Fotos, venturas y desventuras en China ✏️ Blogs de ChinaShanghai, Hangzhou, Xi'an y Beijing. Mayo de 2008Autor: Campalar Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.6 (21 Votos) Índice del Diario: Fotos, venturas y desventuras en China
01: 1.- Madrid-Shanghai, un día de 32 horas
02: 2.- 40 chinos y 2 españoles en bus a Hangzhou ¡y vuelven vivos!
03: 3.- ¡A que nos quedamos en Xi’an!
04: 4.- Los guerreros de terracota y un susto en el aeropuerto
05: 5.- Menú para hoy: escorpiones pata negra bien frititos
06: 6.- El Palacio de Verano
07: 7.- ¡Casi nos timan en Hongqiao!
08: 8.- El Templo del Cielo y la Ópera
09: 9.- La Gran Muralla, las Tumbas Ming y el Parque Jingshan
10: 10.- El día que comimos perro
11: 11.- El Templo Lama y el Lago Beihai
12: 12.- Mausoleo de Mao Zedong y La Ciudad Prohibida
13: 13.- Cuidado con las tallas, que los chinos son más pequeños que nosotros
14: 14.- Intento fallido de acercarnos a las instalaciones olímpicas
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Etapas 1 a 3, total 14
10 y 11 de mayo de 2008, sábado y domingo
Volamos con Swiss. Duración del vuelo Madrid-Zurich, 1 hora y 50 minutos, allí cambiaremos de avión, con el tiempo justo. En el billete pone comida ligera ¡y tan ligera!. A los 5 minutos de despegar nos sirven un desayuno (el 2º del día porque en Barajas ya hemos desayunado) En Zurich nos hacen pasar un nuevo control de policía y nos quitan el agua que habíamos comprado en Barajas. También volamos con Swiss. Duración del vuelo Zurich-Shanghai, 11 horas y 20 minutos. Allá vamos. Nos sirven primero un aperitivo, a las 15:00 horas la comida, a las 20:00 horas un bocadillo y a las 23:00 horas OTRO DESAYUNO (el 3º del día). Llegamos a Shanghai las 00:40 del domingo 11 de mayo que, cambiando a la hora local resultan ser las 6:40 horas de la mañana. Hace 18 horas y 40 minutos que nos hemos levantado pero en Shanghai está empezando el día y nosotros YA HEMOS DESAYUNADO. Entre pitos y flautas (inmigración, equipajes, …) no salimos del aeropuerto de Shanghai hasta las 7:30 horas. Nos está esperando Isabel, nombre español de la muchacha china que nos ha ayudado a preparar la primera parte del viaje. En chino se llama Zhang Li Ying. No tenía que venir ella pero como la agencia no disponía de guía que hablase español pues no ha tenido más remedio que acudir. Nos monta en un taxi y nos lleva al hotel. Antes de subir en el taxi le digo que si nos puede llevar en el tren Maglev, ese que va a 431 kilómetros por hora pero, o no consigo que me entienda, o se hace muy bien la tonta porque se supone que habla español. Por el camino nos hace una oferta de cambio de actividades: como hoy no tenemos nada preparado (por si estábamos muy cansados) propone hacer hoy lo que tenemos previsto para mañana y mañana ir de excursión a Hangzhou por el módico precio de 150,00 euros. Nos parece un poco caro pero le decimos que sí. Después nos dice que la agencia ha reservado, por error, hotel para una sola persona, pero que no nos preocupemos que ya está arreglado y no tenemos que pagar más. (creo que parte de los 150,00 euros son para eso). Llegamos al hotel y claro, nos dan solo un desayuno para cada día. Le digo que le diga al recepcionista que al menos nos den los dos para el mismo día, porque total el otro día nos vamos temprano a Hangzhou y desayunamos fuera. Dicen que no puede ser. Como las conversaciones tienen que ser con intérprete, pues nos aguantamos. El hotel está muy bien, se llama Yun's Paradise y está al lado del parque Yuyuan (solo cruzar la calle). Quedamos con Isabel en que mientras nos duchamos va a comprar los billetes de tren para la excursión. Cuando vuelve nos dice que el tren a Hangzhou sale demasiado tarde así que ha reservado plaza en una excursión en autobús. Se van confirmando mis sospechas de que los 150,00 euros son un timo. Además ha aparecido con ella un muchacho chino, que dice que es de la agencia pero que no sabe español ¿pues para qué viene?, nos preguntamos. Deducimos que será porque conoce la ciudad ya que Isabel es de Beijing y no la conoce. Nos llama la atención es el caos circulatorio que hay. Se mezcla todo: peatones, coches, autobuses, bicicletas,… Giran a la derecha, a la izquierda, siguen recto, todo a la vez; da igual si el semáforo está verde o rojo. Como te pares a esperar en el paso de peatones te miran como si fueses tonto. Cuando avance más el viaje nos iremos dando cuenta de que hasta por las autopistas circulan las bicicletas sin luz y ¡en sentido contrario! Nos llevan al Parque Yuyuan y me doy cuenta de que el chino que nos acompaña no tiene mucho que contarnos de la visita así que nos volvemos a preguntar para qué ha venido. Al terminar cogemos un taxi y nos llevan a la zona del Bund y la famosa calle Nanjing. Todo nos llama la atención porque es el primer día. Después ya no nos fijaremos tanto.
A las 12:00 horas nos dicen que es hora de comer y que toca pizza. Les decimos que tururú, que para comer pizza nos hubiéramos ido a Italia que está más cerca de casa así que ya pueden ir buscando otro menú. Después de que el chino, (que ahora ya sabemos que se llama Liu Zì Gang) llame a la agencia para pedir permiso nos ofrecen probar el Caldero mongol. Como es una de las comidas que yo llevaba anotada en mi guía gastronómica, aceptamos.
Nos gusta mucho el caldero mongol. De manera resumida se trata de un perol que te ponen en el centro de la mesa (que tiene un quemador que encienden claro). El perol está dividido en dos compartimentos con agua y especias que llevan a punto de ebullición. Si quieres, uno de ellos contiene picante y el otro no. Nosotros lo hicimos así, uno con picante. Ponen un montón de platos con carne y verduras que tienes que ir echando al agua (a la que pica o a la que no); hay salsas de mil clases y en cuanto la carne o verdura esté hervida, con los palillos que tienes como cubierto la sacas del perol y te la comes. No hay plato, en su lugar tienes un cuenco pequeño para emergencias (por si acaso no consigues que la comida llegue a la boca desde el perol usando los palillos). Cuando estamos hartos les pregunto a nuestros acompañantes que si en China hay costumbre de comer postre: dulces, fruta, lo que sea. Me dicen que sí y les digo que pidan algo. Sorpresa: nos traen rollitos de primavera y tomatitos chinos, de esos enanos. No les vamos a hacer un feo así que, de postre nos zampamos dos rollitos de primavera y media docena de tomatitos (que son los que conseguimos coger con los palillos antes de abandonar por aburrimiento). Os pongo una foto para que lo veáis: Después de ver la Plaza del Pueblo, donde está el museo de Shanghai nos llevan a la Torre Perla Oriental.
Subimos a la torre y vamos bajando por las terrazas, las rodeamos por dentro y por fuera y hacemos un montón de fotos. La vista desde arriba es impresionante porque la torre es bastante más alta que la Torre Eiffel.
Al bajar del último ascensor te dejan en el sótano, donde tienen las tiendas de recuerdos y la entrada un museo de la historia de la ciudad. Está montado con fotos y maquetas. También hay coches antiguos (éstos de verdad). Nos gusta bastante.
Como estamos en la otra orilla del rio tenemos que coger un taxi para volver. Cuando Isabel nos dice que a qué hora queremos cenar le decimos que no queremos cenar, que le cambio la cena de hoy por los dos desayunos que nos faltan. Acepta encantada claro, porque lo cierto es que debería darnos la cena y los desayunos. En fin, solo estamos empezando, así que no vamos a cabrearnos por un desayuno más o menos, al fin y al cabo hoy he desayunado 3 veces.
Puesto que no vamos a cenar con ellos, decidimos decirles que nos crucen el rio con el taxi y que se marchen, que ya volveremos solos al hotel dando un paseo (son las 17:30 horas). Nos cuesta un poco que lo entiendan pero al final lo conseguimos. Volvemos a la calle Nanjing y vemos por primera vez lo que será la constante del viaje: Los vendedores te avasallan Lady?, Hello?, Merçi?, ellos van probando todo lo que saben. En cuanto abres la boca y captan de dónde eres empiezan: amico, mila, mila, bonito. Quieles CUSTO, DOLCE GABANNA, … toda la retahíla. La verdad es que los vendedores de Shanghai son monjiles comparados con los mercados de Beijing. Eso sí que es la bomba. Aquí anochece más pronto (a las 20:00 más o menos), supongo que porque van con la hora solar real, al día siguiente descubriríamos que a las 5:30 de la mañana ya ha salido el sol. Así que en cuanto empieza a oscurecer, de la calle Nanjing pasamos al Bund por un paso subterráneo para cruzar la avenida y estamos un rato haciendo fotos y viendo el paisaje urbano del otro lado del rio. Es bastante impresionante.
Bueno, pues como empieza a hacer rasca, decidimos volver al hotel, que calculamos que está a una media hora andando.
En el camino vemos, en una calle, unos cuantos carritos con unos grandes pasteles que venden a trozos. Yo los había visto en internet así que decidimos probarlos. Le preguntamos a un vendedor el precio y nos dice que 35 yuanes el kilo. Le decimos que un kilo es mucho, que solo queremos un trozo así que lo corta, lo pesa con una romana y nos lo enseña: ½ kilo. Dice que le tenemos que pagar sólo 31 yuanes ¡qué cara! ¡Si un kilo vale 35, ½ no puede valer 31! Le decimos que se lo quede, que nos vamos. Nos coge del brazo y nos pide 30 yuanes. Definitivamente nos vamos sin comprarlo. Y es que todavía no hemos aprendido a regatear. Si esto nos pasa dentro de 6 días le sacamos el pastel por 3 yuanes. El cansancio empieza a hacer mella porque hay que recordar que llevamos sin dormir en una cama desde las 6:00 de la mañana del sábado y son las 20:00 del domingo, la friolera de 32 horas sin acostarnos, así que decidimos cerrar los ojos hasta mañana. Etapas 1 a 3, total 14
12 de mayo de 2008, lunes.
Nos levantamos a las 5:00 y a las 6:00 de la mañana estamos listos en la puerta del hotel. Definitivamente amanece más temprano. El sol ya está bastante alto. El caos circulatorio no es menor que el día anterior.
Nos montan en un taxi y nos vamos a la agencia que está junto a una de las estaciones de tren. A las 6:25 estamos allí y está cerrado. Abren a las 6:30 y hasta las 7:00 no viene a recogernos un coche en el que nos vamos los 4 (Liu Zì Gang también ha venido) a otro sitio donde nos espera un autobús y el guía de la excursión. Cuando por fin estamos todos (a las 7:30) arrancamos. El guía va hablando en chino, claro, y nosotros nos enteramos de alguna cosa que Isabel nos va traduciendo. Como curiosidad mencionar que los chinos hablan muy, pero que muy alto; todavía más que nosotros y que son un tanto “guarros” con el asuntillo de los escupitajos, me explico: donde sea y como sea todo el mundo escupe: en el suelo, en las papeleras, en las bolsas para el mareo de los aviones, en fin, una asquerosidad. Además no se cortan, lo hacen de una manera de lo más sonora. Hoy todavía pienso que son únicamente los de nuestro autobús pero durante el viaje me daré cuenta que se trata de cultura nacional. De hecho, por lo que he oído después, las autoridades están intentando inculcar a la gente que deje de escupir porque es, dicen, una mala imagen de cara a las olimpiadas. Bueno, entre gritos y escupidos llegamos al Parque del Oeste. En la puerta hay una estatua de alguien que debió ser una especie de alcalde de la ciudad. Todo el mundo se hace fotos en la estatua y nosotros no vamos a ser menos; pero resulta que a los chinos que hay allí les llamamos la atención nosotros más que el susodicho alcalde y con quien se ponen para hacer la foto es con nosotros. Somos la atracción de la puerta. La verdad es que acabaremos el día sin ver ni un solo occidental. En fin, nos recibe el guía local que lo primero que hace es pasar lista y entregarnos a cada uno una chapita azul que tiene impreso su número de móvil por si alguien se pierde; agarra una banderita y en procesión nos vamos todos tras él. No para de hablar y como Isabel no se prodiga en traducciones pues nos enteramos de bastante poco. Llegamos al lago y subimos a un barco a dar un paseo. En el lago hay una especie de boyas de piedra que son famosas porque salen en una de las caras del billete de 1 yuan (o salen en el billete porque son famosas). Todo el mundo les hace fotos (nosotros también, cómo no). Al bajar del barco nos lleva a ver el Templo de Yue Fei que según cuenta fue un famoso guerrero (2º en jerarquía tras el emperador) y es bastante venerado en China. También vemos su tumba y la de su hijo Yue Yue. Ahí tenéis al guerrero
y las dos tumbas.
A las 12:00 a comer. El guía local dice que allí solo se come lo que venden junto al templo así que no hay problema con la elección. Es una especie de puesto ambulante donde se compra la comida y uno se la come donde puede, porque solamente hay 3 o 4 mesas con bancos de piedra. Menú: arroz, 1 (solo un) muslito frito del ala de un pollo, un (solo un) pescadito frito que parece de plástico, verduras, 1 huevo frito y para comértelo... 2 palillos de madera.
Como estamos en un parque al aire libre y hay mucha gente toooodos los chinos mirando a ver qué tal se nos da con los palillos. Conseguimos salir bastante airosos, la verdad. Nuestro acompañante chino (que voy observando que solo viene para pagar las comidas y las distintas entradas) no ha traído nada para beber con la comida y le digo que si es que no beben comiendo. Se marcha y vuelve con un bol y una cuchara de sopa china con una especie de gelatina de color violeta que ¡sorpresa! Está caliente. Desisto de pedir agua. Cuando encuentre donde comprar una botella me la compro yo. Me fijo en que casi todos llevan un bol igual. Resulta que es polvo de loto y en todo caso yo lo catalogaría como postre, pero no bebida para comer. ¡Ayer le pido postre y me trae rollitos de primavera y hoy le pido bebida y me trae postre!. Está claro que no hablamos la misma lengua. Pues bueno, comemos 3 o 4 cucharadas y como es bastante pesado acaba en la papelera. Todo esto ha pasado en 20-30 minutos, no más, y el guía local dice que hay que ponerse otra vez en marcha así que a pasar lista. Bueno, llegamos al autobús y… vuelve a pasar lista (y van 3). Se ha levantado viento y de camino al autobús casi nos ahogamos. Hay tanto polen volando que casi no se ve. Acabamos todos con las chaquetas puestas en la cara para poder respirar y con el pelo y los hombros como si hubiera nevado. Nunca había visto tanta concentración. Ahora nos llevan a un edificio grande, con un aparcamiento aún mayor y lo que nos parece la entrada de otro parque. Nos entran al edificio y resulta ser un sitio donde venden toda clase de artículos de seda. Nos enseñan cómo, a partir de los capullos de seda de los gusanos, fabrican artículos de seda, hilada o sin hilar. Isabel nos aconseja que no compremos nada porque es muy caro, que en Beijing es mucho más barato, así que solamente me fijo en los artículos y los precios pero no compramos nada. Entre otras cosas nos han enseñado cómo hacen los edredones de seda (de seda lo de dentro, en lugar de plumas o miraguano). Tengo que hacer verdaderos esfuerzos por no comprar nada, pero lo consigo. Ahora nos vamos al lado, a lo que nos pareció un parque, no sin antes ¡pasar lista de nuevo!, la cuarta vez. Resulta que es un parque temático (una especie de la zona de China en Port Aventura, pero de verdad). Es bastante bonito, se llama algo así como Templo de la Dinastía Zhong (Lingyun Luyoufuwu Zhongx’n si no me he equivocado al copiarlo). Otra curiosidad: hay un señor haciendo dulces de caramelo líquido que es una gracia. Te enseña un cartón con dibujos, eliges uno y en un pispas te lo hace. Elijo un Ave Fenix. Es una obra de arte que da mucha pena comer. Estamos en el parque más o menos una hora, es decir casi nada; volvemos al autobús y…¡a pasar lista!
Ahora nos llevan a una demostración para vendernos te. Nos cuentan (en chino, claro) cómo se distingue el nuevo del viejo, nos explican lo bueno que es su te, etc, etc. Tampoco compramos porque es muy caro (300 yuanes por 100 gramos). A estas alturas ya nos estamos empezando a enfadar con Isabel. Nosotros no queríamos una excursión para ir de compras, sino para visitar sitios y sobre todo no nos advirtió del asunto porque ella ya lo debía saber. A estas alturas hemos ido a 3 sitios y 2 son de compras y ventas varias. Después de beber 4 vasos de te y buscar urgentemente un servicio, volvemos al autobús y por sexta vez pasan lista. Ahora aparecemos en el Templo de Lin Yìn. Antes de entrar al templo nos meten en una tienda de incienso, también muy caro. Las compras ya ganan por goleada de 3 a 1. Lo único curioso es el pedazo de palito de incienso que tenían en la puerta: Una vez en el templo, o mejor dicho en sus jardines, el guía local nos larga una parrafada, se da la vuelta y desaparece. Al preguntarle Isabel nos explica que ha dicho que la excursión solamente incluye la entrada a los jardines, pero que si queremos ver cualquiera de los 4 templos que hay dentro, tenemos que pagar nosotros la entrada por separado en cada uno.
Ahora sí que nos cabreamos de verdad. No la mandamos a ella y al otro a espigar porque no sabemos decirlo en chino pero le decimos que nos ha estafado 150 euros por llevarnos de compras, comer mal y no ver casi nada. En fin, acabemos el día como podamos. Paseamos un rato por los jardines, que tienen budas por doquier y volvemos al bus y a la cruz de pasar lista de nuevo. Ahora bajamos en otro parque, o templo o yo que sé, porque estamos tan enfadados que no me apetece ni bajar del autobús, máxime cuando solamente dan media hora para verlo. Decido quedarme, por el cabreo y por otra cosa: resulta que cada vez que bajamos del autobús, cuando vamos a sentarnos nos han quitado el sitio porque según llegan van eligiendo de manera que, en el último trayecto, hemos acabado en los asientos del final del todo. Me digo que ya no más y aprovechando que no hay nadie me siento en los de detrás del conductor. Claro, cuando vuelven de la excursión la señora que ocupaba el sitio donde yo me he sentado dice que me levante. Me hago la sueca por aquello de que no la entiendo y ella se niega a sentarse en otro sitio. Al final viene Isabel y me dice que la señora no quiere cederme su sitio así que le contesto que yo tampoco se lo cedo a los que ocupan el mío. Al final me devuelven mi sitio pero Dios me castiga por portarme mal porque el viajero que me toca en el asiento de detrás del mío se pasa todo el viaje de vuelta practicando en mi oído el deporte nacional, “el escupitajo”, así que el tío me da el viaje. Ale, pues parece que ya volvemos a Shanghai. Son las 18:00 horas. En la autopista hay una sinfonía de pitos de padre y muy señor mío. Ya me dí cuenta en la ida pero ahora que me fijo más resulta que la gente conduce de una manera realmente temeraria. Además, nadie pone el intermitente para adelantar y les da igual hacerlo por la derecha que por la izquierda, pitan para avisar y que se aparten los otros. A mitad de viaje ya estamos rezando el rosario dando gracias por el milagro de no habernos estrellado por tanto zigzag. Pero esto no es todo. Observamos que toma la salida de Shuzhou cuando nosotros vamos a Shanghai y pensamos: como nos vendan algo más matamos a alguien. Bueno pues, ni corto ni perezoso se para en medio de la autopista, detrás de un minibús que ya estaba allí parado (sin luces), abre la puerta y descarga a la mitad del pasaje, en medio de la autopista y sin luces, con un par de narices. Solo añadiré a este pasaje que los coches y autobuses no son los únicos que practican la conducción temeraria, las bicis no se quedan atrás. También van por la autopista y sin luces; y los más atrevidos incluso en dirección contraria, por el arcén. La verdad es que creo que es un milagro que haya 1.000 millones de chinos con esta manera de conducir. Ahora viene la última con Isabel. Resulta que el vuelo para Xi’an sale a las 12:05 y nos dice que a las 8:30 estemos listos para ir al aeropuerto. Pero ¿estará loca? Le decimos que ni flores. Como anteayer cuando llegamos me quedé con las ganas de subir en el tren Maglev pues le digo que nos lleve en el tren, que tarda solamente 6 minutos en llegar. Me he empeñado en subir al dichoso tren y no paro hasta que claudica. Cuando se van y llegamos a la habitación recibimos un mensaje de mi hijo desde Madrid preguntándonos por un terremoto. Después nos llama mi otro hijo desde Beijing para preguntarnos también lo mismo. Él dice que estaba durmiendo la siesta (como buen español) y no se ha enterado, pero que la gente dice en Beijing que si lo han notado. La verdad es que nosotros no nos hemos enterado de nada. Cuando reconstruimos el día resulta que a la hora que ocurrió (creo que a las 14:28) estábamos en el parque temático viendo algo así como humor amarillo en directo. Solo voy a añadir una última nota de color al día de hoy: resulta que como hemos estado todo el día fuera no he tenido más remedio que usar los aseos públicos. Además hemos estado en una ciudad menos cosmopolita que Shanghai, que parece estar algo más “occidentalizada”. Bueno pues os cuento sobre ello: No he encontrado ni un solo aseo que tenga inodoro, todos eran de agujero para ponerse en cuclillas. En China hay muchos aseos públicos que encuentras sin preguntar, (solamente siguiendo el tufillo) pero no suelen tener papel y mucho menos jabón para las manos. Como no te puedes secar las manos, pues sale todo el mundo chorreando agua y eso sí, en todos hay una señora que está continuamente pasando el mocho en cuanto alguien gotea el suelo con las manos. Pues eso, que nadie olvide los pañuelos en el bolso, que los va a necesitar. Y que no os tengáis que ver como el de la foto.
Espero que Beijing se parezca más a Shanghai en este aspecto Etapas 1 a 3, total 14
13 de mayo de 2008, martes.
Diana a las 6:30 horas y nos plantamos en el parque Yuyuan a las 7:45. Me compro unos zapatos y unas sandalias. Decididamente no sabemos regatear (o al menos no como se tiene que hacer aquí). Que cara de panolis no nos habrán visto, que hasta nos han hecho descuento.
A las 9:30 llega Isabel. En taxi vamos a la estación del tren Maglev y a las 10:06 estamos en el aeropuerto de Pudong. Cuando vinimos a Shanghai tardamos casi una hora en taxi por el mismo trayecto. No os lo perdáis porque merece la pena. Es una pasada, en 34 segundos coge una velocidad de 97 km/hora, espero que se aprecie en la foto
Y en tres minutos alcanza 431 kilómetros por hora, a partir de ahí emplea los otros 3 minutos en frenar. Lo mejor es que en realidad no se nota la velocidad; tienes que mirar por la ventanilla para darte cuenta, pero como te quedas bobo mirando el panel que indica cómo acelera, pues no te da tiempo a verlo, porque 6 minutos pasan volando.
Una vez en Pudong, Isabel nos saca las tarjetas de embarque y nos despedimos. Volamos con Hainan Airlines. Nos quitan los mecheros en el control pero solo a uno de los dos. Embarque y comida a bordo.
En el avión hay un escándalo de narices. En cuanto se acaba el despegue y encienden las luces parece que a todos les ha entrado de repente ganas de hacer pis, de estirarse, de ponerse de pie… Aquí se nota más lo alto que hablan los chinos. Me siento en el asiento de pasillo y mi vecino del otro lado del pasillo no para de practicar el deporte nacional, ya sabéis cuál es. Creo que va a conseguir llenar la bolsa de papel para el mareo. Menos mal que se queda dormido un rato, durante el cual su vecino de asiento aprovecha para quitarle una botella de agua que tiene, bebérsela y volverla a poner en su sitio. ¡Estos chinos! De Shanghai a Xi’an hay unos 1.300 kilómetros y tardamos más o menos dos horas y media en llegar. El aeropuerto es más normal de tamaño que el de Shanghai. Aquí veo que hay escupideras por los pasillos. Hasta ahora no me había fijado del detalle en ningún sitio. También en el aeropuerto me ocurre una cosa curiosa: entro a los servicios y hay cola. Cuando le llega el turno a una señora veo que se asoma a una de las puertas y no entra. Yo pienso: estará sucio. Le toca a otra que repite la operación de asomarse y tampoco entra. Cuando me llega el turno a mí pues también me asomo y ¡sorpresa! No está sucio, lo que pasa es que tiene un inodoro y nadie entra. A partir de aquí saber esto me ahorra más de una cola porque ya sé que cuando hay una puerta a la que nadie entra es porque no tiene agujero. (En otros sitios ya me fijo que tienen el dibujo en la puerta para que la gente sepa si dentro hay agujero o inodoro). Bueno, pues ya estamos en Xi’an. Nos recoge un coche con chofer y Tomás (Shí Yáng en realidad) que estudia español y ha cogido este trabajo para practicar el idioma. El muchacho se ha preparado de su libro de historia un poco de información sobre su ciudad y de camino a la ciudad nos la va leyendo. Antes de ir al hotel nos lleva a ver la muralla (40 yuanes), la Torre de la Campana y la Torre del Tambor. Las dos torres están en una plaza muy bonita, con muchos parterres de flores que descubro que no están plantadas. Son simplemente macetitas apiladas formando dibujos. Me choca mucho pero después, en Beijing, también están así y mi hijo me explica que es porque en invierno hace mucho frio y se queman todas, así que es más cómodo hacerlo así que replantar cada vez. .Después vamos a ver la calle del grupo étnico Hui y tenemos la primera aproximación con la imagen de la comida en china. Es una pasada. Está en una calle junto a la Mezquita y la Torre del Tambor Hay un mercadillo cubierto
y tiendas en las que venden de todo
Lo que más nos llama la atención son las tiendas de comida que sacan su mercancía a la calle.
La costumbre es siempre pinchar la comida en un palito, hasta las verduras:
No se me ocurre comer nada porque está todo muy sucio.
Solamente compro unos dulces de no sé qué, que Tomás me traduce con su traductor de bolsillo como “acerola”. Me llaman la atención unos mochos que venden en muchos puestos. Hay de todos los tamaños y me pregunto para qué valdrán. Como me entero después del uso que tienen, pues después os lo cuento. Mientras paseamos por el mercadillo nos encontramos a un grupo de españoles que nos vuelven a preguntar por el terremoto y nos cuentan que en Xi’an se notó bastante. .Hoy por fin cenamos en un sitio bastante bueno y a las 20:00 horas nos llevan al hotel. En el plano que tenía no parecía que estaba tan lejos del centro pero la verdad es que hay un trecho. El hotel se llama Xi’an Garden Hotel. Está muy bien y muy cerca de la Pagoda de la Oca Mayor aunque no podemos entrar porque está cerrada Por cierto, al pie de la pagoda hay una fuente musical que Tomás dice que es la más grande de Asia. Todos los días a las 20:30 horas hay un espectáculo de agua, música y luces. Es precioso. Los sábados y domingos dicen que hacen más cosas pero hoy, aunque es martes y también es muy bonito. Hay muchísima gente. Os pongo una foto de una de las farolas del parque donde está la fuente
También nos enseña los alrededores; al ser de noche está iluminado y es todavía más bonito. Observad el conjunto dedicado a las marionetas y respecto al tamaño, el muñeco pequeño es más o menos el de una persona.
Fijáos en lo bonitas que son las manos si las ampliamos:
Observamos que hay mucha gente que duerme en el parque y al preguntarle a Tomás nos dice que es por miedo al terremoto, que ya llevan dos noches durmiendo ahí. La pongo grande para que se aprecie bien y os aseguro que no es gente de botellón.
Ahora llega la sorpresa del día: mientras estábamos viendo la fuente musical nos ha llamado nuestro hijo desde Beijing. No sabemos cómo se ha enterado pero dice que es posible que mañana no podamos salir de Xi’an en avión. Dice que va a hacer algunas gestiones y nos llama después.
Tomás quiere llevarnos al hotel pero le decimos que se marche y nos quedamos solos dando un paseo y disfrutando del parque. Hay muchos jóvenes porque Xi’an tiene una universidad importante y hay muchos estudiantes. Nos llama la atención que hay gente escribiendo poesías en el suelo (en chino) que luego se borran porque lo hacen con agua un poco manchada ¿será eso la tinta china? Por fin aprendo para qué sirven los mochos que vendían en el mercadillo. Cuando vuelve a llamar nuestro hijo nos dice que nuestro vuelo de mañana a Beijing, con China Eastern, ha sido definitivamente cancelado pero que ha podido reservarnos pasajes en uno de Hainan Airlines que sale una hora antes. Nos llamará mañana para darnos más información pero aún así, dice que si una vez que estemos en el aeropuerto nos dicen que no podemos volar, que le digamos a Tomás que nos lleve al tren, y nos saque un billete nocturno a Beijing. Es un viaje largo pero por lo menos no tendremos que quedarnos aquí. Bueno, fin del día. Veremos qué nos depara el 14 de mayo y si conseguiremos o no llegar a Beijing. (parecemos Willi Foc). Total, estamos solamente a unos 1000 kilómetros. Etapas 1 a 3, total 14
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