InterRail por Europa en 21 días ✏️ Blogs de EuropaViaje en inter-rail por Italia, Austria, Hungría, Polónia, República Checa, Alemania, Holanda y Francia.Autor: Franeli Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.8 (40 Votos) Índice del Diario: InterRail por Europa en 21 días
01: Pisa
02: Florencia
03: Mercados, iglesias y Lucca under the Tuscan Sun
04: Venecia
05: Exploring Venecia
06: Adiós a la perla del Véneto
07: Viena
08: Palacios, emperatrices y laberintos
09: Budapest
10: Castillos, bastiones y baños termales
11: Finishing Buda
12: Auschwitz
13: Praga
14: Cementerio de Praga
15: Berlín
16: Jardines, Charlie y fútbol
17: Amsterdam
18: Arte Amsterdam
19: París
20: Catacumbas, catedrales y Eiffel
21: C'est fini Jim
22: Last Train
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Etapas 7 a 9, total 22
Los compartimentos del tren para 6 personas eran más bien justos, algo viejunos, pero limpios. Nos tocó con una pareja austríaca y un par de chinitas. Gente maja, no problem.
Viajar en tren litera ya se sabe, ahora te despiertas, ahora calor, ahora ponen el aire frío...en fin. Dentro de lo que cabe, bien, pudimos dormir incluso. A eso de las 6 de la mañana, las chinitas y la pareja ya se habían bajado en sus respectivas paradas, con lo que tuvimos el habitáculo para nosotros solos el resto del trayecto. Vimos amanecer a través de la ventana y como la niebla envuelve los campos y montañas que rodean Viena. Es espectacular el paisaje que ofrece. Ya lo indicaban en alguna guía que los alrededores de Viena eran muy bonitos de visitar, damos fe. Los paisajes son increíbles. Campos enormes verdes, casitas que parecen de juguete, lagos... Almorzamos sobre las 7 (incluido en el billete) y poco después llegamos a la estación de Westbahnof (salut), anunciado por un tipo que parecía gustarse hablando alemán. El clima es fresco, mucho más que el sofocante calor de Italia. La verdad es que se agradece el cambio. Resulta curioso acostarse en un país con una gente tan animada como la italiana y despertarse en un sitio totalmente distinto. Más tranquilo, serio...curioso. Dejamos para por la tarde la reserva del billete de tren para el siguiente destino, decidimos ir directamente al hotel y dejar las mochilas para comenzar a visitar el lugar. El hotel se encontraba a poca distancia, el Strawberry youth hostel, a apenas tres calles al sur de la estación. Llegamos, hicimos el checking y como hasta las dos no podíamos disponer de la habitación, dejamos el equipaje y nos fuimos directamente a visitar la zona. Nos hicimos con un mapa y pillamos un bono de dos días para viajar de forma ilimitada por la red de transportes de Viena. Por 20e los dos. El sistema de metro es muy simple, validas el billete una vez y ya puedes pasar cuantas veces quieras. Incluso no tienen barreras en el metro, tu pasas y listo. Igual para salir. Las calles están impolutas. El tráfico es extraño. Tienen mucha prisa al conducir, si te ven en el paso de peatones, ellos aceleran para intentar pasar. Luego pegan unos acelerones considerables al salir...la impresión es de que tienen prisa. Hay que ir con ojo, hay mucho cruce y vías de tranvía exterior. Los edificios son verdaderos monumentos. Algunos tienen unos detalles muy bestias y en ocasiones nos recordaron a ciertas zonas de Madrid o Barcelona, pero en general con mucha más cantidad de edificios clásicos, parques y avenidas muy anchas....y algo más limpio. La red de metro es muy parecida a la de Barna..de hecho no tienen muchas líneas, con lo que es fácil orientarse en el mapa. Decidimos ir directamente al centro de Viena, a la parada de StephanPlatzs (aquí todo es Platz) y nada más salir nos encontramos con la Catedral de Viena. Es bastante impresionante, pero estaba tapada en gran parte por rehabilitación (menudo viaje de obras llevamos). A pesar de todo, la parte superior del edificio y el característico campanario que se eleva la hostia y media son perfectamente visibles. Callejeamos por el barrio en el que vivió Mozzart (nos encontramos con grupos de guías a porrillo) y nos fuimos dirección este al Stadt Park. Un parque normalito con un río que estaba en las últimas. Seguimos hacia el oeste y llegamos a una zona llamada el Naschmarkt, un colorido compendio de tiendas y chiringos de todo el mundo. Comida japonesa, española, francesa, italiana, hindú...además, es también mercado, con lo que pudimos ver cantidad de mercancías exóticas. El sitio no nos pareció nada caro para comer ya que eran casi las 12 y desde el desayuno de las 6 no habíamos comido nada. Nos sentamos en un sitio de comida bio y nos metimos un par de sandwiches de pollo y queso fresco que estaban increíbles. Regamos con cerveza y yo pedí una especie de vermut con sabor a granadas. El papeo salió por 16e, bastante barato por el sitio y lo que nos comimos. Muy recomendable. Ya con más fuerzas seguimos hacia la zona de Hofgarten. Un enorme complejo de palacios y museos que llega desde el casco antiguo del centro hasta el barrio de Mariahiff en donde nos encontrábamos en esos momentos. El sitio es enorme, con jardines, fuentes y unas moles en forma de edificios que te dejan el cuello medio roto. Nos encontramos museos de historia, de ciencias...en cada uno había exposiciones varias con lo que sacarse un bono para visitarlos a un precio razonable no es mala idea, siempre que se disponga de bastante tiempo en Viena. Seguimos adelante y llegamos a la zona del Parlamento. Nos habían recomendado visitarlo así que nos metimos y por 5e nos ofrecieron una guía del lugar para poder ver las estancias del palacio. El sitio es una obra de arte, así cualquiera curra. En estancias que más tienen que ver con palacios que con edificios normales, nos enseñaron zonas de presentaciones, el parlamento donde se aprueban las leyes, etc. El sitio merece la pena, es una visita de menos de 1 hora, pero resulta interesante y vistosa. Eran las 14 así que nos fuimos para hotel. Decidimos descansar un poco y a eso de las 18:30 nos fuimos tranquilamente para visitar el Danubio. Nos apetecía además visitarlo con la luz del atardecer. No fallamos. Las vistas nada más bajar del metro son increíbles, el enorme río, dividido en dos grandes partes y atravesado por una isla en su mitad, se pierde en el horizonte por el norte rodeado de montañas y hacia el sur hasta donde alcanza la vista. A ambos lados están construyendo un skyline de edificios, algunos ya levantados y que ofrecen al lugar un aire un poco de futurista pero sin dejar de lado la parte verde de sus parques. Pasamos todo el puente y visitamos la plaza de México, en donde encontramos una iglesia con forma de castillo de Walt Disney. Curioso. Ya en el Danubio de nuevo, nos sentamos a cenar en unas terrazas que daban al río mientras anochecía. La zona está llena de bares de música (muchos de ellos latinos) pero también pasada esa zona encuentras lugares tranquilos donde sentarte y contemplar la puesta. Nos metimos un plato de escapola típica vienesa con ensalada y pollo al gorgonzola regado con birra por 25e. Bastante bien teniendo en cuenta que estábamos a pie del Danubio, en unas mesitas al aire libre y con todo el espectáculo que ofrece el lugar. Fantástico. Por hoy ya habíamos trotado bastante. Así que nos fuimos al hostel temprano para mañana abordar lo que quedaba. De camino pillamos la reserva para Budapest, nuestro siguiente destino, pero eso será dentro de dos días. Un saludo! Etapas 7 a 9, total 22
Almorzamos en un bar que se encontraba nada más volver la esquina del hostel. Hoy visitaríamos el complejo palaciego de Schönbrunn, famoso entre otras cosas por ser la residencia de la famosa Sisí.
Tras un transbordo de metro, llegamos cerca de la entrada principal, hasta los topes de autobuses y turistas mil. Aquello parecía como las batallas de William Wallace, con los clanes y sus estandartes. Tras abordarnos unas cuantas veces para que les echáramos fotos los dos o tres japos de rigor y la pareja de turno. Llegamos a la entrada principal en donde te ofrecen el pack de entradas. Los hay de varios tipos, unos ofrecen entrada al palacio a medias, otros completo, otros con el completo más jardines...en fin, para todos los gustos y en función de lo que se quiera visitar. A nosotros nos hacía gracia visitar el complejo, los jardines y un laberinto cercano, con lo que la entrada de 16e por persona ya nos valía. La más barata es de 10e (pero sólo entra la visita al palacio “a medias”) y la más cara 40e que incluye hasta una degustación de cocina vienesa. Este último es un pase para varios días. Tras pillarlo, y como el palacio no abría hasta las 12h nos fuimos a ver los jardines privados. Estos son sencillos, pero tienen unos corredores ajardinados muy bonitos y tranquilos por los que pasear. Decimos sencillos porque los “públicos” que son los que rodean el complejo son enormes, hiper cuidados y muy animados. Estos, se encuentran en la parte este de la entrada principal y se encuentran custodiados por estatuas de la mitología griega, terminando las mismas en una enorme fuente con Neptuno dando caña ahí. Menuda iban a liar los atléticos aquí. Detrás de la misma, se eleva una colina adaptada para que la gente suba a la parte alta en el que se encuentra La Glorieta, una edificación convertida en bar en su parte baja y desde la que se puede subir a su parte alta para disfrutar de unas vistas privilegiadas de Viena. Este panoramio entraba en la entrada que pillamos, sino es de pago. Volvimos hacia el Palacio para empezar la visita. Ya dentro te dan unas audio guías táctiles disponibles en 12 idiomas y que mientras tú vas caminando por las estancias, pulsando el dígito de la habitación te cuentan la historia del lugar. La verdad es que estar en la estancia en la que Mozzart tocó por primera vez ante el emperador austríaco tiene su qué, así como ver las habitaciones privadas de Franz Joseph (Francisco José para los amigos) o Sisí y completar la historia con anécdotas pues resulta interesante. El Palacio además es una puta obra de arte, las habitaciones más nos gustaron fueron las salas asiáticas, aunque en general impresiona bastante lo bien conservado que se encuentra el lugar. En cuanto a historia, dejando a un lado el tema “rosa” de la vida de Sisí, lo de siempre, un emperador tiene hijos que casa con este para que entre países no haya mal rollo...revoluciones, guillotinas...como casi siempre pasa en cualquier país, da igual que sea China, India, Japón o Austria. El poder y el ser humano tienen un lado muy oscuro. Como en Game of Thrones, pero sin dragones. Ya fuera de palacio, nos fuimos a visitar el laberinto. Muy chulo y didáctico, entre otras cosas porque hay una zona para los críos con experiencias sensoriales. Huelga decir que Eli comenzó a deborar ideas para aplicarlas con los peques en la guarde. Si es que lo lleva en la sangre. Decidimos volver al hostel para descansar un ratillo y planificar el resto de la tarde. De camino nos pillamos un par de generosas porciones de pizza y dos refrescos por 7e. Sinceramente, y vistos los precios de menús y demás, creemos que Viena no es cara. Se pueden comer platos desde 5-6e y no importa si el lugar tiene pinta de ser caro, porque los precios están más o menos igual en casi todos los sitios. Sobre las 17h nos piramos para visitar la famosa ópera de Viena y terminar de callejear por el centro. La ópera se encuentra nada más salir de la estación Karlsplatz, basta seguir los carteles en donde indica “Oper” por el metro. El edifico, comparado con otros que hemos visto en esta ciudad no es muy impresionante, pero en el metro te ponen música clásica que te acompaña hasta que sales a la calle con lo que da un efecto de euforia muy potente. Incluso lo grabamos en video, muy grande. La mala noticia era que no podríamos visitarla por dentro, las visitas son cada hora de 10 de la mañana a 16h, así que llegamos tarde por poco, pero no podría ser, cawuentó lo que se menea. Así que durante el resto de la tarde pateamos por las calles que rodean la Catedral de Viena y nos encontramos con unos espectáculos musicales fantásticos al aire libre, ideales para resarcirnos por lo de la ópera. Pasear por Viena escuchando gente tocando música clásica e incluso piezas de Metálica es tremendo, nos quedamos embobados en más de una ocasión. Además, hay un gran respeto por los artistas callejeros y la gente anima bastante. Es una experiencia muy grande. Nos sentamos también a tomar algo en el café central, un garito de estilo clásico que lleva en funcionamiento desde principios de 1900 y que es un buen ejemplo de lo que comentamos sobre los precios. Sentarte en un lugar que parece más un palacio que un bar, con un tipo tocando el piano en directo y con un servicio del copón pues hace pensar que te van a clavar un puñal de la hostia. Pues no, un Kaiser Spritz (el vermut italiano de Venecia) y un capuccino nos costó 6e, prácticamente lo mismo que tomártelo en el bar de al lado del hostel. Con esto no decimos que sea barato, pero es para hacerse una idea de que en Viena está bastante equilibrado el tema de precios en cualquier lugar y en comparación con otros sitios de Europa (lo que llevamos visto), no es excesivamente caro. Entre paseo y paseo nos encontramos un garito japo cerca de la ópera de Viena que tenía buenos precios. Apetecía atracón de sushi, así que nos metimos y pedimos Maki Bento y Tempura roll. Nos pusimos muy cerdos. Cada menú eran 7e, bastante barato para la cantidad de makis, sushi, carne en teriyaki, salmón y mandangas que nos pusieron. Incluso nos sirvieron un cuenco de sopa de miso que estaba que te cagas. Rodamos hasta el metro y llegamos al hostel. Mañana a eso de las 9:45 pillaremos el tren hacia Budapest. No es de extrañar que Viena sea lugar de peregrinaje para amantes de la historia, el arte y la música. Es un lugar sumamente rico en cuanto a patrimonio cultural y ofrece multitud de opciones para que el viajero experimente entre sus múltiples opciones. Nos ha parecido un lugar muy abierto y su gente, a pesar del rudo acento, bastante amable a pesar del susto inicial. Por compararla con alguna ciudad, es como si Barcelona y Madrid se unificaran para mostrar lo mejor de cada una, pero más completa a nivel organizativo y por supuesto, con una renta media per cápita de 40.000 dólares anuales. Un saludo! Etapas 7 a 9, total 22
Si en este viaje pillamos jetlag será por el cambio de contrastes entre países. Madre del amor hermoso, a quién se lo ocurriría esta locura...
El viaje hasta Budapest fue tranquilo y con muy poca gente en los vagones. Había una zona para crios en las que un revisor con un poco de malas pulgas metió un dvd “princo edition” con dibujillos Disney para los peques. Qué mal suenan los dibujos en alemán, pero mal mal. Pero más raro suena el húngaro, eso de que es lengua fino-ugrias debe ser una broma, porque es una mezcla de alemán, ruso y qué se yo que echa para atrás. En fin. Ya en Kaleti pu, la estación principal pudimos apreciar que el sitio estaba un poco desgastado, en consonancia con algunos barrios que más tarde veríamos. Este sitio mola, es de esos en los que se respira cierto aire decrépito y lo distancia de lo impoluto visto por ejemplo en Viena. Nos fuimos directamente hacia el hotel, en la parada de la línea 1 (hay 3) Astoria del metro. Antes, nos sacamos un bono de tres días para viajar de forma ilimitada por la red de transportes por 16e los dos. Muy barato en nuestra opinión. Picamos en uno de esos portones que parecen medio en ruinas y un tipo (o tipa, no sabría decir) preguntó algo del “booking” (reserva). Subimos y el sitio parecía sacado de una peli de susto. Escaleras muy antiguas, alumbrado inexistente...bueno bueno bueno, esto se pone interesante. Nos atendió la prima hermana rubia de Amelie, igual de flipada (conste que me mola la peli) y con muy poca sangre. Más tarde entendimos que los húngaros suelen ser así. Nos comentó que nuestra habitación estaba en otro edifico (ya habíamos leído algo al hacer la reserva, no nos sorprendió), así que la seguimos. Por cierto, el pasaporte de Eli se ha quedado en Viena, lo dejamos como depósito y los muy mamones no nos lo entregaron al hacer el check-out (ni nosotros nos acordamos de pedirlo). En principio no es grave viajando por Europa. Les enviamos un mail para que nos lo envíen a España. Esto viene a que en los hostels, cuando te piden que dejes una identificación como depósito, puedes darle el carnet de la biblioteca. A no ser que sea un sitio con “estudios”, pasan de todo y lo cogen. La prima de Amelie lo miro y lo aceptó. Ale, te quedas con el carnet del gimnasio. El sitio al que nos llevó estaba algo mejor que el edificio “principal” y la habitación, a pesar de ser una compartida, nos dio una privada de matrimonio por el mismo precio. Ok por Amelie. Ojito para entrar a la habitación, son necesarias 4 llaves. La de la portería, la de la verja que da a la planta del hostel. La del Hostel y la de nuestra habitación. No sabemos si alegrarnos por la seguridad o salir pitando del país. De momento nos quedamos, que esto es muy divertido. Como eran cerca de las 3 de la tarde y hacía bastante calor (aquí vuelve a apretar la calor por el día), nos comimos una burguer rápida y fuimos a pillar la reserva a la estación para el siguiente destino. Allí tuvimos que esperar casi una hora en la sala de billetes internacionales (ojo, que hay venda de billetes de Hungría y los otros). La chica que nos atendió era la personita más borde que te puedes tirar a la cara. Le preguntamos por el precio de la reserva de literas y directamente nos sacó el de compartimento de 6. Seguimos preguntando por el precio y nos entregó el billete. Le preguntamos por otra reserva que queríamos hacer y directamente nos cerró la portezuela. Siguiente. Acojonante. Me dieron ganas de decirle un “volveré” y hacerle un alunizaje. En fin, tenemos lo que buscábamos. Así que no le dimos más vueltas y nos fuimos a pasear por el barrio judío, al norte de la parada de Astoria. El lugar es como Barcelona, nos recuerda bastante algunas zonas de la Diagonal y algunas de sus calles. Pero si te fijas en los detalles ves que todo está algo derruido, como desgastado, viejo. Tiene su encanto, pero también es cierto que por la zona se ve a mucho indigente. Decidimos acercarnos al castillo de Vajdahunyad, en la parada de metro de Hosok Tere. El metro por cierto es un espectáculo. Son vagones muy pequeños, bastante antiguos, con sistema de audio que no es mono, es lo que salía por el altavoz del Spectrum, la iluminación es...como decirlo, triste. En algunos vagones nos hemos encontrado con más luz, pero en la mayoría la verdad es que el contraste con el colorido de por ejemplo Viena, es chocante. Eso sumado al silencio sepulcral al entrar al vagón. Nosotros que entramos siempre en tropel...de pandereta, somos del país de la pandereta. Pero lo más es el aviso de que se van a cerrar las puertas. Suena un zumbido como si estuvieran electrocutando a alguien y un fluorescente emite luces rojas a intervalos. Es de lo mejor, impagable. En la linea amarilla además suena una musiquita a lo super mario bros al llegar a la estación. Pero esto qué es? El castillo es acojonante. Al parecer es una réplica de uno que hay en Transilvania, con lo que se puede hacer uno a la idea de como es el bicho. De estilo gótico, con esas torres acabadas en punto rollo Drácula. Alrededor del mismo hay un lago donde la gente va en barca y en el que han colocado elementos “decorativos” como coches flotando o casas a medio hundir. Estos húngaros son la leche. Todo está rodeado de un parque muy guapo y de la plaza de los héroes, una suerte de plaza a lo Tiananmen pero más pequeña y con dos edificios de las artes a ambos lados. Patrimonio de la Humanidad el conjunto, ahí es nada. Esta zona es muy chula y a pesar de que la guía no mencionaba el sitio, merece la pena. Volvimos al centro de Pest (mañana iremos a la zona de Buda) y buscando un sitio para comer estuvimos mirando precios. La verdad es que es un sitio bastante barato. Comer por la calle un kebab de esos te puede costar entre 2 y 3 euros. Un refresco 1 o 2 y un plato de pasta o algo más elaborado rondan los 6-7 u 8 euros. Hay sitios más exclusivos pero en general los precios están bastante bien. Pasamos por un sitio que tenía muy buena pinta. El café Longe y vimos que cocinaban platos típicos de hungría desde 4 euros. Así que nos metimos y pedimos un (ya pondré los platos, que no recuerdo el nombre) que estaban que te cagas. La cena 20 euros. El sitio, un lugar decorado de madera, con música jazz de fondo...de friki. Ibamos a retirarnos, pero la temperatura noctura era tan buena que caminamos hasta llegar al Danubio. Madre de Dios. La zona del Danubio es impresionante. Los puentes que cruzan la zona de Buda a Pest están iluminados y al fondo se aprecia la Ciudadela (la parte más alta) y a la derecha el Castillo de Buda. Todo iluminado y recortado en la noche. Con la luna cubierta por nubes. Nos quedamos de piedra. Otro de los sitios más bonitos que hemos visto. La actividad en esta zona no tiene nada que ver con la zona norte. Aquí hay gente mil, comercios a porrillo, luces de neón, música, animación...es un sitio hiper turístico, lo saben y lo explotan. Pero además es precioso. Por hoy nos retiramos, mañana visitaremos la zona de Buda y veremos esa maravilla de zona con su luz diurna y si es posible crepuscular. Un saludo! Etapas 7 a 9, total 22
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