margen-, no es hasta más allá de las 9:00 cuando abandonamos nuestro Apartamento Comodoto del edificio de Casa Pochetas. Ha sido un dignísimo alojamiento para poner el broche a nuestro viaje. Tal y como acordamos con Pedro la noche anterior, dejamos nuestro pesado equipaje en un trastero junto a recepción para pasar a recogerlo cuando hayamos terminado de exprimir nuestras últimas horas en la comarca de Sobrarbe. ![]() Nuestros últimos instantes... ![]() En nuestro apartamento de Casa Pochetas Para el broche final tenemos en mente una excursión que a priori no debería ser demasiado exigente, pero como veríamos se iría complicando por haberla improvisado sobre la marcha. Dejamos Bielsa por penúltima vez para llegar en coche hasta más allá de Chisagüés, un pueblo de 20 habitantes accesible por una pista a mano izquierda de la carretera que nos devolvería a Francia. Cuando superamos el pueblo, la pista continúa subiendo y sus condiciones empeorando. Vamos despacio, hasta que no podemos avanzar más. Las condiciones son peores que las de la pista para subir al Ibón de Plan que recorrimos ayer, y tardamos 20 minutos en avanzar una mísera distancia de cuatro kilómetros. En ese momento, una señal advierte de que a partir de este punto queda terminantemente prohibido continuar sin un vehículo todoterreno, así que nos echamos a un lado junto a una pared en la que cae el agua y decidimos continuar a pie desde aquí sin tener muy claro cuánta distancia nos separa de nuestro objetivo. ![]() Hasta aquí hemos llegado ![]() Esto dejamos atrás... ![]() ... y esto tenemos por delante La pista continúa subiendo, y si bien en sus primeros metros a pie presenta algunos desniveles algo complicados, más adelante mantiene las mismas condiciones que las que habíamos sufrido todavía al volante. Caminamos aproximadamente media hora hasta alcanzar el aparcamiento al que pretendíamos llegar en coche, conocido como Aparcamiento de Petramula. Está ubicado justo antes de que la pista trace un giro de casi 180º y se cruza con un tramo de la ruta GR11 que desde aquí debería ser capaz de llevarnos hasta un mirador a la cima del Comodoto -si bien no tenemos claro que hagamos la ruta completa- así como al resto de la Sierra de Espierba. ![]() Privilegiados ![]() Buscando un poco de orientación Pasamos 30 minutos en los alrededores del parking sin saber muy bien hacia dónde deberíamos ir. Desde aquí salen varios senderos en varias direcciones, y venimos muy poco preparados para orientarnos. Finalmente tras consultar y contrastar carteles, indicaciones en Internet y mapas, estamos prácticamente seguros de que el camino a seguir es el que más intimida desde aquí: cruzando un pequeño puente, a mano izquierda de la pista queda un empinado collado que es el que nos va a tocar subir si queremos alcanzar el mirador. No tenemos nada claro que vayamos a ser capaces de hacerlo ni por desnivel, ni por tiempo disponible, pero decidimos empezar e ir improvisando sobre la marcha. ![]() Desorientados ![]() Por aquí no es ![]() Resulta que es por aquí Lo que nos espera es el tramo de GR11 peor señalado de toda la ruta. Probablemente porque está más ideado para recorrerlo en bajada que en subida, algunos de los hitos y pinturas que van marcando el camino a seguir no quedan tan visibles como sería deseables según vamos avanzando. De no ser por la aplicación de Maps.me, seguramente no hubiéramos sido capaces de tomar los giros adecuados. ![]() Bien señalado cuesta abajo, no tanto cuesta arriba Y además es duro, bastante duro. La pendiente del collado va creciendo paulatinamente, y cuando llevamos ya más de media hora subiendo a L le tiemblan las piernas. Para colmo, cuando alcanzamos lo que parecía la cima del collado vemos que era solo un altiplano y todavía nos quedan por delante 500 metros de distancia para remontar otros 80 de desnivel. Aquí L ya se hubiera dado la vuelta, pero juego la carta de “queda mucho menos que lo que ya hemos hecho” sabiendo que puede salirme muy mal. Afortunadamente, sale bien. ![]() El ascenso se complica mucho más de lo esperado ![]() Un altiplano antes de la subida final Desde este mirador previo a alcanzar cima alguna tenemos ante nosotros una cordillera de cumbres nevadas, todas despejadas total o parcialmente excepto una. Por supuesto, el Monte Perdido iba a hacer honor a su nombre y nos iba a privar de un último vistazo hacia él. Nos tomamos un merecido descanso frente a estas vistas, pero ante la bajada que sabemos que nos espera y las nubes que están poco a poco entrando en la zona, decidimos comenzar el regreso tras apenas 20 minutos. Añadimos la chaqueta al vestuario -aquí aprieta el viento, pero duraría poco- y echamos a andar de nuevo a las 12:25. ![]() Y por fin, las vistas a la Sierra de Espierba ![]() Panorámica con el Monte Perdido oculto tras las nubes ![]() ¡Ya acabamos! La diferencia en el descenso es que ahora ya estamos mentalizados para lo que nos espera, y eso ayuda a hacerlo más llevadero. Es duro pero no imposible, y tramos que durante la subida parecían imposibles de deshacer, con la ventaja de la perspectiva dejan más claro dónde ir apoyando los pies para no sufrir un percance. Se nos cruza una de las muchas marmotas que campan a sus anchas por el collado. Son tan esquivas que no hemos podido ver ninguna a menos de 20 metros de distancia. ![]() Todo lo que sube, baja ![]() Y sigue bajando ![]() Esto explicaría la mala señalización ![]() Ya casi estamos... ![]() ¡Bertovisión! ![]() El río con lo que hemos ascendido tras él ![]() Y aun nos queda volver hasta el coche Completamos el camino de vuelta, tramo de pista forestal hasta el coche incluida, en una hora y veinte minutos. Ahora sí, nuestras excursiones han terminado. Solo queda regresar hasta Casa Pochetas para recoger el equipaje y, gracias a la cortesía de sus dueños, utilizar la ducha junto a la sauna para asearnos tras el inesperado esfuerzo de la mañana. Incluso nos dan un par de toallas para no tener que llevar las nuestras mojadas durante todo el camino de vuelta. Son las 15:00 cuando el maletero del coche vuelve a estar cargado hasta arriba y, ahora sí, abandonamos Bielsa. ![]() Ya apagada, pero volvemos al cuarto de la sauna El camino de vuelta desde Bielsa hasta Barcelona solo tiene dos objetivos: el primero, no llegar demasiado tarde. El segundo, aprovechar el precio más barato del gasoil en Huesca y Catalunya respecto a Baleares. Para lo segundo nos paramos de nuevo en una Estación de Servicio Bonàrea, esta vez en el municipio oscense de Monzón. Por 1,109 euros por litro llenamos el depósito, y por un euro volvemos a hacer uso del lavado a presión. Llevo diez días deseando deshacerme de los restos orgánicos de vaca que quedaron enganchados a los bajos del vehículo durante nuestro segundo día en Benasque. Son las 17:00 cuando retomamos la marcha y estamos cogiendo ya la autopista A-22 en dirección a Lleida. El tiempo pasa entre canciones y kilómetros, y a las 19:30 estamos aparcando en el centro comercial Gran Via 2. Ha sido entrar en la periferia de Barcelona y comenzar a sufrir a los kamikazes que hacen cambios de carril y adelantamientos peligrosos sabiendo que ya frenará otr para evitar el accidente. El plan es hacer un par de paradas rápidas en el centro comercial y esperar a la señal de mi hermano para poder dirigirnos hacia su plaza de aparcamiento. ![]() De nuevo en Barcelona La operación “parking de prestado” falla, ya que mi hermano sufre el problema del barrio un viernes por la noche: no hay una sola plaza de aparcamiento libre en la calle. Así que nos vemos obligados a cambiar los planes y recurrir al aparcamiento municipal cerca de casa mis padres, sabiendo que el precio no será barato. Al día siguiente confirmaríamos que dejar el coche protegido aquí durante casi 24 horas tiene un precio de 47 euros. He ido y vuelto varias veces en avión entre Barcelona y Mallorca por mucho menos dinero. Echamos un ojo al cuentakilómetros y hacemos las cuentas: 2100 kilómetros recorridos desde que salimos de Barcelona hará ya casi dos semanas. Llegamos a la casa de mis padres alrededor de las 21:00, con la mesa ya esperándonos como no podía ser menos. De aquí en adelante, 24 horas para descansar, alguna visita familiar, y poner el cierre volviendo a Mallorca vía avión para unos y mar con el coche embarcado para otros, al igual que a la ida. Los Pirineos ya quedan atrás. ![]() ¡La Lola! Etapas 13 a 15, total 17
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