Este día lo comenzamos en el mercado D´Aligre, es un mercadito típico parisino que vende verduras, pescados.

De allí caminamos hacia la Plaza de la Bastilla donde presenciamos una gran manifestación, muchísimas personas en las calles solicitando que no se extienda la edad del retiro laboral. Según me han comentado el gobierno quiere extenderla, y hay muchos que se oponen.

De aquí nos adentramos en un barrio muy trendy y cool, que está súper de moda en París: el barrio Le Marais. Esta zona que corresponde a los distritos 3 y 4 de la ciudad es muy pintoresca. Es importante que sepan que en el siglo XIX hubo una modificación muy grande en la arquitectura de la ciudad de la mano del Barón Haussmann quien mandó a derribar muchísimas construcciones y barrios, dando aire a la ciudad y creando los grandes boulevares de París. El ideó la Plaza Charles de Gaulle Etoile (que significa "estrella", ya que muchas avenidas confluyen en la misma, formando una especie de estrella). Así que gran parte de las maravillosas vistas y explanadas que posee la ciudad son obra de Haussmann. Digo esto porque la modificación no llegó al Marais y este es unos de los barrios que no fue afectado por los cambios y conserva su estructura antigua.
Le Marais está lleno de negocios de moda, de diseño, de arte. Hay para visitar muchos hoteles, estos son antiguas mansiones de nobles franceses, que poseen una jardincito en su entrada, algunos se encuentran abiertos al público y te podés sentar a descansar. Otra de las atracciones del barrio es el Museo Carnavalet, me lo recomendaron mucho, éste cuenta la historia de París, pero actualmente está cerrado por refacciones, así que no pudimos ir...También el Museo Picasso y el Museo de Arte e Historia del Judaísmo, ya que en este barrio se asentó la comunidad judía y desde la década del ´80 es el barrio gay.
Definitivamente una de las atracciones del barrio es la Place des Vosges, una exquisita plaza, absolutamente simétrica y enmarcada por armoniosos edificios, una preciosura! En ésta se halla la casa de Víctor Hugo.

Le Marais es una visita obligada en un actual viaje a París, un barrio exquisito cuyas mejores palabras para definirlo hoy en día están vinculadas a lo bohemio, cosmopolita y vanguardista.
De este pintoresco barrio continuamos por la Rue de Rivoli, pasamos por el Forum de Les Halles que es un inmenso centro comercial subterráneo, el Palais Royal y nos tomamos un absolutamente delicioso chocolate blanco en la famosa casa de té Angelina, pedimos también la especialidad de la casa, "el Mont Blanc", pero no nos gustó demasiado...
Ya habiendo recuperado energías y descansado las piernas continuamos por la Rue de Rivoli hasta la Rue Royale, en ésta doblamos a la derecha hacia la Iglesia de la Madeleine es un hermoso edificio de columnas al mejor estilo romano.
En la Rue Royale hay muchas joyerías y está el legendario restaurant Maxim´s solo permitido para las billeteras más ostentosas.
Al costado de la Madeleine hay un mercadito de flores, las flores en París son una delicadeza, tienen tan buen gusto para la combinación de sus colores! pero son carísimas!

De la Madeleine fuimos caminando hacia la Ópera y de allí a las galerías Lafayette, entramos a ver la maravillosa cúpula de este centro comercial y luego continuamos viaje hacia a la Rue de la Paix, donde se encuentra el famoso café que lleva el mismo nombre.
Antes de que anochezca dimos una vuelta por la calle Faubourg Saint Honore, un sitio muy exclusivo de la capital repleta de los comercios más prestigiosos del mundo.
Nuestra última noche les voy a contar una experiencia maravillosa que hemos tenido. Yo llevé un mantel desde Argentina, algunas velitas, de las pequeñas, palitos chinos. Y con algunas copas que teníamos en el hotel, hicimos una gran compra en el super y nos fuimos a la noche para Campo de Marte a hacer un pic-nic nocturno a la luz de las velas y de la Torre centelleante. Teníamos salmón, sushi, nachos con salsa, langostinos, queso brie, cambembert, vino y mucho más!!! Fue absolutamente maravilloso!!! Lo súper recomiendo!!!

Y así nos despedimos de París contemplando la Torre Eiffel iluminada...centellando para siempre con sus luces en nuestra retina. Dándonos un recuerdo que será eternamente evocado cada día de nuestras vidas. Y, así, cuando empecemos a comprender que el adiós se apronta inminente como tormenta de verano, comenzaremos a experimentar ese sabor dulce-amargo, de inexplicable felicidad y nostalgia a la vez, que sólo pueden entender aquellos afortunados que conocieron París enamorados.