BACKPACKERS DE TODO EL MUNDO, UNÍOS!
Itinerario: (por nuestra cuenta y en trenes)
Día 1. Llegada a Bucarest. Tren Bucarest-Sibiu. Dormir in Sibiu.
Día 2. Visita Sibiu-Sighisoara-Brasov. Dormir in Brasov.
Día 3. Visita Brasov y alrededores. Dormir in Brasov.
Día 4. Visita Brasov y alrededores. Tren Brasov-Baia Mares.
Día 5. Visita Maramures región. Dormir in Vadu Izei.
Día 6. Visita Maramures región.Tren Baia Mares-Suceava.
Día 7. Visita Suceava.
Día 8. Visita Suceava.Tren Suceava-Bucarest.
Día 9. Visita Bucarest. Visita Bucarest.
Día 10. Vuelo Bucarest-Madrid.
(*Editado por moderacion*)
He confirmado, ya que por circunstancias de mi trabajo me relaciono con ellos suficientemente, que son amigables, honestos, francos, límpidos de espíritu, hospitalarios, samaritanos, trabajadores, honrados, con un arraigado concepto de la responsabilidad familiar, razonables, generosos, agradecidos, sufridos y desinteresados.
He escrito otros diarios en esta página, en la que por cierto, cada vez cobran más protagonismos los viajes organizados de la gente que extrae, en ocasiones, opiniones sobre los países categóricas y (*Editado por moderacion*)cuanto menos. Por circunstancias familiares, me veo abocado a veces a viajar en este tipo de modalidad y está claro, en mi humilde opinión que el conocimiento que se extrae del país es infinitamente menor que si vas por tu cuenta, eso suponiendo que un turista sea capaz de conocer algo de un país en 15 días. (*Editado por moderacion*).
Estos son mis diarios en los viajeros, por si no tenéis bastante con éste:
Noruega: los fiordos y más allá
Suiza: lo que la mente no puede imaginar
Munich: baravaravieravavieravavá
Cuba: 15 días haciendo la revolución
Elegimos Rumanía a parte de por lo comentado, por ser un país con un turismo aún emergente, por ser él mismo un país emergente dentro de la UE. Por el cierto misterio que entrañan los países del este que han estado sujetos a sangrientas dictaduras comunistas.
También, porque una sociedad es tanto más decente en tanto en cuanto puede entender las culturas de los ciudadanos que viven en él. Estoy seguro que (*Editado por moderacion*)que tienen esas opiniones de los extranjeros que viven en nuestro país, dejarían de calentarme la oreja todos los días, y dejarían de pensar con su pensamiento único si visitaran los países de los que proceden los ciudadanos con los que conviven.
(*Editado por moderacion*)
En fin, que fuimos con Easyjet en Agosto de 2010, un pastón, 350 euros ida y vuelta cada uno. Esto es como el buffet, que la misma comida dependiendo si es en fin de semana o diario cambia el precio. Lentejas.
1. Día 1: Trayecto Bucarest-Sibiu
Llegamos a Bucarest, coges el bus 780, que sale cada media hora, se compra el ticket en las taquillas, no en el bus, se valida. Te lleva hasta Gara du Nord. 7 lei cada uno (1 euro = 4 lei).
Tren a las 16.45 horas. Una calorina pero de la hostia, en un compartimento de 6 con un rumano, el aire acondicionado no iba(*Editado por moderacion*)
Llegamos a Sibiu a la 1.00 de la madrugada, 2 horas de retraso. Hay un festival de música gótica en la ciudad y está atestada de jóvenes.
Día 2: Sibiu-Sighisoara-Brassov
A la mañana siguiente vemos la ciudad, se recorre a pie en 3-4 horas y es muy bonita.
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A la 13.45 tren a Sighisoara. Se retrasa 1 hora. Bueno, en esto no me entretengo que veis en la guía lo que hay que ver, no tiene más misterio. Suficientes 3 horas o así.
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Tren a las 19.30 a Brasov, Old Town.Bastante bien, lavadora gratis, te dan una bebida gratis diaria, los del staff muy majetes, desayuno decente incluido, terracitas en la cocina y fuera, buenos lockers. 10 euros o así por persona y noche.
Nos apuntamos a una excursión que ofrecía el hostel a 20 euros cada uno, te llevaban al castillo de Peles, al de Brand y a la ciudadela de Rasnov.
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Entradas y comida no incluida. El carnet de estudiante es un tesoro en Rumanía, os aplicarán unos descuentos importantes. En los sitios te suelen hacer pagar por la tasa de la cámara. Los de la cofradía del puño cerrao como nosotros a veces compartíamos con alguien y nos pasamos las fotos por el Facebook. Luego nos dimos una vuelta por la ciudad que es una belleza, está muy bien, muy buen ambiente.
Destacaría la plaza mayor, puedo decir que es una de las mejores plazas en la que he estado en mi vida. Y podría decir que esto es así porque es una plaza para la gente, donde hay sitio para todo el mundo.
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No como la Puerta del Sol ni las plazas de Madrid que son una AUTÉNTICA VERGÜENZA en las que se hacina la gente en un poyo (*Editado por moderacion*)que hay en torno a la fuente. Esa arquitectura no está hecha para el ciudadano, no os imagináis lo jodido que es sentarse en un banco en Madrid. Debe ser algo general, algún día me ensañaré también con el aeropuerto de Barajas, otra AUTÉNTICA VERGÜENZA ver a las madres con los niños tirados por el suelo porque hay cuatro bancos en todo el aeropuerto. Que no digan que es para que no duerman los vagabundos, es para que no duerman los vagamundos. Lo que pasa en Barajas no pasa en ningún otro aeropuerto del mundo, joder. Y eso que nos han colado el impuesto revolucionario de un euro por acceder en metro y no darles carnaza (*Editado por moderacion*) los taxistas.
Si yo soy guiri, vengo a España, tengo que esperar a un amigo en el suelo del aeropuerto, luego le pido a un taxista que me lleve a un sitio y no me quiere llevar porque es poca la carrera que va a sacar, luego desde la T4 (*Editado por moderacion*)40 euros (6.000 y pico pesetas) por llevarme hasta Sol y cuando llego allí otra vez no puedo sentar, me voy a la terraza de cerca de la plaza mayor, me pido una jarra grande de sangría y una ración de patatas bravas y me cobran 9 y 7 euros respectivamente y me da un soponcio.
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Bueno que me desvío, cenamos en la casa Rumanesca, cerca del hostel, sitio de 10, totalmente recomendable. Me encanta la cjorba, la sopa, no son como las de España que les hechan un litro de agua y el fideo nada en el oceáno. Muy ricas las salchicas sin piel (sarmale) y la polenta (mamaliga). La comida en Rumanía es bastante buena, variada, sabrosa y muy muy barata. A veces también tomábamos pizzas y eso y era muy barato. No os digo más que ese embutido tan castizo que llevamos los españoles, (*Editado por moderacion*) allá donde vamos, metido en la maleta con un miedo atroz e irracional a que nos lo quiten en la frontera (eso es lo único que nos une como país), vino casi intacto.
Día 3: Brassov
Fuimos a Poiana Brasovv que es una región montañosa cerca de Brasov a la que se puede acceder andando en 2 horas desde Brasovv en una ruta relajada y bonita. Allí puedes pillar el teleférico que te sube a un sitio (de 5 a 10 euros ida y vuelta, no recuerdo bien) desde donde puedes andar un poquito en busca de varios miradores. Es una pista de esquí. Es bonito. Luego volvimos y vimos la ciudad un poco más detenidamente. Queríamos ir a cenar a un sitio típico que se llama Transilvania, que nos habían recomendado, pero nos metimos en un autoservicio de cerca de la plaza con ese mismo nombre que estaba bien, pero no tan bueno, sin lugar a dudas.
No os quedéis sin probar los helados de tirador de la plaza, como la cerveza, a 2 o 3 leis cada uno. Muy buenos.
Tren nocturno a BaiaMare. Primera experiencia en tren nocturno en Romania. Camarotes de 6 literas. Si no pillas el tren en el inicio te quedas sin buen sitio para el equipaje. Conocimos a unos chicos que nos habían dicho que cuidado con las pertenencias en los trenes. Yo estaba deseando usar una cadenilla que llevo para estos casos, que mi novia me reprende por usar, pero a veces viene bien. Pero no hizo falta, pusimos las maletas a los pies, en la zona que quedaba más lejos de la puerta y no hubo problema. En la zona de literas sólo entra la gente que duerme.
Dormimos aparentemente bien, aunque al día siguiente el traqueteo siempre pasa algo de factura, pero nada que una siestecilla no pueda arreglar.
Día 4: Baia-Mare
Llegamos a Baia-Mare sobre las 9.00 horas. Ojo aquí. En Baia Mare no hay nada, para ver la región de Maramures tienes que irte para el valle de Iza o algún otro. Pillamos el bus para Vadu Izei, cuidado con los horarios, son furgonetas y podéis tener algún problema aquí. La furgo nuestra sólo hacía 2 servicios diarios. No sé si hay más furgonetas. El figura no nos avisó y nos pasamos hasta Sighetu, tuvimos que pillar un taxi para volver a Vadu Izei. Tanto que dicen de los rumanos, los taxistas rumanos no son ni la mitad que los (*Editado por moderacion*)españoles.
Nos alojamos en Casa Muntean, andando 5 minutos desde Vadu Izei. Una famila muy maja, con tres niños, tienen muy bien montado el chiringuito y todo. El marido nos llevó a Shigetu gratis, nos recomendó el Pub David, en el que comimos y en el que yo degusté una de las mejores pizzas que he comido en mi vida. Luego fuimos a ver el Memorial de las Víctimas del Comunismo, que está bien. Está la mayor parte en rumano con un libroguía en inglés, dimos una vuelta por el pueblo para empaparnos de vida cotidiana y de la ruralidad que otros sitios no ofrecen. Es una región muy bonita la de Maramures con las puertas de madera típicas y mucha naturaleza.
Cenamos en la casa por 11 euros los dos una cena de impresión. Aprendimos en Cuba que cuando te ofrecen una cena en una casa en la que estás alojado, ésta suele ser bastante buena.
Día 5: Baia-Mare
Al día siguiente hicimos un guided tour con el paisano del hostel: Cementerio de Sapanta, Iglesia, Barsana, nos llevó a un taller tradicional de trabajar la madera, otro de hacer el licor local, pero no como en los viajes del Corte Inglés para metértela doblada y que compres, sino que como dicen en la India: looking is free, o como dice el frutero de mi barrio: por mirar no se cobra, sólo hay un sitio en el que se cobra por mirar: el cine. Y nos llevó a otros sitios por ahí que no me acuerdo.
Antes de irnos, la mujer de la casa nos obsequió con unos dulces y nos preguntó que qué tal el cementerio, si nos había gustado. Le dije: We want to die there. Y se me que quedó mirando con cara de tenerme miedo.
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Nos dejó en la estación a las 17.00 horas. Nos fuimos tranquilamente a hacer merienda cena y comimos por ahí cerca uno de los mejores bocatas que he comido en mi vida. Está en una avenida principal que sale de la estación de buses como tirando para el centro, tiene pinta de hamburguesería americana, con mesas de colores creo recordar.
Tren nocturno a Suceava. Tiene la llegada a las 4.53. Tren muy largo. Preguntamos al revisor por el vagón 21 y nos dice: suban. Subimos y al no encontrar las literas nos dicen que los vagones litera están a la otra punta del tren. No pasa nada. Comenzamos a avanzar en el tren y pasamos como 12 vagones. Por un angosto pasillo y con las maletas, que hacían mucho más difícil el paso. En ese camino se escondía uno de los trayectos fundamentales del viaje. En ese recorrido de 12 vagones desfiló ante nosotros la auténtica sociedad rumana. Alegre y triste. Pobre y más pobre. Familias hacinadas en compartimentos para ocho atestados de sueños, de vapores, de soledades. Madres que escurrían la leche sobrante de los biberones en medio del pasillo. Carros atravesados que tenían que retirar a nuestro paso. Caras demacradas por la vida, por el alcohol, por la miseria. Ropas de mercadillo. Equipajes imposibles. Aquello fue la pasarela Cibeles de la realidad. Yo, según avanzaba, no podía más que pensar en la frase de “Y sin embargo” de Sabina: el pasillo de un tren de madrugada. Durante muchos años, cuando pasaba este verso por mi cabeza siempre imaginé cruzarte con una presencia inquietante, con una francesa a la que llevarte a tu habitación antes de descorchar una buena botella de champagne francés.
Nos despiertan a las 4.15 horas y entendemos que hay dos paradas, por lo que nos echamos a dormir otro rato. Nos levantamos a las 4.40 y mientras recogíamos entra un revisor y nos dice que a prisa, que hay dos minutos para bajar. Corriendo como locos vemos como empieza a andar el tren y nos quedamos. Tuvimos que ir hasta el próximo pueblo. Esperar una hora. Pero todo en la vida tiene su lado bueno. Vimos un amanecer muy bonito desde la estación. Cogimos el próximo tren a las 6.00 hasta Suceava.
En Rumanía hay varias categorías de tren: el InterCity, los mejores y más caros. Luegos los Rapid, Accelerate (categorías medias) y Personal, el tren de la marabunta(*Editado por moderacion*) . Ese tren que pasaba era de los Personal, el tipo de tren en el que un turista nunca monta, porque todos los turistas queremos conocer mucho el país, integrarnos en el medio y tal, pero cuando se trata de comer en sitios mugrientos o ir en vagones con los gipsy, no quiere ir nadie. (*Editado por moderacion*) Fue bonito ir en aquel tren de las 6.00 de la mañana compartiendo lugar con los trabajadores que iban una mañana de Agosto a continuar con su(*Editado por moderacion*) , o a lo mejor más feliz que la nuestra, vida.
Día 6 y 7: Suceava
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Llegamos a Suceava y tomamos el bus número 2 hasta el albergue. Y aquí es cuando toca hablar de Mónica (High Class Hostel- Hi)
Mónica es una de esas personas que tejen el imaginario de las historias que parecen literatura pero que son reales. Es una persona que puede que te caiga mal o bien, casi seguro que sea una de las dos, y no algo intermedio y lo que sí que es seguro es que no te deje indiferente.
Su hostel es uno de los mejores en los que hemos estado. Es como estar en una casa particular, pero con un número de plazas suficientes, no sé, de 15 a 20, que hace imposible las mismas condiciones que estar en una casa. Para lo cual, Mónica, tiene una infinidad de normas, casi todas razonables, que te escribe con notitas en cada rincón. Son normas de madre. Apaga la luz si te vas y no hay nadie en la habitación. No uses unas sábanas que no sean de tu cama. Después de ducharte abre la ventana y deja las cortinas por fuera. Instrucciones para abrir la puerta con un mecanismo automático. Calienta el agua de la cocina a una potencia media, no el mínimo o en el máximo. Quítate la zapatillas y déjalas fuera.
La tía es una maniática del orden, que roza el trastorno obsesivo, quizá. Es que tampoco estamos acostumbrados a que las órdenes sean tan explícitas. En cada rincón del hostel hay una recomendación. Si usas sacos de dormir tienes que pagar una multa de 250 euros. Sí, sí, no me he confundido. Yo siempre me había preguntado por qué esa fobia de los hostels a los sacos. Parece ser que es porque dice que vienen sucios, con tierra, con bichos, del campo y desembarcan en la cama. También siempre me he preguntado la insistencia, en casos como éste, en el que el hostel no te cobra por las sábanas (y en el que las camas están muy bien, con unas sábanas muy limpias y nuevas), por qué coño los backpackers se empeñarán en dormir con el saco.
La peculiaridad fundamental de este hostels es que la persona que lo gestiona, es, aparentemente, la dueña del chalet donde se ubica. Así quiere cuidar el hostel como que es su propia casa e imponer a sus inquilinos unas normas de invitado. Luego te cuenta algunas cosas que te hace ver que la tía se ha hecho así a la fuerza. A veces los guest se pegan una ducha de hora y media cada uno. Nunca tiran de la cadena. La verdad es que estas normitas, aunque pudieran resultar algo repelentes y cargantes hacen que estés en el hostel, como en tu casa. La decoración es impresionante. Todo está muy bonito. Te da té y café gratis todo el día. Mónica está a cada momento pendiente de que todo esté bien y de que tú estés bien. Lleva 8 años con el albergue. Es una tía que ha viajado, es absolutamente políglota, habla un inglés perfecto. Como es su casa, siempre tienes a la tía dando la chapa ahí en la cocina metida o trabajando en un jardín muy bonito que tiene. Es una persona muy eficaz que se toma las cosas muy en serio. Es la parte buena que define al obsesivo. Sabe muy bien lo que le gusta y necesita el turista y se encarga de proporcionárselo. Es una obsesiva, pero desde luego que no sobre un fondo de maldad, si no todo lo contrario, desde la más sincera bondad.
Paralelamente, es guía de turismo y se ha montado un chiringuito de guided tours para el albergue. Ofrece cuatro excursiones entre las que destaca el tour por los cuatro monasterios principales: Bucovina, Sucevita, Voronet y Humor.
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A la hora de la excursión la tía se puso ropa elegante de guía y nos metió a seis personas con ella en un coche muy bueno que tiene y nos hizo el tour, explicando todo muy bien, con una entrega importante y con una cantidad ingente de normas para cumplir de nuevo: cerrar con mucho cuidado las puertas del coche, no se hacen fotos mientras se da la explicación. Te lleva a comer a un sitio, y te da en el coche la carta para que eligas y que vaya llamando para que no esperemos luego. La ventajas de la obsesión. Yo pedí una cocacola y me dijo que una limonada era mucho más sano, con lo que no me atreví a rechistarla. Un francés, cuando vio que el plato no le iba a llenar, dijo durante la comida dijo que si podía pedir unas patatas y Mónica se encargó de disuadirlo suavemente.
Hay que decir que tiene una política para los precios que hay que agradecer. Podría aprovecharse y no lo hace en absoluto. Le cobra 20 euros a cada uno por la excursión, si van más de tres. Comida y entradas aparte, las cuales te salen por dos euros cada una, 50 céntimos de euro con carnet de estudiante. Tiene en su casa, bonitas reliquias secundarias a su obsesión. Tiene unos archivadores en los cuales plastifica las postales que la gente le manda, va por el número 3 en ocho años, no sé si a la gente le hará mucha gracia su filosofía o no. Te da un marcador de libros hecho por ella con fotos suyas y tal.
Por lo demás Suceava no tiene mucho, mucho que ver. El primer día, llegamos a las 8.00 después de la noche esa accidentada en la que nos pasamos de estación. Mónica nos proporcionó una cama y nos dejó dormir aun cuando tendrían que hacer la limpieza, cosa que no te pasa en ningún otro hostel en el que te echan a la calle hasta la hora del check-in. Fuimos andando hasta lo que viene a ser el rastro en España, para intentar comprender algo de la vida de la Rumanía real.
Comimos en el Taco Loco después de la recomendación de Claudio, un tío muy amable de la oficina de turismo. Un sitio un poco de pitiminí para unos pintillas como nosotros, pero al turista se le perdona a menudo con generosidad la pobreza. Por la tarde visitamos unas iglesias y fuimos a la ciudadela con una chica polaca que conocimos en el hostel que nos estuvo contando que era una activista anticomunista después de que sus padres fueran presos políticos en Polonia y nos relató su viaje a Cuba en el que conoció a resistentes como Yoani Sánchez o Claudia y todas las historias de asuntos relacionados con ese tema, que había convertido en su auténtico motor de vida. Iba luego a Moldavia y nos quedamos con mucha curiosidad por saber qué era lo que ofrecía aquel país, del todo desconocido.
Por la noche fuimos a un garito que hay según se baja desde el hostel hasta la plaza mayor, creo que se llama Don Giovanni o así, que es grande y hay música en directo, una pareja que interpretaba temas conocidos tanto de música rumana como internacional, joder, que lo hacía pero que muy bien, a los que por cierto, nadie les hacía ni (*Editado por moderacion*)caso y eso que garito era bastante grande y estaba muy lleno. No les aplaudía ni Cristo después de las canciones. Sólo la mesa de al lado, que eran sus familiares y amigos y nosotros. Ellos al darse cuenta, nos miraban y nos saludaban reiteradamente desde el escenario. Te partes el culo. Me doy cuenta de que me gustan mucho los sitios de música en directo. No hablo de los conciertos en los que tienes que estar callado escuchando y mirando. Si no, estas bandas más informales que amenizan el ambiente de un garito. Me encantan las orquestillas.
Al día siguiente fuimos a cenar a uno de los sitios más conocidos, Latino, un sitio de comida rumana y sobre todo, italiana. Algo más caro pero está bastante bien. Mi novia después de lo del TacoLoco me puso firme y no me quedó más remedio que ponerme mis vaqueros largos viejos y una camiseta que tengo revenida, pero de marca.
Por la noche tren nocturno a Bucarest. Habíamos pillado unos billetes en segunda, no había camas en esta categoría, y al precedir que íbamos a tener que hacinarnos en camarotes de ocho una noche entera con un ojo a la virulé en búsqueda constante de nuestro equipaje, decidimos perder (no había otra opción) 10 euros (la friolera de 1.600 pesetas) y pillar una cama, no había otra opción que hacerlo en primera (la friolera de 3.200 pesetas), así que dormimos en una habitación con una litera, dos camas para los dos. Acojonante, parecía sacado aquello del Orient Express o de ésos trenes míticos, como con los que los fantasiosos como yo, soñamos continuamente. Ésta es otra muestra de que el turista mucha boquilla. No pasa nada si dice yo voy a todo trapo y ya está. Pero decimos, no, yo quiero conocer de verdad la realidad, bla bla, pero luego bien que nos gusta lo bueno y no ir con (*Editado por moderacion*).
Día 8: La bella y denostada Bucarest.
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Pie de foto: no me digáis que veis esta bolsa en Bucarest y no os imaginais una novela con la historia de su recorrido hasta Rumanía
Llegamos a Bucarest a las 6.00 y fuimos al hostel que estaba muy cerca de Gara du Nord. Nos dijeron que el check-in era a las 13.00, así que nos acordamos de Mónica y sus normas. Salimos a la calle sin ducharnos, cansados y con gafas, que es lo peor que te puede pasar. A la búsqueda de un sitio para desayunar y recomponernos, que no encontramos hasta casi las 10.00 horas, porque era sábado. Hasta esa hora anduvimos viendo algunos puntos turisticos de la ciudad, sobre todo por Calei victoriae y por la zona esa de las afueras donde está el Parlamento y la Facultad de Medicina.
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Desayunamos e hicimos una ruta que tenía nuestra guía cerca de Plaza Universidad. Comimos en Lipscani y nos fuimos en taxi a echar la siesta, a una tarifa ridícula, 1 o 2 euros la carrera, se agradece esta política de taxis que acontece en algunos otros países como Argentina o China y de la que tan lejos estamos en España, paraíso de impunidad para (*Editado por moderacion*)la engañifa.
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Cada vez es más común en los hostel la presencia de vagabundos o desempleados, a los que los responsables del hostel dejan alojarse libremente sin miramientos. Este fenómeno se ha acentuado con la crisis económica, ambos fenómenos internacionales. En general se comportan bien, aunque duermen con la botella de vodka y la litrona debajo de la litera y tal. A veces, cuando se afeitan dejan el lavabo hecho un cristo de pelos. No se meten en líos porque los largan rápido. Es notable la cantidad de sitios que gustan compartir la vagabundicia y los backpackers, como las estaciones, los parques y ahora los hostels. Los vagabundos y los vagamundos son dos perspectivas de una misma realidad. Conocimos en Chile, en Punta Arenas, a Juanillo, un jubilado me da la impresión que forzoso por haber pasado por el cuello de botella, de una empresa de autobuses. Nos sacó de un cristo impresionante, de los peores en los que hemos estado metidos.
Esto me dice mi novia que no tengo por qué contarlo en este diario, que estoy loco, que la gente va a pensar de mí que soy un degenerao y que se me va la pinza, pero no me resisto.
Resumiendo, habíamos salido como habíamos podido del Parque de Torres del Paine (uno de los sitios más bonitos que yo he visto hasta ahora y que os recomiendo fervientemente) porque la combinación de buses era escasa, primero hasta Puerto Natales. Allí ya no había buses a Usuahia (Argentina), así que decidimos progresar hasta Punta Arenas, donde pensábamos que no iba a haber problemas para dirigirnos hasta Usuhaia, desde donde teníamos un vuelo a Buenos Aires.
Punta Arenas se convirtió en una ratonera. Estábamos perdidos, eran las 23 horas, no teníamos buses, hostel ni nada de nada. Entonces apareció un paisano gafotas, mal vestido y con pintillas que ya había observado yo que nos andaba merodeando desde hacía un rato. Yo tengo un sensor para detectar el peligro inminente de robo o de pintillas acercándosenos, desde que me hicieron un buen robo en Bruselas, por gilipollas (he visitado algunos países de los que llaman pobres y peligrosos y nunca jamás me han intentado mangar algo). Ésta capacidad, evidentemente, no quiere decir que no me vayan a robar. Éste hombre, nos dió un papel de publicidad de un hostel, barato y cerca. De la desesperación fuimos para allá.
Advertimos pronto que era una casa particular que el tío había convertido en hostel. No era precisamente como el de Mónica. Allí parecía que no había ni Dios, nos ofreció una habitación doble con una estructura rarísima con una cama supletoria en un tenao (tejado, que dice mi padre) que le había hecho él. Como la habitación tenía candado y el tío del hostel parecía majo, y no teníamos nada más en una ciudad de la muerte, decidimos quedarnos. Además el hecho que le contáramos el problema del bus y nos dijera que vería si podía hacer algo para ayudarnos contribuyó bastante. Después de un rato apareció aquel marginal por allí, Juanillo, se llamaba. Fue la primera vez que coincidí con un desempleado en un hostel. Tenía una chafas reventadas y unas ropas mugrientas. Se ofreció a hablar con los de la compañía de bus, porque había trabajado en ella. Fue incluso aquella misma noche. Sin éxito.
Por la mañana se levantó y fue con nosotros a la salida del bus a hablar con los excompañeros a ver si colaba. Habló con un auxiliar que se le llaman “El Chino”. La cosa se complicaba porque justo iba a ir en el bus el(*Editado por moderacion*) cónsul de Argentina. Al final nos metió de tapadillo en dos asientos que tenían para sus cosas. Le escribimos un mail en un página de reservas al hostel para agradecerle al dueño del hostel y a Juanillo, todo lo que hicieron por nosotros, contribuyeron a que no se jodiera un viaje. Pero no sé si les llegó, ésto os lo cuento para que si alguno vais a Punta Arenas (Chile), si se tercia preguntéis por Juanillo o por el Chino y le hagáis llegar nuestra gratitud. Si lo hacéis, podéis comunicarlo, por favor, en los comentarios del diario.
Dice la gente que Bucarest no tiene nada que ver. Hay en el mundo algunas ciudades sobre las que toda la gente dice que no valen para nada y que son cojonudas. Gijón, Oslo, Helsinki se me vienen a la cabeza ahora. A mí Bucarest me encantó, creo que la gente que entienda de arquitectura la disfrutaría más aún. Tiene un montón de edificios muy bonitos y un ambiente muy bueno. Es verdad que es una ciudad que se visita en uno o dos días como mucho, pero que se pueden disfrutar a tope. Merece la pena.
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Bueno, que después de la siesta, salimos; yo otra vez con el pantalón vaquero revenido, mi media etiqueta. Pasamos otra vez por Calei Victoriae y disfrutamos de la ciudad que ya contaba con ambiente de sábado por la tarde-noche muy bonito.
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Paseamos por Lipscani, queríamos ir a cenar al mitico Caru du vere. Estaba, como preveíamos, petado. La tía de la puerta es una borde. Si decides esperar te apunta, pasas al bar y esperas. Nosotros lo hicimos en un aparte discreto para no consumir y no gastar la perrina.
El sistema es al principio algo confuso, pero no pasa nada, funciona. Tú te quedas allí y van pasando unas chicas que te van mirando un papel en el que la borde de la puerta ha escrito un número. Esperamos como 40 minutos o así. Pero la gente empieza a cenar muy pronto y a la hora que los españoles consideramos para cenar hay ya menos gente. Pedimos una parrillada de carnes para los dos con bebidas y pan, 20 euros los dos y todo muy rico. El sitio es una pasada, la verdad es que merece la pena, es como comer en una catedral. Ambiente muy turistico. Hacen un espectáculo de baile que es un poco para los turistillas pero bueno, que está bien. Luego fuimos a tomar un cóctel en una terraza de una de las cuatro calles importantes de Lipscani. Un ambiente cojonudo, con gente muy moderna, así como Fuencarral en Madrid, por la noche se junta además la gente de salir de fiesta que va a pillar, que es muy joven pero menos alternativa, más bisbaloide.
Allí sentados, saboreando un golden apple not alcoholic drink, no dejaba de pensar en aquellas abuelas de pañuelo en la cabeza, de manos agrietadas por las incoveniencias de la agricultura, instituciones andantes, capaces de sacar a un hijo, a una familia, a un país, a una Unión Europea, adelante. Pensaba en los hombres con la mirada perdida, de ojos rojos fruto de demasiadas alcoholic drinks, pero no en cócteles si no en destilados ilegales, que encogían las piernas para que entráramos todos en asientos de cuatro que enfrentaban a dos y dos en los trenes. Miraban por la ventana como el que mira al vacío, tras una vida en la que no había nada que perder, pero tampoco nada que ganar. Sacando el codo por la ventanilla cuando hacía mucho calor y bombeando más fuerte aún la sangre de válvula venosa a válvula venosa en sus fornidos brazos.
Pensaba que ellos jamás conocerían Lispcani, que nunca se sentaría a ver la vida pasar desde una butaca como ésa. Una vida que les quedaba tan cerca, en su propio país, a una noche en tren litera de su casa, pero que al mismo tiempo les era tan ajena. No cenarían nunca en Caru du Bere, nunca saldrían de la Cjorba de legume con pocas legumes y mucha agua. Nunca entenderían por qué sus hijos, que emigraron a la vieja Europa en busca de una vida que el destino, la historia, el comunismo les había negado a sus padres, eran rechazados sistemáticamente en los países que se decían integrantes de un proyecto común. Nunca entenderían por qué a sus hijos los asociaban con los gitanos que ellos tanto odiaban en su propio país y por qué les veían como sucios, malolientes y gentes despreciables que venían a alterar el armónico funcionamiento del país en el que vivían.
Nunca entendían nada, pero a veces, algunos días, mostraban todos los dientes que le faltaban en lo que se llama sonrisa.
Nunca olvidaré las sonrisas sin dientes de unos chavales que dormían en la juntura metálica de dos vagones del tren a Suceava, que despertamos y levantamos en nuestro deseo de llegar a los vagones literas. Estaban allí(*Editado por moderacion*), soportando ese traqueteo y ese movimiento infernal al que está sometido una de las partes más inestables y peligrosas del tren. Les hicimos levantarse y enseguida comprendimos que la puerta que separaba los que dormían en los asientos en los que se caen la cabeza y la baba y en las junturas de los vagones, y los que dormían en las literas, estaba cerrada. Los chavales insistían con la sonrisa sin muelas en salir ellos con el tren en marcha para saltar hacia la puerta del vagón contiguo y abrirnos por dentro.
Esa puerta separaba dos trenes, dos clases, pero también era la misma que separaba los sueños, era otra frontera, otro estrecho de Gibraltar, otros chicos convertidos en coyotes, otro programa Frontex. Aquella noche, cuando me imbuí en las sábanas limpias de aquellas literas de 6, no pude evitar pensar en aquellos chicos y en mis padres, que siempre han luchado por mí para que yo sea una persona de provecho, para que duerma en el vagón de la litera y que nunca entendían qué se me había perdido a mí en esos sitios tan raros a los que iba por vacaciones. Pensé que estarían esperando a su hijo en casa tal y como las mujeres de los pañuelos y los hombres de la azada esperaban cada noche a su hijo de la Unión Europea en el patio de atrás de la casa.
Antes de dormirme, cerré los ojos y ví a mi madre con el pañuelo en el patio de atrás de la casa del pueblo donde nació y a mi padre con las manos llenas de grietas de soportar las inconveniencias de la ganadería, en España, hace 28 años, cuando España era un país rural y llevaba pañuelo en el corazón.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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