Idioma: English Español
Mostrar/Ocultar Blogs / Diarios
Mostrar/Ocultar Fotos / Pics
Blogs 
SABAIDII: DIARIO DE UN VIAJE POR TIERRAS DE LAOS Y TAILANDIA

SABAIDII: DIARIO DE UN VIAJE POR TIERRAS DE LAOS Y TAILANDIA ✏️ Blogs de Laos Laos

Diario pormenorizado de un viaje a Laos y Tailandia.
Autor: Victormiguel  Fecha creación:  Puntos: 3.6 (5 Votos)
DIARIO COMPLETO.

DIARIO COMPLETO.


Localización: Laos Laos Fecha creación: 15/03/2010 13:53 Puntos: 0 (0 Votos)
A. PRÓLOGO

La idea inicial de viajar a Laos, nos la dieron dos chicas catalanas con las que coincidimos en nuestro primer viaje a Asia, en el que estuvimos en Vietnam, Camboya y Bangkok. Acababan de cruzar la frontera laosiana-vietnamita, y nos lo recomendaron fervientemente. Por ello, y después de tres años rondándonos por la cabeza, y muchas visitas a foros de viajes en Internet, aprovechamos una buena oferta de la compañía malaya de bajo coste Air Asia, para comprar varios vuelos que, desde Londres, nos llevarían a Vientiane, la capital del país, haciendo escala en Kuala Lumpur, Malasia, y que igualmente nos permitían regresar a casa por un precio muy razonable.
El plan de viaje era recorrer Laos desde Vientiane, situada en el centro del país, en dirección norte para alcanzar la frontera china y, después, cruzar a Tailandia para visitar la zona del Triángulo de Oro, y sus dos ciudades más emblemáticas, Chiang Rai y Chiang Mai, y desde allí, trasladarnos hasta el Mar de Andaman, en el Océano Índico, con la intención de disfrutar los últimos días de sus paradisíacas islas, en plan relax.
Así lo hicimos, y siguiendo bastante rigurosamente lo planificado, realizamos un viaje maravilloso, que paso a comentar detalladamente.


























B. EL VIAJE

1º.Y 2º. DÍA. ALICANTE-LONDRES-KUALA LUMPUR (MALASIA)

Dejamos Alicante a las 16,30 horas, y llegamos al pequeño aeropuerto londinense de Stanted sin novedad. Allí curioseamos por las tiendas y compramos algo de comer, a la espera de coger el avión que nos llevará a Kuala Lumpur, y cuya salida, prevista para las 22 horas, se demorará casi una hora. El avión de Air Asia no esta mal, sin lujos, pero correcto (aunque desde luego no se puede comparar por ejemplo con los de Qatar Airways, compañía con la que viajamos a Vietnam, vía Doha). En el precio del billete no está incluida comida alguna, teniendo que abonar cualquier cosa que pidas, circunstancia que, aunque inicialmente sorprende un poco en un vuelo tan largo, al final, incluso nos llega a parecer bien, dada la escasa calidad media de los menús de las compañías aéreas. Además, con ello te evitas el que te den la “vara” cada 3 o 4 horas –casi siempre cuando estás durmiendo- para servirte algo. Nosotros habíamos prepagado dos menús al comprar los billetes de avión, porque salían más baratos, aunque después de probarlos, llegamos a la conclusión de que es mejor no hacerlo, y comerte un bocata.
Tenemos mucha suerte con el asiento que nos dan, pues estamos los dos solos en una fila de cuatro, por lo que nos colocamos cada uno en una esquina, y podemos semi-tumbarnos si queremos, lo cual es un auténtico lujo en clase turista.
El vuelo de 13 horas, transcurre plácido y monótono, y aprovechamos para dormitar, leer, jugar a los barcos…. y llegamos a Kuala Lumpur sobre las 10 de la noche. Al bajar del avión, una bofetada de aire caliente nos golpea en la cara, y nos avisa que estamos cerca de la línea del Ecuador. Poco más de una hora después hemos recogido las maletas, hecho los trámites aduaneros (solo se necesita el pasaporte, porque el visado es gratuito), pasado por delante de un escáner, que te detecta la temperatura corporal (por el tema de la gripe A), y cambiado dinero malayo (la moneda local se llama ringgit, y 1 € equivale a 5 ringgits).
El avión para Vientiane sale a las 7,30 de la mañana, y no tenemos sueño (son las 4 de la tarde en España) así que decidimos irnos a cenar a la Ciudad, dar una vuelta por allí y volver al aeropuerto, que se encuentra a unos 50 kilómetros de distancia. Antes, dejamos las maletas en consigna, y cogemos el llamado Skybus, también de Air Asia, (aunque hay otras empresas que hacen el mismo trayecto) y por 12 ringgis (2,5 €) ida y vuelta, nos lleva en una hora a la Estación de Tren Kl Sentral (importante nudo de comunicaciones, con varias líneas de autobuses, tren y metro). Al bajar del bus, somos asaltados por una marabunta de taxistas que nos ofrecen sus servicios, pero estamos un poco desorientados y decidimos ir a cenar a una zona de “baretos” al aire libre, que hemos visto cerca de la Estación. Vamos dando un paseo y nos metemos en un restaurante indio, donde señalando la comida, puesto que no hay carta, cenamos decentemente por unos 5 €, aunque sin cerveza, porque al ser un país musulmán, no en todos los sitios la tienen.
Después damos una vuelta por los cercanos hoteles Hilton y Le Meridien, donde tomamos un té, e intentamos pasar a una especie de club que está bastante animado, pero nos piden el equivalente a 10 € por entrar (sin bebida), por lo que nos damos la vuelta, y nos dirigimos de nuevo a Kl Sentral para “controlar” la forma de llegar en transporte público al único hotel que tenemos reservado en el viaje, el día anterior a nuestro regreso a España; allí hay un Mc Donalds abierto toda la noche y nos tomamos un helado por menos de medio euro, esperando coger de nuevo el Skybus que nos lleve al aeropuerto. Son las 4 de la mañana cuando llegamos a la terminal de la que salen los vuelos de Air Asia (hay otra cercana bastante más grande), y hay muchísima gente durmiendo tanto en el interior como en el exterior de la terminal, a la espera de coger un vuelo. Nosotros nos acomodamos en un banco hasta la hora de facturar, observando con curiosidad la gente de todo tipo que deambula de un lado a otro con sus maletas: musulmanes con vestimenta occidental, otros con vestimenta casi tribal, mujeres con velo, otras con burka, occidentales con pantalones cortos y (en el caso de mujeres) con escotes vertiginosos… en fin, un universo de personas distintas que conviven sin problemas, y que me hace ser un poco más optimista con respecto a un posible entendimiento entre civilizaciones.
A las 6 de la mañana hacemos cola para facturar, temerosos de que no nos dé tiempo a hacerlo, porque sólo hay tres mostradores para decenas de personas que van a distintos destinos. Al final llegamos a tiempo y a las 8 horas salimos con dirección a Laos.

3º. DÍA. KUALA LUMPUR-VIENTIANE

A las 9,30 llegamos al pequeño aeropuerto de la capital de Laos, y tras una hora para hacer el visado, cuyo precio es de 35 $ (es importante señalar que no se puede pagar en otra moneda), recogemos las maletas, cambiamos algo de dinero (1€= 13200 Kips, la moneda laosiana), y en el exterior tomamos un taxi de precio fijo (6 $ o 70000 kips), para ir a Saysouly Guest House, con buenas críticas en la Lonely Planet. Vemos un par de habitaciones y aunque no terminan de convencernos, estamos tan cansados que nos quedamos en una de ellas (15 $ o el equivalente en Kips). Inmediatamente, vamos a dar una vuelta por la ciudad, tomar unas cervezas y comer nuestras primeras especialidades laosianas (el laarb, una especie de ensalada con carne, muy picante que no volveremos a tomar más, y una especie de rollitos de primavera), y decidimos irnos a dormir un rato. Después de tres horas de descanso, estamos mucho más animados, y es de noche cuando de nuevo salimos de la habitación. Damos un largo paseo por los alrededores del Mekong, donde hay instalados decenas de chiringuitos con enormes barbacoas donde preparan pescados de río (muchos de ellos todavía vivos), mariscos y diversos tipos de carne, y en los que cenan turistas y lugareños. Miramos en un par de agencias como llegar a Luang Prabang, nuestro próximo destino y pronto se nos disipan las dudas, puesto que en autobús se tardan 10 horas, y en avión 40 minutos. Sobre las 8 de la tarde (ya nos vamos “haciendo” al horario laosiano) cenamos en uno de esos bares cercanos al río, un pescado enorme y una plato de noodels (pasta de arroz) que en sus distintas variantes – con gambas, con verdura, con carne…) será la base principal de nuestra dieta en el país. A ello añadimos dos enorme cervezas de la marca Beer Lao, con 640 ml y uno de los orgullos nacionales, y un plato de fruta (sandía, mango y melón) para pagar un total de 60000 Kips. Se está estupendamente, sin frío ni calor y nuestra primera impresión de Laos, es más que positiva. Después de la cena, damos una vuelta por un pequeño mercadillo cercano, y acabamos el día tomando unos batidos de frutas (0,50 €) en Bamboo Beer Garden, un local con un jardín delicioso, situado en una calle perpendicular al Mekong.

4. DÍA. VIENTIANE-LUANG PRABANG

Aunque en nuestra previsión de viaje pensábamos dormir dos noches en la capital, ayer decidimos adelantar en un día la llegada a Luang Prabang, en un vuelo que sale a las 4,30 horas de la tarde.
A las 6 de la mañana ya estamos despiertos (el jet lag que nos acompañará durante varios días) y después de pagar la habitación, nos lanzamos a recorrer una acogedora ciudad de unos 200.000 habitantes, que se está despertando y, en la que a esas horas hace algo de fresquito por lo que incluso necesitamos ponernos un jersey. El paseo es muy agradable; el tráfico es sorprendentemente fluido (parece mentira que estemos en una capital asiática), y transitamos por grandes avenidas arboladas, con edificios de estética comunista mezclados con algunas casas coloniales y multitud de templos budistas muchos de los cuales visitamos y, caminando a través de los pomposamente llamados Campos Elíseos, llegamos a un horrendo arco del triunfo, construido con el cemento americano previsto para hacer un aeropuerto. Desde lo alto, podemos ver la ciudad en toda su amplitud, y los campos de los alrededores.
Sobre las 10 h., hacemos un alto para desayunar unos batidos de frutas, y posteriormente comprar en la oficina de Laos Airlines los billetes para Luang Prabang (unos 110 € los dos, incluida la comisión por pago con tarjeta de crédito). Seguimos nuestro recorrido, y comienza a hacer calor así que un par de horas después pasamos por delante del Bamboo Beer Garden, y nos tomamos unas cervezas (10.000 kips cada una) a la sombra de un enorme árbol. Después vamos a comer al recomendable Stycky Finger, situado al lado del Bamboo, que cuenta en su carta con algunos platos de fusión asiático-occidental, muy interesantes: está casi vacío (en general se nota que no hay demasiados turistas en la ciudad), y tomamos un plato cada uno y un postre estupendo, además de una cerveza por un total de 12 €.
A las 2 de la tarde vamos a la guest house a recoger las maletas, y negociamos un tuk-tuk (una moto con una cabina trasera donde pueden ir unas 6 personas) por 15.000 kips para que nos lleve al aeropuerto, en el que hay poquísima gente y escaso tráfico aéreo (me entretuve contando los vuelos diarios, y contabilicé unos 10 al día, sumando tanto los de entrada como los de salida).
A la hora prevista, cogemos un pequeño avión de hélices, en el que viajaríamos quince personas, que en 45 minutos nos traslada a Luang Prabang, la antigua capital del reino de Lang Xang, preciosa ciudad Patrimonio de la Humanidad, rodeada de montañas y llena de templos, situada entre los ríos Mekong y Nam Khan, y que con sus 75.000 habitantes, es el centro espiritual y turístico del país. La recogida de las maletas es muy rápida, y cogemos un taxi prepago (6 $) que, no sin dificultad, puesto que el taxista desconoce la dirección que le damos, nos traslada a la Guest House Manichan, con excelentes críticas en Internet, donde nos recibe de maravilla Eric, un belga afincado desde hace muchos años en Laos. La habitación (20 $ desayuno incluido), es estupenda, como un hotel de tres-cuatro estrellas en España, aunque como comprobaremos más tarde, un poco ruidosa porque la parte trasera da a una calle muy transitada.
Después de ducharnos salimos a dar una vuelta por el cercano y enorme Night Market, pero los productos a la venta nos decepcionan un poco porque, con algunas excepciones, parecen todos hechos en serie en China. A pesar de ello, hacemos alguna compra, practicando el noble arte del regateo, y vamos a cenar a la orilla del río en uno de los múltiples restaurantes que hay allí instalados y, como novedad, probamos las algas de agua dulce, que aderezadas con una salsa picante, están bastante sabrosas, aunque su aspecto no sea demasiado atractivo. Es temprano, pero no hay nadie en el restaurante, así que gozamos de una tranquilidad absoluta, y aunque el Mekong no está iluminado, intuimos su poderosa presencia en la oscuridad. Al terminar nos vamos dando un largo paseo hasta nuestro alojamiento, y a las 10,30 estamos leyendo en la cama antes de dormirnos.

5. DÍA. LUANG PRABANG

Como ya viendo siendo habitual, a las 6 de la mañana estamos despiertos, aunque en esta ocasión lo achacamos más al ruido de las motos y el canto de los gallos, que al jet-lag. Hacemos un poco de tiempo duchándonos y preparando la mochila, para salir a desayunar a la terraza donde hace bastante frío (yo creo que estaremos a unos 12-13 grados), y nos abrigamos con lo poco que tenemos. El desayuno es magnífico, café, huevos, mermeladas caseras de frutas (tamarindo, mango, papaya) y un delicioso pan, herencia de la dominación francesa en Indochina, y lo tomamos junto a otros huéspedes, entre los que se encuentran dos españolas que también llegaron ayer.
Sobre las 8,30 salimos a descubrir una ciudad, cuyos valores ayer sólo pudimos intuir. Visitamos el Palacio Real, interesante edificio con objetos de la vida cotidiana de los monarcas laosianos, antes de que fueran expulsados en 1975 por el Pathel lao, movimiento nacionalista de tendencia comunista, que apoyado por Vietnam, logró hacerse con el poder en Laos, y que continúa en la actualidad con el nombre de Partido Revolucionario del Pueblo de Laos; para pasar al Palacio, igual que a todos los templos budistas, hay que descalzarse, por lo que es conveniente llevar calcetines.
Después de un par de horas en el edificio, comenzamos a visitar los recintos budistas, denominados Wats , y que están compuestos por un templo más o menos interesante, y a su alrededor, diversas dependencias – alojamientos, comedores, escuelas, zonas de aseo -, por las que pululan multitud de monjes con túnicas amarillas. La entrada a cada uno de ellos es gratuita (excepto en algunos casos), y se puede deambular por los mismo con total libertad, y aunque no suelen poner ninguna pega, es conveniente preguntar a los monjes si se les puede fotografiar en sus tareas cotidianas.
Curioseando por uno de estos templos, intento hablar en inglés con un joven monje, de los pocos que dominan este idioma. Me vino a decir no era monje por vocación, sino que esa condición le permitía vivir en el Wat, y poder ir a la Universidad de forma gratuita (estudiaba Marketing), cosa que no podría hacer de otra forma porque su familia era bastante pobre.
Después de visitar una decena de Wats, más los que visitamos ayer en Vientiane, llegamos a la conclusión de que todos son bastante parecidos (más o menos como las iglesias románicas en España), por lo que, aunque es temprano, decidimos hacer un receso buscando un pub-restaurante recomendado por varios foreros, sobre todo por el emplazamiento, llamado Utopía. Nos cuesta un poco encontrarlo, pero rápidamente nos damos cuenta de que el esfuerzo ha merecido la pena. El lugar es espectacular, con un frondoso jardín, esculturas orientales por todos lados, y en un extremo, colgado sobre el río Nam Khan, una deliciosa terraza con suelo de bambú, llena de hamacas, cojines y mesitas bajas. La vista es maravillosa y la tranquilidad de lugar (solo hay 4 turistas), junto a la suave música chill out, hace que pasemos allí varias horas, tomando cerveza, comiendo rollitos y noodels con gambas y un par de cócteles (total 14 €). Antes de marcharnos, y en una pequeña pista de voley, juego con un par de ingleses a dar toques a una pequeña pelota irregular, aunque, si soy malo con un balón de fútbol, imaginaros con una pelotita.....
Volvemos a Manichan, para ducharnos, antes de dar nuestra vuelta de rigor por el Night Market, en el que nos damos cuenta que, aunque el regateo es obligado, los vendedores son menos ariscos y agresivos que los vietnamitas, y no se enfadan ni te dan la “vara” si al final decides no comprar. Pensamos que esta actitud debe tener una base religiosa (el budismo es una religión muy tolerante y abierta a los demás y, según sus practicantes, no es un conjunto de imposiciones dogmáticas, sino más bien la señal de un camino justo o correcto, que nos ayudará a vivir mejor, con una felicidad plena y duradera).
En el mercado coincidimos con dos madrileñas que acaban de llegar de Tailandia, y que todavía no se han hecho al cambio en Kips. Les damos algún consejo y cenamos con ellas en un recinto al aire libre, con una gran variedad de manjares, que se abonan por plato. Elegimos la zona vegetariana, y llenamos los recipientes a tope (cada uno 5000 kips), y los degustamos junto a las enormes cervezas que tienen un precio bastante estable en todos los sitios (10.000 kips), y que vamos pidiendo de una en una “with two glasses”, (aunque muy poca gente habla inglés, nos arreglamos sin problemas).
Después de compartir experiencias con las españolas, que aprovechan el hecho de estar desempleadas para viajar (circunstancia que observaremos en diversos viajeros a lo largo de nuestro periplo, y que nos llamará mucho la atención), nos dan las 11 de la noche, por lo que nos retiramos a nuestra habitación, atravesando calles oscuras y silenciosas

6º. DIA. LUANG PRABANG

Anoche caí rendido en la enorme cama, pero a las 3 de la mañana me despierto y no consigo dormirme, por lo que después de dar vueltas, me levanto con Rosi para ir a ver el “desfile” de los monjes budistas, que recorren la ciudad para recibir comida de la gente. Es todavía de noche y hace frío, así que nos abrigamos lo mejor que podemos y salimos a la calle, donde ya están puestos casi todos los tenderentes del mercado diurno; así, teniendo cuidado en no pisar ningún pollo, llegamos a la puerta de un Wat donde esperamos la salida de los monjes, que se produce a las 6 horas; cada uno de ellos lleva una especie de canasta, donde guardarán la comida y varias personas arrodilladas en la acera, irán dando a cada uno de ellos un poco de arroz glutinoso (sticky rice) y algún plátano. Hay muchos turistas con sus cámaras fotográficas, y la comitiva recorre varias manzanas hasta regresar media hora después. Luego nos enteramos que en todos los templos se hace algo parecido.
Tras este curioso espectáculo, nos internamos por el fantástico mercado matutino, con multitud de productos a la venta: desde verduras y frutas de todo tipo a peces vivos de diversas especies, pasando por cerdos, gallinas, murciélagos, ratas, ranas, grillos, saltamontes.... y multitud de variedades de arroz. Hay también puesto de venta de comida: pollos asados, gofres, plátanos fritos, pastelillos variados...
Nos ha entrado hambre, así que nos pegamos un potente desayuno en la guest house, y al terminar, el cuerpo me pide dormir un poco, así que me “hago” una “siesta mañanera”, como diría mi padre. Después de algo más de una hora, estoy fresco como una lechuga y nos disponemos a cruzar al otro lado del Mekong, para visitar un par de pueblos, que tienen tres o cuatro wats, y alguna cueva. Después de regatear conseguimos alquilar un barco para nosotros solos por 30.000 Kips, aunque al llegar a la otra orilla le pagamos la mitad, y el dueño se compromete a “controlarnos” visualmente, y en un par de horas volver a recogernos. El cambio con respecto a la ciudad es brutal, observamos la vida rural con los niños correteando entre los animales, y bastante pobreza por todos sitios. Poco a poco vamos aprendiendo algunas palabras en laosiano como hola (sabaidee), adiós (lakon) o gracias (Kop Yai), y se nota la sorpresa, la risa, y en algunos casos, el agradecimiento de la gente cuando las pronunciamos.
Varios niños nos acompañan con la intención de hacernos de guías, y al llegar a una cueva, que no tienen nada interesante que ver, y en las que es necesario utilizar linterna, nos acompañan 2 de ellos. A la salida nos piden 10.000 kips cada uno, les damos 1.000, pero uno no acepta y se marcha enfadado. Lo seguimos e intentamos dárselos, pero los arroja el suelo, así que “pasamos” de él porque llegamos a la conclusión de que no lo necesita o que es excesivamente orgulloso.
En las cercanías de un Wat, observamos como varios adolescentes juegan a lo que yo bauticé con el nombre de “tiro con chancla” y que consiste, en pocas palabras, en sacar dinero de un circulo utilizando una chancla que se lanza a una distancia de unos 20 metros.
Cuando volvemos a la orilla, “nuestro” barquero no está, por lo que esperamos 10 minutos y al final decidimos coger una de las barcas que traslada a la gente de un lado a otro, por 5.000 kips cada uno. Al desembarcar, nos tomamos una cerveza, y después damos una vuelta por un par de templos más, hasta parar en un chiringuito callejero, donde hay bastante gente tomando una sopa especiada parecida el Pho vietnamita, y que lleva tallarines de arroz acompañados de carne o verdura; Nos pedimos un par de sabrosos de platos que tienen un precio ridículo (5.000 kips) y, tras la frugal comida, nos vamos a la habitación a reposar un poco, antes de ir a darnos un masaje (50.000 Kips), que disfruto bien poco porque la masajista no se anda con miramientos, y me deja bastante dolorido. Al acabar, intentamos cenar en un famoso restaurante llamado Tamarindo, aunque está cerrado, así que nos dirigimos a otro que habíamos visto de camino, llamado Tamtor, con buena pinta y un coqueto jardín. Allí tomamos un menú degustación bastante interesante por el equivalente a unos 11 €, cervezas incluidas. Hace algo de frío en la terraza, así que nos demoramos demasiado para irnos a dormir.

7º. DÍA. LUANG PRABANG

Como todos los días que llevamos en esta preciosa ciudad, amanece nublado y fresco. Hoy tenemos pensado alquilar una motocicleta, cuyo precio acordamos ayer por 15 $. Cuando vamos a por ella, resulta que el alquiler ha subido en 2 $; vista la falta de seriedad los mandamos a tomar viento... y buscamos en otro sitio, aunque los precios son bastante similares. Al final, después de negociar un poco, conseguimos una Honda Wave de 110 c.c., por 18 $ y hora límite de devolución, las 6 de la tarde. La moto está bien, pero lleva un cambio distinto al que estoy habituado, con dos palancas, aunque lo positivo es que no se puede calar. Después de firmar el contrato (no tiene seguro, y por eso hay que tener mucho cuidado), dejar el pasaporte, y hacer algunas pruebas, nos ponemos los cascos, e iniciamos nuestro recorrido, cuyo destino son las cataratas de Kuang Si, a unos 35 Km de distancia. Poco a poco le voy cogiendo el truco al cambio, y una vez que dejamos la ciudad, tomamos carreteras en buen estado, donde apenas hay tráfico y atravesamos pequeñas aldeas, donde hacemos algunas paradas a visitar Wats fundamentalmente, pero también para palpar la vida de sus habitantes, que ajenos a nuestra condición de turista, realizan sus tareas cotidianas. Los niños están en los colegios, y en algunos casos, en tiempo de “recreo” que aprovechan para jugar al fútbol.
La sensación de libertad es absoluta, y si a eso añadimos que hace un solecillo muy agradable, el resultado es que disfrutamos enormemente del recorrido. En una hora y media estamos en la puerta de entrada a las cataratas, en las que hay que pagar 20.000 kips. Después de aparcar la moto, y asegurarla con un candado (aunque luego comprobaremos que es innecesario, porque el robo es algo excepcional), iniciamos el camino de subida siguiendo el curso del río, cuya agua presenta un extraordinario color turquesa. Los turistas que nos rodean se pueden contar con los dedos de la mano, y conseguimos subir a lo alto de la catarata, no sin algún resbalón, atravesando una espesa jungla. Al bajar, aunque el tiempo no es demasiado caluroso, no puedo resistirme a darme un chapuzón, y cuando voy a hacerlo, los únicos que disfrutan del agua son un grupo de valencianos con los que charlamos unos minutos. Después del impresionante baño, y visitar un recinto donde sestean unos cuantos osos pardos, salimos de las cataratas y comemos en un restaurante cercano, para posteriormente iniciar el regreso, haciendo múltiples paradas para hacer fotografías. En una de ellas, pruebo a jugar con unos niños al “tiro con chancla”, aunque en este caso en lugar de dinero, utilizan cromos: en mi primer, y único lanzamiento, consigo sacar varios de ellos fuera del círculo, ante la incredulidad de Rosi y de los niños.
Al llegar a Luang, debe ser hora punta porque el tráfico es caótico, aunque, como conducen bastante despacio, rápidamente me adapto al desorden, y, sintiéndome el “Valentino del Mekong”, circulamos sin problemas entre el maremagnun de coches y motocicletas. Antes de devolver la moto, nos da tiempo a visitar algunos templos más, e ir de nuevo a Tamarindo para intentar reservar mesa. Cuando llegamos, está abierto, pero solo podemos cenar, si es antes de las 7 de la noche. Declinamos el ofrecimiento y después de ver un atardecer precioso en una terraza sobre el Mekong, vamos a la guest house, para hacer las maletas y pagar la cuenta, antes de dirigirnos a cenar a Lao Garden, un bonito restaurante con jardín, cuya especialidad son las barbacoas variadas (de carne, pescado o vegetarianas) a una precio estupendo (75.000 kips para dos personas), que se hace el cliente sobre un fuego situado en el centro de la mesa. El ambiente es muy animado, y nos divertimos bastante. Como estamos muy cerca del Utopía, repetimos visita, y, aunque se está bien, con antorchas y velas en las mesas, que crean un ambiente muy chulo, hace un poco de fresco (Rosi incluso se toma un hot-chocolate), y aguantamos menos de una hora para irnos a dormir dando un largo paseo.

8º. DÍA. LUANG PRABANG-NONG KHIAW

Nada más despertarme, me dirijo al mercado para comprar fruta, ya que nos espera un largo trayecto por el río para llegar a Nong Khiaw, un pequeño pueblo donde haremos noche, como paso previo para alcanzar al día siguiente Muang Noi, nuestro destino final, y al que sólo se puede llegar en barco. El billete lo habíamos reservado el día anterior en la oficina de navegación (nombre eufemístico para denominar a una caseta de madera) por 55.000 kips cada uno, y tras desayunar y despedirnos de Peter, el propietario de Manichán, y de Elena, una simpática sevillana residente en U.S.A, que conocimos el día anterior, nos dirigimos al embarcadero donde nos acomodan en un pequeño barquito, junto a unos 10 “guiris” más. Les falta un billete, así que hasta que se aclaran, transcurre una hora.
Después de salir, hacemos una parada para echar gasolina, otra para equilibrar peso y otra no sé muy bien para que (nos molesta un poco que no nos den ninguna explicación, pero como podremos observar a lo largo de todo nuestro viaje, será algo normal al comprar cualquier tipo de billete o contratar algún servicio, y lo bautizamos como “Calma Lao”).
El recorrido, inicialmente por el Mekong, y después por uno de sus afluentes, es espectacular, con un paisaje increíble, ya que el río meandrea entre grandes montañas, cubiertas con una frondosa vegetación propia de la jungla tropical. Vamos remontando la corriente, atravesando fuertes rápidos que balancean la inestable embarcación, y observando la vida de los habitantes de las pequeñas aldeas enclavadas en sus orillas.
El asiento no es demasiado cómodo (silla de madera, con salvavidas encima a modo de cojín) así que, cuando sobre las 4 de la tarde llegamos a Nong Khiaw, estamos bastante cansados, aunque se nos olvida rápidamente al observar el entorno de postal, en el que se encuentra enclavado el pueblo. Casi todas las guest houses, se arremolinan en torno al río, con diversos tipos de bungalows. Después de visitar varios de ellos, nos decidimos por la G.H. Bamboo Paradise, que tiene bungalows de bambú y baño con agua caliente, además de mosquitera, y terraza con vistas al río (60.000 kips después de regatear). Lo primero que hacemos es comprar una birra y una bolsa de patatas fritas (son más caras que un plato de noodels) y la disfrutamos viendo el atardecer.
Cuando acabamos de ducharnos, es noche cerrada, y hay poquísima luz en el pueblo, así que nos dirigimos al único lugar donde nos podemos conectar a Internet, y sobre las 7,30 vamos a cenar, puesto que tenemos un hambre “canina”. Después de comparar varias cartas, nos decidimos por un indio-laosiano con una cocina de calidad, pero con raciones bastante escasas, así que repetimos un estupendo pan recién hecho. Las cervezas a 7.500 kips son las más baratas que hemos tomado hasta la fecha, y una hora después regresamos a nuestra privilegiada terraza, donde hacemos tiempo antes de irnos a dormir; a lo lejos se oye música como de discoteca, que suponemos – erróneamente - que terminará pronto. Protegidos por nuestra mosquitera (que a mí me agobia más que otra cosa), no conseguimos dormir hasta las 2 de la mañana, hora en que paró la “fiesta” (luego nos enteramos que se estaba celebrando un funeral). El caso es que entre la música, la mosquitera, y el que a las cinco de la mañana, decenas de gallos se pusieron de acuerdo para cantar a la vez, casi no dormí en toda la noche.

9º. DÍA . NONG KHIAW-MUANG NOI

Ya no tiene sentido seguir en la cama, así que nos levantamos, y decidimos dar un paseo por los alrededores, mientras una multitud de niños caminan hacia el colegio. Después de la breve, pero exigente caminata, desayunamos en un restaurante cercano, y me voy al embarcadero para confirmar que el barco a Muang Noi, no sale hasta las 11 de la mañana, como nos dijeron ayer, y comprar los billetes (20.000 kips). Efectivamente es así, por lo que vuelvo a por Rosi y las maletas y cruzamos el puente que une las dos orillas del pueblo. En el embarcadero hacemos tiempo, hasta que salimos a la hora prevista, junto a una mezcla de “guiris” de diversas nacionalidades, y algún lugareño, en una barquita la mitad de grande que la de ayer, en la que ni siquiera hay asientos, pero no nos importa, porque el paisaje cada vez es más bonito. En menos de una hora llegamos a nuestro destino, y de nuevo el ritual de buscar alojamiento, escogiendo en este caso una sólida guest house, Rainbow G.H, con terraza sobre el río Nam Ou, en la que nos dicen que hay agua caliente (indispensable para Rosi) por un precio de 50.000 kips. Una vez instalados, dejamos la ropa sucia para que nos la laven (10.000 kips el Kg), y compramos unos plátanos fritos y un pankake, en un puestecillo situado en la calle principal, y casi única, del pueblo.
Después de comer, nos dirigimos a hacer una interesante ruta, que nos llevará a varias cuevas usadas en la Guerra de Indochina, como escondite por la gente, y en las que, aunque llevamos linterna, nos da miedo internarnos por miedo a perdernos. Seguimos caminando en dirección a Ba Ha, aldea situada a 5 Km atravesando campos de arroz rodeados por escarpadas montañas, donde los campesinos trabajan con herramientas manuales (no se ve un solo tractor). Tenemos que pasar por inestables puentes y pequeños riachuelos, y nos cruzamos con multitud de personas que van y vienen; en resumen, la vida rural laosiana “in situ”.
A las 4 de la tarde todavía no hemos llegado a nuestro destino, por lo que, temiendo que se nos haga de noche, regresamos por donde hemos venido para llegar a ver el atardecer desde la Guest House. Inmediatamente, se encienden los generadores que proveen de luz al pueblo de 6 a 10 de la noche, y cuando Rosi se dispone a ducharse, resulta que de “hot shower” nada de nada (en realidad sólo hay agua templada por el día, y sólo si hace sol); protestamos un poco ante el dueño pero nos resignamos inmediatamente, porque si no hay luz eléctrica normal, es imposible tener agua caliente. Al mismo tiempo aprovecho para preguntarle por una excursión que hemos visto anunciada en varias agencias, consistente en ir a pescar, visitar un par de aldeas ribereñas, bajar haciendo tubing por el río ( que es dejarte llevar por la corriente, sobre una cámara de neumático de camión), para finalizar comiéndote lo pescado, hecho a la brasa sobre una hoguera. Como sólo somos dos, el precio es bastante caro, aunque nos dice que si encontramos más gente, se abaratará. Vamos a cenar al restaurante con mejor pinta del pueblo, y después damos una vuelta para descubrir el sorprendentemente solitario Sky Bar, una especie de pub con jardín, y música pop occidental, con un tronco ardiendo en el exterior, a modo de calefacción, aunque la temperatura es excelente. Allí, entablamos conversación, con uno de los camareros, que resulta ser guía y al que preguntamos por la excursión, ofreciéndose a hacerla con nosotros por más o menos la mitad de precio que nos había ofertado el dueño de la guest house. Aceptamos, le pagamos una parte y quedamos con él a la mañana siguiente.

10º. DÍA. MUANG NOI

Por fin hemos dormido 9 horas de un tirón, sin ruidos molestos, y a las 7 de la mañana estamos preparando la mochila para la excursión y arreglando un poco las maletas. Después vamos a desayunar a un bar que tiene la cocina, literalmente en la calle, con una hoguera y un par de sartenes, con las que preparan plátanos fritos, pancakes, tortillas…Ya hay mucha gente deambulando por la aldea, y nos relajamos tomando un pancake con banana y un estupendo plato de fruta surtida (10.000 kips cada uno).
A las 9, nos reunimos con Pai, el que iba a ser nuestro guía, que duerme en el Sky Bar, y nos comenta que sólo nos puede acompañar inicialmente, porque tiene que ir a su pueblo, río arriba, a ver a su hijo enfermo, pero que para sustituirlo ha traído a su hermano. Le damos el ok, y a punto de embarcar, nos dicen que hay un viajero más, un joven alemán, por lo que se nos reduce el precio de la excursión, lo cual agradecemos. Inmediatamente salimos en una pequeña embarcación, con Pai, su hermano, el barquero y los tres “guiris”, con los neumáticos para el tubing, sobre la popa.
El paisaje es acojonante, y el río presenta un color verde que me recuerda al Júcar, así que a pesar de que vamos bastante incómodos, disfrutamos del recorrido. A la media hora paramos en una pequeña aldea de artesanos; se nota que es bastante pobre, con casas de bambú y paja, y los niños correteando entre perros, patos y cerdos, pero está bastante limpia, como si acabarán de barrer la arena. Subimos de nuevo a la canoa y poco después nos detenemos en el pueblo de Pai, en el que los niños nos reciben al grito de “falang, falang” (extranjero, extranjero). En él viven unas treinta familias que se dedican a la pesca, el cultivo de arroz, y la recogida de frutas (casi como hace 10,000 años, con la revolución neolítica). Después de saludar a sus familiares, nos despedimos de él, y el chico alemán y yo comenzamos a deslizarnos sobre el neumático, mientras Rosi se marcha con el barquero y nuestro guía para pescar. El agua no está demasiado caliente, pero como hace sol, se está muy bien en el río, y me viene a la memoria cuando hacía algo parecido, con mi padre y mis hermanos, en el Tranche de Cuenca; la corriente nos lleva lentamente y disfruto como un enano de la soledad en medio del río, con el canto de los pájaros de fondo, y el exuberante verde de las montañas, cuyos picos puntiagudos, parecen querer alcanzar el cielo. El sol me da en la cara, y provoca reflejos dorados sobre el agua, y creo que me llego a dormir, en un momento de relax tal, que recordaré toda la vida. De vez en cuando el ruido de alguna embarcación, turba un poco esa paz, y noto como nos miran sus pasajeros, un poco asombrados de que en estas fechas, (parece que en Verano, es muy normal), haya “guiris” haciendo tubing.
Una hora después, las nubes empiezan a cubrir el cielo, y ya no se está tan bien. Menos mal que pronto llegamos a la pequeña playa donde nos esperan los demás, asando una docena de pececillos que han logrado pescar. Le digo al guía que me deje intentarlo, y con la red, consigo pescar uno más. Así que el menú está compuesto de 3 peces para cada uno, arroz glutinoso con salsa picante, y unas hojas que han cogido de un árbol cercano, y que sirven de ensalada (así mantendremos la línea).
Después de comer volvemos a Muang Noi, donde pagamos lo que debemos en la guest house, y tras darnos una ducha con agua tibia, nos tomamos una cervecita en la terraza, mirando al río mientras yo redacto el diario y Rosi lee un libro. Sobre las 5 nos dirigimos a la escuela, donde ayer vimos que había niños practicando fútbol, con la intención de jugar yo también. Llego a tiempo, porque va a comenzar un partido, y además hay otro “falang”, por lo que vamos cada uno con un equipo.
El campo es de hierba, pero está lleno de baches y de cacas de vaca; la gente cruza por el medio, y si a ello añadimos la dificultad para saber quien es de tu equipo, hace que sea complejo dar un buen pase. El transcurso del juego es fiel reflejo de la vida diaria laosiana, con continuas interrupciones, sin saberse muy bien por qué, y con un árbitro, que pita hasta los fuera de juegos. En fin, paso una hora divertida, y eso sí, me llevo todos los balones por arriba, porque soy el más alto de todos.
Al acabar, ya es noche cerrada, así que me doy otra ducha (ya tenía yo ganas de sudar haciendo deporte), y vamos al Sky Bar, donde nuestro guía en el río, está cociendo pan en un horno tradicional, lo que aprovechamos para pedirle una barra como tapa para la beer Lao. Hace una noche estrellada, y la música de Craig David de fondo, hace que pidamos otra cerveza y otra barra de pan.
A las 8 vamos a cenar, temiendo que pueden cerrar los restaurantes. En el Lattavonga, ya no hay nadie, así que tomamos en solitario una sopa de bambú, unas brochetas de pato y unos noodels. Al acabar damos un pequeño paseo en la oscuridad, y observamos dentro de las casas, que a pesar del frío (llevamos puesto un polar), están completamente abiertas, como las familias ven la televisión. En la calle hay gente charlando alrededor de una hoguera, algunos turistas desperdigados por los pocos bares y poco más, así que nos vamos a dormir.

11º. DÍA. MUANG NOI-LUANG NAN THA

Otra noche que hemos dormido de cine; se nota que el cansancio se va acumulando.
Después de preparar las maletas, vamos a desayunar al Lattavonga, y me “hago” unos huevos fritos, mientras Rosi toma un bocata de queso. Compramos los tickets para el barco a Nong Khiaw, y en media hora estamos navegando río abajo, para llegar bastante rápido al embarcadero. El paisaje es casi más bonito que en el trayecto de ida, porque las nubes parecen querer juguetear con las montañas, y ofrecen unas fotografías alucinantes.
Una vez con las maletas en nuestro poder, vamos andando a la cercana “estación de autobuses”, compuesta por una caseta y dos furgonetas en la puerta. Los billetes para Udomxay, ciudad donde debemos hacer trasbordo para llegar a Luang Nan Tha, cuestan 40.000 kips, y rápidamente subimos a una mini-van, bastante decente, junto a dos parejas de franceses y un laosiano. La carretera es un auténtico infierno, y los baches nos hacen botar como pelotas, por lo que tardamos 3 horas en llegar a Udomxay; allí tenemos una hora hasta que sale el autobús para Luang Nan Tha, así que después de comprar los billetes (30.000 kips) aprovechamos para comer en un bar al aire libre un pescado al grill, 1 sopa y una cerveza por 35.000 kips.
Quince minutos antes de la salida, vemos que casi todo el mundo ya está sentado, así que subimos corriendo y “pillo” el último asiento libre; menos mal, porque todos los que subieron después (no hay límite de personas), tuvieron que ir de pie. El viaje es alucinante, con continuas paradas, donde sube y baja la gente, y circulando mucho tiempo por una carretera en obras, en la que se ven los alojamientos de los trabajadores (muchos de ellos de la cercana China), al pie del tajo, en forma de tiendas de campaña (algo similar a la construcción del ferrocarril en el viejo oeste).
Cuando llegamos a Luang Nan Tha es de noche, y hay varios tuck-tuck, esperando. Las tres parejas de turistas, hacemos causa común para alquilar uno, pero nos piden 10.000 kips por cabeza, y nos reímos porque nuestra guía señala que la estación está muy cerca del pueblo. Los “tuktukteros” nos dicen que está a 10 Km., e inicialmente no los creemos. Ofrecemos 20.000 kips por los 6, pero nadie acepta, así que al final lo dejamos en 50.000, y nos traslada al centro de la pequeña localidad, que efectivamente está bastante lejos.
Vamos a Manichán G.H. y Zuela G.H. recomendados en diversas guías, pero están llenos, aunque como vamos a estar tres noches, reservamos en Zuela G.H. las dos siguientes, y nos dirigimos a otra guest house cercana, regentada por unos chinos, donde nos instalamos en una cómoda habitación por 60.000 kips (menos de 5 €). Después vamos a cenar al restaurante de Zuela, del que nos habían hablado de maravilla, y efectivamente es así, con una gran variedad de platos, enormes raciones y precios bajos. Después de cenar vamos a un ciber a conectarnos a Internet, y tras leer los correos, el Marca y el País, nos vamos a dormir, ya que estamos destrozados después de 8 horas de barco y autobús.

12º. DÍA. LUANG NAN THA

Creíamos que ya no nos afectaba el canto de los gallos al amanecer, pero no es así, y de nuevo nos despiertan estos estúpidos animales. Trasladamos el equipaje a nuestra nueva guest house, desayunamos en su restaurante, y aunque el día es frío y con mucha niebla, alquilamos una moto por un precio asombroso (menos de 3 euros), para conocer los alrededores. Así, tras pertrecharnos con varias capas de ropa, y echarle gasolina, comenzamos a visitar templos y mercados, cruzar inestables puentes de bambú (en uno de ellos lo paso francamente mal, al contrario que un laosiano que estaba al otro lado, esperando ver como me caía al río, y que casi me aplaude, al ver que lograba pasar sin novedad), atravesar arrozales, donde la gente está trabajando, visitar cascadas, observar la pesca con red, en un pequeño arroyo…. en fin, observar una vida rural, como podía ser la de la España de hace 70 años. A estas horas el sol calienta con fuerza, y aprovechamos para quitar ropa, mientras nos preparan una estupenda piña (3.000 kips) comprada a un paisano en un puesto de carretera..
Sobre la una de la tarde, paramos a tomar unas birras y un poco de pescadito, antes de seguir vagando sin rumbo, penetrando en aldeas donde los niños nos miran con curiosidad, y con los que juego al voley o a evitar una cuerda que gira en círculos; repartimos algunos bolígrafos, y se nota en su mirada como nos lo agradecen.
Antes de que anochezca, volvemos a la ciudad, y dejamos la moto (le decimos al gerente, que para mañana queremos cambiarla porque tiene el velocímetro roto) y, después de ducharnos, damos un paseo, aunque no hay mucho que ver, y nos decantamos por ir a cenar a un Indio, que una pareja de británicos nos había recomendado. Realmente se cena estupendamente, y en especial me encanta un curry verde de pollo. Al salir, decidimos ir a algún sitio que no sea de turistas, y nos metemos en un pub lleno de laosianos. Nada más entrar, unos jóvenes (2 chicos y una chica de unos 25 años, con complejo de bajita), nos invitan a acercarnos a su mesa. Lo más divertido fue, que el camarero nos entregó una carta escrita sólo en laosiano, por lo que pedimos la siempre socorrida beer Lao. Intentamos mantener una conversación con ellos, pero tienen un inglés muy precario, así que entre risas y cervezas (ellos la beben con hielo) y probando un platito de lo que creo que son ancas de rana (aunque no estoy seguro), pasamos un par de horas muy agradables y cuando nos fuimos, medio borrachos, nos querían invitar, pero pagamos nosotros los 75.000 kips de la cuenta, porque lo que para nosotros son sólo 6 €, es el salario de varios días para ellos.

13º. DÍA. LUANG NAN THA

Hoy pensamos llegar con la moto a Muang Sing, una aldea situada a 50 Km, muy cerca de china, de la que hablan bastante bien en la Lonely. Prácticamente vamos solos por la carretera, atravesando pueblos donde vamos haciendo pequeñas paradas, para saludar sobre todo a los niños, que al ser domingo, no están en el colegio. Algunos de ellos corretean por los campos, otros utilizan tirachinas, para cazar pájaros, otro chaval nos intenta vender ratas muertas…Son niños a los que, a pesar de su pobreza manifiesta, se les ve alegres en contacto que la naturaleza, y deseosos de intentar hablar con unos “falangs” motorizados.
Después de 2 horas, llegamos a Muang Sing, que resulta un villorrio perezoso, donde apenas hay nada que ver, porque incluso el mercado, que puede ser lo más interesantes está casi vacío. Por ello nos acercamos al chekpoint de la frontera con China, para curiosear por allí, aunque tampoco tiene nada especial. Al volver tomamos una cerveza en el jardín de una guest house, donde sestean un par de “guiris” sesentones, y compramos una enorme piña, que comemos debajo de un árbol.
Es temprano, pero decidimos volver a Luang, e ir haciendo paradas por el camino. En una de ellas, nos desviamos para visitar unas cataratas muy chulas, bastante mal indicadas (Km 42), y después de dejar la moto nos acercamos andando, por un sendero rodeado de una espesa vegetación, que nos hace sentirnos como Indiana Jones, aunque la visión de un par de arañas de tamaño considerable, hace que Rosi ya no disfrute tanto. Al volver, dos paisanos que viven en una cabaña, al borde del camino, nos cobran 10.000 kips por la entrada. Discuto con ellos, aunque es inútil, y aunque mi primera intención es no pagar, al final pasamos por el aro.
Sobre las 4 de la tarde, llegamos a Luang Nan Tha, damos una vuelta por el pueblo, y nos acercamos a la Oficina de Turismo, que como casi todas en Laos, sirve para bien poco. Allí conocemos a una pareja de españoles, ya mayorcitos, con los que conversamos unos minutos.
Decidimos devolver la moto, y pagar la cuenta (2 noches de alojamiento, dos días de alquiler de moto, 3 Kg. de ropa para lavar y el trayecto en tuck-tuck a la Estación de Autobuses, total 230.000 kips = 19 €). Después de la ducha, preparamos las maletas, vamos a conectarnos a Internet, y tomamos una cerveza, antes de ir a cenar. En el restaurante compartimos mesa y tertulia con Alfonso y Nuria, la pareja que habíamos conocido en la oficina de turismo; llevan una vida muy interesante, ya que vendieron todas sus posesiones para irse a vivir a Grecia en un barco de su propiedad (es más barato tenerlo allí que en España) y, cuando no están en éste país, se dedican a viajar por el mundo.
Casi sin darnos cuenta son las 10 de la noche, y el local está a punto de cerrar, así que nos despedimos de ellos, y nos marchamos a la habitación.


14º. DÍA. LUANG NAN THA-CHIAN RAI (TAILANDIA)

Tal como habíamos quedado, a las 8 de la mañana nos recoge el tuck tuck, para ir a la Estación de Autobuses, a 10 km. al norte. Una hora después subimos a un viejo autobús atestado de gente, en el que también viajan sacos de arroz tirados por el suelo, pollos vivos que va amenizando el viaje con su pío-pío, grandes cajas con contenido indescifrable etc. etc.
La carretera, inicialmente, no está mal, pero el autobús no pasa de 40 km/h, así que entre la velocidad, y las continúas paradas, tardamos 4 horas en hacer 150 Km para llegar Houy Xai, la última ciudad laosiana antes de llegar a Tailandia. Cogemos un tuck-tuck para ir hasta la frontera, aunque nos piden 10.000 kips por cabeza, y sólo tenemos 19.000. Aceptan a regañadientes y nos lleva al puesto aduanero, donde los trámites de entrada son bastante rápidos, y tenemos que cruzar el Mekong en barca, para llegar a Tailandia (menos mal que llevamos algunos baths, la moneda de éste país, que nos sobraron de nuestro viaje por Vietnam, porque nos cobran 40 a cada uno).
Al llegar al otro lado, nos encontramos en una ciudad llamada Chiang Khong, donde cogemos un taxi, para llevarnos a la estación de autobuses (antes le pido que pare en la puerta de un banco, para cambiar dinero. 1 bath = 49 €), sin tener muy claro hacia donde ir. Al llegar a la estación, vemos que hay un bus que sale en dirección Chiang Rai, y como era una de las 3 opciones que manejábamos, dejamos que el destino decida por nosotros; el precio es baratísimo (3 € los dos) para unas 2,30 horas de viaje.
Rápidamente nos damos cuenta de la enorme diferencia de Tailandia, un país bastante desarrollado, con respecto a Laos: las carreteras son buenas, hay mucho tráfico en las calles, las casas son más lujosas, se ven campos de fútbol de un césped impecable…y nos relajamos viendo el paisaje.
Al llegar a Chiang Rai, preguntamos por Bambua G.H. recomendada por la lonely, y magníficamente situada, cerca de la estación de autobuses y del mercado nocturno. Nos piden 400 baths (8 €) y ni siquiera regateamos, dado lo cansados que estamos, así que después de instalarnos en una enorme habitación con ventilador y A/A, vamos a cenar (prácticamente no hemos comido nada en todo el día) a un restaurante cercano, Siam Corner, con una relación calidad-precio estupenda. Lo único negativo es que la cerveza es bastante más cara que en Laos – ½ litro por el equivalente a 1,50 €-, aunque la comida está deliciosa (tomamos un pad thai, uno de los platos más conocidos de la cocina tailandesa, con una base de fideos de arroz, con huevo, varias salsas, brotes de soja y cualquier combinación de gambas, pollo, o tofu, decorado con cacahuetes picados y cilantro, y un curry rojo de ternera, todo ello por 6 €).
Al terminar, visitamos el coqueto Bazar Nocturno, donde compramos, tras un duro regateo, una mochila de imitación North Face (15 €) ya que hemos pensado deshacernos de las maletas, que ya están en las últimas. Esta noche, veremos lo que nos cabe en ella, y pensaremos si compramos otra de igual tamaño.
Estamos derrotados, y nos vamos a dormir después de leer un poco en la cama.

15º. DÍA. CHIANG RAI

Después de descansar estupendamente, desayunamos en el jardín huevos, tostadas y café (3 €), oyendo el canto de los pájaros y planificando la visita a una ciudad, que resultará muy acogedora, con varios templos interesantes, y un tráfico controlable. Resulta particularmente ilustrativa la visita al Hill Tribe Museum, que muestra una panorámica bastante real del conjunto de etnias - los Aka, los Yao, los hmong…- que viven en la zona del llamado Triángulo de Oro y que, en la mayoría de las ocasiones, fueron obligadas a trasladarse forzosamente, debido a cruentas guerras civiles en sus países de origen, como Vietnam, Birmania, Laos o Camboya, terminándose estableciendo en estas montañas fronterizas con China, Laos y Birmania, y dedicándose muchas de ellas al cultivo y comercio del opio, y que hoy, una vez prohibido este lucrativo negocio, luchan por sobrevivir, manteniendo algunas de sus costumbres ancestrales, e intentado superar cierta animadversión de los Tailandeses de origen Thai, que los denominan despectivamente “gente de las montañas”.
Al terminar la interesante visita, cogemos una especie de tuk-tuk, que hace las veces de autobús de línea, y que nos llevará al White Temple, una construcción moderna (todavía no se ha acabado), patrocinada por un ricachón, que parece sacada de la imaginación de Dalí. Aunque tiene un regusto kirch, es interesante el contraste del blanco inmaculado con los dorados habituales de los templos budistas.
Volvemos a la guest house, a comunicar a los dueños, que nos quedamos un día más y al mismo tiempo alquilar una motocicleta (300 baths), que nos traen inmediatamente, para ir mañana al Triángulo de Oro; después, damos una vuelta por el mercado, dónde compramos otra mochila (hemos decidido cambiar las maletas por mochilas), y algunos recuerdos. Cenamos en un enorme local al aire libre, en el centro del mercado, totalmente desaconsejable, en el que incluso tenemos que devolver un plato de los que hemos pedido.

16º. DÍA. CHIANG RAI.

La famosa ruta por el Triángulo de Oro, en Tailandia, puede evocar en la mente la imagen de un destino inhóspito en el que, tras varios días de travesía incierta, se alcanza una veta de oro o metales preciosos que yacen escondidos bajo alguna montaña sagrada. Nada más lejos de la realidad; lo que verdaderamente contiene la ruta del Triángulo de Oro, en Tailandia, son extensos paisajes compuestos por pequeñas aldeas, bosques, colinas..., y dónde destacan tres poblados: uno es la gran ciudad de Sai Mai, en la frontera con Birmania (ahora llamada Myanmar), el otro un pequeño pueblo llamado Sop Ruak, desde el que se pueden ver Laos, Birmania y Tailandia, y por último, la antigua ciudad de Chiang Saen.
La alusión el preciado metal, se deben al valor que tenía (y tiene) la adormidera, planta parecida a la amapola de la que se extrae el opio, y que antes de ser prohibido su cultivo, hoy sustituido por plantaciones de té, tapizaba las suaves colinas de toda la zona
A las 7 de la mañana salimos con nuestra moto por una autopista, con destino a Mae Salong, una pequeña aldea cercana a Birmania, atrapada entre montañas y nubes. Nuestra pequeña motocicleta sube, perezosa, por la sinuosa carretera que llega hasta ella para alcanzar una población que nos recuerda a la cercana China: los rótulos callejeros están escritos en chino, las ropas de los mayores recuerdan a los trajes tradicionales del gigante asiático y allí se vende el mejor té del país. Mae Salong fue refugio y bastión, a mediados del pasado siglo, de los soldados del Kuomitang, el partido nacionalista chino liderado por Chiang Kai-Seck, expulsados del país tras ser derrotados por los comunistas de Mao Tse Tung, y que se dedicaron de lleno al comercio del opio. Todavía hoy se les puede ver con su caminar cansado en las calles de esa diminuta perdida y tranquila aldea de las montañas tailandesas. Tomamos unas magdalenas, y un té en una panadería, aprovechando para planificar una ruta que nos llevará a la zona del Triángulo, pasando por el Doi Ithanon, una montaña con 1.800 metros en cuya cumbre, hay un edificio con extensos jardines, perteneciente a la Reina Madre Sirikit Raijini (la esposa del venerado Rey), y que no visitamos porque no disponemos de tiempo suficiente. Por el camino, vamos parando en pequeñas aldeas pobladas por gente de diversas etnias (Karen, Yao, aka etc.), pero están bastante desarrolladas –alguna de ellas, cuenta incluso con recipientes para reciclar la basura, y sufrimos una fuerte decepción (maldita globalización). Después llegamos a Mae Sai, importante ciudad llena de comercios, y con un ajetreo constante de gente que cruza el puente para entrar o salir de Birmania, y a Sop Ruak, donde turísticamente se sitúa el Triángulo, con horteras esculturas de elefantes gigantescos, puertas doradas, y un enorme buda presidiéndolo todo, y a la que no merece la pena llegar, excepto por el hecho de “haber estado allí”.
Es tarde, así que iniciamos el regreso a través de Chiang Saen, y unos kilómetros después de haber pasado esta ciudad, noto un dolor terrible en la oreja, que me obliga a parar bruscamente; me doy cuenta que me ha picado una abeja (y eso que llevo el casco puesto). El caso es que, como soy alérgico, se me empieza a hinchar como un globo, y Rosi no puede reprimir la risa. Al llegar a Chiang Rai en medio de un tráfico horroroso y tras haber recorrido la friolera de 270 Km., logramos alcanzar nuestra G.H., para devolver la moto, pagar la cuenta, y cambiar la ropa a las mochilas. Después, y aunque desde la experiencia de Laos soy un poco reticente, nos vamos a dar un masaje (300 baths), que en esta ocasión me resulta muy relajante. Al terminar cenamos en un restaurante normal un Curry de pollo y un pad-thai y nos vamos a dormir, no sin antes tomarme un antihistamínico y aplicarme una pomada en la oreja.

17º. DÍA. CHIANG RAI-CHIANG MAI

He dormido regular; tengo la oreja muy hinchada y me molesta bastante, por lo que Rosi incluso sugiere ir al médico, aunque de momento voy a esperar algún día más para ver si se reduce la hinchazón.
Pensamos coger un autobús para Chiang Mai, a las 8,15, pero al llegar a la estación situada a 200 metros de nuestro alojamiento, nos comentan que sale de la nueva estación de autobuses –nos lo podían haber dicho ayer, que estuvimos en la taquilla-; el caso es que nos indican que subamos a un tuk-tuk, que está a punto de salir hacia allí. El problema es que una señora se baja, no sabemos muy bien a que, y tarda en regresar, lo que origina que perdamos el autobús que teníamos previsto. Así, tenemos que esperar una hora a que salga otro, aunque para compensar, nos damos un gustazo, y tomamos uno VIP, con enormes asientos reclinables, en el que nos dan agua y un bollito.
En medio de la travesía hay un control militar, y nos hacen parar, subiendo un policía al autobús a echar un vistazo, pero sin pedir la documentación a nadie
Al llegar a nuestro destino, regateamos un taxi por 70 baths para llevarnos a Julies G. H. donde pensamos estar 3 noches. El ambiente mochilero en la recepción es fabuloso, y cuando nos atienden sólo nos pueden garantizar de inicio dos noches (a 300 baths), lo cual aceptamos, confiando, como así fue, en poder disfrutar también de la tercera. La habitación, con ventilador es bastante coqueta, y da a un acogedor jardín, con tumbonas y hamacas, que usaremos bastante a lo largo de nuestra estancia. Comemos algo ligero, y salimos a descubrir una ciudad de 700.000 habitantes, con un tráfico horroroso. Mas de trescientos templos se reparten por sus calles y visitamos varios de ellos en los que, igual que en Chiang Rai, se nota la diferencia con los Wats laosianos, puesto que presentan una mayor riqueza y ornamentación; por lo que respecta a los monjes nos llama la atención que, en general, están más gordos.
Paseando, llegamos a las inmediaciones del correspondiente Night Bazar, mucho más grande que el de Chiang Rai, pero con los mismos productos. Volvemos a Julies, pues hemos quedado en que nos llevarían la moto que vamos a alquilar para mañana. Haciendo tiempo, conversamos con varios españoles (una pareja de hermanos, y dos amigas catalanas), y una chica chilena, e intercambiamos experiencias. Poco después salimos a cenar a un restaurante cercano, sin demasiado atractivo, y a conectarnos a Internet. Cuando volvemos, los españoles ya no están, así que tomamos una cerveza en el jardín (la cogemos nosotros mismos del frigorífico, y la apuntamos en nuestra tarjeta), y redacto el diario en la cama antes de apagar la luz.

18º. DÍA. CHIANG MAI.

Con la oreja en mucho mejor estado, subimos a nuestra pequeña motocicleta para conocer los alrededores de Chiang Mai, en medio de un tráfico bastante intenso, aunque ya me he acostumbrado, y circulamos con bastante soltura en medio de este pequeño caos. A los 25 Km llegamos a un campo de elefantes, pero el precio por subir a ellos nos parece exagerando, y además vemos muchos autobuses de turistas en la puerta, por lo que decidimos marcharnos y acercarnos a una granja de serpientes, con un show que en la Lonely, nuestra biblia, ponen bastante bien.
Sólo son las 9,30 y nos dicen que el espectáculo comienza a las 11, pero que podemos ver las serpientes, en sus jaulas. Les decimos que lo que nos interesa es la actuación, y nos proponen hacer un pase privado a las 10. Aceptamos encantados, y mientras se preparan, vamos viendo los ofidios, algunos de ellos con bastante respeto, como la cobra real, mientras uno de los cuidadores nos va explicando un poco las características de cada uno de ellos, permitiéndonos incluso tenerlos en la mano. Poco después nos avisan para que pasemos al escenario, donde disfrutaremos de un show muy interesante, llegando a participar en el mismo sujetando en mi mano una cobra (lógicamente con la ayuda de uno de los empleados), mientras destila veneno en un vaso, y llevando una enorme pitón sobre el cuello, cuya progresiva presión noto con claridad. Después del impresionante espectáculo, no apto para personas con fobias hacia las serpientes, nos dirigimos al Wat Doi Suthep, construido en el siglo XIV, e importante centro espiritual de Tailandia. Antes de llegar por una carretera muy empinada, tenemos que comprar un litro de gasolina en una tienda, porque vamos en la reserva. En el recinto, al que se accede a través de más de 300 escalones, hay mucha gente, mezcla de turistas y feligreses, ya que es víspera de fiesta porque mañana es el cumpleaños del Rey. Un Lama, nos da su bendición y nos obsequia con una pulsera, que todavía llevamos, aunque a Rosi, se la coloca un ayudante, porque tienen prohibido tocar a una mujer (esta religión ya no me gusta tanto). Al acabar la visita comemos una brocheta de ternera y un gofre, acompañados de dos zumos de mandarina, recién exprimidos, e iniciamos el descenso hasta llegar al Zoo, en el que disfrutamos bastante, sobre todo descubriendo algunas especies asiáticas, que desconocíamos.
Al salir del recinto, estamos un poco cansados, así que decidimos volver para devolver la moto y darnos una ducha relajante, antes de disfrutar de una cerveza en el jardín de la G.H.
Sobre las 7,30 de la tarde, negociamos con un conductor de tuck-tuck, el que nos lleve al Antique Old House Restaurant, un precioso sitio con un enorme jardín, donde cenamos estupendamente por 14 €. Después de cenar, vamos dando un paseo para cruzar el río Ping y dirigirnos a uno de los muchos restaurantes, que se asoman a sus oscuras aguas. Tras inspeccionar un poco los locales, nos metemos en el Riverside, local muy animado, en el que turistas y tailandeses disfrutan de la cena, y de un concierto de pop-rock, a cargo de un grupo de jóvenes. Allí estamos unas dos horas, tomando unas cervezas, antes de regresar a nuestra G.H. de la mano de un intrépido conductor, que podría hacer una prueba con Ferrari para sustituir a Alonso, si éste sufre algún percance.

19º. DÍA.. CHIANG MAI.

Hoy, día festivo, nos lo vamos a tomar con tranquilidad, así que no nos levantamos hasta las 8,30 de la mañana. Después de un sosegado desayuno, vamos dando un paseo hasta el mercado matinal, visitando de paso algunos templos, y disfrutando de una ciudad inusualmente tranquila. El mercado, como casi todos los asiáticos, es magnífico, con multitud de productos, que hacen las delicias de nativos y foráneos.
Compramos algo de fruta para comer, y nos detenemos para tomar tranquilamente una cerveza a la orilla del río. Estamos bastante “perros”, y hace calor, así que volvemos a refugiarnos en el jardín de Julies, donde tomamos un Pad Thai, y la fruta que adquirimos en el mercado. Después, toca siesta, y relax en una hamaca, leyendo un libro.
Sobre las 5 de la tarde, nos dirigimos a otro mercado cercano, que solamente instalan los sábados, y que nos habían recomendado en la oficina de turismo; no nos defrauda, porque es más auténtico que el Night Bazar, sobre todo porque tiene productos más elaborados, y no fabricados en serie; compramos un par de cuadros de estaño repujado, y comemos unos rollitos de primavera.
A las 7 nos dirigimos a cenar a Gap guest house, que también tiene restaurante, y cuyo buffet vegetariano, recomienda la Lonely. Es barato (90 baths más bebida), y el lugar muy acogedor, pero nos decepciona un poco por la poca variedad de platos, y la escasa elaboración de los mismos. Al acabar, nos acercamos a una céntrica plaza, dónde hay varias actuaciones, en honor al cumpleaños del Rey, en un par de escenarios con una decoración bastante hortera, en la que dominan los dorados estridentes. Por el camino, hay bastantes altares con su retrato, rodeados de velas y tailandeses, que lo honran con profundo y, a mi parecer, exagerado respeto. Nos ofreces una vela, y hacemos un poco el paripé antes de marcharnos a dormir, porque mañana madrugamos para dirigirnos a la Playa.

20º. DÍA. CHIANG MAI-KRABI-KO LANTA

Cuando planificamos el viaje, teníamos previsto viajar a la isla de Phuket, pero después de leer varias opiniones, decidimos cambiar el destino e ir a la provincia de Krabi, que, situada en el Mar de Andamán, a unos 800 Km., al sur de Bangkok, tiene algunas de las más espectaculares playas de Tailandia, y me atrevería a decir que del Mundo. Posee más de 130 islas, algunas de ella formando agrestes y elevados pináculos que asoman sobre el agua y que son los picos de ancestrales montañas sumergidas, como ocurre en la maravillosa Bahía de Halong,


📊 Estadísticas de Diario ⭐ 3.6 (5 Votos)
  Puntos Votos Media Visitas
Actual 0 0 Media 12
Anterior 0 0 Media 7
Total 18 5 Media 6699

05 Puntos
04 Puntos
03 Puntos
02 Puntos
01 Puntos
Para votar necesitas conectarte como usuario registrado.
Te puedes registrar gratis haciendo click aquí

comment_icon  Últimos comentarios al diario SABAIDII: DIARIO DE UN VIAJE POR TIERRAS DE LAOS Y TAILANDIA
Total comentarios: 2  Visualizar todos los comentarios
Manu_mofly  manu_mofly  15/03/2010 14:39
Muchas gracias por este diario Victormiguel, me resulta muy útil para mi próximo viaje a Laos, me apunto las guesthouses para echarles un vistacillo, si pusieses algunas fotitos quedaría mucho mejor.
Gracias de nuevo!!!
Olotrai  olotrai  31/10/2010 15:29
El 13 de Noviembre voy a Laos y Camboya y este diario me ha sido de mucha utilidad para poderme preparar el viaje. Muchas gracias por la descripción de tu viaje,muy amena y con elementos muy utiles para futuros viajeros.
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO


👉 Registrate AQUÍ

Diarios relacionados
Laos por libre, 18 días en Octubre 2022Laos por libre, 18 días en Octubre 2022 Aventuras y desventuras mías por este país. ⭐ Puntos 5.00 (3 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 137
LAOS 15 dias por libre 2017LAOS 15 dias por libre 2017 Planing detallado de nuestros 15 dias de viaje por un LAOS FASCINANTE ⭐ Puntos 4.90 (10 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 122
No hay caos en LaosNo hay caos en Laos 10 días de viaje en Vientián, Vang Vieng, Luang Prabang, Nong Khiaw y Muang Ngoi, más tres días de propina al final en Bangkok. ⭐ Puntos 4.80 (5 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 96
Laos con MochilaLaos con Mochila Nuestro viaje de 18 días de mochileros por Laos. ⭐ Puntos 4.76 (34 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 86
3 semanas por Laos y Camboya3 semanas por Laos y Camboya Viaje mochilero de 3 semanas por Laos y Camboya realizado en Febrero y Marzo de 2016 ⭐ Puntos 5.00 (6 Votos) 👁️ Visitas mes actual: 80

forum_icon Foros de Viajes
Pais Tema: Viaje a Laos
Foro Sudeste Asiático Foro Sudeste Asiático: Foro del Sudeste Asiático: Vietnam, Indonesia, Camboya, Laos, Myanmar, Malasia, Filipinas... y resto de Sudeste Asiático excepto Tailandia
Ir a tema del foro Ir a tema del foro
Últimos 5 Mensajes de 536
486198 Lecturas
AutorMensaje
AuroraBcn
AuroraBcn
Travel Addict
Travel Addict
07-04-2020
Mensajes: 45

Fecha: Jue Nov 16, 2023 09:25 pm    Título: Re: Viaje a Laos

No sé si te interesaría ver la Don Det? Yo estuve allí 3 noches en paso de Siem Reap a Luang Prabang y me gustó mucho. Puedes pillar una furgoneta de SR a Don Det, la mejor empresa parece ser Asia Van Transfer y sus tarifas suelen estar mejores comprando a través de Bookaway (te incluyen las maletas de cabina & cargo).

Podrías seguir de Don Det con otro mini Van a Pakse y pasar una noche allí y luego continuar a Luang Prabang para 4-5 noches. Guiño Nuestro manera de viajar es bastante intenso y hicimos Cambodia-Laos-Vietnam en 30 días.
NOA2020
NOA2020
Super Expert
Super Expert
11-02-2020
Mensajes: 721

Fecha: Mar Ene 16, 2024 08:14 am    Título: Re: Viaje a Laos

Buenos días
En un itinerario de 14_15 días con hija de 14 años para cuando si se puede hariamos este viaje....como repartir el tiempo.
Volar desde España a Bangkok y luego coger vuelo Bangkok-Pakse. Y subir yendo primero a Dot det y luego. Vientien,Vang Viang ,Lyang Prabang. O Bangkok Luang Prabang y para abajo y coger vuelo Pakse Bangkok de vuelta?
Gracias por vuestraras sugerencias
Un saludo
NOA2020
NOA2020
Super Expert
Super Expert
11-02-2020
Mensajes: 721

Fecha: Mar Ene 16, 2024 08:15 am    Título: Re: Viaje a Laos

Buenos días
En un itinerario de 14_15 días con hija de 14 años para cuando si se puede hariamos este viaje....como repartir el tiempo.
Volar desde España a Bangkok y luego coger vuelo Bangkok-Pakse. Y subir yendo primero a Dot det y luego. Vientien,Vang Viang ,Lyang Prabang. O Bangkok Luang Prabang y para abajo y coger vuelo Pakse Bangkok de vuelta?
Gracias por vuestraras sugerencias
Un saludo
Itzalak
Itzalak
Travel Addict
Travel Addict
28-03-2011
Mensajes: 87

Fecha: Mar Ene 16, 2024 10:02 am    Título: Re: Viaje a Laos

Hola.
Principalmente depende del precio del vuelo. Si es mejor de Luang a Bangkok, o de Bangkok a Pakse. Si el precio es similar, yo prefiero ir a la ciudad mas alejada e ir acercándome al final del recorrido.
Un saludo
NOA2020
NOA2020
Super Expert
Super Expert
11-02-2020
Mensajes: 721

Fecha: Mar Ene 16, 2024 11:21 am    Título: Re: Viaje a Laos

"Itzalak" Escribió:
Hola.
Principalmente depende del precio del vuelo. Si es mejor de Luang a Bangkok, o de Bangkok a Pakse. Si el precio es similar, yo prefiero ir a la ciudad mas alejada e ir acercándome al final del recorrido.
Un saludo

DecBangkok Luang Prabang es la mas alejada no?
Y que significa SL van? hay alguna compañia de Transfer recomendable?
Respuesta Rápida en el Foro

¡Regístrate Aquí para escribir en el Foro!


Mostrar/Ocultar Galería de Fotos
Laos
playa de Khongyai Beach en Don Khon
Lander1981
Laos
kayak en el Mekong, Don Det
Lander1981
Laos
cataratas de Khone Phapheng en don phapheng
Lander1981
Laos
cataratas de Li Phi Somphamit en don khon
Lander1981
All the content and photo-galleries in this Portal are property of LosViajeros.com or our Users. Aviso Legal - Privacidad - Publicidad
Nosotros en Redes Sociales: Pag. de Facebook Twitter instagram Canal de Youtube