Tras un buen madrugón en Madrid, llegamos al aeropuerto de Stansted a las 7:55h. El transporte que teníamos contratado no aparecía por ningún lado y nadie conocía la empresa EasyairportCars. Como no lo habíamos pagado aún, no nos preocupó, ya que la oferta de transporte en Stansted en bastante buena (tren, buses varios, taxis…). Finalmente, después de 25 minutos, apareció con una sonrisa. Puntualidad británica por los suelos.
Atravesar Londres a ciertas horas es tedioso y como primer recuerdo, los increíbles atascos no están mal. Llegamos al hotel, dejamos las maletas y convencimos al pollo para que nos dejase en el Wellington Arch, en una esquina de Hyde Park.
A las 11:00 y como ya hicimos en Edimburgo hacía un año, aquí comenzaban los tours gratuitos de Sandemans. Al ser una ciudad mucho más grande, los de Londres se dividían en varios tours. La excursión a cargo de un chaval valenciano bastante majete nos llevó, con explicaciones y curiosidades que por nosotros mismos no habríamos tenido, por los siguientes sitios:
Buckingham Palace: Construido en el año 1703, es la residencia oficial de la Reina de Inglaterra, además de Cuartel General de la Administración de la Casa Real. A diario, a las 11:30h se realiza el cambio de guardia. Salvo que se quiera invertir en ello buena parte de la mañana, no merece tanto la pena, ya que hay muchísima gente pegada a las vallas del palacio y se ve más bien poco. Un espectáculo bonito, con música actual a cargo de la banda de música de la guardia real. Eso sí, hay que llegar pronto y coger sitio. Como curiosidad, antes de la muerte de Diana de Gales, la bandera (Union Jack) ondeaba en el palacio únicamente si la reina estaba en él. Con posterioridad a la muerte de la princesa, cuando la reina está, ondea esta bandera y cuando no, ondea la de la corona de Inglaterra.
Clarence House: el palacio en el que vive el Príncipe Carlos (con Camilla y los hijos). Desde fuera se ve poco, pero es interesante enterarse de las curiosidades del palacio y ver a los típicos e impertérritos guardias.
St. James Palace: donde termina el cambio de guardia, es una buena opción para situarse si se quiere evitar las aglomeraciones y ver algo bonito. En la actualidad alberga las oficinas de la corona y sirve de sede para recepciones oficiales menos importantes.

Pall Mall: una de las calles más importantes de Londres y en la que, si coincide que están abiertos al público, se pueden visitar algunos antiguos clubes de caballeros.
Horse Guards Parade: realmente lo que vimos fue el recinto en el que se celebra un cambio de guardia a aballo, bastante espectacular, según comentan.
Downing Street: la famosa calle en la que vive el Primer ministro, no es más que un callejón vallado y vigilado por varios frentes y a cuyo interior, como es lógico, no se puede acceder.
Trafalgar Square: plaza con la National Gallery presidiéndola y flanqueada por St. Martin-in-the-fields, una bonita iglesia. En medio de la plaza, una columna soporta la estatua del Almirante Nelson, protagonista de la batalla de Trafalgar.
Admiralty Arch: un edificio imponente.
Big Ben: aunque todo el mundo llama así a la torre del reloj, realmente el nombre se debe a la gran campana que alberga y que debe su nombre a su fabricante. El verdadero nombre de la torre es la “Torre de San Esteban”. Junto al edificio del parlamento, el grupo arquitectónico es realmente de lo más bonito de la ciudad.
Abadía de Westminster: no deja de ser una iglesia. Eso sí, preciosa y con historia.

Allí acabó la visita. Es una buena forma de visitar el centro histórico de la ciudad, si bien quedan excluidas las visitas y entradas a los edificios (abadía, etc.), por lo que hay que volver a algunos de ellos para visitarlos. Es importante conocer los horarios de cierre de los mismos. Por ejemplo, la Abadía de Westminster permite la entrada hasta las 15:45 (horario de 9:30-16:30 y sólo los miércoles de 18:00 a 19:00).
Por cierto que me remito al comentario realizado en mi diario de Escocia acerca de lo ratas que solemos ser los españoles a la hora de recompensar al guía por un trabajo no remunerado oficialmente, si bien hay que decir la calidad de esta visita y sus explicaciones fue menor que la recibida en Edimburgo, debido al enorme grupo y al guía, detenido más en curiosidades que en la historia de los lugares.
Aprovechamos los jardines que había alrededor de la abadía para comer unos bocadillos y descansar, si bien no entramos en ella por el abusivo precio y los consejos recibidos por viajeros anteriores. No obstante, pudimos acceder a St. Margaret’s Church, con bastante encanto. Después de comer, hicimos un recorrido por detrás del parlamento (preciosos los Victoria Tower Gardens, cruzando el río y viendo la panorámica del parlamento y el Big Ben por un lado y el London Eye con el río por otro.
De ahí, seguimos la ribera del río hacia Trafalgar (se puede subir por Whitehall, bonita e imperial avenida) o seguir el río y cruzar por Northumberland Avenue. En Trafalgar entramos en St. Martin-in-the-Fields, en la que un coro estaba preparando un concierto. La verdad es que fue una gozada escucharles ensayar y a la vez, descansar un rato en los bancos de la iglesia. Eso sí, siempre con respeto, ya que no deja de ser un templo de culto.

Visto Trafalgar, seguimos hacia arriba hasta Picadilly Circus. Habiendo visto Times Square, Picadilly es de risa. Siempre lo imaginé como una explosión de luces y sonido, bullicio de gente y… no sé, algo más. La verdad es que nos encontramos en una plaza más bien pequeña, con muchísimo tráfico y una pequeña fuente en el medio con cientos de personas buscando un hueco en el que sentarse a ver tres carteles publicitarios. Como digo, le ví poco encanto comparado con el resto de la ciudad, pero había que verlo para decidir.
En ese momento vimos que las fuerzas empezaban a escasear tras habernos levantado en Madrid a las 3:30h, así que con el hotel bastante cerca (a poco más de 200m del cruce entre Regent St. y Oxford Circus) decidimos hacer un receso, descansar algo más de una hora y salir a cenar.

A eso de las 19:30 pusimos la vista en el Soho. Un barrio alucinante, una mezcla entre el barrio madrileño de Chueca y la calle Fuencarral de la misma ciudad, salpicado de locales de moda, pubs y restaurantes. El cuadrado formado por Regent, Oxford, Shaftesbury y Charing Cross encierra mucha marcha y gente con ganas de pasarlo bien. La propia Soho Square es un hervidero de gente tomando pintas en el césped, en plan botellón pero bien hecho. Cierto es que el barrio tiene una gran componente gay, pero salvo que tengas algún tipo de paranoia infantil, pensando que se van a volver todos locos por darte por cierto sitio y que te haga ir pegado de manera incomprensible a las paredes, no deja de ser un barrio con muchísima marcha y un ambiente genial. Restaurantes chinos, indios, árabes, italianos, americanos, pubs británicos… la oferta es amplia. Además, Chinatown (mini chinatown, para ser exactos), está pegada (Gerrard St), así que también es una opción a visitar de noche para ver el colorido de las fachadas.
Por cierto que cenamos en un italiano (Amalfi, 4 menús de 2 platos, 2 pintas y 2 aguas, 50 libras) bastante decente, un menú de dos primeros y dos segundos, por un precio razonable.
Algunos consejos adicionales:
London Eye: mejor sacar las entradas por Internet para evitar colas innecesarias. La mejor hora es al atardecer, ya que ves Londres de día en la subida mientras vas subiendo y de noche mientras vas bajando. Dura 30 minutos aprox.
Fotografías del Parlamento: a aquellos a los que os guste la fotografía, sabed que el sol se pone por la tarde por detrás del parlamento. Es decir, por la tarde pega el sol de frente si se pretende sacar una buena instantánea desde el otro lado del río.
