Hawaii - Dos islas en una semana ✏️ Blogs de USA

Viernes 9 de Agosto:


Nos levantamos temprano, al igual que el día anterior la claridad nos desvelaba a primera hora, pero es que además teníamos que estar a las 8 en el rancho. Desayunamos otra vez en el McDonads y fuimos directos al rancho. En el mostrador pagamos la parte que nos faltaba por el cambio del tour y nos dieron las identificaciones que nos acreditaban para el tour premium. Este tour, a diferencia del general, se realiza en un minibús, donde estábamos 8 personas más el conductor, y dura dos horas y medias. El conductor hace también de guía, y el que nos tocó no se callaba ni bajo el agua. El tour está disponible sólo en inglés, y aunque me defiendo más o menos era imposible entender todo lo que decía, no daba tiempo a procesar toda la información. En el minibús había una pantalla donde proyectaban fragmentos de películas rodadas en el rancho, para que pudiéramos ver cómo es la zona en realidad y cómo quedaba en pantalla.


Lo primero que visitamos fueron un par de sitios donde se rodó Jurassic Word, incluyendo el recinto y las jaulas donde tenían encerrados a los dinosaurios. Después el coche se internó por el bosque y pasamos por un helicóptero estrellado que se usó para la película Kong: la isla de la calavera.


Después salimos del área principal del rancho y cruzamos la carretera por la que habíamos llegado para bajarnos en un claro del bosque donde podíamos ver varias construcciones, que han salido en diferentes películas simulando ser desde países de Centroamérica hasta países africanos. Al lado había un lago que también ha salido en muchas películas, y allí nos invitaron a unas nueces de macadamia y unos vasitos de te.



Pasamos también por el árbol donde se esconden los protagonistas de Parque Jurásico, y acabamos en un bunker de defensa antiaérea que se ha utilizado también como set de rodaje. Allí encontramos material original de la serie Perdidos y otras muchas curiosidades de otros rodajes.


Al finalizar el tour volvimos a la entrada, donde estaba la cafetería-restaurante y tienda de souvernirs. Estuvimos curioseando un rato por allí pero no compramos nada.

El día anterior habíamos explorado la parte sur de la costa oeste, así que esta vez nos fuimos hacia el norte. Estuvimos conduciendo un buen rato, ya que la velocidad está limitada, pero sólo con ver el paisaje y las playas que nos íbamos encontrando ya estábamos satisfechos. En algún momento paramos para comprar unos cafés en un supermercado y entramos en una tienda de regalos, pero la parada fue breve. La siguiente visita por la zona fue en Turtle Bay, ya en el norte. Paramos aquí porque se suponía que era un sitio adecuado para ver tortugas en la arena, pero la verdad es que no vimos ninguna. La zona está presidida por un gran complejo hotelero y un parking enorme que es gratis. Dimos una vuelta pero no tuvimos suerte con las tortugas, lo único que vimos fue un rodaje de cine o televisión pero ya estaban recogiendo.

Al coger el coche para continuar el camino nos saltó un piloto de aviso en el salpicadero, y según el manual del coche era algo de la presión de las ruedas. Paramos en la primera gasolinera que encontramos para ajustar la presión de las ruedas pero aquello seguía igual, no se apagaba. Seguimos el camino extremando aún más la precaución, y buscamos un sitio para comer. Según googlemaps por allí había pocos restaurantes. Nos dirigimos hacia Pupukea, allí hay un supermercado, el Foodland, y al lado estaban los restaurantes. Para nuestra sorpresa, los restaurantes no eran tales, si no una especie de caravanas reconvertidas en restaurantes, hacías cola fuera para pedir y luego te sentabas en unas mesas que había fuera. Pedimos comida mejicana, burritos, y al terminar nos tomamos un café en la cafetería del supermercado.

El siguiente destino era Waimea Bay Beach Park, a pocos kilómetros. Es otra playa con parking, duchas y baños, y es famosa por ser el lugar donde se rodaron las escenas de perdidos donde se estrellaba el avión. Hoy en día no queda nada, pero aún así estuvimos un rato allí bañándonos y descansando. El agua no era tan caliente como la de Lanikai pero se estaba a gusto. Lo que sí nos costó fue aparcar, tuve que dar muchas vueltas en el parking para encontrar un sitio donde pudiéramos dejar el coche, estaba completamente lleno.


La última visita que hicimos fue a una playa nada concurrida ubicada en el pueblo de Hale'iwa, antes de llegar al núcleo principal. Para llegar hay que meterse por Papailoa Road. La playa queda por detrás de las casas, y hay que llegar a través de algún callejón que queda entre casas consecutivas. Esta playa estaba prácticamente desierta y era enorme. Aquí se rodaron las escenas del campamento de Perdidos, y hasta hace poco aún se podía ver éste campamento, pero ya lo han desmantelado. Estábamos nosotros y poco más, una familia con pinta de ser de Kansas o por ahí, haciéndose fotos con un fotógrafo profesional, el book de las vacaciones supusimos. En esta playa también nos bañamos, e incluso Víctor se animó a hacer snorkel ya que habíamos leído que era buena zona para practicarlo. También nos encontramos aquí con un par de tortugas que nadaban cerca de la orilla. No llegaron a salir del agua pero sí que pudimos ver cómo sacaban casi medio cuerpo al nadar. Fue interesante observarlas un rato, aunque no está permitido acercarse demasiado, y mucho menos tocarlas.


Cuando ya atardecía nos volvimos a Honolulu. Bajamos por la carretera 99, la que discurre por el centro de la isla. El paisaje era muy diferente a lo que habíamos visto hasta entonces, más llano y rural, muy dedicado a la agricultura. Encontramos mucho tráfico a la entrada de Honolulu, y ya era de noche. El piloto del fallo en las ruedas seguía encendido así que había que ir despacio y fue un rato un poco agobiante hasta que por fin llegamos al apartamento. Cenamos lo que nos había sobrado del chino del día anterior y alguna cosa más que compramos en el super, en la cocina del apartamento ya que el dueño nos había dicho que podíamos usarla, y con eso ya nos retiramos a descansar y preparar las maletas, que al día siguiente tocaba volar a la Big Island.

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Sábado de 10 Agosto:

El vuelo hacia el aeropuerto de Hilo, en la Big Island, saía a las dos de la tarde, y teníamos que dejar el coche sobre las 12 en la oficina de Dollar. Por tanto, teníamos la mañana para poder visitar alguna otra cosa antes de irnos de Oahu. Una de las cosas que teníamos planificadas para el día que perdimos era el Pearl Harbour, sin embargo, durante gran parte de 2019 el US Arizona ha estado cerrado por reformas en la plataforma de observación, y para mí era el punto principal de todo el parque. Nos planteamos ir a ver lo que pudiéramos pero creímos que para verlo sin el US Arizona era mejor dedicar el tiempo a otra cosa.

Al final decidimos ir al Diamond Head, un crater ya extinto situado al lado de Honolulu y que preside el paisaje de la ciudad. En las guías recomiendan ir a primera hora, ya que el parking, que está dentro del cráter, es pequeño y se llena rápidamente. A las 9 y algo ya estábamos allí y ya había cola. Por suerte no tuvimos que esperar demasiado y pudimos aparcar rápidamente. Cuando salimos, que serían las 11:30 más o menos, la cola era mucho más larga, así que sí, conviene estar allí a primera hora.

Desde el parking parte una ruta de senderismo que va subiendo por el cráter, hasta llegar al borde del mismo. En las siguientes imágenes se puede ver la ruta:



El principio es muy fácil, prácticamente llano, mientras vas andando por el fondo del cráter. Hay vegetación pero bastante seca y mustia, con pocas zonas de sombre. Cuando llegas al borde y empieza a ascender la cosa se complica. No exagero si digo que fue la peor caminata de todo el viaje, la que más dura se me hizo. Para empezar el calor es agobiante. En el borde no corría nada de aire y había zonas donde no daba la sombra. Y después la cantidad de gente que había, tanto subiendo como bajando, en ambos sentidos, en un camino muy estrecho, empinado y con escalones. Quizá esto era lo peor. En cierto punto el camino se bifurca, derecha e izquierda. Nosotros cogimos el lado de la derecha, y nos encontramos con unas escaleras de metal muy empinadas, seguidas de una escalera de caracol ya dentro de la montaña. Esta parte también fue tremendamente agobiante. Al final llegas a una especie de mirador, con vistas a Honolulu. Tienes Waikiki y los rascacielos del Downtown a tus pies, con el mar... la verdad es que queda muy chulo, pero el camino para llegar es duro.


Seguimos el camino y vas pasando por otros miradores. En ese momento vimos llegar un helicóptero de sanidad. Aterrizó en una plataforma que estaba ocupada por gente haciendo fotos desde allí, pero se veía que estaba preparada para los helicópteros, y bajaron unos enfermeros con equipo sanitario para socorrer a alguna persona. Suponemos que sería por algún golpe de calor. Vimos a gente mayor, obesos, subiendo por aquellas escaleras y algunos se les veía muy apurados.

El camino de vueltas se hizo menos pesado al ser cuesta abajo, pero la cantidad de gente iba en aumento, así que otro motivo más para llegar temprano. Al llegar al parking aprovechamos para ir al baño y beber agua, y nos encontramos con que una ambulancia estaba bloqueando la salida de nuestro coche y estaban atendiendo a alguien, así que tuvimos que esperar a que terminaran y se fueran para poder sacarlo y marcharnos.

Desde el Diamond Head nos fuimos directos al aeropuerto. Primero a la oficina de Dollar a dejar el coche. El proceso fue rápido. Comunicamos el tema del indicador de presión que se iluminaba y no nos pusieron ninguna pega, ni nos han cobrado nada después. Desde allí el transfer nos llevó a la zona de salidas de la Hawaian, la compañía con la que teníamos el vuelo a la Big Island. Esta parte del aeropuerto era más moderna y estaba mejor acondicionada que la que vimos a la llegada. Comimos algo en uno de los restaurantes y esperamos a nuestro vuelo.

Los aviones de la Hawaiian son pequeños, pero cómodos, y nos ofrecieron unos zumos durante el vuelo. Todo fue bien, y como el día estaba bastante despejado pudimos ver las islas cercanas. Desde el aire se puede ver perfectamente las islas de Molokai, Maui, Lanai... y por fin la Big Island, aunque en esta última sí que había muchas nubes y no pudmos ver el Mauna Kea, que me hubiera gustado verlo desde el aire.

El aeropuerto de Hilo es muy entrañable. Es pequeño, y tiene zonas con grandes ventanales sin cristales, incluso con zonas de espera allí. Imagino que no hará mucho frío nunca en esa zona, pero sí que llueve, de hecho es la ciudad más lluviosa de Estados Unidos. El hall principal tiene muchos sofás con unos bonitos estampados de flores, muy hawaiano todo. Fuimos al mostrador de Alamo a recoger el coche de alquiler y tras unas pequeñas dudas sobre el funcionamiento del maletero salimos hacia nuestro alojamiento.

Como en el resto del viaje, los hoteles por la zona de Hilo eran caros, así que optamos por un Bed&Breakfast cerca de la ciudad de Pahoa, y la verdad es que no pudimos haber elegido mejor. El paisaje hasta allí era diferente al de Oahu, muy verde también, mucha vegetación, pero más llano y más agrícola. También había mucho menos tráfico, sobre todo en cuanto te alejabas un par de kilómetros de Hilo.

Nuestro Bed&Brekfast estaba ubicado en Leilani Estates, una urbanización a unos 5 kilómetros de Pahoa, una típica zona residencial de casas unifamiliares con sus jardines, sólo que aquí los jardines parecían jungas. Se llama The Kimo's Ohanas y nos encantó. Los dueños son una pareja de americanos, uno de Colorado y el otro de Chicago, ya entrados en años. Al parecer fue la primera pareja gay que se casó en la isla y fueron noticia en la prensa local.


El recibimiento por parte de ambos fue muy amable y nos enseñaron las zonas comunes y nuestra habitación. Tienen sólamente 4, dos independientes, con baño incluído, y otras dos más pequeñas que comparten una casita que tienen en el jardín, con su saloncito compartido y el baño. Lo bueno es que de las cuatro noches que pasamos allí sólo compartimos el salón y el baño una de ellas, el resto teníamos para nosotros solos la casa del jardín. En el patio de la casa tenían un montón de toallas de playa y equipo de snorkel que podíamos usar gratuitamente, lo cual nos vino muy bien.

Nos instalamos en la habitación y nos pusimos los bañadores. Eran ya las 4:30 de la tarde y teniendo en cuenta que allí anochecía sobre las 7 no teníamos mucho tiempo para visitar cosas. Optamos por ir a una de las playas de arena negra que abundan en la zona este de la isla, la costa más cercana a la casa, en la zona de Kalapana. La playa nos gustó mucho, nunca había estado en una playa de arena negra y fue sorprendente. Eso sí, queda mejor al natural que en las fotos. Estas playas son poco fotogénicas. No había demasiada gente, y la playa era pequeña y de difícil acceso. Había algunas parejas, un par de surferos... y un mar muy bravo. Las olas pegaban fuerte aquí, cosa que ya habíamos leído, que en la costa oeste el mar puede ser algo traicionero y hay que extremar las precauciones. Aún así nos bañamos un par de veces y pasamos un par de horas muy agradables allí.



De camino a la playa pasamos por una zona, muy cerca de la casa, donde la tierra echaba humo, justo al lado de la carretera. Los dueños del B&B nos contaron unos días después que son restos de la erupción que tuvo el Kilauea en 2018, el año anterior a nuestra visita. Al parecer se abrieron varias grietas en la zona noreste de la isla, justo por donde estábamos, y la lava fluía desde varios puntos. Gran parte de la zona quedó arrasada, incluyendo casas, hoteles, urbanizaciones enteras... De hecho, nos contaron que ellos tuvieron que dejar el B&B durante dos meses y trasladarse a casa de unos amigos en Kona, en la costa occidental, pero su casa no tuvo problemas. La tierra todavía sigue caliente y con actividad, y esas fumarolas son testigo de ello.

Ya en la habitación nos duchamos y nos arreglamos para salir a cenar. Fuimos a Pahoa, que era donde estaban los restaurantes más cercanos. Nos encontramos con una ciudad muy pequeña pero con un centro animado, con bastante gente por las calles, música, tiendas abiertas... Elegimos el restaurante Kaleo's Bar & Grill, el que mejores críticas tenía en TripAdvisor, y creo que acertamos. El sitio estaba concurrido, tenía hasta música en directo, pero nos dieron una mesa en la terraza. Pedimos humus, queso frito y también pudimos probar por fin uno de los platos más típicos de las islas, las Kalbi Ribs. Son costillas de cerdo de Hawaii que se adornan con salsa de soja y sésamo. Es una comida típica de las islas pero tiene influencias de otras culturas, en este caso de la coreana. Nos gustaron mucho.


Al acabar la comida dimos un pequeño paseo por la ciudad y nos volvimos al B&B a descansar. Sólo llevábamos unas horas en la Big Island, pero ya se veían las diferencias con Oahu y me estaba gustando mucho más, era todo mucho más relajado. Cuando llegamos al B&B nos encontramos una sorpresa... los pájaros estaban cantando, tenían una buena allí montada!! Con la humedad que había pensaba que en la habitación no podríamos aguantar por el calor, pero la verdad es que con la ventana abierta hacía fresco y se estaba a gusto. Además, desde la cama podíamos escuchar el canto de los pájaros nocturnos y era muy exótico. Nos estaba encantando el sitio!!

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Domingo 11 de Agosto:

Los días anteriores a nuestra llegada a la Big Island consultábamos el tiempo que nos íbamos a encontrar a diario, para planificar bien los días. Según las últimas previsiones los días siguientes iban a ser más lluviosos, así que decidimos que en este día visitaríamos nuestra prioridad en la isla, el Parque Nacional de los Volcanes.

A las 8 en punto estábamos preparados en el comedor de la casa de los dueños, ya que el desayuno se servía allí todos los días a esa hora. Todo lo preparaban ellos en su casa, hasta las frutas eran de su jardín. Además se quedaban todo el tiempo con nosotros y estuvimos charlando con ellos una hora entera, lo cual se convirtió en una costumbre. Fueron los desayunos más largos de todo el viaje , pero nos gustaban mucho porque podíamos hablar con ellos y aprender cosas de Hawaii sobre economía, política, educación... cada día salía un tema diferente. La verdad es que los dos Jim eran muy majos y agradables. Y ellos también nos preguntaban a nosotros, claro está, sobre cosas de España. Esta mañana les comentamos cuánto cantaban los pájaros por la noche, que menudo jaleo tenían montado... y se rieron. Resulta que lo que nosotros creíamos que eran pájaros no lo eran, si no que eran ranas!!! Nos quedamos muy sorprendidos.

Sobre las 9 emprendimos el viaje hasta el Parque Nacional, que quedaba a unos 40 minutos en coche desde el B&B. Conforme íbamos acercándonos la carretera subía cada vez más, pero el paisaje seguía siendo igual de frondoso y exuberante. Sólo se convirtió en el típico paisaje volcánico cuando ya estábamos dentro del parque. Lo primero que visitamos fue el Centro de Visitantes, para recoger algún mapa y ver las exposiciones sobre geología.

El parque tiene una zona principal, la más visitada, que es la que está alrededor de la Crater Rim Road. Esta carretera es circular y bordea el cráter principal del Kilauea. Dentro de este enorme cráter hay otro más pequeño, el Kilauea Iki Crater. Hoy en día se ve seco pero cuesta creer que no hace muchos años estuvo rebosante de magma. Por desgracia, las erupciones del 2018 dañaron algunas zonas del parque y la carretera circular está cerrada en algunos tramos, así como algunos puntos de interés como el tubo de lava volcánica. Nosotros visitamos primero los Steam Vents, una zona donde se pueden ver fumarolas saliendo del suelo, parecido a lo que vimos al lado del B&B. Me sorprendieron mucho las flores que se ven por allí, todas de vivos colores que contrastan con el gris de la tierra.



Seguimos por la Crater Rim Road hasta la zona del Iki Crater, y bajamos hasta él por el sendero pertinente. El camino en total, subida y bajada, lleva una hora y algo, más el tiempo que estés allí abajo. Nos gustó bastante, y la subida fue menos dura de lo que pensaba


Desde aquí tomamos la Chain of Craters Road, la carretera que va hacia el mar y que atraviesa varios campos de lava de varias erupciones a lo largo de los años. Es un paisaje desolador, pero bonito a la vez. Por aquí vimos algún nene, el ave típica de Hawaii, parecido a un pato o ganso, y que está muy protegido. En esta carretera nos interesaba sobre todo hacer el trail de los petroglifos de Pu'u Loa. Dejas el coche en un pequeño parking junto a la carretera y tienes que empezar a andar hacia el interior. No hay un camino claramente marcado, por lo que vas andando sobre antiguas lavas solidificadas. Al llegar donde están los petroglifos te encuentras una pasarela de madera circular, por donde tienes que andar para poder verlos sin pisarlos ni dañarlos. Incluyen representaciones geométricas como círculos y líneas, pero también algunas figuras humanas. Muy interesante. Aprovechamos para comer los sandwiches que llevábamos preparados en un mirador que encontramos en la carretera con vistas al mar y los campos de lava.


El siguiente punto en el itinerario era el Holei Sea Arch, un arco de lava que se ha formado en la orilla del mar. En esta zona, y en general toda la costa nororiental de la isla es donde se ven los ríos de lava fluir hacia el mar y caer en el agua. El año pasado, por las europciones, hubo muchos, y las empresas de la zona organizaban excursiones a pie o en barco para verlos, especialmente al atardecer o amanecer. Sin embargo nosotros no hemos podido verlo porque la lava del año pasado ya está sólida y ya no se ven. Estuve buscando bastantes empresas de este tipo pero todas habían cancelado las excursiones.

Con esto dimos finalizada la visita al parque nacional y fuimos a ver la playa de arena negra de Punalu'u, una de las más famosas de Hawaii. Hay un buen camino desde el parque, y la carretera es principalmente recta. A estas horas el cielo ya estaba cubierto y amenazando lluvia. De camino a la playa, poco antes de llegar, pasamos por un pueblo llamado Pahala, y un cartel que indicaba las plantaciones de café Kau Coffee Mill. A los dos nos gusta el café, y hace años probamos una edición especial de Nesspreso de café hawiano y nos apetecía entrar a mirar. Como estaba ya cerrado pensamos en volver otro día por la mañana.


La playa de Punalu'u estaba bastante llena, y tiene hasta chiringuitos para tomar algo. Pero además de por sus arenas negras es famosa también por ser un sitio donde las tortugas salen a descansar, desovar, etc. De hecho, la zona de la arena donde se ponen ellas está acotada para que no entren las personas a molestarlas. Ya dije que son otro animal muy protegido en Hawaii. Tuvimos suerte y pudimos ver una tortuga en la arena, con bastante gente alrededor, a cierta distancia, haciendo fotos del animal. Estuvimos paseando un rato por la playa pero no nos bañamos. Al rato volvimos al coche y deshicimos el camino hacia Pahola.

Cuando estaba preparando el viaje leí que una zona al norte de Pahol, Kapoho, había quedado arrasada por las erupciones de 2018 y nos acercamos para echar un vistazo. A partir de cierto punto había unas barreras que han instalado en la carretera y ya no se puede continuar, pero desde ahí ya puedes ver la lava encima del asfalto y por los campos circundantes. Es una demostración clara del poder de la naturaleza y de los volcanes en particular, escalofriante.


A estas alturas ya estaba anocheciendo. Fuimos a Pahoa y cenamos en un restaurante chino que hay en una zona comercial junto a la gasolinera de la entrada del pueblo, No1 Chienes BBQ, que tienen unas bandejas de varios platos que puedes elegir y que estuvo bueno y bien de precio. Tras la cena, de vuelta al B&B a descansar mientras escuchábamos cantar a las ranas y la lluvia nocturna, que todas las noches hizo acto de presencia.

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