![]() ![]() Un mundo llamado China ✏️ Blogs of China
Día a día, paso a paso. Aventuras y desventuras en un país increible.Author: Superpollo Input Date: ⭐ Points: 4.6 (22 Votes) Index for Blog: Un mundo llamado China
01: Preparativos
02: Madrid-Shanghai (1ª parte)
03: Madrid-Shanghai (2ª Parte)
04: Madrid-Shanghai (3ª parte)
05: Shanghai (llegada)
06: Shanghai Día 1º
07: Shanghai Día 2º
08: Suzhou
09: Bye, bye, Shanghai...
10: Hangzhou
11: Adiós, Hangzhou ¡Hola, Guilin!
12: Guilin (1ª parte)
13: Guilin y la serpiente...
14: Guilin y Xian
15: Xian, "la nuit"
16: Xian a tope
17: Xian, la muralla y Pekín.
18: Pekín (1ª Parte)
19: Pekín (2ª Parte)
20: Pekín (3ª Parte)
21: Pekín, último día...
22: Adios, China...
Total commentaries: 16 To visualize all the commentaries
Journeys 13 to 15, Total 22
Tras la resbaladiza aventura en la cueva luminosa, llego empapado por fuera y seco por dentro al hotel. Este grave problema es solucionado con una ducha doble en el baño y una cerveza triple en el bar principal donde, casualmente, coincido con alguno de los sudorosos “deshidratados” del grupo…
Después de un breve y potente plan estratégico, quedamos en dar una vuelta, buscar un sitio agradable para cenar, reposar el alimento recibido a la orilla del Lago Shanshu y luego… Dios y Guilin dirán… Aquí, allí, en este, es ese, en aquél… Algunas ofertas gastronómicas se nos muestran en nuestro nocturno transitar, que desdeñamos para más adelante ante el silbido comercial de algunos locales, que insisten continuamente en cambiarnos el rumbo… Entramos en una tienda de música y cine, y compramos cedeses y deuvedeses a mansalva. Todos de calidad aceptable, en español y con un precio tirado. Los empleados son serviciales y simpáticos (así da gusto). Después del atracón multimedia nos dedicamos al cuidado digestivo. Nos tientan una terraza italiana y un restaurante raro, con una barra circular donde pasean los alimentos y vas eligiendo los que más te atraen. Ninguno nos convence del todo. Seguimos visitando tiendas y tenderetes callejeros… ¡Hola! ¿Sel españoles? – Nos dice una voz a nuestra espalda, en plena búsqueda. Nos volvemos y descubrimos a dos jóvenes con una sonrisa más larga que la Gran Muralla. Son chinos y “guilianos”, y parecen majetes. Tras una primera y simpática toma de contacto averiguamos que son universitarios, estudiantes de español y amantes de nuestra cultura. Están entusiasmados por habernos visto y conocido, y nos dan consejo sobre algunas tiendas y posibles visitas a la ciudad. A cambio nos preguntan muchas cosas sobre España: Real Madrid, Cervantes, costumbres, Fernando Alonso, Carabanchel… Después de satisfacer en parte sus ansias de conocimiento ibérico, les ruego una recomendación gastronómica. Ellos responden que saben de un restaurante humilde que sirve con calidad y alegría, ni caro ni lejano, aunque muy chino… ¡Adelante! –Gritamos ansiosos… Los nuevos amiguetes nos acompañan hasta la misma puerta del local. Les damos las gracias por todo, les deseamos buena suerte y, tras un rápido cruce de miradas… ¡les invitamos a que compartan nuestra mesa! Al principio se niegan, un poco azorados, pero rápidamente se rinden ante nuestras peticiones. El local es limpio. La uniformidad del personal está hecha de simpatía. En seguida nos ofrecen una amplia mesa. En el salón, el resto de comensales (todos chinos) nos dedican una sonrisa de bienvenida; algunos nos hacen fotos… Llega la que parece jefa del sitio y nos pregunta en chino qué queremos comer. Nuestros colegas orientales hacen de traductores. Al final pedimos casi toda la carta, incluidas las “exquisiteces de la casa” y “recomendaciones del chef” entre ellas la sopa de ginseng con verduras y serpiente y el mismo animalillo servido en plato de hierro con pimientos, cebollas, zanahorias y valor, mucho valor… Comemos y disfrutamos de platos sabrosos: Ver foto costillas dulces de cerdo con guarnición de cebollitas confitadas, pescado con salsa sospechosa, carne de animal con champis y bambú, rollitos de cosas exquisitas, verduritas a la plancha y pasta salteada con mariscos. Todo ello aliñado con conversación variada, cerveza fría a manguera, intercambio cultural a tope, risas a mogollón y calor, mucho calor. Nuestros amigos comen poco y beben mucho, aunque se ponen firmes cuando de la cocina surge un “empleado” que se dirige a nuestra mesa portando en sus manos algo alargado y movedizo: el plato fuerte de la cena: Una culebra de dimensiones aceptables. Creo que la costumbre cuenta que se muestra al cliente el degüello del bicho en directo Ver foto. Luego se ofrece su sangre, mezclada con un vinillo (me gustaría saber más acerca de esto), antes del disfrute de su carne condimentada y cocinada… El grito de Laura, al percatarse de la presencia del ofidio, se oye en todo Guilin, mientras el grupo y el resto del público nos revolcamos por el suelo de la risa. Ante la alarma, la jefa del establecimiento apremia a su compañero para que anule la ceremonia visual y se proceda al guiso sin preámbulos… ¡Mentalidad occidental! Parece comunicar su expresión… La receta de la serpiente al plato de hierro Ver foto y la sopa vitamínica resultan exquisitas. El bicho tiene una carne durita y sabrosa, como si fuera un marisco o pescado. Uno de nuestros nuevos amigos nos confiesa que es una receta muy cara para la mayoría de los chinos, que es todo un lujo y que suelen tomarla sólo en ocasiones muy especiales. Llega el momento de la verdad: Nos hemos comido y bebido medio restaurante. Todo estaba buenísimo y simpatiquísimo. Sin saber porqué, la “maitre” me pasa a mí la cuenta… ¿tendré cara de millonario? 800 yuan (80 euros) por una noche inolvidable y de calidad… ¿Qué más se puede pedir? Pagamos a medias, aunque insistimos en invitar a los amigos estudiantes. El derroche nos cuesta 16 euros por persona… Abandonamos el establecimiento emocionados y tambaleantes (la serpiente y la cerveza eran tan frescas…). Nos despedimos con agradecimiento sincero y mutuo. El mundo y la vida quizás nos vuelvan a juntar… Un paseo nublado por las orillas de neón del lago Shanshu, risas, fotos, encuentros con otros compañeros, intercambio de experiencias, mosquitos, más risas, ¿masajes?, una mullida cama en el hotel… Mañana nos vamos a Xian, pero antes nos han prometido visitar un pueblo que nos dejará huella… Temperatura exterior: 120 grados centígrados. Humedad: Mucha, sobre todo por dentro. Notas: ¿Y si en la paella pusiéramos un poquito de…? Fotografías: Superpollo, Pedrito y Manuel. Continuará… 8) Journeys 13 to 15, Total 22
Desayunamos recordando entre risas y música de piano las aventuras de la noche anterior. Damos una vuelta por el cercano lago Shanshu Ver Foto y nos despedimos de él con algo de tristeza. No hay tiempo para más... ¡Mecachis! Nuestro fresqui-bus nos recoge y nos lleva a un pueblecito campesino y humilde, una aldea típica china donde se entremezclan el cultivo de cereales y verduras y también el comercio callejero. Los vecinos nos reciben con mucha amabilidad y algunos nos dejan entrar en sus casas. Subimos a terrazas con vistas impresionantes y nos pringamos de telarañas en una bodega. En las entradas de algunos domicilios se pueden observar altares colocados a los familiares fallecidos, donde tienen colocados sus retratos junto a ofrendas de comida, bebida e incienso. También nos cuentan que es costumbre tener tu propio ataúd antes de morirte, por lo que mucha gente lo fabrica o lo compra y luego lo guarda en su propia habitación, hasta que llega el momento de usarlo… (ejem).
El guía nos aconseja dar de vez en cuando una propina a las familias por dejarse fotografiar y enseñarnos sus viviendas. Recorremos las calles fotografiando todo lo que se pone a tiro. Es de los típicos lugares en los que podrías encontrar desde un mapa de tesoro escondido hasta un cómic de Tin-Tin en chino del año de la pera… “La China profunda” dirían algunos. Nos invitan a un chupito de licor de arroz en una especie de taberna-farmacia. A pesar de que nos hace sudar más aun, nos da un poco de vidilla para seguir camino. Yo me tomo dos, porque estoy algo más cansado… Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 Foto 6 Foto 7 Foto 8 Foto 9 Foto 10 Foto 11 Foto 12 Foto 13 (Os recomiendo abrir las imágenes al máximo) Bebemos agua en cantidad, probamos la coca cola con vainilla y los refrescos de te chino. Pateamos todos los tenderetes y nos dejamos engatusar por los vendedores, los cuales son capaces de perseguirte por todo el pueblo con tal de que les compres algo… Finalizada la visita, nos recoge nuestro autocar, el cual nos lleva a comer a un local cercano. Finalizado el almuerzo, somos conducidos como tristes ovejitas al aeropuerto de Guilin. Nos vamos sin ver las típicas terrazas de arroz y con la sensación de dejar muchos deberes pendientes… Débil viento entre juncos y espadañas. ¿Llueve? Abro la escotilla: la luna ha inundado al lago. Marineros y pájaros acuáticos sueñan el mismo sueño. Como un zorro sorprendido salta un gran pez. Hombres y bestias: unos a otros se olvidan. Ya es tarde. Yo juego a solas con mi sombra. Olas negras contra los bordos: dibujos de gusanos. Araña colgante -es la luna atrapada en un sauce. Pasa la vida rápida -no la deja la pena. Veo este instante que se desvanece. Canta un gallo. Campanas y tambores en la orilla. Un grito y otro y otro. Cien pájaros de pronto. Su Shih (1036-1101) Nuestro vuelo a Xian se realiza de manera perfecta. No es la misma compañía aérea que la anterior, y sus empleados son más amables y la pepsi más fría… Aterrizamos con suavidad, recogemos nuestras maletas y pasamos el oportuno control policial, con cacheo incluido. A la salida nos espera nuestro nuevo guía. Entregamos los bultos a los maleteros y nos montamos en el nuevo fresqui-bus. Por el camino hacia el hotel nos explican el plan previsto para nuestra estancia en la ciudad. Hoy tendremos la noche libre y mañana temprano visitaremos los guerreros de terracota y una fábrica de miniaturas. Por la tarde el plan consiste en ver una famosa mezquita y el barrio musulmán. Antes de tomar posesión de nuestras habitaciones nos avisan de que las calles de Xian pueden ser peligrosas a partir de una determinada hora, por lo que nos recomiendan no entretenernos mucho después de las once de la noche. Para el que no lo sepa, Xian es una ciudad de casi cuatro millones de habitantes, con sus rascacielos, sus calles comerciales y sus edificios-tele… ¡y yo que al principio creía que era un pueblecito perdido en el centro de China! Tras el aviso de nuestros guías de tener cuidado y recogernos pronto, decidimos hacer una visita nocturna y por nuestra cuenta a la ciudad… Nombramos a Pedrito guía de la expedición y, tras cenar en un Mac Donald’s (sin cerveza), nos lanzamos a la caza y captura de emociones fuertes… Pedrito (en medio de una calle oscura y llena de ojos observantes): “Creo que nos hemos perdido, chicos…” Temperatura exterior: 38 grados centígrados. Humedad: cantidubi. Fotografía Lago Shanshu: Pepe Google Resto de fotografías: Superpollo. Continuará… 8) Journeys 13 to 15, Total 22
8)
Salimos del restaurante de comida rápida (nunca me han gustado) y nos encontramos frente a la Torre de la Campana. Ver Foto. Cuentan de ella que fue construida durante la Dinastía Ming y que se utilizaba para marcar las horas. Por la mañana el sonido de su campana marcaba la hora de iniciar las actividades cotidianas, y abrir las puertas de la ciudad. El calor es asfixiante. Las calles comerciales están atestadas de personal. En los parques, la gente (los que no tienen aire acondicionado en sus casas) inicia los preparativos para pasar la noche al raso, tumbándose sobre el césped. Seguimos a Pedrito en busca de la Pagoda de la Oca, pero después de un buen rato de consultar el mapa y preguntar no conseguimos encontrar nada, por lo que cambiamos de objetivo y decidimos visitar la Gran Mezquita. En ese momento no sabemos que por las noches está cerrada. Según Pedrito, debemos abandonar las calles de neón y atravesar un barrio desconocido. Es la manera más rápida y nos servirá de atajo. Nos adentramos por una calle larguísima y oscura, poblada de casas bajas y chabolas. El asfalto y la iluminación urbana de la zona coinciden en una cosa: no existen. Alumbrados por alguna bombilla ocasional y las hogueras que algunos vecinos encienden en los patios y en la misma calle, andamos y andamos en busca de la famosa mezquita. La gente nos mira de manera rara, como cuando entra un forastero en un bar del Oeste. Aunque no se ven signos de posible asalto, nos dan ganas de salir corriendo (a todos menos a Pedrito, que nos anima constantemente a continuar). La gente prepara barbacoas en plena calle, otros sacan los colchones de sus casas y los plantan en mitad del camino. Se gritan entre ellos, como si estuviesen a kilómetros de distancia, algunos discuten; otros, ríen y se carcajean... ¿Estarán hablando de nosotros, estarán planeando algo? ¡Glub! “¿Qué haríais si de repente cuarenta o cincuenta de estos semidesnudos vecinos, cuchillo o hacha en ristre, nos cercaran, nos quitaran la ropa y luego nos convirtieran en pinchitos?” Pregunto al grupo, para animar el momento. Las miradas asesinas de todos sirven como respuesta. Decido callarme un ratito… El olor a alcantarilla se mezcla con el que producen los primeros pinchos asados, compuestos por carnes desconocidas, recargadas de especias. Todo el barrio nos sigue con la mirada; algunos parecen recelar con sus gestos de nosotros. La calle no parece terminar nunca y la mezquita de marras no aparece por ningún lado. Para colmo no pasan taxis, y apenas se ve algún coche mugriento o moto desvencijada. Torcemos a la derecha, en una esquina presidida por una carnicería muy concurrida de moscas y alumbrada con velas, y nos introducimos en otra calleja más oscura aún y llena de charcos. Más barbacoas, más olores penetrantes, más ojos brillantes en la negrura, más canguis… Pedrito nos comunica que no tiene ni p… idea de dónde está la mezquita y, lo que es más grave, que tampoco sabe dónde nos encontramos nosotros… Ante tal confesión, decidimos por unanimidad dar un golpe de estado y destituirle de manera fulminante de su cargo de guía, amenazándole con dejarle atado a un poste si se niega a colaborar (ji, ji, ji). Aceleramos el paso y recorremos algún callejón más, saliendo a una calle un poco más ancha e iluminada (tres bombillas). En su final observamos una fuerte luz, una especie de foco o algo parecido. ¿Será el faro que anuncia la “civilización”? No dudamos ni un segundo en dejarnos llevar por aquella luminosidad y quince minutos después llegamos a un mercado repleto de gente, muy cerca de la Torre de la Campana, en el que podemos ver a algún turista que otro. Respiramos aliviados; parece que hemos salido de esta… Mientras recorremos más relajados el mercado, nos preguntamos si realmente hemos pasado peligro o sencillamente nos hemos dejado llevar por las apariencias, sugestionados por las palabras de aviso de nuestros guías. Si hemos visitado un lugar prohibido a los turistas o simplemente parte de la idiosincrasia china. Es algo que tardaremos en saber aunque, quizás, futuros viajeros nos puedan contestar algún día. Espero muy pronto colocar el nombre de las calles que recorrimos, para facilitar la respuesta. Nuestros guías no supieron darnos una aclaración convincente: “Puede que sí, puede que no” De vuelta al hotel vemos a voladores de cometas, a vendedores de peonzas luminosas y a niños jugando en los parques. La noche nunca se acaba en Xian, aunque la nuestra ya se ha hecho demasiado larga… Mañana nos espera un día muy interesante y por hoy ya está bien. Una cerveza, un pis y a la cama… Fotografía: Pepe Google. Continuará… Journeys 13 to 15, Total 22
📊 Statistics of Travelogue ⭐ 4.6 (22 Votos)
![]() Total commentaries: 16 To visualize all the commentaries
CREATE COMMENT AT BLOG
Diarios relacionados ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() |