Creta en coche (7 días) ✏️ Blogs de Grecia

Hoy nos tocaba ir de excursión, pero esta vez a pie. A las 6 de la mañana cogimos el bus que compramos el día anterior y nos dirigimos hacia Omalos. Elegimos el primer bus de la mañana para llegar los antes posible a la entrada de la garganta y poder ir tranquilos (la zona de la garganta cierra a las 15:00 y la duración es sobre 5 horas) y sin mucha gente, ya que habíamos leído que había parte de la ruta que se podían hacer intransitables.

La ruta de Samaria comienza en Omalos a 1250 metros de altitud y termina en el pueblo de Agia Roumeli a nivel del mar. Al pueblo solo se puede acceder caminando o en barco, por lo que es una gran idea quedarse a dormir allí porque, una vez que se va el último barco a las 17:30) la tranquilidad que se respira es impagable … ¡y tienes la playa para ti solo!

Existe otra opción para realizar la ruta que es comenzar en Agia Roumeli y acabar en Omalos. Nosotros no nos encontramos a nadie “a contracorriente” ya que sería una locura puesto que, mientras todo el mundo la hace cuesta abajo, tu estarías yendo cuesta arriba. Y, no os voy a engañar, ya es bastante dura cuesta abajo.

Es dura porque los gemelos y las piernas en general sufren bastante ya que es una constante bajada por piedras y escalones que te dejan hecho polvo, pero la recompensa merece la pena. No recuerdo mejor sensación que meter las piernas en el mar después de la larga caminata y comer una buena mousaka al lado del mar.

En cuanto llegamos a Omalos, salimos rápidamente del autobús en dirección a la taquilla para evitar la cola y hacernos con nuestras entradas (5 euros). Tras esto, nos fuimos directos a la entrada y comenzamos la ruta bajando un montón de escaleras hasta llegar a un punto bastante más bajo de donde habíamos empezado. Como todavía no había salido el sol, íbamos perfectamente; el problema es cuando se va la bruma y el sol empieza a cascar sobre nuestras cabezas, no os olvidéis la gorra.
Después de 5 horas de caminata nos dio para ver muchos parajes espectaculares como las “puertas de hierro”, donde la garganta se estrecha hasta dejar un único paso de 3 metros de ancho. Tuvimos tiempo de sobra para parar a comer nuestros bocadillos en una zona especialmente habilitada para ello, con mesas de merendero y todo. A lo largo de la ruta, fuimos comiendo snacks de plátano para que las piernas no acusaran tanto el cansancio.

Una vez que salimos del parque de Samaria, hay unos 20 minutos para llegar al pueblo entre granjas y por un camino asfaltado. Lo primero que hicimos al llegar al pueblo fue registrarnos en el hotel que habíamos elegido (Calypso, por barato) y nos fuimos a la playa a refrescar las piernas. Comimos una mousaka muy buena en una taberna al lado de la playa y nos fuimos a echar una (necesaria) siesta al hotel.

Cuando nos despertamos, salimos para ir de nuevo a la playa, no sin antes comprar los billetes para el primer barco que salía dirección Hora Skafion, donde tomaríamos de nuevo el bus para volver a Chania. A las 17:30 se fue el último barco y nos quedamos casi solos en el pueblo, lo que nos permitió estar tranquilos (y solos) en la playa hasta la hora de cenar.

Cenamos en el mismo sitio unas bolas de queso y algo de pasta y nos fuimos a dormir reventados, había sido un día bastante duro y las piernas todavía necesitaban más descanso tras la larga caminata que nos habíamos pegado.

Datos de la Garganta de Samaria

Longitud: 16 km
Duración: 5-6 horas
Precio entrada: 5 euros
Consejos: llevar gorra y comida y bebida ya que a lo largo de la ruta no hay nada donde comprar. Llevar snacks de plátano para que las piernas respondan correctamente.

¡OJO! Hemos leído por ahí que no se puede llevar mochila en la garganta. Esto es totalmente FALSO, no te ponen ningún problema. Eso sí, sed respetuosos con el medio ambiente y recoged toda vuestra basura porque, además, si os pillan la multa es cuantiosa.


Hotel Calypso (35 €): www.booking.com/ ...e6218691ba

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Al día siguiente, cogimos el primer barco que salía de Agia Roumeli en dirección a Hora Skafion. La primera parte del viaje fue hasta Loutro en un pequeño barco que parecía se fuera a desarmar. En Loutro, tocaba bajarse y cambiar a un enorme ferry que, en lo que quedaba hasta Hora Skafion, no parecía que se moviera lo más mínimo.

Tras llegar a Hora Skafion, tocó esperar un buen rato por el autobús que nos llevaría de vuelta a Chania donde cogeríamos de nuevo el coche para ir en dirección a nuestra última “estación base”: Kissamos, a apenas media hora de Chania.

La idea de elegir este pueblo fue que estaba a una distancia prudente tanto de la Laguna de Balos como de la playa de Elafonisos, dos de los imprescindibles de la isla. Además, tras sopesar varias opciones, los precios de los hoteles eran muy asequibles y acabamos optando por unos apartamentos (Mirtilos) que estaban cerca de la playa del pueblo y tenían cocina y una enorme piscina. Las habitaciones contaban con sofá, aire acondicionado y un baño genial … además, la piscina daba mucho juego al lugar.

El día que llegamos a Kissamos, lo dedicamos a descansar un rato en la playa (no es gran cosa) y luego pasar un rato grande en la piscina y sus tumbonas, leyendo y relajándonos para terminar de recuperarnos de la ruta de la garganta.

El día siguiente, tocaba de nuevo excursión. Esta vez a una de las mejores playas del mundo según los entendidos: Elafonisos. El viaje desde Kissamos nos llevaría sobre una hora cruzando, una vez más, la isla de norte a sur. Al llegar, además de un parking gratuito, nos encontramos con una playa impresionante, que queda como partida a la mitad cuando sube la marea y esconde parte de su arena. El agua es increíblemente clara, incluso te encuentras algunos pececillos.

Es una playa con una gran extensión, arena fina, aguas transparentes y con algunas hamacas de alquiler. Al llegar te parece que te pierdes completamente porque parece que la playa no tiene fin ya que tiene una forma un poco extraña (mirad en el maps), pero al final no es para tanto y puedes disfrutar de un gran día en una maravilla natural.

Como anécdota, os contamos que es el único sitio de toda la isla donde nos encontramos con una familia española. Hasta el momento, Creta es bastante desconocida para el turismo español en general, es más, en muchos restaurantes tienen la carta en inglés, italiano, francés … incluso ruso, pero no en español.


Mirtilos Studios & Apartments (80 € /2 noches): www.booking.com/ ...1987c68dbc

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Nuestro último día completo en Creta nos depararía una nueva aventura en coche hacia una nueva maravilla natural, posiblemente lo que más nos gustó de toda la isla. Como nuestro avión con destino a Atenas salía de madrugada, decidimos pasar esa “noche” durmiendo un rato en el coche cerca del aeropuerto para ahorrarnos la noche de hotel.

Dejamos nuestro último hotel y nos dirigimos hacia el norte siguiendo la carretera de la costa para lo que, en principio, iba a ser un pequeño viaje de menos de 20 kilómetros. Pero no contábamos con que la carretera que lleva hacia la laguna de Balos es de gravilla y un poco cuesta arriba, lo que trastocó un poco nuestros planes y tardamos casi una hora en llegar, ya que nuestro coche era un Peugeot 206 y las piedras saltaban a nuestro alrededor.

En el alto al que llegas hay un pequeño parking y, nada más te bajas del coche y ves las vistas, sabes que el viajecito ha merecido la pena a pesar de que aún queda una media hora caminando para poder bañarte en sus increíbles aguas cristalinas.

Un consejo: en el caso de que el coche que llevéis sea descapotable, no se os ocurra abrir la capota para venir aquí porque el viento que hace en el parking es horrible y vimos a un chico que no era capaz de cerrarla y se tuvo que ir por donde vino.

Bajamos hasta la playa y se puso a llover pero nos dio exactamente igual, la lluvia no nos iba a fastidiar nuestro último día en Creta. Nos bañamos y, a pesar de la lluvia, la gente seguía llegando sin parar. Disfrutamos un buen rato y cuando empezó a darnos el hambre, nos pusimos en marcha colina arriba.

Tardamos un buen rato en subir porque a cada paso nos parábamos a admirar la belleza del lugar y a sacar mil y un fotos. Una vez arriba, nos despedimos de Balos y nos subimos al coche para encarar de nuevo la carretera de gravilla de vuelta a, esta vez, Chania. Volvíamos a esta ciudad ya que nuestro vuelo salía de allí y teníamos pensado pasar el resto del día paseando y cenar allí.

Pero el tiempo nos la jugó. Llegó una tormenta que parecía que se acababa el mundo y todo lo bonito que era la zona del puerto y la pequeña bahía de Chania se convirtió en una pesadilla para los comerciantes ya que el agua se salía e inundaba tiendas, terrazas y algunos bares así que nos alejamos de esa zona hasta que todo volvió en calma (a excepción de las fuertes ráfagas de viento)

Paseamos toda la tarde, cenamos, nos tomamos algo y nos pusimos rumbo al aeropuerto. Aparcamos el coche lo más cerca posible y dormimos un rato hasta la hora de ponerse en marcha hacia el parking donde deberíamos dejar el coche. Allí nos recibió una persona de la empresa de alquiler que se subió en la parte de atrás y nos indicó como llegar a la puerta de salidas del aeropuerto. Una vez allí, miró que todo estaba bien (gasolina y demás) y nos despedimos. Todo un placer encontrar esta empresa de alquiler.

Pasamos los controles y nos subimos al avión que nos llevará a la última parada del viaje: Atenas.

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