23 de mayo de 2008, viernes.
Hoy vamos a dedicar el día a hacer las últimas compras. Como nos lo hemos tomado con tanta calma, resulta que hemos ido de compras muchas veces, pero no hemos comprado muchas cosas.
Al levantarnos vamos directamente el mercado de la Seda y nos pasa otra cosa digna de ser contada:
Yo quiero comprarme algún polo de algodón sin manga pero, en primer lugar no me dejan probármelo en la mayoría de puestos, y cuando por fin conseguimos que me dejen, pues resulta que los polos me están pequeños. Le digo a la vendedora que los quiero más grandes y me dice que estoy muy guapa con los que me he puesto. Para no entrar en discusiones, que ya me las conozco, le digo que son para mi hermana que está más gorda que yo y así, al menos, consigo que no me discuta más.
Bueno, pues dice que espere un poco que va a traerme polos más grandes y cuando vuelve me trae unos polos con un aspecto de haberles datos estirones que no os podéis imaginar. Eran más grandes, seguro, pero eran los mismos. Cuando le digo que son los mismos me enseña la etiqueta del tamaño y al tocarla se le cae y aparece la talla anterior. Como ya os comenté en otra etapa, he aprendido que sin probar no compro nada porque ésta hubiera sido capaz de traerme el mismo polo, con la etiqueta cambiada y perfectamente embalado. Si me lo llevo, luego se lo tengo que poner al perro.
Tras el trapicheo de las tallas, hoy vamos otra vez a que nos den los masajes, que tenemos la cita a las 17:30 horas (690 yuanes los tres) y como la otra vez, nos quedamos como nuevos. No me cansaré de decirlo bastantes veces: no os vengáis de China sin probar el masaje de pies. Por cierto, que no he contado como lo dan:
Te sientas en el sillón y lo primero te descalzan, claro. Luego te ponen los pies en remojo en un barreño con agua calentita. A continuación, mientras tienes los pies en agua te dan un masaje en los hombros y después retiran el cubo y comienzan el masaje de pies propiamente dicho. Te masajean hasta las rodillas y cuando terminan, te vuelven a meter los pies en otro barreño que vuelven a traer con agua caliente, te lavan los aceites y te secan. Si tienes que darte masaje de otro tipo te ponen unas chanclas y te llevan donde toque. Si solo tienes el de pies, te vuelven a calzar, te sirven un té y cuando te lo tomas, te acompañan a la salida.
Como nosotros tenemos, en las dos ocasiones que hemos ido, otro masaje aparte, nos cambian de habitación y nos llevan a una de dos camillas. Aclaro que cuando hemos entrado y han visto que somos 3, y además matrimonio y un hijo, nos han preguntado que cómo queremos estar. Al decirles que nosotros juntos y nuestro hijo solo, en el de pies, donde las separaciones son con cortinas, estamos juntos, separados con una cortina, vaya; pero en los de cuerpo que son habitaciones individuales y tienes que desvestirte para ponerte un pantalón corto, estamos dos juntos y uno separado.
Todo con música suave y en penumbra. Os aseguro que acabas roncando a pierna suelta.
De ahí nos vamos a cenar al restaurante japonés que tanto me gustó; el que hay junto a la estación del ferrocarril. Cenamos de puturrú por 264 yuanes los tres. En la estación hay más gente que en la guerra. Nos subimos a los puentes que cruzan la avenida para ver una panorámica mejor y os aseguro que es increíble. No hacemos fotos porque está un poco oscuro pero decidimos volver mañana a hacerlas.
Bueno, como la jornada de hoy ha sido sin cámara, voy a aprovechar de nuevo para poner alguna foto curiosa, de las muchas que hemos hecho en este viaje.
En primer lugar, la policía. Esta plataforma está, como podéis apreciar, en la plaza de Tiananmen. Tiene semáforos a los cuatro lados y a veces están los guardias encima dirigiendo el tráfico. No podía ser de otra manera, porque cualquiera se atreve a ponerse en el suelo a dirigir el tráfico con la manera que tienen aquí de conducir:
Al levantarnos vamos directamente el mercado de la Seda y nos pasa otra cosa digna de ser contada:
Yo quiero comprarme algún polo de algodón sin manga pero, en primer lugar no me dejan probármelo en la mayoría de puestos, y cuando por fin conseguimos que me dejen, pues resulta que los polos me están pequeños. Le digo a la vendedora que los quiero más grandes y me dice que estoy muy guapa con los que me he puesto. Para no entrar en discusiones, que ya me las conozco, le digo que son para mi hermana que está más gorda que yo y así, al menos, consigo que no me discuta más.
Bueno, pues dice que espere un poco que va a traerme polos más grandes y cuando vuelve me trae unos polos con un aspecto de haberles datos estirones que no os podéis imaginar. Eran más grandes, seguro, pero eran los mismos. Cuando le digo que son los mismos me enseña la etiqueta del tamaño y al tocarla se le cae y aparece la talla anterior. Como ya os comenté en otra etapa, he aprendido que sin probar no compro nada porque ésta hubiera sido capaz de traerme el mismo polo, con la etiqueta cambiada y perfectamente embalado. Si me lo llevo, luego se lo tengo que poner al perro.
Tras el trapicheo de las tallas, hoy vamos otra vez a que nos den los masajes, que tenemos la cita a las 17:30 horas (690 yuanes los tres) y como la otra vez, nos quedamos como nuevos. No me cansaré de decirlo bastantes veces: no os vengáis de China sin probar el masaje de pies. Por cierto, que no he contado como lo dan:
Te sientas en el sillón y lo primero te descalzan, claro. Luego te ponen los pies en remojo en un barreño con agua calentita. A continuación, mientras tienes los pies en agua te dan un masaje en los hombros y después retiran el cubo y comienzan el masaje de pies propiamente dicho. Te masajean hasta las rodillas y cuando terminan, te vuelven a meter los pies en otro barreño que vuelven a traer con agua caliente, te lavan los aceites y te secan. Si tienes que darte masaje de otro tipo te ponen unas chanclas y te llevan donde toque. Si solo tienes el de pies, te vuelven a calzar, te sirven un té y cuando te lo tomas, te acompañan a la salida.
Como nosotros tenemos, en las dos ocasiones que hemos ido, otro masaje aparte, nos cambian de habitación y nos llevan a una de dos camillas. Aclaro que cuando hemos entrado y han visto que somos 3, y además matrimonio y un hijo, nos han preguntado que cómo queremos estar. Al decirles que nosotros juntos y nuestro hijo solo, en el de pies, donde las separaciones son con cortinas, estamos juntos, separados con una cortina, vaya; pero en los de cuerpo que son habitaciones individuales y tienes que desvestirte para ponerte un pantalón corto, estamos dos juntos y uno separado.
Todo con música suave y en penumbra. Os aseguro que acabas roncando a pierna suelta.
De ahí nos vamos a cenar al restaurante japonés que tanto me gustó; el que hay junto a la estación del ferrocarril. Cenamos de puturrú por 264 yuanes los tres. En la estación hay más gente que en la guerra. Nos subimos a los puentes que cruzan la avenida para ver una panorámica mejor y os aseguro que es increíble. No hacemos fotos porque está un poco oscuro pero decidimos volver mañana a hacerlas.
Bueno, como la jornada de hoy ha sido sin cámara, voy a aprovechar de nuevo para poner alguna foto curiosa, de las muchas que hemos hecho en este viaje.
En primer lugar, la policía. Esta plataforma está, como podéis apreciar, en la plaza de Tiananmen. Tiene semáforos a los cuatro lados y a veces están los guardias encima dirigiendo el tráfico. No podía ser de otra manera, porque cualquiera se atreve a ponerse en el suelo a dirigir el tráfico con la manera que tienen aquí de conducir:
Para seguir con los uniformados. Estos otros los encontraréis en un montón de sitios y están todo el tiempo inmóviles. Lo más que mueven es la cabeza hacia los lados, como los de las fotos. Fijaos también en que uno, aunque cerrada, al menos tiene sombrilla, pero el otro ni sombrilla ni nada
.Cada cierto tiempo vienen y los relevan. Mirad como acude el relevo: al trote y con el calor que hace.
Otra cosa que impresiona, es la cantidad de cables de luz y transformadores que hay por las calles, con seguridad cero porque en muchos casos los puedes tocar sin problema porque están muy bajos:
Para terminar con algo de color, una foto de lo bonitas que son las jardineras en muchas de las calles de Beijing: