![]() ![]() A lado y lado del canal: Panamá en 12 días ✏️ Blogs of Panama
Mi experiencia en Panamá durante 12 días, viajando por libre y mediante transporte público o colectivo en octubre de 2023 (temporada de lluvias). Este diario pretende aportar información, aconsejar y quitar miedos para los que se planteen visitar uno de los países más desconocidos para el gran público de Latinoamérica.Author: Ndmw Input Date: ⭐ Points: 4.8 (4 Votes) Index for Blog: A lado y lado del canal: Panamá en 12 días
01: Preliminares
02: Día 1: Llegada a Ciudad de Panamá
03: Día 2: Archipiélago de San Blas, el paraíso de los Gunas
04: Día 3: Otro día más en San Blas antes de regresar a la urbe
05: Día 4: El largo viaje hasta Santa Catalina y el baño en el Pacífico
06: Día 5: Coiba, o el paraíso de la biodiversidad
07: Día 6: De Santa Catalina a Boquete, del mar a las Tierras Altas
08: Día 7: Boquete, caminos entre bosques húmedos y cafetales
09: Día 8: Zarpando hacia Bocas del Toro y llegado al microcaribe afroantillano
10: Día 9: El paraíso nublado y bajo la lluvia
11: Día 10: Desaborido final en Bocas del Toro
12: Día 11: Ciudad de Panamá: lo viejo, lo antiguo, lo nuevo
13: Día 12: La despedida desde Calzada de Amador y Casco Antiguo en Ciudad de Panamá
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En mi cabaña nos levantamos poco antes de las 6h, habiendo dormido unas buenas 8 horas de rigor.
¿La razón? Empieza a amanecer y, evidentemente, vamos a ver la salida del sol. Un amanecer entre algunas nubes en el horizonte, pero con varios huecos por los que ver el sol. Y, de propina, pasa algún delfín por el mar. Una postal idílica que nos pasamos más de 20 minutos contemplando. A las 7:00h, los Gunas nos llaman para desayunar: huevo revuelto, fruta y café. Más que correcto. Luego, un rato en la playa, que hace mucho sol y lo mejor es estar remojado. Hasta que a eso de las 9:45 h me vienen a buscar para llevarme a Isla Pelícano (que no es la de La Casa de Papel). La Isla Pelícano en cuestión está a 10 minutos (o menos) de Isla Diablo y es diminuta. Literalmente, solamente hay una cabaña con un aseo de anexo, 3 o 4 palmeras, y algunas hamacas. El resto: arena y mar. Al bajarme de la barca, me hacen pagar 3 dólares por estar allí (hay algunas islas que hacen pagar por su exclusividad). En ese diminuto paraje, estoy solo, únicamente con la familia que la regenta y una pareja que también ha ido a parar allí. No es de las concurridas, lógicamente, por sus medidas limitadas. Me meto en el agua con el fin de hacer snórkel y, al principio, pienso que menudo timo, porque en el agua solamente hay arena y algas. Pero conforme empiezo a dar la vuelta a la isla, y algo más adentro, me encuentro con un fondo marino espléndido. De donde me he bañado en San Blas, el mejor. Multitud de peces nadan por allí, así como la presencia de flora marina y coral. Disfruto como un enano hasta que finalizo la vuelta y, viendo esa hamaca tan fotogénica, me tumbo un rato y pido que me hagan la foto de rigor (las desventajas de ir solo: tener que siempre que pedir). Luego me vuelvo a meter en el agua, hasta que me vienen a buscar. En total, he pasado más de 90 minutos en un sitio donde me he sentido privilegiado por la exclusividad y la calma con la que he estado. Me llevan de nuevo a Isla Diablo para comer: Pulpo al ajillo con papas. Cumple de sobras. Luego, tengo un rato más de playa hasta que a eso de las 14:30 me vienen a recoger para llevarme de nuevo al continente. Antes, pero, tienen que llevarme a Cartí, para visitar la aldea Guna. Pienso que me llevarán a mí sólo, pero me suben en un barco junto a otra gente, incluídas 2 de mis compañeras de cabaña (las cuales sé que no hacían el tour). Navegamos hacia Cartí, encontrándonos con delfines de por medio y un pequeño aguacero. Al llegar a Cartí, me dicen de bajar. Solo yo. Pienso que debo coger mis cosas y que llevarán los otros a tierra, pero no. Uno de los Gunas me lleva con él para enseñarme el pueblo y contarme sobre ellos. La visita dura 30 minutos y me lleva por alguna calle enfangada y estrecha (Cartí es así, no hay demasiado espacio). Visitamos la zona donde hacen las celebraciones y, luego, la Casa de Congresos, donde hacen reuniones y ritos religiosos. Es un lujo tener el guía solamente para mí y poder preguntarle de todo. Charlamos un buen rato hasta que me lleva de nuevo a la barca. Y veo que mis compañeros de viaje siguen allí, que tenían que esperar a que terminara la visita. Iluso de mí, pensaba que les llevarían y luego me recogerían a mí solo. Parece ser que uno de los patrones del barco les ha enseñado su casa para pasar el rato, pero entiendo que me han debido maldecir por haberles obligado a hacer esa parada. También, yo la había contratado en mi tour y, al ser el único interesado, me han puesto con otros viajeros para economizar. Entiendo que en temporada alta deben enviar un barco específico al poblado y otros directamente al puerto. Opino que deberían haber ofrecido la opción de visita a los que forzadamente tuvieron que esperarse (algunos la tenían, pero había gente que iba en pasadía que dudo que lo tuvieran). En todo caso, bien por mí, mal por ellos. Llegamos al muelle y nos distribuyen en todoterrenos para llevarnos a Ciudad de Panamá. Me toca un conductor muy charlatán y simpático que nos cuenta muchas cosas de Panamá a mí y a cuatro colombianos. La americana texana se medioduerme todo el rato, y más al ver que la conversación está monopolizada en español. Paso un muy buen rato y aprendo tanto del panameño como los colombianos, haciendo las casi 3 horas de vuelta muy amenas. Me dejan el hostel, donde me ducho y bajo a cenar algo. La Lonely Planet de Panamá* me engaña y no encuentro el restaurante italiano que tanto recomienda cerca. Viendo el panorama y las otras ofertas, prefiero confiaen los veci*nos colombianos y meterme en "Las arepas de vía España", un colombiano donde me atraco un plato combinado típicamente colombiano y un buen capuccino, hecho con café de Colombia, que acabará siendo el que me tome más a gusto de todo el viaje. El restaurante está animado, ya que hacen noche de karaoke, donde solamente canta uno de los camareros con el fin de animar a los clientes, sin éxito. Pago los 15 dólares que me cuesta todo y me voy a descansar. Bueno, a reordenar un poco la maleta primero. Mañana toca levantarse pronto para partir hasta Santa Catalina. *Debo comentar que, si bien me suelen gustar las recomendaciones de restaurantes de Lonely Planet, las de Panamá las he visto demasiado enfocadas al público norteamericano. Había muchas recomendaciones de internacional -también panameña, pero no tantos como podrían-, y muchos restaurantes regentados por estadounidenses. Esto no tiene que ser malo, pero cada 2 por 3 lo leía y, la verdad, prefería cosas más enfocadas a público local. Entiendo que en Santa Catalina te lo tengas que tragar, pero en Boquete, Bocas del Toro o Ciudad de Panamá había más variedad. Journeys 4 to 6, Total 13
No había ganas de levantarse tan temprano como los otros días, pero aun así me levanté a eso de las 6:30h.
Tenía que ir a la estación de Albrook, la terminal principal de autobuses de Ciudad de Panamá, para iniciar mi viaje hacia mi siguiente destino: Santa Catalina. Descartando tomar el primer bus del día (5:50h, decidí ir a por el de las 8:20). Dejé el hotel, tomé el metro en Iglesia del Carmen y en 4 paradas llegué a Albrook, como media hora antes de que partiera el bus. La estación es grande y al principio puede parecer un poco caótica, pero solamente hace falta caminar por el pasillo central y buscar la ventanilla donde vendan los billetes para vuestro trayecto (hay carteles encima de cada una que lo especifican). En mi caso, era el trayecto Panamá-Soná, que es el más directo para ir a Santa Catalina. Si no puedes tomar ninguno de los directos, siempre puedes hacer Panamá-Santiago, Santiago-Soná. La compra fue rápida y sencilla (10$ el trayecto), y me fui a esperar dentro del bus. Esperamos 30 minutos para partir, ya que salimos a las 8:25, con algo de retraso. El bus es cómodo y puedes llevar tu maleta grande en el portaequipajes de debajo, con lo cual no viajas agobiado. El trayecto es largo, 5 horas y pico, con una parada de 20 minutos en medio donde comer algo e ir al baño. El trayecto pasa por distintos sitios de la Panamericana, con lo cual también es interesante para empaparse de ese Panamá un poco más periférico. Evidentemente, pasas por delante de la famosa "Quesos Chela", que estaba abarrotada cuando pasamos, aunque desgraciadamente no paras. Llegamos a Soná a las 13:45. Y aquí os voy a dar un consejo. Como nos demoramos un poco en la salida, perdimos el bus de las 13:30 que va de Soná a Santa Catalina. El siguiente ya es a las 15:30h (al menos en temporada baja). Así, que por este motivo, para aseguraros no tener que esperar tanto y no arriesgaros, os recomendaría entonces tomar el bus de las 5:50h a Soná. Por la mañana pasan cada hora, en el mediodía es donde baja la frecuencia, así que es más probable que evitéis las esperas de casi 2 horas para el famoso bus. ¿Esperé? No. Porque conocí a una pareja de neerlandeses que también iban a Santa Catalina y me propusieron compartir taxi. 40$ en total para ir a Santa Catalina, de modo que sale a unos 14 dólares por barba. Subimos y en una hora y cuarto llegamos a Santa Catalina. No es que esté especialmente lejos (a unos 70 km), pero en la segunda parte de la carretera hay boquetes, huecos y está mal asfaltada, con lo cual hay que ir con cuidado. Es la peor carretera que he encontrado en Panamá. Me dejan delante de mi hostel, el Bodhi Hostel. Pago 72$ por 2 noches en un pequeño bungalow para mí solito con baño privado. Es la habitación más mona donde he dormido en el viaje. El albergue es agradable, con un jardincito a donde dan los 7-8 bungalows que tienen. El ambiente es tranquilo y con un aire zen. Dejo mis cosas y a eso de las 15:30h voy a comer algo, que no he almorzado. Como un sandwich vegetal en uno de los pocos sitios donde a esas horas pueden preparar algo: la cafetería Cariaco. Cumple de sobras y pago un precio bastante occidental (casi 8 dólares) por el sandwich y la Coca-Cola. En Santa Catalina veréis que la mayoría de los restaurantes son internacionales y enfocados al turismo americano, así que esperad precios más propios de Europa (buenas hamburguesas a 11-13 dólares, etc.). A las 16:00h, antes de que caiga la noche, me dispongo a descubrir Santa Catalina. Un pueblo que solamente es una carretera repleta de alojamientos y empresas de actividades de aventura. Primero llego a la playa de Santa Catalina, con la marea altita. No me parece especialmente bonita, pero está en el meollo de todo, así que pasarás sí o sí por ella. Decido andar 25 minutos hasta a Playa Estero, que ya me habían dicho que era la bonita. Y, efectívamente, lo es. Para llegar a ella tienes que mojarte un poco los pies, pero nada grave ni peligroso para tus pertenencias. Llego casi a las 17:00h y me meto dentro. Hay olas y gente dando una clase de iniciación de surf -Santa Catalina es uno de los destinos emblema para el surf en Panamá-, pero nada peligroso. No es el lugar más cómodo para bañarse debido a las olas rompiendo, pero merece la pena. Es un lugar muy agradable, con un cierto ambiente y sin nada que temer para tus pertenencias. Yo se las dejé a una familia que estaban pasando la tarde, pero seguramente nadie me habría tocado nada. Paso un buen rato hasta que decido volver antes que anochezca. Ando 30 minutos hasta mi hotel, donde me ducho y me preparo para ir a cenar. Al ser temporada baja, hay muchos locales cerrados -los que quería ir de la Lonely Planet, por ejemplo, que hacían fusión-. Por eso, soy práctico y me voy al Tiki Lodge, a 3 minutos de mi hostel, y que un chico catalán que conocí en San Blas me había recomendado. Como bien la hamburguesa de 13 dólares y me voy a la cama. Estoy agotado y no tengo ganas de socializar con la gente del hostel. Quiero guardar fuerzas para disfrutar mañana de Coiba. Journeys 4 to 6, Total 13
Me levanto temprano y bastante excitado por lo que se viene hoy: la visita al Parque Nacional de Coiba.
Desayuno a primera hora en el hostel, cojo mis cosas y me voy a la oficina de la empresa con la que he contratado, que está a 2 minutos andando: Watching Dolphins Coiba. El día está nublado, y aviso que lloverá más de un momento a lo largo del día. Pero no nos impedirá realizar las actividades. Tras el pago, nos probamos el material con el que haremos snorkel: las aletas y las gafas. Nos dan el que más nos conviene por características físicas y salimos hacia el puerto, que está a menos de 5 minutos, en la playa de Santa Catalina. Subimos a la barca desde la playa, con lo cual tienes que saltar un poquito, pero nada imposible. Únicamente es dificultoso para la gente con problemas de movilidad. Nos espera un trayecto en barca de casi 90 minutos hasta la primera. En medio, pero, avistamos crías de ballenas jorobadas y nos paramos a su alrededor para contemplarlas. Son criadas en estas latitudes porque no hay depredadores y luego bajan hacia el sur. Fascinante el espectáculo, al cual le dedicamos el tiempo que se merecen. En este sentido, recomiendo Watching Dolphins para la excursión ya que, cuando ven un animal, dejan espacio en el itinerario para admirarlo y disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor. Llegamos a la primera de las cinco paradas que realizaremos a lo largo del día: isla Cocos. En la playa de esa isla nos ponemos el equipo y nos metemos en el agua para hacer la primera de las 3 sesiones de snorkel. Es solamente entrar dentro, poner la cabeza bajo el agua y ver un espiral infinito de peces de colores, algunas especies que jamás había visto, alguna que otra tortuga, e incluso tiburones pequeños. Damos la vuelta a la isla nadando y contemplando toda la riqueza de la fauna que, sinceramente, me atrapa por completo. Jorge, nuestro guía, nos toma fotos bajo el agua con su cámara (al igual que lo hace con los animales), así que no tienes que preocuparte por ello. Luego, al finalizar la excursión en la oficina, las pasará fácilmente a los usuarios de Apple, aunque a los de Android les tocará insistir algo más. El primer snorkel fue, probablemente, el más impresionante del día. Tras unos 45 minutos, subimos de nuevo al bote y vamos a otro punto para hacer snorkel. Allí nadamos un buen rato y vemos más peces, incluyendo algunas morenas. Disfrutamos mucho, de nuevo. A continuación, subimos a la barca. Ha empezado a llover un poco y vamos hacia Isla Coiba, la central. Allí comemos en el punto habilitado por el Ministerio de Ambiente. Pasta con verduras y algo de carne que, la verdad, entra de fábula. Sigue lloviendo y, al ser temporada de lluvias, muchos senderos de Isla Coiba están cerrados. Solamente podemos subir a un mirador, cuyo camino está pavimentado. Subo yo solo y puedo observar varias islas al frente. Es un paisaje bonito, pero el día no acompaña. Bajo y contemplo la exposición sobre la biodiversidad del lugar, que no ocupa más de 10 minutos. Luego, trato de ir a ver uno de los cocodrilos, pero sin éxito. Nos vamos al siguiente punto y, desde la barca, vemos como salen de los árboles los monos aulladores de Coiba, una especie autóctona. ¡Ya podrían haber salido antes! Llegamos a nuestro siguiente destino, el último lugar donde haremos snorkel. Sigue lloviendo. En este punto vemos distintas tortugas, con alguna de las cuales nadamos a su lado un buen rato. Es maravilloso poder experimentar la naturaleza en su esplendor de cerca, pero sin perturbar su espacio. Al terminar, vamos a Isla Ranchería, nuestra última parada antes de partir. Esta isla, que pertenece a los biólogs del Smithsonian, fue esccenario de varios encuentros del presidente Noriega con Pablo Escobar, de modo que Coiba no ha estado excento de trapicheos varios. En la isla damos un paseo por su playa y admiramos su flora. En un punto, vemos a Tita, un cocodrilo hembra. Otro animal más marcado en el casillero. Como aún nos queda tiempo, voy andando hacia el extremo de la playa, donde paso por los restos de un edificio militar. El tiempo amaina y deja de llover. Tomamos de nuevo el bote y emprendemos la hora y media de vuelta hasta Santa Catalina. Pero, en medio del trayecto, vemos delfines y nos paramos un buen rato a contemplarlos como juegan y se exhiben ante nosotros. Llegamos a Santa Catalina, no en la playa, sino en un pequeño canal. Bajamos en la arena y andamos hasta la oficina, dondde nos despedimos de Jorge. Nos dice que a los de Android nos mandará las fotos más adelante. TENÉIS QUE INSISTIR. Sobre Coiba, considero que es de lo más top que he visto en Panamá, por lo cual os invito a incluirlo sin NINGÚN TIPO DE DUDA en vuestros itinerarios a Panamá. 1 día es suficiente para haceros una idea pero, por ejemplo, a mi me hubiera gustado hacer el tour de la prisión de Coiba que algunos operadores ofertan. Me gustaría regresar con Sol para verlo de otro color pero, aun en un día nublado y con algo de lluvia, me ha encantado. Si tenéis que quitar algún día de otro sitio, hacedlo, pero no podéis perderos este impresionante lugar. Al salir de la oficina, voy a tratar de solucionar un tema del traslado de mañana a Boquete. Había reservado con Shuttle In, empresa en Santa Catalina. Me habían enviado una confirmación, pero en otro sitio vi que mínimo se necesitaban 4 personas para el trayecto. Al no tenerlas todas, voy a la oficina a preguntar. Una guía de las excursiones a Coiba lo pregunta a los responsable y me comenta que para mañana no hay viaje por falta de pasajeros. Suerte que me gusta recomprobar estas cosas, ya que al día siguiente habría estado esperando como un bobo delante de mi hostel. La chica, muy amable, me lleva con otra empresa de transportes: Transporte Explorer. Me dicen que hay plazas y reservo. Serán 35$ para hacer Santa Catalina-Boquete directo, ahorrándome el tomar 4 buses. En todo caso, para los traslados preguntad en vuestros hoteles/hostels si organizan. Porque esta empresa era la misma con la que trabajaba mi hostel y podría haberlo contratado directamente en hostel. A veces, incluso ofrecen precios más económicos. Habiendo solucionado el problema, voy a ducharme a la habitación y a vestirme para cenar. Muchos sitios siguen cerrados, así que como una pizza normal en uno de los pocos locales abiertos. Al terminar, voy al hotel y charlo un poco con un chico flamenco que había venido conmigo a la excursión y una chica ruso-siriana que venía de Bocas del Toro. Al cabo de una hora y media, me voy a hacer la maleta y a descansar. Como cada día, volveremos a madrugar. Journeys 4 to 6, Total 13
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