Un crucero por el Lago Nasser (Egipto). De Asuán a Abu Simbel. ✏️ Blogs de EgiptoCrucero de cinco días por el Lago Nasser, en Egipto, desde Asuán hasta Abu Simbel, visitando varios templos nubios poco conocidos.Autor: Artemisa23 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (12 Votos) Índice del Diario: Un crucero por el Lago Nasser (Egipto). De Asuán a Abu Simbel.
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Etapas 1 a 3, total 7
Crucero por el Lago Naser (Egipto). Introducción e Itinerario.Intención del diario e itinerario del crucero. En estos tiempos de limitaciones de movilidad, que ya se están haciendo demasiado largos, a veces no nos queda más remedio que volver la vista atrás para rememorar viajes que nos marcaron o que nos dejaron una huella especial. En mi caso, uno de esos viajes fue el que emprendimos a Egipto, un destino soñado desde que era una niña y que tras un par de tentativas fallidas al fin pudimos hacer realidad.
Nuestros días anteriores al crucero del Lago Nasser.
Atardecer en el Nilo. Corría el mes de noviembre de 2010 y estaban en marcha las "elecciones" para seguir perpetuando en el poder a Hosni Mubarak, que estuvo en la presidencia de Egipto durante treinta años. Sin que lo supiéramos, faltaban apenas dos meses para las multitudinarias protestas que empezaron el 25 de enero de 2011 y llevarían a su caída el 11 de febrero siguiente. Y en medio de los enormes carteles de propaganda que aparecían por todas partes, llegamos a descubrir las carencias terribles de una buena parte de la población egipcia, cuyos niños jugaban entre barro y escombros, comiendo pescado cogido de las aguas contaminadas de los canales del Nilo, a las afueras de El Cairo. Y, aunque esa es una historia que no toca en este momento, aparte de las maravillosos lugares arqueológicos que visitamos -los restos de un pasado espléndido-, nos quedó el poso de unos lugares recónditos, ocultos para el turismo de masas, que quiso mostrarnos Mohamed, un guía comprometido con un afán de reformas que finalmente no se cumplieron. Pero estoy en un foro de viajes y queda lejos de mi intención entrar en cuestiones políticas, sociales o religiosas que me costaría juzgar y entender.
Carteles de propaganda de Mubarak en Asuán.
Por eso, mi único propósito con este diario es recordar aquel maravilloso viaje, uno de los más interesantes que he hecho nunca. Sin embargo, diez años después, tampoco creo que tenga mucho sentido hacer una narración completa de todo nuestro itinerario, muy parecido al de cientos o miles de visitantes, cuando en este mismo foro hay una buena cantidad de diarios espléndidos y mucho más actualizados, cuya información será de bastante mayor utilidad para los futuros viajeros que la que yo pudiera aportar ahora. De modo que me voy a centrar en los cinco días de nuestro viaje que fueron algo diferentes a los de la mayoría: el crucero por el Lago Nasser, del que no existe demasiada información en el foro, sobre todo de relatos en primera persona.
Situación del Lago Nasser en Egipto (Google Maps)
Mientras preparaba nuestro viaje a Egipto, me llamó la atención este crucero de cinco días y cuatro noches, que recorría el Lago Nasser desde Asuán hasta Abu Simbel, haciendo varias paradas para visitar templos más pequeños y no tan espectaculares como los que se encuentran más al norte, pero que no por ello, según leí, carecían de encanto e interés. En cualquier caso, el motivo que me decidió a contratar este crucero fue que ofrecía la posibilidad de llegar a Abu Simbel en barco, pasar una jornada entera allí y contemplar el espectáculo nocturno, algo muy tentador, ya que no me apetecía nada la visita relámpago habitual, que supone demasiadas horas de viaje y poco tiempo para disfrutar in situ.
El plan de la travesía siempre es el mismo, ya que los puntos interesantes que hay que ver en el trayecto son los que son y no hay más. Por entonces (ahora también), las rutas eran desde Asuán a Abu Simbel (cinco días) y desde Abu Simbel a Asuán (cuatro días). Y en este aspecto creo que es muy importante la elección, pues uno de los momentos estelares es la llegada a Abu Simbel en barco, con lo cual, la mejor opción sin duda es la que va de Asuán a Abu Simbel y no al contrario. Fue la que escogimos nosotros y no nos arrepentimos. Situación de los enclaves de los diferentes templos nubios. El mapa Google Maps sirve únicamente como referencia porque los recorridos por carretera que se señalan no se pueden hacer.
El itinerario fue el siguiente, según el folleto que todavía conservo. A este respecto, he intentado no equivocarme al transcribir en el diario el nombre de los diferentes lugares y templos que visitamos, pero los he encontrado escritos con grafías diferentes, así que espero no haber metido demasiado la pata al mencionarlos.
- 1er. Día. Embarco en Asuán. Noche a bordo. - 2º Día: Templos de Kalabsha, Qertassi y Beit el Bali. Navegación rumbo a Wadi el Seboua. Noche a bordo. - 3er. Día: Templos de Wadi el Seboua, Dakka y Maharrakka. Navegación. Templos de Amada y Derr. Tumba de Penut. Navegación. Kasr Ibrim. Noche a bordo. - 4º Día. Llegada a Abu Simbel. Desembarco. Templos de Ramses II y Nefertari. Acceso libre todo el día. Espectáculo nocturno de luz y sonido. Noche a bordo. - 5º Día. Traslado por carretera desde Abu Simbel hasta Asuán. Etapas 1 a 3, total 7
Embarco en Asuán. Día 1.El primer día de los cinco que ocupa el crucero fue para embarcar en Asuán y cenar a bordo. Nosotros procedíamos de Luxor, donde habíamos terminado el Crucero por el Nilo. Por razones obligadas por el vuelo y el plan del viaje, habíamos terminado el crucero por el Nilo en Luxor. Así que tras visitar el Valle de los Reyes a primerísima hora, después del almuerzo un taxi nos llevó hasta Asuán, lugar desde donde parte el crucero por el Lago Nasser. Fue un viaje largo y pesado, de 180 kilómetros y casi tres horas de duración, por una carretera paralela al Nilo pero entre desierto y pueblos remotos, que nos ofreció una perspectiva muy diferente a la de la fantástica travesía en barco que se realiza entre ambas ciudades a bordo del Crucero del Nilo.
Claro que eso es Egipto: vergel a las orillas del río sagrado, fuente donde la vida cotidiana fluye tranquila, con el ganado pastando, los niños jugando, las mujeres lavando y los hombres capturando peces en sus pequeñas barcas; y justamente detrás de la vegetación, reina el desierto. Sin embargo, aquel intenso contraste entre el azul del agua, los distintos tonos de verde y el rojizo-amarillento enmarcando el fondo lo perderíamos durante los días siguientes, pues nos íbamos a encontrar un panorama muy distinto.
Orillas del Nilo entre Asuán y Luxor.
Orillas del Lago Nasser. Ya en Asuán, para alcanzar el lugar de amarre del barco, en el lado sur de la presa, tuvimos que atravesar un control de policía al entrar en la zona de los muelles, donde nos aguardaba nuestro barco, el Nubian Sea, uno de los pocos que realizaban el recorrido (creo que actualmente son menos todavía y el Nubian Sea es uno de los que subsisten), todo lo contrario que los que hacían el Crucero del Nilo, que eran decenas por aquella época. Lo elegimos porque tenía un precio y una categoría intermedios entre los que nos ofrecían, pero ciertamente era más viejo y, pese a estar catalogado como de “lujo”, quedaba muy lejos en cuanto a confort y aspecto del flamante “Opera”, en el que tanto habíamos disfrutado los días anteriores. Bien es cierto que nos vimos compensados por otros detalles, como el menor número de personas a bordo, la cómoda cubierta, la amabilidad de la tripulación, que se desvivió por agradarnos, y la estupenda relación que trabamos con otros compañeros de viaje.
A la llegada nos acomodaron en nuestro camarote, mucho menos lujoso que el del crucero anterior y en el que enseguida echamos en falta su fantástica terraza, sustituida por una ventana alargada y estrecha, que no nos permitiría contemplar demasiado el horizonte. Sin embargo, reconozco que rezumaba cierto toque “romántico” en el sentido más decimonónico de la palabra; además, estuvimos cómodos y cada día, al volver de las excursiones, no nos faltaron sobre las camas las típicas manualidades formadas con colchas o toallas por parte del personal que arreglaba los camarotes, todos hombres. Creo que ninguno de ellos nos entendía ni jota, pero en cuanto nos veían aparecer no dejaban de repetir “buenos días”, “bienvenidos” y “gracias” con una sonrisa de oreja a oreja.
Contraste entre los camarotes del Nubian Sea y del Opera.
Como suele ser habitual en los cruceros, y en éste con más motivo porque no hubiésemos encontrado lugar alguno en donde comer, el régimen era de pensión completa, aunque no había bufet libre sino un menú, servido directamente por los camareros en las mesas; lo que no me acuerdo es si era posible elegir entre diferentes platos. A la hora de cenar nos asignaron una mesa, que debimos mantener durante todo el trayecto, compartida con otras ocho personas que hablaban nuestro idioma: una pareja de Madrid, como nosotros, unos recién casados argentinos en viaje de luna de miel y cuatro catalanas de edades variadas. Recuerdo que, no sé muy bien el motivo, los primeros momentos fueron algo tensos entre nosotros, pero al final del viaje casi se nos saltaron las lágrimas al separarnos. Quizás fue porque en el crucero del Nilo nos encontramos con muchos españoles, mientras que en éste apenas éramos una quincena, que no tardamos en formar una pequeña pero apretada piña. Todos hicimos muy buenas migas y lo pasamos fenomenal durante aquellas horas vespertinas de charla y juegos de mesa en cubierta, admirando unos bellísimos atardeceres; y sobre todo después de la cena, cuando nos sentábamos a esperar que llegase la hora mágica de contemplar las estrellas, de las que nunca vi tantas ni tan brillantes. Pero a eso iré después. De momento, en mi narración, ya es hora de iniciar el crucero.
PRESAS DE ASUÁN. En Asuán existen dos presas. La más antigua, la Baja, fue obra de los británicos, que la levantaron a 11 kilómetros del centro de la ciudad a principios del siglo XX y que se convirtió por entonces en la presa más grande del mundo. Sin embargo, después de varias reformas que incrementaron su altura se demostró incapaz de resolver el problema de las inundaciones generadas por el Nilo como consecuencia de las crecidas de su caudal. Por ello, se proyectó una nueva presa, la Alta o Gran Presa, construida 6 kilómetros al sur de la anterior entre 1959 y 1970 por el gobierno egipcio con ayuda técnica y financiación soviética en buena medida. Presas Baja y Alta en Google Maps.
Asuán tiene zonas con mucha vegetación, pero el entorno de la Gran Presa es muy árido. Sin embargo, pese a mitigarse los efectos catastróficos de las inundaciones y lograrse un incremento muy considerable de energía eléctrica, esta mega-construcción, de 111 metros de altura y 980 metros de anchura en la base, trajo consigo consecuencias mucho menos positivas, como el impacto ecológico sobre una zona de frágil equilibrio ya de por sí y la alteración de los hábitos, la forma de vida y, por tanto, la economía de las gentes que poblaban desde tiempos de los faraones las antiguas márgenes del río. De hecho, más de 800.000 nubios que vivían en las tierras situadas entre Asuán y Abu Simbel tuvieron que ser desplazados a otras zonas del país al quedar las suyas anegadas.
Al gigantesco embalse generado por la Presa Alta o Gran Presa de Asuán se le dio el nombre de Lago Nasser, en honor de Gamal Abdel Nasser Hussein, militar, estadista y uno de los principales líderes árabes de su época, que presidió Egipto entre 1954 y 1970, año de su fallecimiento. Con16 kilómetros de ancho máximo, 480 kilómetros de longitud, una superficie de 5.248 kilómetros cuadrados y 31,4 metros de profundidad media, que alcanza los 180 en el punto más hondo, es el octavo lago mayor del mundo por superficie (el primero artificial) y el cuarto por volumen de agua, pues puede llegar a acumular hasta 157 kilómetros cúbicos.
Lago Nasser en Google Maps. Aunque la presa se terminó en 1970, comenzó a llenarse ya en 1964, si bien no alcanzó su plena capacidad hasta 1976. El proyecto y, sobre todo, el inicio de su construcción encendieron todas las alarmas entre los arqueólogos del planeta entero, pues Abu Simbel y varias docenas de templos más corrían el peligro de ser tragados por las aguas. En una operación de rescate sin precedentes patrocinada por la Unesco, veinticuatro de aquellos templos fueron localizados, excavados, desmontados en bloques y trasladados a ubicaciones más seguras, mientras otros se cedieron a países que habían colaborado en el rescate, entre ellos España. Así el Templo de Debod se instaló en un parque de Madrid, situado en la antigua montaña del Príncipe Pio. Todos estos templos están declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 1979 formando parte del Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán, que integra los monumentos del antiguo Egipto en la región de Nubia, desde Asuán a la frontera sudanesa.
Templo de Kalabsha desde la Gran Presa.
En este crucero íbamos a surcar las aguas del gran embalse y tendríamos la oportunidad de contemplar algunos sitios arqueológicos de la Baja Nubia, la mayor parte rescatados de las aguas, que permanecieron fuera de las vías de comunicación e inaccesibles a los viajeros durante años, hasta que comenzó a operar el crucero. Y es que no se podía llegar de otro modo que no fuese el barco, ya que por motivos de seguridad las rutas por pista o carretera estaban cerradas al tráfico privado de extranjeros, circulando únicamente los comboyes oficiales turísticos con destino a Abu Simbel. Ignoro si en la actualidad la situación ha cambiado. Todas las visitas que hicimos durante este crucero fueron guiadas y con escolta de soldados armados, si bien mientras en algunos templos apenas advertimos su presencia, en otros los llevábamos muy cerca y no nos perdían de vista. Y es que la amenaza de los atentados terroristas contra el turismo no ha dejado de estar presente en Egipto desde hace bastantes años.
Templo de Dakka
El guía en lengua castellana que nos asignaron se llamaba (bueno, espero que se siga llamando) Omar y nos hizo pasar muy buenos ratos. Pese a que al principio podía parecer algo arisco, era porque nos costó un poco de tiempo entender su gesto imperturbable combinado con un implacable humor sardónico; en cuanto le cogimos el hilo, nos reíamos a carcajadas con sus enrevesadas (iba a escribir diabólicas, pero me contengo) ocurrencias. También influyó el hecho de que nuestro grupo (al contrario que el de habla inglesa, integrado por bastante más gente) era reducido, unas quince personas, todos nos llevábamos muy bien y en ningún momento nos sentimos formar parte de un tour impersonal y masificado, obligado a verlo todo deprisa y corriendo. En ese sentido, el crucero en su conjunto y las visitas que hicimos estuvieron muy bien. En cualquier caso, excepto Abu Simbel, el número total de visitantes en estos monumentos era muy pequeño en comparación con los de otras zonas de Egipto por aquella época.
Templo de Wadi el Seboua y su entorno en el Lago Nasser. r Etapas 1 a 3, total 7
Templos de Kalabsha, Quertassi, Gerf Hussein y Beit el Wali. Día 2.Primer día de visitas, con los templos que se encuentran en Asuán, si bien al lado sur de la Gran Presa: la que se conoce como isla de New Kalabsha. Amanecimos en el mismo sitio donde estábamos amarrados la noche anterior, si bien durante el desayuno el barco inició una breve travesía hasta alcanzar el lugar donde se ubica el templo cuya silueta habíamos contemplado desde la Presa durante nuestra primera excursión a Asuán. Por lo que he leído, estos templos son accesibles en excursión de media jornada desde Asuán.
Situación del templo de Kalabsha según Google Maps.
Nos disponíamos a visitar New Kalabsha, donde se reubicaron para su salvación de las aguas cuatro templos que originariamente estaban situados en un radio de 50 kilómetros al sur de la Alta Presa, en la Baja Nubia. Debido a la variación en el nivel del agua, este lugar se convierte a menudo en una isla, como era el caso.
Nuestro guía nos dio todo tipo de explicaciones tanto en exteriores como en interiores. Luego nos dejó bastante tiempo libre para recorrer la isla a nuestro aire. El paseo resultó muy agradable, pues las panorámicas eran francamente bonitas, tanto de los templos como de Asuán.
Para los antiguos egipcios, el templo suponía la imagen en piedra del universo, alineado a lo largo de un eje longitudinal rodeado de amplios muros en representación de la tierra que recibía el flujo del Nilo hasta Egipto y las montañas entre las que se elevaba el sol. En su construcción, no utilizaban arcos ni bóvedas, sino que para soportar la estructura se valían de soportes horizontes y verticales decorados con elaborados relieves e inscripciones. Habitualmente, constaba de una avenida procesional o dromos a la entrada, que solía estar flanqueada por esfinges. El pilono o puerta monumental consistía en dos torres trapezoidales ligadas por un puente de mampostería que componían la fachada. Daba acceso a un patio interior o peristilo, que estaba abierto y rodeado por pasillos con columnas. A continuación, se situaba la sala hispótila, cerrada y con poca luz, cuyo techo estaba sostenido por columnas. El santuario interior, con la imagen de la deidad, era el espacio más alejado y oscuro, rodeado de capillas laterales, salas de almacenamiento y una antesala con la barca del dios. Los elementos arquitectónicos solían estar revestido de relieves, grabados e inscripciones. Vista lateral del templo de Filé.
Templo de Kalabsha. Se empezó a construir en torno al año 30 a.C., ya durante la dominación romana, sobre un santuario anterior, del que se hallaron estructuras de tiempos de Amenofis II y Tolomeo IX. De estilo tolemaico, pese a quedar inacabado, se considera el más bello y grandioso templo de la arquitectura egipcia en Nubia aparte de Abu Simbel. Fue consagrado a Marut o Meruel, nombre nubio del dios egipcio Horus, también conocido como Mendulis entre los griegos. Con unas dimensiones de 76 metros de largo por 22 de ancho, está formado por un pilono, al que se llega tras ascender a través de una calzada situada al borde del agua, un atrio con pórticos en los tres lados, una sala hipóstila con doce columnas, dos vestíbulos y el santuario.
Cuenta con numerosos relieves, en los que se representa a Amenofis II y también a Augusto, vestido de faraón, ofreciendo presentes a los dioses; también contiene inscripciones referidas a Silki, el rey de los nubios, celebrando su victoria sobre los pueblos del desierto en el siglo V a.C.
En definitiva, un templo muy bonito e interesante. Templo o Quiosco de Qertassi o Kertassi. Construido en la época Tolemaica, este pequeño templo, más bien un quiosco, está dedicado a la diosa Isis. Lo forman cuatro columnas que se conservan íntegras y las dos de la entrada principal están presididas por la cabeza de la diosa Hathor. Pese a su reducido tamaño, resulta de lo más fotogénico, a lo cual colabora su emplazamiento.
Templo de Gerf Hussein. Originariamente se encontraba ubicado a 90 kilómetros al sur de Asuán. Lo mandó construir Seteu, virrey de Nibia, para Ramses II y estaba dedicado al dios Ptah-Tenen, protector de los ejércitos del faraón. Parcialmente excavado en la roca, su estructura interior era similar a la de Abu Simbel. Desafortunadamente, en gran parte quedó sumergido en las aguas tras la construcción de la Gran Presa, pues solamente se pudieron trasladar los elementos no excavados, que son los que pudimos ver en la isla de New Kalabsha.
Templo de Beit el Wali. En árabe, el nombre significa “casa del hombre santo o del gobernador”, este templo rupestre se remonta a la XIX Dinastía. Dedicado a Amón-Ra, fue el primer templo que Ramses II construyó en esta región en lo que se piensa que fue una forma de reafirmar el control egipcio sobre Nubia. Consta de un atrio, un vestíbulo y un pequeño santuario. Sus paredes muestran relieves de corte militar y narran las victorias obtenidas por el faraón sobre pueblos asiáticos, libios y nubios. Al igual que otros templos, fue utilizado posteriormente como iglesia.
En el interior de los templos se permitía sacar fotos sin flash, con lo cual no desaprovechamos la ocasión. Aunque quedaron mejor o peor, esas imágenes siempre me ayudan a recordar aquellos lugares.
Desde la parte alta del templo de Kalabsha pudimos contemplar también algunas panorámicas de la zona de Asuán en torno a la presa y el inconfundible Edificio de la Amistad Egipcio-Soviética, erigido por los egipcios como agradecimiento a la ayuda y financiación que les prestó la URSS para su construcción. Su estructura singular domina el paisaje.
De regreso al barco, divisamos unas bonitas panorámicas de los templos que acabábamos de visitar. Tras encontrarnos un gracioso barquito sobre la cama, almorzamos e iniciamos la navegación rumbo a Wadi el Seboua.
Pese a hacer calor, que aumentaba según nos dirigíamos más al sur, la temperatura era agradable al atardecer y, mientras tomaba el consabido té con pastas, me gustaba mucho permanecer en cubierta, contemplando unas orillas a veces lejanas y casi siempre desérticas, muy diferentes de las riberas verdes y llenas de vida que tanto había disfrutado en el crucero por el Nilo. A las cinco y media ya era de noche, pero antes de que reinara la oscuridad no podía dejar de explayarme con la espectacular puesta de sol que tenía delante.
Concluida la cena, asistimos a un pequeño espectáculo preparado por la tripulación y, luego, salimos a cubierta para continuar el rito iniciado la noche anterior, de charlas y juegos de mesa con nuestros compañeros de habla española. Ya muy de noche, cuando el cielo estaba negro, el barco nos sorprendió dejándonos completamente sin luz artificial pero no a oscuras. ¿Qué pasaba? Enseguida nos dimos cuenta: teníamos miles de estrellas sobre nuestras cabezas. Corrimos a las tumbonas y nos echamos para contemplar el firmamento. En medio de la nada, a cien kilómetros de la civilización, el cielo se había convertido en un espectáculo inenarrable. Nunca lo había visto así ni lo he vuelto a ver, ni siquiera en pleno desierto. Fue algo especial y maravilloso. Lástima que no disponga de imágenes de aquello porque mi cámara no lo permitía. Así que me conformaré con poner unas que tomé del atardecer.
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