13 de mayo de 2008, martes.
Diana a las 6:30 horas y nos plantamos en el parque Yuyuan a las 7:45. Me compro unos zapatos y unas sandalias. Decididamente no sabemos regatear (o al menos no como se tiene que hacer aquí). Que cara de panolis no nos habrán visto, que hasta nos han hecho descuento.
A las 9:30 llega Isabel. En taxi vamos a la estación del tren Maglev y a las 10:06 estamos en el aeropuerto de Pudong. Cuando vinimos a Shanghai tardamos casi una hora en taxi por el mismo trayecto. No os lo perdáis porque merece la pena.
A las 9:30 llega Isabel. En taxi vamos a la estación del tren Maglev y a las 10:06 estamos en el aeropuerto de Pudong. Cuando vinimos a Shanghai tardamos casi una hora en taxi por el mismo trayecto. No os lo perdáis porque merece la pena.

Es una pasada, en 34 segundos coge una velocidad de 97 km/hora, espero que se aprecie en la foto

Y en tres minutos alcanza 431 kilómetros por hora, a partir de ahí emplea los otros 3 minutos en frenar. Lo mejor es que en realidad no se nota la velocidad; tienes que mirar por la ventanilla para darte cuenta, pero como te quedas bobo mirando el panel que indica cómo acelera, pues no te da tiempo a verlo, porque 6 minutos pasan volando.

Una vez en Pudong, Isabel nos saca las tarjetas de embarque y nos despedimos. Volamos con Hainan Airlines. Nos quitan los mecheros en el control pero solo a uno de los dos. Embarque y comida a bordo.
En el avión hay un escándalo de narices. En cuanto se acaba el despegue y encienden las luces parece que a todos les ha entrado de repente ganas de hacer pis, de estirarse, de ponerse de pie… Aquí se nota más lo alto que hablan los chinos.
Me siento en el asiento de pasillo y mi vecino del otro lado del pasillo no para de practicar el deporte nacional, ya sabéis cuál es. Creo que va a conseguir llenar la bolsa de papel para el mareo. Menos mal que se queda dormido un rato, durante el cual su vecino de asiento aprovecha para quitarle una botella de agua que tiene, bebérsela y volverla a poner en su sitio. ¡Estos chinos!
De Shanghai a Xi’an hay unos 1.300 kilómetros y tardamos más o menos dos horas y media en llegar.
El aeropuerto es más normal de tamaño que el de Shanghai. Aquí veo que hay escupideras por los pasillos. Hasta ahora no me había fijado del detalle en ningún sitio.
También en el aeropuerto me ocurre una cosa curiosa: entro a los servicios y hay cola. Cuando le llega el turno a una señora veo que se asoma a una de las puertas y no entra. Yo pienso: estará sucio. Le toca a otra que repite la operación de asomarse y tampoco entra. Cuando me llega el turno a mí pues también me asomo y ¡sorpresa! No está sucio, lo que pasa es que tiene un inodoro y nadie entra. A partir de aquí saber esto me ahorra más de una cola porque ya sé que cuando hay una puerta a la que nadie entra es porque no tiene agujero. (En otros sitios ya me fijo que tienen el dibujo en la puerta para que la gente sepa si dentro hay agujero o inodoro).
Bueno, pues ya estamos en Xi’an. Nos recoge un coche con chofer y Tomás (Shí Yáng en realidad) que estudia español y ha cogido este trabajo para practicar el idioma. El muchacho se ha preparado de su libro de historia un poco de información sobre su ciudad y de camino a la ciudad nos la va leyendo.
Antes de ir al hotel nos lleva a ver la muralla (40 yuanes), la Torre de la Campana y la Torre del Tambor.
En el avión hay un escándalo de narices. En cuanto se acaba el despegue y encienden las luces parece que a todos les ha entrado de repente ganas de hacer pis, de estirarse, de ponerse de pie… Aquí se nota más lo alto que hablan los chinos.
Me siento en el asiento de pasillo y mi vecino del otro lado del pasillo no para de practicar el deporte nacional, ya sabéis cuál es. Creo que va a conseguir llenar la bolsa de papel para el mareo. Menos mal que se queda dormido un rato, durante el cual su vecino de asiento aprovecha para quitarle una botella de agua que tiene, bebérsela y volverla a poner en su sitio. ¡Estos chinos!
De Shanghai a Xi’an hay unos 1.300 kilómetros y tardamos más o menos dos horas y media en llegar.
El aeropuerto es más normal de tamaño que el de Shanghai. Aquí veo que hay escupideras por los pasillos. Hasta ahora no me había fijado del detalle en ningún sitio.
También en el aeropuerto me ocurre una cosa curiosa: entro a los servicios y hay cola. Cuando le llega el turno a una señora veo que se asoma a una de las puertas y no entra. Yo pienso: estará sucio. Le toca a otra que repite la operación de asomarse y tampoco entra. Cuando me llega el turno a mí pues también me asomo y ¡sorpresa! No está sucio, lo que pasa es que tiene un inodoro y nadie entra. A partir de aquí saber esto me ahorra más de una cola porque ya sé que cuando hay una puerta a la que nadie entra es porque no tiene agujero. (En otros sitios ya me fijo que tienen el dibujo en la puerta para que la gente sepa si dentro hay agujero o inodoro).
Bueno, pues ya estamos en Xi’an. Nos recoge un coche con chofer y Tomás (Shí Yáng en realidad) que estudia español y ha cogido este trabajo para practicar el idioma. El muchacho se ha preparado de su libro de historia un poco de información sobre su ciudad y de camino a la ciudad nos la va leyendo.
Antes de ir al hotel nos lleva a ver la muralla (40 yuanes), la Torre de la Campana y la Torre del Tambor.


Las dos torres están en una plaza muy bonita, con muchos parterres de flores que descubro que no están plantadas. Son simplemente macetitas apiladas formando dibujos. Me choca mucho pero después, en Beijing, también están así y mi hijo me explica que es porque en invierno hace mucho frio y se queman todas, así que es más cómodo hacerlo así que replantar cada vez.
Después vamos a ver la calle del grupo étnico Hui y tenemos la primera aproximación con la imagen de la comida en china. Es una pasada. Está en una calle junto a la Mezquita y la Torre del Tambor
.Después vamos a ver la calle del grupo étnico Hui y tenemos la primera aproximación con la imagen de la comida en china. Es una pasada. Está en una calle junto a la Mezquita y la Torre del Tambor

Hay un mercadillo cubierto

y tiendas en las que venden de todo

Lo que más nos llama la atención son las tiendas de comida que sacan su mercancía a la calle.

La costumbre es siempre pinchar la comida en un palito, hasta las verduras:

No se me ocurre comer nada porque está todo muy sucio.

Solamente compro unos dulces de no sé qué, que Tomás me traduce con su traductor de bolsillo como “acerola”.
Me llaman la atención unos mochos que venden en muchos puestos. Hay de todos los tamaños y me pregunto para qué valdrán. Como me entero después del uso que tienen, pues después os lo cuento.


Mientras paseamos por el mercadillo nos encontramos a un grupo de españoles que nos vuelven a preguntar por el terremoto y nos cuentan que en Xi’an se notó bastante.
Hoy por fin cenamos en un sitio bastante bueno y a las 20:00 horas nos llevan al hotel. En el plano que tenía no parecía que estaba tan lejos del centro pero la verdad es que hay un trecho. El hotel se llama Xi’an Garden Hotel. Está muy bien y muy cerca de la Pagoda de la Oca Mayor aunque no podemos entrar porque está cerrada
.Hoy por fin cenamos en un sitio bastante bueno y a las 20:00 horas nos llevan al hotel. En el plano que tenía no parecía que estaba tan lejos del centro pero la verdad es que hay un trecho. El hotel se llama Xi’an Garden Hotel. Está muy bien y muy cerca de la Pagoda de la Oca Mayor aunque no podemos entrar porque está cerrada

Por cierto, al pie de la pagoda hay una fuente musical que Tomás dice que es la más grande de Asia. Todos los días a las 20:30 horas hay un espectáculo de agua, música y luces. Es precioso. Los sábados y domingos dicen que hacen más cosas pero hoy, aunque es martes y también es muy bonito. Hay muchísima gente. Os pongo una foto de una de las farolas del parque donde está la fuente

También nos enseña los alrededores; al ser de noche está iluminado y es todavía más bonito. Observad el conjunto dedicado a las marionetas y respecto al tamaño, el muñeco pequeño es más o menos el de una persona.

Fijáos en lo bonitas que son las manos si las ampliamos:

Observamos que hay mucha gente que duerme en el parque y al preguntarle a Tomás nos dice que es por miedo al terremoto, que ya llevan dos noches durmiendo ahí. La pongo grande para que se aprecie bien y os aseguro que no es gente de botellón.

Ahora llega la sorpresa del día: mientras estábamos viendo la fuente musical nos ha llamado nuestro hijo desde Beijing. No sabemos cómo se ha enterado pero dice que es posible que mañana no podamos salir de Xi’an en avión. Dice que va a hacer algunas gestiones y nos llama después.
Tomás quiere llevarnos al hotel pero le decimos que se marche y nos quedamos solos dando un paseo y disfrutando del parque. Hay muchos jóvenes porque Xi’an tiene una universidad importante y hay muchos estudiantes. Nos llama la atención que hay gente escribiendo poesías en el suelo (en chino) que luego se borran porque lo hacen con agua un poco manchada ¿será eso la tinta china? Por fin aprendo para qué sirven los mochos que vendían en el mercadillo.
Tomás quiere llevarnos al hotel pero le decimos que se marche y nos quedamos solos dando un paseo y disfrutando del parque. Hay muchos jóvenes porque Xi’an tiene una universidad importante y hay muchos estudiantes. Nos llama la atención que hay gente escribiendo poesías en el suelo (en chino) que luego se borran porque lo hacen con agua un poco manchada ¿será eso la tinta china? Por fin aprendo para qué sirven los mochos que vendían en el mercadillo.

Cuando vuelve a llamar nuestro hijo nos dice que nuestro vuelo de mañana a Beijing, con China Eastern, ha sido definitivamente cancelado pero que ha podido reservarnos pasajes en uno de Hainan Airlines que sale una hora antes. Nos llamará mañana para darnos más información pero aún así, dice que si una vez que estemos en el aeropuerto nos dicen que no podemos volar, que le digamos a Tomás que nos lleve al tren, y nos saque un billete nocturno a Beijing. Es un viaje largo pero por lo menos no tendremos que quedarnos aquí.
Bueno, fin del día. Veremos qué nos depara el 14 de mayo y si conseguiremos o no llegar a Beijing. (parecemos Willi Foc). Total, estamos solamente a unos 1000 kilómetros.
Bueno, fin del día. Veremos qué nos depara el 14 de mayo y si conseguiremos o no llegar a Beijing. (parecemos Willi Foc). Total, estamos solamente a unos 1000 kilómetros.