Grecia: tierra de dioses, tierra de hombres ✏️ Diarios de Viajes de Grecia

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Día 1: Madrid- Atenas

Hoy cogemos el vuelo que nos ha de llevar una loca filohelena y su grupo de alumnos a la tierra de los dioses. La emoción embarga a unos muchachos que, en su mayoría, van a tomar por primera vez en sus cortas y jóvenes vidas un avión. Padres emocionados que dejan "volar" a sus polluelos revolotean alrededor de las maletas: ¿ Llevas todo? ¿El pasaporte? ¿el billete? ¡¡Come bien, y obedece a tu profesora... llámanos en cuanto llegues !!
Recuento de chicos... estamos todos...
En el avión ya no saben cómo estarse quietos: las recomendaciones que les hemos hecho parece que no sirven de nada: volamos sobre las nubes y algunos siguen con sus narices pegadas al cristal de la ventanilla cuando sobrevolamos parte de la bota italiana: ¡Santo cielo! es verdad, es como la pintan en los mapas.... los chicos van pasillo arriba y abajo , se buscan entre los asientos, molestan, son regañados, se sientan, y preguntan: ¿ Cuándo llegamos?
de pronto los oídos empiezan a pitarnos: el avión desciende y atravesamos una cortina de nubes que nos deja ver un cielo diferente: azul profundo, pero es un cielo líquido , salpicado de espumas blancas, como el haiku de Paraskevás Parasoulos:

" En su azul
región un cielo
y un mar"

En diez minutos llegaremos a Atenas; son las cinco de la tarde y en el aeropuerto hace una temperatura de 20 grados. Cada chico va recogiendo su cuaderno de bitácora en el que ha ido anotando vaya usted a saber qué: la horrible comida del avión, o los ronquidos del señor de al lado, o las miradas de ese chico del grupo de Toledo con el que espera verse en Atenas, por ejemplo. Algunos ni siquiera lo han abierto. Ahora más que nunca pegan sus narices a la ventanilla buscando "el punto de referencia", la acrópolis: la sagrada Roca de la diosa Atenea, como les decía en clase. Grititos de emoción, de sorpresa, de desilusión ( los que quedan del lado contrario del avión);

Revuelo de maletas y bolsos y prisas por ser los primeros en descender del avión y por encontrar una compañía de telefonía que devuelva a la vida sus inertes móviles para llamar a mamá y papá y decirles que ya tienen los pies en el suelo!!!

Entre recoger las maletas y reorganizar el grupo se nos va el tiempo, y me pongo nerviosa... quiero hacerles la primera toma de contacto a mi manera; hay que subir a la ROCA... en el exterior, Apostolos me espera con un ramos de rosas... inaudito! no hacía yo a este buen hombre tan detallista: mis chicos le aplauden, ya le conocen de oídas y le van entregando sus maletas para subirlas al bus; vamos para 11 día, pero parece que llevaran ropa para pasar una temporada entera!

Una vez colocados en el hotel y repartidas las habitaciones, no hay tiempo para acicalarse y salimos en tropel: plaza Omonia, calle Athinas, Monastiraki.... no nos podemos detener, voy a paso ligero llevada por un impulso casi superior a mí que me dirige a las faldas de la acrópolis. Pero no es la Acrópolis mis destino: es el Areópago; la colina de Ares, el dios de la guerra; el primer tribunal establecido por los dioses para juzgar causas mortales. El sol ya ha pasado de color dorado a rojizo y acelero el paso: hay que llegar a ver la puesta , allí tras la colina de las Musas en dirección al Pireo.

Oid lo que dispongo, habitantes del Ática, que hoy
por vez primera juzgáis en un pleito de asesinato.
De ahora en adelante y para siempre
tendrá el pueblo de Egeoa esta corte como tribunal augusto.
Y en esta colina de Ares, asiento y campo de aqúellas amazonas
que un día marcharon contra la ciudad por odio a Teseo
( y que entonces edificaron las altas torres de esta ciudadela
donde ofrecían a Ares sus sacrificios- de donde recibió el nombre que lleva-)
digo pues, que en esta roca Miedo Y Respeto, su hermano,
noche y día habrán de mantener al ciudaano lejos del crimen...

Esquilo. Las Euménides

Sentados allí en la pulida Roca , con la imponente Acrópolis a nuestra espalda y bajo la atenta mirada de la Gran Virgen Atenea, la ciudad despliega ante nuestros ojos su manto blanco de casa diminutas y desordenadas que se apiñan sin orden ni concierto alrededor de la Roca de Atenea. Al fondo los montes del Pentélico ¿ Podéis ver eso " neveros" blancos"?? pues no es nieve: son las canteras de mármol con que se construyó el Partenón. Y la Roca del Licabettos con su pequeña iglesia en lo alto; y el ágora a tus pies con el templo de Hefaistos , orgulloso y en pie después de tantos avatares y la reconstruida "stoa" de Atalo que podemos disfrutar gracias a los dólares norteamericanos, y te vas girando buscando ese último rayo de sol y lo que te encuentras es la desconocida colina de la Pnix, sede de la democracia ateniense, y la tumba del último rey griego Filopappo mirando al mar que a lo lejos se deja ver como en un brillo reververado del sol...

Y mi mente se echa a volar y se encuentra con el alma atormentada del viejo rey Egeo, buscando entre esos brillos, desesperado, el rastro de la nave que había de traer a su hijo Teseo, con vida tras su aventura con el Minotauro. Y sacamos nuestros textos, y leemos en voz alta para que nos oigan y para que sepan que no están muertos: no del todo , dijo Horacio el poeta Romano " Non omnis moriar" No morirán del todo, mientras quede constancia de su nombre y de su obra.

Hablamos, reimos, comentamos.... y se hace de noche; por cada rayo que se apaga, abajo a nuestros pies se van encendiendo las luces de la ciudad. Así me imagino yo las luces de las hogueras de un campamento militar , como contaba el historiador Herodoto...

Pero es ya hora de bajar a ver al pueblo; esta noche nos vamos a cenar todos juntos y a probar la comida griega; hay un cierto temor a lo desconocido. Gracias a Zeus, aún no saben dónde están el Burger King y similares: aún les puedo llevar a probar algo diferente.
El barrio de Anafiótica por el que vamos bajando está bellísimo: ni rastro de edificios en ruinas y desconchados; la rehabilitación de Atenas es un hecho y por las cuestas que serpentean hacia Plaka se descuelgan coquetos restaurantes a la luz de las candelas, donde los kamakis ( los arponeros que captan turistas) te hablan hasta en chino, si es preciso. Bajamos por la torre de los vientos ( mañana la veremos con detenimiento); por el ágora romana, Monastiraki... hasta Zanasis... típico, sí, pero de bolsillo alcanzable para todos y con espacio para servir a un hambriento grupo en plena calle. En monastiraki... toda la calle es una inmensa terraza

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