![]() ![]() Descubriendo la Selva Negra ✏️ Blogs de Alemania
Recorrido por la Selva Negra y Alsacia durante una semana. Precioso destino para disfrutar de la naturaleza en estado puro.Autor: Zoeh Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (9 Votos) Índice del Diario: Descubriendo la Selva Negra
Total comentarios: 2 Visualizar todos los comentarios
Etapas 4 a 6, total 9
Hoy tenemos un largo camino, vamos a cruzar la frontera suiza para ver las cataratas del Rin. Salimos de Gengenbach sobre las 9 y cogemos la ruta que nos indica el GPS. Por el camino, como pasamos cerca, nos desviamos a Alpirsbach, para quitarnos la espinita de no haber visto la fábrica de cerveza y la imprenta, pero al llegar nos llevamos un buen chasco, ya que la fábrica no es fábrica, sino museo, y la visita es a las 14.30 y en alemán. La imprenta sigue cerrada, por lo que un poco tristes, volvemos por donde hemos venido y retomamos nuestra ruta.
Nos damos una buena paliza de coche para llegar a Stein am Rhein, un pueblecito suizo situado a la orilla del lago Konstanza. Menos mal que el viaje ha merecido la pena. Cuando bajamos del coche y nos dirigimos al centro del pueblo, alucinamos con lo bonito que es. En la plaza y calle principales, los edificios son preciosos, con las fachadas pintadas y decoradas al detalle. Hay mucho ambiente, son las 12, hora de empezar a comer para esta gente, y los bares y restaurantes empiezan a llenarse. Llegamos a la orilla del lago y nos sentamos un rato a la sombra de un ciprés. La estampa es muy bonita, hay patos, pequeñas barcas de recreo navegando y mucha, mucha tranquilidad. Volviendo hacia el coche, nos encontramos un panadería donde todo tiene una pinta impresionante y no nos resistimos a comprarnos algo para el postre. ![]() Cogemos la carretera que nos dirige hacia Schauffhausen que está a unos 20 kilómetros. Y más o menos un kilómetro antes de llegar, vemos el primer cartel a Rheinfall… y para allá que vamos. Dejamos el primer parking a nuestra izquierda y aparcamos en el segundo. Nos preparamos un par de bocadillos, son las 2 de la tarde y estamos hambrientos y nos zampamos la tarta de cerezas que nos hemos comprado antes, que está increíble. Con las barrigas llenas, vemos el mundo de otro color y ya dispuestos a patear lo que haga falta, sacamos los tickets para visitar las cataratas del Rin. Las fotos que habíamos visto no nos habían preparado para lo que allí hay. El amplio río forma unas impresionantes cataratas entre unas rocas. Además, el sendero te va llevando cada vez más cerca… y más cerca… y cuando crees que ya no es posible acercarse más… todavía llegas a un balcón más cerca, prácticamente estás en la catarata. No creo que veamos nada más increíble en este viaje. Nos quedamos alucinados. También hay barcos que recorren las aguas del río, incluso uno de ellos te lleva a una de las rocas que están en todo el centro. Nosotros decidimos cruzar un puente a pie e ir a la otra orilla del río. Aunque nos cuesta un pateo y hace bastante calor, sin duda merece la pena. Las vistas de la catarata de frente no hay que perdérselas. Nuestra visita ha durado un par de horas. ![]() Dejamos Suiza y volvemos a la Selva Negra alemana. Antes de visitar el lago Titisee, decidimos hacer un poco de senderismo por la orilla del río Wutach. Hemos leído que es muy bonita y queremos comprobarlo con nuestros propios ojos. Dejamos el coche en el WutachMühle, un kiosko con un montón de gente tomando cerveza y otros refrigerios. Nos preguntamos si es que han vuelto cansados de la ruta o toda esa gente ha ido allí sólo a beber cerveza… Nos cuesta un poco encontrar el sendero (de nuevo, pocas señalizaciones), pero damos con él y empezamos a caminar. La ruta es ciertamente preciosa y muy tranquila, pero es necesario llevar buen calzado, tienes que atravesar zonas de piedras y barro y, como el ambiente es húmedo, está escurridizo. Dicen que en esta zona hay unas 600 clases de mariposas y nosotros no vemos ni una, vaya tela. Después de una hora y cuarto caminando, decidimos parar y empezar el retorno. Todavía no es muy tarde, pero allí en pleno bosque está bastante oscuro. Ya sabemos porqué lo llaman Selva Negra, la frondosidad del bosque no deja pasar la luz, lo comprobamos en nuestras propias carnes. Llegados a este punto, me empiezo a agobiar un poco, me flaquean las piernas y sólo de pensar que nos queda una hora y cuarto de vuelta… me planteo si seré capaz… pero la verdad es que vamos de charleta y la vuelta se me hace más corta que la ida. Llegamos exhaustos. Hemos descubierto porqué está ahí ese kiosko y porqué había tanta gente cuando llegamos ![]() ![]() Se nos ha hecho más tarde de lo esperado, no tenemos cena y no vamos a llegar a cenar a ningún sitio. Aquí la gente empieza a cenar a las 6 o 7 de la tarde. Así que encontramos un Lidl abierto y paramos a comprar víveres. Por fin, llegamos al lago Titisee, son las 9 de la noche. También alucinamos bastante porque es un lago muy grande. Nos da mucha pena que sea tan tarde porque sólo podemos parar a verlo y seguir nuestro camino. Nos habría gustado dar un buen paseo por los alrededores. Todavía nos llevamos una última sorpresa en este día tan intenso. La carretera B31 hacia Friburgo en su paso por Hollental es una auténtica maravilla. La carretera baja por la ladera de la montaña y, durante unos cuantos kilómetros, surca un valle entre montañas y bosques, una preciosidad. Llegamos a Gengenbach a las 10 y pico y recuperamos nuestros maltrechos cuerpos con unas buenas salchichas y cerveza alemana. Etapas 4 a 6, total 9
Después de la paliza de ayer, hoy decidimos tomarlo con más calma. Vamos a visitar Estrasburgo, que está a menos de 40 kilómetros de Gengenbach.
Dejamos el coche en uno de los parkings del centro de la ciudad y, mochila al hombro, nos aventuramos por el primer puente que encontramos. Enseguida nos encontramos con un mercado de comida y algunos puestos con antigüedades. Lo recorremos con interés, hay bastante ambiente. Paseamos por las calles peatonales de la zona y no tardamos en llegar a la catedral. La verdad es que es imponente, muy grande. Pasamos a verla por dentro, lo que más nos ha gustado es el reloj astronómico, muy chulo. En uno de los laterales, encontramos el acceso a la torre. Previo pago de la correspondiente entrada, subimos las escaleras por una de las torres hasta llegar a lo alto. Merece la pena, las vistas de la ciudad, los tejados, las casas, las plazas, son muy bonitas. También se distingue el edificio del Parlamento Europeo. ![]() De vuelta en tierra firme, vamos paseando hasta la Petit France. También es muy bonita, las casas perfectamente decoradas y cuidadas. Nos gusta mucho, aunque hay muchísima gente y todo está lleno de bares y restaurantes atestados de turistas. ![]() Hace bastante calor y hacemos una parada en la cervecería que más nos ha gustado para tomarnos un par de cervezas y refrescarnos, cerca de la catedral. Seguimos nuestro paseo en busca de una tarta flamé, plato típico de la zona de Alsacia. Al principio creíamos que era una tarta dulce, pero enseguida descubrimos que era lo que todo el mundo estaba comiendo en los restaurantes: una especie de pizza con la masa muy fina (como un crepe), una bechamel por encima e ingredientes varios, champiñón, bacon, cebolla, etc. Nos compramos una para probarla, no es nada del otro mundo. Nos acercamos a la zona desde donde salen los barcos que te dan un paseo por el río, pero también hay muchísima cola y hasta una hora después no hay plazas libres, por lo que decidimos emprender la vuelta a casa. De camino, pasamos por Durbach, pero no tiene mucho interés. Las calles están muy tranquilas y como en todos los pueblos y ciudades, todo limpísimo y cuidado al detalle, muchas flores por todas partes, etc, pero poco más. Nos volvemos a Gengenbach para descansar un poco por primera vez en todo el viaje. Es el primer día que llegamos antes de las 10 de la noche. A media tarde, vamos a Gengenbach para dar una vuelta y hacer fotos. Es el pueblo donde nos alojamos y uno de los más bonitos, por cierto, y todavía no hemos tenido apenas tiempo de disfrutarlo. Callejeamos, encontramos rincones perfectos, hacemos fotos y más fotos. ![]() Como todavía no es la hora de cenar para nosotros (sí para los alemanes, que hace ya un rato que han empezado), decidimos visitar el castillo de Ortenberg. Lo vemos todos los días cuando volvemos en lo alto de una colina pero no sabemos nada de él. Hemos consultado en Google y está a tan solo 6 kilómetros de Gengenbach, por lo que nos animamos a subir… y acertamos, sin duda. El castillo está muy bien y las vistas del valle desde arriba con la Selva Negra al fondo merecen la pena. Dentro del castillo, hay un albergue juvenil y en pleno julio, está lleno de chicos y chicas. Menudo sitio para ir de campamento de verano…. ![]() Volvemos a Gengenbach con la idea de zanjar dos asuntos pendientes: volver al restaurante Rialto del primer día y probar otra Schwarzwaldtorte… y cuando llegamos, nos encontramos un montón de gente en la plaza del pueblo: está a punto de empezar un concierto de la banda. Con tan buen ambiente de fondo, cenamos en el Rialto, de nuevo, y otra vez muy bien y a buen precio. Al terminar, nos vamos a una terraza cercana y probamos una tarta diferente a la del otro día, una de fresas. También muy rica. Etapas 4 a 6, total 9
Hoy teníamos planeado visitar Alsacia, pero como nos ha gustado tanto la Selva Negra y nos han quedado algunas cosas por ver, decidimos hacer una ruta combinando ambas cosas… aunque nos demos una buena paliza para terminar.
Empezamos el día con un buen desayuno, como todos, aunque hoy hay bastante gente desayunando. Se nota que es fin de semana, porque estos días hemos estado nosotros solos. Cornelia nos invita a todos a una copa de vino rosado porque ha sido abuela. La pobre intenta explicárnoslo con toda su buena intención pero no la entendemos y, al final, una huésped de la mesa de al lado le echa una mano. Empezamos la ruta hacia Todtnau. Tardamos un buen rato, casi todo el camino es autovía, pero los últimos kilómetros son carretera de montaña y además, como es domingo, hay mucho tráfico. Nos cruzamos con una barbaridad de motos, parece que hay bastante afición aquí. Llegamos a un aparcamiento, dejamos el coche y a unos 500 metros por el sendero indicado, encontramos la cascada de Todtnau. Es realmente chula, el agua cae desde muy alto. Hacemos unas cuantas fotos y retomamos la ruta hacia el monte Feldberg. ![]() Hemos visto a lo lejos en la montaña lo que parece un Rodelbahn y cuando llegamos al pueblo de Todtnau nos lo encontramos de lleno. Pone que es el más grande de Alemania y no me extraña, porque no tiene nada que ver con el de Gutach. ¡Es enorme! No dudamos ni un segundo y paramos para subir. También allí mismo hacen descenso en bici y todos, bicis, trineos, y personas, subimos en un telesilla a lo alto de la montaña. Cuesta caro y hay cola, pero merece la pena subir tanto por las vistas como por la bajada en el Rodelbahn. Para los niños es imprescindible; para los adultos, también. Aquí podeis encontrar un vídeo de nuestro viaje. ¡Disfrutamos como enanos! Seguimos unos cuantos kilómetros hasta llegar al monte Feldberg, el más alto de la Selva Negra. Sacamos billete de subida en el funicular, la bajada la haremos andando. Llegamos arriba, hace fresquete pero el sol hace que no sea necesaria la chaqueta. Nos sentamos a contemplar las vistas y a comernos unos bocadillos que nos hemos subido. No creo que nunca me vuelva a comer un bocadillo de mortadela con queso en semejante entorno ![]() ![]() Cogemos el coche y empezamos el viaje a Alsacia. Primer destino: Colmar. Tardamos una hora y pico en llegar. Damos un paseo por el centro de la ciudad, tiene mucho encanto. Aunque las tiendas están cerradas porque es domingo, hay bastante gente por las calles. Visitamos la Petit Venise. Nos gusta mucho, pero hace un calor de muerte y estamos reventados, así que nos sentamos en una terraza a tomar algo fresco y descansar los pies. ![]() Decidimos que de todos los pueblos que tenemos marcados, sólo vamos a visitar dos, los que leímos que eran más bonitos: Riquewihr y Ribeauvillé. Lo mismo nos dejamos algún otro sin ver que merezca la pena, pero es imposible alargar más el día. Paramos en Riquewihr. Hay unas mesas, música y una barbacoa haciendo salchichas sin parar a la entrada del pueblo, parece una feria. Tomamos la calle principal y la verdad es que es un pueblecito de cuento, muy bonito, quizá un pelín artificial, muy orientado al turismo. Todo está lleno de bares, restaurantes, tiendas y, por supuesto, gente por todas partes. Aún así, creo que merece la pena la visita. A mí personalmente me ha gustado mucho. Damos un paseo por todo el pueblo, hacemos un millón de fotos y seguimos hacia Ribeauvillé, que está a unos 5 kilómetros. También es muy bonito, del mismo estilo, quizá un poco más tranquilo. Son casi las 8 de la tarde y emprendemos nuestro camino de vuelta. Llegamos a Gengenbach sobre las 9, cansadísimos después de un día de mucho coche y pateo. Menos mal que nos espera una cena rica rica. Etapas 4 a 6, total 9
📊 Estadísticas de Diario ⭐ 4.9 (9 Votos)
![]() Total comentarios: 2 Visualizar todos los comentarios
CREAR COMENTARIO EN EL DIARIO
Diarios relacionados ![]() ![]() ![]() ![]() ![]()
![]() |