Empezábamos un nuevo día, eran 7:30 de la mañana y el sol ya lucía con el cielo completamente despejado (que suerte la nuestra). Hoy nos esperaba uno de los lugares mas visitados de Francia, Le Mont St. Michel una de las nuevas Maravillas, con lo que nos pusimos en marcha bien prontito no sin antes desayunar café, distintos productos de bollería recién hechos y un par de paninis sacados del horno, en una de las cafeterías que había en un Carrefour próximo al hotel.
Nuestro primera parada antes de de ir al Monte St. Michel, es una población muy recomendada, Fougeres, Si bien cambiaba de estilo con respecto a la coqueta Vitre, no dejaba de ser preciosa.
Una vez llegamos y aparcamos fácilmente en una de sus calles empinadas, nos dispusimos a visitarla. Fougeres es una localidad que desde nuestro punto de vista parecía "dividida" en tres zonas:
- La zona alta, en la que se encuentra propiamente dicho en lo alto de la montaña, la cual podríamos decir que se encuentra el núcleo o centro con exquisitas construcciones de corte clásico en piedra, tiendas, cafeterías, teatro, iglesia (con unos jardines preciosos) y edificios oficiales. Estuvimos paseando por sus distintas calles con absoluta calma ya que los comercios estaban empezando a abrir con lo que pudimos disfrutar de sus calles con relativa paz.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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- La zona baja, la cual discurre junto a la ribera del rio, donde se encuentra su enorme castillo (chateau), otra bella iglesia, y casitas aledañas...
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Y una tercera la cual denominaría como periférica o residencial, que si bien no visitamos, se podía ver desde lo alto de la zona alta
Después de visitarla y tomarnos un café en una de sus acogedoras cafeterías...
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Cogimos de nuevo el coche y nos fuimos hacia el monte St Michel que aunque pertenece a la zona de Normandía, no podíamos dejar pasar la oportunidad.
Qué decir de este emblemático lugar..,, si bien antes de llegar ya se empieza a disfruta de sus vistas, una vez frente a ,el, uno se queda sin palabras...
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A modo de información deciros que unos kms. antes de llegar, por sus estrechas carreteras ( hay que tener cuidado pues en días buenos hay muchos ciclistas) no dejaras de ver cantidad de casitas y granjas donde te alquilan habitaciones y la verdad que desde fuera tenían muy buena pinta.
El lugar estaba lleno de gente, pero se podía "más o menos" pasear por sus estrechas y empinadas calles, llenas de cantidad de tiendas con souvenirs, crepperies, y demás, que aunque le confieren un ambiente de zoco magrebí, no le resta espectacularidad al lugar
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Según se va subiendo, se encuentran miradores (más bien "descansadores" para todo aquel que lo necesite de tanta calle empinada) donde poder contemplar sus maravillosas vistas.
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Una vez arriba se encuentra la entrada al monasterio, que si bien nosotros finalmente no entramos, (había cola) seguramente merezca mucho la pena la visita a su interior. La verdad que sin entrar al monasterio la visita puede realizarse en una hora y media aprox.asi que una vez coronado el "monte" ahora tocaba bajarlo, eso si no sin antes ver su pequeña iglesia con su mini cementerio
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una de las calles más estrechas que debe haber por el mundo (dedicada al forero B.L.2000 el mayor fan de las calles estrellas que hay por el foro, jajaja...)
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algunas que otras vistas mas con la marea baja con gente paseando en grupo y su famoso paking.
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Visto el "monte", volvimos al parking y desde allí decidimos partir hacia Cancale. Quisimos desviar la ruta varios kms. ya que en la carretera vimos una indicación de un cementerio de soldados alemanes de la Segunda Guerra Mundial.
Desde el momento que entramos el lugar nos sobrecogió,
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Es una lástima ver cuanta gente tuvo que fallecer por culpa de algunos desequilibrados mentales que ejercían de dirigentes políticos en aquella época.
Bueno volviendo al tema, una vez visto el cementerio alemán, proseguimos con la ruta hasta llegar por fin al típico pueblo pesquero, en el cual nos dimos un fuerte y abundante homenaje de ostras (la chica que nos atendió no daba crédito a nuestro insaciable apetito).
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Pero es que por 3.70 € la docena de ostras, como para no disfrutar de semejante manjar.
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Es una pasada la cantidad de ostras que crían…
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Y que se comen…
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Hechos los deberes alimenticios, partimos de camino a donde seria nuestro último punto de del día, St. Malo. Durante el trayecto pudimos disfrutar de bonitas playas y contemplar como deber de ser las mareas en este lugar pues nos encontramos continuamente con pequeños barcos "en dique seco" no pudiendo en algunos casos apreciar a lo lejos el agua del mar.
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No tuvimos ningún problema en aparcar junto al casino de la ciudad, si bien los parking de pago estaban completamente llenos debido al atraque de un barco escuela alemán al estilo de nuestro Juan Sebastián Elcano ( menuda pedazo de fiesta que organizaron en su borda)
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Decir que es una ciudad grande, aunque lo interesante de ella, se encuentra en lo que antiguamente era su ciudadela o puerto de corsarios, todo el amurallado, teletransportándote por un momento a la época de los piratas.
Sus calles, edificios, tiendas, hoteles bares y restaurantes rebosan elegancia y glamour por doquier, algunos la suelen comparar aunque de una forma muy "light" con la ciudad de Mónaco.
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A parte de sus calles, aprovechamos también para pasear sobre sus muros rodeando todo el perímetro de la ciudadela y así poder contemplar la subía de la marea y su fantástica puesta de Sol.
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Por último, después de disfrutar durante el resto de la tarde de esta ciudad, decidimos cenar algo rápido en una terracita y así disfrutar un poco de su ambiente nocturno, aunque eso si no mucho tiempo pues teníamos que volvernos al hotel y descansar ya que el día había sido muy muy intenso..., y no iba a ser el único.