![]() ![]() Un mundo llamado China ✏️ Blogs de China
Día a día, paso a paso. Aventuras y desventuras en un país increible.Autor: Superpollo Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (22 Votos) Índice del Diario: Un mundo llamado China
01: Preparativos
02: Madrid-Shanghai (1ª parte)
03: Madrid-Shanghai (2ª Parte)
04: Madrid-Shanghai (3ª parte)
05: Shanghai (llegada)
06: Shanghai Día 1º
07: Shanghai Día 2º
08: Suzhou
09: Bye, bye, Shanghai...
10: Hangzhou
11: Adiós, Hangzhou ¡Hola, Guilin!
12: Guilin (1ª parte)
13: Guilin y la serpiente...
14: Guilin y Xian
15: Xian, "la nuit"
16: Xian a tope
17: Xian, la muralla y Pekín.
18: Pekín (1ª Parte)
19: Pekín (2ª Parte)
20: Pekín (3ª Parte)
21: Pekín, último día...
22: Adios, China...
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Etapas 4 a 6, total 22
Afortunadamente los presagios del copiloto no salieron del todo exactos y no pudimos en cabina experimentar lo que algunos llaman “efecto coktelera”. En los 20 minutos que quedaban de vuelo “sólo” tuvimos unos cuantos zarandeos horizontales, verticales y mixtos… Lo más grave del asunto fue perder la cerveza y la mirada de miel de la azafata. En fin…
Durante la aproximación a Helsinki dejamos atrás la tormenta y el avión no tuvo problemas para aterrizar en el aeropuerto de Vantaa. (Os vuelvo a recomendar otro video. Este si es de un airbus A-321 de Finnair sobre el aeropuerto de Helsinki, a la salida de una fiesta tormentosa.) Vídeo El aeropuerto de Vantaa es pequeñito y coqueto, y el corto tiempo que tenemos libre para enlazar con el vuelo a Shanghai lo empleamos en visitar algunas de sus tiendas libres de impuestos. En ellas se pueden comprar fiambre de reno y paté de oso, entre otras delicatessen… Una vez pasado el control de la policía y entregadas las tarjetas de embarque, pasamos a una salita repleta de chinos y gentes de otras nacionalidades. Tras sus ventanales podemos observar la figura grandiosa del nuevo avión que nos va a llevar “non stop” hasta Shanghai: El airbus A-340-300 (Curiosamente este es el único que tiene Finnair y fue con el que volamos). Después de una hora de espera somos autorizados a tomar posesión de nuestros asientos, descubriendo que están mucho más ajustados que en la anterior aeronave y que las rodillas rozan el asiento delantero. Pensar en las 8 horas siguientes nos asusta un poco. La consigna “no hay dolor” se extiende entre el grupo de españoles y las primeras conversaciones empiezan a darse entre nosotros con la naturalidad y el cachondeo que nos caracteriza. Me toca un asiento central, o sea sin ventanilla ni pasillo; en el medio del medio… A mi izquierda están Laura y Mónica (las chicas de Estocolmo) y a mi derecha Luís. El resto del grupo nos rodea… “China milenaria + Guilin?” pregunta alguien en voz alta. “¡Sí!” contestamos todos a coro… Cada asiento tiene delante una pequeña tele, la cual se pude sintonizar desde un mando insertado en el apoyabrazos. Hasta el momento del despegue todos nos dedicamos a jugar con el aparatito, descubriendo que no hay ningún canal en cristiano. Una voz femenina nos da la bienvenida a bordo en inglés, finlandés y chino… “Es que la azafata que habla español libra hoy…” se escucha el comentario desde atrás. Risas… Despegue sin novedad. Adiós, Europa… ¡Hola, Asia! El vuelo hasta Shanghai transcurre lento e incómodo. Las horas a*****uladas y la estrechez empiezan a pasar factura a mitad de trayecto, aunque el tiempo exterior permite que al menos sea tranquilo. Paseamos por los pasillos para mover las piernas y aliviar el dolor del culo, y cuando regresamos a nuestros asientos intentamos dar una cabezada. Nos entregan unos formularios que debemos rellenar. En ellos te preguntan cosas como si estás enfermo, vienes como turista o piensas atentar contra alguien en China… Están en inglés y chino. Al lado derecho se puede ver llegar la noche, mientras por el izquierdo descubrimos un atardecer/amanecer que nos acompaña hasta casi el final (precioso). Sobrevolamos San Petersburgo, las cercanías de Moscú, alguna Siberia que otra y Mongolia antes de llegar a tierras chinas. Nos dan de comer (carne con espaguetis, ensalada, bollitos, pan y chocolate) nada más despegar. A mitad de vuelo nos ofrecen una merienda a base de bocatas ladrillo y poco antes de aterrizar un desayuno de parecidas argamasas. Eso sí, cerveza gratis a tutiplén. Pruebo por primera vez la cerveza china Tsingtao, la cual me parece de sabor bastante aceptable. ¿Puede ser otra, joven? Según el horario de nuestro cuerpo, a nuestra llegada a Shanghai es casi la 1 de la madrugada, aunque en China estemos rondando las 8. El aterrizaje en Pudong se realiza de manera perfecta una vez más. Abandonamos el avión bastante cansados aunque animados por haber llegado por fin al lugar de nuestros sueños. Ya respiramos China por los cuatro costados. Recogemos las maletas y nos dirigimos a la salida. Pasamos por los controles de policía, donde entregamos los formularios. Nos revisan el visado con lupa y por fin nos dejan pasar… ¡Hola, hola, hola, españoles, politul, politul…! Grita una joven china desde el fondo agitando los brazos. Es Ana Ying, nuestra guía fija que nos acompañará en todo el viaje. ¡Hola, hola, hola, españoles, politul, politul! Grita un joven chino a su lado agitando los brazos y una banderita verde. Es Diego, nuestro guía en Shanghai. ¡Pol aquí, pol aquí! Nos gritan sonrientes… Temperatura exterior 35 grados centígrados. Humedad 90%. Tiempo estimado de llegada al hotel: desconocido… Notas varias: He terminado de leer una vez más "Sin noticias de Gurb" y se me han pegado estos finales. Todos los nombres que salen en este relato están cambiados (menos el mío). Vídeo A-321: www.flightlevel350.com Fotografía A-340-300: Barbro. Continuará… Etapas 4 a 6, total 22
Shanghai ha sido a través de los años el principal precursor del comercio y del desarrollo industrial de China. Por ello, ostenta la condición de ser la ciudad más cosmopolita del país y es catalizadora por excelencia de las nuevas ideas de vanguardia, convirtiéndose en principal protagonista del vertiginoso milagro chino… Dicho esto, que por cierto lo he copiado del folleto turístico y en lo que estoy completamente de acuerdo, habría que añadir que esta ciudad es el símbolo mundial del agobio. Los grandes edificios, el caos circulatorio, las innumerables obras faraónicas (Gallardón una monjita al lado del alcalde de Shanghai), el calor, las prisas y otras muchas circunstancias convierten a este lugar en súper estresante, fascinante y repleto de contrastes…
Algunos datos: Alrededor de 17 millones de habitantes (casco urbano), más de 5.000 rascacielos, más de 25 universidades, 18 líneas de metro en proyecto… Bueno, será mejor que empecemos el recorrido… Ana y Diego, nuestros guías, se presentaron a nosotros de manera muy simpática. Ellos son dos jóvenes estudiantes que ejercen la temporada turística como guías, mientras que la temporada baja la dedican a estudiar y hacer otras cosas. De hecho, Ana tiene fijada su residencia en Madrid. Después de pasar lista y comprobar que nos faltaba una pareja y mientras Ana iba a buscarlos, algunos del grupo acudieron a cambiar dinero (euros por yuanes) a una oficina del banco de china que había dentro del aeropuerto (es mejor cambiar divisas en los hoteles; no te quitan tanta comisión). Mientras, el resto esperaba observando entretenido como un ciudadano chino hablaba por su teléfono móvil a gritos, despertando la sonrisa de todo aquel que se encontraba a diez kilómetros a la redonda. ¿Para qué querrá el móvil? Nos preguntamos… 15 minutos más tarde apareció la pareja perdida y nuestros guías nos explicaron que las maletas no iban a viajar con nosotros hasta el hotel, que en China el equipaje pesado va por delante en un camión aparte, siendo más tarde entregado personalmente en nuestra habitación. Buen detalle… Al salir del aeropuerto nos recibe un golpe de calor impresionante. Falta el aire y la ropa se empapa a una velocidad increíble. “Es normal en Shanghai, en verano. Ya se acostumbrarán. Hoy sólo estamos a 35 grados… eso sí, la humedad es del 90% ” nos dice Diego sonriente al ver nuestras caras estupefactas. El autocar no tarda en llegar. Subimos a él cansinamente, aunque el aire acondicionado nos da un poco de vida. Una vez en nuestros fresquitos asientos, las ganas de cerrar los ojos y echar un sueñecito se apoderan de la mayoría. Se oye el ruido del motor arrancando y la voz burlona de Diego que nos dice: “¿Habéis venido a dormir o a conocer China?” Tratamos de salir de las telarañas del sueño, sonriendo y dándole la razón al guía… Después de las presentaciones y de una rápida explicación sobre las excelencias de la ciudad, los guías nos explican que lo mejor para combatir el “Jet lang” es intentar acoplarse al nuevo horario a la mayor brevedad posible y evitar, por lo tanto, la tentación de meterse en la piltra nada más llegar al hotel. “Para eso, comenta Diego, no hay nada mejor que una excursioncita opcional (Casi todas las excursiones opcionales suelen rondar de media los 100 yuanes -10 euros- ) que os ponga en marcha… La que queremos ofreceros para el día de hoy incluye las siguientes visitas: Almuerzo chino en Casa de Sedas, Viaje en el famoso Tren Bala, visita al rascacielos “Jim Mao”, vuelta por un mercadillo de imitaciones y paseo nocturno en barco por el río Huangpu (malecón). Eso sí, para que veáis que nos somos malos, os dejamos a la llegada al hotel dos horas para ducharse y descansar un poco… “ La sonrisa de Diego se hace eterna cuando todos confirmamos que nos apuntamos a la excursión. Dejamos atrás las afueras grises de Shanghai y nos introducimos directamente en la vorágine de su urbanidad. Millones de coches, motos, bicis y artefactos circulan a su aire, como si la única regla de tráfico que existiese fuese la de “Tonto el último”. Todo el mundo sortea a todo el mundo. Todo el mundo pita a todo el mundo. Todo vale. Las bicis y las motos pueden circular por la acera o en dirección prohibida y buena parte de ellas no tiene luces por las noches. Cruzar un paso de cebra sin confesarse antes es delito, sobre todo en las avenidas anchas. Una curiosidad que me llamó mucho la atención es que tanto para conductores como para viandantes, en los semáforos suele haber un cronómetro que te va indicando el tiempo que te queda… para cruzar, para avanzar con tu vehículo o… ¿para ser atropellado? Llegamos a nuestro primer hotel con la bolsa de ganas a tope. Ni sueño, ni leches. Esto es otro mundo y yo soy un explorador del espacio… “No hay dolor” Nos entregan las llaves electrónicas a cada uno y quedamos, según la promesa, para dos horas después en el lobby (creo que se escribe así) del hotel. La habitación está muy chuli: Tele enorme, minibar repleto, aperitivos variados, aire acondicionado, vistas a la avenida Heng Feng y esa inmensa y blanca cama que me encandila nada más verla… Temperatura interior: Fresquito total. Humedad: 100% (en la ducha). Tiempo estimado para la bajada al lobby: desconocido… Fotografías Shanghai edificios: Superpollo (Jc-Sp) Fotografías hotel exterior y Lobby: Pepe Google Continuará... 8) Etapas 4 a 6, total 22
Un blanco albornoz, marca “Holiday Inn”, me acompaña hasta el centro de la habitación. Me siento sobre el borde de la cama, saco un bote de coca cola del minibar (mentira, es de cerveza) y conecto la televisión. Muchos canales dedicados a culebrones, concursos y del estilo español (sin clasificar) se dejan ver de manera gratuita. Me amodorro sobre el lecho mientras en el subconsciente de mi dedo triunfa una serie titulada “Hong Leng Tito.” (Verano Azul en español). Un par de cabezadas después, ayudado por la alarma del móvil, salto de la parcela de algodones, me visto con el primer uniforme de turista que agarro de la maleta y bajo como un zombi al lobby de marras…
¿Es cierto que ha muerto Chanquete y que Jet lang le ha robado “La Dorada”?, pregunto a un botones en el ascensor… En el recibidor del hotel nos juntamos un equipo importante; un grupo de somnolientos amantes del Oriente, con mayúsculas. Entre las tinieblas de la adaptación horaria vemos llegar a nuestro guía en Shanghai y su sonrisa inseparable. Después de comprobar que estamos todos, nos anima a seguirle hasta el autocar, que espera a unos metros de la puerta principal del hotel. Fresquito, golpe de calor, fresquito. ¡Vamos, chicos! Nos dice en tanto arranca el vehículo… El autocar nos pasea por las calles de la ciudad de camino a nuestra primera visita: El tren bala. Grandes contrastes en el trayecto: barrios inmensamente altos y prepotentes que rodean a los humildes tradicionales, como buitres a la espera de su desalojo y conquista... Obras por doquier. La consigna es el crecimiento a toda velocidad. Diego nos cuenta que hay una ley que prohíbe construir edificios menores de 8-10 plantas y que existe otra que habla que todo el suelo es del gobierno y que nadie puede ser dueño de una propiedad más de 75 años. Algunos, también, cuentan que la ciudad se hunde lentamente (una media de un centímetro anual) debido a la sobreexplotación de las reservas de agua que corren por debajo de la ciudad, y que la contaminación y las ansias de crecimiento funcionan como un reloj, en una imaginable bomba que tarde o temprano acabará por explotar. ¿Dónde se habrá escondido el Ying-Yang? Tres atascos más tarde llegamos a la estación de uno de los trenes más rápidos del mundo (o el que más). Mientras el guía saca los billetes, Ana nos dice que el tren en el que vamos a montar va a recorrer una distancia de 35 kilómetros en 8 minutos (70 en total, ida y vuelta) sobre unos carriles magnéticos y tal y tal… Aparentemente parece un TALGO, pero a la hora de la verdad… ¡431 kilómetros por hora! ¡Impresionante cuando nos cruzamos con el tren contrario: un golpe del aire, un trueno, un rayo de luz y una confesión divina a toda velocidad…! Aterrizamos sin novedad de nuevo en la estación. Las ganas de dormir y las de volver a montar en el dichoso trenecito se han disipado durante el alargado centrifugado. Volvemos al oasis de nuestro autocar con el punto de mira fijado en el cuarto edificio más alto del mundo y el primero de China: La torre “Jim Mao”… ¿Padeces de vértigo? Para subir al mirador del rascacielos (piso 88) se utiliza un ascensor especialmente diseñado para turistas, el cual te eleva de manera directa a velocidad NASA (8 segundos). Una vez que llegamos nos encontramos con unas vistas maravillosas (lástima las neblinas de origen variado), Foto1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 que nos muestran desde lo alto la grandiosidad y el descoque de esta ciudad. Un café, unas fotos, un llaverito en la tienda y vuelta a Tierra. Antes de llegar al autocar nos enseñan las obras del que será el edificio más alto del mundo. Aquí tenéis la foto del proyecto. La visita al “Mercado de imitaciones de Shanghai” no se produce tal y como hubiera sido unas semanas antes, dado que este mercado ha sido cerrado por orden gubernamental, debido las continuas quejas de los propietarios de las marcas imitadas. Por lo tanto nos limitamos a visitar dos pisos francos de escasa calidad, donde una especie de banda vende carteras y bolsos de Gucci, relojes Trolex y ropa de Armani a precios sujetos a regateo. Ninguno de nosotros compra nada; todos tenemos muy claro que todavía queda mucho viaje por delante y que en Pekín, última ciudad china que tocaremos, habrá oportunidad sobrada… Mientras nos dirigimos al malecón en el fresqui-bus, la noche cae sobre la ciudad. Reconozco que el espectáculo que muestran los edificios iluminados es fantástica, algunos de ellos cambian de color y otros se convierten en teles gigantes. Llegamos al río donde somos recibidos por un calor espeso y un grupo de unos quinientos mil vendedores de abalorios de plástico y lucecitas. Hay que tener cuidado con las carteras, cámaras y demás. Una hora de apretujones más tarde conseguimos llegar al barco. En ese instante comienza a llover, circunstancia que obliga a permanecer en la zona cubierta y acristalada de la nave a todos aquellos que vamos armados con cámaras de fotos o vídeo. Me acomodo al lado de una ventana y un chino se me acerca y me ofrece una cerveza helada. ¿Hao mach? Le pregunto en espanchinanglis. 10 yuan para ti, me contesta en español. ¿De qué me conocerá este hombre? Su cara me es familiar ¿No será del barrio? Recorremos el río en un sentido y en otro. Nos cruzamos con otros barquitos de turistas, intercambiándonos saludos y fotos. Tras una hora de travesía volvemos a puerto deseosos de llegar al autocar y volver al hotel. Estamos para el arrastre. Por el camino le preguntamos al guía si en el hotel podemos cenar un bocata. Nos confirma que sí, y eso hacemos algunos a la llegada. Tras el refrigerio, nos subimos a las habitaciones… Ducha rápida, sueño lento y reparador. Afuera, durante toda la noche y a pesar de la doble ventana, se escuchan los ajetreos del tráfico y los cláxones de los vehículos… No importa. Mañana a las nueve nos espera un día muy intenso de visitas y aventuras… Temperatura exterior: demasié. Humedad: total. Fotografías: Paulino, Pepe, Rosa y Superpollo. Para ver las fotos más nítidas es aconsejable abrirlas a su tamaño máximo. Continuará... Etapas 4 a 6, total 22
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