Para esta ocasión buscamos dobles vuelos y aun así nos ahorramos bastante dinero.
Nuestro vuelo a Budapest saldría desde Madrid, por tanto debíamos desplazarnos a la capital. Para llegar a Barajas compramos un vuelo con Ryanair por 39€ cada uno ida y vuelta. Cogimos un vuelo con el que contaríamos con unas horas para estar en la ciudad y disfrutar del ambiente que había. No obstante era 1 de julio y el día anterior la selección española de futbol había conseguido ganar la Eurocopa. Había bastante jolgorio en el centro Madrid.
Para llegar a Budapest compramos un vuelo con la compañía wizzair wizzair.com El vuelo partiría de Barajas a las nueve de la noche y llegaría a la terminal 2 del aeropuerto de Budapest a medianoche.
Para el traslado del aeródromo hasta nuestro hotel en el centro de Budapest, reservamos con antelación un taxi con la compañía volantaxi www.volantaxi.eu/ que cuenta con tarifas fijas para estos trayectos, siendo precios muy atractivos para estas horas de la noche.
Para pernoctar las siguientes cuatro noches nos decidimos por un hotel básico, funcional, limpio y barato. Yo diría que una formula hotelera que cada vez se va a ver más, sobre todo en grandes destinos. Estoy hablando del Easyhotel Budapest Oktogon, perteneciente a la compañía aérea Easyjet.
Se trata de un hotel bueno cuando se va a usar para dormir y darse una ducha. Es decir, lo que la mayoría buscamos en este tipo de viajes. Las habitaciones no son amplias pero tampoco son enanas (y lo digo yo que mido 1,90), cama de matrimonio normal y cuarto de baño privado correcto, equipado con retrete lavabo y ducha. Además contaba con aire acondicionado y calefacción, eso si, mobiliario no busquéis. El personal era muy amable y se les veía con ganas de ganarse el, más que probable, mísero sueldo que se les ofrecerá. Al igual que la compañía aérea intentaran sacarnos el dinero por otro lado, como por ejemplo cobrando la televisión, el WIFI o la consigna, pero desde luego a nosotros ni nos interesaba la tele en húngaro, ni queríamos internet (estábamos de viaje de desconexión total), ni necesitábamos consigna. Así que por 29€ la noche nos hospedamos en este hotel que además estaba muy bien ubicado, a pocos pasos de Oktogon.
El trayecto en tren desde Budapest a Bratislava lo realizamos con la compañía Mav-Start, pagando 18€ por cada billete de ida y vuelta por un trayecto de poco más de dos horas y media. Los billetes los compramos en la misma estación Keleti, en Budapest, ya que los billetes de traslados internacionales no se pueden comprar por internet.
El calor era insoportable, el termómetro sobrepasaba los cuarenta grados y ahí estábamos nosotros, dispuestos a recorrer Budapest, o a intentarlo.
El que estuviésemos sufriendo la mayor ola de calor en muchísimos años no nos iba a detener, aunque si nos obligó a tomarnos con más calma el proceso.
Teníamos reservada nuestra visita al parlamento por lo que esa sería nuestra primera visita del día. Tras desayunar, cambiar algo de dinero en una agencia y recorrer una pequeña parte de la calle Andrássy, tomamos la añeja línea 1 del metro (la segunda línea construida en Europa tras la de Londres). Antes de montar en el vagón nos hicimos con los abonos de transporte para 72 horas, que nos servirían para metro, tranvía y autobús. Tuvimos que hacer transbordo para finalmente salir a la superficie en la estación de Kossuth tér, junto al edificio del parlamento.
Una vez cerca de la puerta de acceso al parlamento, procedimos tal y como habíamos leído en internet (foros y algún diario); pasamos de la cola existente y le enseñamos nuestra reserva hecha por email, este nos mando pasar a una taquilla para canjear nuestras entradas (gratis por ser ciudadanos de la UE) y colocarnos en una cola diferente, esta ya para pasar al interior. La reserva la hicimos en la siguiente dirección:tourist.office@parlament.hu
La visita al parlamento se hace por grupos y guiada en el idioma que se elija. Se trata de una visita corta pero muy interesante, en la que explican cosas de la historia de Budapest y Hungría y temas del día a día en el ente nacional.
El edificio fue construido entre 1885 y 1904 inspirándose su homologo británico. Cuenta con 691 salas distribuidas de manera simétrica con epicentro en la sala de la Cúpula.
Comenzamos la visita y enseguida, y tras subir una bella escalinata, accedemos a la sala más valorada del lugar junto al salón del congreso. La sala de la Cúpula, en ella se encuentra la Grandiosa cúpula de 96 metros, punto más alto del edifico. A media altura hay varias estatuas de los reyes históricos del país y en una urna situada en el suelo y custodiada por varios guardias se encuentra el símbolo por excelencia de Hungría, la Corona de San Esteban, que junto al cetro, el obre y la espada, son las joyas de la coronación húngara.
Continuamos por salas y pasillos hasta llegar al Salón del Congreso. Una estructura ricamente decorada al estilo centroeuropeo y donde los 199 diputados (se aprobó hace ocho meses una ley para reducir el número de parlamentarios que estaba 386) guían el devenir de la nación.
Deshicimos nuestros pasos y regresamos a la escalinata principal para desde allí salir de nuevo a la calle.
El calor nos golpeo de nuevo brutalmente. Nuestra intención era la de comenzar a recorrer la ciudad sin pausa pero la meteorología nos lo impedía. Estuvimos sentados un rato a la sombra en un jardín que hay junto al parlamento y pronto comenzamos a callejear por Budapest.
Cogimos la línea 2 del metro hasta la estación de Astoria para acercarnos a la Gran Sinagoga. Se trata de la segunda sinagoga más grande del mundo, pudiendo albergar a más de tres mil personas.
En el patio interior de la sinagoga se encuentra el “Árbol de la Vida”, una escultura en memoria de los judíos asesinados durante el Holocausto. La obra simula un sauce llorón a tamaño real en el que sus hojas llevan inscritos los nombres de judíos desaparecidos.
Aún no teníamos mucho hambre pero era ya buena hora y decidimos buscar un lugar para comer y así tener toda la tarde por delante. En las inmediaciones de Astoria hay varios lugares.
Tras llenar el estomago nos acercamos en metro hasta Deak Tér, la única estación por el momento en la que coinciden las líneas, para llegar a la Basílica de San Esteban, patrón del país. A simple vista parece una iglesia más, nada del otro mundo, pero su interior no deja indiferente a nadie.
Casi de milagro encontramos una sombra en la plaza que preside la basílica y nos detuvimos unos minutos. Parece algo exagerado pero estábamos sufriendo temperaturas de 45 grados y eran las tres y media de la tarde, cuando el sol más aprieta.
Nos volvimos a meter en el metro, muchos de los trayectos que hicimos en el suburbano los pensábamos hacer a pie pero el calor no nos dejo, los días siguientes ya andaríamos un poco más. Menos mal que compramos el bono de transporte porque si no el presupuesto se habría multiplicado.
La siguiente parada fue Kálvin tér. Junto al templo Reformista de Kálvin tér. Un pequeño templo sin más que en verdad vimos por estar junto a la estación, si no no habríamos reparado en el. En verdad nosotros buscábamos el Mercado de abastos. En esta ocasión tan solo lo vimos por fuera, ya tendríamos tiempo de entrar en otro momento con más tiempo y a poder ser por la mañana que es cuando lo mercados más ajetreados están. Cerca del mercado se encuentra uno de los extremos de la Calle Váci, la más turística de Budapest y claramente orientada a eso, el turismo. Es una calle bonita pero eclipsada por la infinidad de bares restaurantes, tiendas de souvenris y toda clase de reclamos para el visitante con dinero fresco. Recorrimos la calle por completo hasta llegar a la plaza Vörösmarty, un interesante espacio abierto con tiendas y terrazas del que disfrutaríamos todas las noches antes de regresar al hotel. Desde la plaza nos acercamos al río para realizar el típico paseo en barco por el Danubio. La verdad que para el día que teníamos era una buena opción. Nos ofrecía sombra, ver bastantes de los puntos interesantes de la ciudad sin cansarnos (en algún momento del viaje los volveríamos a ver todos, esto era una toma de contacto) y para nada caro.
El paseo duró una hora aproximadamente y, a grosso modo, nos mostró: El parlamento, la isla Margarita, edificios de la ribera de Buda, Bastión de los Pescadores, Palacio Nacional, Colina Gellert, edificios de la Universidad, y los nuevos edificios de la ribera de Pest, además de todos los puentes que cruzan el mítico río. Todo ello amenizado por una audioguía que explicaba lo que íbamos viendo conjuntandolo con datos y hechos históricos de la ciudad y el país.
Tras el paseo regresamos a las inmediaciones del parlamento, para ver el Monumento de los Zapatos que esta junto al río. La verdad que es un lugar al que cuesta acceder, punto que debería de mejorar el ayuntamiento, ya que ni siquiera esta señalizado. Este lugar conmemora uno de las muchas atrocidades cometidas por los nazis durante la ocupación. Cogían a los judíos y por parejas, atados el uno al otro los ponían en el borde mirando al río. Tras quitarles los zapatos, pues en aquella época eran un bien muy valorados, disparaban a uno de ellos que caía al agua arrastrando al otro con él, que evidentemente se ahogaba. Según la versión “oficial” lo hacían así por ahorrar munición pero es más que posible que lo hiciesen para agrandar el sufrimiento.
Tras el necesario momento de recuerdo y respeto tomamos el tranvía, otro buen medio para moverse por la ciudad, además el que cogimos esta vez era el número 2, que discurre por la ribera del Danubio y es otra de las maneras de ver puntos interesantes de la ciudad sin cansarse. Volvimos a la calle Váci para sentarnos en una terracita y tomar una cerveza bien fría. Pensábamos hacer más en este día pero consideramos que con el calor que nos acompañaba era suficiente, teníamos aún día y medio para disfrutar de la ciudad. Por tanto ya solo cenamos y nos fuimos pronto al hotel, al día siguiente cogeríamos un tren a las siete de la mañana con destino a Bratislava.
Comenzaba nuestro segundo día completo en Budapest. Salimos del hotel y nos fuimos directos al puente de las Cadenas para cruzarlo y montarnos en el funicular que nos dejaría junto al Palacio Real, en la zona del Castillo de Buda.
El funicular es caro, sobre todo si tenemos en cuenta que el trayecto no llega al minuto de duración, pero aun así lo empleamos porque nos quita una buena cuesta y es un medio que mantiene el romanticismo. Fue construido en 1870 y reconstruido en 1986.
Así que nos situamos en la cola de la taquilla, para el funicular no sirve el bono de transportes, por lo que debíamos comprar un billete de ida y vuelta que nos costó 1500 HUF (unos €). A modo de curiosidad decir que en la plaza donde se encuentra la estación baja del funicular, Plaza Adam Clark, se encuentra el kilómetro cero, lugar desde donde se miden las distancias en Hungría.
Cuando al fin accedimos al interior del funicular pudimos disfrutar de unas preciosas vistas al puente y el Danubio.
Una vez arriba una música marcial nos llamo la atención. Casualmente nos topamos con el Cambio de Guardia que se realiza en el Palacio. No es nada del otro mundo pero merece la pena pararse un par de minutos.
Tras ver un poquito la zona del Palacio Nacional nos dispusimos a caminar rumbo a la Iglesia de Matías y el Bastión de los Pescadores. Una vez llegamos al Bastión nos costó marcharnos. Nos recreamos bastante en esta zona ya que goza de una belleza impresionante, además las vistas desde este punto son preciosas.
El Bastión de los Pescadores data de 1902 y debe su nombre al haber sido construido en la zona de la muralla que defendían los pescadores en época medieval. El conjunto fortificado tiene una gran personalidad, consta de los elementos naturales de toda fortificación pero a su vez tiene formas verdaderamente diferenciadoras y que le confieren un aire de magnificencia. Sus siete torres simbolizas a las siete tribus magiares que fundaron Hungría en el siglo VIII.
Junto al bastión podemos ver una estatua ecuestre en honor a San Esteban, primer rey de Hungría y patrón del país. Ahí mismo se encuentra la Iglesia de Matías, un templo del siglo XIII, construido sobre otro originario de 1015, al que con el paso de los años se le fueron añadiendo elementos hasta darle la imagen actual.
Estos son los elementos más característicos de Buda pero no esta de más callejear tranquilamente entre las casas y calles del Castillo, en su mayoría del siglo XIX.
Una vez visitada la zona regresamos a Pest. Comimos y nos tomamos la tarde de relax. Es algo que no solemos hacer en nuestros viajes de este tipo, pero en Budapest no íbamos a dejar pasar la oportunidad de disfrutar de sus afamados baños.
Cogimos el metro y nos presentamos en la puerta de los Baños Széchenyi. Solo puedo decir que la experiencia es impresionante, no ya solo por sus piscinas (que también) si no por el entorno. Bañarse en el interior de un edificio neobarroco de 1913 nos hacía sentir como la nobleza o la alta burguesía de la época.
Los baños son públicos por lo que lo único que hay que hacer para entrar es ponerse el bañador y pagar la entrada de 3800 HUF, algo menos de 10€. Cuenta con 15 piscinas interiores y 3 exteriores, además de saunas y bar. En una de las piscinas exteriores esta el famoso remolino, una corriente de agua que te arrastra y que es uno de los lugares más empelados de los baños.
Tras el merecido momento de relax, salimos de los baños y aprovechamos para ver el Castillo de Vajdahunyad, que se encuentra muy cerca, dentro del parque de la ciudad, al igual que los baños.
El Castillo de Vajdahunyad fue construido a principios del siglo XX a imagen y semejanza del castillo homónimo situado en Transilvania. Se construcción se debió a la exhibición del milenio, concebida para celebrar los mil años de la fundación del país, y fue realizado en madera y cartón, pero al ver la buena acogida que tuvo entre húngaros y visitantes se reconstruyó en piedra. Hoy en día se emplea como Museo de la Agricultura.
Es agradable dar un paseo por los alrededores de este castillo y ver como disfrutan los vecinos en el lago artificial que se realizo junto al castillo.
La tarde caía y nos pusimos rumbo al centro de la ciudad, pero no teníamos prisa, esa tarde había comenzado de relax y de relax iba a terminar. Entramos en la Plaza de los Héroes. Un amplio espacio abierto en el que el elemento más llamativo es el Monumento del Milenio, aunque no es lo único destacable de la plaza, pues esta se encuentra flanqueada por el Museo de Bellas Artes y el Palacio del Arte.
El Monumento del Milenio es un conjunto de estatuas de los grandes personajes del país, situadas entre unas columnatas simétricas en cuyo epicentro se encuentra una columna mucho más alta coronada por el Arcángel Gabriel. En el pilar de esa columna central se encuentras las estatuas de los siete líderes de las tribus magiares que fundaron la nación. Precediendo las columnas se encuentra una losa funeraria rodeada por un vallado de forja y en la que reza una inscripción traducida al castellano “En memoria de nuestros héroes”.
Nos introducimos en la avenida Andrássy y la recorrimos andando hasta llegar a Oktogon, cerca de donde teníamos nuestro hotel.
La avenida Andrássy fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2002, por lo que caminar por ella no es caminar por cualquier calle. Construida en 1872 para unir la Plaza de Elisabeth con el parque de la ciudad y así liberar de tráfico a calles paralelas ya existentes. Pronto se convirtió en un elegante Boulevard y las familias más pudientes de la ciudad mandaron construir sus palacetes para trasladarse a esta zona de la ciudad. Además bajo sus cimientos se encuentra la línea 1 del metro, igualmente declarada Patrimonio de la Humanidad.
En esta amplia avenida hoy podemos encontrarnos con zonas bien diferenciadas, las más cercanas a la Plaza de los Héroes es ocupada por esos palacetes y villas residenciales. La zona intermedia también cuenta con viviendas particulares además de algún museo y edificios universitarios. La más cercana al Danubio cuenta con los locales más comerciales, tiendas, bancos, supermercados, restaurantes, etc y el sobrio palacio de la Ópera.
La noche estaba cayendo así que, tras darnos una ducha y cambiarnos de ropa, nos fuimos a Vaci utca para cenar tranquilamente en una terracita. Esta noche nos premio con una temperatura bastante más agradable que el resto de los días e incluso llovió algo para refrescar el ambiente.
Prácticamente se acabó nuestro viaje por tierras húngaras, al día siguiente tomaríamos el vuelo que nos devolvería a Madrid, pero nos quedaría tiempo para un ultimo paseo y ver el Mercado Central que habíamos dejado precisamente para el final.
Muchas gracias por este diario nosotros vamos ahora en octubre y nos va bien para recopilar informacion a parte de para ver la experiencias vividas por otros viajeros!
Muchas gracias por compartir tu viaje!
Aunque vamos en Enero y la temperatura no va a ser la misma, jeje, nos será muy útil para preparar el itinerario.
Te dejo las *****
Felices Fiestas.
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La información de Budapest supera la máxima permitida por el foro, por lo que he tenido que desglosarla en dos tips
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