Salimos de Madrid mi novio y yo pronto por la mañana, hicimos escala en Munich y por fin, embarcamos rumbo a Zagreb en un avión muy pequeñito de Lufthansa Regional (con susto incluido, pero ya está olvidado). En una hora y cuarto pisábamos ya tierras zagrebíes, y allí ya nos esperaban mi amiga croata y su futuro marido.
Tras los saludos después de un año sin vernos, nos fuimos los cuatro a refrescarnos al restaurante Fort Apache en Sveta Nedelja, un pueblo a las afueras de Zagreb, y allí mismo recogimos también nuestro coche de alquiler, un C4 que alquilamos directamente en el concesionario de Citroën.
Sobre las 7 de la tarde pusimos rumbo a Selce, donde teníamos nuestro primer asentamiento. Por la autopista Zagreb-Rijeka lo que más nos llamó la atención fue lo verde que es Croacia, con una vegetación espesa, muy bonito.
En 2 horas estábamos ya en nuestro hotel, Hotel Esperanto, un edificio de principios del siglo XX de estilo neoclásico, renovado, con parking gratuito, piscina y una habitación muy grande con vestíbulo, terraza, baño completo, aire acondicionado y TV. La situación era inmejorable, a 20 metros del mar. Nos fuimos a hacer algo de compra al supermercado croata por exccelencia, Konzum, y luego a cenar junto al mar, muy barato, por 14€ dos platos de pulpo y calamares y bebidas.
A pesar de que el tiempo no acompañaba mucho (muy fresco), fuimos a bañarnos al mar. En ese momento comprendimos porqué no decían "playa":
En esa zona, la "playa" consiste en una acera con escaleras de acceso directo al mar. La profundidad es de unos 2 metros, más o menos, pero la sensación de artificial no la quita nadie. Parece ser que Ana de Austria se enamoró de esta zona y fue ella quién pidió que se construyeran paseos a lo largo del mar, de ahí que en vez de arena, haya acera.
Como la experiencia no nos gustó excesivamente, decidimos coger la excursión en ferry a la isla de Krk (18€ con visita guiada por Vrbnik, más degustación de licores, queso y jamón). En unos 45 minutos desembarcamos en Vrbnik.
Visitamos la iglesia, sus calles y entre éstas, la calle más estrecha del mundo (y tan estrecha). Continuamos por el cementerio donde pudimos ver una lápida escrita en glagolítico. Tras la visita, fuimos a la degustación de queso y jamón (nada que ver con el jamón español) y emprendimos la vuelta por la lluvia y el mar revuelto, por lo que no pudimos realizar la última visita, la playa de Baska.
Ante esta situación, nos abrigamos un poquito y nos fuimos de visita a Senj, una ciudad pequeñita, bonita y con algunas secuelas de la guerra aún visibles.
Aún así, cabe destacar el castillo de los Frankopan así como todo el centro de la ciudad.
De vuelta, dedicimos para en Novi Vinodolski, y fue todo un acierto. Estaban en fiestas, la gente en la calle, conciertos, etc. ¿Lo malo? Que los parquímetros duraban hasta la 1 de la noche. Aún así, nos mezclamos con la gente y lo pasamos muy bien.
La mañana del 24 de Julio decidimos que no queríamos la "playa" de Selce, así que nos fuimos a Crikvenica, un pueblo mucho más grande que Selce, con muchas tiendas, muchos bares y restaurantes y al menos con playa.
Un dato a tener en cuenta: hay erizos entre las piedras. Tuvimos que ir a comprarnos chanclas para poder entrar al agua andando.
A la hora de comer decidimos continuar hacia el norte, al siguiente pueblo, Dramalj, que en realidad es una extensión más o menos reciente (finales del siglo XVIII) del barrio de Crni mol de Crikvenica, un pueblo de sólo 1400 habitantes que se dedica casi exclusivamente al turismo.
El agua es transparente por completo, está limpia peor muuuuuy fría. Allí, al menos, había también chiringuito (una botella de agua y una bolsa de patatas fritas por 1.80€). Aún así, comimos en un restaurante con vistas al mar: ensalada de pulpo, riquísima y realmente barata.
Tras el último chapuzón, nos adecentamos para irnos a pasar el resto de la tarde en Rijeka. A priori, no es una ciudad muy turística, en cuanto a monumentos, pero merece la pena pasear por sus calles y descubrir lo que hay, especialmente el atardecer en el puerto. Ni qué decir tiene que Rijeka es el puerto más importante del país.
En su arquitectura se nota la influencia italiana, por su cercanía al país (a menos de 100 km de Trieste), aunque está un poco sucia (fachadas bastante ennegrecidas).
La calle principal, donde se encuentra la famosa torre del Reloj, es una calle muy animada, llena de tiendas, bares, terrazas y gente.
Al hacerse de noche, volvimos a Selce para pasar nuestra última noche en la costa croata.
Asi realmente se conoce la cultura, que suerte conocer gente de alli y que te explique las cosas, te dejo mis estrellitas silvi.
Y gracias por tu ayuda en el foro
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Me había faltado especificar eso, pero la verdad es que, mientras sea desde españa, no me importa demasiado desplazarme si el dinero que me ahorro lo merece jeje
Madrid me viene bien, por lo demás cualquier aeropuerto del norte también está bien.
Cuando fui a Croacia...vuelo barato a Budapest (los hay siempre con ryanair o wizzair) y luego tren ("renfe" húngara) o bus (flixbus) a Zagreb... fue mi combinación low cost.
Asi es con wizzair puedes ir hasta Budapest y por 20 euros (precio descuento) con el tren en 5 horas estas en Zagreb.
O con ryanair hasta Wienna y con el tren, 5 horas, el precio es el mismo (compralo antes porque en estacion de trenes en vienna te pueden cobrar hasta 80 euros) hasta Zagreb.
Cuando fui a Croacia...vuelo barato a Budapest (los hay siempre con ryanair o wizzair) y luego tren ("renfe" húngara) o bus (flixbus) a Zagreb... fue mi combinación low cost.
Buena idea!
Ni se me había ocurrrido llegar por tierra. Además ya es estado en budapest y me encantó, por lo que no me importaría volver y quedarme unos días ya que hago escala allí...
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