17 de mayo de 2008, sábado.
La etapa de hoy es más parca en fotografías que las anteriores, aún así he puesto unas cuantas curiosidades al final del todo, para que no sean todo letras.
Acabo de darme cuenta de que no he aclarado que nuestro viaje a China es en realidad consecuencia de que tenemos un hijo que está estudiando chino en Beijing y a la vez haciendo de intérprete con hispanohablantes para sacarse unas pelillas. Así que hemos venido a verlo y por eso nuestra estancia se prolonga más aquí que en las otras ciudades. Por eso también tuvimos la suerte de contar con su ayuda cuando el asuntillo de la cancelación del vuelo por el terremoto en Xi'an y por eso disfrutamos del lujo de tenerlo como intérprete particular.
En fin, hoy hemos quedado por teléfono con él a las 10:30 en la puerta norte del Templo del Cielo, pero cuando llegamos está lloviendo, así que le llamamos y nos dice que vayamos al Mercado Hongqiao que él vendrá más tarde. Dice que probemos a regatear nosotros solos que ya deberíamos haber aprendido y que podemos comprar unas chaquetas impermeables como la suya, que la compró en febrero cuando vino, y le ha dado muy buen resultado.
Aclaro que el Mercado Hongqiao (el de las perlas) está muy cerca del Templo del Cielo, así que vamos andando. Compramos bastantes cosas, incluidas las chaquetas impermeables que cito especialmente porque nos ocurrió con ellas lo siguiente:
Cuando decidimos que ya está bien de compras, porque vamos bastante cargados y eso no es bueno, porque al ver las bolsas los dependientes asocian que gastas y te rebajan menos, resulta que llevamos una chaqueta de las impermeables en la mano y la vendedora de otra tienda le pregunta a nuestro hijo que cuanto le ha costado. Él le contesta en chino, un importe menor de lo que en realidad hemos pagado y la china le espeta: claro, es que no son de las buenas; os han engañado; y a continuación le enseña a distinguir unas de otras.
Al loro con los chinos: nos probamos unas, negociamos el precio y cuando nos las meten en la bolsa, nos las dan embaladas y resulta que son otras casi idénticas pero que no son de la misma calidad.
Consejo: cuando os probéis algo, si es eso lo que queréis, llevaos esa prenda, no otra, y no le quitéis el ojo de encima a la que habéis elegido. En este caso, si no es por casualidad, no nos enteramos hasta que hubiésemos visto que el resultado no era el mismo que el de la comprada en febrero.
Bueno, el caso es que decidimos volver donde las hemos comprado a decírselo a la dependienta y entre risas y tonterías conseguimos que nos las cambie.
Ya tenemos hambre así que cogemos el metro, al que todavía no habíamos subido y nos vamos a una de las estaciones de ferrocarril (Beijing Railway Station para quienes tengáis un plano en inglés).
Jamás he visto tanta gente junta. Es increíble la cantidad de personas que hacen cola para entrar en la estación, o que están en la plaza esperando cargadas de maletas. Lástima que no hicimos ninguna foto.
En la plaza hay un centro comercial con un restaurante japonés que tiene un precio único de 88 yuanes y comes todo lo que quieras. Algo así como los restaurantes vegetarianos FresCo pero con la diferencia de que no es self service como en los FresCo, sino que te sirven camareros.
Cuando llegamos ya se ha pasado la hora de comer y nos dicen que hasta las 17:30 no sirven la cena así que picamos algo de lo que llevamos en la mochila y decidimos ir a que nos den un masaje hasta la hora de cenar y volver después.
Aquí hay muchos sitios de masaje, incluso en algunos mercados hay puestos muy baratos para masajes de pies aunque a mí no me gusta porque en esos sitios suele haber mucho ruido, está todo el mundo pasando y tú con los pies en remojo.
Vamos a un sitio que yo tengo anotado en la guia particular que me preparé en casa. Por cierto, es muy útil porque me puse en chino y en español los nombres y direcciones de todos los sitios que quería visitar, añadí fotos de cada uno para enseñarlas a los taxistas por si no me entendían y alguna que otra cosa más que nos está resultando muy útil, sobre todo cuando estamos solos.
Bueno, vuelvo al masaje. Vamos a un sitio que se llama Dragonfly. Tiene 3 establecimientos en Beijing así que elegimos el de la dirección más cercana a donde nos encontramos. Nos dicen que tenemos que esperar un poco pero que nos cogen, así que: 1 masaje de pies de una hora para cada uno, 1 masaje thailandes de cuerpo (de oil) de una hora, también para cada uno, y una manicura para mis manos, nos dejan a los tres como nuevos. Tanto que decidimos coger cita para volver otro día. Para probar otra cosa, reservamos para cada uno, un masaje de cabeza y hombros y otro de pies (porque el mejor de todos).
¡Que a nadie se le ocurra volver de China sin que le den un masaje de pies, por favor.!
Pues bien relajaditos volvemos al restaurante japonés donde cenamos hasta cansarnos de comer por 88 yuanes cada uno (os recuerdo que no habíamos comido porque hemos llegado tarde al restaurante, que no es que seamos unos glotones).
Para terminar el día, tenemos un pequeño incidente antes de llegar al hotel. Aunque como cada día es nuestro hijo quien dice al taxista dónde tiene que llevarnos porque él se vuelve a la universidad, el de hoy se equivoca de hotel y nos para en la puerta de otro que no es. ¡Ja! ¡A ver quién es el chulo que le hace comprender que se ha equivocado! Tarea imposible así que, como afortunadamente sabemos dónde estamos, decidimos bajarnos del taxi y llegar a nuestro hotel andando. Hablando de taxis, hoy nos han dicho que en Beijing hay 70.000. ¿qué os parece?
Otro consejo sobre los taxis: Parad los taxis por la calle y controlad siempre que pongan el taximetro en marcha porque algunos no lo hacen. Al salir de los mercados, sobre todo, hay muchos taxis en la puerta que no están de servicio y pretenden sacarse unas pelillas extra. Con esos hay que negociar y casi siempre cobran mucho más de lo que deben. A nosotros uno nos quiso cobrar 80 yuanes por una carrera que nos costó 14 en un taxi que estaba de servicio.
Como hoy no he puesto fotos porque una de los pies tras el masaje no es cuestión de ponerla, para terminar la etapa pondré alguna curiosidad. Esta es de un autobus averiado en medio de una avenida. Fijáos que es de noche y no tiene ni una sola luz de posición. Fijáos también en el triangulo de advertencia:
En fin, hoy hemos quedado por teléfono con él a las 10:30 en la puerta norte del Templo del Cielo, pero cuando llegamos está lloviendo, así que le llamamos y nos dice que vayamos al Mercado Hongqiao que él vendrá más tarde. Dice que probemos a regatear nosotros solos que ya deberíamos haber aprendido y que podemos comprar unas chaquetas impermeables como la suya, que la compró en febrero cuando vino, y le ha dado muy buen resultado.
Aclaro que el Mercado Hongqiao (el de las perlas) está muy cerca del Templo del Cielo, así que vamos andando. Compramos bastantes cosas, incluidas las chaquetas impermeables que cito especialmente porque nos ocurrió con ellas lo siguiente:
Cuando decidimos que ya está bien de compras, porque vamos bastante cargados y eso no es bueno, porque al ver las bolsas los dependientes asocian que gastas y te rebajan menos, resulta que llevamos una chaqueta de las impermeables en la mano y la vendedora de otra tienda le pregunta a nuestro hijo que cuanto le ha costado. Él le contesta en chino, un importe menor de lo que en realidad hemos pagado y la china le espeta: claro, es que no son de las buenas; os han engañado; y a continuación le enseña a distinguir unas de otras.
Al loro con los chinos: nos probamos unas, negociamos el precio y cuando nos las meten en la bolsa, nos las dan embaladas y resulta que son otras casi idénticas pero que no son de la misma calidad.
Consejo: cuando os probéis algo, si es eso lo que queréis, llevaos esa prenda, no otra, y no le quitéis el ojo de encima a la que habéis elegido. En este caso, si no es por casualidad, no nos enteramos hasta que hubiésemos visto que el resultado no era el mismo que el de la comprada en febrero.
Bueno, el caso es que decidimos volver donde las hemos comprado a decírselo a la dependienta y entre risas y tonterías conseguimos que nos las cambie.
Ya tenemos hambre así que cogemos el metro, al que todavía no habíamos subido y nos vamos a una de las estaciones de ferrocarril (Beijing Railway Station para quienes tengáis un plano en inglés).
Jamás he visto tanta gente junta. Es increíble la cantidad de personas que hacen cola para entrar en la estación, o que están en la plaza esperando cargadas de maletas. Lástima que no hicimos ninguna foto.
En la plaza hay un centro comercial con un restaurante japonés que tiene un precio único de 88 yuanes y comes todo lo que quieras. Algo así como los restaurantes vegetarianos FresCo pero con la diferencia de que no es self service como en los FresCo, sino que te sirven camareros.
Cuando llegamos ya se ha pasado la hora de comer y nos dicen que hasta las 17:30 no sirven la cena así que picamos algo de lo que llevamos en la mochila y decidimos ir a que nos den un masaje hasta la hora de cenar y volver después.
Aquí hay muchos sitios de masaje, incluso en algunos mercados hay puestos muy baratos para masajes de pies aunque a mí no me gusta porque en esos sitios suele haber mucho ruido, está todo el mundo pasando y tú con los pies en remojo.
Vamos a un sitio que yo tengo anotado en la guia particular que me preparé en casa. Por cierto, es muy útil porque me puse en chino y en español los nombres y direcciones de todos los sitios que quería visitar, añadí fotos de cada uno para enseñarlas a los taxistas por si no me entendían y alguna que otra cosa más que nos está resultando muy útil, sobre todo cuando estamos solos.
Bueno, vuelvo al masaje. Vamos a un sitio que se llama Dragonfly. Tiene 3 establecimientos en Beijing así que elegimos el de la dirección más cercana a donde nos encontramos. Nos dicen que tenemos que esperar un poco pero que nos cogen, así que: 1 masaje de pies de una hora para cada uno, 1 masaje thailandes de cuerpo (de oil) de una hora, también para cada uno, y una manicura para mis manos, nos dejan a los tres como nuevos. Tanto que decidimos coger cita para volver otro día. Para probar otra cosa, reservamos para cada uno, un masaje de cabeza y hombros y otro de pies (porque el mejor de todos).
¡Que a nadie se le ocurra volver de China sin que le den un masaje de pies, por favor.!
Pues bien relajaditos volvemos al restaurante japonés donde cenamos hasta cansarnos de comer por 88 yuanes cada uno (os recuerdo que no habíamos comido porque hemos llegado tarde al restaurante, que no es que seamos unos glotones).
Para terminar el día, tenemos un pequeño incidente antes de llegar al hotel. Aunque como cada día es nuestro hijo quien dice al taxista dónde tiene que llevarnos porque él se vuelve a la universidad, el de hoy se equivoca de hotel y nos para en la puerta de otro que no es. ¡Ja! ¡A ver quién es el chulo que le hace comprender que se ha equivocado! Tarea imposible así que, como afortunadamente sabemos dónde estamos, decidimos bajarnos del taxi y llegar a nuestro hotel andando. Hablando de taxis, hoy nos han dicho que en Beijing hay 70.000. ¿qué os parece?
Otro consejo sobre los taxis: Parad los taxis por la calle y controlad siempre que pongan el taximetro en marcha porque algunos no lo hacen. Al salir de los mercados, sobre todo, hay muchos taxis en la puerta que no están de servicio y pretenden sacarse unas pelillas extra. Con esos hay que negociar y casi siempre cobran mucho más de lo que deben. A nosotros uno nos quiso cobrar 80 yuanes por una carrera que nos costó 14 en un taxi que estaba de servicio.
Como hoy no he puesto fotos porque una de los pies tras el masaje no es cuestión de ponerla, para terminar la etapa pondré alguna curiosidad. Esta es de un autobus averiado en medio de una avenida. Fijáos que es de noche y no tiene ni una sola luz de posición. Fijáos también en el triangulo de advertencia:

Estas dos son de las máquinas que utilizan para limpiar calles y avenidas:


Y por último, una de las cabinas telefónicas y su cable, que espero que se vea bien, porque es el de enganche a la red. Cuando vayáis fijáos porque tanto los cables del teléfono, como los de la luz, están al alcance de la mano.
