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Nuestra aventura por el Sur de Marruecos

Nuestra aventura por el Sur de Marruecos ✏️ Blogs de Marruecos Marruecos

Doce días en Marruecos, desde Marrakech por el Atlas hasta el desierto y vuelta hasta Essaouira
Autor: Ekilore  Fecha creación:  Puntos: 3 (2 Votos)
Nuestra aventura por el Sur de Marruecos

Nuestra aventura por el Sur de Marruecos


Localización: Marruecos Marruecos Fecha creación: 28/04/2008 19:39 Puntos: 5 (1 Votos)
Después de recibir tanta información de todos los foreros que colaboran en esta web, no puedo menos que agradecerlo contando mi experiencia por este maravilloso país lleno de contrastes, por si le pudiera servir a alguien.

Día 1: Llegada a Marrakech
Llegamos a Marrakech a las 21:30 hora local. Al llegar, es necesario retrasar el reloj una hora. Desde el cambio de hora de la zona occidental, sería necesario retrasarlo dos.

El aeropuerto de Marrakech está en plena remodelación. El vestíbulo desde el que se acceden a las zonas de llegadas y salidas es un moderno espacio con un delicado estilo árabe. Nos quedamos sorprendidos por su belleza. Como no nos apetecía liarnos con el autobús y desconocíamos exactamente la ubicación de las paradas, decidimos coger un taxi, que se encuentran enfrente de la puerta, nada más salir. Nos dice la tarifa: 150 Dirhams y como no estamos para regatear y no conocemos las distancias, aceptamos y nos dejamos llevar por ese precio hasta Jemaa el Fna, la bulliciosa plaza auténtico corazón de la ciudad.

Nos cuesta un poco encontrar nuestro Riad y una horda de niños se ofrece a ayudarnos pero acabamos llegando sanos y salvos con la ayuda de un mapa. Es impactante la cantidad de personas que te asaltan para acompañarte allá donde vas, sobre todo si te ven con un mapa o arrastrando una maleta así que recomiendo evitarlos en la medida de lo posible. Nosotros al final nos movíamos con mochilas pequeñas en Marrakech, para no llamar demasiado la atención.

El Ryad Amazigh es un hostel cuyos dueños deben de ser catalanes, por lo que nos contaron. Compartíamos una inmensa habitación de 8 camas. De estilo árabe, las camas se agrupaban de dos en dos y algunas tenían una especie de haima encima para favorecer la intimidad. Un patio se abría en el centro de la vivienda y remataba el edificio una preciosa terraza con tumbonas y cojines. Con desayuno incluído, 17 euros por cabeza la noche. Muy recomendable.

Salimos a cenar a la plaza para ver el ambiente. En cuanto te ven dando un paseo con interés, todos los encargados y las personas que te atienden en las mesas te llaman para que cenes en su puesto. Nos sentamos en el 29 después de observar que había bastantes locales cenando en él y degustamos dos deliciosos tajines con pimientos y berenjenas más pan y botella de agua por 70 Dirhams (unos 7 euros). Después de cenar, nos levantamos para dar un paseo y bajar la comida y nos dirigimos hacia una calle peatonal llena de terracitas, patisseries, puestos ambulantes y sobre
todo bullicio aunque no tan exagerado como el de la plaza. Nos sentamos en una terraza y pedimos dos té a la menta. Deliciosamente dulces, los degustamos mientras observamos a los habitantes de Marrakech y a los turistas ir y venir. Pagamos 16 Dirhams y vuelta al ryad a dormir.

Día 2: Marrakech

Excitada e impaciente por descubrir la ciudad, me desperté temprano y después de ducharme, subí a la terraza para observar el paisaje desde las alturas. Desde allí veía la Kutubiya, la gran dama de Marrakech que se eleva por encima de los tejados. Estaban llamando a la oración, para lo cual disponen de altavoces en todos los minaretes. Bajé entusiasmada a llamar a mi amigo y subimos de nuevo a desayunar a la terraza, donde ya habían dispuesto los quesitos, la mermelada de frutas, el zumo de naranja, el delicioso pan y un sorprendentemente buen café. Nos sentimos súper felices.

Tras desayunar, bajamos con la intención de callejear un poco por la zona pero realmente esta parte de la ciudad es un laberinto de calles que acaban en viviendas privadas sin salidas por los que más de una vez teníamos que retroceder sobre nuestros pasos. En una de éstas, nos cruzamos con dos chicos que nos preguntaron si éramos españoles y pronto entablamos una conversación sobre lo que merecía la pena ver y lo que no.

Acabamos compartiendo un taxi (50 Dirhams) dirección a los jardines Majorelle, (30 Dirhams) del modisto Yves Saint Laurent. Bellísimas flores y plantas exóticas. Muy recomendable. Después nos acercamos en taxi (40 Dirhams) hasta la Menara, que es un recinto con estanques donde hay muchísimos locales paseando y echamos unas fotos preciosas de un montón de niños. Regresamos hacia la Medina para tomarnos un zumo de naranja en uno de los puestos de la plaza y "zoquear" un poco y acabamos comiendo en un restaurante bereber, ensalada, tajine, fruta, pan y agua por 50 Dirhams cada uno.

Por la tarde, visitamos algunos palacios. Unos están mejor conservados que otros pero los encuentro todos muy recomendables para sumergirse en la cultura musulmana. El Badi se encuentra prácticamente en ruinas pero El Bahia conserva todo su esplendor.

Cansados por el intenso día, se nos hizo hora de cenar y decidimos optar por el Cafe Bouganville, un precioso restaurante con un patio lleno de buganvillas donde sirven las comidas y un primer piso donde locales fuman sishas y conversan en salas con cómodos asientos salpicados de cojines. Nos alejamos de la gastronomía árabe por un momento y tomamos una pizza y una lasagna que resultaron deliciosas. De postre, yo elegí un batido de plátano delicioso y mi amigo un Mousse de chocolate. Todo nos costó 155 Dirhams. Vuelta al Ryad y a dormir, ya que al día siguiente comenzábamos la verdadera aventura.

Día 3: Marrakech - AÏt Benhaddou - Ouarzazate.

Tras retirar el coche de la oficina de alquiler de Gueliz, nos pusimos en rumbo dirección a Aït Benhaddou. Lo cierto es que no se tarda demasiado pero un retraso en la oficina de alquiler nos obligó a salir de Marrakech al
mediodía, por lo que llegamos a Aït Benhaddou por la tarde. No nos importó nada: la luz del atardecer doraba las paredes de la hermosa kasbah dándole un aura mágica. Casi podíamos imaginar a Lawrence de Arabia cabalgando por el río a sus pies. Recorrimos la ciudad nerviosos y excitados por la belleza de esta antigua obra de arte y observamos
extasiados el contraste de paisajes desde lo más alto: a un lado, el río que discurre por el medio del vergel dándole vida. Al otro, las abruptas montañas de roca.

Se nos hizo tarde y decidimos ponernos en camino. Llegamos a Ouarzazate de noche y abrimos, yo la Routard y mi amigo la Lonely para ver dónde nos quedamos. Como barato, aparece recomendado en las dos el hotel Zahir, así que nos dirigimos allí. Debo decir que es uno de los peores hoteles en los que hicimos noche así que nos sorprendió que
lo recomendaran pero visto el precio, tampoco nos quejaremos: los dos con desayuno, 255 Dirhams.

Salimos a cenar a un restaurante bereber, el Tamda (A partir de esta zona, predomina esta etnia). Cenamos muy bien por 155 Dirhams los dos: una ensalada de atún y tomate, una ensalada Tamda deliciosa, una brocheta con diferentes tipos de carne y una tortilla con patatas que nos llamó la atención y que se hacía como si fuera una francesa, con
rodajas de patata grandes, muy curiosa pero igualmente rica.

Después de cenar, nos acercamos a la bulliciosa plaza de Ouarzazate. Los locales pasean por ella y toman té en sus terrazas. Decidimos acercarnos hasta una de las patisserie de la plaza, cayendo en la Patisserie Habousse, una insitución en Ouarzazate. Los pasteles allí son deliciosos y más acompañados de un buen café o un chocolate.

Tras este contundente postre, un paseíto hasta el hotel y a dormir.

Día 4: Ouarzazate - Dades:

Nos levantamos pronto para hacer unas compras antes de salir (fruta, agua, pan, etc.). Yo estaba deseando volver a la plaza y nos dirigimos hacia allí para tomar un café con un pastel antes de salir. Al llegar, unos niños con chilaba jugaban al futbol y les estuve sacando unas fotos. En la terraza del día anterior, conocimos a dos moteros, un italiano y a un suizo que iban camino del desierto y nos pusimos a intercambiar experiencias del viaje. Uno de ellos nos pidió el teléfono ya que su amigo regresaba antes que él y de esta forma podríamos juntarnos en alguna etapa. Tras acabar de desayunar y despedirnos, nos pusimos en marcha hacia las Gargantas del Dades.

Para llegar hasta allí, atravesamos paisajes bellísimos, pueblos de tradiciones ancestrales y vimos niños, muchísimos niños caminando por las carreteras o corriendo con sus bicicletas. Paramos en el Kekaa M'Gouna para hacer unas mini compras ya que mi amigo quería llevar unas cremas y aguas de rosas a sus amistades femeninas y éste pueblo tiene muchos comercios que las venden. Estábamos en pleno valle de las rosas aunque todavía faltaban unos días para que florecieran.

Yo ya estaba necesitando una toilette y nos dirigimos a un puesto para usar el toilette (conciencia europea). El encargado le gritó a un chico que andaba por allí que me acompañara al servicio, que por lo visto no estaba en el puesto. Aquí hago un inciso para todas las chicas que lean este relato: nunca os olvidéis los kleenex en el coche o en otra mochila, llevadlos siempre con vosotras como lleváis el pasaporte o el dinero.

Atravesamos varias callejuelas en las que pude contemplar la vida de un pueblecito en directo, soldadores en sus talleres, mujeres hablando en grupos, niños corriendo hacia a mí y saludándome curiosos...

Acabamos llegando al servicio: un hamman donde unos hombres se aseaban. El chico le dijo algo al anciano del mostrador y me indicó que pasara. Allí los servicios son normalmente tipo letrinas y nunca están demasiado limpios por lo que también recomiendo en general llevar un pañuelo anudado al cuello para poder respirar a través de el en caso de ser un poco "sensibles". Al salir del servicio, le miré al hombre dandole las gracias y le tendí unas monedas. El anciano me dijo que no con la cabeza pero insistí y las tomó con una sonrisa. Algo que decir del pueblo bereber, es que son extremadamente hospitalarios.

Cuando regresamos al puesto, mi amigo ya había pedido dos tés y tras degustarlos volvimos a ponernos en marcha. Atravesamos una zona preciosa llena de kasbas y vergeles y nos paramos para admirar el paisaje. No llevábamos nada planeado así que decidimos bajar hacia el río y llegar hasta el pueblecito en el que asomaba una kashba medio derruida. Un niño rubio de ojos azules nos acompañó todo el camino. Estuvimos un buen rato cruzando cultivos hasta que llegamos al pueblo por el que se accedía a la kashba. Recorrimos sus callejuelas y escudriñamos sus casas que parecían abandonadas aunque por aquí o por allá de vez en cuando aparecían unos niños o alguna mujer.

La kashba estaba en bastante mal estado pero aún así observamos que tenía estancias habitadas y no quisimos molestar así que después de admirar un rato más el paisaje, regresamos para ponernos en camino, después de darles a Mohamed, el niño que nos acompañó todo el tiempo, unas monedas.

Llegamos al Dades al cabo de un rato, tras desviarnos de la carretera principal. Las gargantas son impresionantes. El río pasa por debajo atravesando la montaña abriéndola en dos y la carretera discurre a veces por las rocas, a veces por debajo, junto al río. El conjunto es bellísimo.
Desde un mirador junto al que han construido un hotelito se puede observar esta maravilla en todo su conjunto.

Se iba haciendo de noche y después de preguntar en varios albergues y campings, nos alojamos en un lugar llamado La kasbah de Viktor, donde pasamos dos noches ya que nos trataron a cuerpo de rey. Esa noche cenamos un delicioso cus cus con pollo y verduras y nos acostamos rendidos después de las horas de coche.

Día 5: Dades - Valle de las Rosas - Dades

A la mañana siguiente cuando nos levantamos comprobamos que nuestro coche tenía una rueda pinchada. Hasta la kasbah se había acercado un chico que hacía de guía que se ofreció a cambiar la rueda y a llevarnos a un taller a que arreglaran la dañada. Nos dijo que por 300 Dirhams nos hacía una ruta por el valle de las rosas y después íbamos a ver unas grutas bereberes. Como no teníamos nada mejor que hacer, nos sedujo la idea de que nuestro intermediario fuera un local y acertamos porque la rueda quedó perfecta y nos costó tan sólo 10 Dirhams. Después de eso, nos acercamos desde Boulmine hasta Kelaa M'Gouna y desde allí comenzamos el paseo.

Comenzamos en una kasbah habitada por un jefe tribal que nos acogió en un salón de su casa donde comimos y nos sirvieron el té. Un niño de unos ocho años, hijo del jefe, estuvo observándonos todo el tiempo y le dimos fresas, plátanos y más comida que en vez de comer se guardaba sonriendo. En aquel lugar se respiraba mucha tranquilidad, se estaba fresquito a pesar de que hacía mucho calor y las alfombras y los frescos del techo hacían de la estancia un lugar súper acogedor.

Tras esta visita, estuvimos caminando unas tres horas cruzando cultivos sobre todo de rosales. Es impresionante ver brotar la vida de una forma tan exhuberante en un terreno yermo tras ser atravesado por el agua de un río.

Tras el bello paseo en el que tuvimos que atravesar el río, un barrizal, campos con amapolas y rosales llenos de pequeños capullos, nos pusimos en marcha hacia las grutas bereberes.

Yo llevaba mis zapatillas empapadas aún después de haber cruzado el río (los bereberes y mi amigo, que son muy listos, llevan chancletas) y Moham, nuestro guía, se ofrecío a pedirle a la chica que habitaba la gruta que me dejara unas sandalias. Yo aluciné de que quisiera dejármelas pero regresó con unas chancletas para que pudiera bajar a las grutas. Un rebaño de cabritillas recién nacidas nos recibió y enseguida nos empezaron a lamer los pies. Eran preciosas, no más grandes que un gato y Moham nos dijo que tenían 3 días de vida.

La chica de las grutas nos dio la bienvenida y nos sirvió un té. Las grutas eran realmente austeras y nos sorprendió esa forma de vida que ellos aman tanto y que realmente era tan dura. Nos preguntamos mirando el gran agujero de la entrada, cómo soportarían los contrastes de temperatura, el sofocante calor y el aire helado de la noche que sin duda se colaría por allí.

Pero en sus sonrisas veías la respuesta. Son felices con esa vida sencilla porque son libres. Y son libres porque no necesitan las cosas materiales para ser felices. Esta fue la gran lección del viaje en general pero allí en aquella cueva fue donde lo vimos hacerse realidad.

Sorprendidos e impactados, regresamos al cabo de un rato al coche y nos pusimos en marcha hacia nuestra kashba, hacia nuestras comodidades occidentales, hacia el delicioso tajine con verduras y el vino de Meknes que nos esperaban en Dades pero ninguno de nosotros habló durante el trayecto que duró más de una hora.

Día 6: Dades - Merzouga

Moham estaba con ganas de fiesta y de ver a sus amigos del desierto así que después de desayunar, nos ofrecimos a llevarle allí agradecidos por la bellísima experiencia del día anterior. Quedamos en que nos acompañaba como amigo, no como guía pero aceptamos su ofrecimiento de contratar para nosotros el albergue en el desierto y toda la parafernalia de los dromedarios y las haimas por teléfono. Nos despedimos de nuestros anfitriones y nos pusimos en marcha hacia Boumalne y de ahí, tomamos la N10 hacia Tinerhir desde donde subimos a ver las gargantas del Todgha.

Estas gargantas están saturadas de autobuses de turistas y puestos de todo tipo pero son muy bonitas también. Estuvimos un buen rato mirando cómo trepaban los escaladores y después dejamos a Moham con un anciano bereber y nos fuimos a dar una vuelta para ver mejor el entorno. Cuando regresamos nos tomamos un té con el anciano que chapurreaba inglés y no estuvo contando orgulloso cómo escaladores de todas los rincones de Europa venían a su tierra a escalar. Nos señalaba los diferentes grupos y decía: "Esos italianos, esos vascos, esos franceses...".

Después del té y de darle las gracias, nos pusimos en marcha hacia Tinerhir donde buscamos un sitio para comer rápido y seguir el camino hacia Merzouga, nuestro destino, al que llegamos por la carretera que iba desde Tinejdad hasta Risani. 8 kilómetros después de atravesar "La puerta del desierto", Moham se desvió del camino y nos metió por una pista hacia el "Aubergue du Sud". En esta zona es muy común ver establecimientos hoteleros sencillos separados unos de otros que hacen las funciones de "consigna" para guardar el grueso del los equipajes de los turistas ya que al desierto te llevas únicamente lo que necesites para esa noche.

En nuestro caso, nuestras mochilas abultaban un poco más ya que queríamos dormir al raso y llevábamos los sacos de dormir pero casi todos llevaban un petate pequeño.

En cuanto llegamos, nos dieron una habitación, dejamos las maletas, cogimos algo de ropa de abrigo y los sacos y salimos. Moham y otro chico nos esperaban ya con nuestros dromedarios así que enseguida nos pusimos en marcha. El paisaje que teníamos ante nuestros ojos era impresionante. Para empezar, nos llamó la atención el color de la arena del Sáhara, de un naranja intenso, no como el de las playas del Norte. También las huellas de los diferentes animales en la tierra, la casi ausencia total de vegetación salvo alguna palmera junto al albergue que se iba quedando atrás...

Tengo que confesar que aunque los dromedarios son unos animales súper dóciles, yo habría preferido hacer el camino paseando junto a Moham pero conforme se fue haciendo de noche, apoyé mi mochila en mi dromedaria y me tumbé sobre ella para ir contemplando las estrellas. Es alucinante la cantidad de estrellas que pueden llegar a verse cuando la contaminación lumínica no te ciega los ojos...

En una hora y media llegamos a las haimas. Moham nos dijo que tomaríamos el té fuera sentados en unas colchonetas. Allí había gente de lugares muy diversos: portugueses, holandeses, españoles, argentinos... todos preparándose para cenar cada uno en su haima con su grupo. Cuando acabamos el té, nosotros hicimos lo mismo y nos metimos en la
tienda para esperar que nos trajeran la cena. Nos obsequiaron con una harira (sopa bereber) y un tajine grande como para el doble de comensales así que sobró bastante pero agradecimos la fruta que nos trajeron de postre.

Después de cenar, Moham se acercó a preguntarnos qué tal la cena y aproveché para preguntarle sobre la posibilidad de dormir en lo alto de una duna. Sorprendido, nos dijo riendo que podíamos dormir donde quisiéramos, que no era peligroso ya que muchas veces ellos dormían así y que se encargaría de traernos mantas para que no pasáramos frío.

Contentísimos por la respuesta, cogimos nuestros sacos y le acompañamos hasta lo alto de una duna, dejando atrás el bullicio de la fiesta que se estaba preparando en torno a las haimas.

Esa noche la pasamos mirando estrellas fugaces, sonriendo como tontos y pensando en la gran suerte que tenáimos por poder vivir una experiencia tan bonita. El kif que nos trajo Moham nos acompañó hasta la puerta de los sueños y nos dormimos escuchando la música de los timbales y los cantos bereberes que venían desde abajo.

Día 7: Merzouga - Marrakech

Nos despertamos con la luz del amanercer y Moham nos dijo que él recogía las mochilas, que teníamos que subir a la gran duna para ver salir el sol así que corrimos medio dormidos hacia la base y empezamos a subir. Atontados como estábamos nos costó bastante pero nos animábamos viendo al resto de las personas trepando hacia la cima, niños y ancianos también. Cuando llegamos a un punto que nos pareció perfecto, nos acomodamos y después de unos minutos en los que nos reimos bastante, nerviosos, el sol empezó a salir por detrás de una duna que teníamos enfrente.

Poco a poco, la arena fue cambiando de color conforme los rayos le daban a diferentes alturas. De un tono tierra anaranjado fue tornando a amarillo y poco después a un blanco dorado precioso y ahí nos quedamos bastante rato observando atónitos la belleza de un hecho que ocurre todos los días pero que allí parecía mágico.

Cuando bajamos a desayunar, todavía estábamos medio ensoñados pero el pan y el café nos estaban esperando en torno a las haimas así que hambrientos y con ganas de darnos ya una ducha, devoramos prácticamente todo lo que nos pusieron sobre la mesa. De vuelta en el dromedario apenas hablamos. Nos apenaba dejar el Sáhara pero también estábamos maravillados por la belleza que acabábamos de contamplar.

Al llegar al albergue, nos dimos una ducha rápida y Moham nos llevó hasta la carretera de asfalto. Nos intercambiamos los mails y nos despedimos de él un poco melancólicos por los momentos tan bonitos que habíamos compartido.

Durante el trayecto, le mandamos un mensaje a uno de los moteros que habíamos conocido en Ouarzazate para conocer su paradero y como estaba en Marrakech, decidimos pedirle que nos buscara alojamiento para los tres, que nos saldría más barato y hacer la noche allí, como etapa previa a Essaouira.

Ese día no paramos demasiado y comimos algo de fruta por el camino para llegar cuanto antes. La carretera de vuelta es bastante desértica y sin encanto pero aún así, nos fuimos deleitando con los paisajes. Por esta zona se ven bastantes palmerales y también muchos animales cruzando la carretera sin previo aviso, así que es importante conducir con precaución.

Llegamos a Marrakech entrada la noche ya y buscamos el Hotel Afriquia, donde nuestro amigo había cogido una habitación para los tres. El hotel era bastante tirado pero sólo nos costó 6 euros a cada uno así que contentos,
salimos a cenar a Jemaa el F'na y después fuimos a comprar unos dulces a una Patisserie. De vuelta, le pregunté a un chaval donde podía comprar unas cervezas y me indicó que en el hotel Europa, en la misma calle peatonal, las vendían así que compré unas birras para mí ya que mis amigos no querían y nos fuimos para la habitación.

Después de un poco de charla, mi amigo y yo estábamos cansados así que decidimos acostarnos pensando en la etapa del día siguiente y nuestro amigo nos comentó que vendría con nosotros así que todos nos fuimos a dormir.

Día 8: Marrakech - Essaouira

Nos levantamos tarde después de dormir un montón de horas y después de una ducha en un servicio común con bastantes ejemplares del reino animal, salimos a buscar una terraza donde desayunar. Hacía bastante calor pues el sol pegaba ya fuerte y nos tomamos el desayuno sin prisas dejándonos tostar. A eso de la una del mediodía, decidimos recoger las cosas y ponernos en camino.

Llegamos a Essaouira en un par de horas y un poco más. La ciudad es preciosa y nuestro amigo, que ya la conocía, nos llevó directamente a un ryad de habitaciones por 15 euros donde se estaba de lujo, súper limpio y bien equipado. Enseguida salimos a investigar la ciudad. Pegaba un viento súper fuerte, creo que es el Alisio, que pega en Fuerteventura también pero se agradecía la brisa atlántica después de los días de aridez.

Paseamos y paseamos entre las murallas, viendo los cañones herencia del pasado guerrero de la ciudad, los puestos de comida, de ropa, de artesanía... En Essaouira hay un centro de maestros de la madera lleno de tienditas donde se les puede ver trabajar.

A simple vista, es una ciudad bastante occidentalizada pues las terrazas están llenas de turistas pero eso no hace que pierda su encanto pues Essaouira es una ciudad eminentemente pesquera con una personalidad muy auténtica. De hecho, esa noche nos acercamos hasta la plaza donde se vende el pescado y pueden asártelo en los restaurantes de enfrente y nos dimos un homenaje por unos 6 euros cada. Nota: esta ciudad está llena de gatos por todas partes, nos quedamos alucinados.

Después de charlar un rato con los críos del restaurante y bromear con ellos, caminamos tranquilamente hasta el ryad y enseguida nos fuimos a dormir, deseosos de que llegara el día siguiente.

Día 9: Essaouira

Mi amigo se despertó perezoso ese día así que el motero y yo nos fuimos a correr por la playa, pensando en darnos un baño después. Mi primer baño del año en Essaouira, estaba súper excitada! Después de una carrerita de veinte minutos, pasamos un rato haciendo tai-chi en la orilla y tras eso, al agua patos! Estaba helada pero era tan emocionante vivir ese momento que no me lo quería perder por nada.

Mi amigo llegó cuando estábamos saliendo del mar y juntos nos fuimos a desayunar. Por la calle compramos unas fresas a un tipo con un carro y después entramos en un puesto con una mini-barra donde servían yogur y echamos las fresas en él. El yogur aquí es bastante ácido pero muy sabroso si te van este tipo de sabores. Después compramos unos dátiles y unas nueces en un puesto de la calle y paseamos mientras nos parábamos a observar los puestos hablando con la gente. Esta ciudad tiene una gran vida pero es más tranquila que Marrakech y se puede observar sin demasiados agobios.

Quisimos probar también la leche que vendía un tipo en una esquina. La leche que se vende está bastante fermentada y espesa y la taza de plástico donde la servía iba de boca en boca así que nos lo pensamos un par de veces por el tema de las amebas pero pensando en que nos quedaban un par de días sólo para volver, nos atrevimos a probarla y nos sorprendió su agradable sabor.

Se nos pasaron las horas centrales del día deambulando por las callejuelas y por la tarde, el motero me recomendó probar un hammam. Evidentemente, no podíamos pasar los tres juntos pero acordamos que me esperarían en la salida ya que el que elegimos era uno exclusivamente para mujeres. Toda valiente, pensé que era pan comido. Cuando hora y
media después salí, era una persona diferente y digo diferente porque había retrocedido en el tiempo y yo en ese momento tendría unos 8 años de edad.

La experiencia fue alucinante. Entré allí sin tener ni idea de francés ni de
árabe y descubrí (tarde) que era un hammam tradicional. Tradicional quiere decir que no había ninguna turista, ninguna mujer occidental, nadie fuera de lo común allí salvo yo, la intrusa que se metía en la casa de esas mujeres que me clavaban la mirada desde el suelo.

Pasé un rato de pie desnuda observando incómoda el lugar, mirando con aparente indiferencia las baldosas, la ausencia de asientos, la sencillez de las pozas que a mí me parecían más abrevaderos para vacas... No me atrevía a bajar la mirada por miedo a encontrarme sus ojos fijos en mí pero no podía evitar hacerlo pues aquellas mujeres eran la auténtica cara de Marruecos que yo había estado deseando ver.

Yo creo que andarían entre los cuarenta y sesenta años (o al menos así me lo parecía) y totalmente desnudas, hablaban en un árabe sigiloso y rápido mientras intercambiaban miradas y después yo volvía a captar su curiosidad. Parte de la estancia no la veía desde donde estaba pero veía más piernas gorditas estiradas por el suelo desde mi lugar, por lo que adivinaba el sitio abarrotado.

Tímidamente, agarré mi champú y mi gel y me acerqué hacia las pozas con cuidado de no pisar a ninguna (Alá me librara!). Miré alrededor y ví que todas tenían dos cubos de agua que yo no tenía y pensé que quizás tenía que haberlos traído conmigo pero resuelta a no meter la pata, alargué mi mano hacia la poza para echarme agua por encima y empezar a enjabonarme. Una de las mujeres me indicó que no lo hiciera y asustada retiré la mano. Le hice un gesto de duda y sin hacerme caso, siguió enjabonándose sin mirarme. Supuse que no me lo iban a poner nada fácil
así que decidí volver a mi rincón y esperar a que alguien me dijera qué tenía que hacer aunque allí nadie me dirigía la palabra. En frente de mí, una madre lavaba a su hija pequeña. La niña, que llevaba algo pastoso en el pelo que supuse que sería henna o algún tipo de barro, me miraba divertida y me dí cuenta de que allí, yo era la más pequeña de todas las mujeres.

Después de unos minutos que aunque suene a tópico, se me hicieron eternos, una enorme mujer, desnuda también, se acercó hasta mí con dos cubos de plástico. Me sonrió mirándome con cara de pena y me ordenó que me sentara en un rincón (Todo con gestos) mientras se fue hacia las pozas. Ésta debe de ser la mujer que me va a dar el masaje, pensé, pero para qué querrá que me siente en el suelo...?

Sin mediar palabra, volvió y me arrojó un cubo de agua por encima. Joder, menos mal que estaba caliente! Rebuscó en mi neceser y sacó la pastilla de goma pegajosa que me habían dado al entrar y el guante de tela que picaba. Hasta ese momento, yo había anhelado no tener que usar ninguno de ambos terroríficos objetos pero las costumbres allí no se cambian fácilmente así que sin decir nada, comenzó a frotarme con fuerza los brazos, los pechos, las piernas. Después boca abajo, tirada en el suelo, la
espalda, el culo, los pies... Olía raro y picaba bastante pero la verdad es que poco a poco me enpecé a encontrar más y más a gusto.

Cuando acabó de frotar, me dijo que me sentara y me arrojó otro cubo por encima. Tras eso, me ordenó que volviera a tumbarme y me empezó a dar un masaje que casi acabó conmigo de la fuerza que empleó. Primero por delante y después por detrás. Y vuelta a darme otro cubazo de agua. Pero yo estaba ya feliz porque me sentía como una niña a la que su mami le ayuda a bañarse. Lo más de lo más fue cuando agarró el champú que yo llevaba y me empezó a lavar la cabeza ahí sentada frente a mí. Yo miraba a la niña de enfrente a la que su madre le aclaraba el barro del pelo y no podía dejar de sonreir y ella me sonreía en plan, déjate hacer que está guay!

Después de un rato de frotar y aclarar, de hacer viajes a las pozas y echarme cubazos de agua, le pregunté si ya estaba acabado y me sonrió asintiendo una vez más. Le dí las gracias y salí al vestuario (de nuevo lleno de mujeres observando) a cambiarme. Cuando me vestí, la que salió por la puerta fue la pequeña ekilore de ocho añitos, no la que había entrado. Mis amigos debieron alucinar con mi cara pues me preguntaron medio pasmados a ver qué tal había estado y yo no sabía cómo explicarles lo que había vivido así que ni lo intenté, en ese momento sólo les dije que alucinante y a lo largo de la noche fueron saliendo más palabras.

Los chicos se fueron a su hammam, que resultó ser mucho más occidentalizado que el mío (con camilla para masajes y todo) mientras yo les esperaba en la habitación del ryad. Necesitaba meditar sobre la experiencia que acababa de vivir, digerirla de alguna forma, pero no podía. Me hice una pipa de kif pensando en relajarme un poco pero seguía alucinada. Mis sentidos estaban totalmente despiertos, a pesar de que mi cuerpo estaba muy relajado después del súper masaje de Mister Proper.

Cuando se nos hizo hora de cenar, mi amigo estaba tan encantado con su masaje que quería pegarse un pequeño homenaje y decidimos ir al Taros a cenar. La verdad es que después de los platos de la kasbah de Viktor, no habíamos degustado nada tan especial y la carta de vinos estaba muy bien aunque en Marruecos el vino es bastante caro en comparación con el resto de los alimentos pero aún así, cenamos de lujo y salimos orondos y felices.

De vuelta en el ryad, subimos a la terraza a ver las estrellas y estuvimos charlando un buen rato contándonos nuestras aventuras hasta que nos entró el sueño.

Día 10: Essaouira - Marrakech

Éste fue para mí el día más triste de todos porque dejar Essaouira no era como dejar Marrakech o cualquier otra ciudad. Bajé a preguntar por una ropa que había pedido que me lavaran en el ryad y mientras esperaba, el duelo me ofreció un té y un crepe, yo creo que por mi cara de pena. Lo cierto es que pasé la mañana bastante callada a pesar de que hicimos muchas cosas intentando aprovechar el tiempo que nos quedaba.

Desayunamos cerca del mar en una galería preciosa llena de cuadros de un artista local. Después, nos acercamos al puerto a ver llegar los barcos llenos de peces y observamos a los pescadores en corro pujando por unas anguilas que languidecían en el suelo. Paseamos lentamente intentando absorber cada gota de cada momento que formarían los recuerdos más tarde y finalmente, paramos a tomar el último té en una terraza. Qué tristeza cuando regresamos al ryad a coger las cosas y nos pusimos en marcha hacia Marrakech...

Pero Marrakech es una ciudad auténtica y salvaje y nos dió una cálida bienvenida a los tres. Esa era nuestra última noche, al menos para mi amigo y para mí, y teníamos que aprovecharla, así que me concedieron el deseo de tomar un café con pastas en la terraza del Argane y cenar después en el Café Árabe, a que le habíamos echado el ojo la noche en que llegamos. Fue una tarde especial, deliciosa... Nuestros corazones se estaban llevando un montón de sensaciones mágicas de allí, olores, sabores pero sobre todo, emociones y ya nos sentíamos felices de nuevo pensando en volver y en el resto de aventuras que nos quedaban por vivir.

De vuelta al ryad en el que nos alojábamos, nos juramos mutuamente regresar algún dia a esta maravillosa tierra de gente increíble, mucho más sabios, libres de prejuicios y con el corazón dispuesto a devolverles todo lo que nos habían dado tan generosamente.

Día 11: Marrakech - Madrid

Vuelta por la mañana y a pasar el vuelo pensando en el siguiente viaje...


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Pais Tema: Consejos para Marruecos
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Últimos 5 Mensajes de 1054
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AutorMensaje
ANGEMI
ANGEMI
Moderador de Zona
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09-08-2009
Mensajes: 30911

Fecha: Jue Mar 07, 2024 09:49 pm    Título: Re: Consejos para Marruecos

@90Trotamundo

Gracias por compartir la información. Saludos
Fallout_3
Fallout_3
Super Expert
Super Expert
21-06-2011
Mensajes: 259

Fecha: Mie Mar 13, 2024 10:17 am    Título: Re: Fez-Merzouga-Marrakech - Rutas por Marruecos

A ver si alguien puede ayudarme (y es el hilo adecuado): vamos a pasar 4 días completos en Marruecos, entrando por Fez y saliendo por Marrakech. Mi idea era ir en tren a Meknes, Rabat y ya bajar hacia Marrakech, pero luego he visto la opción de las excursiones de 3 días 2 noches de Fez a Marrakech y me parece buena idea ya que luego le podríamos dedicar el último día a Marrakech. El problema es que las excursiones que he visto online salen todas a primera hora de Fez y nosotros llegamos al aeropuerto entorno a las 10:30. ¿Alguien ha estado en una situación similar? ¿Habría que encargar un...  Leer más ...
ANGEMI
ANGEMI
Moderador de Zona
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09-08-2009
Mensajes: 30911

Fecha: Mie Mar 13, 2024 01:56 pm    Título: Re: Consejos para Marruecos

@Fallout_3

Muevo tu mensaje al hilo del tema.

Saludos
ANGEMI
ANGEMI
Moderador de Zona
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09-08-2009
Mensajes: 30911

Fecha: Mie Mar 13, 2024 01:58 pm    Título: Re: Consejos para Marruecos

@Fallout_3

Echa un vistazo a este hilo por si te sirve de ayuda y puedes preguntar allí tus dudas.

Marruecos: Itinerario 4-5 días

Saludos
Fallout_3
Fallout_3
Super Expert
Super Expert
21-06-2011
Mensajes: 259

Fecha: Mie Mar 13, 2024 04:18 pm    Título: Re: Consejos para Marruecos

La pregunta se puede reducir a si merece la pena hacer el tour de 3 días 2 noches de Fez a Marrakech o solo sale a cuenta si se alarga a 4 días.

Eso y en qué franja de precios se mueven esos tours privados.
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